—Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura & Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoría de Masashi Kishimoto, mas la narración, trama vinculante y pasado de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi & Sasuke, entre otros) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronología de la historia :3 Les sugiero oír "My Escape" de Ravenscode para Sasuke, "My Love" de Sia para Sakura, "Phoenix" de Chrissy Costanza para Sarada, "Dreamers" de Jungkook para Boruto y "Royalty" de Neoni, Egzod Maestro & Chives para el contexto del capitulo.


Estaba cansado, ya no era un chico de veinte años que podía librar los enfrentamientos que se le pusieran delante, pero en su defensa, Sasuke continuaba activo como Shinobi cuando la mayoría de los hombres de su generación no estaban ni siquiera cerca de su rutina diaria; abriendo los ojos lentamente, Sasuke recorrió su habitación con la mirada, extrañado por encontrarse solo, por lo que se irguió lentamente; no es que dependiera de nadie, pero ahora que estaba en casa lo último que deseaba era que Sakura estuviera lejos, ¿Acaso había tenido que salir por trabajo? En busca de respuestas, Sasuke se levantó de la cama y dirigió sus pasos hacia la puerta, que abrió para continuar avanzando por el vacío pasillo...El resto del apartamento era bullicio puro, aunque de forma muy discreta; Mikoto se hallaba sentada sobre uno de los sofás con su hermosa nuera a su diestra y tendiéndole flores mientras la Uchiha entrelazaba estás al corto cabello de su nieta, que intentaba no moverse para no arruinar el arreglo que su abuela le estaba haciendo; en el sofá contiguo, y pretendiendo leer un libro con el aire meditabundo que tanto lo caracterizaba, Fugaku estaba completamente embelesado por su nieta, tan joven e inexperta del mundo del que formaba parte, y sin embargo tan valiente, decida y una verdadera Uchiha en todo los aspectos, tanto como su nuera, que pese a nacer como una civil, mostraba gran dedicación y devoción a todo lo que el clan Uchiha debía representar, aferrándose a mantener esa voluntad de fuego con el abanico en su espalda.

¿Cómo van las misiones, Sarada?— preguntó Fugaku por fin, disimulando su atención para con su nieta; Mikoto era mucho mejor demostrando sus emociones.

Bien, se me hacen fáciles la mayor parte del tiempo— contestó Sarada con una discreta sonrisa presumida, —aunque Boruto intenta llevarse toda la gloria— se abstuvo de entornar los ojos por solo mencionar aquello.

¿A quién se parece?— cuestionó el patriarca Uchiha con aire burlón, centrando su mirada en su esposa, quien casi entornó los ojos como había hecho su nieta.

Por favor, Fugaku, yo siempre admití que a Kushina le faltaba un tornillo, aunque en parte es mi culpa— reconoció la matriarca Uchiha, aceptando la responsabilidad. —Afortunadamente Minato aportó un poco de cordura a ese niño— o eso quería creer.

Pero todo el ajetreo no se limitaba a la sala del apartamento únicamente, pues hasta allí llegaban el eco de conversaciones, risas femeninas que venían de Izumi, una que otra discreta risa de Itachi, ambos encargándose de preparar el almuerzo, y por último gemelas risas infantiles, casi idénticas en tono, aliviando cualquier posible tensión que se pudiera sentir, mas ¿Cómo sentir algo más que felicidad y plenitud ante tan maravilloso ambiente? Mikoto se volvió hacia Sakura, recibiendo una última flor de su parte para colocarla en el cabello de Sarada, en una mezcla de corona de flores y enredadera al mismo tiempo; con Sakura, Mikoto había obtenido a la hija que siempre habría deseado tener, además de que lo que hiciera feliz a Sasuke la hacía feliz a ella y Sakura vivía por hacerlo feliz; Sarada también era una verdadera joya para la matriarca Uchiha, era una niña preciosa y que estaba convencida sería toda una belleza cuando se convirtiera en una adulta, igual que lo era su madre. Sarada no era una chica particularmente vanidosa, tenía doce años y estaba viviendo toda la difícil transición de una preadolescente a una adolescente, pero para ella el físico o como se viera era intrascendente, solo el cumplir las misiones que se le adjudicaran y ser lo que se esperaba que fuera respecto a fuerza, talento, habilidad y destreza, porque eso era lo que su madre y su padre le habían enseñado, mas la joven Uchiha no pudo evitar sonreír ante su reflejo en el espejo de mano que su abuela le tendió, jugando con las flores entrelazadas con su cabello y agradándole verse así.

Mírate, eres la niña más hermosa de todo el mundo— celebró Mikoto cuando su nieta se volvió hacia ella, —después de tu abuela, claro— obvio sin menospreciarse a sí misma.

No, primero estás tú, abuela— protestó Sarada en el acto, —luego mamá, y entonces, solo entonces tal vez yo— vio a su madre sonreír ante sus palabras.

Ya, mamá, por favor— la voz de Itachi por fin se elevó desde la cocina. —¡Llevo horas esperando!— sonaba entre molesto y desesperado, acompañado por la risa de Izumi.

¡No me presiones!— replicó la Matriarca Uchiha, apenas y volviendo la mirada hacia la cocina. —Ve con tu tío, Sarada— instruyó a su nieta, comprendiendo que todos quisieran monopolizar a tan maravillosa criatura.

Mikoto era quien siempre quería monopolizar a Sarada, quizás porque siempre había deseado tener una niña—lo que siempre la llevaba a discutir con Itachi, que adoraba con fervor a su sobrina—, mientras que Fugaku era quien siempre quería monopolizar a Sakura; decir que estaba orgulloso de su nuera sería un eufemismo; admiraba su brillantez, su determinación, su fuerza y como había llegado hasta donde había llegado—siendo la Kunoichi más capaz y prodigiosa de su generación—únicamente por sus propios méritos, marcando una diferencia y no dejando que nadie le bloqueara el paso, ¿Quién no estaría orgulloso de ella? Al mismo tiempo en que Sarada cruzaba el umbral de la sala hacia la cocina—envolviendo sus brazos alrededor de ambos, revolviéndoles el cabello con aire protector—, dos niños cruzaron hacia la sala, directamente hacia el sillón en que se hallaba su madre y su abuela; los niños tenían un asombroso parecido el uno con el otro, perfectamente habrían pasado por gemelos salvo por ciertas diferencias evidentes; Daisuke tenía el cabello azabache característico de los Uchiha, con un flequillo enmarcando su rostro, mas liso en la parte posterior como el de su tío, ojos oscuros y piel blanca; e Itachi por otro lado tenía el cabello rosado y erizado, más rebelde, los ojos verdes y la piel del mismo tono blanquecino, pero con un entusiasmo más evidente y contagioso. Ambos niños abrazaron a su abuela, pero solo Itachi permaneció abrazándola, Daisuke inevitablemente se volcó a abrazar a su madre, que lo besó en la coronilla.

Mis preciosos nietos— arrulló Mikoto, haciéndole cosquillas al pelirosa y alargando su mano para revolverle el cabello al azabache. —Tienen que visitarnos más seguido, Sakura, extraño mucho a mis nietos, y Fugaku también, aunque no lo diga— aseguró, concentrando su atención en su nuera.

Lo sé— asintió Sakura, alargando una de sus manos para entrelazarla con la de su suegra. —Intentare hacerlo más, pero el trabajo me mantiene ocupada— se disculpó, no teniendo excusa para ello y sabiendo que así perdía tiempo con su familia también.

Y así debe ser— asintió Fugaku, orgulloso de su nuera e incondicionalmente de su lado.

Lo que Fugaku quiere decir, es que estamos orgullosos de ti— profundizó la matriarca Uchiha, pidiendo paciencia, —Sasuke y tu han hecho un gran trabajo con estas dulzuras, y son maravillosos juntos— estaba inmensamente feliz por su hijo, por Sakura y sus nietos.

Ella, igual que Fugaku, y hasta antes de que se les uniera Itachi, lo había visto, y naturalmente había sufrido por ver cómo su hijo se hundía en la oscuridad, había temido que se dejara guiar por una soledad que nunca le traería nada bueno, Fugaku y ella habían sufrido tanto por ello, sabiendo que habían sido responsables de ello…pero, en medio de todo, había existido una figura constante, Sakura, quien se había vuelto paulatinamente más y más importante en la vida de Sasuke, anclándolo a la luz, y ello los dejaba tranquilos, porque su hijo era feliz. Todo había sido muy extraño para Sasuke al momento de abandonar su habitación, había ruido, pero al mismo tiempo no lo había, todo era demasiado confuso, por lo que—desconfiado—eligió permanecer oculto en el umbral exterior de la sala, escuchando todo, viendo todo, ¿Cómo era posible? Estaba soñando, de eso no tenía duda y no le extrañaba tanto, no era ni la primera ni la última vez que soñaba con sus padres, pero ¿Qué eso incluyera a Sakura y Sarada? Era la primera vez y le tocaba el corazón ver lo mucho que sus padres adoraban a su esposa, era todo lo que siempre había querido. Mientras Sasuke se hallaba congelado y escuchando todo, sin poder mover siquiera un músculo, uno de los dos niños en la sala pareció darse cuenta de su presencia, era Itachi con su ánimo entusiasta, corriendo hasta el pasillo exterior, directamente hacia su padre, envolviendo sus brazos alrededor de su torso en un afectuoso abrazo, haciendo despertar a su progenitor a causa de la sorpresa.

