-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke y Sakura) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3
El tiempo había pasado con una rapidez asombrosa, o al menos eso es lo que Sarada sentía. Ya no era la inocente niñita de seis años que había entrado a la academia, no, con ya nueve años su inocencia e ingenuidad se estaba solidificando en unos ideales mu marcados, en una disciplina y responsabilidad muy propia que la asemejaban enormemente a su madre a quien era tan unida. La mayoría de las niñas de su edad estaban única y exclusivamente centradas en su clases y rada habituaba a centrarse de igual manera, pero también a involucrarse en la vida del hogar, saber cocina y le agradaba; no por un deber femenino ni nada por el estilo, sino porque así aligeraba el peso que su madre llevaba, y aprendía de igual manera. La mesa de la cocina estaba ligeramente ocupada con sus libros y pergaminos, estudiando como siempre, pero la Uchiha se había tomado un breve momento para preparar un poco de té, no solo para sí misma, sino también para su madre que ya debería de haber salido del trabajo, y el ruido de la puerta principal abriéndose solo se lo confirmo.
-Bienvenida, mamá- saludo Sarada.
La Uchiha levantando su mirada hacia su madre que solo alzo la mano, visiblemente agotada antes de dejarse caer pesadamente sobre el sofá, masajeándose las sienes, con los ojos cerrados. Su madre ejercía un rol que muchas mujeres elegían dejar atrás; su vida como Kunoichi, era la mejor médico del mundo Ninja, e incluso su padre—pese a estar ausente—pensaba que pedirle dejar eso atrás era un desperdicio, así que su madre seguía siendo una Kunoichi y Medico en acción, por ello es que Sarada veía a su madre como una especie de modelo a seguir. En un mundo en que la mayoría de las femeninas elegían retirarse de su vida laboral al contraer matrimonio, Sarada había encontrado una inspiración para mantenerse leal a sí misma y a la independencia que sentía, porque estaba segura de no necesitar a alguien a su lado que la restringiera, no; necesitaba alguien que la apoyase, si es que pareciera esa persona en su vida algún día.
-Amo mi trabajo, amo mi trabajo, amo mi trabajo- se repitió Sakura como si de un mantra se tratase.
No se arrepentía de hace aquello que amaba; ayudar a otros mediante su trabajo, era una de las muchas razones de su vida y no se arrepentiría jamás de seguir adelante con ello en su futuro, de hecho se había sorprendido cuando—tras haber regresado a Konoha luego de la boda y el nacimiento de Sarada, Sasuke le había declarado que no tenia pensado hacerla postergar su vida, ambos siempre habían estado sujetos a un empeño mayor, tanto por si mismos por lo que sus vidas representaban. Esos eran detalles de importancia significativa para ella, y siempre lo serian, pero la razón tras su cansancio y fatiga no era eso, ni tampoco el trabajo del que acostumbraba a ocuparse, administrando el hospital y ejerciendo su rol medico de manera indiscutible
Pero el verdadero foco de sus problemas era un nuevo y joven médico de Sunagakure que provisionalmente estaba en Konoha, pero que para su propia desgracia no había perdido oportunidad de manifestarle su interés por ella, inicialmente de forma muy sutil y respetuosa pero ahora Sakura se daba cuenta de que no era un interés sin importancia ya que le había pedido una cita; era una mujer casada, enamorada y a quien la idea de la infidelidad le estaba personal y moralmente penada por voluntad propia. La última vez que un hecho así había tenido lugar, Sasuke había estado presente, y de forma inequívoca es que esos sucesos evocaban esos momentos tan felices.
-¿Volvieron a hacerte ojitos?- inquirió la Uchiha con un tono de voz aparentemente indiferente pero en el que Sakura indudablemente noto una pisca de celos.
-Suenas igual que tu padre-rió Sakura.
Era increíble para Sakura el enorme grado de similitud que existía entre padre e hija, entre Sasuke y Sarada; claro, debían de existir diferencias prácticamente obvias, pero apartando todo lo demás es que Sakura podía distinguir la naturaleza que compartían y como—a pesar de que Sarada no recordase a Sasuke—eran próximos entre sí de forma simplemente inexplicable. Sarada escucho las palabras de su madre, no sabiendo que pensar, agradecida por el "cumplido" si así se podía llamar; tomando la bandeja y acercándose hasta donde estaba su madre, entregándole una taza de ´té antes de tomar la propia y sentarse frente a su progenitora.
-No entiendo cómo es que piensan que pueden conquistarte si eres una mujer casada- reprocho Sarada sin oponerse al comentario de su madre.
