-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke y Sakura) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


El gran día había llegado.

Como Kunoichi y como madre, estaba infinitamente orgullosa de poder ver a su hija iniciar su propia vida, tomar sus decisiones con respecto a su futuro y lo que deseaba hacer, si, Sarada no era mayor de edad como para decidir exclusivamente que hacer, como ni cuando, pero si podía decidir partes fundamentales de su futuro, forjaría sus propios ideales y viviría tantas o más cosas de las que ella había vivido en el pasado. Su mayor anhelo era que su hija fuera feliz, que mirara al futuro sin temor alguno y eso sucedería con el tiempo, impregnando su inocencia como niña de recuerdos y memorias, tal vez esa inocencia desapareciera en algún momento del futuro, pero solo daría paso a algo aún más grande, lo que existía en todos los Shinobi de Konoha; la Voluntad de Fuego

Terminando de atar su cabello en una coleta baja, la pelirosa precedió a tender su cama. Aun había tiempo que "perder" antes de que fuera el momento de despertar a Sarada, y ese "tiempo perdido" no era empleado sino en rememorar momentos pasados en su mente: el nacimiento de su hija, los días felices que habían pasado como familia, los tres, Sasuke, ella y Sarada…esos días felices volverían, estaba segura, Sasuke le había prometido que lo tres volverían a estar juntos, pero hacerse a la idea de esperar no era fácil y no lo decía solo por ella, Sasuke se sentía igual, lo sentía a pesar de la distancia porque sus sentimientos permanecían conectados, y tal vez quien más sufriera por causa de todo eso no era otra que Sarada. Ciertamente aún era una niña, pero como toda niña merecía ver a sus padres juntos, la imagen—hasta ahora—representada en su familia en su día a día causaba una incertidumbre que Sakura percibía con claridad pese a que intentase remediarlo u ocultarlo, así como muchos detalles referentes a la misión que Sasuke cumplía y que frustraban a Sarada ante aquel injustificado-para ella-secretismo.

Rompiendo con el eco de sus propios pensamientos, Sakura escucho un extraño ruido contra el cristal de la ventana tras ella, volteando, Sakura se sorprendió al ver, -del otro lado de la ventana—a un halcón que era quien había provocado el ruido. Ligeramente confundida, Sakura abrió la ventana, permitiendo el ingreso del halcón que se situó sobre su cama, esperando pacientemente hasta que ella hubiera tomado la carta que este tenía. Abriendo la carta, Sakura sintio algo caer a sus pies, inclinándose para levantarlo…era un collar, de plata más específicamente y de cuya cadena pendía como dije el emblema de los Uchiha, confundida Sakura leyó la carta finalmente, manteniendo el collar en su mano: "Las amo"

-Sasuke…- murmuro Sakura, plasmando una sonrisa en su rostro.

Desde siempre, o cuando ella se había vuelto consciente de ello, Sasuke no había sido jamás alguien que declarara sus sentimientos abiertamente, había perdido tanto que era de lo más normal que temiera aferrarse en profundidad a un lazo importante en su vida, pero desde el momento en que Sarada había nacido, eso había cambiado y las palabras escritas en esa carta eran la prueba de ello. Sonriendo, Sakura se sentó sobre la cama, observando el collar que tenía en la mano, no era para ella, lo sabía…era para Sarada. La distancia o lejanía material no era nada, jamás lo había sido, desde siempre sus sentimientos y los de Sasuke habían permanecido intactos, nunca habían disminuido sino que todo lo contrario y eso seguía siendo absolutamente cierto.

Sus corazones permanecían unidos.


Una primera impresión jamás se olvidaba, y con el fin de esto es que Sarada intento lograr lo mejor mientras terminaba de arreglarse frente al espejo. La verdad es que más que su propio aspecto físico, lo que verdaderamente le importaba e interesaba era demostrar quién era, quería demostrar que el entrenamiento al que su madre la había sometido merecía la pena, quería demostrar que usaba el emblema de los Uchiha en su espalda por una razón, y esperaba no fallar a la fe que su madre le tenía como tal. Viendo a su madre aparecer tras ella—en el espejo—Sarada observo con curiosidad a su madre cerrar un collar alrededor de su cuello, ocultándolo sutilmente bajo la pañoleta alrededor de su cuello, permitiendo que el emblemático dije de los Uchiha quedara totalmente oculto, o al menos de la vista de terceros, pero ahí estaba, omnipresente y poderoso, estaba con ella como un recordatorio de quien era y en lo que creía.

