-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto, sino que son de la completa autoría de Masashi Kishimoto, mas la narración y/o pensamientos de los personajes (Sasuke, Sakura y Sarada) son de mi entera responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3 Les sugiero oír "Home" de Nick Jonas para Sasuke, "Black and Blue" de Sia para Sakura, "Con Toda Libertad" de Yuridia para Sarada, "Marchen" de Oskar Schuster para Sasuke y Sarada, y "Dusk Till Dawn" de Sia & Zayn para Sasuke y Sakura.


Mientras Naruto, Shikamaru y los molestos ancianos del consejo debatían largamente sobre la situación de Sasuke y su posible permanencia en la aldea por tiempo indefinido, el Uchiha estaba aprovechando al máximo su estancia en su hogar o más bien nuevo hogar, junto a su esposa y su hija, a quienes de una u otra forma no había podido negarles nada de lo que pidieran, tanto que había aceptado el ruego de su hija de que se tomasen una fotografía familiar, puesto que según ella no había ninguna de los tres juntos. Rememorando aquella experiencia, terminando de desempacar sus pertenencias de las cajas que aún quedaban en la sala del departamento, con ayuda de Sasuke, y Sarada que estaba ordenando su habitación, Sakura no pudo evitar sonreír, pues si existía alguien que detestase un acto tan mundano como tomarse una fotografía, ese alguien sin duda era Sasuke, él pensaba que tenía muchas cosas más importantes y/o útiles que hacer, en lugar de tomarse una foto, pero a Sarada no había podido decirle que no. Cerrando el armario de su habitación, habiendo guardado toda su ropa y organizado todo hasta que volviesen a mudarse—porque vivir en aquel apartamento era solo temporal—, Sarada frunció el ceño al darse cuenta de que aún le quedaba una caja por abrir, pero estaba cerrada con cinta y no recordaba que tuviera pertenencias suyas, por lo que la cargo en brazos y se dirigió con ella a la sala.

—Mamá— llamó la Uchiha, ingresando en la sala cargando la caja en sus brazos. —¿Qué hay aquí?— dejó caer la caja sobre la alfombra, pero al observarla, su madre no se atrevió a abrirla, sino que con sorpresa volvió el rostro hacia su esposo. —¿Pasa algo?— inquirió, dada la mirada que intercambiaron sus padres.

—No, es solo que…han pasado más de diez años desde la última vez que abrí esta caja— Sakura se acercó al sofá, arrastrando la caja, e instando a Sarada a sentarse a su lado. —Cuando eras una bebé, guardamos en esta caja algunos objetos preciados para nosotros, esperando ver como habrían cambiado las cosas para cuando decidiéramos abrirla— explicó, con Sasuke sentándose a su diestra.

—¿Cómo una capsula del tiempo?— comparó Sarada, entre curiosa y sorprendida.

—Algo así, solo que sabíamos que habíamos depositado en su interior; un objeto en común y dos individualmente— aclaró Sasuke, un tanto nostálgico por el contenido.

—¿Y se puede abrir ahora?— consultó la Uchiha, ansiosa por ver que había dentro.

Como si tuvieran el mismo pensamiento, Sasuke y Sakura voltearon a verse únicamente antes de regresar su mirada hacia Sarada y asentir, lo que ella tomó como un , levantándose del sofá hacia una de las cajas que aún permanecían en la sala y de cuya superficie tomó una tijera, regresando velozmente al sofá para cortar la cinta que cerraba la caja y abrirla, esperando encontrar todo tipo de cosas en el interior—dado que en la academia una vez habían hecho una capsula del tiempo—, pero lo que encontró la desconcertó menormente cuando internó sus manos. La sorpresa de Sarada no fue injustificada, pues del interior de la caja emergió un vestido de tipo kimono, color rojo oscuro y con un emblema circular de color blanco en los lado de las cortas mangas, la falda y la espalda, la Uchiha reconocía el emblema, había visto fotos de su madre de pequeña en casa de sus abuelos, era el emblema de los Haruno, y quizás si hubiera puesto más atención, se habría dado cuenta de la nostalgia en los ojos de su padre al ver aquel vestido, un recuerdo del pasado y que casi había creído que no volvería a ver. Por su parte, e internando sus manos en la caja, dada la confusión en el rostro de Sarada, Sakura sonrió de alegría al reconocer una camiseta azul de cuello alto, también algo desgastada por el paso del tiempo, pero en cuya espalda prevalecía el característico emblema de los Uchiha, una prenda que había atesorado por largo tiempo hasta antes de casarse con Sasuke.

—Es la camiseta….la ropa que llevábamos en nuestro primer día como compañeros de equipo— aclaró Sakura, dada la confusión de su hija. —Y sigue igual que entonces— suspiró, abrazando con gran nostalgia aquella prenda que le traía tantos recuerdos.

—El tiempo ha sido bueno— coincidió Sasuke, pues si ambos habían cambiado, afortunadamente había sido para bien.

—Con ambos— asintió ella, valorando aún más este momento porque estaban juntos.

Conservar un vestido suyo de sus días de Genin no había sido difícil para Sakura, si no se equivocaba su madre y su padre aún tenían varios en casa como recuerdo del pasado, pero poder tener algo de Sasuke había sido otra historia, mas recordando el pasado y esos días de Genin en que Sasuke más de una vez había tenido que estar en el hospital antes de decidirse a abandonar la aldea, a Sakura en nada le extraño que sin dase cuenta hubiera dejado atrás una de sus camisetas, y que ella no había podido evitar guardar, quizás temiendo que él nunca volviese y que no tuviera nada suyo para recordarlo, salvo una foto, pero hoy esas viejas prendas cobraban aun mayor importancia, porque Sasuke y ella estaban juntos para recordar ese pasado. Ver una fotografía era nostálgico, se recordaba el momento en que había sido tomada, los sentimientos que habían estado involucrados, aunque fuera él quien lo dijera y sonara hasta irónico, pero al menos Sasuke elegía apreciar algo más que las fotografías para recordar el pasado, y pese a que hubiera sido decisión de Sakura conservar y guardar en la caja aquella prendas, hasta él se sintió a gusto por los recuerdos, ¿cómo no recordar a esa terca, determinada, inocente y muy temeraria chica de doce años que se había empecinado en hacerle sentir que no estaba solo?, comprendiendo el significado de aquella prendas y observando mejor el vestido que había pertenecido a su madre, Sarada se sintió feliz de saber más sobre el pasado de sus padres.

