Notas Iniciales: Esto llegó gracias a la cortesía de los duetos BajiTora y DoraMai. Aparte de que todavía amo demasiado estas OTPs.
VI
Estadísticas.
Baji Keisuke se había dejado guiar por sus instintos desde que era niño, de manera inconsciente había dejado que fuera así incluso cuando todavía no poseía uso de razón. Cuando lo pensaba cuidadosamente, encontraba señales de que estos lo habían protegido de no caer en peligros que otros chicos de su edad no percibían pese a su evidencia, por eso podía estar seguro de que su gen había estado presente mucho antes de que los psicólogos infantiles o siquiera los pediatras lo notasen. Baji sabía cuándo una amenaza estaba cercana, lo percibía en su piel como un hormigueo, como un electroshock en el cerebro. Y esta vez no fue diferente. Mientras miraba dentro de los pozos negros que conformaban los ojos de Mikey, esas mismas sensaciones golpeaban con fuerza todo su sistema nervioso. Ni siquiera se había dado cuenta que había estado gruñendo guturalmente hasta que notó cómo el chico vampírico daba un paso atrás.
—Por favor, Baji. Eres mi mejor opción para calmar estas ansias. En serio lo necesito. No tengo malas intenciones, tampoco quiero lastimarte. —Baji quería dejar de apretar los puños, pues las garras que crecían considerablemente en sus dedos le estaban haciendo mucho daño, no dudaba que en cualquier momento empezaría a olfatear su propia sangre por la fuerza que aplicaba. Su mandíbula dolía también con la manera en que le mostraba al rubio sus afilados dientes. Este nivel de advertencia era nuevo incluso para él. No podía controlarlo. Mikey lo captó ya que retrocedió un par de pasos más en busca de establecer compañerismo—. No necesitas darme a beber directamente, puedes ponerla dentro de una bolsa.
— ¿Es porque mi gen es lo más cercano al de Draken?
—…Sí. Pero no sólo eso, supuse que serías el único capaz de entender… no hay forma de que Mitsuya, Pah o Kazutora comprendan que trato de mantener las cosas en paz. Si les pidiera su sangre no tardarían en desconfiar o peor, hacer un escándalo. Y Kenchin ya me ha negado su sangre muchas veces y… de algún modo sé que no podré sentirme satisfecho si bebiera de otros. No tengo pruebas pero… estoy desesperado, es el periodo más largo en el que me he contenido de beber sangre. Nunca sufrí una abstinencia tan abrazadora. Me estoy volviendo loco.
Baji pudo percibirlo, no sólo por la expresión aterradora que se dibujó en el rostro de Mikey sino por el aura viscosa y pesada que lo rodeaba, ya no parecía más el chico risueño y relajado con el que había estado bromeando o peleando todo ese tiempo. Sin embargo, tampoco era cercano a la imagen del chico vampírico empapado de sangre que ya había visto en su visión, sin duda se encontraba en el medio del amigo molesto y el monstruo fuera de control. Si no fuera por el brote de instintos de escape, Keisuke ya lo hubiese atacado; se preguntó si reaccionaría igual con todos los hombres que poseyeran aquel peculiar gen.
—Si te dejo beber mi sangre. ¿Qué posibilidades hay de que te vuelvas adicto también?
—Yo… no lo sé.
— ¿Podrás controlarte y no terminarás matándome?
—Sí. —Lo había dicho tan rápido y con tanta convicción que Baji no le creyó. Fue casi como si lo hubiese estado ensayando en su cabeza, en espera de esa pregunta—. Por favor —le rogó en cuanto vio la inseguridad en su semblante—. Haré lo que sea después de esto.
—Te vimos manipular a un guardia antes para que te asignara la misma habitación de Draken. ¿Por qué no usas a uno de ellos para salir de aquí?
—Porque entonces no tendría la más mínima oportunidad de volver a entrar y no quiero irme. Mi intención desde un principio fue ocultarme en este lugar, ni siquiera planeaba involucrar a Kenchin. Si salgo de aquí entonces me arriesgaría a enfrentarlo.
— ¿Qué? ¿Acaso alguien te está persiguiendo? —Baji sentía que estaba reuniendo las piezas para comprender su visión con aquella confesión.
—No exactamente pero… la manera en la que hui no fue la más adecuada. La policía me estaba persiguiendo porque maté a toda mi pandilla pero sospecho que fueron enviados por él desde el principio…. por mi hermano, Izana.
— ¿Tu hermano?