Despertaste, papá— la voz del infante lo hizo reaccionar, bajando la mirada con sorpresa.

Tío Itachi ya casi termina de cocinar y Sarada lo está ayudando— respaldó el otro niño, Daisuke, cruzando el umbral de la sala.

¿Cómo dices?— escuchar aquello sí que hizo reaccionar a Sasuke, arrodillándose frente a ambos niños que simplemente lo observaron, no debían tener más de cinco años.

Itachi, Daisuke— llamó Sakura, cruzando el umbral de la sala en ese momento. —¿Están teniendo un momento de cariños sin mí?— preguntó burlona, envolviendo sus brazos alrededor de Daisuke por la espalda, el cual simplemente se dejó abrazar.

Sakura— nombró el Uchiha, haciendo que su esposa volviera su atención hacia él. —¿Son nuestros?— preguntó casi conteniendo el aliento, viéndola asentir suavemente. —Así que ustedes son mis hijos— decirlo ya de por sí dejaba en clara su sorpresa.

Somos los niños de mamá, Sarada es tu princesa— corrigió el pequeño pelirosa, volviendo la mirada hacia su hermano mayor, abrazado por su madre.

Si le hubieran permitido ser egoísta y decidir sobre su vida hacía más de diez años, cuando había tenido que dejar a su familia y seguir el rastro de Kaguya con el propósito de evitar el peligro para ellas y para la aldea; Sasuke habría deseado que otro se encargara de esas obligaciones y fruslerías, él habría dado lo que fuera por permanecer en Konoha, no por la aldea, sino por su familia; se habría quedado con Sakura, habría realizado misiones pequeñas con tal de permanecer en casa, habría disfrutado el paso de los años y, ¿Por qué no? Habría tenido más hijos con ella, sabía que Sakura siempre habría querido más que Sarada, aunque para ambos era el mejor de los regalos de la vida. Aún muy obnubilado por todo lo que había visto y escuchado, Sasuke dejo que Sakura lo tomara de la mano y guiará hacia la sala, con los dos niños; Itachi y Daisuke, por delante de ellos, mas dirigiéndose hacia la cocina en lugar de hacia la sala como sí hicieron sus progenitores; Sasuke no perdió detalles en las expresiones de sus padres, su madre tenía la misma expresión llena de afecto que él recordaba de sus días de infancia, era como si nada pudiera desvanecer esa sonrisa adorable a la par que melancólica; su padre, de igual modo, parecía no haber cambiado nada, tan reservado y apenas exteriorizando lo que sentía o pensaba…pero había algo diferente, Sasuke lo percibió al sentarse en el sillón, junto a su madre y con Sakura a su diestra, notaba cierta ligereza en su mirada, como si los problemas que él recordaba ya no importaran, como si solo importase el ahora.

Sasuke— nombró Mikoto, haciendo reaccionar a su hijo. —¿Estás bien?— preguntó preocupada y solo para estar segura.

Sí, creo que solo estoy algo aturdido— asintió el azabache, aún demasiado sorprendido.

Es normal, te exigiste demasiado en la última batalla, hijo, merecías un breve descanso— regañó la matriarca Uchiha, sosteniendo su mano entre las suyas.

Finalmente y tras tanto tiempo nos diste un motivo para estar felices— celebró Itachi, finalmente emergiendo de la cocina. —No intentes pasarte de listo otra vez o me apareceré en tus sueños— amenazó con voz muy seria, haciendo que Izumi solo suspirara de pie tras él, pidiendo paciencia ante su obstinación en hacer las cosas a su modo.

Itachi, eso no se dice— regañó Mikoto, ante lo que él eligió ignorarla y regresar a la cocina, mientras que Sarada fue guiada hacia el sillón por sus hermanos, de regreso con su abuela. —Mis tesoritos, espero que cuando crezcan, sean tan fuertes y valientes como su padre y su madre— deseó en voz alta, pasando su mirada por sus nietos, su adoración.

Lo serán— respaldó Fugaku con una sonrisa ladina, completamente de acuerdo.

Fugaku estaba seguro que, de haber hecho las cosas de acuerdo a las normas o tradiciones del clan, ninguna elección habría traído consigo el soplo de aire fresco que era Sakura; un inocente batido de pestañas, sonrisas para todos, disposición amorosa y una personalidad segura para defender sus valores, eso había conquistado a todos en su generación y a sus suegros desde el primer momento, por lo que sí de dejar la administración futura del clan y la familia a Sakura se trataba, él estaba absoluta y completamente de acuerdo con ello; había algo muy especial en el hecho de lo mucho que Sakura le recordaba a Mikoto en su juventud, de esa forma confiaba en que todo estaría bien. Por primera vez desde que aquel extraño sueño había comenzado, Sasuke se permitió relajarse y reclinar su espalda contra el sofá tras de sí, mucho de ese cuadro no era posible en el presente, porque sus padres y su hermano no estaban vivos, mas no era la primera vez ni la última que pensaba que ellos habrían aprobado a Sakura de haberla conocido y ese momento se lo confirmaba…no es que Sakura no fuera suficiente, ese pensamiento jamás había pasado por su cabeza, en su vida, mas siempre había querido saber si su familia realmente la había querido y ahora se quitaba un peso de encima, volviendo la mirada hacia su esposa, quien lucía aquella sonrisa que tanto lo enamoraba, ese brillo en sus ojos y estrechando su mano contra la suya por sobre su pierna. No podía ser un maldito malagradecido, había mucho que apreciar y valorar, cada día, todo cobraba sentido, todo gracias a ella…


Como Shinobi, Sasuke estaba acostumbrado a que sus sentidos siempre estuvieran alerta, incluso cuando todo lo que podía desear era dormir, y de hecho se había encontrado en una profunda bruma del sueño hasta ese momento, pero el eco de la puerta de la habitación abriéndose marcó la diferencia, llevándolo a abrir los ojos; la habitación estaba sumida en la oscuridad, las cortinas estaban cerradas precisamente para proteger a quien dormía de la luz del sol, pero por su agudo sentido de la vista, acostumbrado a toda clase de circunstancias, Sasuke distinguió la figura de alguien acercándose a abrir las cortinas, entrecerrando de inmediato los ojos, mas no quejándose por ello. Habitualmente Sasuke tenía mal dormir, Sakura había aprendido a familiarizarse con ello desde sus días como Compañeros de Equipo, también al viajar juntos antes de casarse, ya luego sus interacciones habían cambiado y la excusa de no ser bueno por las mañanas ya no servía con Sasuke y ella, no cuando quedarse en la cama era lo único que pensaban en hacer. La pelirosa dejó la bandeja con el desayuno sobre su escritorio de trabajo, acercando sus pasos hacia la cama, y sentándose sobre el colchón, exactamente junto a Sasuke, rozando su cadera con la suya mientras este se sentaba mejor sobre la cama. Que su esposa fuera lo primero que viera al despertar era como un sueño para Sasuke, valía la pena, aunque ella fuera a darle una mala noticia, pero, por su sonrisa el Uchiha intuía que eso era lo último que haría; sin duda alguna la realidad era mejor que los sueños.

—¿Cuánto dormí?— preguntó Sasuke, no recordando haber descansado tanto.

—Dos días completos— contestó Sakura observándolo con una sonrisa, —tranquilo, eso es menos que Naruto, a él aún no hay quien lo despierte, siento compasión por Hinata— agregó, ante la mirada de sorpresa en sus ojos. —Lucias tan tranquilo que no quise despertarte, seguramente soñabas algo agradable— comentó, curiosa por aquello con lo que él hubiera estado soñando, pues no tenía sueños la mayor parte del tiempo.

—Soñé con Itachi, mi padre, mi madre, y Sarada y tú estaban ahí— minimizó el Uchiha, aun procesando y buscando entender tan maravilloso sueño. —Te habrían adorado— de eso estaba seguro, esbozando una sonrisa ladina.

