Notas Iniciales: Estoy de vuelta con más de nuestros pandilleros favoritos.
VII
Interferencia.
Volver a estar rodeado de gente resultó ser menos cansado de lo que esperaba. Su "etapa de apareamiento", como lo había llamado Masawei, solía dejar estas migajas de violencia hacia otros individuos y a pesar de ello no sentía nada más que agotamiento causado por el forzado aislamiento. Supuso que la constante compañía de Mikey había ayudado que fuera más llevadero el retornar a la rutina que se manejaba en esa prisión de control. Es verdad, había sido un tiempo desde estaba ahí encerrado. ¿Acaso estas instalaciones se encontraban muy lejos de Shibuya, su lugar de origen? De otro modo no se explicaba cómo es que su padre adoptivo y la rama yakuza a la que pertenecían habían tardado tanto en dar con él, aunque también era verdad que ubicarlo no bastaba, habría mucho papeleo que hacer para poder liberarlo. Y eso sería un problema por sí mismo ya que dudaba su encierro hubiese sido registrado, después de todo había llegado a ese lugar por capricho de Mikey. Dio un largo trago a su vaso con agua, casi bebiéndola toda de golpe, el calor de su propio cuerpo lo había dejado sediento.
—Pero miren quién ha decidido salir de la cueva —comentó Mitsuya a modo de saludo, tomando asiento en la misma mesa en que su amigo de la infancia descansaba—. ¿Has logrado calmarte?
—Sorprendentemente, y más pronto de lo usual.
— ¿En serio? ¿Eso es algo bueno o malo?
—No lo sé, supongo que no es bueno. Ha habido un enano rondando mi zona de descanso todo este tiempo. Podemos decir que es culpa de él.
—Entonces es algo bueno —se burló Mitsuya, liberando una risa que llenó de nostalgia a Draken. Esa visión carmín lo había transportado al tiempo en que jugaban juntos, así que tener la oportunidad de hablar con él nuevamente se sintió como un regalo antes del desastre.
—Oye. ¿Has notado algo extraño últimamente?
—Pues no.
—Cualquier detalle, por muy insignificante que sea, me vale.
—…Ya que lo pones así. Baji y Kazutora han estado, ¿cómo decirlo? Más unidos de lo normal.
— ¿En qué sentido?
—Parecen más… ¿"melosos" es la palabra?
— ¿Qué mierda?
—Y lo curioso es que comenzó desde que aparentemente Baji y Mikey tuvieron un tiempo a solas lejos de todos. No estoy seguro de qué se trata el asunto pero parece que eso activó un instinto posesivo en Kazutora, aunque sólo lo muestra cuando Mikey está alrededor, porque permite que Pah y yo lo toquemos. —Draken arqueó una ceja, sin estar seguro qué hacer con esa información. De pronto Takashi recordó algo más—. Oh, es verdad. Mikey. Draken, ¿hiciste algo con él?
— ¿Por qué?
—Parece más alegre, sus síntomas de abstinencia han desaparecido. Ni siquiera parece importarle que Kazutora esté tan a la defensiva con él. —Dicha revelación tensó a Draken al instante—. Sé lo que estás pensando, yo también tuve mis sospechas, así que comencé a investigar. Pero puedo asegurarte que no encontré nada que indique que atacó a alguien, humano o interno.
— ¿Qué ha dicho él?
—Que se ha colado a la cocina a prepararse complementos cada que puede, lo cual estoy convencido es una mentira. Ahora que lo pienso, los tiempos concuerdan con el comportamiento sobreprotector de Kazutora.
—Es eso —declaró, sorprendiendo a Mitsuya, quien observó a su amigo levantarse y le siguió en cuanto este le indicó con una seña acompañarlo lejos de la concurrencia hasta que se detuvieron en un solitario pasillo—. Mikey debió beber de la sangre de Baji.
— ¿No es eso peligroso? El gen de Baji es casi tan puro como el tuyo.
—Probablemente eso fue lo que calmó su hambre por completo. Ya me había pedido que le dejara beber mi sangre antes porque la bebió el día que nos enfrentamos, no se la concedí precisamente porque no podía confiar en que se controlaría. Pero beber de Baji ha sido un éxito y me preocupa que eso pueda acarrearnos problemas. Si Mikey se vuelve adicto a la sangre de él también, es posible que continúe pidiéndole beber hasta que ya no pueda contenerse.
