Quiero hacer hincapié en algo, en este AU, a diferencia del universo de Arcane, las tropas de Ambessa llegaron antes y la enfermedad de Viktor aquí avanza más lento.
Capítulo II
Habían pasado algunos meses luego de que Jayce encontrara así a Viktor. Por demás, el suceso no se había repetido de nuevo, y él mismo no había dejado atrás sus amoríos con Mel. Simplemente, había pasado como un suceso y una discusión de la que no volvieron a hablar jamás. Un acuerdo silencioso del cual, si hablaban, temían el resultado.
No obstante, ambos ocasionalmente recordaban esa noche. Más en momentos tan íntimos como el que estaban viviendo. El estado de la pierna y la columna de Viktor estaban empeorando, así que Jayce llegó con una faja ortopédica para la postura de Viktor y un dispositivo para ayudar al sostén de su pierna.
— Ya terminé lo que te diseñé para ayudar con tu espalda, quítate la camisa — pidió Jayce.
El castaño observó la faja que llevaba Jayce, tenía cintos de cuero y una especie de columna vertebral de metal, no era difícil imaginar de qué forma le ayudaría, así que hizo tal cual le pidió su compañero, despojándose con lentitud de la parte superior de su ropa. No era la primera vez que Jayce lo veía así, lo había hecho cuando le tomó las medidas para desarrollar esa faja.
Cuando su torso quedó descubierto, Jayce le pasó la faja y lo ayudó a ponérsela, para asegurarse de que cada vertebra artificial se alienara con la de Viktor sin lastimar su piel. Viktor sintió el tacto delicado que las rasposas manos de Jayce en la piel de su espalda.
En tanto, el más corpulento paseó sus dedos a lo largo de su espalda, palpando con cuidado la piel. Observando el aspecto pálido que tenía. Después de todo, Viktor pasaba tanto tiempo en el laboratorio que no le extrañaba que su piel se viera así. Sintió un estremecimiento por parte de su compañero cuando sus dedos estaban a la altura de su espalda media-baja. Parecía que nadie antes lo había tocado en esa zona.
Sonrió y siguió palpando, viendo las reacciones y los estremecimientos del cuerpo más pequeño.
— ¿Te estoy lastimando? — inquirió Jayce, sabiendo que no lo hacía.
— No, pero tienes las manos frías — disimuló Viktor.
Jayce rio.
— Lo siento, Vik, aguanta conmigo un poco más.
Viktor cerró los ojos y más pronto que tarde, dejó de sentir el tacto de Jayce en su espalda. Ahora, el más alto estaba frente a él, abrochando las correas de cuero y buscando generarle el ajuste adecuado.
— Sabía que debía medírtelo, eres demasiado delgado — dijo tocando el abdomen de Viktor — Respira profundamente.
Viktor infló su caja torácica, llenando sus pulmones y en consecuencia, aumentando el contacto con la mano de Jayce.
— Muy bien. Cortaré las correas sobrantes para disminuir el peso innecesario en tu espalda. No te muevas.
— Gracias — dijo algo abrumado, observando al moreno absorto en lo que hacía.
Ambos estaban cómodos juntos, pero al mismo tiempo sentían tensión. Así pasaron varios minutos, con el sonido de las tijeras marcando un compás, con Viktor sintiendo movimientos y las manos de Jayce de aquí a allá, hasta que una de las manos del concejal se posó detrás de su cintura, para dirigirlo a otro lugar.
— Quítate los pantalones.
— ¿Qué? — inquirió al tiempo en que buscó su mirada.
— Quítate los pantalones— de repente, Jayce pareció notar lo que había dicho, así que agregó — También hice algo para tu pierna.
Un poco más repuesto con la explicación, Viktor asintió con la cabeza. Era cierto, Jayce también había tomado medidas de su pierna en aquella ocasión. Y aunque no le gustaba mucho pensar en lo sucedido, había surgido más tensión que lo ponía nervioso. Con parsimonia e intentando hacerlo con naturalidad que evocó sensualidad a ojos de Jayce; Viktor desabrochó su pantalón, quedándose únicamente en los boxers y aquella faja ortopédica.
