-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke, Sakura y Sarada) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3
Sentada sola y fuera de la torre, sobre el suelo, con las rodillas pegadas a su pecho y la vista baja, Sarada se mantuvo callada y reflexiva, como acostumbraba a hacer cuando su mente se veía turbada por pensamientos confusos agresivos para su persona. Se suponía que este día en particular, debería ser el mejor día de su vida; se había reencontrado co su padre, finalmente había podido ver a sus ojos y él a los suyos, finalmente no habían barreras de por medio que les impidieran estar cerca, finalmente había escuchado su voz, visto su rostro y concentrado en él todas y cada una de sus esperanzas…pero nada era lo que había soñado que seria, todas y cada una de sus esperanza se habían disipado por completo en un segundo. Todas las palabras e historias de su madre por fin tenían sentido, era aún más guapo de lo que hubiera imaginado, ni sus mayores anhelos le habían permitido imaginar cómo sería verlo, pero no era el hombre comprensivo, amable y atento que su madre había dicho que era, le aprecia estar frente a un extraño y eso era para ella; frió, distante, indiferente. ¿Cómo se suponía que se dirigieran la palabra? Ni siquiera la había reconocido, perfectamente podría haberla matado sin saberlo, ¿Qué diablos se suponía que esperara?, ¿Cómo tener deseos de enfrentarse a él e iniciar todo de borro y cuenta nueva? Simplemente no podía. A metros de ella y tras haber salido de la torre, Chouchou se ocultó tras una gran roca que conseguía camuflarla, observando preocupada la espalda de Sarada que si bien no estaba llorando, sufría en silencio y ella no sabía qué hacer para ayudar a su mejor amiga.
-La verdad es que no soy buena con este tipo de situaciones…- sabia como tratar los sentimientos con la mayoría de las personas, como distraerlos…pero Sarada no era como cualquier persona. Devorando la última patata frita, reparo que la bolsa que sostenía estaba vacía, más ni lenta ni perezosa no tardo e sacar otra de su morral y animarse devorando la bolsa, -cuando me las acabe, iré a hablar con ella- decidió, necesitando su propio tiempo.
Estaba convencida de que Sarada la entendería tanto como ella misma la entendería si estuviera en su lugar. Alzando la mirada hacia su amiga, pendiente de ella desde la distancia, Chouchou se sorprendió al ver al Séptimo aparecer, situándose tras Sarada. Sintiendo un suave tacto contra un hombro y que lentamente la hizo girar su rostro para encontrarse con la presencia del Hokage. Quería llorar, en verdad quería hacerlo, pero no tenia fuerzas ni tiempo, si tenia la labor de ser un ninja—razón por la que había entrado a la academia—no podía dejar que sus emociones la dominaran, eso era un error imperdonable en el curso de vida que tenía en mente. No sabía que pensar sobre el Hokage, era todo lo que le habían dicho que seria, una especie de padre y guía para todos aquellos que lo rodearan, ella así lo veía, su presencia era reconfortante y la hacía sentir segura, más en esos momentos no quería la compañía de nadie, solo quería estar sola con sus pensamientos, sola e intentando descifrar todas las mentiras que le habían contado y que hoy nada parecían tener que ver con la realidad. Situándose en cuclillas junto a Sarada que aparto la mirada, era imposible para Naruto no rebobinar al pasado y recordar a su mejor amigo así como a Sakura, sabía que esa niña estaba pasando por momentos tan difíciles como los que él, Sasuke y Sakura habían transitado en su momento, pero no podía darse por vencida sin haber enfrentado aun su primera lucha, necesitaba hacerle entender eso.
-Sarada, ¿puedes confiar en esto?- pidió Naruto pacientemente, solo consiguiendo silencio como respuesta y la fría mirada de la Uchiha. -Tu papá es un ninja inigualable- aseguro no sabiendo que decir exactamente para animarla.
No podía dudar de estas palabras, su padre tenía una reputación que los precedía ampliamente y mucho, dudaba que otro hombre en el mundo consiguiera ser tanto invencible como intimidante y eso únicamente conque su nombre fuera conocido para el mundo. Como Shinobi su padre no tenía macula alguna sobre su nombre que ensombreciese su trayectoria, pero como un hombre cualquiera…esa era otra historia. No albergaba recuerdos de su padre, no albergaba momentos pasados en que lo hubiera sentido como una figura presente, ni siquiera su voz diciéndole alguna palabra cariñosa conseguía resonar en su mente. Para ser un buen shinobi, no es necesario ser un mal padre, se dijo Sarada mentalmente, apartando su mirada de la del Hokage que aprecio decepcionado al no conseguir animarla.
Solo y en penumbras en el interior de la torre, Sasuke reflexionaba el modo en que sus arrepentimientos habrían de seguirlo incluso hasta la tumba, porque había errado como pocas personas, aun sabiendo que existían dos caminos a seguir, en lugar de haber permanecido del lado de la verdad y el honor se había dejado engañar y poseer por la ira, el odio y el rencor, no había sido capaz de ver la bruma que cubría sus ojos, había creído tener todas las respuestas necesarias para su persona, no importándole en lo absoluto lo que sucediera con el resto del mundo. Ni aunque lo intentase, no le alcanzaría una sola vida que vivir para remediar todo cuanto había hecho y como se había traicionado a si mismo, pero lo que había hecho y no tenía perdón. En silencio trazo el fino espacio, apenas una delgada línea hecha por el filo de su propia espada…cuan cerca había estado de infringir el mayor dolor existente no solo para Sakura sino también para él. A nada había estado de tomar la vida de su propia hija. Aun sentía desprecio contra sí mismo por todos los errores del pasado, pero en ese momento sintió como si todo lo hecho fuera nada y que la paranoia que a nada había estado de llevarlo a tomar la vida de su hija pudiera condenarlo en un segundo. Con fervor, el Uchiha hubiera deseado regresar a los antiguos días, esos momentos en que todo había parecido absolutamente fácil, los días de mayor alegría…
Sakura se acomodó mejor sobre la cama, apenas y había despertado hacia unos minutos atrás, más nada facilitaba su día a día, no con un embarazo de casi nueve meses que temporalmente le impedía levantarse de la cama por el dolor de espalda, y la anemia que padecía no la ayudaba a lidiar con los contables malestares del embarazo cuyo hijo o hija en camino seguía siendo un misterio; teniendo dos padres tan particulares en cuanto a carácter, el bebé en camino-fuera niño o niña-daba claras señales de no ser para nada dócil. Para Sasuke que hubo terminado de vestirse para partir a la nueva misión que Kakashi le había encomendado, no resultaba una opción separarse de su esposa ante su avanzadísimo estado de gestación, pero Sakura había insistido en que estaría bien y que aún quedaba tiempo para que se produjera el nacimiento, tiempo de sobra para que él cumpliera con la misión y regresara para estar presente.