-Ahora si luces perfecta- adulo Sakura, sinceramente.

Las apariencias y la materia física eran algo banal y ciertamente poco importante al fin y al cabo, si alagaba a su hija lo hacía sinceramente y de todo corazón, además del hecho de estar absolutamente segura de que no había unión más perfecta entre belleza, inteligencia y autosuficiencia que no fuese sino su hija, sin ser egoísta según su propio criterio maternal, Sakura estaba segura de que no había nadie más hermosa que su hija. Sarada tenía todo lo necesario para ser una Kunoichi idónea; encantadora, cauta, esforzada, mesurada, respetuosa y luchadora, en ella estaban reflejados los mejores valores de ella y de Sasuke, Sarada era consciente o inconscientemente la mejor representación de que el amor que sentían perduraría siempre, ella era la prueba de ello. Observando su propio reflejo, convencida de que era lo mejor—estéticamente—que podía lograr, Sarada hubo de admitir que no se veía nada mal, no es como si a su edad le importase ser bonita y resaltar de entre quienes la rodeaban, no, su único fin y pensamientos iban dirigidos hacia sí misma y los logros que aspiraba obtener, sus padres eran prodigios excepcionales e inigualables, no podía ser menos que ellos, tenía que ponerse día a día al nivel de ambos y probar quien era, solo esperaba lograrlo de todo corazón. Jugando distraídamente con el dije de su collar, la Uchiha suspiro inaudiblemente para sí misma, siendo percibida por su madre evidentemente, quien no perdida detalle de su persona.

-Gracias mamá- sonrió Sarada antes de apretarse las manos nerviosamente, -en serio quiero hacerlo bien- reconoció la Uchiha.

-Y lo harás- aseguro la pelirosa, besando la coronilla de su hija, -si es lo que realmente quieres, todo se abrirá a tu paso, pero recuerda que para que eso pase, debes esforzarte- aconsejo Sakura, posando sus manos sobre los hombros de su hija. -El camino ante ti es difícil, cada momento a partir de ahora, sin importar cuál sea, habrá de ser un reto, pero si tú lo quieres, nada será difícil- prometió Sakura.

Ella se había enfrentado a un singular cadena de acontecimientos que aun no llegaban a su fin, sucesos uno tras otro y que la habían marcado profundamente, amigos perdidos, recuerdos hechos añicos, una ingenuidad arrebatada de la nada…pero esa era la vida de los Ninja, sacrificarse desde el primer momento en que se tomaba conciencia de que existía un peligro, ella había corrido con la suerte de poder optar a la voluntaria decisión de continuar con su legado y trabajo como Ninja Medico pese a ser una mujer casada, contraria a la mayoría de sus amigas y contemporáneas que se dedicaba a ser buena amas de casa, pero ella no entraba en ese canon reglamentario, desde siempre había necesitado y propia independencia y había podido mantenerla. Como una niña, Sarada estaba sumamente orgullosa de su madre, ¿Quién no lo estaría? Su madre era alguien reconocida a lo largo y ancho del mundo Shinobi por ser una Sannin, alguien cuyo nombre merecía ser evocado en las mejores circunstancias, tomando conciencia de todo esto desde su más tierna edad, Sarada se consideraba a sí misma una hija orgullosa que contemplaba feliz la rutina que compartía con su madre, porque si ella estaría en la academia a partir de ese día, su madre se mantendría en el trabajo, ambas llevarían sobre si sus propias aspiraciones, especialmente ella que era tan joven y, metódicamente hablando, inocente.

Marcaria su propio camino y trazaría su futuro.


Aspirar a ser tan legendaria o tan digna como sus padres era un sueño para Sarada, evidentemente quería seguir su propio camino y no uno en base a lo que otros creyeran que era correcto, su abuela Mebuki opinaba que esta forma de pensar la hacía un espíritu libre, alguien sin ataduras y que estaba dispuesta a dejarse llevar por lo que sentía, forjando su propio criterio. Su madre muchas veces señalaba que en realidad había heredado esta forma de pensar de su padre que aparentemente desde siempre había tomado sus propias decisiones con respecto a qué hacer en su vida, bueno, exceptuando el notorio e infaltable asunto de aquella "misión" que ella no conseguía entender y no porque fuera una niña, sino porque ninguna niña desearía estar lejos de su padre. Era doloroso de afirmar, pero—y pensándolo en profundidad—Sarada podía afirmar fehacientemente que…ya no recordaba a su padre, o al menos no si no fuera por las escasas fotografías que su madre tenía y en las que aparecía, de no ser así lo hubiera olvidado por completo, pero deseaba cuando menos tener una respuesta que le brindara calma.

