-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke y Sakura) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


Le dolía mucho la cabeza, eso era lo primero que Sarada pudo inferir en cuanto sintió que aquella poderosa bruma llamada sueño se despejaba de su mente y le permitía abrir los ojos por fin, se sentía tan débil como un pequeño gatito indefenso, incapaz de defenderse y clamando por la presencia de su madre. Moviéndose apenas, la Uchiha estiro sus articulaciones, recuperando la movilidad que el sueño parecía haberle quitado. La pequeña Uchiha contemplo brevemente el techo luego de entreabrir sus ojos, sintiendo una repentina molestia que pronto no hizo sino considerar nimia, debía ser a causa del cansancio o eso quiso aludir.

Su mirada ónix no tardo en abandonar el techo y recorrer las paredes, casi desconociendo lo que había a su alrededor, habiendo estado indefinidamente inconsciente, apenas y sabiendo cuanto tiempo había pasado, que tan mal había estado o donde estaba su madre…respecto a ese tema, una respuesta no tardo en surgir. Sarada bajo la mirada aún más encontrando a su madre recostada sobre la cama, a su lado. Por la simple postura y la expresión corporal, Sarada fue capaz de notar que su madre debía de haberse encontrado velando su sueño, cuidando que no le sucediera nada, temiendo lo peor. Nunca podría lamentar su vida, nunca podría ambicionar nada porque tenía como madre a la mujer más bella, atenta, bondadosa y llena de amor que podía existir, era la hija de Sakura Uchiha y siempre estaría conforme por causa de ello, porque su madre era más de lo que nadie pudiera desear.

Su madre era simplemente perfecta.


Recuperarse de la fiebre había sido bastante complicado, había enfermado mucho y como mínimo había pasado dos días en cama luego de haberse recuperado, orden expresa de su madre que había pedido un permiso especial para cuidarla en todo momento, consintiéndola como nunca par que se sintiera lo más amena y serena posible, como a Sarada le gustaba alabar; mamá Uchiha, la abogada de los niños. Pero aun y habiendo trascurrido casi dos semanas, Sarada no paraba de sentir una molesta continua en su vista cada vez que intentaba leer, una migraña o jaqueca constante que le impedía concentrarse como deseaba u mantener su constante paciencia a la hora de estudiar y aprender, algo que nunca dejaba de hacer, preparándose para el futuro.

Sakura abandono su lectura, sentada junto a su hija, levantándose de su lugar luego de haber estudiado constantemente el afán de su hija por ocultar esa molestia tanto como le fuera posible. La pelirosa coloco su mano sobre la frente de su hija que parecía relajarse ante su tacto, aprovechando la ocasión para percibir el calor que desprendía, claramente por causa del esfuerzo producido mediante la lectura, algo que pocas veces sucedía. Sakura ya comenzaba a creer que la fiebre fuera a tener repercusiones, su hija llevaba muchos días bajo aquella molestia.

-¿Te duele mucho?—inquirió Sakura, claramente preocupada.

Sarada era una niña atenta, diligente, estudiosa, callada, mesurada, paciente e increíblemente tolerante, sacarla de quicio o enfurecerla era casi imposible, se debía conocer excepcionalmente bien como para llegar a ese punto. Se centraba en aprender, estudiar y prepararse para lo que sea que fuera a suceder algún día, amaba la historia, la lectura, el estudio. A Sakura casi le recordaba su días pasados como Genin, aprendiendo todo cuanto fuera necesario en el ámbito intelectual, pero la gran diferencia es que su hija ya daba claros indicios de desear aprender jutsus, prepararse para lo que sea que fuera a suceder, sabiendo lo básico cuando menos, este afán de superación propio era lo que la hacía tan poco egoísta, distrayéndose de sus preocupaciones y aparentando individualismo, actuando justo como su padre.

-No, solo cuando escribo o leo—explico Sarada.