-Cuando nazca nuestro hijo le reprochare obligarme a guardar reposo- musito la pelirosa, acomodándose mejor sobre la cama.
La mayoría de las personas que conocían a Sasuke generalmente se grababan una idea muy errónea de él, aunque lo cierto es que no podía importarle menos; frió, indiferente, sin ningún tipo de ápice o interés por los sentimientos de los demás y en parte era cierto, pero solo si se trataba de aquellos ajenos a él y que no tuvieran importancia en su vida. Observando con atención a su esposa, pro el rabillo del ojo Sasuke reprimió tanto como le fue posible una difusa sonrisa al verla tan frustrada y a la vez tan tierna. La verdad es que había intentado aplazar o no realizar esa misión. Ya de por si debía pasar tiempo lejos de su esposa, pero ahora no quería dejarla sola faltando tan poco tiempo para el parto. Hubiera deseado estar presente, más intentaría volver lo antes posible. Dándose una última mirada en el espejo, vagamente, el Uchiha se aproximó a la cama, sentándose junto a su esposa y entrelazando su mano con la de ella como acostumbraba a hacer. Desviando su mirada hacia el vientre de su esposa, Sasuke sintió ansias de saber que sería el hijo que tendrían, ni siquiera había pensado en nombre por lo mismo, o al menos él, Sakura como siempre seguía sus propias ideas. No importaba si era un niño o una niña, para él tener una familia junto a Sakura ya de por si era un sueño que se hacía cada vez más perfecto al estar junto a ella.
-Pronto podremos partir de regreso a Konoha- sosegó Sasuke, conociendo de sobra su deseo de estar junto a sus padres y amigos aunque fuera por un tiempo muy breve, e incluso Sasuke debía recocer que extrañaba al Dobe, -espero que esta misión no se alargue y pueda regresar pronto junto a ti- consoló recibiendo a cambio una sonrisa por sus palabras.
-Decepcionaras a Kakashi si no cumples la misión debidamente- advirtió Sakura, alzando su mirada y entrelazándola con la de su esposo.
-Ya no soy el que era antes de casarme contigo- adujo el Uchiha, jugando con sus cabellos, -ahora cumplo pronto y desinteresadamente con las misiones y me apresuro para verte- corroboro haciendo reír a Sakura. -Volveré pronto- prometió Sasuke a modo de despedida, haciéndola esbozar una sonrisa ante sus palabras que conseguían doblegarla por completo mientras realizaba el habitual poke sobre su frente.
Manteniendo la sonrisa en sus labios, Sakura ni siquiera pareció inmutarse en cuanto él se levantó de la cama y abandono la habitación….apenas una semana después de eso, Sarada había nacido. Si algún día tuviera que plasmar su historia de algún modo, iniciaría con paz, continuaría con desesperación y finalmente con cierto grado de imposibilidad. Él, de entre todas las personas que existían en el mundo, él jamás había pensado en el futuro o en la posibilidad de tener lo que hoy tenia, una familia esperando por él, y aunque se sintiese indigno de ver siquiera a Sakura a los ojos luego de haber pasado tanto tiempo lejos de ella, no podía quedarse en el pasado, eso era lo más importante que Sakura le había enseñado. Cerrando los ojos por un momento, intentando dejar atrás cualquier pensamiento que se volviera una carga innecesaria para él, el Uchiha se volvió hacia las puertas, dispuesto a cuanto menos hace el intento porque a arada no se le ocurriese regresar sola a la aldea. Conociendo a su esposa, a su vez a su hija y a sí mismo, no le extrañaría que intentase eso. Al parecer había estado excepcionalmente absorto en sus pensamientos, porque ni siquiera había reparado en que no se encontraba solo. Para Chouchou que estaba tan laboriosamente en busca de su padre, debía reconocer que le tenía un poco de sana envidia a su mejor amiga, ¿Y cómo no? Mucho había oído del padre de su amiga, pero la realidad superaba toda imaginación.
-Tome- tendió Chouchou afablemente.
-¿Qué es esto?- no quería sonar grosero ni nada, pero no habría recurrido a la ayuda de esa niña en su situación, ni aunque fuera su última esperanza de obtener respuestas.
-Son de consomé- contesto la Akimichi como si fuera lo más natural del mundo. -Si se las da a Sarada, harán las paces- aclaro ya que ella misma no sabía muy bien que hacer para ayudar a su amiga.
A decir verdad, paciencia tenia de sobra, pero no para lidiar con esa niña sino más bien con su propia hija. Una parte de él quiso agradecer poder siquiera respirar tranquilo y gozar de algo de tiempo conque esclarecer el sin fin de dudas que tenía su hija, pero eso no le hubo durado mucho tiempo. Con el tiempo, se había acostumbrado a reconocer en menos de una fracción de segundo un rastro de chakra y a no olvidarlo, por lo que al reconocer el chakra de ese niño que anteriormente había intentado atacarlo, Sasuke ni siquiera reparo en que su Sharingan se activó por cuenta propia. Sarada…
-Sería tan genial que mi papá tuviera esa habilidad de salvar mujeres…- suspiro Chouchou soñadoramente, ensimismada.