—Sé que sonará un poco extraño lo que voy a decir pero… si lo que él está buscando es algo que se asemeje a tu sangre porque ya se ha vuelto adicto a ella, ¿no sería prudente que se la concedas?
—"Algunas sangres no deben mezclarse" —citó Draken, confundiendo a Mitsuya—. La sangre de licántropo posee propiedades que sólo un vampiro podría reconocer. Según me enteré por los relatos de mis semejantes en Shibuya, nuestra sangre (entre más pura) es capaz de conceder al vampiro poderes extraordinarios. Pero es tan voluble que muchos en el pasado la repudiaron y prefirieron seguir alimentándose de humanos. Mezclar dos tipos de sangre pura hará que Mikey pierda su mente. Fue mi error permitir que tomara una decisión desesperada. Pero sé que él seguirá insistiendo, porque quiere convertirme en su consorte.
— ¿Consorte? ¿Un vampiro y un licántropo? Maldición, sí que lo flechaste —comentó con evidente asombro—. Pero, si beber dos clases de sangre tiene efectos tan marcados, ¿por qué no ha pasado? Al fin y al cabo ya había bebido tu sangre cuando bebió la de Baji.
—El periodo de tiempo entre un consumo y otro es largo, además, sospecho que no bebió tanto de mí como seguramente lo hizo con Baji. Si dices que tuvieron un tiempo solos, no dudo que Mikey haya aprovechado tomar tanto como le fue posible porque ya había ayunado demasiado.
El chico de cabellos plateados se frotó la nuca con incomodidad mientras procesaba en su cerebro toda la información que Ryuuguji acababa de darle. La duda asaltándolo sin compasión.
— ¿Y qué hacemos?
—…Sólo nos queda esperar e impedir que Baji vuelva a darle su sangre. Me aseguraré de estudiar su comportamiento para advertir los efectos que esto pueda tener en él. Le explicaré el peligro que corre y seguiré rechazando su solicitud de tomar mi sangre hasta convencerlo de alejarnos de aquí. Sólo así podré controlar mejor todo este asunto.
—Entiendo pero no te esfuerces demasiado, Draken. Puede que poseas más fuerza y resistencia que ninguno de nosotros pero no dejas de ser humano en gran parte. Me preocupas.
—Descuida, conozco mis límites.
—Todavía estamos en desarrollo —señaló—. Lo que quiero decir, compañero, es que no cargues con toda la responsabilidad tú solo. Me tienes a mí, nos tienes a todos. Estoy seguro que podremos manejar esto en grupo, como una verdadera manada, y bueno, con un vampiro.
—…Takashi.
—Ahí lo tienes. —El joven de cabellos plateados estiró un brazo para alcanzar el hombro del rubio con la intención de trasmitirle ánimos, reconociéndose renovado y también conmovido por la nueva muestra de confianza—. Ya extrañaba escucharte decir mi nombre. En serio, Ken. Sé que no nos habíamos visto en mucho tiempo pero sigo considerándote mi mejor amigo, ¿sabes? Sólo no se lo digas a Hakkai si alguna vez te lo presento, el pobre es muy sentimental y yo lo veo más como mi hermano pequeño.
—Debe ser alguien muy agradable si ha conseguido ganarse ese título.
—No tienes idea. Aunque posea un verdadero hermano mayor, da igual. Estoy listo para enfrentarme a él por su guía fraternal.
Los dos rieron divertidos y decidieron ir en busca de su ya mencionado grupo, pues Mitsuya tenía razón al sugerir que lo mejor para todos era hablarlo. Ya no era necesario luchar solo, eso a Draken lo hizo sentir cálido y agradecido por tener la oportunidad de compartir con otros individuos una fracción de la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros. Ganarse el título de guardián en su barrio había hecho que se guardara muchos de sus malestares por el bien de quienes se encontraban dentro de su territorio, todo porque no quería mostrar debilidad. Sin embargo, nada de eso tenía sentido ahí con personas dispuestas a luchar junto a él.
.
Reunir a los demás no llevó tanto tiempo. Pah y Peyan habían recién abandonado las oficinas de orientación psicológica tras una profunda charla, por lo que se disponían a ejercitar las piernas un poco corriendo por el patio de las instalaciones cuando Draken y Mitsuya los abordaron. Encontraron a Baji y Kazutora tratando de estudiar en una de las tantas salas, sentados uno delante del otro, lo que se reducía a que el chico del tatuaje reprendía a su compañero por no ser capaz de resolver las ecuaciones más fáciles escritas del cuaderno. Por ese motivo se vieron obligados a esperar que Hanemiya se hartara y prefiriera acompañarlos a donde sea que todos los demás querían ir junto con ellos.
