Capítulo XII
Viktor abrió los ojos y se encontró a sí mismo en un lugar completamente diferente. Su cuerpo estaba muy adolorido. Todos sus músculos le dolían… ahora que lo pensaba, aunque estaba drogado, quizá el cumplir esa fantasía suya no había sido tan buena idea después de todo. Su cuerpo dolía demasiado.
Eso sí, su memoria estaba intacta. Recordaba todo lo que había sucedido, el haber sido llevado a ver a la general Ambessa, a la mujer inyectándole una droga, a Mel interviniendo, las sensaciones de la droga y… su rostro se ruborizó. Se encogió apretando los ojos y frunciendo sus labios. Aun no podía terminar de aceptar su propio comportamiento ni la debilidad de su cuerpo.
Suspiró.
Sí, todo había sido consensual, él eligió ir con Jayce, y aunque ya habían tenido relaciones antes... seguía siendo embarazoso saber que lo había visto en su lado más emocional y animalístico, lados que aun le pesaba que tuvieran tanta influencia en su comportamiento e incluso, que en ocasiones dominara. Por un momento pensó que, realmente esa era una debilidad para el ser humano. La humanidad necesitaba evolucionar si querían que cosas como las que pasaban en Zaun o la guerra buscada por los noxianos, desaparecieran.
Se medio incorporó y tuvo un dolor fuerte en su cadera que lo hizo quejarse involuntariamente.
Suspiró de nuevo con fastidio. No era la primera vez que tenía que lidiar con los pesares de su cuerpo, pero no por ello dejaba de ser menos frustrante. Se quedó estático unos momentos, realmente eso le había dolido demasiado.
— ¡Genial! — agregó sarcástico, intentando reponerse.
Obviamente tendría aún más problemas para caminar de los que usualmente tenía, pudo notar que no le sería imposible, pero definitivamente, tendría que acostumbrarse. Intentó ponerse de pie, sin embargo, lo mejor que pudo hacer de momento, era sentarse.
Resopló.
Al menos ese dolor que sentía pasaría, a diferencia de los otros dolores usuales en su cuerpo. Así que esa situación al final no era tan mala, era lo único que le consolaba. Aun no podía creer que esa fantasía (que ahora le parecía tonta) se hubiera hecho realidad; y ahora le cobraba factura con un irremediable dolor que lo avergonzaba.
— ¡Viktor! — lo llamó el Jayce viajero quien iba entrando a la habitación en la que estaba, cerrando la puerta detrás de él.
Viktor apenas y pudo reaccionar, pues el moreno corrió a él y se agachó a darle un abrazo hermético.
— Lo siento, Viktor — se disculpó Jayce, confundiendo a Viktor en el proceso ¿por qué se disculpaba? ¿Sería por lo que había pasado antes de quedar inconsciente?
No obstante, la situación era tan surreal para ambos que esa disculpa pasó a sentirse como un componente más de la situación. Generaba preguntas, sí, pero había otras cosas más que clamaban por su atención.
Viktor se reconfortó al dejarse sentir los brazos y el cuerpo de Jayce, su calor se lo brindaba junto a unas ganas insuprimibles de mantenerse así por un tiempo. Aún tenía algo de vergüenza por lo sucedido, así que dejó que el abrazo se perpetuara más de lo usual, para agrado de Jayce. Lo cierto era que, Viktor consideró que, si podía quedarse así unos segundos con él, le serían suficientes para intentar calmarse y poder interactuar con Jayce como usualmente.
Por su parte, Jayce, tuvo una sensación de dejavú: Viktor despertando de un sueño lleno de preguntas, él abrazándolo... la manta. Su corazón se estrujó. Sintió miedo, estaba reviviendo ese día. Así que no lo soltó, se quedó abrazándolo y temblando. Le asustaba que Viktor volviera a irse como en su momento lo hizo su Viktor.
Luego, sintió a Viktor corresponder su abrazo, aumentando la sensación de dejavú, así que apretó más al castaño, deseando no soltarlo nunca. Le hacía feliz tenerlo así, y le asustaba soltarlo también.
Viktor pareció preocupado por Jayce y por sí mismo. Sin duda, había aun muchas cosas no dichas y de momento, ninguno de los dos sabía cómo iniciar.