La Uchiha cerró los ojos ante las caricias que su madre brindo a sus sienes, intentando distraerla de toda molestia que pudiera sentir. Sabía que aún faltaba tiempo siquiera para entrar a la academia y que aún no cumplía los cinco años siquiera, pero deseaba aprender. Su madre relataba coas tan sorprendentes de su tío Itachi que ella misma n podía evitar sentir un peso voluntario, propio de ser digna de un legado así, la sobrina del que podría haber sido un magnifico Hokage. Desde su posición, Sarada abrió uno de los ojos hacia la pequeña estantería donde reposaban las fotografías de su familia una recientemente tomada de ella, otra de bebé, una de su padre y de su madre, una vieja fotografía del equipo 7, y aparte una fotografía que su madre había conseguido hace poco, ¿Cómo? No tenía idea, tal vez como beneficio por haber sido la alumna del Hokage, una fotografía en que aprecian sus abuelos Fugaku y Mikoto, su tío y su padre cuando era niño, observándola…Sarada podía sentir que esa familia estaba ahí, los relatos de su madre eran tan maravillosos que le hacían sentir que no se necesitaba tener la presencia de alguien—material o físicamente—para sentir amor, afecto, aprecio y cariño. Amaba a su familia por completo.

-Quizá fue por la fiebre—se atrevió a suponer Sakura, no pudiendo inferir algo específico a causa de esa molestia, pero sumamente preocupada por lo que su hija pudiera sentir. ¿Cómo no hacerlo si llegaba a culparse de no haberse preocupado adecuadamente, de haber sido la madre que tal vez debía haber sido?, -tal vez necesites lentes—Sarada levanto la mirada en el acto ante aquella alusión, un tanto preocupada por esa posibilidad. -Se quien puede ayudarnos con el diagnostico—tranquilizo viendo preocupada a su hija.

Sarada solamente asintió, bajando la mirada, resignada a transitar lo que fuera necesario para seguir adelante, pero temerosa ante la posibilidad del cambio. No le gustaba asumirlo pero estaba tan acostumbrada a ese sentido de su vida, esa rutina y conducta que sufrir una leve alteración…la ponía nerviosa, pero si su madre decía que so la ayudaría, entonces ella no tenía por qué dudar o temer nada, su madre siempre velaba por su seguridad.

Su madre siempre estaría ahí para ella.


De pie tras Sarada, atenta y vigilante cual halcón, Sakura observo a su hija seguir la luz de aquella pequeña linterna con sus ojos mientras Shizune probaba sus reflejos, había acudido a ella ante el temor de que su hija tuviera algún problema realmente serio. Si algo le sucediera a Sarada, lo que fuera, nunca se lo perdonaría, jamás, nunca se atreviera a ver a Sasuke a los ojos, no habiendo cumplido incansablemente con su papel como madre, eso era algo que no podía hacer.

-No hay daños menores o desorientación—declaro Shizune, apagando la linterna y acariciando cuidadosamente la mejilla de la pequeña Uchiha que sonrió tiernamente, -los reflejos son normales—aclaro viendo a Sakura que asintió más conforme, sintiendo que podía respirar tranquila, -creo que vas a estar bien—garantizo la pelinegra.

No confiaba ni creía mucho en los médicos, era algo que estaba dispuesta a asumir en voz alta y sin el menor titubeo, solo su madre le era de confianza en ese aspecto clínico y profesional, y no podía ni quería cambiar de parecer. Sakura no hubo necesitado leer la mente de su hija para leer sus pensamientos, igual de negativa que Sasuke ante la posibilidad de confiar en un médico, salvo en ella desde luego y por obvias razones

-Sarada, espérame afuera, ¿sí?—pidió Sakura viendo a su hija bajar de la camilla pero deseando saber el por qué no podía estar presente, aun cuando no lo aludiera. -Shizune debe entregarme unos papeles—aclaro.

Shizune despidió a la pequeña con una sonrisa antes de encontrarse a solas con Sakura. Lo cierto es que Sarada se parecía mucho a ella, por no decir que era casi su imagen exacta, exceptuando el color de cabello y ojos, y uno que otro detalle de la personalidad que la hacía parecerse a Sasuke, era una niña de lo más dulce, sincera y adorable, muy afectuosa pero discreta a su vez. Era imposible no quererla con solo conocerla. A solas, Sakura reemplazo su sonrisa por una mirada preocupada que Shizune ni tardo en notar gracias a ese aire maternal que la pelirosa podía transmitir con increíble naturalidad.