—Nunca tuvimos una relación muy estable, así que las cosas empeoraron cuando me diagnosticaron el gen vampiro. Verás, él odia a la gente como yo, y durante nuestra última reunión pregonó que yo nunca debí existir. La mente de Izana es una fosa de infierno, él hará lo que sea para cumplir sus amenazas, así que no debe enterarse cuál es mi escondite, por eso no puedo salir
—Aun así…
—Si te asesinara de inmediato entraría en la mira de los guardias y no hay manera de que salga ileso con tantos internos siendo testigos de mi verdadera naturaleza, por eso créeme cuando te digo que no me entusiasma perder el control. Me obligaré a no beberme toda tu sangre. Te compensaré por esto, lo juro.
Aunque Baji había conseguido reducir sus impulsos violentos, todavía no bajaba la guardia al cien por ciento. Sin embargo, el hecho de que Mikey le hubiera confesado algo tan personal indicaba que hablaba muy en serio sobre estar desesperado. ¿Y si su decisión a esta petición era lo que determinaba el resultado de esa visión carmín? Podría ser su oportunidad de disipar la amenaza latente y podría comprobar si sus genes tenían la posibilidad coexistir. Mikey le agradaba aunque no confiara del todo en él, más podría hacer uso de su fuerza si se atrevía a traicionar su confianza; como fuera era un hecho que de él dependía el futuro de esa prisión de control.
—…Bien. —Los ojos del rubio se iluminaron—. Pero necesitamos un lugar privado.
—No hay cámaras en las regaderas ni en los cubículos de los baños.
—Si… supongo, es lógico. Vamos.
—Gracias, Baji. De verdad, gracias.
Keisuke le restó importancia a las reverencias del chico vampírico, más que nada porque no sabía de qué manera responder. Se adelantó a los pasos del rubio para elegir la zona del destino. Los pasillos ya no estaban tan solitarios pero la cantidad no fue algo que intimidara a los dos de su marcha. Una vez en las regaderas, Baji comenzó a sentir que los nervios se apoderaban de sus movimientos pero para distraerse golpeó la puerta de cada cubículo para asegurarse que estaban solos. Terminada su tarea invitó a Mikey unirse a él en el cuartito del fondo mientras echaba un vistazo a la única cámara de la entrada. Como era de esperarse, el poco espacio lo irritó pero luchó por resistirse a golpear a su acompañante por el bien de su decisión. Todo lo que Baji pudo hacer fue alzarse la manga de su chaqueta y mostrarle su piel al rubio cenizo.
—Hazlo rápido.
—Debí preguntarlo antes pero, ¿no quieres usar el método de la bolsa?
—Sería un fastidio hacerme un corte y esperar a que la pobre cantidad de sangre que te reúna pueda saciar tu sed. Es más rápido así.
— ¿Estás seguro?
— ¿Lo quieres o no?
—Sí, pero…
—Te patearé si fallas a tu promesa, ¿escuchaste?
—…En verdad eres alguien muy confiable —comentó Mikey con una sonrisa enternecida, sin duda había hecho bien al elegir a Baji como su candidato, pues estaba convencido sería un excelente confidente. Keisuke al notar su sonrisa, desvió la mirada con incomodidad y volvió agitar su brazo.
—Menos elogios y más acción, ¿quieres?
Con un asentimiento Mikey tomó cuidadosamente el brazo que Baji le ofrecía, inclinándose para acercar sus labios y colmillos con reverencia, así asegurándose de que el gen licántropo en Keisuke no fuera a reaccionar de forma violenta. Para sorpresa de ambos, el chico de largos cabellos negros cerró los ojos e imaginó que había alguien más, al tiempo que trataba de ignorar el aroma característico de ese peligroso chico vampírico. Baji nunca pudo controlarse cuando alguien invadía su espacio personal, así que no tenía idea cómo fue que lo único que surgió de él fue un golpe con el puño contra las paredes del cubículo cuando Mikey le enterró sus colmillos. El aliento se le había cortado unos segundos, más enseguida suspiró profundamente con la sensación de hormigueo producto de las sustancias inyectándose en sus venas a través de la mordida. Después de eso sus extremidades se relajaron, dejando al rubio beber con tal pasión que ni siquiera la vista de sus ojos negros volviéndose completamente blancos lo inquietó.