Un pequeño crujido se escuchó proveniente del cuerpo de Viktor y se separó de él velozmente, asustado. La manta empezó a deslizarse del cuerpo de Viktor, cubriendo únicamente la parte inferior, dejando expuesto su torso lleno de chupetones. Pese a eso y para fortuna de ambos, ese crujido fue suficiente para romper la tensión.
— Creo que otra vez acomodaste algo por dentro — bromeó Viktor, sintiéndose un poco más en control que antes. La desnudez de su cuerpo no le fue problemática.
Jayce no había soltado por completo a Viktor, aun tenía sus manos en sus hombros, tal cual aquel día, pero no pudo evitar bajar la mirada algunas cuantas veces para admirar su cuerpo.
— ¿En dónde…?
El moreno notó que se estaba distrayendo demasiado, así que sujetó la manta y la reacomodó en sus hombros. Otra sensación de deja vú. Apretó lo ojos y los dientes y se obligó a orientarse mentalmente.
— Estamos en Zaun — dijo Jayce tratando aun de concentrarse — En la casa de una conocida…
Era cierto. A diferencia de su mundo, aquí, él no había roto su promesa, así como tampoco había modificado el cuerpo de Viktor, el cuerpo que tenía ahí era aun de carne y hueso.
— ¿Puedes ponerte de pie? — dijo tomando la muleta de Viktor para pasársela.
Viktor frunció los labios cuando intentó pararse, Jayce notando esto, lo apoyó para que el proceso no le fuera tan pesado.
Evidentemente, Viktor no podía sostenerse lo suficientemente bien solo. Lo haría, pero probablemente ocupaba un poco más de descanso, así que se pasó uno de los brazos de Viktor por sobre los hombros.
— ¿Qué haces?
— Pienso ayudarte.
— No…déjame intentar.
Jayce suspiró y lo dejó seguir solo con una sonrisa suave y una mirada cálida.
Viktor siempre había sido independiente y aunque ese rasgo suyo era una de las cosas de su personalidad que más adoraba, también era una con la que a veces chocaba. A veces simplemente quería que Viktor lo dejara cuidarlo.
Llegaba a puntos en los que él mismo no sabía si le gustaba más cuando Viktor rechazaba su ayuda o cuando la aceptaba.
De repente, el de ojos dorados pareció notar algo.
— ¿Qué es eso?
— Ah, esto… — dijo Jayce observando una flor que había dejado caer al suelo cuando vio a Viktor consciente.
Jayce se agachó y recogió la flor con una cabeza ovoide, era de color amarillo, sus pétalos parecían formar una especie de alcachofa con un ojal negro y elíptico en el centro, como dando paso a un saco interno, con un pistilo grueso, un tallo igualmente grueso y recto.
— La encontré afuera, pensé en traértela.
Viktor arqueó una ceja y sonrió. No era un gesto que esperara precisamente, pero recordó que luego de una de sus cirugías, Jayce, el de su mundo, también le había llevado flores. Recordaba que aquel momento había sido un poco incómodo para ambos, pues se habían sentido algo conscientes de sí mismos. Era una memoria agridulce por los dolores sanadores de la cirugía y la amabilidad cruel de Jayce.
Gracias a la naturaleza del concejal, no se le ocurrió cuestionarlo más, Jayce siempre había sido una persona detallista después de todo. Sin embargo, consideró que el todavía parecía querer decir algo más al respecto, así que le dedicó una mirada por unos momentos, como alentándolo a continuar.
Jayce pareció sentirse lo suficientemente confiado tras ese gesto de Viktor y entonces, agregó:
— Creí que podría ser importante.
Ahora sí, eso llamó la atención de Viktor y decidió preguntar. Después de todo, parecía que Jayce quería que lo hiciera.
— ¿Por qué?
— No estoy seguro, pero…— hizo una pausa, de nuevo indeciso — Recuerdo que cuando fui a buscarte, a una comuna que creaste, había muchas flores de estas creciendo ahí — dijo acercándose más a Viktor.
Quería estar cerca.
Viktor arqueó una ceja ante su respuesta, tomó la flor y la inspeccionó aun más con la mirada, intrigado en lo que su otro yo podría haber visto en una flor como esa, un poco ajeno a la cercanía de Jayce, o más que ajeno, tan acostumbrado a ella que no se inhibía.