Jayce pasó saliva pesadamente, un recuerdo fugaz de un poster que tenía en su habitación surcó su mente. Sintió un cosquilleó en el estómago. Pero luego, se centró en lo que debía hacer y continuó.
Viktor sintió la fría mano de Jayce en la piel desnuda de su espalda baja. Sin oponer resistencia, el castaño se dejó guiar hasta un escritorio, donde lo sentó. Eso detonó un recuerdo en Viktor, el otro yo de Jayce lo había sentado en un escritorio, antes de empezar aquella inusual sesión de besos.
Despertó de su ensoñación cuando sintió a Jayce sentado en una silla frente a él, sujetando su muslo por debajo. Le sorprendía lo enormes que eran las manos de Jayce, su mano abarcaba casi todo su muslo.
Jayce le levantó así la pierna a Viktor para hacerlo apoyar el pie en su hombro, mientras revisaba y comenzaba a colocar aquel dispositivo ortopédico. Jayce ajustaba tuercas y correas para que quedara lo más cómodo posible para Viktor, intentando no prestar atención al hecho de que tenía a Viktor semidesnudo sentado frente a él en una posición un poco comprometedora. Sus ojos ocasionalmente se extraviaban y paseaban por la piel pálida, esperando que el castaño no se percatara de su mirada. Notó, mientras ajustaba las correas, que la piel de Viktor se marcaba rojiza con facilidad y de repente volvió a recordar lo sucedido aquella noche.
— ¿Ya no te salieron de aquellas marcas? — preguntó de la nada Jayce, un poco molesto.
— N-no — dijo sin dar mayor detalle, para molestia de Jayce. Viktor le seguía mintiendo.
Ambos guardaron silencio, cada uno pensando en aquel recuerdo.
Viktor recordaba las gratificaciones dérmicas y sensoriales que aquel invitado nocturno le había prodigado, así como su promesa de que al final, la lealtad de Jayce permanecería con él. A pesar de eso, no veía señal alguna de que esa promesa se cumpliría. Había demasiados cambios por parte de su compañero y él pudo presenciar lados de él que comenzaban a fracturar la confianza que sentía por él. Verlo volver sabiendo que había estado con la concejal Medarda, junto a su comentario sobre los prejuicios que Jayce poseía hacia los zaunitas, le hicieron percatarse que Jayce no era tan neutral como él pensaba. Por un momento se preguntó: si él no lo hubiera detenido de suicidarse, o bien, si no hubiera salvado su investigación de la destrucción, ¿Jayce lo vería como ve a cualquier zaunita? Deseaba tener la oportunidad de ver de nuevo a ese otro Jayce, tenía muchas preguntas.
Por parte de Jayce, cuando recordaba esa noche, solo podía recordar tres cosas: las marcas en la piel de Viktor, la ira que sintió al verlas y que por primera vez desde que lo conocía, Viktor le mintió. Aun se preguntaba quién habría sido aquel visitante nocturno. Estaba seguro de que no había sido Sky, no solo porque la vio llegar más tarde, sino que, aun cuando ella evidentemente sentía algo por Viktor, su relación con él no había cambiado de ningún modo desde entonces. Siempre que recordaba eso, se preguntaba ¿Quién habría sido el animal salvaje que dejó tales lesiones en quien nunca se había él mismo atrevido a tocar de esa forma? Luego, detenía su pensamiento… repitiendo la misma pregunta que lo hacía evadir la verdad: ¿por qué él buscaría tocar de esa forma a su compañero?
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El paso del tiempo había traído a la madre de Mel a Piltover y con ello, Jayce estaba ansioso luego de su reunión con ella. Sin duda alguna, la general noxiana no le tenía miedo a nada y se lo demostró. Esa desinhibición que tuvo al invitarlo a una junta mientras ella se bañaba con un "acompañante", se lo había dejado claro, el mensaje que la mujer quiso darle era "aun desarmada, no podrías hacerme un rasguño".