Manjirou también estaba en éxtasis. El sabor de la sangre de Baji no se comparaba a la de Ryuuguji pero era igual de extraordinario, para nada estándar o vulgar como la de tantos humanos que había dejado secos. Saboreaba la violencia de su naturaleza, la lealtad y el caos de emociones, motivo por el cual no obtuvo información de él por más que lo intentó. Pues a diferencia de Ken que era calmado y abierto, Keisuke mantenía su mente nublada por tantos pensamientos a la vez que resultaba imposible leerlo, así que Mikey se rindió al poco tiempo.
Su hambre y placer cosquilleó su cerebro como una droga en busca de convencerlo de quedarse prendado a ese brazo, pero su sentido del deber lo ayudó desencajar los colmillos, aunque con suma dificultad. Se dio cuenta que había estado respirando con tanta pesadez cuando –aparte del sonido de la fuerza con la que Baji apretaba sus puños– sólo él delataba su presencia. No permitió que se derramara ni un poco de la sangre extraída del chico licántropo, lamiéndose los labios en un absurdo intento de recuperar el sabor que ya había tragado. Keisuke golpeó una vez más el hierro y se contuvo de agarrar la cabeza de Mikey mientras trataba de moverse con normalidad, no saber qué era esa repentina parálisis lo estaba estresando enormemente.
—Si ya terminaste, aléjate de mí antes de que te destroce la cabeza. —Manjirou obedeció al instante, pegando la espalda sobre frío metal en el extremo contrario mientras evitaba su mirada.
—Yo… gracias…
—…No es nada. Espero que esto te calme por varios días o meses al menos.
—También lo espero. Pero si… si llegara a necesitarlo de nuevo, ¿me brindarías tu ayuda otra vez?
—Bueno, no prometo nada. No me está gustando cómo me siento ahora.
—Gracias de todos modos. ¿Hay algo que pueda…?
—Sólo vete, no quiero que los otros crean que me estoy revolcando contigo si nos ven salir de este lugar juntos.
Con un ligero sonrojo, Mikey acató a la sugerencia de nuevo y se marchó sin hacer alguna broma atrevida al respecto, estaba demasiado abrumado con lo recién ocurrido para actuar como un engreído. Baji por su parte pudo volver a respirar con normalidad hasta que los pasos del chico vampírico se perdieron con la distancia. Aquello había sido toda una experiencia. Se sentía mareado, se sentía estúpido, se sentía bien. Era confuso, por ello se encontró golpeando la pared con las plantas de los pies de la misma manera que continuaron haciéndolo los puños contra el hierro. Comprendió que no podía salir en ese estado tan inestable, pues bastaría un solo gesto por parte de cualquiera para que se soltara a los puños contra los demás. Comenzaba arrepentirse de darle su sangre a Mikey. Ahora que el efecto paralizante pasó, la ansiedad subía por su cuerpo y lo arrinconaba a la violencia sin sentido.
—Mierda… —murmuró para sí mismo, tallándose el rostro con sus manos. Estaba sudando, temblaba y no se sentía nada tranquilo. Sus instintos territoriales estaban fuera de control y su mente le recriminaba su pasividad con aquel molesto chupa-sangre—. Cálmate, cálmate, maldita sea. Ya pasó, ya pasó. Joder, joder, joder. Ya se fue, estoy solo. Aquí no hay nadie.
Pero siquiera terminó esa frase cuando concentró toda su fuerza en patear y golpear todo a su alrededor en un vano intento de luchar contra lo que lo estuvo amenazando antes. Agradecía que Mikey lo hubiera escuchado, de otro modo sería el blanco de todas esas agresiones enloquecidas. No pudo evitar gritar, retorcerse y continuar dañando la construcción, las paredes de metal se sumieron y otras se doblaron de maneras tan evidentes que atraerían la atención del personal. Más en esos instantes todo lo que le importaba era liberar la tensión acumulada, aun si tuviera que ignorar el dolor en sus articulaciones, pues era evidente que terminaría con muchas heridas adornándole el cuerpo después de esto. Baji se preguntó si en algún momento lograría parar.
— ¡Maldición! ¡Maldición, maldición! —vociferó repitiendo cada golpe.
Sus ojos yacían inyectados de sangre, pero a diferencia de sus anteriores combates aquello no se sentía nada placentero, no era como romper los huesos de un oponente, no existía superioridad, de hecho se sentía indefenso, ultrajado. Y Mikey le había pedido repetirlo si no había sido suficiente sangre extraída para resistir su problema de hambre, el simple pensamiento intensificó el malestar. Necesitaba encontrar una forma de parar la letanía de ataques, por eso pensó en Kazutora. En lo sencillo que había sido su convivencia a pesar de las dudas ocasionadas por su visión, en lo que habían construido con tanta naturalidad ese periodo de tiempo. Usó su imagen para no atacar a Mikey mientras bebía de su sangre después de todo, y de la misma manera fue calmándose poco a poco en esos momentos.
