-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke y Sakura) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3
Los días habían pasado hasta transformarse en semanas y las semanas se habían aglomerado hasta tornarse en meses, meses que habían llevado al embarazo de la Uchiha a su cumbre tan esperada aquel 30 de Marzo.
La puerta se encontraba ligeramente abierta para permitir el debido circular del aire que era tan necesario para no abochornar a la pelirosa en ese momento. Moviéndose velozmente y siendo la única que había de cumplir con tal situación, Karin seco la frente de la pelirosa, viendo el miedo en sus ojos esmeralda. Ser madre por primera vez era toda una experiencia, ni más ni menos.
Por más dolorosa que fuera aquella, Sakura intentaba gritar de la forma menos exagerada que le era posible pese a que el dolor le estuviera resultando una completa agonía. Karin era consiente de una cosa mientras la atendía; sería un parto realmente complicado puesto que el bebé venia en la posición contraria. Pero Sakura no parecía dispuesta a menguar sus esfuerzos por nada, apretando fuertemente las sabanas entre sus manos y chillando fuertemente de vez en vez. Pese a su juventud, Karin tenía la experiencia de haber atendido dos o tres partos en su vida, si no llevaba mal la cuenta, por ello había tomado tal responsabilidad. Eso y porque Suigetsu temblaba como gelatina fuera de la habitación en compañía de Jugo, vigilando que el viperino no apareciera. Si, Suigetsu era todo un cobarde, y ni siquiera podía imaginar una fracción de lo que significaba el dolor del parto.
Algo que solo una mujer podía aguantar.
Habían pasado 5 horas y aún no había señal alguna que indicara que él bebe fuese a nacer pronto. Ese era el peor de los riesgos ya que si el parto tardaba demasiado Sakura estaría demasiado débil y ello dificultaría aún más las cosas. Todo aquello era una cuestión de vida o muerte.
-Ya no tengo fuerzas—dijo Sakura casi sin aire ante todo el esfuerzo que llevaba realizando durante esas cinco fastuosas horas.
Estaba molesta. Quería gritar con todas sus fuerzas pero estaba claro que su orgullo como mujer y Kunoichi se lo impedía, en otras circunstancias hubiera gritado a pleno pulmón, pro en ese momento era imperativo tener discreción a causa de la presencia de Orochimaru en la guarida.
-Él bebe necesita de tu ayuda para nacer- le recordó Karin, pasivamente. –No saldrá de tu vientre si no lo ayudas.
¡¿Y qué diablos se supone que he estado haciendo todo este tiempo?! Grito Sakura mentalmente. Ya estaba cansada. La experiencia era mil veces más dolorosa de lo que hubiera podido imaginar. Quería romperle el cuello a Sasuke y gritarle que no volvería a permitir que la tocara jamás pero ella sabía que aquellos pensamientos solo estaban basados en su dolor y no en algo fehaciente.
-En ese maldito afán llevo horas—protesto Sakura con un grito ahogado que más sonó como un quejido. Sin embargo sus protestas no parecían convencer a Karin del dolor que en realidad estaba sintiendo. -¿Qué más puedo hacer?—pregunto con desesperación, rezando porque hubiera otra forma de acabar con aquel suplicio.
-Sufrir—respondió Karin con una leve sonrisa divertida.
-¡Por Kami, que lo hago!—debatió Sakura quien consiguió encontrar fuerzas para gritar y protestar con las palabras de Karin.
Pero sabía que su grito no había sido tan fuerte como para traspasar las paredes de la habitación. No quería montar un escándalo sin importar cual fuera la situación, su orgullo lo impedía. No quería ser escandalosa. Y mucho menos quería aparentar debilidad frente a nadie. Ahora llevaba el apellido y el emblema de los Uchiha por una razón y no quería ser menos por ello.
-No veo eso en tu rostro—contrarresto Karin. –Ni tampoco lo siento en tu voz.
Sakura la observo con una furia que solo podía dirigirle al peor de todos sus enemigos. Fuera humano o no. Comprendía que es lo que Karin le estaba pidiendo pero no podía hacerlo. Hacer aquello seria romper con sus creencias. Seria romper con quien era y por cómo se había forjado.
