-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke y Sakura) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


Por fin, el último día de clases de aquella semana…o esa clase de pensamientos, acompañados por un suspiro victorioso seria lo que proferirían la mayoría de los niños de su edad, incluso sus compañeros y puede que la misma Chouchou, pero a Sarada este pensamiento le era indiferente, centraba su mente en un profesionalismo intenso, durante la mitad de la semana enfocaba su mente en la información a conocer y lo que aprendería de ello, pero ese ambiente estaba separado de su hogar en que ayudaba a u madre todo el tiempo, tanto poder deber como por voluntad propia. Había regresado a casa y estudiado a consciencia como siempre lo hacía, pero dentro de una hora o poco más es que su madre regresaría a casa del trabajado y por ello había acudido a la tienda para comprobar lo que necesitaría para preparar la cena. Debía regresar a casa, pero –como siempre—debía de encontrarse con algo en su camino…o alguien, ese alguien era Boruto quien en conjunto a sus amigos hubieron descendido maestralmente de la cima del tren en que habían estado viajando, no en su interior sino que en el techo y en movimiento. ¿Acaso podían ser más infantiles? Por lo visto sí.

-Boruto, eso fue peligroso- replico Denki.

-Tranquilo, es cuestión de costumbre- desestimo el Uzumaki, como si nada.

Sabía que, usualmente; los chicos tendían a ser más impulsivos que las chicas o eso es lo que su madre corroboraba en sus relatos sobre su pasado y que Sarada contrastaba con su presente, pero se trataba de algo más, diferencias prácticamente irreconciliables cada vez que más lo analizaba, llegando a preguntarse cómo es que—en la edad adulta—un hombre y una mujer pudieran llevarse bien—estando casados—habiendo sido tan diferentes originalmente. Uno de los enigmas de la providencia y la naturaleza, suponía, pero cuya explicación deseaba encontrar. Sabía que sus padres eran diferentes entre sí como cualquier pareja pudiendo—quizá—tener sus desavenencias, más Sarada podía aseverar que su padre era complementan diferente—en el mejor de los sentidos—de cualquier chico que pudiera existir o que ella conociera.

-Hola, Sarada- saludo Boruto, reparando por fin en la presencia de la Uchiha.

-¿Otra vez tramado algo?- supuso Sarada, acercándose a donde estaban ellos.

-Le enseñamos a pescar a Denki, aunque es un fastidio- menciono Shikadai con la habitual apatía de siempre.

-¿Lo puedes creer? Nunca ha pescado- rio Boruto, observando a Denki.

-Bueno, sí, en juegos de pesca-se defendió el Kaminarimon.

La Uchiha escucho estos parloteos infantiles con indiferencia; como si no fueran nada, y eso eran para ella. Desde siempre y tanto por deber a todo lo que se esperaba de un Uchiha, la dignidad había sido un foco central en su vida en cuanto había tenido uso de razón para tenderla, porque cuando se cargaba con el peso de un linaje y apellido que reiniciaría y se mantendría gracias a ella—no teniendo más hermanos—eso lo era todo; el ridículo no era admisible, el deber y la victoria eran lo menos a lo que se debía aspirar. La libertad era coa del pasado y formaba parte de sus efímeros recuerdos de infancia, pero no más. Las cosas eran como eran por una razón e intentar cambiar ese orden resultaba innecesario, o así es como Sarada veía las cosas y tenía razones para pensar así.

-Si tienes tiempo, puedes venir- ofreció el Uzumaki.

-Tengo que preparar la cena- aclaro Sarada simplemente, señalando las bolsas que tenía en las manos. -No es que me importe, pero, ¿Saben viajar en tren?- señalo con sarcasmo ante lo que había visto

-No seas tan seria, el techo es mejor porque se siente el viento- justifico Boruto, encogiéndose de hombros.

-Eso es de niños- crítico la Uchiha.

-No lo sabrás hasta intentarlo- rebatió el Uzumaki.

-Lo sé sin hacerlo- se jacto Sarada, desestimando su oferta.

No necesitaba fingir, jugar o perder la dignidad que tenía porque—contrarios a sus padres que compartían una amistad que Sarada aún no entendía—Boruto y ella eran demasiado diferentes, puede que quizá lo único que tuvieran en común era la lejanía que sentían de su padres y por motivos totalmente diferentes, pero no había ninguna otra similitud entre ambos e interactuar en esas circunstancias era por demás absurdo. Sin necesidad de despedirse de ellos, Sarada simplemente se marchó, retomando su rumbo para regresar a su casa, dejando atrás ese instante de inmadurez que para ella no tenía sentido. En lo personal, Shikadai e Inojin comprendían su forma de pensar porque provenían de clanes con un linaje que se establecía en sus vidas, pero no con semejante peso que si llevaban los Uchiha, pero Boruto no la entendía en lo absoluto, jamás lo haría, y cada vez que trataba con ella le resultada frustrante lidiar con su modo tan displicente de actuar.

-Que amargada- bufo el Uzumaki.

No quería sonar dramático ni nada, pero si alguien fuera a decirle que—en un futuro—él y Sarada estarían relacionados, fueran amigos o lo que sea…se reiría, porque sentir algo por aquella chica era imposible, ella era demasiado irritante.


-Ya llegue- anuncio Sakura, cerrando la puerta tras de sí.