—Tienes una magnífica opinión de mí— apreció la pelirosa, teniendo sus propias inseguridades, —extrañaba esa sonrisa— agregó, adorando cada vez que la veía.

—Y yo la tuya— secundó el azabache, siendo uno de sus aspectos favoritos de ella.

Si de enamorarse de Sakura se trataba, Sasuke había tenido muchas razones para no poder evitarlo; primero, la forma valiente en que ella había intentado dirigirle la palabra en su infancia; segundo, lo llamativa que era con su sedoso cabello rosado y que él no pudo evitar acariciar, alzando su mano y pasando sus dedos por tan sedosas hebras, tan incomparables como sus ojos esmeralda que no se despegaron de él; su tiempo juntos compañeros de Equipo, todo lo que habían pasado juntos; lo enamorada que Sakura siempre había estado de él y viceversa, aunque le había costado mucho comprenderlo y retribuirle sus sentimientos; además, era hermosa como un sueño, con un corazón como ningún, la mujer más perfecta sobre la faz de la Tierra. Agradeciendo como siempre la atención de Sasuke, ella sintiéndose igualmente fascinada por él, Sakura apoyó sus manos por sobre sus hombros en un muy ligero masaje, inclinándose y presionando sus labios contra los suyos en un beso; había estado muy asustada por él días atrás, por causa de los Otsutsuki, había temido tanto que le ocurriera algo…Sasuke era tan temerario, siempre se arriesgaba tanto, bélico en el fondo como cualquier Uchiha, pero lo único que le importaba en ese momento es que estaba con ella ahora, ambos profundizando el beso y envolviendo sus lenguas una contra la otra, mas nada de eso le impidió sentir la mano de Sasuke descender de su cabello a su cuello, amasando uno de sus pechos a través de su blusa, que busco desabrochar, por lo que ella rompió el beso.

-Quizá sea insensato malgastar las energías que acabas de recuperar— supuso Sakura con preocupación, esperando por supuesto que él le llevase la contraria.

—Nunca malgastaría nada en ti—replicó Sasuke sin dudarlo, acortando la distancia y halándola hacia sí en un nuevo beso, igual o más hambriento que el anterior.

No era un secreto que Sasuke no soñaba desde la Cuarta Gran Guerra, pero cuando lo hacía y eran buenos sueños, siempre e involucraba estar con su esposa; cada vez que Sakura y él estaban juntos, como si se tratase de la necesidad de aire, Sasuke solo deseaba estar lo más cerca posible de su esposa, le encantaba tenerla en sus brazos, su calidez y aroma invadiendo sus sentidos, lo embelesaba su respiración cada vez más lenta y le encantaba escuchar su voz con aquel matiz tan especial, cuando solo había intimidad; jamás había podido, podía ni podría tener suficiente de ella; para el mundo exterior, Sasuke Uchiha era un imbécil frío, carente de pasión…pero con ella, era solo fuego, emoción, pasión, deseo, lujuria. La Haruno esbozo una inevitable sonrisa en medio del beso ante aquella respuesta, sintiendo su mano ascender para sujetarla por la nuca y mantener sus labios unidos en aquel beso, sin que ninguno de los dos rompiese la unión, generando aquel silencio tan perfecto e indeseable de romper por ninguno de los dos, porque con ambos el silencio y su compañía eran todo lo que necesitaban; un placentero suspiro abandonó los labios de Sakura mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello de su esposo, profundizando cooperativamente el beso, con hambre y deseo mutuo, dejándose recostar plenamente sobre la cama bajo el tacto de Sasuke, ambos olvidándose de cualquier tipo de reserva o restricción posible, Sasuke olvidándose de preguntar siquiera donde estaba Sarada, y Sakura sabía que nadie lo interrumpiría.

El beso se rompió por la necesidad de aire, mas en lugar de disuadirlos a ambos, esto hizo que Sakura deslizara sus labios por el mentón y cuello de su esposo, envolviendo sugerentemente una de sus piernas alrededor de sus caderas a modo de insinuación, una a la que Sasuke no pudo resistirse, terminando de abrir su blusa y que hizo resbalar por sus hombros, arrojándola descuidadamente al suelo, sintiendo el dócil y cálido cuerpo de su esposa contra el suyo, no perdiendo tiempo en desabrocharle los pantalones y deslizarlos por sus esbeltas piernas. Haciendo lo propio al quitarle la camisa a Sasuke, valiéndose de lo obnubilado que este se encontraba, Sakura no tuvo reparos en arquearse bajo el cuerpo de su esposo, temblando de placer ante el firme agarre de su tacto y más cuando su boca aprisionó uno de sus pechos, detonando sus suaves gemidos; Sasuke sabía que aquella forma de comunicación por parte de Sakura, que casi lo hacía deshacerse de deseo por ella, implicaba un literal "te necesito", y él no tenía la fuerza ni la crueldad para prolongar aquella tortura para ambos. Eran contadas las ocasiones en que ambos se tomaban el tiempo para explorar, tocar y saborear al otro, pero hoy no era uno de esos días, y Sakura lo dejó muy claro, usando un poco de fuerza extra al envolver sus piernas alrededor de las caderas de su esposo, invirtiendo las posiciones y montándose a horcajadas sobre el regazo de Sasuke, el tacto de este asiéndose con firmeza sobre sus caderas, atrayéndola hacía sí y reclamando sus labios en un nuevo beso.

Envolviendo con firmeza su brazo alrededor de la estrecha cintura de su esposa, Sasuke elevó su cadera en el ángulo adecuado y alineó su miembro contra su interior, dejándole a ella la labor de hundirse contra él, ambos manteniéndose unidos por aquel beso mientras se convertían en uno solo, ahogando sus gemidos, jadeos y nombres en medio del roce de sus lenguas, una contra la otra. Decidido a quedarse quieto como de costumbre, y así darle tiempo a su esposa a acostumbrarse a él, Sasuke invirtió las posiciones, haciéndola quedar debajo suyo, rompiendo el beso e intercambiando una mirada con ella antes de retirarse y volver a embestir, deslizando sus labios por el mentón y cuello de su esposa, ascendiendo y descendiendo antes de volver a demandar un vertiginoso beso de su parte. Sakura no pudo evitar apretar sus piernas alrededor de sus caderas mientras estás se movían hacia arriba para alentarlo a regresar penetrar cada vez más rápido en su interior, gimiendo su nombre, no teniendo razones para callarse cuando no había nadie más en ese apartamento que ellos, mordiendo ligeramente los labios de su esposo en medio del beso que este se empeñó en retomar, envolviendo hambrienta su lengua contra la suya. Con cada embestida entrada y salida del miembro de su esposo, Sakura sentía un placer como ningún otro, recorriendo los músculos de su espalda con sus manos, arañando su piel, aferrando a él y sintiendo el tacto de Sasuke ascender de sus caderas para amasar sus pechos y sintiendo su lengua recorrer su piel, deseando grabarse su sabor.

Los gemidos entrecortados de su esposa y sus gritos apasionados, a causa de sus penetraciones, eran música para los oídos de Sasuke, instándolo a embestir cada vez más rápido y brindarle el placer que solo ella podía darle, sintiendo las uñas de su esposa en su espalda, perdiéndose él en la lujuria y deseo que ella despertaba en él, alzando su mano para acunar su rostro y acercarla hacia sí en un nuevo beso, uno que les robó el aliento, embistiendo más rápida y profundamente en su interior. El beso tuvo que romperse por la necesidad de aire y de los labios de Sakura no tardaron en brotar coros y coros de gemidos entrelazados con su nombre, aferrándose a él desesperadamente y meciendo sus caderas al encuentro de las suyas, provocando que las embestidas de su esposo se acelerarán en su interior, haciéndola echar la cabeza hacia atrás; esta acción solo hizo que los labios, lengua y dientes de su esposo asaltaran la elegante curva de cisne de su cuello, reteniendo sus caderas contra las suyas y embistiendo cada vez más fuerte y profundamente. El tono cada vez más alto de los gemidos de Sakura, que tuvo que cubrirse los labios distraídamente con una de sus manos por los deseos que tenía de gritar, anunciaron a Sasuke que su orgasmo estaba cada vez más cerca…la sola idea de llevar a su esposa al clímax era casi demasiado para él, esa idea bastó para acercarlo a la cúspide de su propio placer, cuando escuchar los gemidos de su esposa entrelazados con su nombre ya de por si lo empujaban al límite por estar en su estrecho interior.