-Mamá, ¿Cuándo vendrá papa?- indago la pequeña Uchiha, expresando los pensamientos que iban y venían en su mente.

-Es una misión difícil, pero volverá tan pronto como termine- garantizo Sakura tranquilamente.

Habían terminado de desayunar hacia unos minutos atrás únicamente y ya que aún había tiempo de sobra que perder, Sarada no podía evitar confesar abiertamente lo que pensaba, porque sabía que su madre intentaría responderle tanto como le estuviera permitido. En ocasiones era exigente, demandante, y si era así se debía a lo mucho que extrañaba y amaba a su padre, y el hecho de que deseaba poder entender más y más de él a pesar de la distancia y la única forma de acercarse a él era mediante las palabras de su madre y sus relatos que parecían cobrar vida. Mediante aquellos relatos había conocido a sus abuelos Fugaku y Mikoto, a su tío Itachi a quien estaba convencida hubiera adorado de conocer personalmente, pero el capítulo que significa su padre aun no acababa de explicarse por completo, las dudas que sentía no se debían solo a que su madre no fuera muy concisa o complementaria en sus explicaciones, sino a los rumores que Sarada escuchaba pese a no prestarles atención. No era muy favorable crecer rodeada de tantos cuchicheos e intrigas y Sarada ya comenzaba a hartarse de ello.

-¿A papá no le importamos tú y yo mamá?- se aventuró a cuestionar Sarada.

-¿Qué? Por supuesto que sí- defendió Sakura, sobresaltada por la pregunta de su hija.

-¿Entonces por qué no viene a casa con nosotras?- alego Sarada con un ligero y casi invisible puchero, no infantil sino triste más bien.

Usualmente respondía todas las dudas de su hija, o al menos tanto como le era posible, no se trataba solo de plasmar todo lo que ella sabia y conocía del mundo, también se trataba de otorgar las respuestas que su hija merecía y necesitaba, porque Sarada no tenía ni una sola gota de culpa de que el legado del Clan Uchiha hubiera sido ensuciado por desmanes, traiciones, crímenes y estratagemas que parecían hacerlos un peligro a ojos de algunos individuos poderosos pertenecientes al alto mando de Konoha. Esta vez las cosas no podían ser diferentes, si guardaba silencio del modo en que lo hacía era por su deber como Kunoichi y Matriarca del Clan Uchiha, porque había cosas que eran simplemente confidenciales y que no podían ser explicadas del todo, ni siquiera aquellos dirigentes de la aldea, —salvo Naruto y Kakashi, siendo que este último ya no era Hokage– todo formaba parte de un muy equilibrado secreto que no podía rebelarse ante nadie, o al menos aún no. Secándose las manos, dejando inconclusa la labor de terminar de lavar los platos, Sakura centro por completo su atención en su hija, como era debido, no dejando que nada, absolutamente nada más interfiriera en el momento entre ambas.

-Sarada- inicio Sakura, arrodillándose frente a su hija, sosteniéndole cariñosamente las manos entre las suyas, -tu y yo somos muy importantes para tu padre, exactamente es por eso que él no ha regresado- garantizo la pelirosa, repitiendo para su hija las mismas palabras que se repetía incansablemente a sí misma, día tras día, intentando conformarse y ser paciente al mismo tiempo a pesar de las aparentes imposibilidades que se presentaban todo el tiempo. -No creo que puedas entenderlo ahora, pero llegara el día en que lo hagas- prometió Sakura añorando que ese día llegara más pronto que tarde.

A ella misma le había tomado mucho tiempo—la primera vez, tras la guerra—aceptar que Sasuke estaba lejos, vivir tanto tiempo con la duda en si volvería o no, en si sus palabras realmente tenían el significado que ella había parecido darles, pero entonces las cosas no habían estado del todo claras. Luego, tras haber iniciado la relación entre ambos, y hasta la fecha, había entendido que Sasuke siempre sentía más de lo que expresaba, y si en esencia había sido difícil para él aceptar la misión…por dentro se sentía mil veces peor, porque ambos significaban algo infinitamente importante el uno para el otro, porque así era, ciertamente en ocasiones contables es que Sasuke le había dicho te amo, pero Sakura sabía que se lo manifestaba todo el tiempo y la distancia no era un impedimento para ratificar que así era. De haber tenido la opción, Sakura estaba segura que Sasuke se hubiera negado a semejante misión, sabiendo que no iba a estar cerca de Sarada por tanto tiempo, pero en el caso de ambos ya no había vuelta atrás. Amándolo a pesar de la distancia y de la forma en que lo hacía es que Sakura se sentía capaz de resistir lo que fuera, cual portentoso roble contra una tormenta feroz, porque lo que hacían—por separado, pero especialmente conectados emocionalmente—era por el bienestar de su hija y ante eso no podía haber arrepentimiento alguno, ni jamás lo habría. Llevada por sus emociones fue que Sakura abrazo cálida y protectoramente a su hija contra su pecho, consolándose a sí misma con aquel acto.

