Capítulo 54: Lugar nuevo, nuevas personas que quieren matarte, buen resumen de la vida de Draco.
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Alguna vez has pensado algo como: Debí haber hecho algo horrible en una vida pasada, para que el ser divino que controla tu existencia parece odiarte por cada prueba que estoy pasando en mi vida sin descanso.
¿No?
Draco si lo siente.
Mucho.
Todo el tiempo.
No ha encontrado a alguien con tan mala suerte como él.
—El jefe del Nono primero te dio una poción, no es una cura, pero debería retrasar el veneno en tu sistema —comenta Anthony mientras caminan por el lugar.
Draco no se siente tan mal, pero observa todo el lugar con curiosidad y espera memorizarlo, duda que otro mago tenga la oportunidad de estar dentro de un lugar tan sagrado; del cual todos tenían curiosidad. Los magos egipcios sin duda eran demasiado cerrados al vacío y toda su información era codiciada por muchos, pero ahora se pregunta el por qué.
Nada es lo que espera.
Los techos variaban entre cinco y diez metros de altura, por lo que no tuvo la sensación de que estuvieran bajo tierra como señaló Anthony. Todos los edificios estaban sostenidos por inmensas columnas de piedra como las que había visto en las ruinas egipcias por imágenes, solo que aquellas estaban en perfectas condiciones: pintadas con vivos colores para recordar a las palmeras y con unas hojas verdes cinceladas en la parte de arriba, daban la impresión de que recorrías un bosque petrificado. Había hogueras ardiendo en braseros de cobre. No parecían soltar ningún humo, pero daban buen olor al aire, como un mercadillo de especias: canela, clavo, nuez moscada y otros que no logro identificar.
Vieron a más personas, sobre todo hombres y mujeres mucho mayores que ellos. Algunos llevaban chilabas de lino; otros, ropa moderna. Se cruzaron con un tío vestido con traje que paseaba a un leopardo negro atado con correa, con toda la naturalidad del mundo. Otro tío gritaba órdenes a un pequeño ejército de escobas, fregonas y cubos que se dispersaron por todas partes para limpiar la ciudad.
Cruzaron un salón de estatuas con cabezas de chacal, y habría jurado que sus ojos los miraron al pasar. Unos minutos más tarde, Anthony le llevó por un mercado al aire libre (si es que se puede decir que hay algo «al aire libre» bajo el suelo), en el que una docena de puestos vendían mercancías extrañas como varitas de bumerán, muñecos animados de arcilla, loros, cobras, papiros y centenares de amuletos relucientes y distintos entre sí.
Se detiene para descansar, pero aunque aún algo débil, siente que su cuerpo está mejor que cuando perdió la inconsciencia.
Echo un vistazo al interior y vieron varias hileras de niños; quizá había un par de docenas en total, con edades entre los seis y los diez años o así, sentados en cojines con las piernas cruzadas. Estaban inclinados sobre unos cuencos dorados, concentrados en el líquido que contenían y musitando entre dientes. Al principio supuso que el edificio sería un aula, pero allí no había ni rastro de ningún profesor y, además, la sala no estaba iluminada más que por unas pocas velas. A juzgar por el número de asientos vacíos, la sala estaba diseñada para albergar al doble de niños.
—Son sus iniciados —explicó Anthony con un suspiro—, aprendiendo adivinación. El Nomo Primero debe mantenerse en contacto con sus hermanos de todo el mundo. Zia lo explicó ayer.
—Egipto es el Nomo Primero, Nueva York es el Vigésimo Primero. ¿Cuál es el último, el que hace trescientos sesenta? —pregunta Draco sin esperar una respuesta real.
La hay.
Obviamente Anthony la sabe.
Nerd.
Estúpido Ravenclaw.
—Ella dijo que ese es la Antártida —dijo Anthony con calma—. Se destina allí a la gente como castigo. No hay nada aparte de un par de magos del frío y algunos pingüinos mágicos—
No quiso saber más del asunto.
Pero había pocos.
Draco entrecierra la mirada notando que los magos de Londres y el ministerio solían tratar con prominencia a los magos egipcios, que si bien poderosos, habían estimado que serían más por su antigüedad. Que hubiera tan pocos no pueden ser una buena señal.
Al final, llegaron a una encrucijada Draco aun con sus pensamientos. A la derecha tenía unos inmensos portones de bronce, con fuegos vivos a ambos lados; a la izquierda, una esfinge de seis metros de altura tallada en la pared. Había una entrada acunada entre sus zarpas, pero estaba tapiada y cubierta de telarañas.
—Se parece a la Esfinge de Guiza —comentó Draco
—Es porque estamos justo debajo de la Esfinge de verdad —dijo Anthony y Draco solamente suspiro cansado.
Esto era mucho.
Incluso para un mestizo como él, este mundo parece un laberinto.
Pero había algo que Anthony dijo sobre distancia que cambia en los lugares mágicos.
—Este es el Salón de las Eras.
No había sello o cerradura, estaba ligeramente abierto como si estuvieran esperando que llegaran, Draco no le gustó esa idea en su mente, pero aceptó seguir el camino con Anthony porque en este lugar no había nadie más en quien pudiera confiar.
Una infinidad de columnas, agrupadas en hileras dobles, sostenían un techo tan alto que dejaría espacio de sobra para aparcar un dirigible. Por el centro del salón, tan largo que no se veía el fondo por intensa que fuera la luz, discurría una titilante alfombra azul que parecía hecha de agua. Había bolas de fuego flotando por ahí como pelotas de baloncesto hechas de helio, que cambiaban de color al chocar entre sí. Por el aire también flotaban minúsculos símbolos jeroglíficos, combinándose al azar para componer palabras y separándose después.
Estiró el brazo hacia un par de piernas brillantes, pero no las tocó.
Todo era extraño.
Volteó a ver a Anthony, nunca había pensado mucho en él de alguna forma que no fuera su casi novio o amigo, camarada de batallas, Ravenclaw que es amigo de Slytherin; pero aquí luce diferente. Las ropas lo hacen ver diferente, como si siempre hubiera vestido esta clase de ropa, su semblante parecía mucho más serio que cuando estuvo en el campamento.
Ah.
Aquí pertenece.
Draco sintió un poco de incomodidad del pensamiento, al igual que sabe que su hogar es el campamento mestizo, el inminente pensamiento que este podría ser el hogar de Anthony lo hizo sentir incómodo; porque todos volvemos donde la sangre nos llama.
¿Así sería Draco?
El pensamiento de Zeus lo hizo horrorizar y decidir que no quería pensar más en eso.
Lo más raro de todo el lugar sin duda fueron las «exposiciones». Entre las columnas que tenían a ambos lados, había imágenes que cambiaban, se enfocaban y después volvían a emborronarse como hologramas en una tormenta de arena.
En los primeros seis metros de salón aproximadamente, las escenas mágicas conjuraban una luz dorada que lo recubría de lado a lado. Se elevaba un sol ardiente sobre el agua, y le dio la impresión de estar presenciando el principio del mundo. Unos gigantes cruzaban a zancadas el valle del Nilo; eran un hombre de piel negra con cabeza de chacal, una leona con sangre en las zarpas y una hermosa mujer con alas de luz.