-Pues, digamos, que a algunos hombres eso les da igual- aludió Sakura observando fijamente a su hija que se sorprendió por esta mención. -Si te casas, elige al correcto- indico la pelirosa como regla indeleble de que esa clase de hombre no era una remota opción siquiera, -aunque los hombres buenos están casi extintos- comento Sakura tanto para Sarada como para sí misma, especulando al respecto.
-Los hombres son unos idiotas fastidiosos, mamá- protesto Sarada, -dudo que me case- murmuro la Uchiha.
-Cuidado, recuerda que tu padre debe quedar exento de esa categoría- regaño Sakura, anteponiendo la propia integridad moral y paternal de su esposo.
-Cuando categorizo, exento a mi padre, desde luego- sonrió Sarada, incapaz de injuriar a su padre tanto por razones individuales así como por…otras razones, -a pesar de que no lo recuerdo- comento la Uchiha bajando la mirada por causa de esto.
Sakura sonrió nostálgicamente ante esto. Decenas de veces es que Sakura había preguntado por Sasuke a lo largo de los años, esperando obtener una respuesta diferente, pero eso no había sucedido; aun sin recordarlo, Sarada amaba a su padre con todo su corazón y con la intensidad que solo un Uchiha o alguien que pudiera llegar a amar a un Uchiha podía hacerlo. Si Sasuke y ella se amaban del modo en que lo hacían no era únicamente debido a la forma en que se complementaban y entendían sin necesidad de palabra alguna, pero la mayor razón era que ambos amaban con la misma devoción e intensidad, porque estaban dispuestos a vivir y sentir ese amor hasta el último día de sus vidas y, aun así, continuar amándose mientras el destino los hiciera encontrarse, incluso en la siguiente vida.
-La delegada volvió a la academia, hoy, llevábamos mucho tiempo preguntando por ella- comento Sarada distraídamente, acomodando sus lentes.
-Me alegra que haya pasado- admitió Sakura, sonriéndole a su hija, -siendo tan joven, es triste que se tenga que atravesar por dificultades- esclareció la matriarca Uchiha, bebiendo tranquilamente de su té.
Los horrores de la guerra le habían enseñado a ella—y los de su generación—que ser joven no implicaba ser feliz precisamente, y vaya que lo había comprendido bien; ella, Naruto y Sasuke, tanto como equipo o individualmente es que se habían sometido a adversidades y circunstancias que nunca habían pedido pero que de alguna forma incomprensible los había tanto herido como fortalecido, ya que gracias a todo lo vivido es que eran quienes eran ahora y podían usar sus vivencias en pro de algo aún más importante como lo era el futuro.
-Tenías dieciséis años cuando peleaste en la guerra, ¿cierto, mamá?- consulto Sarada, calculando la edad de su progenitora en base a los relatos que ella le había brindado.
-Diecisiete- corrigió la pelirosa, sonriendo ante su mención, -sí, pero no quiero que te inspires en mi glorioso estilo de vida- menciono Sakura con sarcasmo e ironía, sacándole una carcajada a su hija que bajo la mirada, -recuerda lo que te dije, debes crear tu propio camino, y la base de ello es tener un sueño- reitero la pelirosa, dejando atrás su broma y matizando su voz de madurez y seriedad.
-No sé si hay algo malo en mí, mamá, pero…- la voz de Sarada se apagó lentamente a medida que emitía sus palabras, obteniendo toda la atención de su madre, -no tengo un sueño- confeso la Uchiha, temiendo que esto fuese algo negativo con respecto a su persona.
Muchas de sus compañeras—y compañeros—ya comenzaba a hacer expectativas sobre el futuro y la clase de individuos que deseaban, ser; algunos como sus padres, otros basándose en lo que sus clanes o familias les dictaran…pero, pese a pertenecer a un Clan tan reglamentario y con una herencia impoluta como lo eran los Uchiha, Sarada no conseguía formarse a sí misma, y no tenía un sueño. Lo único que le importaba era su entorno y familia, no veía una estructura más allá de eso, o algún plano que le permitiese fijarse ene le futuro, y temía no tener un sueño en base al cual vivir.
-Eso tarda en suceder, las experiencias te harán descartar las ideas alocadas de las realistas, y entonces sabrás que hacer y porque- explico Sakura con su habitual tono de voz sereno y maternal que hubo tranquilizado las inquietudes de Sarada. -Ten paciencia, mi cielo- aconsejo la matriarca Uchiha, besando la frente de su hija y acariciando sus cabellos azabache.