—Tu turno, papá— invitó Sarada finalmente, ya que aquella prendas eran un recuerdo de su madre y no de él.

—Bien, pero no dramatices— advirtió Sasuke, suponiendo la reacción que ella tendría.

—¿Por qué dramatizaría?— cuestionó su hija, parpadeando con confusión.

—Porque sé que vas a malinterpretar esto— el Uchiha extrajo de la caja un fajo de cartas, que su hija recibió, tomando una al azar y abriéndola para leer su contenido.

Querida Sakura, si tú lo permitieras, tu y yo tendríamos un futuro…— leyó Sarada en voz alta, —papá, no entiendo que tiene de malo esto, es precioso— no había tenido idea de que su padre le había escrito cartas de amor a su madre, eso era muy tierno.

—No son mías— aclaró Sasuke con voz tensa, a lo que su hija soltó las cartas, que su madre atropa a tiempo.

—Verás, durante todo el tiempo que tu padre estuvo lejos de la aldea, antes y después de que nos casáramos, yo tenía pretendientes, de quienes recibía cartas y regalos—explicó Sakura, divertida al observar al fajo de cartas.

—Mamá, que picara— comentó la Uchiha, sorprendida, pero también muy desconcertada. —Pero no entiendo, papá, mamá guardó un símbolo del amor, y esto…— no había esperado ni imaginado que él guardaría algo así.

—Me sentí amenazado por esto en el pasado, porque era joven— confesó Sasuke, viendo la sonrisa en el rostro de Sakura al oírlo. —La ropa es del primer día en que nuestras vidas se unieron, pero por mi tozudez casi arriesgo lo más valioso que tenía, porque era joven— nunca podría remediar ese pasado, pero si algo estaba claro es que había amado a Sakura entonces, y siempre lo haría. —Sakura siempre lo supo, pero yo no entendía que nuestro amor duraría para siempre y que nada le haría daño— había tenido que cometer muchos errores para verlo. —Yo guarde esto, porque esperaba que al tenerlas en mi mano, estaría sentado junto a tu madre y que podría hacer esto:

Cartas en mano, Sakura las rompió en dos, luego en cuatro y en pequeños trozos que dejo sobre la mesita con indiferencia, porque eran prueba de un pasado que para ella no era importante, porque las únicas cartas que deseaba atesorar eran las que Sasuke le enviaba en sus misiones y que ella mantenía en un cofre especial en el interior de su armario, esas cartas era mucho más importantes, aunque no fueran tan románticas, pero eran sinceras y cargadas de un amor leal, incondicional y verdadero. Sasuke se sintió infinitamente bien al ver y escuchar como esas cartas se rompían, nunca le había pedido a Sakura que lo hiciera, pero ella había guardado todas y cada una de las misivas de sus admiradores, solo para que él pudiera estar presente cuando las rompiera, reafirmándole que nada ni nadie más era importante en su corazón que él, estaba casado con la mayor belleza de la Aldea de la Hoja, pero no solo en el aspecto físico sino también de corazón, alma y mente, y era feliz por descubrir lo aún más maravillosa que era para él cada día, teniéndola por esposa, amiga, y su todo. Conteniendo su emotividad, y que a nada estuvo de hacerla llorar, Sarada alargó sus manos hacia el interior de la caja, esperando encontrar ese último objeto que sus padres habían guardado en común, y para su sorpresa se encontró con un sobre sellado, y que ella rompió con cuidado para no dañar el contenido; fotografías, todas ellas de paisajes, lagos y bosques, bellos sin duda pero que la desconcertaron.

—Son…fotografías— obvió Sarada, pasándolas una a una, sonriendo ante los bellos paisajes y que no se parecían a nada que hubiera visto antes.

—Sí, todas del viaje que emprendimos antes y después de casarnos— aclaró Sakura, haciendo que su hija alzara brevemente la mirada antes de regresarla a las fotografías. —Compre una serie de pequeñas cámaras y cuando volvimos me encargue de revelar las fotografías— había querido tener recuerdos, y gracias al cielo por esa decisión.

—1 de Abril…— leyó la Uchiha en voz alta, encontrando una foto boca abajo con esa inscripción detrás.

—Le pedí a Karin que la tomara, nuestra primera fotografía familiar— explicó la pelirosa mientras su hija daba la vuelta a la fotografía.

Esos primeros días como una familia, los tres juntos, estaban en blanco en la mente de Sakura al menos, el parto había sido tan extenuante y peligroso para ella—poniendo en riesgo su vida—, que había pasado días separada de su hija, y también Sasuke que se había negado a separarse de ella, su mayor contacto como familia había sido en su viaje de regreso a Konoha tras abandonar la guarida de Orochimaru en que había dado a luz, pero antes de hacerlo le había pedido a Karin que tomara una fotografía de los tres juntos, para recordar ese primer día juntos. Sasuke se abstuvo de entornar los ojos, recordando cómo es que Sakura había planeado todo con Karin, asegurándose de que ella tomara la fotografía cuando él no se hubiera dado cuenta y no protestara, porque no, él no llevaba consigo—en cada uno de sus viajes—la única fotografía familiar que tenían los tres juntos, la primera había permanecido en ese sobre durante todos estos años. Cubriéndose los labios con una mano, Sarada acalló un sollozo, sintiéndose como una tonta por las dudas que antes había tenido...en la fotografía aparecía su padre sentado al lado de su madre, ambos observándose de una manera que Sarada nunca había visto, con amor, y su madre estaba recostada sobre una cama, pálida y con el cabello suelto, pero acunando en sus brazos a un bebé de cortos cabellos azabache, y que la Uchiha comprendió se trataba de ella misma.