Los que lideraban la caminata no quisieron revelar nada hasta que estuvieran todos, así que se apresuraron a ir en busca del último integrante de su grupo. Mikey había estado dormitando en alguna parte del ala oeste, pero apenas vio a Draken completamente recuperado no dudó un instante levantarse y correr hacia él con una gran sonrisa adornándole la cara. Algunos lo compararon a un niño que salta porque ha visto a su persona favorita acercándose.
—Kenchin, ¿ya estás bien? —Iba a saltarle encima pero Draken le gruñó, deteniéndolo de hacer cualquier cosa vergonzosa que hubiese planeado realizar delante de todos. Mikey lo miró con cierta picardía por ser interrumpido—. Vamos, no seas tímido. A mí no me importa que otros miren, estoy seguro que ya todos saben lo que siento por ti.
La incomodidad se hizo evidente entre todos los presentes por lo que Draken se tensó y no pudo evitar mirar brevemente a sus espaldas. Todos evitaron cruzarse con su mirada al instante, aunque fue más vergonzosa la sonrisa divertida de Mitsuya.
—No lo hagas sonar como si tuviéramos algo —espetó, desviando la vista lejos del pequeño rubio con un ligero sonrojo adornándole los pómulos—. Que te dejara usarme de dakimakura una vez no significa nada, ¿entiendes?
—Para ti quizás no pero para mí sí. Gracias a eso he podido volver a dormir con regularidad, de hecho estaba decidido a tomarme una siesta cuando llegaron. Pero, ¿qué es todo esto? —inquirió mirándolos a todos con curiosidad—. ¿Tendremos nuestra primera reunión de pandilla?
—Si así fuera, ¿por qué Mikey debe venir? —intervino Kazutora de mala gana.
—Porque esto tiene que ver con Baji y él.
— ¿Yo? —Baji se señaló a sí mismo, no tardando en mostrarse confundido por la declaración de Takashi, quien asintió y miró a los demás.
—Todos los que estamos aquí conocemos la situación de Mikey y Draken, por eso hemos decidido ponerlos al tanto de lo que acontecerá más adelante y aclarar ciertas cosas para evitar más conflictos. Necesitamos un lugar donde hablarlo tranquilamente. ¿Sugerencias?
—Conozco un sitio —aportó Peyan—. Es silencioso y privado, no suelen ir otros internos ahí.
—Está decidido entonces.
Siguiendo la guía de Ryohei por las instalaciones de la prisión de control, llegaron a un espacio desierto entre el recibidor (donde fueron reunidos todos los internos el primer día) y una sala, cuya única puerta disponible mostraba a través de la ventanilla un pasillo que parecía llevar a zonas exclusivas para el personal administrativo. Ninguno se impidió contemplar con curiosidad la estrechez del sitio, preguntándose cómo fue que Hayashi lo encontró en primer lugar, más estuvieron de acuerdo que ese sería un tema para otro momento.
—Bien, hora de resolver el misterio —insistió Kazutora, impaciente.
—Baji —Draken tomó la palabra, mirando al susodicho directamente a los ojos al tiempo que se sobreponía ante él, un gesto compartido entre individuos de la misma pureza de gen para establecer jerarquías. Evidentemente a causa de ello, Keisuke no tardó ponerse a la defensiva de forma inconsciente—. Es necesario que nos cuentes a todos lo que sucedió entre Mikey y tú.
—Aguarda, Kenchin —Mikey intervino, incapaz de ocultar su nerviosismo—. No puedes…
—Desde que nos convertimos en compañeros de habitación, te has negado a decirme tus verdaderas razones para meternos en este lío —lo interrumpió con firmeza—. Y ya que no vas a decirlo por ti mismo, quiero escucharlo por boca de Baji.
El joven Sano apretó los dientes y formó puños en sus manos debido al disgusto, pero ni siquiera trató de mirar a Baji con la intención de convencerlo de guardar su secreto, en cierto modo absolutamente resignado a cualquier resultado que fuese a suscitarse. Y todo porque era Ryuuguji quien lo estaba regañando en esos momentos.
— ¿…Tuviste un sueño rojo? —inquirió Baji, intuyendo el motivo de esta sorpresiva situación.