Siempre, o mejor dicho casi siempre…Sarada se encontraba estudiando al momento de su regreso del trabajo, más esta vez Sakura no supo que pensar de buenas a primeras porque su hija estaba tomando la voluntaria labor—o afición—de preparar la cena por las tardes en los instantes que tenía libres, y lo confirmo al cruzar el umbral de la sala que conectaba con la cocina, viendo a su hija plenamente afanosa en su labor, con un mandil sobre su ropa para así no ensuciarse en caso de que sucediera aunque Sakura sudaba de ello, su hija era muy metódica y cuidadosa. La verdad, no sabía si podía jactar orgullosamente de tener una hija tan atenta, respetuosa y hacendosa por no elogiar en exceso a su hija que había heredado lo mejor tanto de ella como de Sasuke, maravillándola más cada día por causa de eso, ¿Cómo no enorgullecerse?

-Bienvenida- saludo Sarada sin levantar la vista.

Dejando los documentos y el habitual papeleo que solía revisar en casa, sobre la mesa de la cocina, por ahora, Sakura avanzo sin prisa alguna hasta situarse tras su hija, disfrutando del silencio y de la sencilla pero reconfortante acción de abrazarla por la espalda. Nunca le había exigido nada a Sarada, siempre le había dejado hacer y aprender las cosas a su propio ritmo porque, y si bien era positivo aprender sobre ciertas cosas, ni ella ni Sasuke habían deseado que su hija naciera con un peso que cargar a cuestas de su joven espalda las tan habituales y frustrantes expectativas, siendo que ellos dos ya de por si habían tenido que cumplir con lo que se había esperado de ellos cuando habían tenido su edad y no había sido nada fácil, solo por…decir algo. No era su obligación preparar la cena, pero le gustaba sentir útil, no en el plano de laboriosa ama de casa ni nada por el estilo, de hecho-si se casaba algún día-dudaba entregar su vida o carrera shinobi por un hombre, le resultaba extraño, además sus padres no se habían sacrificado entre si y le habían trasmitido el modelo de independencia, ¿Por qué diferir de su propio legado? Elegía ser ella misma, Sarada Uchiha.

-La sopa de miso huele delicioso- felicito Sakura, recargando su cabeza sobre la coronilla de su hija. -¿Le pusiste tomate?- curioseo.

-¿Tomate?- repitió Sarada, extrañada por ello. -No queda bien- negó un tanto divertida.

No quería ser grosera ni nada ni tampoco es que sintiera desprecio, pero….el tomate definitivamente no entraba en su categoría de cosas favoritas, de hecho ni siquiera le gustaba en lo absoluto y no tenía problema en admitirlo, pero sabía que ese no era el caso de su madre. Sakura se separó de su hija, sonriendo par si misma al escuchar sus palabras mientras contribuía, preparando la mesa, lo cierto es que era maravilloso ver cómo veía su propio reflejo en Sarada; su virtudes y características más positivas en que pocas veces—por no decir ninguna—reparaba, .pero y si bien sucedía lo mismo cuando comparaba a Sarada con Sasuke…había cosas en que diferían totalmente, sobre esto en esto referente a los "gustos" y que ya parecían estar más que definidos y que a ella no dejaban de causarle gracia.

-A propósito, ¿ya te preparaste para mañana?- indago Sarada, finalmente levantando la vista y observando a su madre.

-Si, tranquila- sonrió Sakura.

Su madre era la persona más importante en su vida, bueno, ella y su padre a quien pese no recordar admiraba y apreciaba profundamente porque era su padre y porque había aprendido a amarlo por los relatos de su madre, y así como quería lo mejor para su padre, quería lo mejor para su madre y si un viaje de uno o dos días era la solución para sus aparentes "problemas nerviosos" o "estrés", estaba dispuesta a comportarse perfectamente y esperar a que su madre se sintiera mejor y se recuperara. Ino había cumplido su palabra de darle "vacaciones" por temor a que sufriera otra crisis o quebranto emocional de la nada, esta vez quedando en evidencia de Sarada, y si bien no le hacía gracia separarse innecesariamente de su hija, Sakura entendía que era pro su propio bien, el de Sarada e incluso el de Sasuke, porque no podía dejarse abatir así, no en aquellas circunstancias, debía de ser fuerte y para ello tomar respiros que la ayudasen de ser necesario.

Era lo mejor.


No era la primera vez que abandonaba su casa por un viaje, pero si era la primera vez que sucedía por un viaje tan corto que con suerte habría de durar un día y si cumplía con ello era solo por las insistencias de Ino que poco menos y había planificado todo con respecto a su viaje, incluyendo la ropa que habría de llevar y con la cual se encontraba forcejeando poco menos, intentando cerrar la maldita valija repleta de ropa. Había viajado anteriormente y reparado con sabiduría y prudencia lo que sería necesario para una incursión así…pero, esta vez no había tenido la elogiosa posibilidad del libre albedrio, nop, esta vez Ino era dictadora y como tal lo que ella ordenase se haría, ni más ni menos.

-¡Ahora no me ganaras!- refunfuño Sakura, forcejando por décima vez, consiguiendo por fin que su equilibrado nivel de fuerza le permitiese cerrar la valija, suspirado profundamente y permitiéndose recostarse sobre la superficie. -¡Sí!- rió.