-Mamá…me aplastas- se quejó Sarada.

-Lo siento, no puedo evitarlo cuando te veo así- se disculpó Sakura, rompiendo el abrazo tan prontamente como le fue posible. -Ahora, no más lágrimas, ¿de acuerdo?- indico la Matriarca Uchiha, secando cariñosamente las mejillas de su hija, con sus manos, sonriéndole en todo momento.

Desde los meses previos a su nacimiento y hasta señalar la actualidad, Sakura podía sentirse plenamente realizada al afirmar que su hija había sido y era una niña feliz, claro, evidentemente había heredado el innato orgullo de os Uchiha que la hacía autocriticarse a sí misma y definir qué es lo que—a su entender—estaba bien y que no, justo como hacia Sasuke tanto en el pasado como en la actualidad, pero alejándose de la arista que englobaba a los Uchiha como tal, claramente Sarada había heredado muchas cosas de ella, entre ellas su efusividad, su habilidad para ser tajantemente determinante cuando se lo proponía y uno que otro detalle menor que debía de ser evidente a ojos de todos, era imposible afirmar que Sarada no era su hija de igual modo que era imposible pensar siquiera que no era hija de Sasuke, Sarada representaba lo mejor de ambos y el único modo que Sasuke y ella conocían para ser felices ,más allá del inmenso amor que se profesaban, era garantizando que su hija fuera feliz, porque Sarada merecía ser feliz. Observando la angelical y cautivadora sonrisa de su madre es que Sarada no pudo evitar sentir el bichito de la curiosidad posándose en su pecho e impulsándola a plasmarse una pregunta que—sabia—tenía una respuesta obvia, peor la cual deseaba escuchar, al fin y al cabo se suponía que a los padres les gustaba que les hicieran preguntas, montones y montones de preguntas, así que Sarada no considero mal decir que es lo que rondaba por su mente en ese preciso instante…

-Por cierto, mamá, ¿Tu y papá se han besado?- indago la pequeña Uchiha, presa de la curiosidad.

-¿Qué?- Sakura parpadeo confundida.

Escuchar aquella sorpresiva pregunta tas un momento de quiebre y dudas, Sakura no hizo sino asimilar lentamente la pregunta que su hija acababa de formularle y que no dejaba de ser infinitamente inocente, claro que recordaba cómo había sido el primer beso entre Sasuke y ella, lo atesoraba en lo más profundo de su corazón como estaba segura que hacia el Uchiha igualmente, pero una cosa era recordarlo, y otra muy distinta era plasmar en palabras todo cuanto había sentido, aún más siendo que ella había sido quien había dado el primer paso, pero eso no era lo importante, o más bien no venía al caso ya que en lugar de ese perfecto recuerdo, no fue sino otra escena la que ocupo lugar en la mente de la Matriarca Uchiha, haciéndola rememorar la primera vez en que—tras la guerra—Sasuke se había marchado de la aldea para efectuar su viaje de redención, recordándole aquel gesto, el poke, que había tenido con ella y que indudablemente era incluso superior o igualmente significativo que cualquiera de los besos que hubieran compartido, porque del modo que fuera, con silencio, gestos o palabras, podían trasmitirles a la perfección que es lo que sentían. Con un ligero sonrojo pintado en sus mejillas de una forma tanto dulce como inocente es que Sakura bajo la mirada ante estos recuerdos tan significativos, causando el desconcierto de su hija que no perdía detalle alguno de sus reacciones.

-¿Qué?, ¿Qué pasa?- no comprendió Sarada.

-No es nada, solo me hiciste recordar algo aún más asombroso que un beso- admitió Sakura, sonriendo radiantemente, con nostalgia.

-Mamá, eres una sucia- reprocho Sarada infantilmente con su mente imaginativa.

-No, no, eso no- se apresuró a aclarar Sakura, no deseando que su hija se hiciera una idea errónea.