Todo había sucedido demasiado rápido, lo único que Sarada sabía era que seguía molesta con su padre, aunque ya no en el mismo grado, especialmente porque había sido testigo de lo fuerte que era y…estaba impresionada. Ya que, por mucho que hubiera oído de él, nada la había preparado para atestiguarlo con sus propios ojos, protegida por el Séptimo Hokage que estaba situado frente a ella, sirviéndole poco menos que de escudo humano, viendo a su vez la espalda de su padre, sintiendo que su ira se volvía lo más fútil e incoherente del mundo, al menos por un momento. Intentando no dejarse abrumar, Sarada desvió su mirada hacia los recién aparecidos enemigos, solo reconocía al niño con el Sharingan que la había atacado, y su padre, pero el hombre junto a él y que vestía unos ropajes con nubes rojas…era completamente desconocida para ella. Tranquilo al estar seguro de que Naruto protegería a Sarada en todo momento, Sasuke no aparto su vista de aquel hombre, en ningún momento. Al niño que yacía inconsciente sobre el suelo si lo recordaba, ¿Cómo no hacerlo? Pero por otro lado, no sabía quién era el hombre junto a él, cubierto de Sharingan. Inevitablemente el nombre de Orochimaru se le vino a la mente por mera inercia, pero…¿Por qué Orochimaru intentaría algo contra él a esas alturas? No, tal vez no precisamente contra él, pero de una u otra forma sabía que estaba involucrado mientras lo veía levantarse. A él podían atacarlo de mil y un formas si así se les ocurría, pero a su hija nadie se le acercaría mientras él viviera.
-Ya veo…así que este es el poder de tus ojos, Sasuke Uchiha- murmuro Shin, recobrando el aliento. -Es lo que necesito para el renacimiento de Akatsuki- esta última palabra la pronuncio con dicha y anticipación.
-¿Akatsuki?- repitió Naruto, sintiendo un escalofrió recorrerlo a causa de recuerdos pasados, -¿Quién eres…?- intento no sonar tan autoritario, más aun así su voz sonó como una clara demanda.
-Mi nombre es Shin Uchiha- contesto el hombre, sin más.
-¿Shin Uchiha?- murmuro Sarada desde donde estaba, confundida. -Pero ese era…
No quería vanagloriarse ni nada de eso, menos a esas alturas, pero el niño que yacía inconsciente era el único Shin Uchiha que ella conocía, el mismo le había dicho su nombre luego de que ella se lo hubiera preguntado. ¿Cómo podían existir dos personas con el mismo nombre? Las imágenes corrieron completamente desbocadas al interior de su mente, como un torbellino de hechos sin sentido, pero que ordeno tan pronto como le fue posible con tal de obtener sentido y respuesta a sus propias preguntas: Sarada se volvió, encontrando a un extraño chico que había hecho acto de aparición en su camino, y si hasta entonces su aparición había resultado confusa, lo fue más al verlo levantar la vista, encontrándose con…¿el Sharingan? Quería creer que se estaba equivocando pero no, lo era, pero ¿Cómo era posible? Solo los miembros del Clan Uchiha, exceptuando a Kakashi por obvias razones, podían tener ese Doujutsu y Kekkei Genkai, y solo quedaban dos Uchihas conocidos sobre la faz de la tierra, ella y su padre…¿Quién era ese niño? Algo le decía a Sarada que tuviera cuidado con él y lo hizo, volteando a verlo por completo, posicionándose frente a Chouchou como un escudo para permitirle recuperarse. Si esto era una posible batalla, era necesario que ambas pudieran pelear a la par, la norma central una misión como equipo—aunque ellas no podían considerarse como tal al no haberse graduado de la academia y ser Kunoichis en entrenamiento—era ayudarse y eso harían.
-Esos ojos…- reconoció Sarada, tragando saliva de forma inaudible, -¿Quién eres?- interrogo, haciendo lo posible para ocultar su confusión.
-Shin Uchiha- contesto el niño sin dejar de verla fijamente.
-Tiene el mismo nombre que su hijo- concluyo Sarada por fin.
Para que dos personas existieran, teniendo el mismo nombre…o era una mera casualidad, o en este caso—así lo creía ella—estaban vinculados de alguna forma, que en aquella situación era lo más plausible. Además, ese niño le había dicho que "su padre" le había dado la misio e secuestrarla, no había otra respuesta en ese momento, más se mordió la lengua al soltarla tan abruptamente, quizás se estuviera equivocando—realmente no lo creía, pero…-al analizar los hechos ante ella de ese modo, razón de más por la que en momentos así se debía callar. Su padre le había reprochado haberse expresado co semejante animosidad y por no haber controlado sus emociones, y aunque sabía que él tenía razón…era prácticamente inútil ir en contra de su propia naturaleza. Escuchando las palabras de su hija, Sasuke supo que alguien además de él había llegado a la misma respuesta sin demasiado esfuerzo, aunque en su caso tenia además en mente una lista de posibilidades sobre cómo es que un individuo así estaba no solo tras suyo, sino también tras su hija. No solo era un posible peligro para la aldea, sino que más en concreto lo era para su familia, para Sarada y Sakura. Una parte de él sintió—por más desatinado que fuera—una pisca de alegría que intento minimizar dentro de su pecho y su mente. Por fin y después de tanto tiempo, finalmente era un hecho; volvería, tenía la excusa perfecta para postergar la misión aunque fuera por unos días, unas semanas. Jamás pensó sentirse tan dichoso por causa de un problema, más de toda formas sabía que no podía ni debía confiar, no ahora, no aun.
-Cuando te encerremos, te sacaremos la verdad- fue todo cuanto Sasuke pudo decir, ya que un ataque como este se juzgaría en consecuencia. -Hasta entonces, guarda silencio- espeto fríamente.
-¿Son padre e hijo?- repitió el Uzumaki tras suyo, no creyendo lo que oía. -Está usando a su hijo como escudo…- sintió como su sangre hervía al interior de sus venas.
-Naruto, protege a Sarada- recordó Sasuke, a él poco y nada le importaba el modo que otros tuvieran para sostener un combate, no había escrito las reglas, ¿Por qué le interesaría hacer ahora?
-Claro, mientras esté aquí, no podrán tocarla- contesto Naruto mecánicamente, permaneciendo donde estaba. -Tú tampoco te confíes- advirtió, sabiendo que descuidarse por tan solo un segundo acabaría por ser un error fatal.
