CAPÍTULO VI

Amelia seguía buscando a su Snivy llamándola con fuerza, pero no había caso. Luego de caminar por un par de horas, se encontró con algo. Ya no había niebla por lo que podía ver perfectamente que había adelante, pero eso no significaba que la inseguridad no estuviera en el aire. Todavía estaba nublado. Escuchó un sonido de unas pisadas, algo se estaba acercando.

—¿Quién está ahí? —preguntó ligeramente miedosa.

Detrás de un árbol de tronco grueso a unos metros más allá aparece un hombre. Se asombró, era la primera vez que ve a un ser humano después del desastre en el pueblo.

—Oh, hola —dijo él un poco sorprendido.

—Hola, señor.

Se preguntó qué hacía una persona en medio del bosque y alejado de una civilización cercana.

—¿Tú qué haces aquí? —preguntó Amelia.

—Nada, solo estaba paseando y respirando aire fresco.

—¿Pasear tan lejos de una población?

—Sí, me gusta explorar la naturaleza de vez en cuando.

—Ya veo. ¿Tú escapaste del pueblo después de que todo se destruyera?

—No, solo soy de otra parte. Eso es todo. ¿Y tú que haces?

—Estoy buscando a un Pokémon que lo perdí en el bosque. ¿De casualidad no viste un Snivy rondando por aquí?

—Lo siento, no lo he visto.

—Está bien —dijo decepcionada.

—Si me disculpas, ya debería irme, tengo algunos asuntos importantes que hacer. Adiós.

Su despedida fue muy repentina, se fue en dirección al sur sin decir alguna palabra más. Ni siquiera tuvo el tiempo de decirle adiós. Pensó que estaba apurado en hacer algo. No importaba. Amelia siguió con su camino.

Al cabo de unos minutos se encontró con una escena muy reprobable: un Plusle y un Minun muy malheridos estaban atados al tronco de un árbol con una soga. Amelia quedo impactada con solo verlo, no lo podía creer. Los dos estaban sollozando y tratando de liberarse de las amarras. Se preguntó a sí misma qué era lo que ocurrió.

En eso le llegó a la mente el sujeto que conoció atrás. Pensó que él, probablemente, era el dueño de esos Pokémon y que los dejó heridos y atados a un árbol para luego abandonarlos.

Ella fue rápidamente corriendo para alcanzar al tipo, pero pasó en su mente el objetivo principal de la misión: buscar a Snivy. Estuvo por varios segundos en un conflicto interno. ¿A cuál cosa debería enfocarse? No lo sabía. Siempre había estado dispuesta a ayudar a los demás, pero nunca estuvo así de indecisa en su vida. Supuso que Snivy debía esperar un poco más. Se arrepentiría después de su decisión. Fue corriendo tras el sujeto. Cuando lo divisó, gritó:

—¡Oye, señor, espere un momento!

Él escuchó el llamado y se dio media vuelta. Ella se acercaba con rapidez.

Cuando llegó hacia el sujeto él preguntó:

—¿Qué es lo que ocurre?

—Señor —cansada—, yo vi un Plusle y un Minun atados a un árbol. ¿Acaso tú eres el dueño de esos Pokémon?

—No, ¿por qué piensas que soy el dueño? Puede haber otra gente por aquí.

—Señor —hablando seriamente—, nosotros somos las únicas personas que estamos en este bosque. No hay más a nuestro alrededor. Ya sé lo que hiciste. ¡No me mientas!

Se quedó en silencio por unos segundos hasta que confesó haciendo una rabieta.

—¡Está bien! Sí, yo fui el que hizo eso.

—¿Por qué lo hiciste?

—Me tienen cansados esos Pokémon, los odio con todo mi ser.

—¿Pero era necesario dejarlos con lesiones y amarrarlos a un árbol? Qué irracional de tu parte.

—Sí, lo sé, pero no me importa —riéndose después.

—Si los odias tanto, ¿para qué los tienes?

Se quedó en silencio por unos segundos hasta que por fin respondió.

—Verás, si detestas algo harás todo lo posible para eliminarlo. Inclusive tenerlo en tu poder para luego deshacerte de ellos de una buena vez por todas. No hay nada más gratificante que sacar de tu vida lo que más odias en el mundo. Como tú descubriste lo que hice, al parecer yo tengo que encargarme de ti. ¡Sal, Lycanroc!

Sacó una Pokébola y lo lanzó al aire. De ella apareció un Lycanroc forma nocturna. Quería hacer una batalla con Amelia.

—No es justo, yo no tengo Pokémon.

—Que me importa. ¡Ahora, atácala!

Lycanroc fue directamente hacia ella.

—¡Usa Puño trueno!

El Pokémon lobo usó el ataque. Ella lanzó un grito y dio un salto para atrás para esquivarlo. Esta vez intentó no perder el equilibrio como la vez anterior. El Pokémon casi le tocó el cuerpo. Le aterraba que le hiciera algún daño a ella.

Por unos segundos seguía eludiendo cuando Lycanroc se acercaba, hasta que no tuvo otra opción que usar su espada para defenderse. Lo abanicaba de un lado a otro para guardar las distancias. Como la vez pasada, no estaba segura si quería atacarlo. Sería inútil escapar, por lo que tuvo que enfrentar sus miedos y atacarlo.