El tiempo ha sido bueno con todos.


Estar casado con una ninja medico de gran prestigio como lo era Sakura implicaba tener que pasar días solo, o noches, a su mente venían sus primeros días tras regresar a la aldea hace más de una década, cuando Sarada había sido solo una bebé y que él había tenido que cuidar cuando Sakura tenía turnos de noche en el hospital, como hoy, y a decir verdad Sasuke desearía volver el tiempo atrás para que Sarada fuera una bebé que pudiera mantener en su cuna y así dormir tranquilo, porque esta noche pesar de lo mucho que le había dicho a Sarada que se encontraba perfectamente bien durmiendo solo, su hija se removía a cada instante a su lado, dando vueltas entre las sabanas, haciendo que para el Uchiha fuese imposible cerrar los ojos por más de dos segundos. Riendo por lo bajo, intentando cerrar sus ojos y dormir, Sarada libraba una batalla imposible de ganar, pues era contra sí misma, ¿cómo no estar feliz?, a su mente regresaba la imagen de la fotografía familiar de los tres juntos, cuando ella era solo una bebé y que ahora había enmarcado sobre la mesa de noche de su habitación para verla cada día al abrir los ojos, sabia y estaba más segura que nunca que sus padres se amaban, que siempre lo habían hecho, ¿cómo dormir así?, estaba emocionada, pero también asustada porque no sabía cuándo más se quedaría su padre en la aldea, y quería aprovechar al máximo su tiempo juntos, como esa tarde en que el entrenamiento nuevamente se había convertido en un juego para ambos.

—Sarada, es hora de dormir— recordó Sasuke, un tanto harto de todas las vueltas que su hija daba en la cama.

—No puedo, tengo mucha energía— protestó Sarada, sacando la cabeza de debajo de las sabanas. —Que gracioso fue el descanso después del entrenamiento; tú me lanzaste agua, yo te perseguí, tú me perseguiste a mi…— rió más que encantada, y ya deseando que se repitiera la experiencia, ya deseando que llegara mañana.

—Sí, lo recuerdo— interrumpió él a su hija con una sonrisa ladina, también albergando un feliz recuerdo de ello. —Duerme, por favor— insistió nuevamente.

Realmente adoraba a su hija, y cada nueva jornada de entrenamiento era invaluable para él, conocer a su hija y no meter la pata en el proceso era algo maravilloso y que iba más allá de todo cuanto hubiera podido esperar, después de todo nunca había tenido ni las remota idea de cómo ser padre, mas tratándose de una niña y que implicaba una labor aún más difícil, gracias a Sakura había descubierto que primero debía conocer a su hija para aprender a ser el padre que ella merecía, ya que ambos debían aprender cómo ser padre e hija, y afortunadamente Sarada tenía toda la voluntad del mundo para ello, siempre entusiasta, alegre y dispuesta a sacar lo mejor de cada momento juntos, como Sakura en sus días de Genin, tenía la misma chispa en su forma de ser, siempre. Obedeciendo a su padre y apoyando la cabeza sobre la almohada, teniendo en todo momento una luminosa sonrisa que no era capaz de disminuir, ¿cómo hacerlo?, resultaba increíble para Sarada haber creído hace menos de una semana que todo cuanto había crecido oyendo era mentira, que sus padres no se amaban y que quizás su propia madre no lo era, pero agradecía haber descubierto la verdad; que sus padres se amaban y que su familia seguía unidad a través de la distancia, estaba infinitamente feliz, tanto como podía estarlo una niña de doce años que sentía tenerlo todo por primera vez, y que temía perderlo, por lo que en menos de cinco segundos volvió a abrir los ojos, sentándose sobre el colchón.

—Sigo sin sueño— comentó Sarada, haciendo que su padre suspirase y abriera los ojos. —¿Por qué dormimos?— preguntó, deseando hacerle toda clase de preguntas.

—Todos debemos dormir, algunos de día, otros de noche, y algunos nunca— señaló Sasuke, con mofa ante eso último, haciendo reír a su hija. —Ya hiciste mucho hoy, duerme— si quería entrenar mañana, tenía que dormir.

—Hecho— suspiró ella, sin otro remedio, —buenas noches, papá— deseó, volviendo a recostarse sobre el colchón.

—Buenas noches— correspondió él, observándola atentamente para comprobar que durmiera.

Sin dejar de sonreír, Sarada acomodó su cabeza sobre la almohada para dormir, deseando también que su padre descansara, después de todo él era quien siempre despertaba antes que ella, y más mañana temprano cuando su madre regresara a casa. Por mucho sueño que sintiera, Sasuke permaneció despierto un tiempo más, velando que su hija durmiese realmente, y tras corroborarlo, continuó observándola en silencio, admirando como la pequeña niña cuyo sueño recordaba haber velado de igual forma desde que era solo una bebé, infinitamente orgulloso de quien era, pero no pudiendo evitar notar que crecía demasiado rápido, pues dentro de menos de media década habría de dejarla libre para hacer lo que decidiera con su vida y perseguir sus propios sueños, pero siempre la apoyaría en todo…


—¿Qué pasa, dormilón?— se burló Sarada, volteando a verlo brevemente.

—Recuérdame no volver a dejar que te quedes despierta hasta tarde— contestó Sasuke únicamente, ahogando un nuevo bostezo.

El alba llego demasiado pronto para gusto de Sasuke, tal vez porque luego de que Sarada se durmiese, él no había conseguido dormir por varias horas, nunca dormía mucho cuando Sakura no estaba en casa o a su lado en la cama, pero contemplar el sereno dormir de Sarada lo había entretenido, quería recordar todos estos momentos tan sencillos y valiosos mientras no estuviera en la aldea otra vez, para imaginar cómo dormiría Sarada en su ausencia, y como consecuencia a la mañana siguiente, cuando Sakura llego a casa para dormir, y tras desayunar junto a Sarada, ambos se dirigieron hacia el campo de entrenamiento, el Uchiha bostezando inevitablemente. Por otro lado y brincando infantilmente delante de su padre, Sarada se encontraba completamente descansada, ella si había dormido y muy bien, teniendo sueños felices que la hacían estar más alegre que de costumbre, saludando esa mañana a su madre con un abrazo y asegurándose de dejarla profundamente dormida antes de que su padre y ella se dirigieran a su sesión de entrenamiento, la verdad la pequeña Uchiha no tenía idea de porque su padre estaba tan cansado si le había insistido tanto en dormir la noche anterior, quizás debería considerar en seguir su propio consejo.