Estaba tan acostumbrado a mantenerse donde estaba, a usar el chakra de Kurama como escudo y a mantenerse—técnicamente hablando—fuera del campo de batalla, cediéndole terreno a Sasuke, que…cundo sintió una especie de molestia de forma repentina tras ver a su amigo abalanzarse contra el enemigo, primero creyó que se estaba imaginando cosas, era lo normal. Pero pronto la molestia generada se volvió una dolencia persistente a la altura de su abdomen, una molestia que lo hizo jadear entre dientes, sintiendo el dolor esparcirse de forma abrupta y aún más confusa para él que nada que hubiera sentido o vivido antes. A la par que el Hokage bajaba la mirad apara sabe el origen de esta dolencia, Sasuke y Sarada voltearon a verlo tras lo que para ambos—especialmente para Sarada—paso como un movimiento relampagueante. De alguna manera inexplicable—y era inexplicable porque según las normas establecidas algo semejante era una completa imposibilidad—la espada de Sasuke se había literalmente zafado de su mano e impactado de lleno contra el Uzumaki, a la altura de su abdomen. Podían haber circunstancias adversas en una batalla, pero ni aun pensando en cómo eso había ocurrido, Naruto pudo ignorar el punzante dolor conforme la espada se clavaba más contra su carne, haciéndolo retorcerse y perder el equilibrio, apoyándose en el suelo para no caer. Remordimiento y confusión fueron lo que Sasuke sitio de forma casi inmediata por haber sido descuidado justo como Naruto le había advertido hacia tan solo unos momentos atrás, porque el error era suyo.
-¿Cómo paso esto?- por un momento, Sasuke sintió como si el aire se le estancase en los pulmones producto de la culpa.
-Este es mi poder ocular- se carcajeo Shin, satisfecho tanto por el resultado como por la impresión causada. -Ahora que ya tuviste una prueba, no vas a distraerte, ¿o sí?- bromeo con su mirada centrada en Sasuke.
Tanto Sasuke como Sarada, desde donde estaban, vieron la marca en la palma de la mano que Shin alzo, parecía ser un dibujo o algo parecido, pero fuera lo que fuese el posible detonante, esa marca tenía mucho que ver con el hecho de que la espada del Uchiha se clavara aún más contra su carne, profundizando la herida que Naruto ya tenía. Intentando no retorcerse de dolor tanto por la confusión como por la sorpresa que sentía, Naruto no vio o reparo en el delgado hilo de sangre que se deslizo entre sus labios. La falta de practica ra un error fatal en el mundo ninja y no fu sino hasta ahora que Naruto se hubo dado cuenta de ello, mientras que Sasuke tenía poca posibilidades de no llegar a librar una batalla de forma rutinaria, el pasaba el tiempo en su oficina, desligado de los antaño gloriosos combates que había ganado. Resultaba vergonzoso el modo en que el tiempo comenzaba a pasarle factura. Tan pronto como pudo y sumamente preocupad por el Séptimo Hokage, Sarada se situó a su lado, esperando poder ayudarlo de alguna forma al ser una víctima colateral de este hombre llamado Shin y que por alguna extraña razón parecía—en realidad no parecía sino que era más bien un hecho—tener intereses en el Sharingan de su padre y a la par en ella misma. Que el séptimo Hokage estuviera herido en ese momento era culpa de cualquiera de ellos, pero no del Hokage.
-¡Séptimo!- jadeo Sarada, angustiada.
-No te preocupes, Sarada. Estoy bien- contesto Naruto, recuperando el aliento. -Con su poder ocular puede controlar las armas de los otros- descifro sin necesitar ver mejor la marca que ese sujeto tenía gravada en la mano.
La herida de Naruto no era ni sería grave bajo ningún concepto, especialmente si se tenía en cuenta que tenía el chakra del Kyubi para curarse, por lo que Sasuke pudo apartar la mirada de su hija y su mejor amigo para poder concentrarse en Shin. Fue en ese momento…a su mente vino el instante en que su espada había entrado precisamente en contacto con la marca que ese tal Shin tenía en la palma de la mano. Ni siquiera había reparado en los difusos hilos de sangre que habían manchado la hoja de su espada. ¡Justo en ese momento debió poner una marca en mi espada! Se había confiado y dejado el momento propicio para un error y saberlo solo hacía que se molestar aún más consigo mismo. El mundo y la realidad se trataba de variables, no siempre se podía controlar todo, aun así lo único que en ese momento podría haberlo preocupado era Sarada, y que el chakra de Kyubi que hasta entonces había servido como escudo comenzar a evaporarse a causa de la propia debilidad por la herida en que Naruto obligatoriamente debía concentrarse. El peor de los escenarios se manifestó en la mente de Sasuke al recordar la especie de fragmentos metal punzo cortantes que el chakra del Kyubi había mantenido al margen pero que en ese preciso momento se hubieron dirigido en una sola dirección; Sarada. Tan concentrada como estaba en el Séptimo Hokage, lo único que dio a Sarada un índice de que había problemas fue la respiración de su padre como un repentino y semi contenido jadeo contra su nuca y que la hizo voltear…
-¡Papá!- gimoteo Sarada, asustada y con el alma en vilo.
Si ya anteriormente se había sentido como una completa tonta, ahora se sentía como la estúpida más grande del mundo; había juzgado terriblemente mal a su padre que había recibido heridas que debían de haber estado destinadas a ella. Había pensado en él como el ser más insensible del mundo—teniendo en cuenta las circunstancias de su encuentro—, pero en realidad la había protegido sin siquiera dudarlo como haría cualquier padre, estando más que dispuesto a arriesgar su vida por la de ella. Sitio las lágrimas en sus ojos, preocupada como enternecida, reparando en sus propios errores y deseando de todo corazón volver el tiempo atrás en relación a los últimos acontecimientos y no ser en lo absoluto tan prejuiciosa como lo había sido…hubiera deseado de todo corazón que todo hubiera sido diferente. No había tenido tiempo de pensar, de imaginar otra posibilidad, se trataba de su hija, y por ella y Sakura estaba dispuesto a entregar su vida mil y un veces si hiciera falta, y aunque hubiera sido mejor—analizando el caso con detenimiento—apartar a Sarada de la trayectoria del impacto en lugar de situarse como un escudo para protegerla, sin problema alguno lo hubiera vuelto a hacer, aunque el dolor por las heridas indicara lo contrario. Además, ser imprudente era no solo una naturaleza para su hija sino también para él mismo, aunque bien sabía que Sakura lo reprendería al enterarse del modo en que nuevamente había corrido riesgos…como siempre, aunque no le sirviera de mucho pensar en eso para salir indemne de la situación, no esta vez.