—Así es y este me reveló que le entregaste por voluntad propia tu sangre, así que trato de averiguar el por qué.
— ¿Y por qué no? ¿No arreglaría eso las cosas? Nos quitamos de encima la preocupación de que enloquezca de hambre y ocasione una masacre.
— ¿Y acaso sabes los efectos que tiene nuestra sangre licántropo en un sujeto con gen vampiro? —Esa cuestión impresionó hasta el propio Mikey, quien no tenía conocimiento sobre alguna reacción diferente de las toneladas de sangre humana que podía consumir normalmente por noche. Ni siquiera se le ocurrió que debió haberlo imaginado cuando nunca había conocido a personas con el gen licántropo.
—…No lo sabía —admitió Baji—. ¿Qué puede ocasionar?
—Tiene diferentes efectos, pero sólo en un caso como el tuyo y el mío, probablemente no sería tan intenso con el resto de los que están aquí.
—Por su pureza, ¿verdad?
—Me alegra que lo estés comprendiendo.
—Sí, fue la razón por la que se la concedí en primer lugar, pensé que no afectaría mucho.
—Por desgracia no es así. No sabemos a qué linaje pertenecieron nuestros antepasados híbridos, así que no sabemos lo gravedad del peligro, es por eso que es imprudente que alguien con un gen vampírico igual de puro como el de Mikey extraiga nuestra vitalidad.
—Bueno… mierda.
— ¿Qué quieres decir, Kenchin?
— ¿No te has sentido demasiado bien después de que te alimentaste de Baji? —Tal pregunta Ryuuguji esta vez se la dirigió a Manjirou con firmeza—. Hasta hace poco estabas prácticamente mordiéndote a ti mismo por la abstinencia, no podías dormir, no podías quedarte quieto un solo momento, estabas irritable a morir. Casi me atrevo a decir que no pensabas en otra cosa que en beber sangre. Es una prueba ferviente del poder que tuvo la sangre de Baji sobre tu sistema. Si hubieses bebido de alguien más, los cambios no hubieran sido tan notorios.
Mikey no lo desmintió pero tampoco lo afirmó, absorto, pues acababa de darse cuenta de que nunca antes había experimentado algo así después de beber litros de sangre humana en sus primeras experiencias con síntomas de abstinencia. Con la sangre de Baji no sólo se había sentido revitalizado, sino que le acosaban pensamientos sobre poner a prueba su resistencia compitiendo con otros internos como si buscara mantener una constante de su dominio, algo que nunca en su vida había pensado antes de aquel momento. ¿Todo eso era por culpa de la sangre de Baji?
—Mis semejantes en Shibuya contaban sobre hombres descendientes de vampiros híbridos que usaban las propiedades de híbridos licántropo para obtener más poder en batalla. Nadie, ningún humano, vampiro o licántropo podían hacerles frente si bebían la sangre correcta, aunque algunos efectos eran tan intensos que tal los perjudicaba más de lo que les beneficiaba. Y era peor para los que consumían dos tipos de sangre licántropo en un corto periodo de tiempo. Muchos colapsaban, quedando muertos en el acto o en coma.
—Sólo pensarlo me da escalofríos —comentó Pah recogiendo sus brazos contra el pecho. Ryohei tragó espeso saliva al imaginarse en la posición de uno de esos individuos vampíricos.
—Eso significa que Mikey tiene prohibido volver a beber mi sangre, ¿no? —Baji se rascó la cabeza mientras miraba de soslayo al aludido—. Ya lo escuchaste, amigo. Lo siento por ti.
Oír al chico de cabellos largos decir eso de forma tan segura, hizo a Kazutora sentirse aliviado de que al menos él hubiese quedado fuera de aquella locura, después de todo le había preocupado mucho que aquella letanía continuase su curso. Quién sabe hasta dónde hubiese llegado Hanemiya para asegurarse de proteger a quien había elegido como su lobo alfa, sin importar cuan vergonzoso le resultara esa descripción a sí mismo a pesar de todo.
—Lo que me lleva a sugerir una vez más que nos saques de aquí, Mikey.
—…No. —Ken alzó la ceja ante su tensa negativa.
— ¿Seguirás siendo un testarudo a pesar de todo lo que dije? No podrás alimentarte aquí de ninguna manera y yo no voy a darte mi sangre sin temor a que esto te ocasione algo peor por no saber manejarlo correctamente. Me parece que lo mejor para ti es comenzar a pensar en tu bienestar, más que en un capricho como el de convertirme en tu consorte.