-No me pidas un escándalo- le ordeno Sakura sintiendo como su ira comenzaba a disminuir. -No puedo rebajarme a tal cosa- finalizo su explicación cerrando los ojos e intentando absorber energías de lo que sea que se encontrara en la habitación.
Karin apenas y podía creer que ella estuviera diciendo tales palabras. Ella, una de los tres Sannin, alumna de la Quinta Hokage, se encontraba preocupada por su imagen y por la compostura. Parecía algo verdaderamente ridículo a entender de la Uzumaki que poco o nada de empatía podía sentir por ella ante semejantes declaraciones.
-Por Kami—dijo Karin con incredulidad inclinándose para hacer contacto fijo y visual con Sakura. –Olvida la compostura- solo recibió como respuesta los jadeos de Sakura que significaban una absoluta negativa ante tal propuesta. –Grita. Maldice con cada fibra de tu alma. Maldice a Sasuke, a ti misma, a tus propios padres si es que eso logra calmar tu dolor.
-Quédate con el cordón umbilical—alcanzo a murmurar Sakura únicamente, a modo de respuesta, sorprendiendo a Karin.
Sakura se mordió inmediatamente el labio inferior para no gritar como deseaba. No podía hacerlo, no quería hacerlo. La seguridad de su hijo o hija dependía únicamente de ella en ese momento y no fallaría por nada, incluso si aquello significaba su propia vida.
-Jugo, déjame ir—protesto Suigetsu entre suplicas, rogando por zafarse del agarre del pelinaranja que le impedía salir huyendo, por órdenes de Karin que nuevamente los había designado como vigilantes. -No sirvo estando aquí.
Los gritos provenientes de la habitación lo asustaban cada vez más, por una sencilla razón elegia no comprender a las mujeres. Todo sobre ella era demasiado complejo de entender y mejor así. No quería involucrarse en nada. Sabía que debía informar a Sasuke de alguna forma, pero…¿Cómo decirlo sin sonar como un auténtico cobarde?, ah, sí. Le temía a Sasuke bajo esas circunstancias.
El Uchiha ya era intimidante de por sí y no quería ver la peor cara del ahora, "redimido" Uchiha que, con toda seguridad, aun debía conservar sus instintos naturalmente crueles. Era algo ante lo que el Hosuki sencillamente no deseaba arriesgarse. No gracias, quiero vivir, se dijo mentalmente Suigetsu.
-En eso tienes razón—pronuncio una voz viperina.
Todo temor injustificadamente dramático se esfumo de Suigetsu quien, al igual que Jugo, se giró de manera inmediata al ver aparecer a Orochimaru en el pasillo, teniendo aquella característica expresión de autosuficiencia en el rostro que lo hacía parecer exactamente lo que era, una vil serpiente. Intercalando sus mirada hacia la puerta y luego hacia Orochimaru, ni Jugo ni Suigetsu supieron como responder ante el viperino que parecía divertido por la situación en que se encontraban.
-¿Qué haces aquí?—cuestiono Suigetsu, ya más recuperado de su anterior espectáculo.
-¿Creían que no sabía de esto?—pregunto Orochimaru sin esperar respuesta y sin contestarle al Hosuki, siendo consciente de lo que pasaba. -Me subestiman—advirtió sin ser amenazador. En ese momento no le servía en lo absoluto enemistarse todavía más con Sasuke, de ninguna forma. El Uchiha superaba toda expectativa posible. -Deberían informarle a Sasuke, se enfurecerá si no sabe de esto—menciono meditativo, girándose lentamente y marchándose sin más.
Suspirando, ya más tranquilo, aunque no sabiendo si agradecer tal recordatorio o desechar la idea, Suigetsu levanto su mirada hacia Jugo, siendo plenamente consciente de algo. Debían informarle a Sasuke lo que estaba pasando…
-¡Sal!—gritó Sakura, desesperada. -¡Sal!- volvió a desplomar la nuca contra la almohada después de tanto pujar y ver que sus esfuerzos resultaban inútiles.
Cualquiera que hubiera visto a Sakura, -conociéndola por supuesto, en ese momento—hubiera dicho que no podía tratarse de la misma Sakura que siempre desplegaba su carácter y valor ante todos. Pálida, agitada y apenas consiente era una imagen severamente preocupante que Karin apenas y podía aguantar de contemplar la faz de la pelirosa. No era exagerado decir que la vida de Sakura corría un severo riesgo en aquella situación.