-Como humanos, la paz detiene nuestro progreso y evolución- cito Shin con aparente obviedad. -Eso fue lo que les paso a ustedes- observo con decepción a Sasuke y Naruto que se encontraban heridos.
Shin debía reconocerlo, estaba muy decepcionado, había oído tanto de las leyendas Shinobis que eran Naruto Uzumaki—el Séptimo Hokage—y Sasuke Uchiha—el ultimo Uchiha—, que había esperado, como cualquier persona, vivir y representar la batalla más grande de su vida, eso es lo que había imaginado, y aunque Sasuke Uchiha había resultado un objetivo más apasionante en relación al legendario y actual Hokage de Hokage, estaba decepcionado porque al parecer el tiempo de gloria de ambos Shinobis ya había pasado. Ya no eran otra cosa que meras leyendas, no habían sido los grandes contendiente que había imaginado que serían, aunque, ¿Qué remedio? De una u otra forma se desharía de ellos como había esperado hacer, empezando por Sasuke Uchiha y luego continuaría con su hija. Viendo con preocupación a su padre erguirse, Sarada se vio tentada a ayudar y extraer aquellos fragmentos de metal que lo herían, viendo las manchas de sangre a su alrededor, pero ¿Seria de ayuda? Esta incógnita le impidió moverse, esperando que su padre hiciera o dijera algo, pero no sucedía nada. Estas cosas están restringiendo mis movimientos. No importaba lo que hiciera, no importaba cuanto lo intentara, su propia movilidad estaba siendo restringida por aquellos fragmentos de metal que o bien tenían vida propia o de alguna forma entraban en contacto con sus funciones motoras, solo permitiéndole respirar y saberse vivo pero limitándolo a tal grado que estaba seguro de que no podía atacar ni defenderse. Era absurdo y denigrante.
-Quien no evoluciona, perece- volvió a obviar Shin, despreciando el modo en que dos grandes leyendas del mundo Shinobi habían pasado a la historia. -Esos Sharingan que tienen…¡me los quedare!
No teniendo tiempo para pensar y a su vez abrumada por el miedo, no sabiendo que hacer, Sarada cerro os ojos por mera inercia, como si así pudiera creer—de alguna forma—que se libraría de cualquier peligro, como una niña que se cubría con las sabanas de su cama para no ver la oscuridad y sus penumbras. Con los ojos cerrados y el alma en vilo, se reprendió a si misma por ser tan infantil y tonta, por no enfrentar abiertamente los problemas, pero, ¿Cómo hacerlo? Tenía miedo. La ira era un sentimiento irracional, especialmente cuando nublaba la mente de las personas, los llevaba a hacer cosas tontas, locuras, pero como ella en ocasiones se dejaba guiar más por la espontaneidad que por la ira, sus locuras eran más cotidianas y rutinarias. Si la mayoría de la gente, a voluntad, controlaba sus emociones, Sakura intentaba o hacer tanto, ¿Por qué? Porque su vida simplemente se volvía aburrida si lo hacía. El mundo funcionaba de forma sencilla; su hija sonreirá, ella sonreía, su esposo era feliz, ella era feliz, y si por alguna razón universal este equilibrio se rompía, ella perdía la capacidad de controlarse y se dejaba cegar por la ira tanto como les sucedía tanto a su esposo como a su hija. Mera lógica. Por lo que encontrarse con un disque sujeto a punto de herirlos, con toda la intención de causarles algún daño, fue más de lo que la Haruno hubo estado dispuesta a tolerar. Había emprendido un viaje veloz, marchándose del hospital pese a las protestas de Shizune y ahora propinándole un golpe brutal a aquel desconocido—para ella—sujeto, con más ira de la que hubiera recordado sentir en su vida.
-¡Intenta poner tus manos sobre mi esposo y mi hija otra vez!- bufo la Haruno, furiosa.
-¡¿Mamá?!- jadeo Sarada, incrédula y muy nerviosa.
La fuerza del golpe propinado y el impacto sucesivo, cual cortina de humo, hicieron que Sarada se sintiera como una solitaria ramita ante un vendaval, asustada, por mucho que su madre fuera la madre más amable, dulce y cariñosa que pudiera existir en el mundo, no dejaba de ser una Kunoichi excelsa y sumamente reconocida, con una reputación escrita a fuego en la historia. Pocas veces había recibido algún regaño de parte de su madre, no solo porque se esforzaba en no dar razones por las que recibir un castigo, pero ahora se sentía como gelatina. Por primera vez en su corta vida temía recibir un regaño y grande tras todo lo que había hecho y como se había comportado. Sin poder evitar sorprenderse por la repentina llegada de su esposa, y aunque llevaba 2/3 de su vida conociendo a Sakura, Sasuke nunca dejaba de preguntarse cómo es que tenían tanto y tan poco en común al mismo tiempo, por momentos le parecía que el tiempo no hubiera pasado en lo absoluto y que su esposa continuaba siendo la misma adolescente excesivamente sensible y emocional, e irónicamente esto era lo mejor de ella y lo que más le hacía añorarla, y ahora por primera vez en tantos años, volvía a verla. Naruto por su parte, bien podía haber sentido miedo, pero conocía demasiado bien a su amiga como para esforzarse y demostrarlo, al fin y al cabo Sakura era Sakura. Quería saber un nombre, el nombre de la persona, del sujeto que había siquiera concebido la descabellada posibilidad de lastimar a su esposo y a su hija, por primera vez en su vida, Sakura hubo tenido que dar todo de si para contener sus instintos asesinos. Estaba verdaderamente furiosa.
-¡¿Y quién rayos es este tipo?!- el timbre de voz de Sakura la hizo sonar más furiosa que confundida.