Sus labios se rozaban entre jadeos y gemidos cuando finalmente, tras lo que pareció ser una tortura, Sakura alcanzó el clímax primero, arqueando su cuerpo contra el de su esposo, envolviendo firmemente sus piernas alrededor de sus caderas para que permaneciera en su interior y gritando su nombre, sintiendo su placer ser duplicado ante las continuas embestidas de Sasuke; sentir el clímax de Sakura consigue detonar el suyo al instante, reteniendo sus caderas contra las suyas y enterrándose profundamente dentro de ella, derramándose en su interior, disfrutando por la forma sublime en que los melodiosos gemidos de su esposa resonaban en la habitación, siendo su sinfonía favorita. Con sus brazos envueltos alrededor del otro por igual, ambos permanecieron inmóviles y jadeando por varios segundos, con los ojos cerrados y las respiraciones mezcladas, sosteniendo el cuerpo tembloroso del otro, apenas y moviéndose, Sasuke solo lo hizo para apoyarse en uno de sus brazos y observar el semblante de su esposa, inclinándose para besarla en la frente, descendiendo por su rostro, a su cuello y sus hombros, no consiguiendo saciarse de ella, sino que deseándola cada ver más. Finalmente, Sasuke abandonó el interior de su esposa, ante lo que Sakura no pudo evitar ahogar un gemido, sintiéndose tan vacía como él por la pérdida del contacto íntimo, pero este pronto fue sustituido por un cálido abrazo y que la hizo sonreír, sintiendo a Sasuke envolver su brazo alrededor de ella. No había sueño esta vez, solo el simple placer de saberse juntos.

Estando juntos, la vida era maravillosa.


Como era de esperar en un Jinchuriki—ella lo había visto muchas veces durante la Cuarta Gran Guerra Shinobi—, Naruto se había recuperado rápidamente, aunque sí que había dormido por al menos tres días completos, lo que había detonado que Hinata se preocupase mucho por él, sintiéndose mejor cuando lo escuchó roncar, reconociendo su sueño habitualmente pesado. Hinata había querido olvidar todo lo ocurrido antes de la llegada de los Otsutsuki, por lo que trató de ser lo más atenta posible con Naruto, aunque eso no era una sorpresa, tener que ser una perfecta ama de casa era un placer para ella, era parte del clan Hyuga que se caracterizaba por ser tradicionalistas en extremo, sí que se había esperado de ella que liderará a futuro, pero al no hacerlo, llevar una vida hogareña le era infinitamente mejor, casi un sueño hecho realidad. La tensiones continuaban presentes por supuesto, Hinata no hablaba del tema siquiera, pero Naruto sabía que la había ofendido, la había dado por sentado…y lo lamentaba mucho, haber temido por ella, haber temido perderla había sido uno de los mayores dolores de su vida y el mayor hasta ese momento; tras recuperarse y como se esperaba de él, Naruto regreso a su trabajo como Hokage, contando con el constante apoyo de Shikamaru, y delegando en él mayores responsabilidades esta vez, deseando compensar todo el tiempo perdido con su familia, diciéndose a sí mismo que no podía volver a cometer ese error. Esa tarde, con el sol tiñendo todo de un bello naranja, Hinata terminó de poner la mesa con ayuda de su hija, su hija corriendo hacia el pasillo al escuchar que se abría la puerta principal:

—¡Papi!— chilló de emoción Himawari, siguiendo los pasos de su padre a quien se mantuvo abrazada, deteniendose en el umbral de la cocina.

—Mi princesita— Naruto se inclinó para besar en la frente a su hija, alzando la mirada sin embargo hacia su esposa, habiendola extrañado durante todo el día.

—Himawari, ve a lavarte para cenar, ¿sí?— indicó Hinata, su voz casi temblando a causa de la sorpresa.

—Sí, mamá— asintió la pequeña Uzumaki, dirigiendo una última mirada a su padre.

Naruto no había interrumpido su rutina de trabajo desde antes de convertirse en Hokage; inicialmente, Kakashi lo había nombrado como su apoyo en el Consejo de la Aldea, queriendo que aprendiera de las responsabilidades que se le adjudicarían un día, entonces había aprovechado cada momento libre para almorzar con ella, tener pequeñas citas espontáneas, picnics improvisados, paseos al aire libre, lo que se les ocurriera; pero, desde que se había vuelto Hokage, su papel lo había improvisado mucho, casi nunca estaba disponible, antes había llegado a casa para cenar y dormir únicamente, y en el último tiempo se estaba tornando como algo lejano, ¿Por qué había vuelto ahora? Inmensamente feliz de que su padre estuviera en casa tras tanto tiempo—deseando que su hermano también estuviera ahí, en lugar con sus amigos—, Himawari intercambió una última mirada con él, que le acarició la mejilla, corriendo velozmente al baño para lavarse las manos, o saltando en opinión de Naruto que la siguió con la mirada hasta perderla de vista, no recordando momento alguno en que su hija hubiera caminado; siempre corría. Regresando su atención hacia su esposa, de quien no apartó la mirada, Naruto cruzó el el umbral de la cocina, manteniendo su brazo izquierdo oculto tras su espalda, acercándose paso a paso a Hinata, deteniéndose frente a ella y revelando lo que ocultaba y que le tendió a su esposa; tulipanes amarillos, las flores favoritas de su esposa y que la hicieron jadear a causa de la sorpresa a la par que esbozar una sonrisa.

—Para ti— obvió Naruto esbozando una sonrisa, completamente embelesado por ella.

—No creí que vendrías— admitió Hinata abrazando las flores a su pecho, sorprendida.

—Tenía que hacerlo— obvió el rubio, cerrando lentamente la distancia entre ambos.

—Pero, ¿y el trabajo…?— consultó la peliazul, no queriendo causarle problemas ni aparentar que no comprendía sus razones para estar ocupado.

—Eso puede esperar— interrumpió él, no queriendo pensar en nada más que ella en ese momento, —y ya me encargué de lo más urgente así que puedo darme un respiro— Shikamaru no había tenido problema en hacerse cargo de todo por él.

La había descuidado mucho, no le había demostrado lo suficiente lo única e irremplazable que era en su vida, porque lo era, él no tendría nada más que su sueño de no ser por ella, y lo ocurrido había servido para hacerlo reaccionar, para hacerle entender el precio que podía pagar por sus errores y que él jamás quería pagar con quien más amaba, cerrando la distancia con su esposa, alargando su mano derecha para sujetarla por la nuca e inclinar su rostro sobre el de ella; el beso fue lento al igual que el roce entre sus labios, con ambos nunca había un hambre particular, solo ternura y comprensión pura, pegando sus frente a la del otro y rozando sus narices al romper el beso, Hinata acercándose para besarlo en la mejilla y volverse hacia la mesa, cambiando las flores del jarrón—lilas—por los tulipanes que él le había traído, mucho más valiosos para ella…Los días continuaron pasando uno a uno, lentos…o demasiado rápidos que era la opinión de la familia Uchiha, Sasuke luchando por recuperar sus energías cuanto antes, sabiendo que debería volver a irse, pero también queriendo aprovechar el tiempo con su esposa e hija en lugar de permaneciendo recostado sobre la cama, a lo que Sakura lo obligó al menos un par de días más, aunque él finalmente pudo convencerla, aprovechando lo ocupada que parecía estar Sarada en pasar tiempo con sus amigos y dedicar algo de tiempo a entrenar juntos, como en los viejos tiempo. Tomando a su esposa por sorpresa tras la espalda, Sasuke envolvió su brazo por sobre su torso y presionó un kunai contra su cuello, reclamando así su victoria.

—Gane otra vez— declaró Sasuke, disfrutando de tenerla tan cerca suyo. —¿Últimas palabras?— bromeó, presionando falsamente el filo del kunai contra su cuello.

—Si— asintió Sakura, sin apartar su mirada de la suya. —Quiero que me beses, por favor— rogó, sabiendo cómo seducirlo solo con su voz.

—No tienes que pedirlo— obvió el Uchiha, acercando su rostro al de su esposa, distracción que Sakura no desaprovecho, zafándose de su agarre y sujetándolo de la parte trasera del cuello, derribándolo. —¿Qué…?— todo fue demasiado rápido, incluso para él.

—¡Sí!, ¡Si, si, si!, ¡No es maravilloso!— chilló la Haruno de emoción, habiendo esperado más de doce años para poder derrotarlo, su mayor victoria. —Primera regla en la guerra, cariño; no cantes victoria en tanto el oponente viva— recordó observándolo con fingida arrogancia y condescendencia al mismo tiempo.