Admitió que no tenía ni idea de a donde mirar. La mayor parte del tiempo tuvo que ver a los lados, al techo. A cualquier lugar excepto al cuerpo desnudo de la madre de su novia. Incluso su mirada pasó en algún punto al jovencito que la acompañaba y en su intento por distraerse no pudo evitar encontrarle un cierto parecido con Viktor. Ambos castaños, de ojos claros, con lunares en sus pómulos.
Le recorrió un escalofrío de solo pensar que Viktor podría ser el tipo de Ambessa. Ese pensamiento lo mantuvo congelado por varios minutos, hasta que Viktor lo llamó.
— Jayce…
— ¿Qué?
— Si vas a estar mentalmente ausente, quédate en una orilla y no en la pasada— lo regañó.
— Yo, lo siento — dijo carraspeando la garganta y negando con la cabeza, intentando sacudirse así la idea.
— Si estamos apurados hoy es porque alguien, sin consultarlo, prometió a la madre de su novia que anhela usar nuestra tecnología para hacer armas, que podría venir a ver.
Jayce sintió eso como una pedrada, ciertamente no había sido su idea más brillante, pero tampoco había tenido muchas alternativas.
— Ella solo verá la línea de producción, no tendrá acceso alguno a planos, a runas o a gemas. No te preocupes.
Se defendió, viendo a Viktor pasar y sin evitar escanearlo con la mirada. Recordó su pensamiento anterior y se apuró a caminar con él.
— ¿Qué te parece si yo termino y tú te vas a descansar?
Viktor arqueó una ceja e inclinó levemente la cabeza, confundido. Se quedó viendo a Jayce esperando una explicación, que parecía, Jayce no tenía realmente pensada.
— Emm…bueno, yo…— sus balbuceos no llevaban a ningún lado— Pensé que podrías estar cansado, has…estado de un lado a otro todo el día por mi culpa — dijo apenas haciendo sentido.
— Creo que, si nos apuramos, podemos terminar esto hoy…
— Sí p…
— Jayce, Viktor, su invitada llegó — anunció la voz de Sky.
Hizo su entrada Ambessa, con su siempre imponente porte y su escolta. No iban armados, fue una de las peticiones para ingresar a la fábrica.
La mujer entró con su paso firme pero despreocupada, no había nada ni nadie en esa fábrica que pudiera detenerla si ella así lo deseaba y ese es el mensaje que su andar proyectaba.
— Veo que tienen muchas opciones y planes a futuro, concejal — inició sin rodeos.
— Así es. Nuestra principal meta es llevar el progreso a todos los ciudadanos de Piltover y Zaun, generar el bien en el ciudadano promedio.
— ¿Ha pensado en lo que le mencioné sobre el valor militar que su tecnología posee y el futuro que se avecina?
— Yo… — dudó…
— Nosotros no hacemos armas — dijo finalmente Viktor con firmeza.
Ambessa lo observó de arriba abajo.
Por un momento, ambos científicos pensaron que la mujer haría algún comentario feroz para imponer su punto de vista, no obstante, la dama sonrió.
— Imagino, eres el socio del concejal Talis. ¿Tu nombre, cariño?
— Soy Viktor, general —se presentó sin miedo alguno, acentuando la palabra "general" imponiendo así una distancia profesional con ella.
No era la primera vez que Viktor se encontraba con alguien con una musculatura evidentemente superior a la suya o un aura amenazante. Una buena parte de los ciudadanos de Zaun eran así.
— Viktor, ¿has considerado la posibilidad de que las armas no siempre van a tener utilidad bélica? Pueden tener más de una función.
— Pero usted no pretende darles esa función ¿me equivoco?
La mujer empezó a reír disimuladamente.
— Veo que tienes agallas, jovencito.
Ambessa tomó la barbilla de Viktor, acariciándola mientras inspeccionaba sus reacciones. Por supuesto, Viktor no reaccionó ni a favor ni en contra. Simplemente permaneció firme y digno ante ella. Mientras, Jayce sentía la sangre hervirle.