—Lo que estás viendo es la Era de los Dioses. Es hermoso ¿verdad? —susurra Anthony con una mirada cálida.
Lo era.
Era un lugar sorprendente.
Diferente a todo lo griego.
Continuaron andando. Las imágenes pasaron a ser plateadas. Pudo ver a ejércitos enfrentados en batalla, hordas de egipcios vestidos con faldita, sandalias y loriga de cuero que entrechocaban sus lanzas.
Un hombre alto y de tez oscura, con armadura roja y blanca, se investía a sí mismo con una corona doble.
Era Narmer, el rey que unificó el Alto y el Bajo Egipto.
Al menos eso explicó Anthony, el imperio antiguo, la primera edad dorada de Egipto. Anthony sabe demasiado sobre esto, nunca lo había pensado.
Siempre parecía encantado con aprender cosas nuevas, pero esto era su familia, eran cosas que estaban en su sangre y Draco se sintió enfermo por eso. Viendo mucho de Anthony en él mismo cuando era más joven con las cosas griegas.
Avanzando por el salón, vieron a trabajadores que construían la primera pirámide escalonada hecha de piedra. Unos pasos más y la mayor pirámide de todas se alzó en el desierto de Guiza. Su revestimiento de piedra blanca y suave relucía bajo el sol. Había diez millares de trabajadores reunidos en su base, arrodillados ante un faraón que elevaba sus manos hacia el astro rey y consagraba así su propia tumba.
Luego apareció el imperio medio, una época sangrienta y caótica donde la Casa de la Vida alcanzó su madurez.
Las escenas empezaron a cambiar con más rapidez. Vieron ejércitos que combatían, templos construyéndose, barcos que navegaban el Nilo y magos lanzando llamaradas. Cada paso que daban abarcaba siglos, y aún así el salón no terminaba nunca.
Por primera vez, comprendió lo antiguo que era Egipto en realidad.
Curiosamente a pesar de lo que dijo Amos, no era tan diferente a lo griego, todo lleno de caos y épocas de glorias.
Traspasaron un nuevo umbral y la luz se volvió de bronce.
El Imperio Nuevo. Fue la última vez que Egipto estuvo gobernado por egipcios.
Hatshepsut, la más imponente reina-faraón, con una barba postiza para dirigir Egipto como un hombre; Ramsés el Grande encabezaba sus carros de guerra hacia la batalla.
Vio a magos entablando combate en un palacio. Un hombre con una túnica hecha harapos, barba enmarañada y ojos desorbitados lanzó al suelo su báculo, que se transformó en serpiente y devoró a otra docena de serpientes.
Se le hizo un nudo en la garganta.
—Ese no será…
—Musa —dijo Anthony—. O Moshé, como lo conocía su propia gente. Creo que los muggles lo llaman Moisés. El único extranjero que ha derrotado jamás a la Casa en un duelo mágico.
Increíble.
La idea de que algo como la religión católica (¿cristiana?) tuviera parte de su historia dentro de la egipcia, aunque fuera por esta parte, le pareció curioso. Percy una vez había intentado explicarle sobre el asunto, pero Draco pensó que solamente los griegos existían en ese entonces.
Pero si era verdad.
Bueno.
Algo más que investigar en el futuro, si no se equivocaba Moisés había sacado al pueblo israelita de los egipcios, algo sobre el mar partido en dos y una idea de un becerro de Oro, pero luego de ahí dejó de escuchar a Percy porque le dio dolor de cabeza.
De haber sabido que era verdad, habría puesto más atención.
La escena cambió de nuevo. Vio a un hombre de pie junto a un tablero lleno de figuritas militares: barcos de juguete hechos de madera, soldados y carros de guerra. El hombre iba vestido como un faraón.
Nectanebo II. El último rey egipcio nativo, y también el último faraón hechicero.
Podía desplazar ejércitos enteros, o crear y destruir armadas, con solo mover las piezas de su tablero.
Pero, al final, no fue suficiente.
—Los tiempos de la dinastía ptolemaica —dijo otra vez Anthony con calma—. Alejandro Magno conquistó todo el mundo conocido, Egipto incluido. Coronó como faraón a su general Ptolomeo, y así fundó una línea de reyes griegos para que gobernasen Egipto.
Al decir eso lo volteó a ver, Draco sabe que no tiene la culpa.
No es su culpa.
Pero piensa en Zeus y solamente suspira, siempre de alguna forma parece que es su culpa, aunque no lo sea.
La sección ptolemaica del salón era más corta, y parecía desangelada en comparación con las otras. Los templos eran más pequeños. Los reyes y reinas tenían un aspecto desesperado, o perezoso, o apático sin más.
No había grandes batallas… excepto hacia el final. Contempló cómo las tropas romanas entraban con paso firme en la ciudad de Alejandría. Vio a una mujer de cabello negro y vestido blanco que soltaba una serpiente dentro de su blusa.
—Cleopatra —dijo Draco, eso sí lo sabía—. La séptima reina de su nombre. Intentó resistir contra el poderío romano y fracasó. Cuando ella se quitó la vida, murió la última dinastía de faraones. Egipto, la gran nación, decayó. Su idioma se sumió en el olvido. Se reprimieron los antiguos ritos. La Casa de la Vida sobrevivió, pero se vieron forzados a ocultarse del mundo de los magos. Hasta ahora ningún mago fuera de los egipcios estuvo aquí antes.
Se pregunta si fue solo Orion.
Si fue esta lucha entre griegos, romanos, egipcios, que obligó a los panteones a separarse.
Anthony no dice nada, igual de confuso que Draco.
Pasaron a una zona de luz roja, y la historia empezó a sonarle más. Vio a ejércitos de caballería árabes que se internaban en Egipto, y luego a los turcos. Napoleón hizo marchar sus tropas bajo la sombra de las pirámides. Los ingleses llegaron y se apoderaron del Canal de Suez. Poco a poco, El Cairo se transformó en una ciudad moderna. Las antiguas ruinas se fueron desvaneciendo en la distancia, bajo las arenas del desierto.
Lo que había aprendido en la escuela leyendo libros cuando estuvo con Percy.
La historia de los muggles.
Pero ahora que lo pensaba, tal vez nunca fue la historia de los muggles, era un mundo donde también vivía Draco.
Esta era la historia.
La historia de este planeta.
Cada año, el Salón de las Eras crece en longitud para abarcar nuestra historia.
Hasta el mismísimo presente.
Ante ellos se alzaba un estrado, y en él un trono vacío: una silla de madera forrada de oro, con un látigo y un cayado de pastor —los antiguos símbolos del faraón— grabados en el respaldo.