—¡Usa Mordisco!

Se acercó una vez más, ella esquivó hacia a un lado y atacó al Pokémon sin darse cuenta, pensó que fue por su impulso. Le dio en el pecho. Le había hecho daño, pero seguía todavía en pie.

—¡Lanzarrocas, ahora!

Atacó lanzando piedras hacia Amelia. Ella rápidamente corrió hacia atrás y se protegió estando detrás de un árbol. Dejó de lado su bolso porque la estorbaba al moverse. En ese instante recordó que tenía la pistola en su poder, a ver si podía hacerle daño a distancia. Guardó su espada y sacó el arma de fuego.

—¡Ve tras ella y usa Puño trueno!

Fue detrás del árbol y usó el movimiento. La mujer tomó la pistola con las dos manos, salió de su escondite, apuntó y disparó. No le dio. Recibió con toda fuerza el ataque en el pecho. Salió eyectada hacia atrás y cayó de espalda. Aún tenía el arma en su mano. Sintió bastante dolor, pero de todas formas pudo pararse como si nada.

Guardó la pistola, sacó su espada y la tomó con las dos manos. Lycanroc usó Mordisco, pero ella lo esquivó dando un salto hacia un lado con todo el cuerpo. Cayó de cara contra el pasto. Se paró una vez más lo más rápido posible y mantuvo distancia del Pokémon tipo roca. La batalla fue larga y dura. Cada vez que Lycanroc atacaba, ella esquivaba y le propinaba un espadazo. Poco a poco le iba agotando su energía, pero Amelia se estaba cansando también. Ella no sabía que el sujeto tenía un sucio truco en mente. Varios intensos segundos de combate después, el hombre ordenó a su Lycanroc:

—¡Usa Ataque de arena!

El Pokémon metió sus garras en el suelo y lanzó tierra a la cara de Amelia. Ella no podía ver a su oponente. Con su otra mano intentó sacar la arena en sus ojos, Estaba vulnerable en ese momento, el hombre aprovechó en atacar.

—¡Ahora, Lycanroc, usa Mordisco!

Corrió velozmente, abrió su boca y mordió el brazo derecho de ella. Sintió un dolor punzante que le hizo gritar con fuerza sin que abriera la boca. Soltó la espada y esta cayó al suelo. Se puso enojada. Ella trató de varias formas de que se quitase.

Dio una patada al Pokémon y este soltó el brazo. Acto seguido, Amelia sacó su pistola con la otra mano y disparó hacia su oponente. Estaban a poca distancia de diferencia. El hombre quedó impactado por la acción de la mujer. Lycanroc dio un fuerte gemido de dolor. Se preocupó de que su Pokémon recibiera mucho daño por el disparo. Ella no había terminado.

Después de disparar, ella recogió su espada y le dio un fuerte corte hacia abajo en el cuerpo. Lycanroc estaba debilitado y sin posibilidad de moverse. El sujeto se estaba completamente atónito, esa mujer había vencido a su Pokémon. Miró en ese momento hacia Amelia, ella jadeaba con fuerzas y con una mirada de mucho enfado en el interior. Eso lo puso muy nervioso.

—Bueno —dijo mientras regresaba su Lycanroc a su Pokébola—, fue un combate muy entretenido. Ya me tengo que ir. Adiós.

Él se da a la fuga del lugar corriendo a todo pulmón entre los árboles.

—¡Regrese aquí, maldito bastardo!

Ella fue detrás de él. Lo persiguió por varios segundos. Lo estaba perdiendo de vista. Corrió lo que más pudo hasta que finalmente se cansó de tanto correr. No lo pudo atrapar. Él escapó con éxito. Se salió con la suya. Ella estaba jadeando con mucha fuerza, transpiraba y temblaba bastante. Tenía que recuperar el aire.

Le tomó tiempo en recuperarse después del arduo combate y de correr a toda velocidad. Una vez se recuperó, recordó que su motivo del viaje era para encontrar a su Snivy perdida en el inmenso bosque. Se había desviado de su objetivo otra vez. También recordó que libró el combate con el Pokémon del sujeto por Plusle y Minun, los cuales seguían atados al árbol. La mujer se preguntó por qué no los liberó en primer lugar.

Decidió ir a verlos caminando de forma veloz. Ella recordaba bien el lugar en donde los encontró. De paso llevó su bolso que lo había dejado debajo del árbol.

Se dio cuenta que, después de que Lycanroc mordió su brazo, no sentía que había una herida profunda. La parte del brazo del traje seguía igual a pesar de la mordida. Pensó que el dolor fue cosa de su mente y que el traje era muy resistente.

Un par de minutos después, ella pudo llegar al sitio; sin embargo, los Pokémon eléctricos no estaban. Amelia estaba confundida. Lo más extraño es que la soga seguía atada en el árbol, pero suelta. Se preguntó cómo pudieron salir sin que rompieran la cuerda. No lo comprendía en absoluto.

Dejó de importarle luego de pensarlo un poco. Tenía que seguir adelante en su búsqueda para encontrar a su amado Pokémon. La mujer se había desviado y retrasado dos veces, pero pensó que no lo iba a suceder otra vez. Ella siguió caminando con dirección hacia el norte con la esperanza de encontrar a su Snivy.