La pequeña Uchiha le sonrió a su madre, reposando su cabeza sobre el hombro de ella. Su madre siempre tenía las respuestas que más necesitaba escuchar
Un Hokage tenía permanentemente muchas labores sobre sí mismo, y el tiempo se le hacía escaso al Uzumaki que aparentemente se dedicaba en demasía a su sueño que jamás parecía dejar de cumplir, pero pese a ser conocedor de esto es que Sasuke no podía ser tolerante, habiéndose convocado entre sí en un lugar en concreto porque—según le había transmitido en la carta—Naruto tenía algo muy importante que entregarle. Aguardando pacientemente, sumido en sus propios pensamientos es que Sasuke no alcanzaba a entender cómo es que Naruto podía siquiera anteponer el cargo de Hokage a su familia; bueno, ciertamente él no era la mejor comparación sobre el tema, pero si estaba lejos de Sakura y Sarada era por el bienestar de ellas, para garantizar que ningún peligro real pudiera alcanzarlas, pero era más que obvio que ella eran todo para él, y según Sakura siempre lo manifestaba en sus cartas…ese sentir era reciproco. Una especie de sutil eco sordo resonó tras él, más Sasuke solo volteo parcialmente, observando a Naruto que acababa de llegar.
-Sasuke- saludo el Uzumaki.
-Llegas tarde- reprocho Sasuke.
-¿En serio?- se quejó Naruto, olvidándose de su propio agotamiento. -Soy un clon y corrí mucho tiempo, no sé ni cómo volver- chillo el Uzumaki con la misma impulsividad infantil que tanto lo caracterizaba, -¿Dónde estamos?- cuestiono el Hokage que solo lo había localizado, sin indagar más.
-No me preguntes- evadió el Uchiha sin interés alguno por contestar esta pregunta innecesaria, -¿y el pergamino?- cuestiono Sasuke, centrándose en el meollo del asunto.
De mala gana es que el Hokage que le tendió el pergamino en cuestión a su mejor amigo, preguntándose a sí mismo como es que seguía teniendo esperanza de que Sasuke cambiara siquiera "un poquito" y fuera un tanto más cálido luego de que llevaran casi toda su vida siendo como hermanos entre sí, pero Naruto hubo concluido que eso era pedir demasiado; bueno, eso y el hecho de que aún no alcanzaba a comprender como es que alguien tan frió como Sasuke podía tener tanto en común con Sakura que era calidez absoluta. ¿A quién quería engañar? Ambos estaban hechos el uno para el otro. Bajo la atenta mirada de Naruto es que Sasuke analizo la información del pergamino, ocultando interinamente su sorpresa ante lo que había se documentaba y que bien lo sorprendía aunque no demasiado porque, al fin y al cabo; había sospechado de algo así, más eso no significaba que lo considerase como una auténtica realidad. Si le dieran una moneda por sus pensamientos…
-¿Tan cerca llegó Danzo de las técnicas de Kaguya?- se preguntó Sasuke, sorprendido ante lo que leía
-¿Sí? No tengo ni idea- reconoció Naruto más para sí mismo.
-Pero, con esto, podremos acercarnos a los espacios de Kaguya- Sasuke cerro el pergamino antes de levantarse.
-¿Ya te vas?- afirmo Naruto más bien, ante sus gestos. -Podrías volver al menos una vez- ofreció el Uzumaki, esperando ayudar tanto a su mejor amigo como a Sakura.
Si bien hasta ahora había mantenido al margen de Sasuke la posibilidad de volver, Naruto no pudo evitar desear volver a ver a Sakura feliz, y en el fondo sentía de todo corazón que Sasuke también quería regresar, pero—nuevamente—había algo que se interponía para tal fin. Que más deseaba que volver, poder estar junto a su hija como no había podido hacer durante años, volver a ver a Sakura a quien extrañaba con cada fibra de su ser…pero no podía, no podía volver un nimia noche y luego desaparecer por una indefinida cantidad de años más; hacerle eso a Sakura y Sarada no era justo, ellas y él mismo merecían pasar más tiempo juntos que eso, no podía brindar esa insufrible sensación de seguridad que se desvanecería en solo un instante.
-Naruto, dile esto a Sakura- pidió Sasuke sinceramente, dándole al Uzumaki la respuesta que indudablemente ya debía de ser obvia. -Perdón por todo- manifestó el Uchiha con un casi imperceptible matiz de tristeza en su voz.