—No podemos… no lo entiendes, Kenchin.
—Por supuesto que no lo entiendo, y menos lo haré si no me lo dices.
—Yo no… no puedo… es…
—Díselo, Michael —le instó Keisuke de pronto—. Me lo contaste a mí que soy el menos adecuado para encontrar buenas soluciones a problemas complicados. Draken ha manejado este asunto mejor de lo que cualquiera de nosotros hubiera hecho, estoy seguro que no te juzgará por lo que te aqueja. —El joven Sano guardó silencio, lo que acabó por exasperarlo un poco—. Vamos, él te vuelve loco, ¿no? Podrías tener más oportunidades si eres honesto en lugar de sólo coqueto.
Mikey se sonrojó como si Baji acabara de soltar la frase más vergonzosa existente en la tierra, y todo con una franqueza demoledora. Después de todo, una cosa era actuar desvergonzado frente a Ryuuguji a la vista de todos y otra muy diferente ser vulnerable ante él. Cuando se animó alzar la vista y conectar sus ojos con los de Draken, el sonrojo se volvió más pronunciado que antes, obligándolo apartar la vista con la vergüenza a flor de piel. No pudo resistirse a formar un puchero con los labios mientras reunía valor suficiente para hablar.
—Te recuerdo que intentaste explicármelo a mí, Mikey —intervino Kazutora para sorpresa de todos—. A mí que no puede importarme menos lo que te traes entre manos. ¿No te parece justo que se lo digas al que has luchado por mantener a tu lado de un modo u otro?
—…Si, tienen razón —aceptó Manjirou, por fin relajando los puños y el resto de su cuerpo mientras volvía a mirar al hombre del que estaba enamorado—. Kenchin, yo… mentí. Ya tenía planeado encerrarme a mí mismo en esta prisión cuando te encontré. Escuché de uno de mis viejos subordinados sobre este encierro y… supe que no tendría otra oportunidad. Te enviaron a ti porque la policía me estaba persiguiendo, ¿cierto? Porque había acabado con mi pandilla pero eso no es todo. Yo… creo que mi hermano mayor, Izana, los envió detrás de mí desde antes… porque él odia a los vampiros. Y yo… tengo miedo de ser atrapado por él. No encontré otra manera de escaparme de su mira. Y te arrastré… te arrastré porque no quería perder tampoco esta oportunidad, de conocerte… poder demostrarte lo fuerte que me he vuelto desde aquella vez que me salvaste cuando me quemé por el sol, lo digno que soy ahora de estar a tu lado. Por eso… por eso… ¡Lo siento! ¡Me he estado comportando como un idiota!
Mikey estaba temblando cuando terminó de hablar, incapaz de alzar la cabeza ahora que estaba dejando salir esa parte débil y patética de sí mismo que durante mucho tiempo se había esforzado en ocultar. Sin embargo, ninguno lo juzgó, Baji incluso estaba sorprendido de que se permitiese destrozar todas sus barreras en esos momentos delante de todos. Draken guardó silencio por un instante pero al fin extendió un brazo hacia Mikey, tomando su mejilla e incitándolo levantar la cabeza de nuevo, secándole una lágrima con el pulgar, con tal ternura que el más pequeño no pudo evitar recargarse en su amplia y cálida palma. Esa mirada amable Sano la adoró enseguida.
—Gracias, ahora lo comprendo. Me había parecido extraño que te esforzaras tanto, al punto de poner en riesgo tu propia salud.
— ¿No estás molesto?
—Ya no. Para que alguien tan fuerte como tú tomara una decisión tan extrema por temor a alguien más, dice mucho. No basta para hacer a un lado lo que me hiciste pasar pero al menos tienes una oportunidad de redención, así que trabajemos juntos para resolverlo, ¿quieres?
—Kenchin —casi lloriqueó Mikey comenzando a limpiarse frenéticamente las lágrimas que amenazaban con derramarse como pequeñas cascadas, antes de que Draken sintiera el impulso de atraerlo a su cuerpo y dejarlo que aliviara todos sus fuertes sentimientos contra su pecho.
Era una imagen conmovedora para el resto del grupo, incluso para Kazutora que sonrió con suavidad, moviéndose para recargarse en Baji, a quien no se impidió abrazar de la cintura mientras enterraba el rostro entre los sedosos cabellos negros, embriagándose con su fresco aroma. Keisuke le permitió estar, sintiendo cada vez más natural el contacto compartido entre ellos.