-Estábamos por averiguarlo- menciono Sasuke únicamente, sintiendo que por fin podía volver a moverse. -¿Por qué estás aquí?- se esforzó por mantenerse estoico cuando en realidad se moría de ganas por hablarle. Casi una década separados era demasiado tiempo.
-Yo también estoy aquí- recordó Naruto, no sintiéndose excluido, pero necesitando marcar presencia en caso de que estuviera siendo ignorado. -Por cierto, estoy bien, excepto por esta espada que está atravesándome- casi río al decir esto último, sintiéndose mucho mejor ya que por fin la herida comenzaba a sanar y rápidamente.
Pero ¿qué?...a la mente de Sarada vino un recuerdo, una fotografía que había visto en innumerables ocasiones, en aquella fotografía—como en una especie de viaje al pasado—siempre había visto a sus padres, al actual Hokage y a Kakashi. Había visto esa fotografía muchas veces, siempre preguntándose cómo habría sido la relación de sus padres desde que se habían conocido, como era la fraternidad de equipo entre los tres. ¿Qué pasa con ellos? Ahora, era como si viera aquella fotografía pero desde el momento que estaba viendo, no como una imagen yerma y si movimiento, lo que ahora estaba vendo era a tres personas cercanas entre sí, amigos como ella los había visto en esa fotografía. Su padre, su madre y el Séptimo Hokage. Era como si todo siempre hubiera sido así, unitario, los veía a los tres juntos y aunque hubiera individualidad, era como si estuvieran muy estrechamente relacionados, como si pudieran pensar como uno solo. Eso significaba ser un equipo, ¿no? Aproximándose por fin hasta donde estaban su hija, Sasuke y Naruto, Sakura hubo de reconocer que pese a los escenarios que se había imaginado, ver Naruto herido no era uno de ellos, aunque esto no la preocupaba, Naruto era la última persona que necesitaría ayudar para curar sus heridas a menos que fueran graves y esta evidentemente no lo era. ¿Alguna vez dejaría de ser propenso a lesiones? Con seguridad, no.
-¿Estás bien, Naruto?- sonrió Sakura, pareciendo más burlona de lo que quiso mostrarse.
-Si, estaré en una pieza en un momento- desestimo el Uzumaki, apartando la espada de su herida ya prácticamente sanada por completo.
-¿Eh?, ¿En serio?- Sarada no podía creer lo que veía, era como si la herida infringida hubiera sido nada.
Por mucho que hubiera oído sobre la leyenda que era el Séptimo Hokage, Sarada nunca había esperado que una herida de ese tipo, que incluso ella había calificado como necesaria de atender, pudiera sanar a semejante velocidad como para volverse un asunto nimio. Desde donde estaba—tras el Uzumaki—no podía ver si la herida realmente estaba sanando o no, pero lo creía como si pudiera ver todo desde los ojos de su madre. Una de las más grandes virtudes de ser u Jinchūriki, no era la capacidad de tener casi ilimitadas reservas de chakra, no, sino la capacidad de sanar y poder descuidarse, confiando en que la herida desparecería en minutos, como por arte de magia. ¿Cuántas personas podían? Aunque no lo estaba diciendo ni manifestando de alguna forma, Naruto podía ver a Kurama, de brazos cruzados, observándolo como un padre que vería reprobatoriamente a un hijo, no con decepción, pero si con burla, con divertimento e incluso con ¿lastima? Si, con lastima y muy obvia. Genial, no había sentido lastima por sí mismo hasta ese momento, pero Kurama si la sentía por él. Por un momento pensó en su esposa, en Hinata, si ella lo estuviera viendo ¿Lo vería con lastima? Una parte de su mente quiso creer que no, peo si él mismo comenzaba a sentirla, ¿Cómo no creerlo? Que bajo había caído.
-Que reina del drama, cuanto alboroto por tan poco- se mofo Kurama sin poder evitarlo, algo decepcionado. -Tu sentido de batalla está oxidado, siento pena por ti- evidentemente estaba disfrutando de ello.
-Vamos, no seas así- protesto Naruto, con su orgullo por los suelos. -Como sea, se acabó- volvió a la realidad en un intento por dejar esta conversación olvidada y enterrada.
Viendo a Naruto alargar el chakra del Kyubi para aprisionar al niño y al hombre que por lo visto, habían significado un predicamento desde antes de su llegada, y ahora pudiendo respirar tranquila, Sakura giro lentamente su rostro para encontrar su mirada con la de Sasuke. En infinidad de ocasiones había intentado pensar como sería ese momento, cuando volviera a ver a Sakura después de tanto tiempo. Nunca se había preocupado en plasmar en su mente el "escenario" en que todo tendría lugar, ¿Cómo hacerlo si tanto Sakura como él mismo eran absolutamente impredecibles? Más ahora y en el fondo estaba infinitamente agradecido por no haberse planteado posibilidades preconcebidas y subjetivas, porque ni las fantasías más grandes le harían justicia a lo que estaba viendo. Aun llevada grabada a fuego en su mente la última imagen de Sakura, como había intentado no parecer melancólica al despedirse de él, pero ahora y con un temple casi absolutamente impasible y calmado, creyó estar viendo un ángel o algo semejante. El tiempo ni siquiera había pasado para ella, lucia prácticamente igual que la última vez en que la había visto, solo que aun cuando conservara ese permanente brillo de inocencia en la mirada, ya no aprecia tan ingenua y la razón era que yo no era una adolescente sino una mujer. Kami…no fue sino hasta ese preciso momento que reamente se dio cuenta de cuanto la había extrañado.