Por más que Ino insistiera en lo preocupante que era que ella no tuviera vida sexual por el asunto de la misión que hacía que Sasuke y ella estuvieran indefinidamente distanciados, no es como si Sakura pensara en restarle puntos a la intimidad que había tenido lugar tras su matrimonio, no era exagerado de decir que la concepción de Sarada no había resultado tan sorpresiva, para Sasuke y para ella, no tras todo lo que habían vivido antes y después de que naciera Sarada. ¿Habían pensado en tener más hijos? Claro, y si la situación lo hubiera permitido Sakura estaba segura de que quizá hubieran tenido uno o dos hijos más, pero en cuanto las misiones se habían vuelto más recurrentes es que Sasuke y ella habían optado por evitar cualquier indicio de un embarazo, a ninguno de los dos les hacía gracia estar distanciados mientras sucedía un acontecimiento tan importante como ya había sucedido al momento del nacimiento de Sarada. Volviendo al punto, Sakura estaba segura que Ino se hubiera ido de espaldas a causa de la envidia en cuanto tuviera el más mínimo detalle sobre su vida sexual y rutina intima, pero eso era un libro cerrado e inconcluso que solo volvería a abrir y escribirse cuando Sasuke regresara, no antes y no necesitaba cuestionarse nada para saber que el caso de Sasuke era el mismo ya que ambos eran únicos entre sí, en el absoluto sentido de la frase, porque siempre lo habían sido, pero Sakura no planeaba explicarse a su tierna hijita lo que esto implicaba, aunque Sarada ciertamente parecía deducirlo por su cuenta y muy bien pese a su edad, como siempre su inteligencia apantallaba debidamente, impidiendo saber si manejaba un tema o no.

-¿Entonces que es "eso" más impresionante que un beso?- inquirió Sarada, confundida.

SI su madre no estaba aludiendo el tema al que algún día se sometería mediante "la charla", —aunque lo creía innecesario—Sarada no conseguía entender que podía ser aquello más maravilloso que un beso. Todos los niños y niñas de su edad individualmente alardeaban sobre que lo más romántico a ver en una pareja o en sus padres podía ser un beso, y en si Sarada no tenía por qué dudar al respecto ya que, seguramente, habría de ser lo más recurrente en una pareja, pero aparentemente ese no era el caso de sus padres, desconcertándola todavía más, su madre no se había negado rotundamente a su pregunta, así que por ende Sarada debía poder de afirmar que, obviamente, sus padres se habían besado y más que eso ya que ella no había sido traída por la cigüeña ni nada parecido, pero necesitaba una aclaración para la alusión que su madre acababa de hacer. Las dudas y preguntas eran algo inevitable, pero en ese momento Sakura vio solo un medio con que explicarle indirectamente a su hija que era eso más maravilloso que un beso, replicando el poke que Sasuke le había dirigido en incontables ocasiones, esta vez sobre la frente de su hija que se sobresaltó ligeramente sin entender del todo el por qué para esta acción de su parte.

-Tendremos que dejar la conversación para otra ocasión, ¿de acuerdo?- postergo la Matriarca Uchiha, cariñosamente.

-¿Por qué lo dices tan de repente?- pregunto Sarada, agradecida por el gesto, pero sin entender del todo su significado.

-Cuando conozcas a tu padre, creo que lo sabrás- propuso Sakura sin dejar de sonreírle


Formas de iniciar su vida en la academia y presentarse las había y muchas, pero el ridículo espectáculo—a su entender—que había hecho Boruto, no era sino absurdo, estúpido y denigrante, ¿En que estaba pensando? Como siempre era un bobo con demasiados aires de grandeza, un idiota fastidioso como a ella le parecía indicado mencionarlo para sí misma. A lo largo de los años se había visto forzada—y repetía la palabra "forzada"—a tratar con el y que su madre y el séptimo eran amigos y habían sido compañeros de equipo en el pasado, pero ni aun así es que Sarada conseguía llevarse bien con aquel idiota surrealista que solo perdía el tiempo. Si, los niños de su edad quizá no vieran las cosas con la misma entereza y centralización que ella lo hacía, pero ese no era su problema que el mundo fuese diferente, y no es como si le molestara, pero ella pensaba así y ya, era su forma de ver la vida y, para suerte o desgracia de otros, no pensaba cambiar de parecer en lo absoluto.

-Vaya primera impresión, ¿no Sarada?- rio Chouchou.

-Solo es un alborotador más- enjuicio Sarada con fastidio, -¿Qué se puede esperar de él?- cuestiono la Uchiha sin esperar una respuesta.

-Cierto- admitió la Akimichi.