En el último escalón antes de llegar al trono estaba sentado el hombre más viejo que había visto jamás. Tenía la piel como una bolsa de papel: marrón, fina y arrugada. Su figura enjuta estaba cubierta por una chilaba de lino que le venía ancha. Tenía los hombros envueltos en una piel de leopardo, y sostenía con mano temblorosa un gran báculo de madera, que no dudo de que se le caería en cualquier momento. Lo más raro era que todos los jeroglíficos brillantes que había en el aire parecían emanar de él.
A su alrededor no dejaban de aparecer símbolos brillantes que luego se alejaban flotando, como si el anciano fuese una especie de máquina mágica de hacer pompas de jabón.
Al principio, ni siquiera tuvo claro del todo que estuviera vivo. Sus ojos perdidos contemplaban el vacío.
Entonces los enfocó en Draco, y le recorrió el cuerpo una descarga eléctrica.
No solo me estaba mirando. Estaba explorándolo, leyendo su esencia entera.
Realmente no era agradable.
La Oclumancia salió de él antes que pudiera adivinarlo, dudaba que fuera a usar Legeremancia, pero luego de la vida que ha tenido, es mejor saltar primero y luego pedir perdón si fuera el caso.
El anciano enarcó una ceja como si se hubiera sorprendido. Miró a sus espaldas y dijo algo en un idioma que no pude identificar al inicio.
Salió un segundo hombre de entre las sombras.
La barba bifurcada del tipo le hizo dudar.
—Me llamo Desjardins —dijo con acento francés—. Mi maestro, el lector jefe Iskandar, les da la bienvenida a la Casa de la Vida.
El nombre se le hizo familiar.
Recordó la carta de Amos hace mucho tiempo, sobre que Anthony podría ser de alguna forma un descendiente de un tipo llamado Iskandar, pero luego de ver al anciano que parece más vivo que muerto espera que realmente no fuera este.
El lector jefe.
Sí.
Esto puede salir muy mal, además el tipo francés tampoco le da buena espina.
—Es un chico enfermo Desjardins, no lo trates mal —habla el anciano, cuesta un poco comprender del todo su dialecto, pero Draco salta impresionado.
—Eso es griego —habla Draco usando el idioma, provocando que el hombre de barba graciosa parezca sorprendido, Anthony ladee la cabeza confundido e Iskandar parezca bastante complacido a la hora de entenderlo—. Pronunciación un poco diferente, pero supongo que puedo entenderlo —añade con una mirada sorprendida continuando en el idioma.
Nunca esperó que el griego, la lengua que aprendió solo por la sangre en sus venas, finalmente funcionara para algo.
—Vaya supongo que hay algunas sorpresas por aquí, aunque no debo sorprenderme tomando en cuenta tu legado —explica el hombre con calma.
Draco se tensa.
Anthony le da una mirada molesta de estar por fuera, pero Draco realmente no sabe qué podría decirle.
Así que cambia de idioma.
—Es viejo. ¿Por qué no está sentado en el trono? —habla en inglés haciendo a Anthony suspirar.
A Desjardins se le desencajó el rostro, pero Iskandar, se limitó a soltar una risita.
—Carter dijo algo similar —susurra a lo cual las mejillas de Draco obtienen algo de color.
No era su culpa estar un poco más cerca de la muerte en ese momento para recordar algo, si es siquiera que lo trajeron aquí o de paso lo arrojaron sobre una camilla a su suerte.
No a su suerte.
El veneno había dejado de propagarse, pero viendo de reojo su brazo, puede verlo con el veneno esparcido aun en sus venas moradas.
—El trono es para el faraón. Nadie lo ha ocupado desde que Egipto cayera contra Roma. Es algo… Simbólico. El cometido del lector jefe es servir y proteger al faraón. Por lo tanto, este es mi lugar a los pies del trono —habla Iskandar con calma mientras el otro tipo traduce para Anthony.
Interesante.
—Los días demoníacos empiezan mañana al ocaso —habla Iskandar—. El veneno en tu sistema es algo que no había visto antes, y si es lo que temo, solamente alguien con el conocimiento de Isis podría salvarte, retrasé el veneno todo lo que pude… pero sin duda es probable que cuando terminen los días demoniacos… sea lo que pueda contener el sello que te puse; después de eso morirás si no obtienes un antídoto —explica Iskandar con calma.
Sí, bueno.
Eso era encantador.
—Supongo que es una carrera para no morir, no me sorprende —dice Draco con cansancio, Iskandar se ríe divertido a pesar de su edad—, pero supongo que gracias, por no dejarme morir antes —añade un poco reticente en griego también.
El tipo francés hace una mueca.
El rostro de Anthony indica que van hablar pronto.
Cuando se marchan del salón, el viejo saluda con la mano como si se estuviera despidiendo y ve con cariño a Anthony, Draco se pregunta antes de salir de ahí, que tanto sería verdad la teoría de Amos sobre los lazos de sangre de Anthony.
Bueno ya pensará en eso, cuando no tenga la inminente amenaza de muerte sobre su espalda probablemente.
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Draco terminó siguiendo a Anthony en silencio un rato, habló muy poco sobre su padre, quien aparentemente era un nieto de alguien que había sido un mago de la casa de la vida, pero que por algún motivo nadie parecía haber pensado que era importante decirle; su madre tampoco lo sabía. Bromea sobre cómo ellos habían sido de religión Judía, pensó que era algo significativo, pero ahora que sabe que aparentemente Moisés existió, se pregunta que tanto la sangre de Anthony está llena de tantos problemas.
También se pregunta cómo terminó a su lado como amigo.
Tal vez atrae la mala suerte.
Piensa en Nyx y no duda que, si ella tiene algo que ver aquí, sin duda le causó muchos problemas.
Después de una sucesión infinita de túneles, llegaron a una cámara donde rugía una catarata. Encima de ellos no había techo, solo las paredes de un pozo que parecía no tener parte superior. El agua caía de la oscuridad hasta una fuente, salpicando contra una estatua de cinco metros que representaba al dios ese con cabeza de pájaro. ¿Cómo se llamaba, Toc? No, Tot. El agua le caía sobre la cabeza, se acumulaba en las palmas de sus manos y de allí se vertía al estanque.
Zia estaba ahí esperándolos con la mirada perdida, antes que se dirigió a una cómoda que había cerca. Sacó dos copas de cerámica, las llenó sumergiéndolas en la fuente y luego nos las ofreció.
—Beban.
Miró a Anthony que tomó la copa sin pensarlo mucho, por otro lado, Draco que había vivido demasiadas experiencias cercanas a la muerte.
Dudó.
No pueden culparlo.
Mira su venda, mira las venas que reflejan que está muriendo y supone que si se han encargado de mantenerlo con vida, no pueden matarlo fácilmente.
Toma la bebida sabiendo que Will podría matarlo si se entera de todo esto.
—No es más que agua —le aseguró Zia—, aunque está purificada por el contacto con Tot. Hará que su mente se enfoque y con suerte retrase más el veneno.
No comprendió cómo podía purificar el agua una estatua.
Lo que sí supo fue que su cuerpo al instante, se sintió igual que si hubiese tomado una buena taza de té fuerte como el que preparaba El elfo de su casa Poppy que en paz descanse. Su cerebro zumbaba. Se le agudizó la vista aún más de lo normal.