Jayce se quedó viendo a Viktor analizar aquel pequeño obsequio que le había dado. Esperando que Viktor resolviera un misterio que podría darle una respuesta a él sobre cosas que quiso y debió preguntar en su mundo, pero que, debido a la apremiante urgencia de evitar un apocalipsis, no tuvo oportunidad de hacer.
— ¿Formé una comuna? — inquirió Viktor tratando de obtener toda la información posible para resolver ese puzzle.
El pensamiento de él formando una comuna, había sido interesante y al mismo tiempo un poco paradójico. Estaba decidido a ayudar a las personas de Zaun, pero nunca se había visto a sí mismo como la cara publica de algo social, ni el líder de nada. Ni siquiera con hextech había aceptado ser parte de las propagandas.
Jayce se encogió de hombros, no queriendo dar demasiad a información al respecto. Pero eso mismo fue lo que le dio a Viktor otra pieza del rompecabezas. Entonces, pareció entender algo: la fundación de esa comuna debió ser tras su separación de Jayce. Sin embargo, era fácil deducir que aun había algo más.
— Y ese yo tenía estas flores… — repitió.
Viktor continuó observando la flor.
— En mi mundo, fue en este lugar donde fundaste la comuna. Entonces era un campo enorme y el lugar lucía muy diferente. Aquí solo pude encontrar esta, pero Vi me dijo que estas flores crecen silvestres.
— Sí, las veía a menudo cuando era niño. Crecen cerca de las ventilaciones y las minas — comentó aun intrigado por la flor.
Jayce se hundió en sus memorias. Recordó que, cuando había llegado a la comuna de Viktor, estaba mareado, con visiones constantes de aquel mundo apocalíptico creado por el mago que lo salvó, esas imágenes se superponían con su vista normal. Lo confundían y sumían su mente en un estado de caos. Su percepción de la realidad se alteraba o quizá, la intervención de ese otro Viktor, retiraba la alteración de su percepción, una alteración que quizá el Viktor de su mundo creaba. En ese punto ya no estaba seguro de qué creer.
Recordaba que, aunque estaba confundido y con un solo objetivo en ese momento, el aroma de esas flores era uno de los pocos recuerdos claros y sin alteraciones de su memoria. Eran como una especie de ventana en ese infierno. Después de que mató a Viktor, cuando la comuna comenzó a caer junto con él, recordó haber cruzado aquel campo de flores para salir de ahí, junto con Caitlyn. Ese campo lo recordaba porque en ese momento, quería volver por Viktor, quería salvarlo, pero su deber y su promesa lo forzaron a no hacerlo. Esas flores le consolaron en ese momento, con la idea de que al menos, la tumba de Viktor tendría tantas flores que no estaría solo.
Qué error tan grande.
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Del otro lado de la casa, Caitlyn caminaba observando el lugar, siendo vigilada todo el tiempo por Vi, quien se mostraba reticente y feral al tener personas de Piltover en su espacio privado. Ni siquiera Silco ponía un pie en ese lugar.
— ¿Vives aquí? — dijo la morena, paseando su vista por el lugar.
La casa no estaba sucia, si bien, le hacían falta uno que otro arreglo aquí y allá, pero parecía bastante habitable, en comparación con los alrededores. Tenía un pequeño sillón, una cocina; en la habitación donde dormía Viktor había una cama y una mesa de noche, así como un baño. Había también una instalación con un costal de arena y algunos otros objetos misceláneos.
— Algo así — dijo no queriendo dar demasiada información.
Lo cierto era que esa casa era suya, se la había pedido a Silco cuando la sacó de prisión. Era la casa de sus padres, por derecho le pertenecía.
— ¿Quién es Powder? — inquirió tocando una pared con lo que parecían ser vestigios de marcas de estaturas.
— Mi hermana — dijo apenas.
— ¿Y en dónde está?
— No es asunto tuyo, pastelito.
Caitlyn suspiró con molestia, no solo por el apodo, sino, más bien porque su interrogatorio no parecía llevarla a saber más sobre su anfitriona, así que decidió hacer algo más de su propio interés.
— Por cierto, hace unos días, hubo un robo en Piltover.