Así que, y en vista del obstáculo o circo teatral que había tenido lugar por causa de Boruto es que tenían un poco de tiempo libre extra durante el almuerzo, permitiéndole a Sarada comer tranquilamente—acompañada lealmente por su amiga Chouchou—pero perdida en sus pensamientos, llevándose sutilmente una mano a la frente al recordar el gesto que su madre había tenido para con ella, ¿Qué significaba? Sin importar cuantas vueltas le diera al asunto, no alcanzaba a entenderlo del todo, pero le provocaba un sentir extraño, era como si cientos de pensamientos y emociones—únicamente felices y memorables—vinieran a su mente cada vez que recordaba el poke, haciéndola sonreír levemente, impidiendo que Chouchou la viera. Tenía que ser paciente, si su madre lo era, ella de igual modo habría de serlo, aunque Sarada no sabía muy bien cuanto tiempo sería capaz de esperar. La carcomían las ansias por comprender y saber más acerca que la rodeaba, así como el infaltable anhelo que tenía en su corazón por ver a su padre cara a cara por primera vez, lejos del margen de lo poco y nada que sabía o comprendía de él, pero aun cuando deseara esto de todo corazón, Sarada sabía que no podía permitirse que este sueño nublara su juicio, eso no estaba bien, era consciente de ello y debía concentrarse en el futuro, en el adelante y solo disfrutar y aprovechar la ocasión si es que por si acaso implicaba a su padre, de otro modo…no sencillamente.

-¿Es ella?

-Sí.

-Es una Uchiha.

-Ha de ser muy fuerte

-Por lo visto ya comenzaron a hablar- murmuro Sarada, escuchando vagamente los murmullos.

-Déjalos que hablen, no dicen nada que no sea cierto- aprecio la Akimichi distraídamente antes de sonreírle a su amiga, -dejaras a todos atrás- garantizo Chouchou, aportando su propia opinión.

Viendo a su amiga devolver su atención a la comida, Sarada solo asintió silenciosamente para sí misma, llena de dudas nuevas y que revoloteaban en su cráneo de manera insistente, reiterando las palabras que pronunciaban a cerca de ella contra lo que ya sabía y con lo que podía sentirse, relativamente hablando, segura. Claro, sabía lo necesario sobre su Clan y la importancia que cobraba como uno de los dos clanes legendarios del mundo Shinobi y que había contribuido enormemente en la fundación de Konoha como era ahora, en igual medida que haba contribuido el Clan Senju, pero, ¿Tenían expectativas muy grandes sobre ella? Reparando en esto, Sarada no pudo evitar sentirse totalmente abrumada, ¿Y si fallaba?, ¿Y si no era lo bastante buena a como todos creían que era?

No, no debo pensar en eso, ahora no, se reprendió la Uchiha mentalmente, serenándose a sí misma.


-¿Qué tal todo?- curioseo Sakura.

Sakura termino de servir la cena, siendo ayudad en todo momento por su hija que no se hubo contentando hasta dar todo por hecho. Había llegado del trabajo hacia poco menos de media hora, y como toda madre preocupada deseaba saber si el primer día de su hija era o no lo que ella había pensado que seria, y si bien Sarada no parecía ni eufórica ni decepcionada, Sakura la notaba arduamente sumida en sus propios pensamientos, resolviendo y planteándose dudas que intentaba no exteriorizar, este actuar no la implicaba a ella que no tena la costumbre de divagar así, tampoco Sasuke, pero recordaba que alguien si solía hacer aquello y que era muy bien recordado por ella y Sasuke, se trataba de nada más y nada menos que su cuñado, Itachi. La idea de que Sarada se pareciera a él comenzaba a tomar más fuerza a medida que pasara el tiempo, de hecho…a Sakura no le sorprendería escuchar de los labios de su hija el deseo de querer ser Hokage, y para ser honesta le encantaría que así fuera.

-Bien, supongo- admitió Sarada, encogiéndose de hombros, -Boruto irrumpió y causo un alboroto- se quejó la Uchiha, ocupando su lugar en la mesa.

-¿Primer día ya?- más bien admitió Sakura, entre divertida y sorprendida, plasmando una sonrisa en su rostro, sentándose frente a su hija. -Supero a Naruto, sin duda- rio la pelirosa, rememorando los días de Genin del Uzumaki.