De pie en el umbral de la habitación de su madre, Sarada hubo necesitado de su máxime autocontrol para no reír al ver la escena que protagonizaba su madre. Ya que aún no se había graduado de la academia ni era una Genin, oficialmente, aun no tenía la posibilidad de hacer misiones y conocer que existía—en el término laudatorio de la frase—más allá de la aldea, lo territorios y lugares que conformaban el mundo Shinobi y demás, pero había aprendido a guiarse gracias a los relatos de su madre que parecían cobrar vida. Con los brazos cruzados sobre su pecho, Sarada ingreso lentamente en la habitación sin perder detalle alguno de su madre que levanto la vista, habiendo recobrado el aliento, irguiéndose y sentándose en el borde de la cama desde donde observo a su hija y viceversa.

-No entiendo porque necesitas tantas cosas- admitió Sarada, negando para sí misma.

-Dile eso a Ino- rebatió Sakura, acomodándose el cabello, -ella literalmente eligió todo por mí- explicó, quitándose de encima cualquier grado de culpa.

-No es la única- coto Sarada tendiéndole una pequeña hoja que su madre la recibió extrañada, -anote tu itinerario de viaje- se expresó de forma casi tímida, recibiendo una sonrisa de su madre que le beso la frente, levantándose de la cama, infinitamente agradecida por su gesto. -Si no te apresuras, Ino tendrá que venir por ti- advirtió, un tanto divertida a la vez.

Extrañaría a su madre, naturalmente, no podía fingirse o ser indiferente a tales circunstancias, pero era lo bastante mayor—con casi diez años—para saber que poda valerse por sí sola y que estaría bien, además era solo un viaje, le serviría para probarse a sí misma de lo que era capaz, y probarle a su madre que, pasara lo que pasara, era digna de confianza. Bufando para y admitiendo silenciosamente que si no se movilizaba y pronto Ino iría tras ella, Sakura tomo su valija, siendo acompañada por su hija en todo momento, abandonando la habitación. Ni siquiera tenía idea de a donde irían, Ino solo le había dicho que era unas bien merecidas "vacaciones", pero ni siquiera había enfatizado el destino, solo el tiempo que estarían lejos y que afortunadamente era prácticamente nimio y que Ino tampoco podía ni debía ausentarse demasiado, no era correcto.

-Me preocupa irme de viaje y dejarte sola- admitió Sakura, deteniéndose, pensando en retroceder y desempacar sus cosas.

-Pues no te vayas- contesto la Uchiha con simpleza.

-Qué más quisiera, pero Ino obtuvo un permiso médico y ante eso no puedo objetar nada- justifico Sakura, ocultando eficientemente el verdadero motivo tras el viaje.

-Entonces no tienes que decirlo, hace mucho que no tomas un descanso- permitió Sarada, conociendo mejor que nadie el esfuerzo que su madre realizaba en su trabajo diariamente.

-Prometo volver mañana- se comprometió la pelirosa, -¿Qué quieres que te traiga?- ofreció cariosamente

-A papá- murmuro Sarada, algo entristecida.

Quizá fuera infantil e incluso demandante, pero eso era lo que pedía cada vez que apagaba las velas en su cumpleaños o cuando tenía la instancia de desear algo, envidiando a sus otros compañeros y compañeras que tenían la suerte de ver y tener a sus padres…juntos, lo mismo que ella deseaba y que casi parecía ser un sueño, una fantasía en su mente, pero debía ser sincera porque aquello era lo único que podía desear, o lo seria hasta que viese a su padre y todo por fin dejase de parecer absurdo o inalcanzable. Su mayor anhelo—egoísta sin duda, pero perfectamente camuflado—no era otro que aquella espera terminase y pronto, que Sasuke regresara y todo volviera s ser como antes, pero en ocasiones la vida no ejercía preguntas ni rendía explicaciones, solo se debía vivir y ya, y Sakura había aprendido a lidiar con ello. Quería poder cumplir lo que Sarada deseaba, pero no podía, no podía por más que ella también lo desease de todo corazón

-No me pidas eso- murmuro Sakura, imposibilitada a ello por más que fuera, de igual modo, lo que ella más deseaba.

-Tranquila, no tienes por qué darme nada- amenizo Sarada, plasmando una radiante sonrisa como obsequio a su madre.

-¿Segura?- corroboro la pelirosa.

Sarada asintió sin negativa alguna, porque quería lo mejor para su madre y viceversa. Sin poder evitarlo su mirada se desvió, percatándose de un pequeño paquete blanco—cerrado en lo alto—estampado con flores de cerezo sobre el inmobiliario junto a la puerta y que llamo su atención, estaba segura de haber visto la noche anterior, aunque no se había percatado de que se trataba ya que se había dedicado a ayudar a su madre a lavar los platos, y luego había leído un poco antes de que llegase su hora de dormir. No resulto difícil de comprender para Sakura el interés que Sarda albergaba hacia aquel sencillo paquete, tomándolo del inmobiliario y comenzando a abrirlo bajo la atenta y muy curiosa mirada de su hija.

-¿Qué es?- indago la Uchiha con curiosidad.

-Es un peluche para una niña del hospital- Sakura abrió el paquete, enseñándole el peluche a Sarada que lo sostuvo por ella. -Estaba roto aquí, así que lo traje conmigo para repararlo- sujeto uno de los brazos del muñeco, señalando el lugar en cuestión y que ya no tenía rotura alguna. -Como no podría encargarme, le pedí a alguien del hospital que viniera por él, pero deben estar ocupados- supuso, suspirando profundamente. -Tendré que llevarlo- decido sin más.

-¿No puede ser cuando vuelvas?- contrario Sarada.