-El daño no parece ser grave—menciono Shizune ante la mirada de la pelirosa, -pero su vista se vio dañada, la fiebre fue demasiada para su organismo—menciono impresionada de la resistencia de la pequeña Uchiha que no tenía ni siquiera cinco años, -me sorprende que este recuperada—reconoció.

-También yo—correspondió Sakura, desviando momentáneamente su vista hacia la puerta, casi como si sintiera que podía ver a Sarada del otro lado. Un suspiro casi inaudible abandono los labios de la pelirosa que tenía muy en claro que hacer para remedir esa situación, tenía que hacerlo, quería que su hija no tuviera que poster nada por culpa de una roca en su camino, quería que siguiera adelante. -Shizune, seré franca, necesito que me ayudes—pidió para ayudar a su hija.

La pelinegra, pese a asentir, no pudo evitar cuestionar mentalmente lo que la pelirosa tuviera en mente. Sakura tomaba medidas precisas, no cometía error alguno y era increíblemente metódica en cuanto a trabajo y diligencia se trataba, tanto que lady Tsunade le exigía tomar descansos por más que la hubiera dejado a cargo del hospital tras su absoluto retiro, por ende Sakura tenía enormes responsabilidades con las que lidiar, cosa que últimamente le estaba acarreando periodos de estrés clínico y un leve deje de anemia.

-Dime y hare lo que pueda—prometió Shizune.

Confiando ciegamente en Sakura, desde hacía ya tantos años, Shizune se sentía incapaz d dudar de ella, incapaz de no brindar su ayuda cuando era requerida. La pelirosa cero los ojos un momento antes de observar determinada, humilde y suplicante a la pelinegra que espero su petición. Solo conocía, en ese momento en específico, a una persona que pudiera ayudarla a solucionar el problema del que sufría Sarada, una persona que estaba a la orden del día de ser plenamente necesaria en cuanto ella estimara conveniente.

-Necesito que Yamato le trasmita una carta a Karin—Shizune parpadeo confundida y algo asustada ante lo que la pelirosa quería hacer, o en lo que deseaba implicarse, -en la guarida de Orochimaru—especifico.

Karin era su único apoyo.


Abrazándose a sí misma, Karin observo inquieta el cielo nocturno y sus estrellas, preguntándose cuanto más debería de esperar para que Sakura llegara como había escrito en su carta. Sin necesidad de prestar mayor atención a su entorno, Karin sitio el inconfundible rastro de chakra de la pelirosa que, en menos de un parpadeo se encontró enfrente suyo, claramente agitada por haber excedido su propio límite de resistencia y velocidad para llegar a donde estaba

-Por fin llegas—critico Karin observando a Sakura que sonrió débilmente, alentándose a sí misma a respirar con regularidad, inhalando y exhalando, -mi trasero se está congelando aquí afuera, espero que valores lo que hago por ti—la Uzumaki se enalteció a sí misma, como siempre.

Había conocido a Karin durante meses, antes del parto y un par de semanas antes de que Sasuke y ella hubiera predispuesto marcharse, forjando una sólida amistad con la Uzumaki que habida hecho sus antiguos sentimiento por el Uchiha a un lado, sabiendo que era feliz con ella. Si ambos eran felices, Karin sabía que no tenía por qué entrometerse, eso y el hecho de que fuera madrina de la pequeña Uchiha a quien deseaba volver a ver, preguntándose cuanto habría cambiado.

-Y por Sarada—le recordó Sakura, humildemente.

La aparente mirada fría y distante de la Uzumaki se relajó ante esta alusión, haciéndola sonreír de solo imaginar cuán grande y bella estaría, cuan estudiosa debía ser, cuan talentosa y capaz por el simple hecho de tener por padres a dos Sannin, uno de ellos el último de los Uchiha y la otra la discípula y sucesora de la Quinta Hokage, ambos Shinobis increíblemente fuertes y capaces en todos los sentidos. Esa niña ya de por si estaba destinada a la grandeza

-¿Cómo está?—pidió saber Karin, claramente interesada, -¿Tan hermosa como cuando la vi?—exigió maravillada de solo volver a ver a esa adorable niña.