—Alto— frenó Sarada, cuando ambos pasaron bajo un gran árbol, —escucho peligro, arriba— señaló a la rama sobre ambos y en que se encontraba un avispero.

—Bien hecho— felicitó Sasuke, viendo que su entrenamiento a los sentidos de su hija rendía sus frutos. —Cuidado, veo peligro— detuvo, haciéndola sobresaltar.

—¿Dónde?, ¿dónde?— preguntó su hija, asustada ante la seriedad de su tono.

—Un enemigo, justo en frente— informó el Uchiha, sonriendo ladinamente. —Es solo una niña, no me dará problemas— menospreció intencionalmente.

—¿Ah sí?— Sarada volteó a ver a su padre, sonriendo retadoramente. —Puedo darte muchos problemas—desafió, frente en alto.

—No, imposible— negó Sasuke, siguiéndole el juego.

—Ya verás— insistió ella, dando un brinco y envolviendo el torso de su padre con sus brazos. —Te tengo— celebró, creyéndose victoriosa.

—¿Quién tiene a quién?— cuestionó él, sin dejarse amedrentar.

Sin esfuerzo, Sasuke envolvió su brazo alrededor de la cintura de su hija, elevándola con facilidad y haciéndole cosquillas a la altura del vientre, provocando que Sarada riera a carcajadas, resbalándose de su agarre y sujetándose de su cintura para no caer, intentando hacer lo mismo, solo que no contaba con que su padre no sintiera cosquillas, haciendo de su intento algo fútil, sin parar de reír mientras su padre la cargaba sobre su hombro, sin poder parar de reír mientras encontraba su mirada con la de él. Conociendo el lugar exacto que Sasuke y Sarada usaban para entrenar cada día desde que el Uchiha había regresado a la aldea, Kakashi se sorprendió ante el escenario que encontró al llegar al campo de entrenamiento; el de un padre y su hija jugando y divirtiéndose, una imagen que—si se lo hubieran dicho—no hubiera creído que vería nunca en su vida, sonriendo bajo su máscara, enternecido pero al mismo tiempo divertido, ya vería cuando cobrarle a Sasuke encontrarlo en una situación tan poco propia de él. Como Shinobi, Sasuke estaba acostumbrado a siempre mantener sus sentidos alerta, fuera cual fuera la situación, y pronto se dio cuenta de que alguien lo estaba observando, deteniendo su juego con Sarada y volviendo la mirada por sobre su hombro a la par que escucho una familiar risa a su espalda, a lo que Sarada se soltó de su agarre y se dejó caer de rodillas al suelo, entre rizas.

—Hola, Kakashi— saludó la Uchiha al antiguo Sensei de sus padres.

—Hola— correspondió el Hatake, sonriendo bajo su máscara.

—Quería…quería hablar contigo— comentó Sasuke, aclarándose la garganta.

—Por eso te buscaba— asintió Kakashi, sin dejar de sonreír, —creí que serias puntual como siempre— le sorprendía la actitud de Sasuke, gratamente.

—Eso planeaba, pero me distraje…un poco— se excusó el Uchiha, sin necesidad de señalar a la responsable.

—Eso veo— obvió el peligris, eligiendo no comentar nada más al respecto.

Sin tener suficiente de aquel juego, y mucho menos sin ver lo serio que se había tornado su padre ante su antiguo Sensei, Sarada envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su padre, intentando en vano usar su peso para hacerlo caer, presionando su cabeza contra el costado de la cadera de él en vano, volviendo a estallar en carcajadas antes de dejarse caer al suelo para divertimento de Kakashi, que solo observo con un deje de burla a Sasuke, que apartó la mirada con un deje de vergüenza., disfrutaba de jugar con Sarada y pasar tiempo juntos, pero así como era expresivo con Sakura en privado, eso era algo solo suyo, el resto del mundo no tenía por qué saberlo, quedaría en evidencia como alguien vulnerable, una sensación que nunca le había gustado, y si no conociera a Kakashi como lo conocía, diría que más tarde intentaría sacar provecho de la situación en que lo había encontrado.

El Hatake decidió no decir nada, porque lo había alegrado mucho ver aquella escena.


—¡Auxilio, papá se volvió loco!, ¡¿dónde están los abogados?!— gritó Sarada a todo pulmón.

Cuando padre e hija regresaron a casa de su sesión de entrenamiento, Sakura había despertado desde ya varios minutos, no acostumbraba a dormir mucho cuando regresaba del hospital, más porque estaba integrándose nuevamente a su trabajo tras todos estos días de forzado descanso para recuperarse del agotamiento que había sentido, sobresaltándose al escuchar el grito de su hija, pero sonriendo al intuir que lo que sea que estuviera pasando no dejaba de ser un juego, negando para sí y dedicándose a terminar de doblar su ropa antes de dirigirse al baño y regresar a la habitación peine en mano, pasándolo por sus sedosas hebras rosadas, deteniéndose al escuchar los pasos de alguien acercarse a su espalda, de lo cual fingió desentenderse, hasta sentir una cálida respiración tras su nuca, haciéndola estremecer. Dejando el peine sobre el tocador, Sakura volteo a ver a Sasuke, llevándose una sorpresa al ver que gran parte de su ropa estaba mojada, ahogando una carcajada antes de ayudarlo a quitarse la camisa, viéndolo entornar los ojos ante su mirada cargada de burla, se lo merecía y Sasuke lo sabía por pasar tanto tiempo con su hija, dividiendo su tiempo en ayudarla a entrenar y al mismo tiempo en ser un padre con ella, jugando o haciendo lo que Sarada quisiera, tenía más de una década que recupera, y lo estaba disfrutando.