No era nada inconsciente y tenía ojos en la cara, su madre era una mujer esforzada que llegaba a dejar trabajo que llevarse a casa al final del día para que no se separaran, y había sido todo en su vida hasta la fecha; madre, maestra, tutora y su amiga, porque Sarada sabía que podía confiar en su madre como no confiaba en nadie más. Por todo esto es que estaba segura de que su madre, más que nadie, se merecía estas "vacaciones" y como hija no pensaba permitir que nada se inmiscuyera e interfiriera. Seria agradable fingir que no pasaba nada y seguir su camino y panorama con normalidad, pero como médico era muy empática con la vida de sus pacientes, y la niña propietaria de aquel peluche le tenía muchísimo afecto a este muñeco y Sakura no se perdonaría hacerla sentir mal o decepcionarla solo por ser egoísta una única vez, solo esperaba que Ino fuese comprensiva y la entendiese.

-Prometí que lo devolvería hoy, si no lo tiene, se sentirá sola- justifico Sakura, -Ino tendrá que esperar…- murmuro para sí.

-¿Y si lo llevo yo?- ofreció Sarada, mejor dicho decidiendo esto para quitarle tal responsabilidad a su madre.

No sonaba tan descabellado entre más lo pensaba su joven mente, había ido al hospital decenas de veces tanto por ayudar a su madre como por una u otra razón al azar—desde que era niña—así que sabía cómo deslazarse y llegar al hospital por un atajo que conocía muy bien si tomaba el tren y así le dejaría el camino libre a su madre que merecía descansar y disfrutar de un día solo para ella, y que Sarada esperaba no fuera el ultimo. Sakura deseo abrazar efusivamente a su hija como acostumbraba a hacer, pero la ocasión no lo ameritaba y—con solo ver a Sarada a los ojos—sabía que esto tampoco era de su agrado. Había tanto de Sasuke en ella que no dejaba de sorprenderse al notar algo nuevo cada día; inicialmente fueron los gestos, luego el comportamiento naturalmente indiferente y que más bien parecía cosa de Uchihas, hasta que comenzaron a forjarse los modales y la conducta con matices propios de su persona pero que contenían una semejanza que solo Sakura podía asociar y con razón ya que nadie conocía a Sasuke, o no como ella lo conocía.

-Te traeré muchas cosas- prometió Sakura, infinitamente agradecida.

-Si, si, adiós- Sarada desestimo sus palabras, fingiendo desde luego.

No era buena en cuanto a despedidas se refiriese, no le gustaba ser demasiado emotiva en esto porque—y está segura—se sentía repentinamente sentimental y ante de darse cuenta ya se encontraba propensa a las lágrimas, algo que con toda seguridad había heredado de su madre porque, según los relatos de su madre, su padre no era así en lo absoluto. Por causa de esto, y sabiendo que su madre la entendería, Sarada se retiró sin más hacia su habitación, aun cargando el peluche en sus brazos y espontáneamente apretándolo contra su pecho en el proceso como un medio—al que no recurría desde niña—para sosegarse a sí misma. Una radiante sonrisa se plasmó en el rostro de Sakura, viendo a su hija desaparecer en el umbral del pasillo. Pero, si bien Sarada podía asemejarse tanto a Sasuke, contradictoriamente en ocasiones parecía asemejarse más a ella, como en este caso. Siempre había algo nuevo que conocer y ella ya estaba más que habituada. Tomando su valija, Sakura abrió distraídamente la puerta tras de si, solo para darse cuenta—muy sorpresivamente—de que Ino estaba ahí, de pie, fuera de su casa y esperándola ansiosamente.

-¡A divertirse!- sonrió Ino, sujetándola del brazo y, valija en mano, sacándola de la casa.


Haberse comportado infantilmente por al menos uso minutos y casi habiendo sido descubierta en la cima del tren por causa de Boruto, Shikadai, Inojin y Denki ya de por si era vergonzoso, pero haber perdido el peluche que debía entregar a la niña del hospital, y un más, el ser descubierta por Chouchou que la había visto bajar del tren…todo aquello era excesivamente vergonzoso, no es como si pretendiera ser orgullosa ahora, pero tenía una reputación mantener tanto por ser la mejor de su clase como por el apellido que cargaba. ¿En qué estaba pensando? Se reprendió Sarada, sentada frente a Chouchou, suplicándole imparablemente que no dijera nada de lo que había visto mientras su amiga solo la escuchaba en silencio,, más centrada en las papas que estaba devorando, o eso parecía.

-Por favor, no se lo digas a nadie- imploro Sarada, solo recibiendo silencio de parte de Chouchou que comía con tranquilidad. -Haré lo que quieras- rogó, dispuesta a lo que sea con tal de mantener su dignidad y reputación.

-Al contrario, me alegra- tranquilizo Chouchou, sorprendiendo a Sarada. -Eras un poquito estricta- sonrió, finalmente levantando la mirada hacia su mejor amiga.

Provenía de un clan—quizá no tal reglamentario—y por ello es que Chouchou entendía que Sarada debía de seguir normas dictadas antiguamente y preocuparse por su actuar y apariencia en pro de su dignidad, pero Chouchou sabia como era Sarada realmente;; no era tan estricta, indiferente o fría como parecía serlo a ojos de los demás; era sensible, cálida, afectuosa y muy amigable, siempre dispuesta a ayudar a quien se lo pidiese. Pero justo como ella, no dejaba de ser una niña aun y no tenía por qué presionarse a ser lo que se esperase de ella, así que…sí, Chouchou estaba muy feliz de ver por fin que su amiga era una niña como las demás y que sentía y actuaba en consecuencia, aunque…no sentía atracción romántica ni platónica por el sexo opuesto, aun, eso era lo único que faltaba pero no era tan importante, aun. Sarada se tomó un segundo, asegurándose de que no había escuchado o entendido mal las palabras de su amiga, demasiado sorprendida para poder hablar inmediatamente, sopesando que decir ante su propia estupefacción.