Casi no parecía estar muriendo.
—Asombroso —susurró algo impresionado aun en contra de su voluntad.
—Ahora, los tatuajes —anunció Zia.
—¡Genial! —habló Draco porque eso sin duda era algo que siempre quiso hacer y había hablado con Percy todo el tiempo.
—En la lengua —añadió.
—¿Disculpa? —eso no parecía tan atractivo ahora.
Zia enseñó la lengua. En el mismo centro tenía un jeroglífico azul.
—Edto ed la Aat —intentó decir con la lengua fuera. Entonces comprendió su error y la retiró—. Digo que esto es Maat, el símbolo del orden y la armonía. Les ayudará a pronunciar la magia con claridad. Si cometen un solo error con un hechizo…
—¿A que lo adivino? —dijo Draco recordando que Amos nunca quiso hacer eso con él—. Moriremos.
Zia sacó de su cómoda de los horrores un pincel de punta fina y un cuenco lleno de tintura azulada.
—No duele. Y no es permanente, aunque seas un mago de Inglaterra sin sangre egipcia, no debería matarte.
El «no debería» era su duda ahora.
—¿A qué sabrá? —se preguntó Anthony luciendo bastante emocionado al respecto.
Nerd.
Contestando a su pregunta, el tatuaje sabía cómo a neumático quemado.
Pero Zia se los llevó y Draco pensó que debería tal vez estar apurándose para salvar su vida, pero luego vio la biblioteca.
Y tal vez también era un poco Nerd como Anthony, tal vez había más Ravenclaw en sus venas de lo que quisiera admitir.
La biblioteca del Nomo Primero era parecida a la de Amos, solo que cien veces más grande, con habitaciones circulares cuyas paredes estaban cubiertas por estanterías dispuestas en celdilla que daban la impresión de no tener fin. Parecía el panal más enorme del mundo. No paraban de aparecer y desaparecer shabtis de arcilla, que recogían cilindros con papiros y se esfumaban, pero no vieron a más gente.
Zia llevó a Anthony junto con Carter y Sadie que parecían estar luchando en una mesa, mientras a Draco lo guió hacía una parte de la biblioteca.
—La mayoría está en egipcio, pero hay libros de medicina, hay personas que están investigando sobre tu situación… pero… —La chica parece dudosa y Draco solamente ve su brazo con pensamientos intranquilos.
Nadie sabe este veneno.
El mismo veneno que mató a Ra.
—Un honor que mi atacante quisiera matarme con algo tan poderoso— dice con una sonrisa divertida a lo cual Zia solo niega con la cabeza.
Hay un extraño silencio entre ambos, mientras Draco toma lo que parece un libro antiguo, antes que Zia se atreva hablar.
—No le tienes miedo a la muerte. —Hay una nota de asombro en su voz, lo que provoca que Draco la vea con una sonrisa casi divertida.
—Claro que le tengo miedo, he estado ahí, el lugar de los muertos, al menos que me gane las puertas de un lugar destinado para héroes realmente no quiero morir.
—¿Pero no pareces asustado?
—Hay peores cosas que la muerte, pero no es que quiera morir, buscaré la forma de salirme con la mía eventualmente; tengo cosas pendientes y tengo un novio, ¿sabes?, no tengo ni un mes con él, me matará si muero.
Se estremece pensando en que haría Harry si descubriera su situación actual.
Lo asesinaría.
Está seguro.
—¿Novio? —pregunta Zia levemente curiosa, hay un poco de brillo en sus ojos que por un momento la hacen ver como una adolescente normal.
Parece casi curiosa.
—Sí, al inicio queríamos matarnos, pero realmente no puede vivir sin mi —determina Draco encogiéndose de hombros y Zia lo ve ahora poco impresionado.
—Me sorprende que alguien tan egocéntrico consiguiera una pareja.
—También soy jodidamente atractivo.
Probablemente no ayudó a su punto, pero cuando Anthony le enseña a Carter y Sadie cómo hacer pequeños Shabti en miniatura, Zia corre porque antes de saberlo uno de ellos casi explota; ni siquiera sabe qué hizo Anthony y mejor no preguntar.
Ve a todos lados, antes de usar el hechizo que su madre le enseñó.
Perfecto.
También puede traducir de Egipto a griego.
Sonríe pensando que tiene mucho que leer para no morir.
Los gritos de Zia contra los 3 estudiantes lo hace sonreír por lo bajo.
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La tranquilidad no dura más de unas pocas horas. Carter y Sadie se van destinados a un duelo, aunque Zia invita a Anthony, quien claramente parece más avanzado que los primeros dos, este desiste para quedarse a investigar con Draco; le da una mirada de agradecimiento por el asunto. Ya saben que tu amigo esté a tu lado cuando investiga sobre su muerte, es agradable; el problema de no poder hablar con tus otros amigos sin duda es un obstáculo. Pensó que cuando fuera almorzar podría intentar hacer una oración a Hestia esperando que lo quiera con vida y no asesinarlo.
Ya saben.
Como Zeus.
¿Por eso la ambrosía no funcionaba?
O era acaso por todo lo egipcio a su alrededor.
Tantas preguntas, se preguntó también que tanto los griegos podrían verlo ahora que estaban claramente en tierras de otro Panteón. Zeus una vez aseguró que no podía ver bien en Hogwarts, así que duda que si ahí, que era tierra de Hécate, no pudo ver bien, ahora que estaba en medio de Egipto en tierra de dioses egipcios pudiera ver mucho mejor.
Su tranquilidad no duró mucho como repite.
Porque mientras lee un libro sobre Isis, la pared prácticamente explota detrás de ellos. Puede que fuera la costumbre de salir corriendo primero y preguntar después, que cuando Sadie pasa con Carter gritando algo sobre el Obelisco de la entrada.
Bueno.
Draco es ahora quien sujeta a Anthony sobre su hombro para comenzar a correr.
Es como una película de terror.
¿Quién se queda quieto cuando otros corren?
Bueno.
No Draco.
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Hay muchos magos, aunque Draco esté aún con veneno en su cuerpo, la verdad es que puede deshacerse de los magos que parecen con su lanza, algunos parecen maldecirlo en egipcio sobre algo de los romanos y Draco se siente ofendido porque en realidad es griego; solamente hasta el final de la carrera es que se siente un poco mareado, pero para entonces Draco ya estaba acabando con las esfinges que parecían estaban detrás de los hermanos Kane.
Tendrá que hablar con Amos.
Su profesor especial.
Sobre dejarle tareas menos peligrosas para la siguiente tanda.
Por suerte la magia funciona, es un poco como la de sus vínculos o aparecerse, pero no es su magia, si no la de los hermanos Kane que los envían a otro lado del mundo.
Donde está Bast.
París.
Draco solamente quiere desmayarse un rato, pero no lo hace.
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Iskandar está muerto.
No debería dolerle cuando se lo cuenta, no conoció al señor mucho tiempo, solo tuvieron una charla; este también salvó su vida.