-Sakura, ¡Sakura!, no te desmayes- grito Karin, completamente asustada al verla más pálida. Sus ojos se entrecerraban solos a causa del cansancio. Sakura no estaba segura de cuanto más podría permanecer despierta.
Era 31 de Marzo. Ya casi se cumplían dos días y Sakura no tenía las fuerzas suficientes para seguir, su propio cuerpo y su resistencia estaba llegando al límite que pudiera haber poseído hasta ese momento. Estaba cruzando la línea de su propia vida. Intentando encontrar cada atisbo de voluntad posible, volvió a serenar su rostro, endureció su ceño y apretó con mayor fuerza las sabanas bajo su cuerpo, chillando ante la atónita mirada de Karin quien la observo totalmente obnubilada por la sorpresa de verla sobreponerse con presteza y volver a pujar. Sakura ya no aguanto más y grito a pleno pulmón, desplomando totalmente agitada su cabeza sobre la almohada.
Cargando a la pequeña, -porque era una niña—en sus brazos, cualquier pensamiento que Karin, felizmente hubiera deseado emitir, se vio cubierto por el miedo. No se había sometido a la odisea que significaba atender un parto tan complicado, y aun había algo que dificultaba todo: la bebé no lloraba…porque tenía el cordón umbilical enroscado en el cuello.
Depositando cuidadosamente a la pequeña sobre la cama, y maniobrando lo más sutilmente posible, Karin aflojo el nudo, escuchando con completa dciha el llanto ligeramente efusivo que no tardo en abandonar los labios de la pequeña infanta que, poco a poco, se tranquilizó y detuvo su llano, observando con curiosidad el mundo que se abria ante ella y contemplando el rostro de quien la estaba limpiando. Unos orbes ónix, tiernos y llenos de una inocencia sobrecogedoramente perfecta observaron a Karin que no supo que hacer o decir en un momento tan tierno como aquel. Sonriendo ante la pequeña que comenzó a llorar por ser sostenida por su madre, Karin levanto su mirada hacia Sakura que, para su temor y preocupación, apenas y parecía estar respirando.
Eso no era una buena señal en lo absoluto.
¿Cómo está?, se preguntó Sasuke, impaciente por saber cómo había terminado todo.
Se paseaba por el pasillo de la entrada de la habitación, esperando que Karin saliera con una explicación de cómo estaba Sakura. Sasuke había llegado hacía ya poco más de una hora, luego de haber sido informado por Suigetsu, sin poder evitar desear matarlo por la información tardía tas encontrarse con un silencio sepulcral proveniente de la habitación. La situación le estaba resultando alarmante. Bufando ante la poca paciencia que le quedaba, Sasuke se apartó el flequillo de la frente, buscando paciencia para aquel inescrutable silencio que reinaba en aquel pasillo. Su paciencia pareció llegar a un límite ya que se detuvo frente a la puerta observándola y orando porque la espera se detuviera de una vez.
Como una salvación ante sus suplicas, Karin emergió de la habitación. En sus brazos yacía un bebe que dormía plácidamente sin emitir quejido alguno. Sin pronunciar palabra alguna, la Uzumaki se detuvo frente a Sasuke a quien le señalo la niña en sus brazos, causando la inquietud del Uchiha que, observándola, pidió que contar lo ocurrido.
-Una niña- aclaro resolviendo las dudas del Uchiha. –Una niña hermosa y sana.
La pequeña bebe de cabellos azabaches y orbes ónix despertó y observo a Sasuke con máxima curiosidad como si supiera que él era su padre. Sasuke no pudo evitar sonreír ante la curiosidad de la pequeña niña.
Era simplemente idéntica a Sakura excepto por el color de cabello y los ojos. La forma de la frente, las mejillas, la forma de los ojos, la nariz…era igual a Sakura. Pero aquellos orbes ónix, idénticos a los propios, los observaron con una profundidad que no hizo sino brindarle la misma tranquilidad que evocaba Sakura cada vez que lo veía a los ojos. ¿Cómo es posible que algo tan hermoso, e increíble pueda venir de mí?, se preguntó maravillado por los encantos de su hija. Podía entender que se pareciera a Sakura, ella era perfecta. Pero él...estaba sin palabras. Karin lo conocía desde hacía tiempo, más allá del tiempo que había pasado junto a él, ayudándolo en el pasado, pero nada pudo haberla preparado para verlo sonreír por primera vez en su vida. Me llevare el secreto a la tumba, se dijo momentáneamente alegre antes de dejarse abatir por la condición en que se encontraba Sakura.