¿Sasuke en serio seguía siendo tan ingenuo? Por supuesto que ella sabía desde el principio que él estaba débil, puede que creyera sentirse perfectamente bien, pero ella era médico, sus fuerzas y reservas de chakra aún no se habían restituido por completo, por lo que aún los reflejos de su Sharingan no eran tan veloces como de costumbre, todo su ser era ligeramente más lento y lo sería por un par de días más, de ahí que ella pudiera valerse de este detalle y enviarlo al suelo, algo de lo que jamás habría pretendido sacar partido, pero en ese momento si, dándole una lección y obteniendo su propia victoria, mordiéndose el labio inferior, mas riendo de todas formas, y más cuando Sasuke también lo hizo, admitiendo que ella lo había vencido. Era divertido, Sasuke debía admitirlo, pero era un buen tipo de entrenamiento; él jamás haría eso, esa la diferencia entre los dos, él jamás usaría las debilidades de Sakura para derrotarla, pero Sakura si podía usar sus debilidades para vencer, él le había dado esa oportunidad al admitir el amor que sentía por ella y porque ella era su debilidad; el Uchiha finalmente se levantó del suelo con un ligero quejido, como siempre abrumado por la fuerza de su esposa, a la par que manteniendo su sonrisa ladina. Manteniendo su deslumbrante sonrisa, Sakura acercó su rostro al de su esposo, irguiéndose para besar castamente sus labios e indicándole que la siguiera, lo que Sasuke no dudo en hacer, prometiendo que la próxima vez él sería quien ganará; por suerte el resto del mundo no conocía su debilidad, si lo hicieran, lo harían caer…


No había sido intención de Sarada alejarse de casa tan seguido, pero por un lado no sabía cómo manejar su propia preocupación por el enfrentamiento que su progenitor había tenido que librar con los Otsutsuki, pese a contar con la presencia de los Cuatro Kages, el Séptimo Hokage y Boruto por supuesto; además, Sarada sabía que su padre se iría tan pronto como estuviera completamente recuperado o lo suficiente, ni siquiera su madre como Ninja Médico podía evitarlo, por lo que Sarada quería que ambos tuvieran todo el tiempo posible a solas. Le causaba gran emoción a la Uchiha la gran conexión que tenían sus progenitores, la mayoría de las parejas de la generación de sus padres eran monótonos, distantes, aburridos o raras veces eran vistos juntos y teniendo un conversación; si, sus padres no eran precisamente demostrativos de afecto en presencia de terceros, pero a solas y en casa, Sarada siempre se embelesaba viéndolos, parecían dos jóvenes enamorados y una sonrisa se adueñó de su rostro al pensar en la esperanza que tenía, la de tener un hermano a futuro, sus padres tenían toda la química posible, ¿Sería tan difícil? Mitsuki sentado sobre la hierba y ella paseándose por el claro, se hallaban aguardando en el campo de entrenamiento del Equipo 7, aguardando a que llegaran tanto Boruto como Konohamaru Sensei, siendo el Uzumaki el primero en aparecer a trote veloz, haciendo que sus dos compañeros lo observaran atentos, Mitsuki levantándose y Sarada cruzando ambos brazos por sobre su pecho, observándolo con superioridad.

—Nos sorprende que estuvieras disponible, has sido toda una sensación en televisión estos días, siempre estás ocupado— sonrió Mitsuki, siempre discretamente entusiasta.

—¿Al menos eres el verdadero?— cuestionó Sarada fingidamente arrogante. —Por lo que sabemos, puedes ser un clon de sombra— había estado muy ocupado con entrevistas, llamadas telefónicas y siendo el centro de atención.

—Graciosa, claro que soy yo— obvió Boruto, casi entornando los ojos. —Ahora, si me permiten, descongelaré mi sonrisa— bromeó, moviendo la mandíbula para llevar a cabo dicha acción. —¿Por qué tenemos que estar aquí a todo esto?— inquirió, cruzando los brazos tras la espalda y destensando sus músculos.

—Konohamaru Sensei no lo dijo, solo que lo esperáramos aquí— contestó la Uchiha, observándolo atentamente. —Boruto, ¿Es cierto lo que se cuenta?— inquirió, no sabiendo de qué otra forma tocar el tema.

—¿Qué planeo deshacerme de Shikadai y dárselo a comer a los ciervos? Aún no— bromeó el Uzumaki, sonriendo ladinamente con solo pensarlo.

—No eso— la azabache se mordió el labio inferior para no reír ante eso. —Dicen que te irás, cuando mi papá deje la aldea de nuevo mañana— señaló más claramente.

—Sí, es lo mejor— asintió el rubio, ni siquiera habiendo pensado en usar su chakra hasta ahora. —Durante el enfrentamiento con los Otsutsuki, sucedieron demasiadas cosas que no entiendo, y si alguien puede ayudarme a manejarlo, ese alguien es tu padre— el señor Sasuke le había prohibido usar su chakra, solo tenía permitido usar taijutsu.

Lo llenaba de entusiasmo la idea de dejar Konoha, por un lado, sentía necesitar alejarse de todo por un breve tiempo, para así dar tiempo a su propio padre de arreglar las cosas en casa, también anhelaba poder ver el mundo Shinobi por su cuenta como hacia el señor Sasuke, y en tercer lugar, pero igualmente importante, deseaba aprender de todo lo que este tenía en su haber, siendo un verdadero Shinobi y estando seguro de que nadie podía tener el conocimiento que él poseía. Cada vez más, a cada paso, acción y decisión, Boruto se convencía cada vez más que quería ser como Sasuke Uchiha a futuro, admiraba a su padre como Hokage, pero no se veía a sí mismo ocupando su posición a futuro. Indiferente en apariencia, Sarada no pudo evitar sentir preocupación, no celos; no, sabía que tenía un lugar único e irremplazable e en la vida de su padre, lo adoraba con toda el alma y ella era su princesa, además, su padre le había explicado sus razones para irse de la aldea con Boruto y a su madre…pero, Sarada si sentía preocupación con respecto a las ambiciones de Boruto, hasta ahora este solo se había centrado en avanzar, a ser más fuerte y obtener su propio reconocimiento, ¿Es que ahora también tendría deseos de ser Hokage? Era el hijo de un Hokage, nieto de un Hokage, ¿Es que ambos tendrían que enfrentarse por el puesto a futuro? Ella no lo deseaba, ni siquiera lo contemplaba, mas de enfrentarse, Boruto tendría mucho apoyo público a su favor, solo por ser el hijo del actual Séptimo Hokage y nieto del Cuarto Hokage tenía gran ventaja.

—No es tan extraño que tengas que dejar Konoha para continuar avanzando, después de todo, eres el hijo del Séptimo Hokage y el nieto del Cuarto— consideró el peliceleste en voz alta, haciendo que su amigo entornase los ojos por solo escuchar ese discurso.

—Boruto— nombró la Uchiha, no pudiendo callar más su duda, —¿Tú también quieres ser Hokage?— no quería tener que competir y enfrentarse a él.

—¿Ser Hokage? Ni loco— rio el Uzumaki, con expresión brevemente aterrada. —Pero, cuando tú seas la Hokage, yo seré tu mano derecha y te ayudaré en todo, además de protegerte— aseguró esbozando una sonrisa ladina para su compañera de equipo. —Para mí, ser Hokage es solo una opción más en el camino; no es una obligación o destino para mí, solo porque mi padre y mi abuelo hayan sido Hokage. Lo que yo realmente quiero, Sarada, es convertirme en un Shinobi como tu padre, y seguir mi propio camino ninja— declaró, sabiendo que podía ser sincero con sus amigos y compañeros de equipo.

Su padre era un gran hombre y un gran Hokage, Boruto parecía odiar el cargo de Hokage, pero más que eso despreciaba la distancia emocional que debía tener con su padre, ¿Por qué no podía ser más cercano al Hokage pese a ser su hijo? Ello era lo que no podía entender, mas comprendía y admiraba la dedicación de una persona para con toda una aldea, siempre teniendo una sonrisa, comprensión, amabilidad, humanidad, pero era algo egoísta al mismo tiempo, así es como Boruto veía las cosas y por ello estaba convencido de que el jamás de los jamases podría ser Hokage, preferiría colgarse antes; pero, si Sarada llegaba a ser Hokage como ambicionaba, Boruto esperaba poder estar ahí como su mano derecha y apoyo, así ambos protegerían a la aldea y cumplirían sus respectivas metas. Sarada casi se ruborizo al escuchar aquello, carraspeando para aclararse la garganta y alzando la mirada hacia el otro extremo del claro como sus compañeros, viendo a Konohamaru Sensei aparecer finalmente; no despreciaba a Boruto como podía dar a entender, al margen de todo cuanto siempre exteriorizara por lo idiota que él solía ser, pero si algo tenía muy claro es que extrañamente sentía un escalofrió cuando lo veía a los ojos, ¿Aquello era normal? Ni siquiera lo sabía, pero cuando comenzaba a albergar preguntas sobre el porqué de esto, se recordaba una y mil veces su promesa sobre que no dejaría que los sentimentalismos entorpecieran su sueño de ser Hokage algún día, ni su vida como ninja. Fueran como fueran las cosas a futuro, algo si era seguro:

El futuro sería suyo.