Sonriendo, Sakura introdujo su mano bajo su capa de viaje ante la atenta mirada de la Uzumaki, no tardándole en entregarle un afotografia que Karin acepto dudosa ante de sonreír enternecida con lo que contemplaba, la misma niña que había ayudado a traer al mundo, solo que doblemente hermosa e infinitamente tierna con aquel rostro dulce y sonriente que aparecía en la fotografía. Tenía la misma aura y apariencia serena e inocente de Sakura, la misma presencia inmutablemente especial y única.

-Supuse que te debía una fotografía en compensación de la que me diste—aclaro Sakura, contemplando divertida el gesto tierno en los ojos de la Uzumaki.

Carraspeando levemente, Karin endureció sus facciones con falsa indiferencia que hizo a Sakura ocupar todo su autocontrol para no reír, era increíblemente divertido verla tan susceptible ante las emociones, divertido e inusualmente agradable de contemplar y lo mejor es que Sakura conocía lo suficiente a Karin para saber qué es lo que estaba pensando precisamente.

-No creas que esto significa gran cosa para mí, menos viniendo de ti—presumió, ocultando sus sentimientos.

Imitándola, Sakura solamente negó con un aire digno y orgullos que equiparo a la actuación de la Uzumaki que debía admitir el talento que tenía la Haruno para intentar equipararla siquiera.

-No—afirmo Sakura, pareciendo neutral.

Observándose la una a la otra, ambas no pudieron evitar reír, rompiendo la repentina pero natural tensión que no hizo sino unirlas aún más con aquel momento de humor, observándose felices de volver a verse luego de tantos años y saber que su amista no había cambiado a pesar de la distancia y ausencia de cartas—no voluntariamente—claro. La Uzumaki volvió a carraspear, esta vez para detener su risa e ir al tema central, el motivo específico por el que Sakura estaba ahí, por el que había pedido su ayuda tan urgentemente y ante lo cual Karin no había podido negarse.

-En base a lo que escribiste, el daño en su visión apenas y es una gota de agua—aclaro Karin, tendiéndole una cajita rectangular a Sakura que la abrió levemente, contemplando los lentes antes de ocultar la cajita entre su ropa. -Desaparecerá, con el tiempo, pero hasta entonces esto le servirá de apoyo—diagnostico, habiendo examinado el diagnostico enviado por Shizune y entregado a ella por Yamato.

Había muchas personas con quienes Sakura podía contar, sus amigos y amigas en Konoha, aquellos que habían estado ahí para ella a lo largo de los años, en quienes siempre podía depositar su confianza…pero Karin era valiosa en el sentido emocional, ella ni siquiera tenía un motivo y sin embargo la ayudaba desinteresada, razón aún más poderosa para que—inevitablemente—se forjara una amistad entre ambas, para que pudieran confiar entre sí.

-Karin—inicio Sakura con la mirada claramente emotiva por la ayuda que la Uzumaki podía darle, -realmente significa mucho para mí—garantizo casi como una promesa de que podía pedirle aquello que deseara.

Lejos de intentar distanciarse, Karin observo a Sakura co obviedad, como eso fuera algo que estaba obligada a hacer y era así, pero por propia voluntad, por camaradería y amistad hacia la pelirosa y aprecio por su familia

-Es lo menos que puedo hacer, ¿o no?—cuestiono Karin un tanto divertida por la humildad de la pelirosa. -Yo te ayude a traerla al mundo—le recordó tocando su propia fibra emotiva. -Vete antes de que me arrepienta de ser tan bondadosa—se recuperó, apartando su mirada.

Sonriendo, Sakura asintió, conforme con ese breve momento entre ambas, ese momento que no había sucedido en cinco años, ese momento que tal vez n viera a suceder, pero ya había tenido lugar y si siendo más que suficiente para que ambas estuvieran tranquilas.

-Hasta pronto, Karin—se despidió Sakura, dándole la espalda a la Uzumaki.

Inflexible, Karin mantuvo sus ojos cerrados y su rostro absolutamente imperturbable hasta sentir que el rastro de chakra de la pelirosa desaparecía y se hacía lejano, distante, entonces fue cuando Karin abrió los ojos y observo el campo abierto, los árboles y el mismo cielo que había contemplado antes de que ella llegara, no quería asumirlo pero la había extrañado, realmente la consideraba su amiga.

-Hasta pronto, Sakura—murmuro la Uzumaki.