-¿Entonces guardaras el secreto?- dudo Sarada, demasiado sorprendida como para estar segura.

-Las chicas buenas tienen sus secretos- sonrió Chouchou con complicidad.

-¡Gracias!- sonrió la Uchiha, bajando la cabeza.

-Ahora, cuéntame ese secreto- curioseo la Akimichi dispuesta a ayudarla.

Ya estaban implicadas en eso, o salían de eso juntas o se quedaban estancadas.


Se dejó guiar por Ino en todo momento, tanto por resignación como por simple lógica ya que su amiga era al artífice de todo eso y se suponía—logísticamente—que sabía a donde iban. La vedad es que distraerse un poco y dejar de ver su laborioso entorno de trabajo por un solo día ya de por si era un descanso bien recibido y ante el que Sakura no podía prestar queja de ninguna clase.

-Te tengo una sorpresa- comento Ino, sonriendo con orgullo.

-¿Qué cosa?- Sakura no supo que pensar porque, como siempre, su amiga era impredecible

-¿Dónde estamos?- señaló la Yamanaka, observando el entorno para desconcierto de su mejor amiga. -No me digas que no lo recuerdas- se jacto con arrogancia, aunque justificada.

Le había tomado tiempo y una exhaustiva pero fructífera investigación descubrir donde había tenido lugar la primera cita de su mejor amiga, y actualmente Ino podía enorgullecerse de tener fuentes que habían conseguido los resultados que ella quería, todo por el bien de Sakura. Siempre trabajaba, incluso descuidando ignorando cosas que merecía tener, porque hasta la fecha su mundo giraba en torno a dos cosas; su hija a quien amaba con toda el alma, y su trabajo. El lugar en que estaban—en su inmensa belleza y serenidad—era un lugar importante para ella, obviamente, pero le sorprendía que Ino supiera o sospechase el motivo por el que se sentía a gusto allí.

-¿Lo sabias?- se sorprendió Sakura.

-No subestimes a una amiga- advirtió la Yamanaka con absoluto orgullo y vanidad. -Investigue y aquí fue donde Sasuke y tú tuvieron su primera cita- pronuncio satisfactoriamente, elogiando su recursos de investigación y su sabiduría, si así podía dignar a catalogarse.

-¿Cita?- repitió Sakura con un deje de ironía y divertimento en su voz. -Apenas fueron dos minutos y medio- admitió, quitándole cierto grado de importancia al asunto.

-¡No quiero saber más!- corto Ino que, como siempre, intuía doble sentido donde no lo había, en lo absoluto. -Tú quédate aquí y empápate en recuerdos- insto dictatorial, sujetando a su amiga de los hombros y guiándola hasta sentarla sobre la banca, sin permitir cualquier clase de reproche. -Hasta luego- se despidió como si nada ante la confusa mirada de Sakura.

Había accedido a aquella petición por Ino, porque ella quería animarla luego de haber intentado atentar contra su vida en un instante de desesperación que Sakura lamentaba con horror haber llegado siquiera a concebir, pero eso era el pasado, y ahora—sentada sobre esa banca y a solas con sus pensamientos—Sakura era capaz de divagar en sus recuerdos, en aquellos recuerdos que eran motivo de alegría en lugar de tristeza y desdicha, un pasado que la hacía infinitamente feliz y cuyos días parecían incapaces de volver a tomar partido, no en las circunstancias actuales. Pero era infinitamente glorioso soñar y rememorar lo que había sido:

Era tan extraño…Sasuke había regresado hacía apenas una semana, por fin, luego de dos años y medio separados después del final de la guerra volvían a estar juntos, porque esta vez todo era diferente; ambos sentían algo el uno por el otro, o eso es lo que Sasuke le había dicho inmediatamente al regresar y verla, desde ese día eran inseparables a su propio modo. La verdad es que ni Sasuke ni ella sabían cuánto tiempo pudieran pasar juntos, puesto que, con toda seguridad, él habría de partir en otra misión, Sakura lo entendía bien, pero por ahora querían estar juntos la mayor cantidad de tiempo posible, ya habiendo establecido su…"relación", pero eso no significaba en lo absoluto que interactuasen en público o delante de otros, por el contrario, tenían lugares—por ahora—solo conocidos por ellos a los que acudir estando solos por un lapsus corto de tiempo pero que para ambos resultaba infinito. No tenían prisa alguna, el primer beso no sucedía aun y no es como si ambos apresurasen este hecho, sucedería cuando tuviera que suceder como todo lo demás, pero en ese momento a solas en su propio lugar—en su primera cita—solo disfrutaban de estar juntos, compartiendo un silencio que lejos de distanciarlos los aproximaba aún más entre sí.

-Desearía saber qué hacer en momentos como este- menciono Sasuke haciendo que ella lo observase confundida. -Pero la verdad no tengo idea- admitió, sabiendo que podía confiar en ella.