—¿A que jugaban?— preguntó Sakura, pese a suponerlo. —Estás empapado, ¿te duchaste con ropa?— bromeó, deslizando la camisa por los hombros de su esposo.

—Ojala, Sarada no quería bañarse— contestó Sasuke, para clara sorpresa de su esposa. —Recuerdas las reglas, ¿no?— aludió con una sonrisa ladina.

—Sí, ambos las establecimos; un baño o ducha después de cada entrenamiento— citó ella de memoria.

—Pues, digamos que se negó, creyó que sería flexible— aclaró él, aunque Sarada solo lo había hecho como juego y no porque no quisiera bañarse.

—Cuando en realidad eres una de las personas más inflexibles que existe, en el mejor de los sentidos— diferenció Sakura burlonamente. —Esto me trae recuerdos, fue la noche de una misión que realizamos, días después de nuestra boda, terminamos empapados bajo la lluvia, por suerte nuestra ropa ya se encontraba seca a la mañana siguiente— rememoró, jugando con el cabello mojado de su esposo.

—Te advertí que no era prudente quedarnos bajo la lluvia, pero tú insististe— aclaró Sasuke con su arrogancia característica.

—Pero, y según recuerdo, no te opusiste demasiado— puntualizó la pelirosa, albergando tan buenos recuerdos de ese hecho como él mismo.

Hasta donde ella recordaba, Sasuke había disfrutado de aquella noche tanto como ella, había sido otra noche más de su luna de miel, solo que especialmente significativa cuando solo un par de semanas después, habían descubierto la gran alegría que estaba en camino, y que hasta el día de hoy hacia de su matrimonio su mayor alegría, porque tenían a Sarada. Sonriendo ladinamente, incapaz de negar lo innegable, Sasuke no tuvo necesidad de emitir una respuesta en voz alta, sino que prefirió voltear a encarar a su esposa, frente a frente, sintiéndose aún más afortunado y enamorado por solo contemplar el deslumbrante brillo de sus ojos esmeralda, inclinando su rostro hacia el suyo para probar sus dulces labios, en un beso profundo que hizo jadear a Sakura antes de separarse con una sonrisa nerviosa, mal que mal su hija estaba a solo dos habitaciones de distancia, ¿y si llegaba a escucharlos?, por eso tendían a dejar ese tipo de actividades para la noche, no para esa hora del día. Sin encontrar mayor resistencia, Sasuke volvió a unir sus labios con los de su esposa, que inevitablemente envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras retrocedían hacia la cama, sobre la cual la recostó cuidadosamente, no queriendo perder ningún detalle del rostro del otro, sintiendo su respiración y sin romper la unión de sus miradas, tal y como habían hecho desde que volvían a estar juntos, tratando de vivir cada momento al máximo.

—¿Y si Sarada nos escucha?— preguntó Sakura en voz baja, no deseando arruinar el momento por su nerviosismo.

—Créeme, con el entrenamiento y la ducha…se irá directamente a la cama hasta la hora de la cena— garantizó Sasuke, pegando su frente a la de su esposa.

No teniendo más preguntas que hacer, o razones por las que seguir negándose, temblando de ansiedad por todo ese deseo incontenible que había sentido por él durante todos estos años, Sakura inició un nuevo beso mientras encontraba sus labios con los de Sasuke, que apoyo su peso en su brazo para no aplastarla, disfrutando profundamente el sabor dulce de sus labios y que lo hacía olvidarse de todo lo demás en el mundo, concentrándose solo en ella que era única e irremplazable en su vida. Tanteando el terreno, Sakura entrelazó su mano con la de Sasuke, sin impedirle el recargar su peso, solo queriendo sentirlo lo más posible y de todas las formas existentes...


Hasta ahora, los días para la familia Uchiha habían sido de total felicidad, Sarada sentía que no tenía más que pedirle a la vida porque era más afortunada que nadie, sentía que lo tenía todo, pero al mismo tiempo mucho temor por perder lo que estaba aprendiendo a apreciar ahora que su familia estaba reunida, mas al igual que su madre, sabía que esta sensación no estaba destinada a durar, pero la pequeña Uchiha no quería resignarse ni asumir aquello. Sakura estaba sentada sobre el sofá de la sala, con una pierna cruzada sobre la otra y tamborileando su mano derecha sobre su rodilla, intentando que el tiempo pasara lo más lento posible para no tener que someterse al dolor de otra despedida, viendo a Sarada pasearse frenéticamente delante de ella, impaciente y muy temperamental, tanto que a nada estuvo de hacerlo sonreír, pues su hija era la viva imagen de su padre. Luego de días de negociaciones y debates en solitario entre el Séptimo Hokage y los ancianos del consejo, finalmente habían llamado a Sasuke para dar su veredicto sobre si podría permanecer por más tiempo o permanente en la aldea, o si las cosas seguirían igual dada la aun latente amenaza de los Otsutsuki y que debía continuar investigando, pero tanto Sakura como su hija esperaban que esta vez tomase mucho menos tiempo, no años.

—¿Cuánto tardaran?— preguntó Sarada en voz alta, llevándose una mano a la frente.

—Te recomiendo que te sientes, Sarada, decisiones como estas toman más tiempo de lo que crees— intentó sosegar Sakura con voz serena, o eso daba a entender.

—¿Y cómo es que tú estás tan tranquila, mamá?— cuestionó la Uchiha, incrédula por la indiferencia de su progenitora.

—Porque ya lo espere por una década; meses más, meses menos, son algo con lo que puedo lidiar— obvió la pelirosa, sin perder su templanza—y tú también podrás— aseguró con una ligera sonrisa.

—No sé si soy tan fuerte como ustedes, mamá— contestó Sarada con un suspiró.

—Lo serás, porque eres nuestra hija— garantizó Sakura, alargando una de sus manos y entrelazándola con la de su niña.