Escuchando la voz de su amigo, Naruto percibió un esquivo movimiento antes de levantar la mirada y percatarse de que Sasuke ya no estaba. Había tenido la ilusión de que su amigo regresara, la ilusión de que Sakura y Sarada fueran felices y que por primera vez en tanto años todo estuviera bien, pero eso no dejaba de ser eso exactamente; una ilusión, no era una realidad, y quizá ahí estaba su problema porque no podía ver la diferencia inquebrantable entre la realidad y la fantasía, como siempre. Pero quería que las cosas cambiaran, Sasuke, Sakura y Sarada se lo merecían, ellos se merecían ser felices.
-Soy yo quien lo siente- mascullo Naruto, molesto consigo mismo.
Naruto se paseó como un nial enjaulado al interior de su oficina, primero no pudiendo estarse quieto ni por una fracción de segundo; y ahora que había recorrido prácticamente cada esquina y rincón disponible es que ahora se hallaba de espaldas a la puerta, de pie tras su escritorio, aguardando la llegada de alguien cuya presencia había solicitado de forma infaltable. Un eco sordo resonó contra la puerta ante de que—desde el exterior—esta fuese abierta.
-Naruto- saludo Sakura, aparecieron en el umbral, -dijeron que querías verme- la Uchiha cerró la puerta tras de sí.
-Pasa, Sakura- animo Naruto, corroborando la afirmación de ella.
-¿Ocurre algo malo?- indago la Uchiha, esperando que la respuesta fuese un no rotundo.
-No, en lo absoluto, al menos no me han dicho nada negativo de lo que debas preocuparte- tranquilizo el Hokage, apartando sutilmente su mirada de la de su amiga.
Manteniéndose de pie y situándose frente al escritorio del Séptimo Hokage es que Sakura observo fijamente a Naruto en tanto este hubo volteado a encararla por completo. Se conocían desde hace años, —desde la academia—siempre y de manera inequívoca es que algo los había unido; como amigos y hermanos si incluso podían llegar a considerarse así mutuamente, y gracias a este grado de familiaridad es que Sakura había aprendido a leer a Naruto y su imprevisibilidad como un libro y ahora leía con toda claridad el brillo en sus ojos azules, y ese algo que no quería decirle y que, predecía; no resultaría nada agradable.
-Sarada me dijo que Sumire Kakei regreso a la academia, me alegro, es joven, no merece ser condenada sin poder elegir qué hacer con su futuro.
-Pienso igual- secundo Naruto, recordando el parte los comentarios que Boruto había insistido en hacerle, -por eso permití que Shino hablar con ella y le diera opciones sobre qué hacer- explico el rubio, bajando involuntariamente la mirada.
-¿Quién diría que fuese un Sensei tan bueno?- felicito Sakura, sonriendo radiantemente, pero solo en apariencias ya que el grado de tensión presente le estaba resultando muy incómodo. -Naruto, hemos sido compañeros y amigos por largo tiempo, y hemos superado muchas cosas juntos, creo que me conoces lo suficiente para saber, que nada de lo que me digas me afectara- previno la Uchiha con un tono de voz tan sereno que hubo sorprendido al Séptimo Hokage que guardo silencio, sin saber que contestarle. -Sé que viste a Sasuke, y hay algo que quieres decirme, pero no sabes cómo- dedujo Sakura, cruzando las manos tras su espalda, apretándoselas nerviosamente a espaldas del Uzumaki, esperando no recibir una repuesta negativa.
Una parte de si estaba feliz porque pensaba que si Sasuke y Naruto se habían encontrado, si había algo fundamental que debieran compartir entre sí, tal vez; solo tal vez, eso significaría que la misión ya no tuviera que durar tanto tiempo, pero de cualquier forma es que Sakura estaba interinamente resignada a aceptar lo que sea que tuviera que ser, lo que fuera, al fin y al cabo ese era su tol como Kunoichi y miembro del mundo Ninja: si su corazón sentía dolor, no debía exteriorizarlo, solo…aceptarlo y fingir que todo estaba bien, eso dictaban las normas de conducta Shinobi que Sasuke y ella conocían y empleaban a la perfección. Como si le quitaran un peso de encima es que el Séptimo hubo suspiro profundamente para sí mismo antes de decidirse a hablar, reproduciendo en su mente las palabras que consideraba correctas.
-En vista de la información obtenida, en el caso de Sumire- especifico Naruto como si de una advertencia se tratase y ante lo cual Sakura asintió únicamente, indicándole que prosiguiera, -se ha decidido que es prioritario que Sasuke continúe con su misión, al menos por un tiempo más para despejar toda duda o índice de algún peligro- escuchando esta aclaración es que Sakura bajo la mirada de ipso facto, sumergiéndose en sus propios pensamientos. -Le ofrecí a Sasuke volver al menos por un día, pero se negó- alego Naruto a modo de defensa, esperando consolarla con la idea o hacerle entender que Sasuke se había negado rotundamente.