-Yo tampoco sé que hacer- rió Sakura, recargando la cabeza contra su hombro, -pero supongo que habrá que aprender- supuso resignadamente, encogiéndose de hombros.

Realmente era extraño todo aquello porque quizá, ninguno de los dos, en el pasado jamás, hubiera llegado a imaginar que una simple palabra—al regreso de Sasuke hacia apenas una semana—sería el detonante de todo, el detonando de una dependencia tan positiva y que tenían el uno por el otro. Luego de la guerra Sakura se había mudado a un apartamento, sola, ya era lo bastante mayor como para subsistir en solitario y contaba con un trabajo más que digno en el hospital, y con semejante ventaja de por medio y sin chaperones, —porque Naruto e Ino no contaban—Sasuke y ella podían estar juntos cuanto quisieran, aunque sabían que esa primera cita no duraría más de un segundo o dos segundos más. Sasuke debía reunirse con Kakashi por un motivo que Sakura aún no sabía, esperando que no tuviera que partir nuevamente en otra misión, habiendo pasado tan poco tiempo juntos. Bueno, en conclusión su primera cita había durado—en promedio—unos dos minutos y medio o tres cuando mucho, pero para ambos era perfecto, más que suficiente…

-Cuántos recuerdos…- suspiro para sí misma, volviendo a la realidad presente, observando la vista ante sus ojos y que, afortunadamente, poco y nada había cambiado desde la última vez en que había estado ahí, -apuesto a que Sasuke ya lo olvidó- se dijo de forma pesimista, suspirando profundamente, intentando no desanimarse por sus propios y felices recuerdos. -¿Dónde estarás ahora?- pregunto al aire, sin esperar cualquier clase de respuesta.

Se reprendió a si misma por sus palabras, claro que Sasuke pensaba en ella tanto como ella pensaba en él, lo sabía, lo sentía cada mañana. Luego de haberse casado, Sasuke le había garantizado que aun cuando estuviera separados físicamente, sus sentimientos los mantendrían unidos, solo bastaba que iniciaran el día y abrieran los ojos penando en el otro y sabrían que todo estaba y estaría bien. Ambos recordaban con increíble precisión cada momento juntos, sus primeras citas, los primeros besos, su noche de bodas y todas aquellas compartidas, el nacimiento de Sarada y la efímera felicidad que habían compartido y que permanecía latente en sus recuerdos, porque por ahora era lo único que tenían para evocar sus sentimientos; recuerdos, pero llegaría ese momento en que ya no tuvieran que sufrir por la distancia.

Volverían a estar juntos.


Cada vez que intentaban o parecían acercarse a la ubicación de aquel peluche, todo parecía salirse de control, detonando que se encontrasen en ese momento en una situación por más irrisoria o absurda, siguiendo la corriente de un rio que transportada una seguidilla de paquetes, pero eso no le importaba a Sarada, le había dicho a su madre que cumpliría llevando aquel peluche al hospital y cumpliría al pie de la letra con lo pactado. Ahí estaba aquel molesto paquete, flotando con la corriente del rio hacia donde estaban, o frente a ellas, no había una manera precisa de detener el paquete, nadar era una locura porque la corriente y el cauce del rio se volvían más indómitos a medida que se sumergía en él y eso Chouchou podía verlo desde el exterior. Si iban a actuar debía de ser pronto, peor no sin un plan, eso era fundamental.

-¿Qué hacemos? La corriente aumenta rio abajo- evidencio Chouchou, intentando pensar para ayudarla y pronto.

-Si el ninjutsu sirve para algo; es para esto- menciono Sarada sin más.

Ejecutando la correspondiente posición de manos, Sarada hizo todo lo posible por mantenerse tranquila y relegar la emociones o sentir innecesario al lugar más remoto de su mente, avanzando de forma lenta pero segura hasta el cauce del rio, siendo sumamente cuidadosa mientras daba sus primeros pasos sobre la superficie del agua. De su madre había aprendido a tener un control casi perfecto de su chakra, pero una cosa era practicar en un muro de ropa, trepar un árbol o caminar sobre un rio o lago prácticamente plano y tranquilo, pero el rio en cuestión no era nada de eso, la corriente la hacía tambalear ligeramente, haciendo que sus pasos fueran incierto e inseguro, retrocediendo un paso y avanzando dos más cada vez. La Akimichi observo tanto con sorpresa como temor como su amiga avanzaba contra todo pronóstico, acercándose hacia aquel paquete que lentamente se acercaba en su dirección, confiaba en la inteligencia y los métodos de Sarada…pero temía que pasara algo imprevisto y perdiese el equilibrio, o peor aún, que se hundiese.

-En esta corriente es una locura- reprocho Chouchou.

-No me hables- silencio la Uchiha.

-Concéntrate, concéntrate, si te distraes un poquito te hundirás en el rio- intento animar la Akimichi, aunque dudaba que esto sirviera de mucho.

-Ya lo sé- refunfuño Sarada.

Con el alma en vilo, Chouchou se cubrió la boca para no decir algo más que pudiera hacer perder la concentración a su amiga, reservándose las palabras para más tarde, conformándose con ser una simple espectadora que contemplaba aquella situación con un mal disimulado nerviosismo. Solos dando dos sutiles pasos más, con igual cuidado que cada uno de los dados anteriormente, Sarada se detuvo y aguardo pacientemente hasta que—apenas unos segundos después, la natural corriente del rio hubiese guiado el paquete hasta donde estaba, tomándolo del agua y sosteniéndolo con fuerza para convencerse a sí misma de que lo había conseguido y que, casi, podía sentirse orgullosa por ello, bueno, luego de todo el jaleo emprendiendo desde que lo había perdido hasta ese momento.