Una vez la espalda de la pelirosa estuvo en contacto con la suavidad del colchón, los rostro de ambos se distanciaron brevemente observándose una única vez antes de volver a unir sus labios ante el apasionado proseguir de aquellas embestidas, de aquel vaivén que los unía tan bruscamente pero que plasmaba la auténtica necesidad que tenían el uno por el otro, perdiendo todo control posible, devorando sus labios con una pasión exacerbada que apenas y podía ejemplificar su sentir.

Ese aroma tan especial, ese perfume tan único tenia completamente doblegado a Sasuke, centrado en recorrer la piel del cuello de Sakura con besos y caricia que la hacían arquearse todavía más, sujetándose incansablemente de los hombros del Uchiha, arañándole la espalda, buscando sus labios tanto como le era posible. Caricias simplemente tortuosas y cautivantes que los tenían a ambos únicamente centrados en el otro.

Con un brusco movimiento ante el que ninguno de los dos puso resistencia, sin saber quién había dado el primer paso, ambos se encontraron cara a cara, ambos al mismo nivel, con sus rostros apenas y separados por un par de míseros centímetros que no hacían sino intensificar sus respiraciones, el latir de sus corazones, la sensibilidad de su ser, observándose con aquella intensidad tan específica y única, tan incongruente y clara a la vez, tan lejana del resto del mundo y tal central en ambos. Desesperada, Sakura volvió a unir sus labios con los del Uchiha en beso que parecía quitarle la respiración, amortiguando inútilmente sus gemidos, sujetándose de sus hombros, intentando que aquella entrega resultara de lo más placentera para ambos.

Regocijándose con las expresiones del rostro de su esposa, para Sasuke esos momentos en que los labios de ambos se veían separados no resultaba una tortura, sino todo lo contrario, sintiéndola arquearse todavía más contra él, jadeando continuamente contra su cuello, escuchándola intentando articular una mísera palabra entre sus gemidos de completo éxtasis…

Sasuke abrió los ojos, sintiéndose sobresaltado y contemplando el bosque en que es encontraba, volviendo a reposar su cabeza contra el trono del árbol. Esos sueños tan vividos, no, esos recuerdos—porque eso eran—le daban un consuelo ante el cual aferrarse, le recordaban lo que había vivido, lo que volvería a vivir, la razón por la que debía ser paciente, la insistente respuesta ante sus pensamientos tan turbulentos, su anhelo por volver a tener a Sakura a su lado, por volver a ver a su hija…todo era por un bien mayor, intentaba convencerse así mismo de ello pero resultaba increíblemente difícil, deseaba ser egoísta, deseaba poder gobernar su propia vida y decidir qué hacer, pero nunca había hecho tal cosa.

El Uchiha observo el sol aparecer desde el horizonte, casi leyendo su mente: 31 de Marzo, el quinto cumpleaños de su hija Sarada, un día en que hubiera deseado poder estar junto a su familia, pero eso—lastimeramente—tendría que esperar. Tenía que hacerlo, tenía que aferrarse a esos recuerdos justo como hacia Sakura, tenía que ver el paso de los días y creer que cada instante aminoraría esa responsabilidad, que cada nuevo día traía consigo una distancia menor que lo alejara de su familia.

Quería creer que no tendría que esperar mucho tiempo.


La Uchiha arqueo la espalda sobre el colchón, despertando tras una magnifica noche de sueño, apacible y serena como casi siempre sucedía gracias a su rutina y las energías que gastaba durante el día. Su madre le había permitido invitar a su amiga Chouchou para tener una especie de pijamada, pero nada fuera de lo común, solo hablar—o en el caso de Chouchou—y comer. Antes de que la pelinegra pudiera seguir reparando en sus planes, la puerta de su habitación fue abierta con cuidado antes de que los ojos de la pequeña se abrieran a causa de la sorpresa, viendo a su madre entrar con un pastel solo para ella, decorado por cinco pequeñas velitas.

-Feliz Cumpleaños— felicito Sakura, sentándose sobre la cama. Sarada se saboreó de solo ver el pastel que su madre había hecho. -Para la niña más bella del mundo—felicito la pelirosa, inclinándose y besando la frente de su hija.