Naruto quizás no lo notaria, Sarada tampoco, pero él si lo vio, vio el ligero quiebre en la mirada de Sakura al encontrar sus ojos con los de él, sin palabras le estaba diciendo que necesitaba abrazar a su hija antes de poder hablar con él que con un casi imperceptible parpadeo le hubo dado la respuesta necesaria. Siendo testigo por primera vez del encuentro entre sus padres, Sarada comenzó a temer sobre lo que pasaría con ella, porque sabía que cuando todo se calmase, acabaría pagando un precio por todo cuanto había dicho o hecho, sentía miedo y mucho. Pero…su miedo se evaporo como el agua convertida en vapor en cuanto sintió los brazos de su madre a su alrededor, sentir el calor dulce proveniente del amor de su madre le hizo sentir ya no tenía que sentir miedo y que todo estaría bien. Había extrañado mucho esa sensación. Desde donde estaba, Sasuke observo en silencio a su esposa y a su hija, incluso él debía reconocer que se sentía más tranquilo contemplando por primera vez el cuadro que significaba en su familia, hasta hacia ayer el cuadro que recordaba era su hija como una niña de poco más de un año de vida, pero ahora casi resultaba irrisorio que dentro de menos de una década ya no fuera a necesitarlo. Era una realidad a aceptar, el tiempo comenzaba a pasar y con ello e tiempo en que Sarada dejaría de ser una niña, pronto la vería como su igual, pero siempre había sido y siempre sería su hija.
-Lo siento, por apartarte y no hablarte de corazón, Sarada- Sakura estrecho a su hija en sus brazos, sintiéndole corresponderle, devolviéndose mutuamente la calma que había perdido al estar separadas. Ambas sintieron como si el abrazo hubiera durado para siempre, hasta romperlo. -Me alegra que estés bien, me preocupaste mucho- se sinceró acariciando los cabellos de su hija, eligiendo postergar cualquier regaño para cuando regresaran a casa y estuviera los tres juntos, como no había pasado en mucho tiempo.
Quería pasar tiempo con su hija, y regañarla por haber albergado tantas dudas, pero ¿Era justo? Tanto ella como Sasuke había intentado protegerla de todo cuanto ellos habían vivido antes, pero en el proceso no habían reparado en las dudas de Sarada y en que su secretismo le negaría respuestas necesaria. Regresado en sus pasos, situándose frente a su esposo, Sakura sintió como el aire que sin darse cuenta había estado conteniendo, finalmente ingresaba con regularidad en sus pulmones. Cuanto había extraño esos ojos tan profundos que podían hacerla estremecer tanto como permitirle sentirse a salvo. De alguna forma siempre había sentido que, junto a él, nunca tenía ninguna razón para sentir miedo, había sido así desde que habían sido Genin y hoy seguía siendo así. ¿Cuántas personas podían sentirse realizadas en su vida, plenamente realizadas? Era una pregunta interesante y él en lo personal nunca había sabido como contestarla—desde la perspectiva pasada—hasta ese preciso instante. Su esposa y su hija estaban bien, y ahora después de tanto tiempo tenia a la razón de su vida delante de él, esos profundas gemas esmeralda cargadas de la misma inocencia que había visto día tras día sin aburrirse, Sakura siempre había sido y sería una parte infaltable de su vida, tanto, que ella era lo primero en que pensaba al abrir los ojos y al cerrarlos. ¿Acaso no era eso amor? Pues para él sí.
-Perdóname, Sasuke- pronuncio ella con máxime dolor y pesar, pero esforzándose por ocultarlo para no hacerlo sentir culpable, -quería decírselo a Sarada, pero…
-No, la culpa es mía, no tienes por qué disculparte- interrumpió Sasuke, no pudiendo dejar que ella volviera a adjudicarse una culpa que nunca había merecido ni merecería. -Pero yo solo…- no sabía que decirle, realmente no había nada que pudiera compensar todo el tiempo que había estado lejos de ella.
-Lo sé- contesto Sakura por él, obsequiándole una luminosa sonrisa.
No necesitaba decirle nada, lo comprendía y conocía tanto que no necesitaba pedirle perdón por nada, ¿Por qué si él o tenía la culpa? Muchas veces había deseado que nada de su sufrimiento hubiera pasado, que no hubiera perdido a sus padres y su hermano, que hubiera podido vivir sin temer a las pesadillas por causa de los dolorosos recuerdos, pero…¿Ambos estaría juntos hoy? Esta pregunta le resonaba en la cabeza muchas veces y le hacía sentir que era mejor mantener el presente como estaba ya que no podían cambiarlo sin importar cuanto quisieran. Era mejor vivir el presente, ambos creían que así debía ser. Nunca podría entender como ella jamás sentía un grado de desprecio, ¿Quién toleraría todo lo que ella había soportado? Cada vez que pensaba en ello se sentía aún más afortunado, porque nunca había sido su intención hacerla esperar, obligarla a postergar múltiples ámbitos de su vida, más y sin pedir su permiso Sakura siempre se había adelantado a las adversidades, cuando había intentado impedir que se fuera de la aldea y cuando lo había acompañado en su viaje, situaciones dispares entre sí. En el primer caso había querido negar la posibilidad de albergar sentimiento por ella, y en el segundo caso había intentado mantenerla al margen del peligro, pero ella como siempre, había tomado sus propias decisiones y se enorgullecía de ella por eso.
-Me llevare a estos…- Naruto retrajo el chakra de Kurama, acercando Shin y al niño que lo acompañaba hacia él, al fin y al cabo la batalla ya había terminado.
-¡Sarada!- alerto Chouchou.
Tan concentrada en sus padres y en la imagen que conformaba a unos pasos de ella, Sarada no había sido capaz de ver en lo absoluto a la pequeña criatura blanquecina con un solo ojo, que ya antes había aparecido junto al niño llamado Shin y que ahora se encontraba al costado de su pierna con una mirada casi viperina. Como una oleada extraña que la recorrió de pies a cabeza, Sarada no tuvo tiempo de hablar de emitir protesta alguna mientras la pequeña criatura a sus pies activaba una especie de técnica hasta entonces desconocida en cuanto a categoría. Ya había visto al técnica y en qué consistía, así es como el niño llamado Shin había evitado la lucha que casi había tenido lugar entre él y el Séptimo Hokage, despareciendo como si se tratara de un jutsu de tele transportación, solo que en este caso, obviamente Sarada no creía que lo que fuera a sucederle a ella fuera tan alentador. Hasta entones aproximando—con el chakra de Kurama—al hombre llamado Shin y al niño que lo acompañaba y que al parecer era su hijo, hacia sí, vio igual de confundido como el chakra que los sostenía se esfumaba como si fuera algo insignificante, mientras desaparecían en el portal o lo que fuera que aquella pequeña criatura estaba generando, pretendiendo arrastrar a Sarada consigo en todo aquello.