— Ciertamente, en la actualidad, gran parte del uso será para que ciudades progresistas como Piltover puedan defenderse de amenazas. A veces, el simple hecho de sostener una lanza hace que tu enemigo se lo piense dos veces antes de elegir atacarte. Pero no siempre ocurre lo mismo sosteniendo únicamente un escudo.
— Si la violencia fuera el único medio para ganar una guerra, hace mucho que el mundo estaría en paz.
— Si la diplomacia fuera el único medio para eliminar un conflicto, no existiría la guerra en primer lugar, jovencito.
— Nos corresponde como humanidad y nación el dar un paso más allá.
— Dar un paso más allá, significa innovar. Tal como la ciencia— comentó jactanciosa, buscando manipularlo— En mi experiencia, si no tenemos el valor de innovar, no lograremos ningún progreso — dijo la mujer, mostrando que estaba letrada en todo arte de la guerra.
— Crear armamento no es innovación, es repetición e involución. Siempre hay más opciones.
Ambessa bufó.
— Te pareces mucho a mi difunto esposo.
Esa línea le causó a Jayce un escalofrío, ella… ¿estaba comparando a Viktor con su esposo muerto? El concejal recordó al muchacho que estuvo con Ambessa mientras se bañaba. Definitivamente, Viktor era su tipo.
— ¿Qué le pasó a tu pierna?
Dijo la mujer, esta vez estirando la mano para apretar la parte superior del muslo de Viktor.
No obstante. Jayce fue más rápido, dio un paso al frente y jaló a Viktor para que diera un paso hacia atrás, poniéndolo fuera del toque de la mujer. Luego, carraspeó la garganta.
— ¿Quiere ver la demostración que preparamos para usted?
— ¿Cuál es la prisa, concejal? Su socio por sí mismo es parte de la demostración.
Jayce sintió unas fervientes ganas de sacarla de ahí, pero sabía que con esa mujer no podía hacer ningún movimiento en falso. La mirada del escolta que la acompañaba se lo advertía.
Sabiéndose observada por el concejal, la general volteó a ver a Viktor para presionar por la respuesta a su pregunta. Los deseos de Jayce o la poca o nula influencia que él intentaba tener, era insignificante para ella. Estaba consciente de que su presencia por si sola, era suficiente para de a poco, orillar a los muchachos a iniciar con la producción.
— Estoy enfermo, general — comentó encaminándose a la sala de demostraciones.
— Queremos enfocar el futuro de hextech en la posibilidad de sanar a quienes lo necesiten — completó Jayce, siguiendo a Viktor y buscando que Ambessa los siguiera.
— Lamento oír eso.
Agregó la mujer con una sincera mirada de compasión hacia Viktor, y, aunque parecía haber ignorado el comentario de Jayce, no lo había hecho, en realidad, eso detonó en su mente una idea. Así que, pronto, su compasión se cubrió con su pericia verbal mientras avanzaba colocándose al lado del científico más bajito.
— Una razón más para erradicar las sublevaciones suburbanas lo más pronto posible.
Ante el comentario de Ambessa, Viktor entrecerró los ojos por un momento. Al tiempo que Jayce se colocó al otro costado de Viktor, buscando cercanía por si necesitaba alejarlo de nuevo de ella.
— El distrito suburbano no es nuestro enemigo — aseguró el castaño de ojos ambarinos.
Ambesa imitó su gesto.
— "Un ejército perece si no está equipado, si no tiene provisiones o si no tiene dinero" y en lo que a mí respecta, Piltover siempre ha tenido su fuerza dividida por los conflictos internos con Zaun. El mundo está por entrar en una crisis y si no se equipan apropiadamente, no estarán listos para entonces.
— Zaun no es enemigo de Piltover. Solo debemos generar la oportunidad para la unificación.
— Pareces muy parcial al distrito suburbano.
— Sucede que yo provengo de allá.