Pero lo hace.
Duele.
—Zia dijo que murió durmiendo —musita Carter también pareciendo adolorido por un anciano que habría visto al menos dos veces.
Ve a Anthony, pero este no dice nada y tampoco pregunta.
Solamente ve a la distancia muy pensativo.
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Draco no le presta mucha atención a Bast cuando cura las heridas que recibió Carter en el escape, cambia sus vendas, aunque no quiera, pero hace una mueca al ver como la mordida en su brazo claramente se ha expandido en veneno; no para matarlo, todavía, pero eventualmente está llegando ahí si Iskandar no miente. Habla un poco sobre los padres de Sadie y Carter, quienes crecieron en el lugar donde acaban de intentar matarlos, mientras Carter explica tímidamente sobre como los de sangre de Faraón podrían tener la posibilidad de servir como anfitriones a los dioses egipcios.
Sorpresa no tan sorpresa.
Ambos niños parecen tener el linaje de faraón en sus venas.
Deificados.
Lo cual parece ser mala noticias para los magos egipcios, Draco que solo conoce a los dioses griegos, supone que sería mala idea también ser anfitrión de ellos.
Aunque no todo eran malas noticias.
Carter parecía haber sido el anfitrión de Horus y Sadie de Isis luego de lo sucedido en el museo.
Pequeñas bendiciones.
—Tal vez si la controlas puedas curarme del veneno que obtuve por proteger tu trasero —dice con tranquilidad luego de una charla larga con Bast.
Sadie le da una mala mirada, ella no quiere eso.
Mientras más rápido aprenda que tienen mala suerte en la vida, mejor lo llevaran, piensa aburrido.
También tienen que buscar el libro de Tot ahora.
Por otro lado, Draco no puede evitar pensar en el posible anfitrión de Set, Carter y Sadie parecen convencidos que es el tipo de barba curiosa al lado de Iskandar, pero Draco piensa en esa noche que pasó el museo; piensa en Amos.
En su extraña reacción al día siguiente, sus ojos, su forma de parecer que luchaba contra algo en su cabeza.
No quiere pensar en eso, pero la pequeña duda crece en su interior.
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La idea de Bast era que los hermanos Kane se transformaran en aves, parecían nerviosos con el curso intensivo y rápido para ser animagos (aunque no lo llamaron así), por lo que Draco simplemente se transformó en un hurón frente a ellos para dejar su punto de vista claro; ellos parecían verlo molestos, pero logró controlarlos un poco. Dio un poco de miedo como la niña se pudo transformar no tan difícil en un milano, o Carter en un halcón que parecía verlo como si quisiera comerlo. Los instintos de animales hizo querer que corriera, pero Anthony, quien sin sangre de olimpo o de faraón, parecía convertirse en Águila sin mucha dificultad.
Bast aplaudió claramente impresionada.
Draco miró a su amigo sorprendido y un poco envidioso por la hermosa ave que era.
Un mago normal (los no egipcios) podrían tomar mucho tiempo, pociones, pasos, para convertirse en un animago y duda que a la primera puedan hacerlo. Si lo que Bast decía era verdad, Carter y Sadie tienen ventaja por la sangre en sus venas, pero su amigo no.
Aun así.
Lo hizo.
Debe ser más fuerte de lo que pensó inicialmente.
El águila se posicionó para que Draco pudiera subirse sobre su lomo, sus ojos parecían conservar inteligencia aún humana y eso hizo a Draco sonreír internamente.
Ya que un hurón no tiene esos músculos.
—Vamos a ver que puedes hacer —dice saltando sobre la espalda de su amigo, sorprendido por qué tan bueno es realmente este.
Está en su ambiente.
Esta es su naturaleza.
Es un maldito prodigio en magos egipcios.
Alzan el vuelo y Draco piensa que es robar un libro, nada malo debería poder pasar.
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Fue una trampa.
Sadie no podía ser humano de nuevo.
Carter golpeó por accidente su cabeza y Draco se vio tentado a matarlo.
Tuvieron que correr al Louvre, que era el portal más cercano.
El Shabit que tenían esos niños sin duda era un inútil que no servía para nada.
Nico es mejor robando.
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Washington, D. C.
No sabe cómo, no pregunta mucho, pero Draco cae desmayado cuando llegan. Se supone que el veneno no debe afectarlo, pero al parecer al convertirse en hurón debió acelerar algo. El anciano (en paz descanse) se le olvidó decirle que era mejor no usar magia o aceleraría todo.
Joder.
Desmayarse no es agradable.
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No hay sueños.
No hay nadie.
Solo un niño, otra vez en el armario que identifica como Harry, quien parece estar gruñendo mientras abraza lo que parece un peluche de hurón en sus manos.
Quiere llamarlo, pero este no lo ve y cuando intenta acercarse el suelo desaparece bajo él.
Cae al vacío.
Una voz le dice: "Pronto". Sabe que es Nyx, pero cuando la busca, no hay nadie ahí.
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Se despierta con un dolor de cabeza, a su lado se encuentra Anthony que parece no haber dormido y parece alegre de verlo despierto. Sadie parece estar luchando luego de despertarse y Carter habla con Bast. Parecen estar en un hotel y no quiere saber cómo han llegado aquí, pero Draco solo se sienta en la cama y por un minuto realmente quiere una ducha. Estas vacaciones han sido una locura, piensa revisando su mano aun vendada y casi sintiéndose tentado a dejar que todo termine. Ya ha luchado suficiente para ir a los campos de Eliseo, tal vez todo sea más fácil que aquí.
Donde todo es lucha tras lucha.
Se siente tan cansado.
—Veo que sigues con vida. —Es la voz sarcástica de Sadie Kane, que Draco ignora para poder sentarse mejor, sus ropas están sucias y la chica le ha traído nuevas.
Siguen siendo ridículas, seguirán destacando aquí en todos lados con ropas que ayuden a la magia, mientras que Draco sigue luchando como si fuera un guerrero y no un mago. Se cambia de ropa y la chica chilla antes de voltearse, sobre algo de indecencia.
Es gay.
Le importa poco.
Se mira al espejo notando un poco preocupado la palidez de su pecho, las líneas moradas que parecen haberse deslizado de su brazo, acercándose peligrosamente a su corazón; se siente muy cansado, es todo lo que piensa cuando se pone una camisa.
—Tenemos que ir al aeropuerto.
—¿No podemos tener un desayuno tranquilo?
—No.
Draco mira aburrida a la niña, esta tiene el rostro también tan cansado como el de Draco, incluso aunque ella no está envenenada. Debe estar también cansada de toda la experiencia, han sido unos días donde no se han detenido y aunque les recuerdan terriblemente a las primeras misiones con Percy, solamente quiere que todo termine.
Se siente deprimido.
Le toma un momento notar el porqué.
Los vínculos.
Toca su pecho antes de seguir a Sadie, ignorando que todo este tiempo han estado corriendo por su vida, esperando salvarla, no había pensado en sus vínculos. No ha tenido ninguna sensación de parte de ellos, como si algo lo bloqueara todo.