Al principio, hace tantos años atrás, cuando Sasuke había tenido que irse y comenzar aquella misión que ambos habían sabido tomaría años, y pese a mostrarse fuerte, Sakura había creído que no podría con el peso de tener que ser madre y casi padre para su hija, la responsabilidad se le había hecho irrealizable o intolerable, sentía que necesitaba de la presencia de Sasuke a su lado a cada hora de cada día, no quería ni concebía llevar a cabo la crianza de su hija sola, y aun pensaba así, pero había aprendido a que si no hacía a un lado el miedo y seguía adelante, haría miserable a su hija, a quien tanto amaba, y en el proceso también haría sufrir a Sasuke, algo inconcebible en su mente, y si ella había podido, Sarada también podría. Por inercia, y sintiendo que su juventud le restaba capacidades, Sarada trago saliva y bajo la mirada, deseó decirle a su madre que se equivocaba, ella no podía llevar una carga tan grande, pero justo cuando la Uchiha entreabrió los labios para decírselo a su progenitora, la puerta del departamento se abrió, haciendo que se separase de su madre y enfocase toda su atención en la puerta, viendo a su padre cruzar el umbral. Cerrando la puerta tras de sí, Sasuke dejo libre en suspiro, dirigiendo su mirada hacia la sala, donde lo esperaban su esposa y su hija, pero fue la mirada de Sarada lo que lo sorprendió, parecía una fiera más que dispuesta a saltarle encima a alguien por respuestas.

—Papá, ¿qué paso?— preguntó Sarada directamente, sin poder contenerse.

—Sarada— reprendió Sakura ligeramente. —¿Qué dijeron Sasuke?, ¿se negaron?— supuso, intentando no creer en falsas esperanzas.

—No— negó Sasuke, sorprendiendo y desconcertando a su esposa, —Naruto lo consiguió— ni él había creído que lo haría.

—¿Cuántos se opusieron?— inquirió la pelirosa, esta vez casi sin aliento.

—Ninguno— contestó el azabache, conteniéndose para no sonreír ladinamente.

Felicidad no era la mejor palabra para describir lo que Sasuke sentía, porque felicidad implicaría poder quedarse en la aldea de forma indefinida y ya no tener que alejarse nunca más de su familia, una posibilidad que seguía sin concretarse, más bien lo que sentía era alivio, sentía un gran peso desvanecerse de sus hombros porque, al menos si partía mañana, lo haría por mucho menos tiempo, meses solamente, ni siquiera un año, y por ahora sabía que no podía pedir más, Sakura tampoco, esbozando una lenta pero radiante sonrisa, sintiendo que la esperanza de algo mucho mejor ya no era solo un sueño inalcanzable, sino que algo muy real. Todo aquello sonaba demasiado maravilloso como para ser verdad, tanto que al escucharlo Sarada creyó que se trataba de un error, cosas así de buenas no sucedían, era demasiado inverosímil que su padre dejara de viajar por tanto tiempo, años, sino que ahora solo serían meses e incluso menos, ¿era real?, ¿no era solo su imaginación?, sin moverse, apenas y pestañando, en menos de un parpadeo Sarada se lanzó a abrazar a su padre con todas sus fuerzas, sollozando contra su pecho bajo la sorprendida y enternecida mirada de sus dos padres, porque nunca la habían visto quebrarse a sí, y era de felicidad.

Estaban volviendo a ser una familia.


Sakura tenía una melodía favorita en el mundo; la risa de su hija, eso podía hacer que la tristeza más grande que pudiera sentir se disipara como una nube de tormenta en un día soleado, y saber que ahora su niña era tan feliz como ella misma la hacía sentir realizada, días atrás se había sentido mal consigo misma por no haber dado a Sarada las respuestas apropiadas, provocando que incluso creyese que no era su hija, pero ahora todo aquello parecía haber valido la pena solo para volver a ser una familia, cerrando la puerta de la habitación de su hija tras haber conseguido que se durmiese tras el torbellino de emociones que había experimentado, y que había probado ser demasiado para ella. Sentado sobre la cama, a solas en su habitación, Sasuke meditó lo que ocurriría de ahora en más; si, los consejeros de la aldea y Naruto habían llegado a una decisión unánime, podía regresar a la aldea, quizás de forma permanente—realizando misiones ocasionales, de no demasiado meses de duración—una vez hubiera detectado y acabado con la amenaza de los Otsutsuki, y por ahora solo se concentraría en ello…escuchando la puerta abrirse, Sasuke se levantó de la cama y volvió la mirada, observando a Sakura que esbozó una ligera sonrisa, cerrando la puerta tras de sí, igual de feliz que Sarada, pero sabiendo contenerse.

—¿Por fin se quedó dormida?— más bien afirmo Sasuke, refiriéndose a su hija.

—Sí, estaba muy emocionada— sonrió Sakura, comprendiendo el sentir de su hija.

—Y no la culpo, aun me parece que es un sueño y que de un momento a otro voy a abrir los ojos, encontrando otro escenario frente a mí— asintió el Uchiha, aún muy sorprendido. —No es lo que queríamos, pero se acerca, mucho— solo lamentaba que no hubieran llegado a esta decisión antes, así no hubiese estado tantos años lejos.

—Quizás en unos cuantos años ya no tengas que realizar más misiones así, quizás puedas quedarte siempre— consideró la pelirosa, acercándose a su esposo, necesitando eliminar toda distancia.

—Es un lindo sueño, pero por ahora no deja de ser eso— recordó el azabache, no queriendo aferrarse a una posibilidad que quizás no fuera tan posible.