— ¿Y? ¿Acaso eres vigilante? — se burló.
Vi sabía que Caitlyn era una vigilante, pero era mejor si ella no lo sabía. Por su parte, Caitlyn no quiso responder la pregunta. En ese momento no solo no estaba en servicio, sino que, sentía que, si decía que sí, Vi no querría ayudarla. Decidió darle la vuelta a la pregunta y continuar con su interrogatorio.
— Aunque en los reportes se afirma que fue por parte de una pandilla de Zaun, lo cierto es que, aunque se ha interrogado a muchas pandillas, ninguna parece cumplir ni con los medios ni con los motivos necesarios para llevarlo a cabo.
— ¿Y? — Vi no tenía intención alguna de revelar que estuvo en realidad involucrada, así que se limitó a dar respuestas cortas.
La chica de cabello rosado pretendía saber qué buscan. No soltaría ninguna información que pudiera poner en peligro a su hermana, y en la medida posible, a nadie de Zaun.
— ¿Sabes algo al respecto?
Vi giró los ojos.
— ¿Cómo podría saberlo, pastelito?
— No me digas así — pidió de nuevo.
— Tengo una mejor pregunta ¿qué es lo que realmente buscan ustedes aquí?
— ¿Qué?
— Vamos, no quieras tomarme el pelo. Un pastelito engreído que cree que tiene autoridad para cuestionar y mandar a todos, aunque no los conozca — Caitlyin frunció el ceño — Un niño bonito que es concejal y dueño de la empresa tecnológica más prospera de la ciudad; un supuesto hermano mayor ilegitimo y armado y un hombre de Zaun drogado, desnudo e inconsciente.
No podían poner muchas objeciones ante la reticencia de Vi.
— Todos supuestamente perseguidos por soldados noxianos que fueron invitados por otro miembro del consejo. Lo usual de parte de los de arriba, habría sido resolver todo con vigilantes, un juicio o en un hospital. Sin embargo, de todo lo que pudieron hacer, decidieron bajar aquí, donde obviamente ninguno de ustedes ha estado excepto por el bombón drogado.
Ahora fue turno de Jayce de fruncir el ceño ¿se había referido a Viktor como "bombón drogado"? Definitivamente, no le había gustado para nada.
— ¿Realmente qué están buscando? — lanzó Vi, esperando así detener el interrogatorio de Caitlyn.
— Si desconfías tanto de nosotros ¿por qué nos ayudaste? — fue de nuevo turno de Cait.
Vi bufó, era increíble la impertinencia de los de arriba.
— Lo común es decir "gracias", pastelito. Si no estas contenta con el servicio, ahí está la puerta si quieren irse.
Caitlyin frunció el ceño. Definitivamente, en ese momento no podía negociar. Suspiró frustrada.
Jayce, quien hasta el momento había estado sentado, examinando el martillo de su yo del futuro, volteó a ver a Caitlyin, pidiéndole con la mirada que se calmara. Después de todo, no estaban ahí por gusto. Lo ultimo que debían hacer era incomodar a su anfitriona, quien, además, resultaba ser la persona que su otro yo le había dicho que debía buscar. Aún tenía mucho por saber, pero no podía aun simplemente abalanzarse por respuestas. Ni la tal Vi, ni su yo de otro mundo terminaban de decir nada. Necesitaba hablar con Viktor.
Caitlyin le contestó a Jayce con una mueca que claramente decía "Ya lo sé" y trató de calmarse.
— ¿Quieres saber cuál es tu problema? — dijo finalmente Vi.
Sin poder morderse la lengua, Caitlyn respondió.
— Ni idea, dímelo.
— Esperas que todo el mundo te dé lo que quieres. Si quieres que la gente hable contigo, necesitas hacerles pensar a los demás que les darás lo que ellos más quieren…
— Bueno, ¿y yo qué ofrezco? — preguntó con curiosidad genuina, sin rastro alguno de hostilidad.
Notando que la conversación se había calmado, Jayce volteó hacia la habitación que Vi les había prestado para que descansara Viktor. Y recordó que su otro yo, ya se había tardado de ir a ver si Viktor ya había despertado, así que, sin interrumpir a las chicas, se puso de pie con sigilo, decidido a buscarlos.