Por él había hecho eso, porque quería proteger ese delicado lazo que forjaron, también porque creía que había algo más facilitando su unión. No lo llamaría destino pero estaba convencido de que por esa cadena desconocida es que se sentía tan cómodo a su lado. Sólo quizás su unión provenía desde otra vida. Si sus visiones carmines existían, no sería imposible que existiera una conexión sobrenatural entre dos individuos como ellos.
Tras conseguir frenar sus instintos violentos por completo, Baji comenzó a percibir un cansancio abrumador, motivo por el que se dejó caer de rodillas al suelo, reposando su espalda en el muro y soltándose lentamente hasta que se asemejó a un muñeco de trapo. Sin querer notó la marca de colmillos en su brazo, así que su mente lo llevó a ese justo instante en que un vampiro se estaba alimentando de él. Esperaba haber hecho lo correcto con respecto a Mikey, su aroma probablemente se notaría una vez saliera de ese cubículo. Aunque se duchara, el olor sobre su ropa permanecería a pesar de que no se habían tocado directamente. Esperaba que al menos lo disimulara mientras regresaba a su habitación para obtener un cambio de ropa. Gruñó y se levantó para comenzar a desnudarse.
.
Mientras caminaba por los pasillos semi-concurridos, Mikey se reconocía inmerso aún en el sabor de la sangre llenado su lengua. Haberse obligado ayunar le había hecho sentir desesperado y débil, así que haber disfrutado de una nutritiva comida de sangre licántropo lo hacía sentirse revitalizado, incluso más que eso. Y lo mejor de todo, había conseguido controlar su glotonería. Estaría tarareando contento y balanceándose al caminar si no fuera consciente de que su actitud sería demasiado evidente (peligrosa) para cualquiera que hubiese notado cuan decaído era su comportamiento. Cuando enfocó al frente no pudo evitar sentirse frío, así que dejó de caminar, correspondiendo a la mirada de Kazutora que hasta entonces había estado regresando del patio. El chico con tatuaje de tigre mostró una especial aversión por él desde un comienzo pese a su amabilidad pre-fabricada y Mikey temía que él fuese a darse cuenta de que algo no estaba bien.
—Hey, Kazutora.
—Hey. —Hanemiya correspondió a su saludo pero no se movió de su lugar—. ¿Todavía buscando víctimas disponibles para tu alimentación?
—…Eso es algo ofensivo para iniciar una conversación, ¿no crees?
—No si es verdad.
— ¿Quieres decir que te ofreces voluntario?
—De ninguna manera.
—Lo imaginé.
—Quizás deberías rendirte y salir de esta prisión, nos harías a todos un favor.
—Cuando salga de aquí lo haré con Kenchin, y él todavía no se recupera. Perdón pero tendrás que soportar mi presencia un rato más.
—…Que mal —se burló Kazutora permitiéndose sonreír con esa misma mueca mecánica y hueca que pretendía disfrazar sin éxito un profundo repudio. Ser receptor de tal, hizo a Manjirou tomar la decisión de alejarse cuanto antes de él.
—Bueno, me encargaré de solucionar mi problema sin herir a nadie, así que si me disculpas necesito hacer una visita rápida a la cocina.
— ¿Piensas que me creeré que funcionan los complementos alimenticios contigo? Mitsuya nos contó todo, Mikey. —El aludido se tensó. Kazutora inclinó la cabeza de modo que el cascabel en su oreja envió un tintineo retador—. No podrás aguantar más. Vete antes de que lastimes a alguien.
—…No quiero —canturreó simplemente, lo que borró la sonrisa del chico licántropo.
— ¿Qué has dicho?
—Tengo mis razones para estar aquí, Kazutora. No me iré únicamente porque me lo pides tú.
—…No me importan tus razones —espetó comenzando a perder la paciencia—. Sabes mejor que yo que no deberías estar aquí. Lo digo por el bien de todos. Es un error mezclarnos.
—Yo creo que se puede. No me rendiré con Kenchin.
—Los licántropos y los vampiros han peleado desde su aparición en la tierra, es infantil creer que es posible coexistir de manera apropiada. Mira a donde nos han llevado los experimentos que hicieron nuestros antepasados con los humanos.
—Ser infantil es una de mis especialidades, ¿sabes?
—Estás siendo molesto, Mikey.