Intentó enviar alguna emoción, pero el vacío que recibió casi lo hace llorar.
Estaban ahí.
Los sentía, pero no pudo enviarles nada o recibir algo.
—¿Estás bien? —A diferencia de su hermana, Carter parecía un poco más preocupado por él, lo que hizo que Draco solo tomara asiento a su lado casi desanimado.
Este viaje no era el peor físicamente hablando, pero mientras veía el hotel donde estaban, se sintió de alguna forma un poco como si todo lo emocionalmente que tenía comenzara a caer.
Tanto por salir de una guerra.
—Cansado —musita dejándose caer un poco contra Anthony, que termina alimentándolo con un poco de pan que deben haber comprado.
Está cerca.
Draco se encoge ante su pensamiento, ahora nuevamente en Estados Unidos, está cerca de irse con Percy, aunque no pueda viajar con el vínculo. Podría tomar un ticket aéreo, pasar sus últimos días de vida con su mejor amigo no suena mal. Claro que no tiene que ser tan pesimista, tal vez si logran terminar esta aventura, Isis decida ayudarle para curarlo.
O podría morir.
Sin los que ama.
—Vamos niños hay que movernos —habla Bast, pero Sadie habla sobre ir al baño, mientras Carter comienza hacer preguntas.
No quiere moverse, pero cuando Anthony lo empuja, ve sorprendido cuando señala a su derecha, un teléfono algo antiguo parece estar cerca de la recepción. Se pregunta si es solo de adorno, pero la idea de poder comunicarse hace que se escape de la mirada de Bast. Anthony comienza a entretener con Carter a la gata, lo cual probablemente fue su plan desde el inicio.
Se conmueve, no suele usar teléfonos y la señora de la recepción lo ve mal cuando solicita, pero luego de darle un poco de dinero (de sus pertenencias solamente tiene su billetera aun con él), que parece silenciarla.
El número de Annabeth.
Es el que todo el campamento memorizó durante la guerra.
Tal vez no debería llamarla, duda que a estas alturas sepan que ha desaparecido, puede que Percy supiera que estaba donde Amos, pero hasta ahora no tiene que saber que está en medio de una búsqueda mortal. Con suerte solamente piensen que está con sus excéntricos magos, tampoco es que pueda involucrarlos cuando los panteones están tan separados.
Que él esté ahí, es solamente otro milagro.
Nadie contesta.
Draco se siente algo solo, había querido este vínculo, necesitaba escuchar su voz.
El tono de mensaje lo hace suspirar.
—Annie. —Su voz suena algo rota y preocupada, totalmente falta de esperanza—. Estoy bien, relativamente. —Mejor no decir sobre el veneno—. Estoy en Washington y… creo que tenemos que irnos pronto, estoy en una misión, por aquello si puedes decirles a los demás. —Se muerde el labio indeciso—. Estoy bien, lamento si no pueden sentirme yo no puedo sentirlos y yo… los extraño mucho —susurra justo antes que el tono de llamada indique el final del mensaje.
Suelta un suspiro cansado, la mano de Anthony sobre su brazo, la mirada motivadora del chico le hace pensar que tal vez no todo salga tan mal.
No está solo.
.
.
Omitan su estúpida esperanza, piensa Draco cuando en menos de una hora cuando lograron llegar al aeropuerto (otra vez sobre el lomo de Anthony Águila porque era el camino más rápido en medio de otro ataque) no tardaron mucho más en encontrar más enemigos.
El animal de Set.
Sobre sus dioses menos favoritos, claramente ese tipo estaba obteniendo un rango cada vez más alto.
Una criatura tan alta como un caballo y piernas igual de largas. Tenía un cuerpo exageradamente esbelto, musculado y con un pelaje brillante de color gris rojizo. Casi podría haberle confundido con un galgo… salvo por la cola y la cabeza. La cola era reptiliana, con la punta bifurcada en pinchos triangulares, como los tentáculos de calamar. Daba latigazos a diestro y siniestro, como si tuviera mente propia. La parte más rara del animal era su cabeza. Tenía unas orejas enormes que le salían hacia arriba, como las de los conejos, pero su forma se parecía más a un cucurucho de helado: se enroscaban hacia la cabeza, y eran más anchas por arriba que por abajo. Podían rotar casi trescientos sesenta grados, de modo que lo oían todo. El hocico de la criatura era largo y curvo como el de un oso hormiguero… solo que los osos hormigueros no tienen dientes afilados como clavos.
Y obviamente había ido contra ellos apenas llegaron.
Sus ojos brillaban cuando captó su olor.
¿No era un encanto?
El animal de Set es el cazador perfecto.
Aunque los humanos parecían verlo simplemente como un alce.
Draco realmente hubiera preferido huir, pero si algo tenía Carter que le agradaba un poco, era el estúpido espíritu de ayuda de Percy, así que mientras los demás parecían querer huir, Draco tuvo que quedarse porque tal vez se había vuelto un estúpido como su amigo al final del día.
—«El animal de Set» es demasiado largo —afirmó Carter—. Voy a llamarte Leroy.
No, olvídenlo.
Carter es igual que estúpido que Percy.
Draco usó la lanza para evitar que la criatura se comiera vivo a Carter, quien aún sigue sin ser un luchador consumado, pero algo de la magia tuvo que haberle ayudado, ya que tampoco era un inútil. Una parte de él estaba un poco irritada por como todos parecían conseguir poderes fácilmente, mientras que él tuvo que entrenar por años y casi morir en el estigia.
Era injusto.
Leroy tomó impulso y volvió a arremeter, soltando baba y enseñando los colmillos. Carter lanzó un tajo a su cuello cuando la criatura casi lo corta, pero Leroy era demasiado listo. Saltó a la izquierda y le hundió los dientes en el brazo libre.
De no ser por su brazalete improvisado de cuero, le habría quedado sin brazo.
Aun así, sus colmillos atravesaron el cuero.
Debió doler.
Draco saltó para estampar la lanza en su pierna, haciendo a la criatura saltar gruñendo de dolor, Draco volteó a ver a Carter para decirle que corriera, pero se detuvo.
Cual película de terror, el chico se elevó al suelo, pero lejos de parecer una parte del exorcista, un aura dorada de guerrero (muy similar a como pasó con Bast) comenzó a rodearle y cobrar forma a su alrededor. Plantó los pies, ya envuelto en una barrera mágica que duplicaba su tamaño, y tiró a Leroy contra la pared de una patada.
¿Por qué llama a la criatura Leroy en su mente?
Draco entrevía a los guardias de seguridad intentando reagruparse, gritando a sus walkie-talkies y pidiendo refuerzos. Los viajeros seguían dando voces y corriendo por todas partes. Oí que una niña pequeña gritaba:
—¡Hombre pollo, a por el alce!
No pudo evitarlo.
Soltó una risa, lo cual era un ánimo mucho mejor que el de la mañana, ganando una mirada de muerte del Carter hombre pollo.
Se encogió de hombros.
Había sido gracioso.