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En una oficina con un enorme ventanal con el símbolo de los Medarda, Mel y su consejera se encontraban charlando frente al escritorio, relativamente cerca una de la otra. Sabían que no podían hablar muy alto. No con Ambessa en la ciudad.
Si había algo que a Mel y Elora les quedaba claro, era que Ambessa no debía ser subestimada y que seguramente tendría a uno o dos espías observándolas. Debían no solo ser sigilosas, sino también hacer movimientos certeros.
— Elora…
— Lo sé — dijo la dama, no necesitó que Mel dijera palabra. Supo de inmediato lo que debía hacer — Tengo el contacto que me pediste. Ya se encuentra en el boulevard del éxtasis.
Mel sonrió con algo de ironía. Sus ojos aun estaban un poco hinchados, pero no por que estuviera triste, dejaba su raciocinio de lado. Gracias a sus propios intereses de proteger Piltover, demostrarle a su madre que estaba equivocada, su deseo de proteger a Jayce y la promesa que le hizo, mantenía la mente fría.
— Mi madre cree que no estoy al tanto del movimiento que hay en la ciudad.
— Me sorprende que esté haciendo una jugada tan indiscreta, así que obviamente esto debe tener un ángulo que no estoy viendo — aseguró Elora.
— No se trata de enemistar las casas. Eso lo hice yo — agregó Mel con burla y amargura.
— Sé que es una medida temporal, pero ¿crees que el concejal Talis lo entienda? Por lo que sé, tu madre podría ver la jugada antes que él. Él aun es muy inexperto en política.
— No te preocupes, está contemplado.
Elora la observó en silencio, tratando de discernir lo que Mel acababa de decir. No hacía mucho que Mel le había hablado de todo lo que pasó: la tensión personal con Jayce y la continua cooperación profesional con la casa Talis. Estaba consciente que la tensión entre los miembros de las casas, no influirían entre sus intereses. No obstante, sabía que ese anuncio era como arrojar un trozo de carne a un lago lleno de pirañas. Pronto los movimientos políticos y económicos comenzarían a mostrarse.
— Ella cree que logró aplicar el "divide y vencerás". Sería así si yo no la conociera, Viktor fuera estúpido y Jayce no fuera influenciable. En este momento mi madre está yendo por un pez mayor. Para infortunio de ella, puse más atención de lo que ella cree a sus lecciones. Y estoy al tanto de que su consejo sobre los enredos profesionales es probablemente dado desde su propia experiencia.
— Aun no he logrado encontrar esa parte de la información que me pediste. Es como si todo rastro hubiera sido borrado. Siendo así, alguien está ocultando la información a propósito.
— Mi madre no es una persona paciente, pero hay cosas que la distraen con facilidad.
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La general se encontraba sentada en una sala elegante. Su escolta como siempre, de pie detrás del sillón donde se encontraba sentada. La mujer observaba con una expresión de consternación en su rostro a la cabeza de familia.
— Lamento mi abrupta visita.
— Ni lo diga ¿qué puedo hacer por usted? — dijo Cassandra, como siempre, con un porte digno y elegante, casi rígido.
Si bien, ambas mujeres distaban mucho una de la otra en cuanto a estilos y métodos, había un par de cosas que tenían en común: su amor por la familia y que harían lo que fuera necesario para protegerla.
— Mi escolta personal, aquí presente — dijo extendiendo su palma hacia Rictus— Me informó de una noticia terrible y preferí venir a darla en persona.
— ¿De qué se trata?
La tensión era abrumadora.
Cassandra estaba al tanto desde hace meses que los noxianos pretendían hacer actos de presencia radicales en Piltover y Zaun. Ella, cargando el peso de los secretos bioterroristas de la casa Kiraman, solo contaba los segundos desde hace meses de cuándo recibiría la visita de la general.
Aun no sabía qué tanto pudiera o no conocer la general sobre la familia Kiraman, pero estaba segura de que esa visita era tan solo el inicio de una pesadilla. Se sentía amenazada y sabía que estaba por recibir una amenaza mayor, si no es que un ataque. Temía por su vida y la de su esposo, solo se alegraba de que Caitlyn estuviera con Jayce.
— Mi escolta fue testigo de un ataque terrorista por parte de un grupo de delincuencia organizada proveniente de Zaun.