—Eso también me caracteriza. Mi familia me lo decía mucho.
Mikey estuvo a punto de moverse hacia otra dirección para comenzar alejarse de Kazutora cuando este mismo percibió un aroma conocido emanando del rubio cenizo; era leve y podía confundirse con el resto de aromas pululando en su entorno. Más el puro recuerdo sensorial incitaron al chico con tatuaje lanzarse sobre Mikey antes de que se alejara, sujetándolo de un brazo el tiempo suficiente para que sus poros absorbieran las partículas de olor que determinaban una verdad sólida. No imaginaba cosas. Consternado no pudo luchar cuando Manjirou se zafó de su agarre, alejándose con violencia para recuperar su espacio, asustado por sus sorpresivas acciones.
— ¿Por qué… hueles a Baji?
—O-Oh… hace rato lo vi y pues… lo molesté un poco.
—…Hay sangre en tu aliento —acusó y Mikey cerró la boca de nuevo.
— ¿Si? Me he estado mordiendo a mí mismo últimamente, así que es mi propia sangre la que estás olfateando. ¿Lo sabías? Cuando alguien con mi gen se somete al ayuno por demasiado tiempo, la abstinencia hace que bebamos de nosotros mismos.
—…Pero eso no ayuda a reducir el hambre. —La afirmación preocupó al joven Sano.
— ¿…Qué rayos eres? ¿Un trabajador de control vampírico? Me incomoda que sepas tanto de nosotros siendo un lobo.
— ¿Dónde está Baji?
—Oye, no cambies tan abruptamente de tema.
—Si le hiciste algo… lo sabré cuando vea su cuerpo.
— ¿…Qué?
—Cuando beben sangre tan desesperadamente, aunque traten de cubrir sus marcas, perforan la piel con tanta fuerza que quedan indicios, así que lo comprobaré yo mismo. ¿Dónde está?
— ¿Qué mierda?
— ¿¡Donde está!? —ladró amenazante. No recibir respuesta inmediata lo impacientó, así que corrió en la dirección que consideró más sensata. Sólo había dos lugares donde esconderse ahí.
— ¡Espera, Kazutora! —exclamó Mikey corriendo tras él. Era veloz, se dio cuenta el chico vampírico. No tardaría llegar a la zona de las regaderas, así que debía hacer algo. Usó toda la fuerza que poseía en las piernas e incrementó lo más que podía su rapidez y se interpuso en su camino de milagro, mostrándole los colmillos.
—Sabía que no podía bajar la guardia contigo —Kazutora gruñó.
—Si quieres seguir avanzando, tendrás que enfrentarme y eso hará que se activen las alarmas.
— ¿Qué hiciste?
—Necesito que te calmes y escuches.
—No, ¡no pienso perder el tiempo aquí contigo!
El enfrentamiento no tardó en llamar la atención de los demás internos, quienes detuvieron sus actividades para mirar hacia los dos involucrados, lo que rápidamente incomodó a Mikey. Lo que menos necesitaban ahora eran espectadores. Si Kazutora alzaba la voz acusándolo como peligroso sería el fin de su fachada, todos se unirían para revelar su verdadera naturaleza, entonces tendría que enfrentarse a los humanos. Y escapar con tantos testigos sería imposible, llamarían al control de vampiros, entonces sería más fácil que Izana lo encontrara ya que el protocolo dictaba que debían comunicarse con familiares.
—Por favor, Kazutora. Escúchame —suplicó por última vez.
— ¡Hazte a un lado!
Empuñando las manos, Mikey no tuvo más opción que acceder a tales demandas, así que dejó pasar a un furioso Kazutora en dirección a las regaderas. No le quedó más que mirar impotente cómo su silueta se perdía dando vuelta en la esquina de aquel pasillo. No estaba seguro lo que debía hacer en este punto. Aunque Baji le hubiese entregado su sangre de manera voluntaria, no sabía si podría abogar por él cuando Kazutora comenzara hacer preguntas clave sobre lo sucedido entre los dos. Como fuese estaba condenado a esperar el resultado.
.
Cuando Hanemiya logró llegar al cuarto de las regaderas, el vapor golpeó su cara. Un par de internos se encontraba usando los cubículos, así que no tuvo más opción que llamar a Baji de forma directa. Uno de los ocupantes, más específicamente Pah, le dijo que él ya se había marchado hacia su recámara, así que Kazutora salió del lugar hacia una nueva dirección. Aunque aliviado de saber que su amigo continuaba consciente, todavía sentía a su corazón latir en su pecho por la adrenalina que provocaba no conocer con exactitud su verdadero estado. Temía que este hubiese sido atacado por Mikey, aunque más temía que él le hubiera ofrecido su sangre por voluntad propia. No sabía por qué pero la sola imagen de ese vampírico bebiendo directo de la piel de Baji lo llenaba de un odio incontrolable.