-Volver y marcharse por Kami sabe cuánto tiempo, no es una opción muy agradable- justifico Sakura levantando la mirada hacia el Uzumaki, totalmente de acuerdo con la decisión que Sasuke había tomado. -Sarada ya no lo recuerda, ni siquiera sabría cómo es Sasuke de no ser por las escasas fotografías que tengo- menciono la Uchiha a modo de reproche, dirigiendo su ira y rencor hacia los restantes miembros del antiguo consejo, cruzando los brazos por sobre su pecho. -No me pidas que no este del lado de mi esposo, Naruto, porque sabes que perderás- advirtió Sakura, ariscamente. -Si es todo, me retiro- zanjo la Uchiha volteándose y dirigiéndose hacia la puerta, sin tener nada más que escuchar.
-Sakura, hay algo más- detuvo el Uzumaki, sin levantar la mirada hacia su amiga que, detuvo su mano sobre la perilla. -Antes de que Sasuke se fuera, me pidió que te dijera algo- prosiguió Naruto, pero ni aun así Sakura volteo a verlo. -Perdón por todo- declaro el Uzumaki tristemente.
Muchas veces esas palabra habían sido pronunciadas para ella, todas esas ocasiones por Sasuke, y aun cuando llevase años sin escuchar su voz; Sakura sitio que era Sasuke quien se las pronunciaba al oído, que de forma indirecta le prometía como siempre que volvería a su lado tal y como siempre había hecho, rogándole que fuera paciente, casi haciéndole sentir su intensa mirada ónix sobre ella, tan intensa como la primera vez que se habían tomado la oportunidad de observarse únicamente a ellos mismos sin reparar en nada más; en aquellos días en que todo precia ser felicidad, días que parecían incapaces de volver. En silencio y ser emitir palabra alguna es que Sakura abrió la puerta y abandono la oficina, cerrando esta tras de sí ante la atenta mirada de Naruto que se dejó caer sobre la silla, derrotado. Fuera de la oficina, Shikamaru la observo sorprendido por su frialdad, por la forma en que no perdía la compostura mientras hacía abandono de la torre Hokage.
Cualquiera que la hubiera conocido lo suficiente se habría dado cuenta de la fuerza con que apretaba los puños mientras caminaba y lo agitada que se tornaba su respiración…
Sakura se sentó sobre su cama sin animo alguno, agradecida de que Sarada estuviera en casa de Karui, junto a Chouchou, dejándola sola para lidiar con su desesperación. Su suegra, Mikoto, había sido una mujer indiscutiblemente fuerte: había tolerado la división reinante entre la aldea y el Clan Uchiha, había sido el apoyo incondicional de su esposo—el líder del Clan—y además de ello había tenido que evitar que su propia familia se dividiera aún más; aceptando al final y de forma resignada la muerte en manos de su hijo. Pero Sakura no se consideraba así de fuerte, no resistía con tal seguridad el designio al que ella misma y su esposo estaban sometidos, no podía aguantar semejante distancia, no podía con la presión y críticas, no podía responder las preguntas de su hija y ser leal a la aldea al mismo tiempo, no podía ser leal a si misma…no podía con todo.
Una expresión de indiferencia y tristeza recubría su rostro en su totalidad, opacando su semblante habitualmente sereno y dulce por completo. Apoyando sus manos sobre la cama es que Sakura se levantó y dirigió hacia el armario que se encontraba pegado a la pared frontal a su cama y que abrió, rebuscando en su interior; debajo de la ropa y otras piezas importantes para ella encontró un pequeño cofre marrón claro que había guardado y llevado celosamente consigo a lo largo del tiempo y que llevo consigo hasta regresar la cama, donde lo abrió. En su interior se encontraba una serie de pequeños frasco, todos con diminutas etiquetas que los identificaban, todos eran venenos simplemente letales al ser ingeridos, no dando tiempo a la administración de antídotos; algunos eran aun investigados por ella en espera de encontrar un antídoto eficaz, y otros habían sido credos por ella en caso de emergencias.