Cassandra sintió que su estomago se estrujo. Ya sentía venir una petición a la que se quería negar. Con toda su voluntad trataba de contener su sudor frío. Cualquier muestra de debilidad le daría la ventaja a esa mujer y pondría en peligro todo lo que intentaba proteger.
— Por desgracia, logró divisar como su hija, Caitlyn…
Para Cassandra todo se detuvo por un momento. Infinidad de pensamientos llegaron a su mente en lo que probablemente fueron milésimas de segundo. Cuando escuchó el nombre de su hija, supo que Ambessa la tenía en jaque. Debía calmarse, debía escuchar si quería tener, aunque sea una mínima oportunidad de salvarla. Ahora más que nunca debía ser cuidadosa con lo que dijera. De repente, el mundo volvió a andar y escuchó a Ambessa continuar.
— …El concejal Jayce Talis y su socio de Hextech, Viktor, fueron atacados y llevados contra su voluntad por un hombre corpulento y una mujer joven.
— ¡¿Qué?!
Cassandra finalmente no pudo evitar descontrolarse. Sabía que Caitlyn había sido convocada por Jayce y había sido escoltada hacia allá. De ello ya habían pasado horas y no había tenido noticias de ella. Era común que Caitlyn se escabullera, motivo por la cual la tuvo en arresto domiciliario, no obstante, había considerado que estaría segura de estar con Jayce. Pero esto que le decía Ambessa… ¿qué tanto de ello era real? ¿qué tanto era mentira? Su mente no podía pensar adecuadamente. Ahora temía más por la vida de Caitlyn que la suya o la de su esposo.
— Sé lo terrible que debes estar sintiéndote. Yo perdí a mi hijo, y es un dolor inmensurable— dijo con amargura, apretando los labios— Y quiero evitar que tu pierdas a la tuya.
— ¿Pero cómo? — dijo la mujer aun en shock— ¡¿A dónde se la llevaron?!
— A Zaun— declaró tajante la general— Desconocemos al grupo, pero tengo ya a mis hombres siguiéndolos. Sé que, con los secuestros de la hija de un concejal y un concejal mismo, sin duda tensionará terriblemente las relaciones entre Zaun y Piltover. Sé que Piltover podría querer optar por algo radical sin estar preparados. Pero, al no saber aun con qué grupo estamos tratando, considero que eso solo traería en consecuencia el sacrificio de tu hija. Así que preferí decírtelo a ti primero en persona, en lugar de acudir a todo el concejo…
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Un hombre maduro y delgado caminó por un pasillo extenso, su paso lento y porte elegante combinaban con algunas lámparas a media luz y contrastaban con los colores neón que adornaban las paredes y el piso del lugar con variados graffitis.
Encontró a su hija recluida en el centro del lugar, detrás de cachivaches, con un montón de partes mecánicas a su alrededor, una libreta y herramientas en sus manos. La música de fondo era tan fuerte que ni siquiera podía escuchar sus propios pensamientos.
Bajó el volumen de golpe y puso su mano en el hombro de la joven. La chica de cabello azul finalmente volteó, notando que su padre estaba ahí.
— ¿Sí? — dijo con una sonrisa amplia.
— ¿En dónde está tu hermana?
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Jayce se acercó más a él, sin querer arrepentirse por no hacerlo como la ultima vez que sintió ese impulso, así que lo abrazó de nuevo. El aroma a un jabón extraño inundó sus fosas nasales, le agradecía a Vi por haberles permitido asearse, no obstante, extrañaba que el cuerpo de Viktor tuviera impregnado su aroma.
— ¿Jayce?
El viajero respiró en su hombro, justo en la curvatura del cuello de Viktor, quien tuvo un pequeño respingo. Jayce aspiró el aroma de su cabello, contento de tenerlo y aún más decidido a salvarlo a él y a su Viktor. El castaño tuvo un estremecimiento, siempre había sido algo sensible, así que sentía cosquillas con facilidad. Jayce notó ese estremecimiento y no pudo evitar apoyar sus labios en la curvatura de su cuello, depositando un beso sencillo. Dejó que sus manos descendieran un poco, paseándose por su espalda.
— ¿Interrumpo algo? — preguntó el Jayce de ese mundo entrando en la habitación.