Al llegar a su habitación compartida, apenas lo vislumbró inclinado sobre los cajones llenos de ropa, sólo pudo correr en su dirección hasta haberlo capturado entre sus brazos. Baji soltó un grito de sorpresa ya que había sido capturado con nada más que sus pantalones, y el contacto de la tela rasposa del uniforme con su piel desnuda no era algo que catalogaría como placentero.
— ¿Kazutora? —El aludido enterró su rostro en el pecho de su acompañante, absorbiendo el perfume de todos los productos de limpieza personal combinado a la esencia propia de Keisuke. Olvidó por un instante lo que había ido a comprobar, pues la frescura emanando de ese tonificado cuerpo se sentía tan bien—…Oye. —Baji estaba comenzando a ponerse nervioso y ruborizado por esta manera de ser abordado—. ¿Qué pasa?
—…Oh, es cierto.
Hanemiya se apartó bruscamente de donde había estado para sujetar los brazos de Baji y contemplarlos minuciosamente. Pudo sentir la tensión de sus músculos pero decidió no dar explicaciones hasta terminar con su forzosa inspección, a pesar de que Baji trató de quitárselo de encima varias veces, lo que complicó la búsqueda de marcas de mordida en su carne para el otro.
— ¿Qué estás haciendo? Suéltame.
—No luches contra mí si no estás ocultando nada.
— ¿Ocultar qué? ¿Te apareces de esa forma y esperas que me quede quieto sólo porque sí? ¡No seas imbécil! ¡Me estás poniendo nervioso!
— ¡Me encontré a Mikey!
— ¿¡Y qué!?
— ¡Y olía a sangre y también a ti! ¡Me preocupé! ¡Temía que te hubiese hecho daño! ¡Asesinado!
—Pues aquí estoy, ¿no? En una pieza tratando de hacer que sueltes mis manos.
— ¡Quiero saber si bebió de tu sangre! Te atacó, ¿verdad? ¡Por eso no quieres mostrarme la marca de su delito!
— ¡No lo hizo! —declaró Baji estresado con la insistencia, ya que técnicamente no era mentira aunque no estaba seguro si sería buena idea contarle toda la verdad a Kazutora. Nunca hablaron sobre si guardar el secreto o compartirlo entre su grupo como ya habían hecho antes pero estaba seguro que sería una mala idea mostrarse ante un enloquecido Hanemiya que estuvo obligado a bajar la cabeza con chicos con la condición de Mikey—. Estamos en buenos términos, ¿entiendes? Hey, a este paso serás tú quien me deje marcas.
— ¡Tal vez eso es lo que quiero!
— ¿¡Ah!?
—Me gustas, por eso… por eso… —Kazutora dejó de luchar, aflojando la fuerza con la que se aferraba a los brazos de Keisuke, quien lo miró, atónito. En ese momento fue cuando el propio Hanemiya se dio cuenta de uno de los principales sentimientos que lo habían impulsado todo este tiempo, se ruborizó y bajó la mirada, avergonzado pero todavía con la adrenalina suficiente para continuar su letanía—. No quiero que te entregues a Mikey.
— ¿…Entregarme?
—Escuché… que es así como muchos tipos con gen vampiro eligen a sus parejas…
—…No lo sabía. ¿En serio hacen eso? No creo que Michael quisiera eso de mí, lo querría de Draken en todo caso, ¿no? A fin de cuentas lo arrastró con él aquí.
—…Está planeando algo, algo terrible. Lo sé. No podemos confiar en él. Es posible que si continua bebiendo de ti te drene en algún punto y yo… sea como sea terminarás muerto… ¡No quiero eso!
—Kazutora, te das cuenta que estás mezclando todo ahora mismo, ¿verdad?
—Cállate —susurró volviendo a recargar la frente en el pecho de Baji, que esta vez sonrió divertido y lo consoló frotándole la cabeza. Veía que Kazutora tendía a enloquecer con facilidad, sus emociones y pensamientos eran tan intensos que era incapaz de ordenarlos o siquiera amainarlos. No dudaba que un momento de gran estrés podría obligarlo engañarse a sí mismo con lo que fuera menos doloroso para él o su consciencia.