Ambessa pareció meditar en las palabras del castaño y luego, sus ojos brillaron con avaricia. El muchacho frente a ella tenía un valor militar por los cielos: tenía los conocimientos y experiencia necesarios para desarrollar armamento, estaba explorando la posibilidad de sanar personas con su tecnología, poseía el conocimiento del área enemiga y la comprensión de la manera de pensar del enemigo. Con un brillo cínico en los ojos estiró su mano, de nuevo para tocar el rostro de Viktor, acariciando su barbilla una vez más.
— No me molestaría visitar el distrito suburbano por mí misma si te llevo como mi guía— bufó — O al menos, me gustaría probar su comida — sonrió observando a Viktor de arriba debajo de nuevo.
Entendiendo a lo que la mujer se refería. Jayce se ofuscó y bufó indignado, no sabiendo cómo arrebatar a Viktor del alcance de la general. Sin embargo, pronto Viktor se defendió, quizá no necesitaba su ayuda después de todo:
— No creo que la comida del distrito suburbano satisfaga su paladar.
La rechazó entre líneas, fingiendo ignorancia. Por supuesto, Ambessa estaba consciente de la mentira, así que lanzó otro comentario para provocarlo.
— Te sorprendería la variedad de sabores y texturas que lo hacen — dijo pasando su mano por los hombros del muchacho.
Viktor soltó una pequeña risa, que, por un momento hechizó a Jayce, le gustaba su risa. Sin embargo, ya que Viktor no solía reír a menudo, Jayce se sintió molesto de tener que compartir eso con la general noxiana. Más aun, saber que había sido ella el detonante de tan maravilloso sonido. No terminaba de dimensionar el motivo, pero estaba seguro de que no quería a la mujer cerca de Viktor.
Por su parte, Viktor había reído por la habilidad de la general de ignorar su rechazo e insistir. No por nada era la general de un ejército tan bélico, la audacia era parte de su ser. Pero él, también sabía ser audaz. Para sobrevivir en Zaun, para sobrevivir en Piltover, en ambos lugares había necesitado de la audacia para simplemente creer en sí mismo y avanzar con un cuerpo destrozado entre los sinuosos escombros de Zaun y la contra corriente de Piltover.
El tema fue empequeñeciéndose cuando mostraron a Ambessa algunas de las maquinarias de Hextech y una de las gemas. Si bien, casi todo el tiempo la general seguía soltando comentarios y toques inapropiados, las insinuaciones dejaron de ser simples coqueteos y se volvieron el medio para provocar a los muchachos y hacerlos soltar información sensible de tanto en tanto. Ambessa había notado el punto débil en cada uno, lo sentía por su hija, pero el punto débil de su Jayce Talis era Viktor.
La mujer no estaba especialmente satisfecha de saber que ambos científicos no querían ceder a su deseo, pero luego de provocarlos, le habían dado información lo suficientemente importante para intentar avanzar por su cuenta. Lo que sí, es que, aunque se sentía decepcionada de no haber podido 'probar' la comida de Zaun, le satisfizo saber que la tensión que había provocado en el chico Talis y aquel jovencito que respondía al nombre de Viktor, los distrajo lo suficiente para que su escolta pudiera terminar de encontrar rutas para ingresar en su fábrica.
Llegada la hora de retirarse, Ambessa tomó la mandíbula de Viktor y depositó un beso en su mejilla.
— Espero te recuperes, cariño. Temería romperte cuando me hagas compañía.
Cuando la general se fue y los científicos se quedaron a solas, Jayce explotó, casi vomitó las palabras que había tenido guardadas lo que restó del tiempo de la presentación:
— ¡¿Qué se supone que significó esa risa?!
Viktor arqueó una ceja y frunció los labios, confundido.
— ¿De qué hablas? ¿Cuál risa?
— ¡Esa que hiciste cuando la general noxiana te hizo esas insinuaciones! — manoteó — ¡¿Y por qué dejaste que te besara?!
Por un momento, Viktor quedó incrédulo ante tal pregunta. No terminaba de comprender por qué Jayce le preguntaba tal cosa.
— ¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Que la golpeara?