Ya es tiempo de callar, sentencio Sakura para sí misma, para solo escuchar a mi corazón, que tanto sufre…
Como sumida en un trance es que Sakura tomo uno de los pequeños frascos que allí se encontraban y que tenía la diminuta inscripción de cicuta, había investigado esa planta durante años y aun así el antídoto en cuestión no estaba del todo definido. Estaba tan agotada de luchar que con solo beber la cantidad de aquel pequeño frasco; por más—valga la redundancia—pequeña que fuera, todo su sufrimiento terminaría. Jamás había sido la clase de persona que buscaría una salida cobarde mediante la cual alejarse de todo aquello que parecía caer irremediablemente sobre ella…pero ya no sabía que más hacer, ni Sasuke ni ella podían encontrar otras salidas y la separación que los mantenía alejados entre sí continuaba haciéndose más y más intolerable, aún más ya que Sarada también estaba tristemente involucrada en ello. Sin dudarlo y sin abandonar aquella especie de trance es que Sakura quito la pequeña tapa del frasco y lo aproximo a sus labios…pero para su sorpresa y de forma repentina es que algo le arrebato abruptamente el frasco de la manos, haciéndolo caer al suelo y romperse con un chillido cristalino muy fino. Desorientada, Sakura levanto la mirada encontrándose con Ino que la sujeto por las muñecas, observándola simplemente aterrada.
-Sakura, ¿qué haces?- Ino apenas y podía creer lo que veía, sorprendiendo a su amiga a causa de su abrupta intervención, -¿Qué estás haciendo con tu vida?- reprocho la Yamanaka con la voz en un hilo, entrelazando sus manos con las de la Uchiha, dándose cuenta de cómo es que Sakura parecía recobrar la cordura. -Razona, Sakura, tienes una hija, ¿Piensas abandonarla?- recordó Ino, esperando escuchar un no como repuesta.
La Uchiha parpadeo de forma reiterada, observando su habitación tal y como la había visto esa mañana, cuando se había levantado y esa tarde cuando había despedido a Sarada que estaba en casa de Chouchou; su mirada descendió hacia el pequeño cofre que permanecía abierto y—en su interior—cuyos pequeños frascos con venenos no le extrañaron, pero aquel frasco resquebrajado sobre el suelo, con la pequeña pero letal cantidad de veneno disperso a sus pies la helo por completo. Jamás hubiera pensado en hacer algo como eso, y si era así, ¿Por qué lo había hecho? Sakura no alcazaba comprender como es que una idea así—de alguna forma—había rondado por su mente. No tenía sentido, pero pese a repetirse eso una y mil veces es que Sakura en parte hubo comprendido que no había sido capaz de soportar lo que se cernía sobre ella…y lo peor es que egoístamente había estado a punto de rendirse, no había pensado más que en sí misma y eso era un error.
-Ino, yo…- sollozo Sakura.
-Estoy aquí, Sakura- prometió Ino antes de abrazar a su amiga como siempre había hecho desde que eran unas niñas, -no estás sola, estoy aquí- tranquilizo la Yamanaka, acariciándole acompasadamente la espalda.
¿Se arrepentía de lo que había estado a punto de hacer? Obviamente si, jamás habría recurrido a una medida tan desesperada estando en sus cabales, pero todo a su alrededor no paraba de presionarla y estando sola era mucho más difícil soportar tantas-valga la redundancia-presiones por más que intentase ocupar su mente con otras cosas. Fuera como fuere, Sakura se refugió en el abrazo que le otorgaba su mejor amiga, llorando contra el hombro de Ino. Si hubiera cometido tal locura, se arrepentiría de ello en la siguiente vida de ser necesario, y más halla.
-Aquí tienes- tendió Ino.
Temiendo que Sakura no estuviese totalmente bien es que Ino había llamado a Sai, avisándole que por motivos de importancia personal penaba quedarse en casa de Sakura que la necesitaba y ante cuya aclaración Sai no había emitido protesta alguna. Durante toda la noche afortunadamente—y habiendo velado su sueño—Sakura no había representado problema alguno para Ino, pero ahora que iniciaba un nuevo día, viendo a su mejor amiga sentada a la mesa es que Ino termino de servir un poco de té para ambas, esperado obtener una respuesta clara e porque es que Sakura había llegado a siquiera considerar una locura semejante. En silencio la Yamanaka tomo asiento frente a su amiga, cruzando fríamente los brazos obre su pecho, expresando por primera vez su ira ante el evento que casi había tenido lugar la noche anterior y que ahora saltaba a la luz como algo significativamente preocupante para la rubia.
-Ino, yo…- Sakura pensó en que decir para justificar o excusar el vergonzoso comportamiento que había tenido la noche anterior.
-No vuelvas a hacer algo como esto- suplico Ino, aunque de aquella forma tan demandante, brusca y propia de ella, y que podía llegar a hacerla parecer frívola.