Qué más quisiera que permanecer en la aldea y poder pasar cada día con su familia, ser el padre presente que Sarada merecía tener, y el esposo que quería ser con Sakura, desgraciadamente sus actos pasados continuaban persiguiéndolo, había recibido el perdón tras la Cuarta Guerra Shinobi, pero aún habían muchos que seguían viéndolo como una amenaza, además estaba su Sharingan y Rinnegan, no había pedido este último "don", pero lo tenía y comprendía que acababa significando más un castigo, porque lo alejaba de su familia, pues muchos en el mundo Shinobi desearían tener esos dones para sus propios fines. Su vida jamás había sido sencilla, extraña esos días de la niñez en que había podido mantenerse al margen de todo, feliz en su ignorancia, ahora siempre debía estar pendiente de lo que otros pudieran hacer en su contra, o en el de su familia, de ahí sus ausencia, pero que no deseaba fuera tan prolongada esta vez, quería quedarse más tiempo, y lo haría, trataría de hacerlo de ahora en más. Conociendo los pensamientos de su esposo, Sakura no quiso aferrarse a una esperanza que podía no ser, pero al mismo tiempo también quería hacerlo, quería volver a tener esperanzas de que todo sería mejor, como hace años, y este regreso de Sasuke estaba ayudando a recordarle la mujer que era y en lo que creía, por muy imposible que fuera, si Sarada tenía esperanzas, Sasuke y ella también podían y debían hacerlo.

—Ahí está el Sasuke Uchiha que conozco, el que siempre debe tener la última palabra— sonrió Sakura, encantada de que mantuviera su humor.

—No siempre, muchas veces eres tu quien es la última en decidir— aclaró Sasuke, porque en su matrimonio ambos eran iguales. Alargó con cuidado una de sus manos, acariciando el contorno del hermoso rostro de su esposa. —Quiero guardar tu imagen, para que acompañe a donde sea que vaya— declaró, activando su Sharingan y sin dejar de observarla como prueba.

—En ese caso, concédeme algo— acotó ella, sin poder evitarlo, viéndolo asentir en respuesta. —Deja tu aroma en mi piel, y haz que perdure hasta que vuelvas— solicitó, necesitando recordar esta última noche lo más posible.

Sin poder evitarlo, Sasuke sonrió ladinamente ante aquel deseo, pues era el propio; no deseaba ausentarse tanto tiempo de la aldea esta vez, de todo corazón trataría que fuera lo menos posible, pero por ahora, por esta noche y envolviendo su brazo a la cintura de su esposa para elevarla del suelo, Sasuke se prometió a hacer esa noche la más duradera que hubieran tenido que mucho tiempo, no solo porque Sakura se lo pedía con esos brillantes ojos esmeralda a los que nunca podría negarle nada, sino porque él también lo necesitaba. Con una radiante sonrisa en su rostro, Sakura se dejó guiar hacia la cama, sin hacer desaparecer su sonrisa y dejar libre un suspiro al sentir la cama tras sus rodillas, dejándose recostar sobre esta y sin apartar ni por un solo instante sus ojos de los de su esposo, ambos dejándose desnudar por el otro, sin romper la electrizante magia del momento, y que ambos deseaban disfrutar y recordar lo más posible. Cuando llego el momento, Sakura ahogó un jadeo de sorpresa al sentir a su esposo penetrar en su interior, sujetándose de sus hombros, Sasuke pegando su frente a la suya y acariciando su mejilla para ambos se viesen a los ojos en todo momento, volviendo a encontrar sus labios en un beso profundo y apasionado, porque nada más importaba para ellos en ese momento, no existía nada más…


A pesar de lo mucho que había tratado de mantenerse despierta durante la noche, temiendo que llegara el nuevo día y la inevitable despedida, Sarada no tuvo otro remedio más que dormirse, su voluntad había fallado sin siquiera darse cuenta, y cuando abrió los ojos nuevamente, ya era de día y se golpeó mentalmente la frente por ello, pues cuando se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, encontró a sus padres preparando el desayuno, tal vez la imagen más mundana que hubiera podido ver, pero que le significo más que cualquier otra cosa en su vida. Tras desayunar y casi sin pronunciar palabra, a menos que no tuvieran otra opción, la familia Uchiha se dirigió hacia la entrada de la aldea, era la primera vez que Sarada lo hacía, mas por la mirada que vio intercambiar a sus padres, supuso que esta no era la primera ni última vez que ambos se despedían en ese lugar, pero esta vez era diferente, porque había una esperanza latente en sus corazones, y en el de su hija, porque podían y querían creer en que el tiempo que habrían de esperar para volver a verse no sería tan extenso. Apretándose nerviosamente las manos, sintiendo un nudo en el estómago y la garganta que parecía tornarse cada vez peor, Sarada observó atentamente a su padre, deseaba pedirle que no se fuera, que se quedara para siempre, no quería tener que esperar y contarle todo lo que hacía, vivía o aprendía en su ausencia, o por cartas, quería que él estuviera presente a cada paso, al igual que su madre.

—¿Cuándo volverás?— preguntó Sarada, ansiosa por saber que esperar.

La única respuesta que Sasuke pudo darle a su hija fue el silencio, ni siquiera él mismo tenía claro cuándo es que regresaría, trataría de encontrar la información y pruebas suficientes cuanto antes para detectar esa amenaza, regresar a informar y estar con su familia como tanto anhelaba, eso era todo cuanto podía prometer, y para ello no necesitaba de palabras, solo de acciones. Fue enternecedor y único para Sakura, como espectadora, ver a Sasuke inclinarse y envolver su brazo alrededor de Sarada en un abrazo que, a ojos de cualquiera parecería insignificante, pero no para ellos que solo tenía una cosa importante en la vida fuera del amor que compartían y crecía más cada día, y eso era su hija, era lo que garantizaba que pasara lo que pasara, siempre estarían juntos, eso y el vínculo indisoluble que los había unido como esposo y esposa. Rompiendo el abrazo, Sasuke sonrió ladinamente mientras encontraba su mirada con la de su hija, a su mente venía ese primer día en que la había visto hace tantos años, cuando solo había sido una bebé, entonces había estado al borde un risco, temiendo que no habría nada bajo sus pies...pero el amor de su esposa y la existencia de su hija era un terreno firme, en eso podía creer para soportar estar ausente y separado de ellas, y Sarada también lo haría, como Sakura y él habían aprendido a hacer.