Señaló su muleta y su pierna, enfatizando lo imposible que sería para él oponerse a alguien con tan alto rango militar.
— No, pero al menos, no que hicieras parecer que te gustaba recibir esos comentarios.
— No me gustó el comentario Jayce, si hubieras prestado atención, habrías notado que estuve intentando rechazar su oferta todo el tiempo.
— ¡Entonces sí estabas consciente de lo que su oferta significaba! — reclamó indignado, recordando como en otras ocasiones, Viktor parecía obviar cuando alguien, por ejemplo, su asistente Sky, coqueteaba o buscaba socializar con él.
Viktor giró los ojos por un momento, cansado de la irracional actitud de Jayce.
— Disculpa si ya no estoy tan acostumbrado como tú a recibir propuestas e insinuaciones todo el tiempo, es algo que ya no me pasa.
— ¿Cuáles propuestas? — inquirió Jayce, refiriéndose a las que Viktor había recibido.
— No soy ciego, ni mucho menos tonto. ¿Crees que no sé qué pasa entre la concejal Medarda y tú? ¿Alguna vez te lo he cuestionado?
— ¡¿Quién dijo que lo eras?! ¡¿Y por qué hablas de mí?! ¡Estamos hablando de ti! Dijiste que "ya no estás acostumbrado" eso significa que ¿alguna vez te hicieron esas propuestas? ¡¿Quién?!— exigió saber con indignación e incredulidad de que no le hubiera comentado eso antes.
Como Viktor no socializaba demasiado, Jayce no se había visto confrontado con la situación de tener que luchar por la atención de Viktor con otras personas, únicamente con los proyectos que compartían, y aun así, sentía que podía ganar sobre ellos. Pero esto era totalmente diferente.
— Crecí en el distrito suburbano, creo que es lógico imaginar que es imposible salir de ahí sin algún tipo de…experiencia — dijo la última palabra con amargura, negando con la cabeza y una mueca, dándole a entender que era un tonto.
— Espera, ¡¿qué?! ¡¿Y cuándo ibas a decirme esto? — preguntó el moreno, molesto y dolido.
— ¿Por qué tendría que hablarte de algo como eso, Jayce? Tenemos cosas más importantes en las cuales concentrarnos ¿Por qué estamos hablando de eso ahora? — inquirió molesto y exasperado.
Jayce apretó los labios, tratando de tranquilizarse. Tenía que darle la razón, no podía nada más comenzar a interrogar a Viktor sobre su pasado o sobre sus…experiencias. Él nunca lo había hecho. Pero no podía tranquilizarse. No cuando se trataba de Viktor.
— Lo siento…
— Descuida — dijo el castaño con amargura, más por recuperar la paz que por realmente perdonarlo.
Luego de un poco de silencio, Jayce retomó el tema, simplemente no podía dejarlo ir. Necesitaba sacarlo de su pecho.
— ¡No puedes simplemente reírte y seguirle el juego a personas que te hacen esos comentarios! Si yo no hubiera estado ahí, seguramente no habrías podido rechazarla.
A opinión de Viktor, no hacía sentido nada de lo que salía de la boca de su compañero. Si bien, ciertamente él nunca le comentó a Jayce de su infancia en el distrito suburbano o el tipo de vivencias que tuvo ahí; Jayce tampoco hizo atisbo de preguntar. Pero hablar de algo como eso era más de lo que podía tolerar.
Además, su mente solo estaba centrada de momento en desarrollar el hexcore, pensar en trivialidades como insinuaciones sexuales de parte de una general o que necesitaba que Jayce lo cuidara en algo tan irrelevante, resultaba insultante.
— Créeme que ya antes me he librado de situaciones poco placenteras y comprometedoras. Sé cuidarme solo, aun con este cuerpo, no soy tan débil o inútil como piensas que soy.
Jayce cerró los ojos y los apretó con fuerza. Estaba arrepentido. Sentía que había cometido otro error con Viktor, uno similar al que cometió aquel día en el puente. Aun quería una explicación de muchas cosas, lo sucedido en su infancia, lo sucedido aquella noche que obtuvo las marcas, lo sucedido recién.