La semana había sido maravillosa, el tiempo contemplado había sido maravilloso...pero no estaba hecho para durar, por lo que cuando llegó la noche de la despedida, el día previo a que Sasuke se fuera, Sakura simplemente vigiló que Sarada se fuera a dormir y solo entonces regresó a su habitación, cerrando la puerta tras de sí y encontrando su mirada con la de Sasuke, quien acababa de terminar de salir de la ducha, cambiado de ropa y con el cabello aun ligeramente húmedo. No queriendo perder ni un momento, Sakura se acercó a Sasuke al mismo tiempo en que este avanzaba hacia ella, ambos encontrándose en la parte trasera de la cama y halándose el uno al otro en un beso apasionado, feroz, sintiendo el hambre del otro y recordando cuanto se deseaban el uno al otro, deshaciéndose de pieza por pieza de ropa en medio de la unión de sus bocas, apenas y separándose salvo para terminar de desnudarse el uno al otro y recostarse sobre la cama. Pegando su frente a la de su esposa y rompiendo el beso para recuperar el aliento, Sasuke sonrió ladinamente, analizando los ojos esmeralda de su esposa oscurecidos por la lujuria, y descendió su mirada para analizar su anatomía, devorando su piel con la mirada, ansioso por devorarla, por lo que volvió a besarla, aunque de forma más breve, deslizando sus labios por sus mejillas y mandíbula, extasiado por poder sentir su calor y percibir su dulce perfume, toda ella tan exótica y seductora como la primera vez que la había tenido, diciendo que esta vez se iría por poco tiempo y que luego le compensaría su ausencia.

El tacto de Sasuke, envuelto firmemente en la estrecha cintura de su esposa, no tardó en ascender para amasar sus pechos, ante lo que Sakura acunó su rostro entre sus manos y lo haló hacia sí en un beso demandante mientras se arqueaba contra él; Sakura sentía el tacto de Sasuke moverse inquieto por su cuerpo, ascendía para sujetarla por la nuca y besarla, o bien para jugar con sus sedosos cabellos rosados, volviendo a descender para acariciar su cadera y cintura, quedándose luego a medio camino—y por mucho tiempo—en sus pechos, explorándola con la misma veneración con que ella deslizaba sus manos por los músculos de su esposo, sus hombros, su espalda, su pecho y abdomen. El tacto de su esposa era como el fuego para Sasuke, el mínimo roce le quemaba la piel, pero de forma muy agradable y adictiva, tanto como el roce de su lengua contra la de ella, saboreándola y perdiéndose en el ardiente beso, pero deseando más, siempre más; el beso no fue suave en forma alguna, fue insistente y contundente, besándose desesperadamente mientras guiaban el cuerpo del otro de la forma que deseaban, no necesitando pronunciar ni media palabra. No rompiendo el beso, sino que, continuándolo, Sasuke descendió sus labios por el mentón y cuello de Sakura, deleitándose con cada poro de piel a su paso, bajando por el valle entre sus pechos que amasó con deseo antes de darle la vuelta para que estuviera de espaldas contra su pecho, alzándole las caderas mientras alineaba su miembro contra su entrada y encontrando docilidad total.

Una distraída sonrisa se adueñó de los labios de Sakura mientras esperaba; la mayor parte del tiempo Sasuke elegía aquellas posiciones que implicaban verse a los ojos, en que ella estuviera encima o que fueran "románticas", por así decirlo, aunque con el tiempo—y mucha insistencia de su parte—también se había vuelto aficionado a las posiciones en que le daba la espalda y esa en especial era una de sus favoritas, aunque recurría a ella pocas veces, principalmente cuando quería recordarle lo mucho que la deseaba o cuando no la veía en muchas horas, en este caso era lo primero. Dócil bajo lo que sea que él deseara, Sakura era la imagen más tentadora de la existencia para Sasuke, que se inclinó sobre su esposa para penetrar completamente en su estrecho interior, gruñendo contra el cuello de su esposa ante la inigualable sensación de estar en su interior, de saberla suya y de ser él suyo a la vez, ambos siendo uno solo. Sintiendo a su esposo penetrar en su interior hasta la empuñadura, Sakura gimió profundamente, enterrando el rostro contra la almohada, pensando en Sarada en la habitación contigua y no queriendo despertarla, no tardando en mecer sus caderas al encuentro de las de su esposo, deseando más del placer que solo él podía darle; ante esta acción, Sasuke ascendió su mano para sujetar a su esposa por la nuca, inclinándose sobre ella y haciendo que volviera el rostro en su dirección, estampando sus labios en un beso demandante, recorriendo el interior de su boca con su lengua hasta quitarle el aliento, devorando sus gemidos.

Normalmente Sasuke esperaba a que su esposa se acostumbrara a tenerlo en su interior, pero pensando en que se iría mañana temprano, por semanas e incluso un par de meses de ser preciso, Sasuke comenzó a moverse de inmediato, ni siquiera lentamente sino que de forma inclemente, entrando y retirándose rápidamente, gruñendo roncamente ante lo bien que se sentía ser uno solo con ella y estar en su interior; Sakura sostuvo firmemente las sábanas, casi desgarrándolas bajo su agarre, volviendo a enterrar su rostro contra la almohada, ahogando sus gemidos ante el inmenso placer que sentía, siendo demasiado intenso. El agarre de Sasuke sobre sus caderas era brutal, Sakura podía anticipar que iba a dejarle marcas…y no le importaba, todo en lo que podía pensar era en su miembro entrando y saliendo de su interior, pudiendo escuchar sus gruñidos entrelazados con su nombre, volviendo a sentir su tacto ascender por su espalda, amasando sus pechos en medio del placer del acto sexual, inclinándose sobre ella, devorando su nuca y cuello con sus labios, halándole ligeramente el cabello, deleitándose con los gemidos de ella entrelazados con su nombre y que se volvían cada vez más desesperados ante cada nueva embestida. Apoyando su frente contra la espalda de su esposa, Sasuke prestó suma atención a su esposa, esperando a que ella le dijera que estaba siendo brusco…pero ello no sucedió, en su lugar escuchó los desesperados gemidos de Sakura y sintió sus caderas mecerse al encuentro de las suyas, lo que solo lo hizo embestir más rápido.

Las palabras no eran lo suyo, le era más fácil demostrar a Sakura cuanto la amaba y necesitaba de esa forma, haciéndole el amor con rudeza, despertando el sentimiento familiar que ambos habían sentido tras su boda, antes de tener a Sarada, y nada había cambiado en el aspecto emocional, si, se amaban mucho más, pero también se necesitaban desesperadamente, más que el aire que respiraban. Poder ver así a Sakura, saber que ella reaccionaba con tanta sensibilidad a cada toque era suficiente acerca a Sasuke a su propio clímax, reteniendo sus caderas contra las suyas y buscando llegar cada vez más profundo y embestir cada vez más rápido, persiguiendo su propia liberación al sentir que la de Sakura estaba a punto de llegar. Gimiendo extasiada, no creyendo que aquello pudiera sentirse mejor, Sakura tembló de pies a cabeza cuando Sasuke retuvo abruptamente sus caderas contra las suyas, hundiéndose profundamente en su interior, escuchándolo gruñir contra su cuello, haciéndola alcanzar el orgasmo ante lo abrumada que estaba por tanto placer, enterrando el rostro en la almohada y presionando sus caderas hacia las suyas. Las embestidas finales de Sasuke se volvieron erráticas, y finalmente se derramó en el interior de su esposa, enfundándose en su interior una última vez; sujetando de la nuca a su esposa, que jadeaba pesadamente, Sasuke la haló hacia sí en un beso lento, diciéndole de esa forma lo mucho que lo amaba y prometiéndole que su separación no sería tan larga esta vez, era una promesa...