-Tú también vienes- pronuncio venenosamente la pequeña criatura.
-¿Qué pasa?- Sarada se sintió incapaz de moverse.
Amar a alguien sinceramente, no solo significaba decirlo sin problema alguno, amar era buscar la felicidad y bienestar del otro antes que la propia, no existiendo mayor sacrifico que dar la vida por esa persona amada, y a su vez, no había amor más puro y sincero que el que una madre pudiera sentir por quien era su hija, su sangre. Sin siquiera detenerse a pensar y tan rápido como le fue posible, Sakura empujo a Sarada, alejándola de la trayectoria del portal generado a su espalda. Enviada bruscamente al suelo, Sarada recobro la capacidad de sentir en cuanto sintió cada parte de su cuerpo colisionar contra el suelo, levantando una minúscula cantidad de polvo e irguiéndose ligeramente con ayuda de sus brazos, tan solo para ver a su madre en la misma situación que ella había estado antes, y ahora ella no era capaz de ayudarla. Amar a una persona también significaba otorgar un determinado "espacio" para realizar una gestión individual, esto era algo que Sasuke siempre había tenido en consideración sabiendo que lo que menos le gustaba a Sakura en el mundo era sentirse como un lastre, pero esta vez estuvo más que dispuesto a ignorarlo, tenderle la mano y ayudarla. Pero ahí y en los ojo de su esposa vio una inmediata negativa, tenía que pensar en Sarada y dejar que Sakura tuviera que librar la batalla que le tocase librar…sola. Ella así lo quería, aunque le oprimirse el pecho hacerlo..
-¿Una técnica espacio-tiempo?- reconoció Sasuke, desde donde estaba.
-¡Mamá!- inútilmente la Uchiha extendió su mano, intentando sostener la mano de su madre, pero a esas alturas ya era inútil.
Con el corazón apretado en niveles casi idénticos, tanto Sasuke como Sarada vieron desparecer a Sakura en menos de una fracción de segundo. Por volver a darle su espacio a Sakura, nuevamente estaban separados y esta vez, Sarada volvía a pagar injustamente un precio.
En variadas ocasione había sido víctima de técnicas que la involucraran en más de una ocasión, el primer Genjutsu que recordaba con rencor de hecho lo adjudicaba a Kakashi, por obvias razones, aunque hoy podía reírse de eso como si fuera lo más insignificante del mundo, y debido a su carrera como kunoichi había tenido que lidiar con ataques de todo tipo, pero una técnica espacio-tiempo era algo completamente nuevo para ella. Por un breve instante la luz no existió para ella, todo lo que vio fue tinieblas que le impedían ver y en un parpadeo, un lugar que no reconocía, pero que según su experiencia parecía estar adecuada y acondicionada para servir como enfermería o bahía médica. Lo único que había sabido de antemano a encontrarse en aquel lugar era que protegería a su hija y ahora lo ratificada, rodeada, en el frente, en la retaguardia y a los lados por lo que aprecian ser seis…¿niños? Si, que la apuntaban con un arma cada uno. Delante de ella y pareciendo victorioso se hallaba el hombre que antes había intentado herir a su esposo y a su hija, lo que hizo que una sonrisa ligeramente confiada apareciera en los labios de Sakura. La última vez que había luchado en serio había sido hacía ya varios años, entrar en calor y recuperar el tiempo perdido rompiendo un par de huesos no le molestaría en lo absoluto. Les daría tiempo de sobra a Sasuke, Sarada, Naruto y Chouchou para encontrarlo, y de paso se divertiría un poco.
-Parece que estoy en territorio enemigo- obvio Sakura, percibiendo una batalla como no había librado en mucho tiempo, ansiosa.
¿Querían que sintiera miedo? Pues lástima porque no lo sentía, por el contrario, estaba emocionada y mucho.
PD: perdón por la demora, mis amados lectores, este capítulo en realidad estaba planeado para ser actualizado la semana pasada, pero mi internet tuvo problemas y no fue sino hasta hace unos momentos que pude subir el capítulo adecuadamente, disculpándome de todo corazón por la demora :3 Si pueden, les reitero que se pasen por mi historia "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" y comenten si quieren que continué la secuela titulada "El Siglo Magnifico: El Sultan & La Sultana", que estará levemente inspirada en la serie "Medcezir" :3 durante la próxima semana actualizare los fic "La Bella y la Bestia" y "El Siglo Magnifico: Mito Mei & Mikoto":3 como siempre la actualización está dedicada a DULCECITO311(que siempre está cerca y a quien dedico y dedicare todas y cada una de mis historias:3)a winterishere11(agradeciendo que esta humilde historia sea de su agrado :3) y a todos aquellos que sigan cualquier otro de mis fics :3 También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron cuya secuela comenzó su rodaje, y cuyo guion-de la primera película-ya he terminado), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia") "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul"), por no hablar de las películas del universo de "el Conjuro" ("El Conjuro-Naruto Style 2: Enfield", "Sasori: La Marioneta" y "Sasori: La Creación") que prometo iniciar durante y a lo largo de este año. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación, y en la recreación de la "Tragedia de Antuco" cuyos 13 años se conmemoraron el 18 de mayo de este año en mi país :3 Debo advertirles que si Pierrot o la casa animadora encargada de Boruto: Naruto Next Generations se tomó licencias, cambiando escenas y agregando circunstancias, yo también lo haré, aquí quizás he comenzado a dejarlo en evidencia un poco. Sé que algunos querrán matarme, pero tengo que salir en defensa del SasuSaku y lo haré en cada escena que aprecio en el Gaiden, justificando-a mi ver-porque sucedieron determinados hechos, más me encantaría que me otorgaran su opinión, como siempre, gracias :3 El próximo capítulo se titulara "La Guerra & La Paz". El recuerdo de Sasuke sucede después del capítulo "Familia Uchiha" y antes de "La Pequeña Uchiha" relatando los días previos al nacimiento de Sarada :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