—Ya, ya. Está bien. No hay nada de qué preocuparse. Tienes razón, le entregué mi sangre a Mikey pero lo hice para evitar algo peor, esto saciaría su sed y el escenario sangriento de mi visión no podrá a cumplirse, me aseguraré de eso. ¿Lo entiendes? Esto lo solucionará. Tiene que funcionar.
—No… Baji, no me gusta la idea de que él beba de ti. Yo…
—Lo sé. Pero lo tengo todo bajo control, ¿de acuerdo? Déjamelo a mí.
— ¿…De verdad haces todo esto sólo para cambiar el resultado de tu visión?
—Lo juro —dijo con convicción.
Los ojos de Kazutora se tornaron cristalinos pero no le dio tiempo a su cuerpo de soltar en llanto ya que volvió aferrarse a Baji en un abrazo. Temblaba mientras su corazón seguía latiendo con fuerza. No podía creer lo fácil que había caído engatusado por este lobezno, la manera en que se había apegado a él lo confundía, lo hacía querer monopolizarlo. Si, se percataba que quería hacerlo suyo por completo. ¿Podía llamar a esto amor? ¿Cuándo había cruzado el límite de gustar a estar totalmente enamorado? Podía culparlo por actuar siempre tan cariñoso con él enfrente de los demás o cuando estaban en privado. Nadie nunca le había mostrado ese nivel de intimidad.
—Te creo, Baji. Pero… no puedo confiar en Mikey.
—Cumplió su palabra, no me asesinó, supo contenerse.
—Pero… ¿por qué tú? ¿Por qué no se lo pidió a alguien más?
—No estoy seguro pero dijo que confiaba en mí. —Baji se alzó de hombros—. Supongo que está esperando que Draken lo acepte, y ya que el desarrollo en mi gen es más o menos el mismo… creo que está tratando de encontrar algo que se le asemeje, pero no me hagas caso.
—Baji…
— ¿Hum?
—No vuelvas hacer algo tan imprudente.
— ¿Qué eres? ¿Mi mamá?
— ¡Soy parte de tu manada! —exclamó con determinación para sorpresa de Keisuke—. No me importa lo que pase, cuando salgamos de aquí nuestros destinos permanecerán unidos. Me niego a dejarte ir ahora que llegaste a mi vida. Soy un hombre con gen licántropo muy posesivo y muy apegado. Pase lo que pase me aseguraré de protegerte en batalla, de hacerte compañía en los malos y buenos momentos. Ya me confesaste tus sentimientos y yo los correspondí también. Eso es igual a firmar un juramento. ¡Es tu culpa por darme entrada a tu corazón!
Y Kazutora volvió abrazarlo para ocultar la vergüenza que decir todo aquello le había causado. Baji también lo rodeó con los brazos entonces, sonriendo como un idiota después de que sus neuronas procesaran tan apasionadas palabras. Hanemiya podía llegar a ser muy lindo cuando se lo proponía. Sin embargo, aún quedaba algo en todo este alboroto que al joven Baji le preocupaba profundamente y sería un estúpido si no lo externaba con igual seriedad.
—Sólo prométeme una cosa. Trata de no llevar esto demasiado lejos.
—Sí… —asintió Kazutora, el reflejo de vida en sus pupilas desapareciendo bajo la sombra que Baji proyectaba sobre él—. Lo intentaré.
Se quedaron en esa posición un tiempo indeterminado, poco a poco olvidando el tema central y tan sólo disfrutando de la presencia del contrario, de su aroma y calor. Kazutora no volvió a insistir en buscar la marca de colmillos en el brazo de Baji, en cambio lo dejó vestirse tranquilamente, tímidos en cierto modo por el drama que habían protagonizado hace poco. Al menos hasta que Baji encontró otro tema con el cual distraer sus cabezas y devolver a sus atmósferas la armonía que había formado parte de ellos desde el comienzo.
.
Draken tuvo un sueño lucido pero no uno cualquiera. Apreció con los ojos de su mente ese entorno carmín que tan bien conocía, aquel que lo había guiado desde su infancia y protegido de peligros desde muy pequeño. Debido a su condición desarrollada, él siempre había convivido con sus visiones carmines como si estuviera despierto, así que se levantó del lecho en el que había estado descansando para ir en busca de lo que sea que los espíritus de la noche quisieran mostrarle esta ocasión. El paisaje no era claro como era de esperarse, más la vista de aquel niño resguardado en sus recuerdos de infancia le hicieron paralizarse mientras observaba cómo tal figura se daba la vuelta y le sonreía con la inocencia que le confería su edad.