-¿Cómo esta ella?—pregunto Sasuke finalmente, sutilmente esperanzado por poder entrar a esa habitación, volver a ver a su esposa y agradecerle por todo lo que le había dado y que posiblemente le seguiría dando como siempre se lo había prometido.
Extrañamente Karin bajo la mirada, evitándolo por completo y se retiró cargando a la pequeña Uchiha en sus brazos, quien dormía profundamente. Sasuke se la entrego pero la Uzumaki no lo vio a los ojos en ningún momento.
Sakura, pensó Sasuke sumido en la más absoluta preocupación…
Ella le había dado todo.
El perdón, la esperanza, el amor que sentía devotamente por ella, la tranquilidad, la seguridad de saber que tenía algo a lo que aferrarse, alguien a quien proteger y amar con cada fibra de su corazón, su alma y su ser. Ella significaba un todo en su vida, todo cuanto el resto del mundo no significaba, ella era lo que le había faltado a su existencia. Rezaba con todo su corazón que Kami acabara con quien quisiera incluso con el resto del mundo pero que no le arrebatara a Sakura. Ella se lo había dado todo. Una familia, el amor, la felicidad que había considerado inalcanzable. Todo.
Cuando la veo no veo en ella a una simple mujer, ni a quien pueda darme hijos, recordó lo dicho a Naruto el día de su boda cuando el Uzumaki lo había asaltado con una serie de preguntas que escasamente había llegado a responder. Veo a la cual sin ella mi vida sería menos vida.
No podía concebir la vida sin ella ahora que significaba tanto en su vida. Imaginar la vida que había tenido antes no le servía en lo absoluto. Todo parecía una profunda oscuridad antes de que ella llegara a su vida. Estaba de rodillas junto a la cama donde, profundamente dormida y asechada por la fiebre se encontraba Sakura, mortalmente pálida y más frágil y débil de lo que hubiera lucido anteriormente, sumiéndolo en el temor más grande que hubiera recordado sentir.
-He cometido muchos errores en mi vida y nadie lo sabe mejor que yo—confeso, siendo totalmente sincero, rogando porque ella escuchara sus palabras. -Pero el mayor error que he hecho era creer que podía seguir sin tenerte a mi lado.
Recordó con amargura aquellos años en que había tenido otras prioridades en su vida, teniendo su mente y su existencia nubladas por culpa de las mentiras y los secretismos de parte de todos los que habían maldecido su existencia, sucesos que ya no significaban nada para él en lo absoluto. Nunca entendería como podía haberla hecho sufrir de tal modo. Como había podido equivocarse tanto en el pasado y como pese a todo ella nunca había dejado de amarlo.
-Lo que debería haber hecho es haberme dado cuenta antes de que estar a tu lado me hace el hombre más afortunado sobre la tierra—prosiguió siendo plenamente consciente que, desde que ella había entrado en su vida, todo había sido diferente en el mejor de los sentidos, más perfecto de lo que hubiera podido imaginar. - Debería haber hecho muchas cosas que no hice y el motivo de todo ello fue que tenía miedo y estaba asustado.
Joven, manipulable y estúpido. Eso es lo que podía decir para justificar el haberse dejado utilizar por Madara, Obito y todas las circunstancia que habían conseguido enemistarlos el uno contra el otro, hasta hacerles entender que no había nada que impidiera que tuvieran sentimientos el uno por el otro. No tenía nada para justificar su anterior comportamiento, pero la amaba y estaba arrepentido de todos los errores que había cometido.