Las despedidas siempre eran la parte más difícil, sin importar que la separación esta vez fuera breve—su separación previa apenas y había durado tres meses—, podía ser de un mes o poco más, Sarada intentó consolarse con eso, mas no acabó de gustarle, si de ella dependiera su padre siempre estaría en Konoha, pero nada de eso era posible en ese momento pues no dependía de ella, mas se dijo que un día, a futuro, si lo haría, la alentaba enormemente a lograr su meta de convertirse en Hokage y lograr aquello que tanto deseaba, era su razón para seguir insistiendo en su sueño, eso y el gran amor y lealtad que profesaba a su aldea, a su clan y a todo lo que era. A la despedida habitual en las puertas de Konoha, esta vez se sumaba la familia Uzumaki; estaba el Séptimo Hokage, quien había delegado parte de sus responsabilidades a Shikamaru para poder estar presente, su esposa que no dejaba de abrazar una y otra vez a Boruto, dándole indicaciones de lo que debería hacer estando lejos, cómo debía comportarse y recordándole ser aseado y respetuoso con su Maestro en todo momento, instrucciones a las que Boruto no cesaba de asentir, sonriendo a su hermanita Himawari que no dejaba de abrazarlo. Sarada no envidiaba nada de esa emocionalidad de la misma forma en que Sakura no envidiaba la puritana de Hinata, ella tenía su propio fuego interior, esbozando una sonrisa ladina y que dirigió a su esposo, intercambiando una mirada con Sasuke, quien la observó por el rabillo del ojo, mas completamente concentrado en su hija.

—Ojalá no tuvieras que irte, papá— musitó Sarada no pudiendo evitarlo y sabiendo que era infantil de su parte.

—Solo será por un par de semanas o cuando mucho un mes o dos, y volveré pronto. Sarada, nunca olvides que ser un ninja significa sacrificio. Hay que ignorar los sentimientos y hacer lo mejor para los otros, ¿entiendes? Volveré pronto, compórtate mientras no estoy y haz todo lo que tu madre diga.

—Sí, papá— asintió la pequeña azabache sabiendo cumplir con lo que se esperaba de ella, sonriendo cuando su padre concentró su atención en su padre.

—Tu almuerzo— tendió Sakura a su esposo, que asintió únicamente y sin dejar de observarla. —Vuelve pronto— pidió únicamente, despidiéndolo respetuosa y distante.

—¿No me pedirás nada esta vez?— cuestionó Sasuke arqueando una ceja, ya había perdido la cuenta de todas las veces en que ella le había pedido un beso de despedida.

—Quiero que seas tú quien suplique— contestó la pelirosa esbozando una ligera sonrisa.

—Molesta— pronunció el azabache con una discreta sonrisa ladina, seducido por ella.

—Idiota— rebatió Sakura siguiéndole el juego, no pudiendo disimular su sonrisa.

—Dejo mi corazón contigo— aseguró Sasuke en voz baja, para que solo ella lo escuchara.

—Lo mantendré a salvo hasta que regreses— aseguró la pelirosa, situando una de sus manos sobre su pecho como respuesta.

Manteniendo su sonrisa ladina, diciendo siempre te perteneció, y te pertenecerá, Sasuke volvió la mirada hacia Boruto, quien asintió únicamente, despidiéndose así de su esposa e hija al darles la espalda, comenzando así su viaje. Era algo natural en los miembros del clan Uchiha, el sentir que había una diferencia entre ellos para con el resto de quienes los rodeaban; las reglas de su clan, la indiferencia, tolerancia a la frustración y tener que aceptar un sistema por encima de ellos era cruel y brutal si se le infringía a alguien más, pero a ellos les sentaba de maravilla, estaba en su naturaleza, por lo que Sakura inevitablemente apretó los labios para disimular una sonrisa, no exteriorizando nada de la emocionalidad que Hinata no podía disimular, con lágrimas en los ojos y uno de sus puños apretados, sobre su pecho mientras que su mano libre sostenía la de su hija pequeña. Sakura mantuvo las manos ceremonialmente cruzadas por sobre su vientre, no necesitando volver la mirada hacia su hija para saber que ella estaba en perfecto control de sus emociones, tan solo viendo la espalda de Sasuke alejarse más y más como gesto emocional, y en ese caso nadie se daba darse cuenta; ella había pasado por sus propios tormentos como para permitirse dar una opinión con sus emociones, tormentos que Hinata nunca podría siquiera soportar, probablemente nadie podría, rectificando la sensación Uchiha—ya sea que nacieran dentro del clan o formarán parte de este por matrimonio—de que había una diferencia entre ella y el resto del mundo.

—Por primera vez en mi vida, siento que mi corazón se divide en dos— admitió Hinata con la voz quebrada, antes de que la mano de su esposo se situará sobre su hombro.

—Tranquila, estará bien— sosegó Sakura observando a la peliazul por el rabillo del ojo. —Creo que es más fuerte de lo que parece— Sarada lo era y tenían la misma edad.

Asintiendo en silencio, Hinata se dijo que Sakura tenía razón y por lo que volvió la mirada hacia Naruto que se había encontrado siguiendo con la mirada a Boruto, viéndolo alejarse, pero que volvió la mirada hacía ella y esbozando una sonrisa, descendiendo su mano por sobre la suya que sostenía la de Himawari y que él entrelazó, cada vez más presente y tratando de compensar todo el tiempo perdido por causa de su trabajo, lo que ella agradecía profundamente, diciendo que Boruto regresaría pronto y que esto sería para bien, aunque ella en ese momento no lo sintiera así. Fuera de su inevitable sobreprotección para con su hija, no deseando que corriera riesgos innecesarios, que se expusiera o buscará abalanzarse contra las amenazas en lugar de evadirlas, Sakura confiaba ciegamente en su hija, ni por tan siquiera un momento dudaría de las capacidades de Sarada, su hija podía tener solo doce años—cumpliría trece en unos ocho meses—pero era más capaz que muchos Shinobi de su edad; de hecho, Naruto le había hecho la confidencia que los sensores de los Exámenes estaban muy impresionados con su desempeño, inteligencia y capacidad adaptativa, por lo que consideraban promoverla a Chunin—lo que ni ella ni Sasuke habían comentado a Sarada—, también a Boruto por supuesto, pero la diferencia era que Hinata seguía siendo a su hijo como un niño pequeño. Sakura no, sabía que su hija estaba creciendo y que o la acompañaba en cada paso o se perdía descubrir su potencial, su talento y muchos momentos valiosos.

En ocasiones se debía confiar y esperar.


—Así es como quedará, mi lady, todo según sus indicaciones— presentó el Rokuro, tendiéndole los planos.

—Todo se ve maravilloso— celebró Sakura de inmediato, —pero creo que esta habitación debería ser más grande, así— aclaró, señalando las dimensiones de la estancia.

En lugar de permanecer atrás, llorando la ausencia de su esposo, melancólica ni nada parecido, Sakura volcó gran parte de sus energías y cada momento libre a trabajar en la remodelación de la casa que Sasuke y ella habían adquirido, queriendo que esta estuviera completamente terminada a su regreso, labor en que contó con el apoyo incondicional de Sarada, quien tenía igualmente claro lo que quería. En la labor de remodelación y fuera de los trabajadores que se encargaban de todo, Sakura contó primordialmente con la ayuda de Rokuro Minami, un hombre que era de hecho nieto de Haruto Minami, quien había sido el encargado de construir el antiguo hogar de Sasuke en sus años de infancia, por lo que contaba con los planos originales, todo lo que Sakura podía desear, dando múltiples guiños a su nuevo hogar de todo lo que Sasuke había tenido una vez. Sakura se involucró personalmente en las obras de su hogar; era patrocinadora y a la vez jefe de obras, sabía lo que quería y no dudaba en repetir diez veces el diseño de lo que tenía en mente, tanto como su hija; el patrimonio de los Uchiha era cuantioso, mas cuando Sakura lo había mantenido prácticamente intacto con su eficiente administración, por lo que en la remodelación de la casa se permitió gastar todo el dinero que quisiera—como había acordado con Sasuke—, así como en la adquisición de telas para las cortinas, papel mural y muebles nuevos, no dudando en repetir dos, tres o hasta cuatro veces lo que quería tanto al arquitecto como a los demás trabajadores.

—¿Desplazar el lago?— repitió Rokuro, reexaminando los planos en que ella había hecho anotaciones de mejoras o cambios de último minuto.

—Si, en realidad no me parece que esté tan lejos de la casa— asintió Sakura, dirigiendo sus pasos al lugar en que había estado planeado estuviera el lago. —Quiero que esté a cinco pasos, justo aquí— corrigió entonces, aproximando sus pasos a la casa.