—Si esto no cambia el conflicto de tu sueño rojo, nada lo hará —murmuró Hanemiya contra su espalda, procurando que nadie más que Baji lo escuchara, objetivo que le resultó sencillo en cuanto los tres que se habían mantenido como meros espectadores, se acercaron a Ken y Manjirou para fortalecer aún más sus lazos amistosos, haciendo bromas inocentes.
—Lo hará, ya verás. Las tensiones han desaparecido. Todos obtendremos lo que queremos.
— ¿Y qué es lo que quieres tú?
— ¿Qué? ¿No soy obvio? —inquirió Baji casi ofendido, dándose la vuelta para mirar a Kazutora directo a los ojos, de modo que el chico con tatuaje de tigre no tardó en ponerse nervioso.
Y con toda razón, porque lo que recibió fue la muestra de afecto más erótica que pueden existir entre dos licántropos: una suave mordida en el puente de la nariz. Aunque Hanemiya estaba seguro que Keisuke lo había hecho sin conocer el significado detrás de ello, eso no impidió que como receptor directo se ruborizara profundamente. En su interior se formó un abismo de emociones que a duras penas consiguió asimilar.
—…Eres un idiota —masculló, abochornado. Baji le sonrió con todos los colmillos antes de rodearle el cuello con un brazo e incitarlos unirse a la discusión que su manada estaba teniendo.
.
A partir de aquel momento las cosas cambiaron. Trataron de decidir qué hacer con el caso de Mikey pero la única conclusión a la que habían llegado fue esperar un poco, pues Ryuuguji comentó que su grupo podría venir a buscarlo en cualquier momento. Si eso ocurría las cosas le serían más fáciles, pues podría explicarle a su padre adoptivo de qué se trataba todo el alboroto y entonces no sólo él estaría a salvo sino también Mikey, ya que podrían encargarse de solucionar este aparente peligro de muerte que lo amenazaba sin necesidad de usar la violencia como primer arma. Mientras tanto el rubio cenizo se aseguraría de resistir si el hambre volvía abordarle, aspecto que todos estimaban le llevaría algún tiempo gracias a la extracción de sangre que le había hecho a Baji.
Por su parte, Keisuke había dejado de tener aquel sueño rojo mientras dormía y sus instintos se habían calmado de forma general. Tal suceso sólo lo hizo pensar que lo habían logrado, evitaron un desastre.
La convivencia regular que estuvieron compartiendo se estrechó y pronto notaron que el tiempo se desvanecía con facilidad, ya que fue mucho más divertido para todos. Su estancia en las instalaciones ya no se sintió como una prisión de hierro porque uno u otro encontraba la manera de que se distrajeran de los monótonos escenarios relatando anécdotas de sus vidas fuera de esos muros. Recibían clases con profesores humanos, así que realmente no extrañaban mucho sus vidas anteriores, pues la rutina ahora también era natural. Lo único más voluble en todo el transcurso fue la medicación. Algunas veces recibían dosis muy altas o muy bajas dependiendo de los estudios médicos que les hacían junto a sus orientaciones psicológicas. Baji nunca entendió cómo le hizo Mikey para eludir una alerta sobre su verdadera condición en sus análisis físicos, pero supuso era porque sus oponentes eran humanos a los que fácilmente podía manipular. Y en esos momentos Baji observaba con fastidio el frasco lleno de pastillas del que le habían hecho entrega hace apenas unos cuantos minutos.
—Otra vez creció —se quejó en voz alta.
La enfermera le había dicho que su gen terminó adoptando comportamientos muy agresivos ese periodo de tiempo. Conforme Baji se desarrollaba como persona, su gen se resistiría más a ser eliminado, por lo que el veneno presente en cada capsula era más concentrado en comparación a dosis pasadas. Ahora la receta especificaba administrársela cada cuatro horas pero sólo en caso de que no sufriera mareos, de lo contrario debía postergar el consumo hasta la noche siguiente. Se preguntó si esto tendría alguna relación con el hecho de que Mikey le clavó los colmillos, lo cual esperaba no fuera el caso. Aunque curiosamente ya no le mortificaba tanto pensar que su gen jamás se eliminaría.