-Debemos estar juntos—menciono tanto para ella como para sí mismo. -La razón de decírtelo ahora y no esperar es que no quiero volver a perderte- le dijo paso a paso. Después de la guerra y pudiendo dejar todo atrás, empezando desde cero, había algo especial entre ambos, ese lazo que había deseado egoístamente formar esa noche cuando había dejado la aldea, dejándola inconsciente sobre la banca. –Sakura- la llamo. -Hare todo lo que tú quieras, pero lo único que te pido. No. Que te suplico, es que me perdones y me des otra oportunidad, porque no podré seguir, no sin ti- con aquellos pensamientos se aferró a una de las manos de Sakura y no la soltó bajo ninguna circunstancia.
Daria todo con tal de no perderla.
Cansancio.
Ese fue el primer pensamiento de Sakura, ya sintiéndose descansada tras aquellas extenuantes labores que simplemente no podían ser comparadas con nada de lo que existía en la tierra, material o espiritual. De forma lenta pero paulatina comenzó a abrir los ojos y a pestañear para adecuar rápidamente su vista a la escasa luz reinante en la habitación. Se removió levemente en la cama para sentir sus extremidades que parecían entumecidas. Había una leve punzada en sus caderas y entre sus piernas por el extenuante trabajo de parto que había realizado durante casi dos días.
Sentía un peso sobre su mano derecha. Observo ese punto y vio unos sedosos cabellos azabaches que reposaban sobre el borde de la cama. Haciendo una presión casi imperceptible retiro su mano y la coloco sobre la cabeza del Uchiha, acariciando suave y cuidadosamente su cabello.
Siempre quise casarme contigo le dijo mentalmente. Desde que me di cuenta de lo que sentía por ti…deseaba que nuestra unión fuera venturosa. Que en ella hubiera comprensión y cariño, no más. Es tan grande la felicidad que siento junto a ti que por cada segundo en que late mi corazón veo una eternidad de dicha y alegría infinita, todo con solo ver en la profundidad de tus ojos.
Como una señal divina, Sasuke emitió un quejido y despertó levemente. Su primer impulso fue observar a Sakura y en el proceso los ojos de ambos se encontraron. Ónix y Esmeralda, clavados entre si nuevamente. Sakura apenas y fue capaz de sonreír antes de sentir los labios de Sasuke por sobre los suyos. El beso era exigente y desesperado, pero ella le respondió con gusto. Lo más notorio fueron las sonrisas de ambos durante el beso.
-Sakura, ¿Estás bien?—le pregunto el rompiendo el beso y manteniendo unos milímetros de distancia entre los rostros de ambos.
Abrumada por esa insólita y clara preocupación de su parte, que pocas veces podía ser directamente vista por alguien, Sakura le sonrió débilmente a modo de respuesta, intentando buscar sus reservas de energía para no preocupar demasiado a Sasuke. Y sabía que podía evitar eso
-Un parto de tantas horas agota más que cualquier batalla o misión—cito con seriedad para luego sonreír enormemente con dicha pura. –Y he vivido para contarlo- Sasuke sonrió ladinamente ante su afirmación respecto a lo ocurrido. –Seguiré a tu lado, no temas—pidió Sakura, inclinándose ligeramente para besarle la frente.
Puede que todo estuviera bien, pero rápidamente recordó una preocupación mayor e importante para su ser que requería de su atención, una preocupación, una existencia que indudablemente ahora también dependía de ella y a quien deseaba ver, cargar en sus brazos, mimar y llenar de besos y caricias. Nombrar. Quería tener a su hijo o hija en sus brazos. Sasuke, leyendo sus pensamientos de manera omnisciente, le acaricio sutilmente la mejilla, devolviéndola a la realidad.
-Es perfecta—respondió para Sakura que sonrió radiante ante su respuesta.
Ya más repuesta, habitualmente sonrosada y con su largo cabello rosado cayendo libremente tras su espalda, Sakura despidió a Karin que hubo desaparecido sin más, cerrando las puertas.
Sin poder evitarlo, una radiante sonrisa se plasmó en su rostro, inclinado su rostro hacia el de su pequeña hija en un beso esquimal que divirtió a la pequeña Uchiha que no hizo sino reír en brazos de su madre. La pequeña pelinegra, riendo y con sumo cuidados poso sus manos sobre las mejillas de su madre que le beso el rostro y la abrazo contra su pecho. Sasuke se sentó en el borde de la cama para que madre e hija pudieran estar frente a frente después de tan larga espera.