-¡Lo tengo!- celebro la Uchiha, sonriendo mientras sostenía en su mano aquel valiosísimo paquete.

Descubriéndose los labio y sonriendo de oreja a oreja, Chouchou pensó en gritar y celebrar a su amiga por su victoria, porque bien merecía ser celebrada ante toda la odisea que había tenido que soportar y librar para llegar a ese momento, pero algo se lo impidió…o alguien mejor dicho, representado por un coro de voces lejanas pero no demasiado y que hicieron estremecer Chouchou, porque las reconocía. Dentro otro lado del rio, en una corriente aledaña pero ligeramente separada por un mediano muro de roca que bloqueaba y obstruía la visión, se encontraban Boruto, Denki, Shikadai e Inojin en una aparente tutoría de pesca enfocada del Uzumaki al Kaminarimon. La Akimichi no supo que hacer, si Sacada se daba cuenta…

-¿Boruto?- reconoció Chouchou, sin darse cuenta del tono de su voz.

Con Shikadai e Inojin sentados tras ellos, solo disfrutando del ambiente, Boruto se dio con diversión a enseñarle a Denki como pescar, no es como si en lo personal fuese un profesional en el tema de la pesca ni nada, no, pero era una actividad con que divertirse y ser lo que eran; niños. Además Denki conocía las experiencias territoriales que ellos si tenían, y explicárselas resultaría por demás divertido, tanto para Denki como para ellos mismos.

-Aquí de seguro vas a pescar algo- garantizo el Uzumaki, instruyendo a Denki.

Escuchando el repentino jadeo de parte de Chouchou, Sarada sintió como si se le helara toda la sangre del cuerpo, como si su piel hubiera perdido el calor viviente y como si todo en su mente y alrededor hubiera cesado su natural funcionamiento. Ya había huido o zafado de quedar en evidencia delante de ellos aquella mañana, pero ahora…por Kami, jamás superarían eso, su reputación y dignidad seria pisoteada de la peor forma, aun más delante de Boruto que era un completo idiota, no podía permitirlo; pero por mucho que quisiera mantenerse tranquila y resistir, salir de ahí y pronto para no ser descubierta, la Uchiha sintio como el agua cedía bajo el ella, conduciéndola a lo inevitable.

-¿Boruto?, ¿Dónde?- se asustó Sarada, perdiendo inevitablemente la concentración.

-¡Sarada!- jadeo Chouchou, intentando no ser oída.

Afortunadamente su amiga no hubo sido ajena a que eso pasaría, arrojando el paquete hacia Chouchou quien consiguió atraparlo con seguridad, viendo a su amiga sumergirse en el agua, algo que en se momento resulto tanto provechoso como preocupante; provechoso ya que así Boruto no la vería, pero preocupante porque no podría aguantar la respiración o quedarse bajo el agua, o no por demasiado tiempo. Bajo el agua, conteniendo la respiración en la medida de lo posible, Sarada lucho con la corriente, intentando no ser arrastrada, pero inevitablemente siendo conducida lejos de Chouchou, o eso es lo que sentía. Shikadai levanto la mirada abruptamente, creyendo haber oído una voz familiar para él, su reacción no pasó inadvertida para Inojin que-sentado a su lado-levanto curiosamente la mirada hacia él.

-¿No oyeron algo?- indago Shikadai, seguro de haber oído algo esta vez.

-¿Tu imaginación, otra vez?- bromeo Inojin.

-¿Así?- consulto Denki, introduciendo el anzuelo de la caña en el agua.

-Muy bien- asintió Boruto, ansioso por la productividad de sus "clases", -podrás pescar al rey del rio- asevero, orgulloso.

-¿Podrá pescarlo?- murmuro Inojin.

-Bueno, parece imposible- contesto Shikadai, sin prever el resultado.

Hasta ahora las clases de pescar habían dado frutos, si así podía decirse, pero eso no significaba que hasta ahora hubieran pescado algún pez, todo lo contrario, así que imaginar tener la suerte de atrapar un pez era bastante incierto, para ambos, pero Boruto por otro lado no parecía en lo absoluto dispuesto a rendirse. De pronto, el anzuelo se hundió más en el agua y el hilo de la caña se tensó, visiblemente cargado de peso, un peso que parecía forcejear para liberarse, sorprendiendo a Denki que tironeo de la caña, intentando sacar aquello del agua, sin éxito alguno.

-¡Boruto!- advirtió Denki, forcejando levemente con la caña.

-Es el rey, no hay duda- anticipo el Uzumaki, con emoción. -¡La red!, ¡Traigan la red!- apremio a Shikadai e Inojin.

Ayudando a Denki y forcejeando igualmente con la caña, Boruto sintió u observo por el rabillo del ojo a Shikadai e Inojin que desheredando apresuradamente la red, se situaron tras ellos que, lentamente, consiguieron comenzar a elevar el azuelo del agua, contemplando una figura o silueta inentendible bajo la superficie el agua y que se hacía más grande cuanto más se acercaba a ellos, finalmente y con esfuerzo, pudieron ver que era lo que estaba bajo el agua. Forzada por el asuelo que se había enganchado de uno de los extremos de su ropa, Sarada salió del agua, bufando de forma inaudible, iracunda con ellos-que la observaban entre incrédulos y sorprendidos-y con la situación mientras recuperaba de sutil e imperceptiblemente el aliento

-Sarada…- murmuro Shikadai, incrédulo.