Draco le gustaría decir que heroicamente participó en la batalla, pero la verdad es que se siente como una mierda y el chico Carter hizo un gran trabajo metiendo a Leroy en una cosa de taquilla de magia, que Draco se siente indignado que Amos no le enseñó.
Cuando Bast lo comenta en el avión, intenta usarlo, no funciona.
Anthony lo hace a la primera.
Hijo de perra.
.
.
Si a Draco le dijeran que una vez conocería a Tot.
Bueno.
Draco realmente ha hecho muchas primeras veces últimamente.
Primero estuvieron en la ciudad de Memphis donde obligaron a Bast a alquilar un carro legalmente, luego de un viaje en avión donde pasó desmayado la mayor parte; el veneno sigue en su sistema y cada vez el dolor comienza a ser más insoportable. Otra vez el mareo viene y se va, comienza a sentir que su visión es borrosa otra vez, lo cual le pone nervioso.
No eran formas que quería pasar sus vacaciones de navidad.
¿Iba a morir?
¿Iba a morir virgen?
Se hubiera follado a Potter al menos antes de venirse de vacaciones, pensó que era demasiado pronto, pero la verdad es que siente que es un desperdicio. No había decidido que le gustaba más, ser follado o follar, aunque la idea de tener algo en su trasero le parecía muy emocionante.
No sabe si es él o el veneno lo que habla.
—¿Crees que Harry la tenga grande? —había dicho en el coche, provocando que todos lo vieran mal, pero Anthony solo suspiro pasando una mano por su rostro.
La mano de Anthony parecía hirviendo.
—El veneno empeora —dice Anthony viendo a Sadie quien gruñe.
—No es como si Isis me lo hiciera fácil o algo —masculla esta con solo una ligera nota de preocupación, pero Draco solo se ríe antes de volver a dormir.
No sabe cómo llegaron a la Universidad de Memphis, Draco siente que todo es un poco pesado, pero aun así si ha sobrevivido a guerras, espera que un veneno no lo mate. Al final del día no era un veneno cualquiera, era el mismo que casi mató a Ra.
Detalles.
Cree que ve un equipo de babuinos jugar al baloncesto, pero bien podría estar alucinando a estas alturas.
TOT.
Keops (Draco se pregunta cuando el babuino de Amos apareció) abrió la puerta en una oficina donde Draco no sabe cómo llegaron, pero el babuino sin llamar entró balanceándose.
—Detrás de usted, hombre pollo —dijo Sadie a Carter.
Draco le pareció divertidísimo, porque comenzó a reírse antes de que lo dejaran caer sobre un sofá y todo diera vueltas. La conversación a su lado era borrosa, pero el lugar era claro en sus ojos, el techo estaba como mínimo a diez metros de altura, y una pared del despacho era toda de cristal, con vistas al horizonte de edificios de Memphis. Una escalera metálica llevaba a un altillo dominado por un telescopio enorme, y de algún lugar del altillo llegaba el sonido de una guitarra eléctrica que alguien tocaba con muy poca maña. Las otras paredes de la sala estaban recubiertas de estanterías. Los bancos de trabajo rebosaban de cacharros variados y extraños: equipo químico, ordenadores a medio montar, animales disecados con cables eléctricos saliendo de sus cabezas.
La habitación tenía un fuerte olor a ternera asada, pero con el aroma más tiznado y penetrante que Draco hubiera olido jamás.
Lo más raro de todo era que, justo delante de ellos, había media docena de aves cuellilargas —ibis— sentadas a unos escritorios como si fuesen recepcionistas, tecleando en ordenadores portátiles con los picos.
Sí.
El veneno lo hace alucinar.
Un hombre larguirucho de veintitantos años se puso de pie, guitarra eléctrica en mano. Tenía una enmarañada melena de pelo rubio, del mismo tono que Keops, y llevaba una bata blanca de laboratorio, manchada, vaqueros desgastados y una camiseta negra.
Hablaba, pero no entendía bien qué decía.
—Tot en egipcio antiguo, es un nombre perfectamente razonable. Los griegos al principio me llamaron Tot. Luego me confundieron con su dios Hermes. Incluso tuvieron la cara dura de cambiar el nombre de mi ciudad sagrada y llamarla Hermópolis, aunque él y yo no nos parecemos en nada. Créanme, si hubieran conocido a Hermes…
—¡Ajk! —chilló Keops con la boca llena de cereales azucarados.
—Tienes razón —admitió Tot—, estoy yéndome por las ramas. De modo que afirmas ser Sadie Kane. Y… —Movió un dedo hacia Carter, que estaba mirando a los ibis teclear en sus portátiles— supongo que tú no serás Horus.
—Carter Kane —dijo Carter, distraído por las pantallas de los ibis—. ¿Eso qué es?
Draco volvió a desconectarse, antes de que saltara aullando de dolor cuando algo pinchó su pierna. Todos parecían sorprendidos cuando Tot le inyectó algo, que aunque hizo que su cuerpo doliera muchísimo, también hizo que cualquier dolor o mareo desaparecieran.
Se incorporó sorprendido, mientras el rubio sonreía divertido y continuaba una historia.
No sabe cuál.
Estaba casi muerto cuando comenzó.
—Sí que Ra era viejo, pero le obligaron a marcharse. Isis se hartó de esperar a que se retirase. Quería que su marido, Osiris, subiera al trono. También quería más poder. Así que un día, mientras Ra se echaba la siesta, Isis recolectó a escondidas un poco de la baba del dios sol.
—Puaj —dijo Sadie—. ¿Desde cuándo da poder la saliva?
Tot le miró, enfadado y acusador.
—Mezclaste el escupitajo con barro para crear una serpiente venenosa. Esa noche, la serpiente se coló en el dormitorio de Ra y le mordió en el tobillo. No había bastante magia en el mundo, ni siquiera la mía, que pudiese curarlo. Habría muerto…
—¿Los dioses pueden morir? —preguntó Carter.
—Sí, ya lo creo —dijo Tot—. Bueno, casi siempre volvemos a alzarnos de la Duat… en algún momento. Sin embargo, este veneno fue corroyendo la esencia misma de Ra. Isis se hizo la inocente, por supuesto. Lloró al contemplar el dolor de Ra. Intentó ayudar con su magia. Por último, convenció a Ra de que solo había un modo de salvarlo: decirle a ella su nombre secreto.
—¿Nombre secreto? —preguntó Anthony—. ¿En plan Bruce Wayne?
—Todo en la Creación tiene su nombre secreto —dijo Tot—, hasta los dioses. Si se conoce el nombre secreto de un ser, se ostenta el poder sobre esa criatura. Isis prometió que, con el nombre secreto de Ra, podría sanarlo. Ra estaba sufriendo tanto que aceptó. Entonces, Isis lo sanó.
—Pero obtuvo el poder sobre él —aventuró Carter.