Recordar el pasado, en cierto modo, resultaba agradable para Sakura y que mejor que esos recuerdos no evocasen sino sus días de Genin en que todo le había parecido inmensamente fácil, rememorando al Sasuke que había amado y amaba aun hasta hoy, y a Naruto quien había pasado de ser un idiota fastidioso—a sus ojos—a alguien perseverante y admirable en el mejor de los sentidos. En aquellos días nada de lo que había sucedido le hubiera parecido posible, de hecho, dudaba que Sasuke o Naruto hubieran penado siquiera que se enfrentarían a tanto hasta llegar a donde estaban, pero eso era lo gracioso del pasado y la forma en que se comparaba con el futuro, la realidad y su plano daban tantas vueltas que al final del camino—o la actualidad más bien—no se sabía que pensar con respecto a los errores cometidos ya que al fin y al cabo no podían enmendarse, pero Sakura no deseaba que ese fuera el caso de su hija, no deseaba que Sarada errara de la forma en que Sasuke y ella habían errado, pero bien sabía que ni ella ni Sasuke podrían protegerla para siempre, Sarada debía aprender por su cuenta y recorrer su propio camino, no uno reflejado en base a lo que ellos habían vivido.

-No puedo creer que el Hokage haya sido así alguna vez- confeso Sarada, negando para sí misma, -Boruto parece un idiota- reprocho la Uchiha de forma prejuiciosa ante su propio fastidio.

-Eso mismo pensábamos tu padre y yo de Naruto, pero la vida da sorpresas- acoto Sakura, no deseando que su hija cometiera los errores que ella había cometido.

-En este caso considero eso un milagro- sentencio la Uchiha, sonriendo ladinamente.

Sakura sonrió sutilmente, viéndose reflejada a sí misma y a Sasuke en cada uno de los gestos que Sarada tenía al actuar, ella y Sasuke habían pensado de igual modo acerca de Naruto, justo como Sarada pensaba ahora sobre Boruto, habían sido prejuiciosos, pero contrarios a Sarada y a la época que ahora sucedía, ellos habían vivido en tiempos más inclementes, en que la tiranía se contemplaba con normalidad y en que la crueldad se justiciaba si así se protegía a los intereses de Konoha. En cuanto ella había sido consiente de la condena a la que Naruto había sido sometido, como Jinchūriki, había lamentado enormemente su anterior actuar, había lamentado su frialdad y dureza al tratar a Naruto y día tras día había enmendado las cosas, Sasuke igualmente había tomado conciencia de la superioridad que había empleado en incontables ocasiones contra Naruto, y ahora no hacía sino cooperar con él y con sus decisiones como Hokage, ambos habían aprendido de sus errores como todos en el mundo habrían de hacer, porque ninguna falta quedaba sin castigo, y el mismo castigo se conocía durante la marcha, durante la vida y las experiencias o vivencias que se padecieran.

-Mamá, ¿Qué es lo que se espera de mí?- inquirió Sarada, inapetente como para comer inmediatamente.

-No entiendo- negó Sakura, centrando por completo, su mirada en su hija.

-Durante la clase no pare de escuchar los murmullos; Es una Uchiha, debe ser muy fuerte- repitió Sarada, rememorando los cuchicheos que había percibido durante la jornada de clases, -¿Se espera que lo sea?- indago la Uchiha, nerviosa de no poder cumplir con esas expectativas.

-El Clan Uchiha es uno de los dos clanes más antiguos que existen y han tenido muchas décadas para probar su superioridad, creo que es correcto decir que subestimar a un Uchiha es el peor error que se puede cometer- dedujo Sakura en base a todo el conocimiento que tenía con respecto al Clan en sí, conocimiento que no podía pasar por alto en lo absoluto. -Tu tío fue muy fuerte, y tu padre de igual modo lo es- comparo la pelirosa antes de meditar más profundamente el asunto. -De hecho no he conocido a ningún Uchiha que no sea indiscutiblemente fuerte- reconoció Sakura, recordando a Itachi, Obito y Madara.

Sakura por su parte, jamás había entendido o tomado el peso de lo que realmente significaba nacer cargando un legado tan portentoso como lo era la consanguineidad a un Clan de importancia nacional, si es que no mundial por decir algo remotamente parcial, de hecho, ella ni siquiera había investigado sobre las raíces de su clan para saber desde donde se originaba o si es que—al igual que el Clan Uzumaki—estaba emparentado con un Clan enormemente relevante. Entendía lo que Sarada estaba sintiendo porque una vez, hacía ya años atrás, durante su viaje juntos, Sasuke le había confesado la inmensa presión que había sentido en su infancia, a la sombra de Itachi, además del hecho de pertenecer al Clan Uchiha y lo que ello significaba, eso era exactamente lo que Sarada sentía ahora, ella era la primogénita del Clan, no tenía hermanos en los que apoyarse, así que el peso del legado del Clan recaía total e indirectamente sobre ella, presionándola a ser lo que se esperase que fuera, pero eso no era lo correcto, Sasuke y ella habían acordado que no cometerían errores de esa clase con Sarada ni con ninguno de sus hijos, si es que hubieran podido tomar la decisión de tener más hijos propiamente tal, para el caso…Sarada siempre seria su hija, su orgullo, eso no cambiaría en si se volvía una Kunoichi sumamente destacada o no, que ella obrase bien era suficiente para hacerlos sentir orgullosos, ambos.