-¿Qué estás haciendo aquí?- pregunto Inojin, igual de sorprendido y sin palabras.

-¿Qué haces en el rio?- indago Boruto, incapaz de entender la situación

-Tenía calor y quise nadar- respondió Sarada, quitándose los lentes y apartándose el cabello húmedo de la frente, -¿Algún problema?- cuestiono un tono de voz tan amenazador que los congelo por completo.

-Ninguno- contestaron los cuatro en el acto

Al menos, su dignidad seguía intacta.


-Ya llegué- anuncio Sakura, cerrando la puerta tras de sí.

El atardecer filtraba la luz ambarina y anaranjada hacia el interior de la casa, en una hermosa mezcla de colores que le dio la bienvenida a Sakura, extrañada ante el silencio reinante. Se sentía renovada, tranquila y amena, la experiencia de estar al menos un día fuera de casa le había recordado lo feliz que se había sentido hace casi diez años atrás, ante de que naciera Sarada, cuando viajar y estar juntos había pareció ser todo lo que Sasuke y ella parecían necesitar para estar tranquilos, toda la experiencia—ideada por Ino—le había hecho recordar que es lo que estaba esperando, a quien y porque, y que esa espera valía la pena. Sosteniendo su valija, Sakura cruzo el umbral del pasillo de camino a la donde ingreso, encontrando a su hija en la misma circunstancia en que la había viso el día antes de su partida, cocinando tranquilamente y el silencio, con el mandil puesto para no ensuciar su ropa y sumergida en sus propios pensamientos aparentemente, pero consiente de que estaba ahí.

-Hoy no hacía falta que cocinaras tú- menciono Sakura, abochornada por legarle ese trabajo a su hija, dejando la valija junto al sofá.

-¿Cómo te fue?- curioseo Sarada, sin despegar la vista de su labor

-Me divertí mucho, gracias- sonrió Sakura, abrazándola por la espalda, besándole la coronilla y acariciando cariñosamente sus cabellos. -La sopa de miso huele delicioso- felicito, orgullosa como siempre.

-Hoy le puse tomate- menciono Sarada, eligiendo complacer a su madre en su regreso.

-Es raro en ti- comento Sakura, sabiendo que aquel no era uno de los gustos de Sarada. -Pondré los palillos- aviso, separándose de su hija. -Por cierto, ¿llevaste el peluche?- indago más por curiosidad que como comprobante

Si, lo había hecho, había entregado aquel paquete a la niña que necesitaba ese peluche y se había sentido satisfecha pese a la ruta enrevesada que había tenido que tomar y todas las experiencias que había tenido que atravesar para perder y recuperar aquel peluche, siendo ayudada por Chouchou. Había estado a nada de quedar en evidencia ante Bruto, pero había decidido fingir que la situación le era indiferente y no le importaba, saliendo exitosamente de un predicamento personal. Pero, había sido una prueba a su entender, sigilo, control de chakra y compañerismo—junto a Chouchou—había sido una experiencia productiva, si veía las cosas positivamente y lo hacía. Aunque, y se lo había preguntado durante su incursión…¿Sus padres habían tenido que lidiar con algo así a su edad? Le divertía pensar en sí, pero se reservaría la pregunta para otra ocasión.

-Si, fue fácil- se jacto Sarada, como si nada volteando finalmente y sonriéndole a su madre.

Por ahora era mejor no dar detalles, lo sucedido en el rio se quedaría en el rio.


PD: quería actualizar durante el inicio de esta semana, pero me sentí mal, agotada y estresada sin saber porque, así que estuve escribiendo la actualización hasta ahora :3 El próximo capitulo no tiene titulo aun, pero les aseguro que eso no es negativo, sino que todo lo contrario :3 la alusión hecha a la amistad o "relación" entre Boruto y Sarada tiene fundamento porque en en futuro pienso hacer otro fic sobre ellos-cuando "Boruto: Naruto Next Generations" este más avanzado y tenga más información-porque creo que ellos junto con Mitsuki merecen tener su propia historia que creo que no cobro tanta importancia en el clip de la batalla contra Kawaki, y porque shippeo el BoruSara, pero les repito que necesitare más tiempo, al igual que con este fic para tener más momentos SasuSaku con que trabajar :3 También dedico la actualización a DULCECITO311 (cuyos comentarios adoro y a quien prometo actualizar "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" mañana o el domingo y "La Bella y La Bestia" durante la próxima semana) y a ryomaysakuno93 (que ansiaba la actualización y con quien me disculpo por la demora) :3 muchas gracias mis queridos amigos, amigas y lectores, gracias por la atención que tienen al leer, comentan o seguir la historia en todas sus formas :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3

Fics proximos:

-Operación Valkiria (casting y resumen ya hecho)

-Sasuke: el Indomable (casting y resumen ya hecho, y la historia ya visualizada)

-Cazadores de Sombras (con el prologo y tres primeros capítulos ya hechos)

-El Siglo Magnifico: Indra y el Imperio Uchiha (sin casting pero con la historia ya visualizada)

-El Siglo Magnifico: Mito, Mei & Mikoto (casting ya hecho, sin resumen y con la historia ya visualizada)

-La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber (casting y resumen ya hechos, historia visualizada y diseñada en conjunto con el vestuario)