—Te estaba esperando, Kenchin.
—Lo imagino. Espera, un momento. ¿Por qué estás usando ese sobrenombre?
—Fue el que te di cuando cuidaste de mí. No me digas que lo olvidaste.
— ¿Qué esperabas? Hace mucho tiempo de eso. Además, sólo nos vimos una vez.
—Te equivocas, esa no fue la única vez que nos juntamos. Hubo muchas más veces, aunque de hecho no estaban en nuestros planes. —Aquello sin duda lo sorprendió. El pequeño rubio de ojos negros se dio la vuelta—. Sígueme, quiero mostrarte nuestro lugar de encuentro.
Draken obedeció ya que no había forma de negarse a su visión después de todo. El espacio se agitó y comenzó a formar siluetas negras que más pronto que tarde tomaron forma de un barrio en los suburbios, con una cancha en mal estado y una zona con juegos para niños de cinco años. Ahí pudo apreciar siluetas sin importancia que seguramente en el pasado pertenecieron a otros ocupantes, pero Ryuguuji supo que estas no eran relevantes para lo que su guía quería que viese y lo encontraron en una orilla del lugar, oculto como un cazador inexperto.
— ¿Ese soy yo? —inquirió y el chico sin supervisión adulta se ocultó esta vez por completo ya que pareciera venir en camino su objetivo. Ken pronto descubrió a Mitsuya, el cual se asustó mucho con la inocente broma de su yo del pasado.
—A estas horas yo solía escaparme de casa porque el sol ya se había ocultado y las ansias de libertad me consumían —explicó su pequeño guía dirigiéndose hacia una banca alejada de los dos lobeznos que se divertían sin advertirlos a él o al Draken del presente—. Los observaba desde aquí, deseando tener el valor de acercarme y unirme a sus juegos pero estaba tan avergonzado que no lo hacía. No sólo porque me habías visto en un momento muy vergonzoso de mi vida, sino porque te consideré alguien demasiado genial. Observé muchos de tus combates y desde las sombras me aprendí tu nombre real. Puede que nos hayamos cruzado un par de veces sin hacer más que saludarnos o tan sólo sonreírnos mutuamente. ¿Lo entiendes?
—Bastante espeluznante si debo decirlo. Pudiste haberme hablado en lugar de acosarme.
—Necesitaba volverme fuerte para no causarte problemas. Si hubiese sabido que posees el gen licántropo no habría temido atacarte por el hambre que crecía en mi interior.
—Eso significa… —Ryuuguji comenzó a comprender—. ¿Fue por eso que te comportaste de esa manera en el callejón durante nuestro combate cuando escuchaste mi nombre? Todo este tiempo has sido Sano Manjirou.
El pequeño guía sonrió conmovido por la agilidad mental de su acompañante adolescente, dejando que el entorno volviese a cambiar para que esta vez tomara la forma actual del rubio cenizo, el cual tampoco era que se encontrara en su mejor apariencia a pesar de todo, por lo que Draken no tardó intuir lo que ahora estaba sucediendo. Tenía el labio partido, la ropa manchada de polvo y los ojos decaídos, tomando en cuenta que la sangre escurriendo de sus manos no provenía de ninguna de sus heridas.
—Todo es mi culpa, Kenchin. Porque no fui capaz de enfrentarme a mis miedos, estoy a punto de arrastrarlos a este infierno. Pero Kazutora, él…
Ryuuguji se dio la vuelta y se encontró frente a frente con el recién nombrado, quien sonreía de una manera enloquecida, cuya presencia permitió que sobre el suelo se manifestasen cientos de cadáveres frescos. Sin embargo, pronto Ken se percató de una silueta de pie a espaldas de Kazutora. Baji le sonrió y se descubrió el brazo para mostrarle demasiadas heridas sangrantes de colmillos adornando a lo largo de su piel, las cuales al gotear formaban un rio espeso de sangre negra debajo de sus siluetas. Fue en ese preciso instante que Baji habló.
—Algunas sangres no deben mezclarse. —Aquello bastó para que Draken abriera los ojos de golpe, de vuelta a su tiempo real.
Notas Finales: ¿Qué creen que esté pasando en realidad con estos cuatro? ¿Baji está equivocado? ¿Hay algo malo con Kazutora? ¿Mikey tiene la culpa? ¿O sólo es un desafortunado desorden de circunstancias? ¿Draken podría ser la clave para solucionarlo?