—Papá...— suspiró Sarada, necesitando una respuesta a la cual asirse.

—No pongas esa cara— regaño Sasuke con voz suave, —hasta la próxima vez— se despidió, sin apartar su mirada de la de ella.

Sin más y con cuidado, Sasuke chocó dos de sus dedos contra la frente de su hija, era la primera vez que lo hacía desde que Sarada había sido solo una bebé, y probablemente ella no lo entendiera, pero lo hizo; ¿y qué es mejor que un beso?, a la mente de Sarada vino aquella pregunta que le había hecho a su madre hace tantos años, y ahora por fin comprendía que era ese algo, la cálida sensación que quedo en su frente y la hizo sonreír. Aunque hubiera crecido todos estos años sin un padre presente en cada día, Sarada adoraba de todo corazón a Sasuke Uchiha, pero conocer en profundidad al hombre que era la hacía inmensamente feliz, más de lo que nunca había imaginado que sería, él había llenado de alegría una semana que jamás había creído que tendría, ahora su vida estaba completa, y sabía todo estaría bien. Como alguien que siempre había mantenido la guardia alta, temiendo salir lastimado tras todo lo que había vivido y que aún hoy lo perseguía, Sasuke valoraba enormemente lo que Sarada estaba haciendo; había bajado la guardia lo suficiente para hacerle saber que le importaba, y él iba a manejar eso, no iba a decepcionarla otra vez, ni a su trastornada pero hermosa madre. Sin dejar de sonreír, atesorando cada momento familiar en su mente para recordarlo cuando Sasuke se encontrase ausente, Sakura dio un paso al frente, más cerca de su esposo, sosteniendo en sus manos el almuerzo que le había preparado.

—Ten, tu almuerzo— entregó Sakura, sin poder evitar preocuparse por él.

—Gracias— agradeció Sasuke. El Uchiha observó atentamente el hermoso rostro de su esposa, queriendo recordar cada detalle de ella durante el tiempo que estuvieran separados, y se embeleso tanto que deseo besarla ahí mismo, mismo parecer de Sakura, que se sonrojo. —Me voy— decidió, dándole la espalda cuanto antes.

No iba a besar a su esposa con su hija presente, y menos en un lugar donde cualquiera podría verlos, para eso exponía su vulnerabilidad cuando ambos estaban a solas o en privado, pero el resto del tiempo no podía mostrarse así ante otros, no era una opción, tendría que esperar hasta su regreso por ese beso, y ella también, lo que hizo que el Uchiha sonriera ladinamente, sin voltear mientras sus pasos lo alejaban de la aldea. ¿Me dejó así otra vez?, maldita sea…se lamentó Sakura, reprendiéndose por creer ingenuamente que Sasuke iba a despedirse de ella en ese ambiente, con un beso, riendo interiormente para sí ante la habilidad de su esposo de hacerla añorarlo aunque acabara de partir, un juego que no podía evitar seguir, ya que así su reencuentro sería aún más dulce. Aun un tanto triste y alicaída, pero resignada a ver partir a su padre, Sarada esbozo una ligera sonrisa al lado de su madre, intentando animarse, sintiendo que ahora muchas cosas estaban más claras para ella más que nunca, y por fin sentía quien era realmente y lo que quería hacer, quería hacer lo mismo que su padre hacia; cuidar de otros, pero a su manera, como le había enseñado el Séptimo, desde la aldea y luchando por otros, ayudando a otros como su madre, pero desde lo más alto.

Como Hokage


PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo al pie de la letra, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Como siempre les recuerdo que por ahora solo puedo actualizar una historia por semana, por mis estudios y el escaso tiempo de que dispongo, pero no dejare inconclusa ninguna de mis historias, tienen mi palabra :3 las próximas actualizaciones serán "Kóraka: La Sombra del Cuervo", luego "La Reina Olvidada" y por último "Más Que Nada en el Mundo" :3 esta historia esta dedicada a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (dedicándole cada una de mis historias como siempre y enviándole mis mejores deseos así como un afectuoso abrazo), a Coleccionista de historias (dedicándole esta historia y deseando que este a salvo en su hogar y con todos los suyos), a afrodity33 (agradeciendo sus palabras, dedicándole esta nueva actualización y deseando que este a salvo con su familia), a Abril (agradeciendo sinceramente sus palabras, dedicándole la historia y deseando de todo corazón que este a salvo junto a los suyos) a Guest (agradeciendo su apoyo y deseando que se encuentre bien junto a los suyos), a Carols2497 (dedicándole esta historia en agradecimiento por sus palabras y deseando que todos los suyos estén a salvo), también a blossommarie (disculpándome por no haber podido actualizar antes), a videlsnssj (agradeciendo que se tome el tiempo de leer a este pobre intento de escritora) y a Yi Jie-san (agradeciendo su apoyo y prometiendo que los exámenes Chunin se verán a partir del próximo capitulo), y a todos quienes siguen, leen o comentan esta y todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Trama & Cambios: lo sé, no me digan, tarde mucho en actualizar esta historia que es por lejos una de mis favoritas, pero tuve mis razones ya que, para aquellos que vean Boruto, la historia esta en un caos total al cual yo al menos no puedo encontrarle sentido, por lo que decidí que mi fic "El Sentir de un Uchiha" será una historia aparte, contando la trama de Boruto como a mi me hubiera gustado que fuera, pero usando muchas de las escenas SasuSaku, oh y adaptando la novela de Sasuke Retsuden, por supuesto, pero con diferencias de mi autoría, como un personaje nuevo y que espero muchos adivinen de quien se tratara. Reitero, en el manga de Kishimoto, no se especifica cuanto tiempo pasa Sasuke en Konoha antes de volver a viajar para detectar la amenaza de los Otsutsuki, por lo que en mi historia se queda en casa y pasa tiempo con su familia durante una semana entera. Para al escena de la "capsula del tiempo" me inspire en un episodio de la serie "El Mundo de Riley", una de mis series favoritas y que también me ayudo a desarrollar los pensamientos y sentimientos de Sarada.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3