-Entonces daré lo mejor de mí- prometió Sarada, confiada ante la falta de presión por parte de su madre.


Había dejado atrás las suposiciones porque a decir verdad, no le servía de nada más que para acomplejarse a sí misma, reemplazando esta táctica por la superación propia, —consejo de su madre—Sarada se determinaba más y más a seguir adelante y —ya fuera por ambición, voluntad u orgullo propio—dejar su nombre marcado en la historia de los Ninja, como habían hecho su madre y su padre antes que ella, volviéndose nada menos que leyendas en el mundo Shinobi, ambos a su propio modo. El paso de los días le había resultado realmente breve, era como si las semanas hubieran sido un mismo día y cada día pasaba como un parpadeo contemplado por Kami, y ella, afortunadamente, había salido bien parada en el mejor de los sentidos, o eso quiso pensar hasta que su buen humor se vio ligera y momentáneamente obstruido por Boruto—acompañado por Denki Kaminarimon– en cuya presencia reparo, decidiendo optar por lo sencillo e ignorarlo, aprovechando el hecho de que Chouchou estaba junto a ella y que hubo deducido su decisión sin necesidad de que ella la manifestar abiertamente.

Hablando del idiota, pensó Sarada burlescamente para sí misma, plasmando una sonrisa arrogante en su rostro que no se desvaneció, inclinando ligeramente la cabeza como saludo a Denki.

-Buenos días- saludo Denki, amigablemente.

-Buenas- saludo Chouchou tranquilamente antes de devolver su atención a su camino y a su amiga. -¿Y quién es ese?- dudo la Akimichi.

-Quien sabe, un tonto que anda con Kaminarimon- supuso Sarada ignorando abiertamente a Boruto.

Frente en alto, digna y siguiendo con su camino como si no hubiera nadie a su alrededor, Sarada no se hubo arrepentido de ignorar a Boruto. Había transcurrido el tiempo—por así decirlo—suficiente tras la entrada a la academia y en ausencia del Uzumaki que se hacía notar como un idiota únicamente, ella por su parte se había forjado una reputación envidiable, envidiable en el sentido de que hablaban de ella para bien, adulándola sinceramente en base a lo que demostraba en batalla en todos los ámbitos existentes ya que su madre no se había limitado a entrenarla en un punto en concreto sino que en múltiples áreas. Si, ya podía sentirse orgullosa por resaltar sin siquiera esforzarse o sudar para hacerlo, pero no es como si le importase hacerse notar, a decir verdad solo cumplía con las expectativas mínimas que se tenían sobre su persona y porque le interesaba hacerlo, ya en el futuro obviamente pensaba superarse a sí misma, recordando lo que había logrado, pero por ahora estaba complacida con sus propios logros.

Era una Uchiha, después de todo.


PD: lamento la demora para con ustedes, pero como les había mencionado, estoy entrelazando manga y anime en su totalidad, intentando ser lo más canónica o realista posible, lo cual no es nada fácil, así que recurro a su paciencia, esperando que comprendan la labor a la que, voluntariamente, me someto :3 este capitulo esta dedicado a DULCECITO311 (cuyos comentarios adoro) y a ryomaysakuno93 (a quien decido este capitulo, habiendo garantizado actualizar en cuanto me fuera posible, agradeciendo igualmente la atención que tiene por seguir esta historia) :3 ya he iniciado a plasmar los capitulo de "Boruto: Naruto Next Generations" en que Sakura, Sarada y Sasuke estén aludidos o representados de todas las formas posibles y si bien el Gaiden ya ha comenzado a animarse, pido paciencia a todos ya que aun faltan capitulo antes de que me decida a escribirlo:3 El próximo capitulo llevara por titulo "Desesperación":3 muchas gracias mis queridos amigos, amigas y lectores, gracias por la atención que tienen al leer, comentan o seguir la historia en todas sus formas :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3