Por fin, pensó Sakura, recordando los lentos y eternos meses en que el embarazo no parecía finalizar o dar indicios de tener un fin. Pero ahí estaba el resultado, tanto ella como la bebé estaban completamente a salvo. La pequeña observo sonriente y alegre a su madre. Pareció sorprenderse por su belleza en un principio, pero pronto adquirió confianza y le respondió con alegría. Sus orbes ónix y sus vistosos cabellos azabaches denotaban su herencia y el gran futuro al que estaba predestinada desde el primer instante de su nacimiento.
-Te espere por mucho tiempo—le dijo casi sin aire a la pequeña. Aún estaba incrédula por su concepción y nacimiento.
Aquello solo podía tratarse de un milagro, no, un sueño, un hermoso sueño hecho realidad y que mejoraba cada vez más.
-Karin ya protesta porque la nombres—confeso el Uchiha viendo a Sakura sentar a su hija en su regazo, provocando con la atención de la pequeña se centrara en él,- ella insiste en que se llame Sakura, como tú—Sakura frunció el ceño y se abstuvo de reír ante aquello, pero Sasuke no parecía molesto ante tal idea.
El nombre Sakura le encantaba, desde luego, era el nombre de su esposo y algo que evocaba indudablemente pensamientos que lo hacían vulnerable pero…su hija merecía su propio nombre. Ya existía una Sakura Uchiha, una mujer única, su hija merecía destacar a su propio modo tal y como lo hacía su madre. Apartando ligeramente su mirada de su hija, que los observaba a ambos, expectante, Sakura lo observo con un deje de súplica en su mirada
-Sé que te había dicho que la nombraría Mikoto si era niña—inicio Sakura sonriendo sutilmente, pidiendo comprensión de parte de él, -pero pensé en un nuevo nombre—se detuvo nuevamente, viéndolo asentir ante sus palabras. –Sarada—nombro, prefiriendo ese nombre por sobre el de su suegra a quien desgraciadamente no había tenido la oportunidad de conocer, ni a su cuñado. -Sa; por ti, ra; por mí y da; por Itachi—explico habiendo pensado en ese nombre durante el lapsus de tiempo en que habían estado separados.
Sasuke evadió observarla a causa de su propia sorpresa. Mikoto era un nombre que incluso el admitía ya tenía dueña y Sarada no le parecía un mal nombre en lo absoluto, pero nunca hubiera imaginado que Sakura hubiera pensado en el no solo como un tributo a ambos, sino que también hacia Itachi. Ella verdaderamente era capaz de leer sus pensamientos, sorprenderlo y hacerlo feliz de formas que ni siquiera él podía entender. Levantando su mirada hacia Sakura con aquella frialdad característica que ella podía desvelar sin problemas, Sasuke se sintió más dichoso de lo que pudiera recordar porque Sakura le había dado más de lo pudiera haber imaginado o deseado siquiera: una familia
-Harás enfadar a Karin y puede que a otros—divago el Uchiha, siendo que eso le importaba bien poco. Sin poder evitarlo, repitió aquel nombre en su mente, deleitándose en como sonaba y en ese matiz especial que indudablemente lo hacía único. –Sarada—acepto, besando la frente de su hija que rio tiernamente en brazos de Sakura.
Sarada Uchiha, ese nombre habría de pasar el tiempo, marcar su propio camino y dejar su huella: Sarada, la hija de Sasuke y Sakura Uchiha.
PD: capitulo dedicado a DULCECITO311 y maryamaya1976 quienes comentaron el capitulo anterior y a quienes les envió besos y abrazo, amando sus palabras :3 Quizá el capitulo les halla parecido muy dramático o romántico pero lo he hecho en base a lo que se o especulo que sucedió, teniendo en cuenta que Sasuke hubo de distanciarse de su familia (en múltiples sentidos) más adelante en la historia :3 comenten y díganme que les pareció. Aun no tengo titulo para el próximo capitulo así que sugieran que quieren leer :3 hay que escuchar la voz del pueblo :3 gracias y hasta la próxima.
Para aquellos que cuestionen el porque del nombre Sarada: da es la forma en que se pronuncia ta: parte del nombre de itachi :3 Igualmente informo que actualizare mi fic "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" mañana :3 gracias y adios