—Un poder extremo —asintió Tot—. Obligó a Ra a retirarse a los cielos, dejando vía libre para que su amado, Osiris, se convirtiera en el rey de los dioses. Set había sido un lugarteniente importante de Ra, pero no podía soportar ver a su hermano Osiris en el trono. Eso fue lo que enemistó a Set y a Osiris, y aquí estamos, cinco milenios más tarde, luchando todavía esa guerra, y todo por un capricho de Isis.
—¡Pero no es culpa mía! —salto Sadie—. Yo nunca haría nada parecido.
—Ah, ¿no? —dijo Tot—. ¿No harías cualquier cosa para salvar a tu familia, aunque desbaratases el equilibrio del cosmos?
Draco vio la pelea a sus ojos, antes de ver su cuerpo, se quitó rápidamente el vendaje de su brazo y Anthony corrió curioso a verlo. La mordida sigue ahí, el veneno lo siente aún ahí, los vínculos siguen sin poder sentirse totalmente. No estaba curado, pero sus energías parecían volver, no tanto como cuando era sano, pero incluso mejor que cuando estuvieron en Egipto.
Voltea a ver a Tot que sonríe divertido.
—Draco Malfoy, créeme no es algo bueno que mi panteón sepa sobre tu existencia, pero admito que siempre quise saber si pude hacer una cura para el veneno de Isis; tristemente no está completado, pero permitirá a tu cuerpo poder luchar hasta que Isis se digne de darte la cura —habla Tot divertido. Draco traga saliva viéndola Sadie que parece avergonzada—. Aunque dudo que te lo de fácilmente y no solo antes de finalizar esta lucha, Isis claramente te prefiere cerca —continua.
Draco se pone de pie estirando sus manos, apretando los puños y respirando feliz de no estar totalmente muerto.
O drogado del veneno.
Estuvo cerca.
Aún está muriendo.
—No es mi primer rodeo con alguien que quiera algo de mí, ¿no tendrás más de esa cura? —Es la primera vez en días que se siente tan él mismo.
Claramente quiere droga mágica.
Tot solamente bufa.
Luego Carter y Sadie muestran los escritos que claramente Tot creo, este parece recio ayudarles, incluso cuando mencionan a sus padres y a Iskandar; pero luego de eso parece convencido de que podría ayudar, si pasan un examen.
Draco admira con Anthony, como Sadie y Carter son absorbidos por la oscuridad.
No ellos.
—¿No deberíamos ir con ellos? —pregunta Anthony curioso, pero Tot solamente sonríe mientras toma asiento.
Típico de una deidad.
Les gusta jugar con ellos.
—La prueba es para ellos, después de todo, no siempre tendrán a un semidiós que los ayude y para ti Goldstein heredero de Iskandar, creo que tu fuerza por ahora es suficiente; aunque sin duda tendrás que entrenarte eventualmente —habla Tot tomando de una bebida.
Así que, si era pariente de Iskandar, Anthony lo ve cansado y Draco solamente se deja caer en el sofá otra vez.
Supone que debe esperar.
Duda que Carter y Sadie estén muertos.
Si Tot los quisiera muertos, bueno, los dioses egipcios claramente tienen otros medios para hacerlo.
Tampoco sentía instinto asesino de este, así que era un punto a favor ahora que recuperó otra vez sus facultades a su alrededor. Voltea a ver a Anthony que parece haber sabido ya que Iskandar era familia, se pregunta si tuvieron una charla, pero ahora solo hay nostalgia en su mirada por el antiguo lector jefe.
Draco pasa su vista en todo el laboratorio, antes de detenerse en una pequeña especie de catarata.
Casi quiere ver a Percy en su reflejo.
No lo hace.
¿Estarán preocupados por él?
—¿Qué sabes de mí? —pregunta Draco curioso y para matar el tiempo, Tot toma de su bebida pareciendo un poco divertido por su deseo de atención.
No pueden culparlo.
—Lo mismo que saben las deidades, chico que sale de las profecías, pero que parece adentrarse en cada panteón como si fuera su propia casa, sin importar que eso arruine el equilibrio del mundo; un equilibrio delgado —dice Tot con calma mientras vuelve a tomar un libro.
Anthony mira al hombre preocupado, no sin antes darle una mirada.
Draco no se ofende.
—No es que yo lo busque.
—Pero tampoco te alejas.
—¿Qué debería hacer?
—No, Draco Malfoy, la pregunta realmente es: ¿qué puedes hacer? —Draco se confunde, levanta una ceja, pero Tot solamente se ríe divertido—. La Casa de la Vida te soltó tan fácilmente, no vieron tu potencial.
Ante eso claramente viera curioso al hombre.
Siempre disfrutando cuando otros ven su grandeza, Anthony no duda en lanzarle un cojín, la perra traidora.
—Claro que tengo potencial —dice con el mentón en alto arrogante, pero el rostro de Tot lo hizo estremecer.
Como un gato que ve un ratón.
Traga saliva.
—No me entiende, señor Malfoy, todo poder viene con una carga pesada, no se puede obtener algo sin sacrificar algo a cambio de igual valor.
—Las deidades no son así.
—Pero no eres una deidad.
Draco entrecierra la mirada.
—Mitad sí.
Tot sonríe antes de levantarse para verlo más divertido, Draco por algún motivo ya no siente que la charla sea tan divertida como antes.
—No lo entiendes, Malfoy, sigues a pesar de todo siendo un humano, fuera de las profecías que te da una ventaja indiscutible; pero aun así puedo calcular y estimar tu futuro. —Tot sigue con la sonrisa inquieta que hace a Draco recordarle que a pesar de todo era una deidad—. Podrías ser alguien grande, poderoso, alguien que incluso pueda enfrentar a una deidad y ganar.
No suena mal.
Le gusta esa forma de hablar, pero la mirada de este sujeto le indica algo malo detrás de sus palabras. Pero no entiende que podría ser, eso es lo que siempre quiso, eso es lo que hizo, eso fue por lo que juró ante estigia.
Haría a Zeus arrepentirse.
—¿Qué tiene eso de malo? —gruñe sin querer admitir el sonido nervioso de su voz.
—Un poder tan grande, tiene un gran pago que hacer, así que me pregunto si cuando llegue el momento de pagar, ¿lo harás por voluntad o por obligación? —dice Tot dejando de sonreír antes de dar media vuelta.
Dejándolo ahí, congelado y nervioso.
Bien eso.
No sonaba bien.
Draco mira a otro lado, sin saber qué precio podría pagar para obtener lo que quería, pero algo dentro de él, en su pecho, donde estaban sus vínculos, se estremeció.
Como si todo fuera un prefacio de algo malo que se aproxima.
Continuará…
Joder esta parte de la historia me está tomando más de lo que quiero xD quiero resumir lo más posible esta parte de la historia, pero realmente todo lo que intento quitar no puedo para que se entienda la historia, así que entiendo que a muchos les resultara un poco tedioso, lo lamento.
Voy hacer todo lo posible porque el próximo capitulo será el último sobre los Kane y volver a la programación habitual de Harry Potter :3
Igualmente hemos descubierto más de Anthony y cosas de Draco por aquí, para que no se pierdan en el interés.