Metió la mano en su bolsillo y apretó el botón que Viktor había perdido aquel día, no soportaba la idea de que alguien hubiera estado con él o que pudiera estarlo. Pero debía hacerlo.
Suspiró.
Él mismo jamás lo había tocado así. Era demasiado consciente de la fragilidad del cuerpo de Viktor. Lo último que quería era lastimarlo. Pero a veces, la única manera que tenía de poder saciar su necesidad de tenerlo era tocándolo constantemente. Si lo pensaba, Viktor era a la persona que más tocaba, incluso más que a Mel.
Luego, de esa pequeña comparación que hizo entre Viktor y Mel, aquella pregunta que se hacía de vez en cuando volvió a su mente. ¿Por qué él buscaría tocar de esa forma a su compañero?
Se dio cuenta que Viktor ya había avanzado sin él de nuevo, como aquel día en el puente.
— ¡Perdón! No…no quise decir nada de eso… estoy bajo mucha presión. Ella, quiere que hagamos armas, las revueltas en Zaun, tu enfermedad, todo. Sentí como si al hacerte esos comentarios me amenazara.
— ¿A ti? ¿Amenazarte? — Viktor pareció confundido. Jayce hacía cada vez menos sentido — ¿Por qué? Si sabes que fui yo el que recibió los comentarios ¿verdad?
— Quiero mantenerte a salvo — dijo queriendo poner su mano en el hombro de su compañero.
Viktor pareció molesto y rechazó el toque.
Todo lo que en ese momento salía de la boca de Jayce, parecía indicar que lo menospreciaba. ¿A caso la única forma para que alguien se interesara en él, un lisiado del distrito suburbano era para llegar al niño dorado Jayce Talis?
Bufó y negó con la cabeza.
Jayce realmente era engreído. Ya lo sabía, pero saber que lo tenía en tan baja estima lo había lastimado. No ocupaba que Jayce lo enalteciera, simplemente que le decepcionaba saber que no lo veía como un igual… igual que todos los demás.
— No necesito que me cuides — enunció molesto, avanzando, él mismo encontraría la forma de salvarse y si no era así, al menos, no dependería de alguien que lo veía por debajo del hombro.
— Lo siento — repitió volviendo a apretar los ojos con arrepentimiento, dándose cuenta de que todo lo que en ese momento decía generaba más malentendidos— Yo solo…quiero decir que… temo que tu m-mu…
— ¿Muera? — completó Viktor entendiendo finalmente a donde se dirigía y estrujando el pecho de Jayce con sus palabras, provocando que los ojos amielados se vidriaran.
La mirada de Viktor se ablandó un poco y dijo conciliadoramente.
— Descuida, mi salud no empeorará por haber tenido sexo con alguien, ni mucho menos por simples insinuaciones.
Las palabras de Viktor, volvieron a encender a Jayce, pero antes de que pudiera decir algo, Viktor volvió a hablar, quería esfumarse de ahí, estaba cansado de discutir.
— Es hora de retirarme. Debo ir a ver cómo va mi experimento.
Jayce permaneció callado, viéndolo alejarse. Tuvo la necesidad de tocarlo de nuevo, pero por primera vez, se resignó y lo dejó ir. Sentía que, si volvía a abrir la boca, terminaría fracturando la confianza que Viktor tenía en él.
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Cuando Viktor llegó a su laboratorio, observó la planta podrida con miedo y decepción. Seguido de eso, suspiró. No importaba lo que llevara hecho hasta ahora, simplemente no conseguía que soportaran las transmutaciones.
Sentía el amenazante tic tac del reloj susurrarle desesperanza en su oído y suspiró de nuevo.
Volvió a intentar con otra planta y otra runa, inundando el laboratorio en aquellas características chispas azuladas y de repente, otra distorsión. Sus ojos se abrieron en demasía, una vez más, se vio frente a él a aquel salvaje visitante nocturno, quien, con voz incrédula llamó su nombre.
¿Viktor?