Le gustaba lo que era. Tanto tiempo alejado de una sociedad que vive durante el día le ayudaron asimilar que esto era lo natural para él. No más resistirse a sus instintos, no más negarse a sus emociones. No necesitaba preocuparse por cómo reaccionaría cuando cada presencia y aroma que lo rodeaba era similar a él sin contar al personal de la prisión. Si quisiera, podría tirar esas pastillas.
¿Era así como Kazutora se sentía?
El simple pensamiento llevó sus pasos hasta los baños, aparentemente interesado en deshacerse del frasco para siempre. Aunque en el momento que se detuvo frente a las puertas, sonrió de lado y optó por mejor guardarse el medicamento. Bastaba con interrumpir el ciclo de su receta en secreto, nadie lo sospecharía y en cuanto algún doctor revisara la cantidad de pastillas, se encontraría con el contenido apropiado, ya que pretendía llevar su propio control deshaciéndose de estas como si de verdad las estuviera tomando.
Estaba cerca de retomar su camino hacia el plan de estudio que Hanemiya tenía preparado para los dos cuando un golpe seco lo alertó. Agudizó el oído, percatándose de que algo se deslizaba hacia el suelo en uno de los cubículos pero no percibía presencia alguna. Sintió a su piel erizarse y a sus ojos mirar con más atención que antes. Algo malo ocurría. Se adentró al baño y abrió cubículo por cubículo en alerta máxima. Pero cuando llegó al cuarto nunca hubiese esperado que una figura se resbalaría hacia afuera, quedando medio cuerpo por fuera para absoluto desconcierto de Baji. Se trataba de uno de los internos pero su piel estaba pálida y rápidamente pudo notar que no estaba respirando, así que se quedó paralizando delante del peor descubrimiento que habría querido hacer jamás.
.
Los guardias se habían puesto en marcha en cuanto advirtieron la situación. Hasta el momento no se había revelado la versión oficial del suceso pero el rumor de que aquel interno había sido atacado por un vampiro se distribuyó como pólvora. El personal de la prisión hubiese querido mantenerlo en secreto pero alguno de los curiosos se coló en mitad de una conversación entre los guardias, informando al resto de adolescentes sobre que habían encontrado marcas de colmillos en el pecho del cadáver cuando lo inspeccionaron en la morgue. Y mientras los camaradas del afectado lamentaban su perdida y el personal se preparaba para dar inicio a una investigación, Baji y Kazutora se mantenían resguardados en su habitación (igual que el resto) tratando de entender cómo era que las circunstancias se habían vuelto a torcer de esta manera tan abrupta.
—Fue Mikey —declaró Kazutora con rencor—. No pudo haber sido alguien más. Nos mintió. Sólo estaba esperando a que se llegara el momento indicado para atacar.
—…No.
— ¡Baji!
—No, no pudo ser él. Ha pasado desapercibido todo este tiempo, no me sorprendería que alguien más con su condición hiciera lo mismo.
—Nos habríamos dado cuenta, en especial él. Todos los que están encerrados aquí con nosotros saben que Mikey tiene algo raro incluso si no están seguros de lo que es. Si hubiera otra presencia fuera de lo común, ya hubiese sido fichado en silencio al igual que Mikey.
—No —insistió Baji, exasperando al chico del tatuaje que hasta ese instante se había mantenido en el borde de la cama alejado del otro.
— ¿Por qué no quieres darte cuenta? Fue un error dejarlo estar a sus anchas. Debimos haberlo presionado para que se marchara antes de que ocurriera una tragedia como esta.
—No tiene sentido, Kazutora. Lo viste ese día, estaba llorando.
—Llorar no significa nada, las lágrimas pueden usarse para manipular. Date cuenta. Mikey nos traicionó, es posible que Draken esté de su lado, pero si no lo está se ha burlado de él también. ¡Falló en vigilarlo!
—Escúchate, Kazutora. Todo lo que estás diciendo es absurdo. No asumamos antes de tiempo. Debemos que ir con Mikey y…
— ¿¡Y qué!? —lo interrumpió con cólera—. ¿Darle la oportunidad de manipularnos de nuevo? Si pedimos explicaciones, nos dirá lo que mejor le convenga. Es lo típico de esas criaturas. Son unos malditos maestros de las apariencias, no les cuesta nada engañar a todo el que se le pone enfrente, en especial cuando han forjado un lazo de amistad. Nosotros se lo hemos permitido.
—Mikey no es un genio, no podría planear algo así.