-Es la primera vez que lo hago- garantizo Sakura, citando entre líneas el hecho de que no pensaba siquiera repetir algo como eso.
-Solo quiero que me digas, que estaba pasando por tu mente- pidió la rubia, sosteniendo las manos de su mejor amiga entre las suyas, -no eres la clase persona que ve el suicidio como una opción- declaro Ino, justificando el por qué tras su pregunta.
Ciertamente Sakura desde siempre había sido alguien inestable emocionalmente hablando, claro, podía ser muy fuerte y determinada peor su propia autoestima y conciencia emocional eran como el cristal más fino que pudiese existir y si bien ambas habían tenido que llegar a sostener una rivalidad amorosa por un chico-casado con una de ellas-para que Ino comprendiera esto; la Yamanaka jamás había llegado siquiera a considerar que Sakura pudiese llegar a pensar en una clase de locura semejante, mucho menos ahora que era madre y tenía una razón física y emocional por la cual aferrarse a la vida, cada día. No tenía sentido.
-No lo sé, yo…me sentí desesperada- dedujo Sakura, deseando dejar esa noche atrás lo más pronto posible, -las presiones del trabajo, Sarada, el hecho de que Sasuke y yo no podamos estar juntos bajo ninguna circunstancia por causa de terceros- enumero la Uchiha, no a modo de justificación porque ni siquiera sabía si merecía eso, sino a modo de posible etiología, -supongo que colapse, me cegué y no vi lo que hacía- reconoció Sakura, bajando la mirada.
Si bien en el pasado su amor por Sasuke la había hecho plantearse situaciones y hechos muy descabellados, el presente no era igual que en aquel entonces, claro que no. Amaba a su hija con todo su corazón y no pensaría siquiera en abandonarla bajo ninguna circunstancia, y sabia de igual modo que Sasuke la necesitaba tanto como ella a él, no pensaría siquiera en quitarle aquello que tanto se había esforzado por darle; una familia y alguien a quien amar incondicionalmente y viceversa. Una persona que recurriese al suicidio liberaba un alarido, un grito pidiendo ayuda, y si bien Sakura no había recurrido a ello anteriormente, sabia que necesitaba comenzar a distraerse de alguna forma o de lo contrario sucesos como el de la noche anterior no tardarían en repetirse y no quería acabar padeciendo algún trastorno o desequilibrio mental a causa de su propio estrés o debilidad.
-Ino, realmente me siento mal, ahora me doy cuenta de lo que estaba haciendo y lo que habría acarreado- reconoció Sakura, totalmente avergonzada de sí misma de sus actos anteriores.
Claro que la próxima vez que le enviase una carta a Sasuke ni por si acaso pensaría en comentarle la locura que había estado a punto de cometer o él comenzaría a replantearse si cumplir con la misión estaba bien. Sasuke indudablemente era el modelo de Shinobi que se esperaba que fuese; marcando un límite infranqueable entre los sentimientos y las responsabilidades, pero eso no significase que no fuese un hombre, padre y esposo que en ocasiones especificas podía desechar las reglas en un mísero segundo y como si de una bola de papel se tratase. Ambos, Sasuke y ella, anteponían a otros por encima de si mismos, porque no eran egoístas, y porque la única manera de tener un verdadero futuro-en la medida de lo que se suponía que debía de ser normal para ellos-juntos.
-Según todo lo que tú me has dicho, con respecto a Sasuke, a él no le resultaría tolerable saber lo que hiciste- opino Ino antes de tomar un sorbo de su té, -regresaría inmediatamente- dedujo la Yamanaka con simplicidad.
-No se lo diré, ya tiene mucho en que pesar y no quiero ser una carga- aclaro Sakura de forma inmediata, manifestando así sus propios pensamientos, -Ino, te ruego que no se lo digas a nadie- pidió la Uchiha sinceramente, no deseando que esta información estuviera al alcance de nadie.
No es como si Ino fuese una especie de persona divulgativa, no, su forma de actuar no era así, pero Sakura era consciente de que Ino podía tomar decisiones independientes; sin consultarle nada, con tal de protegerla, de alguna forma bajo su propio criterio, pero Sakura no quería que eso sucediera. Observando atentamente a su mejor amigas por unos cuantos segundos, bajo un silencio infranqueable e que Ino suspiro sonoramente para sí misma. Casi tres años tras la guerra, cuando había sido conocedora de que Sakura y Sasuke se habían casado, inicialmente Ino no había sabido como reaccionar; pero situando su vista en la actualidad es que podía entender lo mucho que se parecían entre si, se complementaban entre calidez y frialdad, racionalidad y empatía, dulzura y protección…era como si estuvieran hechos el uno para el otro y en cierto modo Ino siempre había sentido que debían a estar juntos, aun durante sus años de Genin. Interferir no era su labor, Sakura y Sasuke habrían de lidiar con lo que se presentase tal y como siempre habían hecho hasta la fecha; juntos sin importar las distancias que los separaran.