Teniendo el máxime cuidado posible, Sarada aparto el pastel y abrazo efusivamente a su madre que le correspondió como siempre, besándole la mejilla y abrazándola de aquella forma tan protectora que casi le quitaba el aliento. Era otro cumpleaños feliz gracias a ella, a ella que siempre estaba ahí, a ella que siempre dejaba todo plan egoísta para cuidar de su hija. Sarada nunca hubiera imaginado una madre mejor.

-Gracias—sonrió Sarada, observando a su madre que le indico que volviera a sentarse sobre el colchón, desayunando como debía ser, -eres la mejor del mundo mamá—garantizo honestamente.

Sakura desestimo tal alago con su mano, no considerándose tan merecedora de ese título, de hecho Hinata—teniendo que cuidar de Boruto y Himawari—sacando a su relucir su carácter, se llevaba el titulo por mucho, ella y Temari que tenía que lidiar con un hijo que era la viva imagen de su padre.

-Solo soy una mamá—justifico Sakura sin demasiada importancia al título que tenía como matriarca de la familia.

Sarada volvió a recostarse sobre la cama y, cerrando los ojos por un breve momento, apago las velas ante la radiante sonrisa de su madre que la ayudo a cortar un trozo del pastel para que cada una pudiera desayunar. Cinco años recién cumplidos y teniendo por madre a la mujer más bella y bondadosa sobre la tierra, ¿Se podía pedir más? La verdad es que si y lo había pedido al momento de soplar las velas; que su padre estuviera ahí. Pero si debía hacer algo importante entonces ella lo entendería, aunque algo le decía que no podría entenderlo para siempre, llegaría el momento en que exigiría más detalles, en que se desconformaría con lo que ya sabía. Observando a su hija, Sakura descubrió lo que—hasta entonces—había mantenido oculto tras su espalda, tendiendo una cajita que su hija observo un tanto extrañada antes de aceptarla abrirla, observando los lentes en su interior.

-Y deberás comenzar a usar esto—aclaro Sakura.

Curiosa y claramente intrigada, Sarada tomo los lentes en sus manos, observando a su madre y luego a estos, nerviosa por el cambio, porque un cambio siempre era difícil, pero sin importar lo que pasara, sin importar esos lentes siempre seria Sarada Uchiha, eso era lo fundamental. Sakura observo atenta a su hija que, ante un breve instante de duda, no tardo en colocarse los lentes, acomodándolos y observando a su madre con un gesto nervioso

-¿Cómo me veo?—pidió saber Sarada, no pudiendo contemplarse en un espejo.

Con un gesto más bien intrigante, Sakura recargo su mentón sobre la palma de su mano, observando con indecisión a su hija cuyo corazón pareció detenerse ante la inescrutable mirada de su progenitora, no pudiendo parpadear siquiera en espera de una resolución confiable. Finalmente, y tras un breve momento de silencio, Sakura asintió con una sonrisa.

-Como tú—garantizo Sakura sin dejar de observar a su hija.

Su hija era todo lo que tenía para aferrarse a donde estaba, a la aldea, a esa vida. Dependía más de Sasuke de lo que hubiera podido siquiera imaginar, pero a su vez amaba tanto a su hija como para buscar su felicidad por sobre la propia, buscando que su hija nunca tuviera un motivo por el cual sentirse triste. Sabía que algún día no podría protegerla de todo, de hecho ese era su pero temor y el de Sasuke; no poder proteger a Sarada, pero deseando que ella pudiera valerse por sí sola.

-Me gustan—acepto Sarada.

Deseaban que su hija fuera fuerte y no dudaban de que lo seria, más fuerte incluso que ambos.


PD: lamento la demora pero-como ya dije-intento ser fiel tanto al manga como al anime, siendo congruente en la medida de lo posible :3 dedico esta actualización a DULCECITO311 (cuyos comentarios adoro, prometiendole actualizar "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" y "La Bella & La Bestia" el jueves y viernes) :3 a ryomaysakuno93 (lamentando decir que, por ahora, eso no esta en mis planes, pero tal vez lo incluya más adelante) y a Erisassi (que menciono el porque Sarada usa lentes, mereciendo una dedicatoria por ser fiel al manga :3) el próximo capitulo se titulara "El Nuevo Hokage" y creo que saben porque :3 los dejo con sus conjeturas y pensamientos mis queridos amigos y lectores, besos, abrazos y hasta la próxima.