— ¿Por qué lo defiendes, Baji? —exclamó Hanemiya cada vez más desesperado
—No lo estoy defendiendo, creo que existe una mejor explicación de todo esto. Además, el aroma de Mikey no estaba en ese cadáver, era el de otro. Aunque estuviera en shock sé que logré registrar ese perfume. Lo he memorizado y no pertenecía a Mikey. Estoy seguro que en cuanto nos permitan volver a salir, seré capaz de identificarlo sólo con caminar a su lado.
—No… eso es imposible. Algo está mal, él debió hacerte algo también a ti el día que te mordió, de otra manera no estarías de su lado ahora mismo.
— ¿Ah? —Keisuke quedó atónito por la conclusión a la que Kazutora había llegado—. ¡Tú eres el experto en vampiros! ¿De verdad crees que son capaces de hacer eso?
—Tal vez Mikey pueda. Existen muchos tipos de don oscuro.
—Estás dejando que la paranoia te consuma, Kazutora. Soy el mismo de siempre, ¿entiendes? Nadie me está controlando, mis palabras son mis verdaderos pensamientos.
— ¡Pero…! —Antes de que Hanemiya pudiera continuar despotricando sin sentido, Baji acortó la distancia entre ellos y lo sujetó de los hombros para impedir que colapsara o hiciera algo de lo que acabara arrepintiéndose si no lo enfrentaba de forma directa.
—No permitiré que nadie arruine la manada que conseguimos forjar. La desconfianza no hará que peleemos unos con otros y yo me aseguraré de ello. Encontraremos al culpable y lo haremos pagar por provocar todo este caos. No descansaré hasta conseguirlo.
—…No.
— ¡Kazutora!
— ¡Tengo miedo, Baji! He visto esto muchas veces, todo saldrá mal. ¡Fracasarás!
—No fracasaré —intentó tranquilizarle, dedicándole una sonrisa confiada—. Estoy decidido hacer hasta lo imposible por proteger lo que me importa y eso te incluye, Kazutora. Mi vida se ha sentido increíble desde que te conocí a ti y a los demás. Y aunque eres una molestia cuando me estás ayudando con la tarea, este encierro no habría sido igual si no estuvieras conmigo.
— ¡…Maldita sea, Baji! —Kazutora cerró los ojos con fuerza, sintiendo a su rostro arder de vergüenza. No se resistió cuando Baji lo tomó de ambas mejillas, impidiéndole apartar la mirada de su dirección cuando se animó abrir los párpados de nuevo, conectando de esta manera sus pupilas—. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo y decir esas cosas en un momento así?
—Bueno, es porque soy un idiota —le dijo juntando sus frentes con ternura.
—Sí, definitivamente lo eres.
Durante unos instantes permanecieron así, respirando al compás del otro por mera inercia. Ninguno podía estar seguro quién lo estaba disfrutando más. Sin embargo, de la misma manera que acompasaron sus corazones angustiados por el desorden de sucesos, hicieron que los suaves latidos se convirtieran en enloquecidos tambores con una mirada sugerente de Baji hacia los labios de Kazutora, este último experimentando un cosquilleo extra con el ronroneo de esa voz que había aprendido adorar.
— ¿Recuerdas cuando dije que te daría mi primer beso?
—…Creo que sí.
— ¿Quieres recibirlo ahora?
— ¿Sin haber tenido una cita siquiera?
—Podemos tener las que quieras cuando salgamos.
—El problema es que… no sé si quiero salir. No quiero estar en un mundo en el que no puedo ser yo mismo.
—Podemos serlo juntos ahora, ¿no?
—Baji…
—Anda. Yo sé que quieres. Yo quiero.
—Tú… dijiste que me lo robarías, y para eso no se pide permiso. Hazlo.
Con dedos temblorosos, Baji afirmó el agarre que mantenía en el rostro de Hanemiya y entonces lo atrajo hasta que por fin sus bocas hicieron contacto. Fue un beso torpe, cargado de toda la inexperiencia que contaban pero no por ello fue menos especial para los dos, considerando cuan nerviosos se sentían a medida que trataban de profundizarlo sin chocar los dientes. Entre risas probaron nuevas posiciones, incluso estiraron un poco los labios en busca de mayor comodidad. Hubiese resultado absurdo lo que los llevó a cruzar la línea que sin saber habían dibujado desde que confesaron sus sentimientos, pero sus mentes yacían en blanco, incapaces de criticar el momento y tan sólo dejándose llevar por las maravillosas sensaciones.
Ahora era innegable que Baji era para Kazutora y Kazutora para Baji.