Sarada se había encargado de supervisar la remodelación interna de la casa, siguiendo los patrones y colores que su madre había indicado, a la par que manteniéndose firme en lo que ella deseaba en lo que llamaba "su espacio", y su madre se había centrado en su mayoría en la fachada exterior de la casa, donde inmediatamente destacó el emblema Uchiha grabado en el frente, y en el diseño del jardín, queriendo que todo fuera de acuerdo con la visión que ella tenía. El arquitecto Rokuro Minami comprendió desde el primer momento que el diseño que lady Sakura Uchiha tenía en mente se trataba básicamente de un sueño, y él supo seguir sus indicaciones para crear un diseño que fuera un hogar, pero al mismo tiempo un decorado de teatro, un lugar que sedujera con su sencillez y elegancia desde el umbral principal de la casa, pero que se sintiera como un hogar desde el primer momento que alguien cruzara por la puerta, no sintiendo que hubiera cumplido su propósito hasta terminar la remodelación y ver la sonrisa en el rostro de sus habitantes. Sakura no tuvo reparos en pagar lo que hiciera falta, con una generosa comisión, sonriendo al desplomarse sobre el sofá de la sala luego de que todas sus pertenecías fueran trasladadas a su nuevo hogar, con Sarada acomodándose en su nueva habitación, habiendo terminado la mudanza; Sakura amaba la idea de que una soñadora como ella pudiera retroceder en el tiempo y que todo lo que había sido maravilloso una vez ahora volviera a existir, de forma mágica, y ahora era una realidad…


Dos Meses Después

Entrenando a Boruto, enseñándole cómo mantener controlado su chakra y suprimir todo el poder extra que conllevaba el don que Momoshiki Otsutsuki le había dado, el tiempo había pasado volando para Sasuke, no porque estuviera particularmente entretenido—eso ni pensarlo—, sino porque por primera vez en años volvía a tener compañía en su viaje y debía reconocer que el Uzumaki, hablador como era pese a no tener cosas particularmente inteligentes que decir, era buena compañía, Sasuke en particular se había encargado de transmitirle parte de su tendencia a guardar silencio y no perder el tiempo con palabrerías, pero era apenas un comienzo. Regresar a Konoha era lo apropiado, Boruto debía acostumbrarse a usar su chakra bajo presión y ver si era capaz de mantener la calma o si caía en errores, esa sería su prueba de fuego; en tanto el Uzumaki regresaba a casa para pasar tiempo con su familia, Sasuke se dirigió a su nuevo hogar, habiendo recibido un mensaje de Sakura de que la mudanza ya era oficial. Entrar a su nuevo hogar le trajo nostalgia, se sentía como si siempre hubiera estado ahí, colgando la capa en el perchero y aproximándose al sofá para sentarse, evaluando todo con ojos críticos, fascinado y perfectamente a gusto, apreciando como siempre el impecable gusto de su esposa para la decoración; en ese momento, la puerta principal de la casa se abrió, Sarada acababa de terminar de pasar tiempo en la biblioteca y con ChouChou, regresando a casa en ese momento, ingresando en la sala y paralizándose al pasar junto al sofá.

—¿En realidad estás aquí?— cuestionó Sarada por seguridad, volviéndose hacia su padre.

—Sí, estoy aquí— asintió Sasuke observándola con una sonrisa ladina, feliz de verla.

—¡Papá!— chilló emocionada la Uchiha, sonriendo radiante de alegría.

El tiempo juntos, la comunicación a través de cartas en apariencia estoicas—en caso de ser interceptadas—le había enseñado a Sarada que no estaba malo ser efusiva y demostrar a su padre cuánto lo extrañaba y amaba, es más, a su padre le encantaba saberlo, por lo que tan pronto como su progenitor se levantó del sofá, Sarada lo abrazó afectuosamente; el tiempo había pasado más rápido gracias a mantener su mente ocupada con la remodelación de la casa, ayudando a su madre, pero al ver a su padre ahora, no dejando de abrazarlo por lo que le parecieron largos minutos, comprendía realmente cuanto lo había extrañado, poder verlo más seguido ayudaba, pero por ella ojala y nunca tuviera que irse. Envolviendo su brazo alrededor de los hombros de Sarada, Sasuke esbozó una sonrisa ladina, recordó los momentos en que, tras su regreso a Konoha luego de su viaje junto a Sakura, ambos habían vuelto a aclimatarse a la "vida normal", su esposa había tenido que cumplir con turnos completos en el hospital y haciendo horas por la noche, él quedándose en casa y cuidando a Sarada, durmiendo junto a ella…había sido muy emotivo entonces, propenso a las lágrimas, maravillado por tenerla en su vida y no creyendo merecerla; ese sentir no había cambiado, con la diferencia que adoraba por completo a su hija y no podía imaginar no estando cerca para verla crecer, notando los centímetros extra en comparación con su último encuentro y uno que otro rasgo diferente al romper el abrazo, como su cabello ligeramente más largo.

—No es divertido hacer planes uno solo— comentó Sasuke por fin, con fingido aire arrogante. —Estoy en el mercado buscando una cómplice— agregó arqueando una ceja y sosteniéndole la mirada.

—Haré la prueba a ver si funciona— asintió Sarada, siguiéndole la corriente y no pareciendo interesada.

—En ese caso, aún hay tiempo hasta la hora de la cena— consideró el Uchiha en voz alta. —Sarada…¿entrenamos?— preguntó, luchando por no sonreír ante su evidente emoción.

—¡Si!— chilló su hija de inmediato, casi brincando efusivamente, no deseando nada más.

Su padre ni siquiera tenía que preguntarlo dos veces, no había actividad más divertida para Sarada junto a él que—fuera de las cenas, aunque en ello también estaba involucrada su madre, siendo su momento favorito del día pues siempre estaban juntos y hablaban de todo—el entrenamiento, poder aprender de sus técnicas, escuchar sus explicaciones, recibir felicitaciones y aprender de su experiencia; en los dos meses transcurridos, Sarada había aprendido a perfeccionar el jutsu Esfera de Rayo, por fin tenía el control de la técnica, pero buscaba concentrar más chakra en ella para hacerla más destructiva, algo que sabía tenía el Chidori que era la técnica insignia de su padre, ¿Conseguiría que se la enseñase? Ese era su mayor deseo, pero haría todo para probar estar a la altura y demostrárselo a su padre. La mayor parte del tiempo, Sarada era como él había sido a su edad—excepto por su necedad e idiotez, algo propio únicamente de él—; reservada, tranquila, callada y sabiendo cómo comportarse perfectamente, pero en privado era el vivo reflejo de Sakura; emocional, alegre, entusiasta y muy decidida, sin embargo, solo actuaba así con quienes eran de su entera confianza, lo que Sasuke valoraba, sintiendo que el tiempo perdido apenas y era un triste recuerdo. Indicándole con la mirada a su hija que lo siguiera, recibiendo un certero asentimiento, Sasuke se dirigió hacia el perchero, tomando su capa y colocándose esta, no necesitando voltear para saber que Sarada lo seguía, lo que lo hizo esbozar una sonrisa ladina.

Era maravilloso estar en casa.


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones a esa serán: "El Clan Uchiha", y luego iniciare "Cuento de Hadas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (por apoyarme y ser mi editora personal, no sé que seria de mi sin ella y por lo que le dedico esta historia como todas aquellas desde que somos amigas), a princesse Sarah 94 (agradeciendo que brindara su aprobación a esta historia y dedicándole esta historia por lo mismo), a Yashahime-uchiha32 (apreciando enormemente su aprobación, dedicándole esta historia y esperando poder estar a la altura), a Yi-Jie-san (dedicándole esta historia por su apreciación de mi trabajo) a mi querida amiga DULCECITO311 (agradeciendo sus maravillosos comentarios sobre mi trabajo, dedicándole esta historia y deseándole siempre lo mejor) así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.

Viaje & Regreso: El capitulo parte con un sueño de Sasuke, y que si bien puede parecer intrascendente, tendrá gran importancia en el futuro, aunque aún deberán esperar para ello. Con forme pasan las escenas, representó el paso de los días; Naruto compensando el tiempo perdido con Hinata, Sasuke entrenando con Sakura quien finalmente logra derrotarlo, y de hecho, todos los eventos de mi fic "Más Que Nada En El Mundo" tienen lugar en este capitulo, antes de la partida de Sasuke y Boruto en una de las últimas escenas. En último capitulo de mi fic "El Clan Uchiha", destaco como es que Mikoto vive el ser mujer y tener limitaciones dentro del Clan Uchiha, así como su comportamiento; en paralelo, en este capitulo represento que Sakura ha adquirido conductas propias del Clan al que pertenece por matrimonio, sabiendo estar a la altura de las circunstancias igual que Sasuke y Sarada, representando los tres pilares del clan; Matriarca, Patriarca y Heredera. El capitulo cierra con Sasuke regresando a Konoha dos meses después, tras enseñar a Boruto a controlar su chakra mezclado con el poder que le dio Momoshiki, aprovechando de recuperar el tiempo perdido con Sarada, y en el próximo capitulo representare los acontecimientos del Especial del Día del Padre en Boruto.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Cuento de Hadas" en Julio, una historia inspirada en Diana Spencer & Carlos III, un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3