-De acuerdo- acepto Ino, recibiendo a cambio na sonrisa de su amiga, -pero me mantendré al tanto de todo lo que hagas, y te haré tomar vacaciones, las necesitas- advirtió la Yamanaka cual ordenanza, no aceptando un no por respuesta.
-Bien- permitió Sakura, complaciendo las expectativas de su mejor amiga. Un suspiro abandono los labios de la pelirosa, dándole a la Yamanaka una idea de los pensamientos que rondaban por su mente. -Esto no solo se trata de la misión, hay algo más tras ella, la expectativa- menciono la Uchiha, sabiendo que su amiga comprendería a que se estaba refiriendo.
-Desearía no estar de acuerdo contigo, pero sé que es como dices- corroboro Ino, contando con la información necesaria para hacer esta inferencia in temor alguno, -Koharu y Homura siguen siendo parcialmente leales a la memoria de Danzo y a lo que anteriormente se creía, y eso hará que vean a Sasuke, a Sarada y a ti como una amenaza- advirtió la rubia, mencionando entre líneas el hecho de cuan dispuesta estaba a ayudar a su amiga en todo cuanto Sakura necesitase.
Ella era la líder del Clan Yamanaka y por ende la representante de u gente en la sociedad de la aldea como tal, y por ello es que conservaba parte de su autoridad como Jonin a pesar de dedicarse en igualdad grado de importancia y ecuanimidad a su vida familiar y maternal; así que indiscutiblemente debía de participar en la vida y desenvolvimiento propio de la aldea como hacían los Shinobis tradicionalmente, y con el tiempo había sido más conocedora del latente de odio que Koharu y Homura aun sentían hacia los Uchiha, todo en memoria de Danzo y las antiguas formas de pensar que calificaban a los Uchiha como una amenaza que debía erradicarse por completo, y si est ida se mantenía era porque sabían de que eran capaces y que su propio criterio—heredado de su sangre milenariamente guerrera—podía ser mucho más parcial que él de ello que se ocultaba bajo la absurda escusa de servir a la aldea.
-Tienen la estúpida ilusión de que me rinda, lo sé, Kakashi me advirtió de ello hace tiempo- secundo Sakura sin el menor problema, dando todo de sí para no dejarse llevar por el rencor. -Si Sasuke fuera como ellos piensan, sin duda alguna ya me hubiera rendido y lo que intente hacer anoche hubiera tenido lugar hace mucho tiempo- confeso la Uchiha dando a tender que por más que amase a Sasuke, no pensaba dejarse cegar por el amor y ocultar si Sasuke era una amenaza o no; pero no era así, Sasuke había cambiado y para bien, era un ninja leal a Konoha tal y como lo había sido Itachi. -Cuando esos ancianos mueran, entonces quizá esté tranquila- manifestó la pelirosa, apretándose las manos distraídamente. -Solo puedo decir que deberían dejar de soñar, porque no me voy a rendir, ni Sasuke tampoco- prometió Sakura de forma indeleble.
Si Sasuke y ella habían llegado hasta donde estaban, sacrificando tanto; era por una razón, y rendirse-con toda seguridad-no era siquiera una opción.
PD: lamento la demora para con ustedes, pero como les había mencionado, estoy entrelazando manga y anime en su totalidad, intentando ser lo más canónica o realista posible, lo cual no es nada fácil, así que recurro a su paciencia, esperando que comprendan la labor a la que, voluntariamente, me someto y aclarando que puede que añada o quite alguna escena del gaiden que ya estoy planeando para dentro de los próximos capítulos :3 este capitulo esta dedicado a DULCECITO311 (cuyos comentarios adoro) y a todos aquello que sigan, lean o comenten la historia en todas sus formas :3 El próximo capitulo llevara por titulo "Primera Cita" y se orientara en base a la cita de "3 minutos" que se ha mencionado mucho y que expresare como yo creo que sucedió, a demás de basarme en todo cuanto se vio en el capitulo 19 de "Boruto: Naruto Next Generations" :3 muchas gracias mis queridos amigos, amigas y lectores, gracias por la atención que tienen al leer, comentan o seguir la historia en todas sus formas :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
