-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Touch It" de Ariana Grande para Izumi, "Falling In Love" de Cigarettes After Sex para Itachi, "Choose Your Fighter" de Ava Max para Hinata, "I Want It That Way" de Backstreet Boys para Naruto, "Cake By The Ocean" de DNCE para Neji y Konohamaru, y "Last Christmas" de Wham! para el contexto del capitulo.


Al cruzar el pozo hacía su tiempo, Izumi se dio cuenta de que su casa estaba vacía, era poco más de medio día y seguramente su madre, abuelo y hermano habían salido de compras, mas no fue aquello lo que la sorprendió sino ver su hogar desprovisto de adornos propios de la navidad, interiormente la conmovió que su familia no hubiera colocado las decoraciones ni el árbol mismo en su ausencia, por lo que ella se decidió a encargarse de sorprenderlos al arreglar la casa mientras ellos no estaban, contando con la ayuda de Itachi y quien cargó con las cajas de adornos que ella le indicó y que estaban en el sótano. Todo era una experiencia por demás extraña para el semidios, cuando Izumi había dicho que debían vestir el árbol, Itachi había creído que se trataba de un árbol real, que tendrían que cortarlo como solía hacerse en el siglo XVI, pero lo hizo arquear una ceja el árbol que ella extrajo de la caja que él había traído desde el sótano, instalando primero una serie de patas para formar la base y luego conectando estas al resto de la estructura y cuyas ramas abrió, inicialmente el semidios no supo qué hacer, pero al creer comprender el ritmo de la wiccan, comenzó a ayudar a Izumi, esbozando una sonrisa de extrañeza. Por otro lado, Izumi parecía estar demasiado emocionada con su labor, arrodillada ante el árbol y extrayendo esferas rojas del interior del gran cofre que almacenaba los adornos, siendo imitada por Itachi, quien ya la había ayudado a colocar las luces alrededor del árbol y las guirnaldas de perlas doradas falsas; la mezcla de colores emocionó a la wiccan, navidad era su época favorita del año y su rostro la delataba.

—Amo decorar el árbol de navidad, me hace sentir igual que una niña— suspiró Izumi con la voz cargada de emoción. —Gracias por ayudarme, ya es bastante malo que no haya un árbol en casa por mi ausencia— apreció, volviendo la mirada hacia el semidios.

—No tenía idea de que tenían este tipo de tradiciones— confesó Itachi sin dejar de colocar los adornos como hacía ella, escuchándola atentamente.

—Oh, tenemos muchas— sonrió la wiccan, igualmente emocionada por solo pensar en ello. —Creí que ya habrías visto un árbol de navidad antes, también se celebra en el siglo XVI— reflexionó habiendo visto un pino que crecía en el siglo XVI, en la plaza de la villa y que se hallaba decorado como era costumbre al momento de su partida.

—Así es, pero es diferente ver un árbol decorado con frutas, nueces, pan de jengibre y velas...en lugar de uno decorado con todo esto— sonrió el semidios, señalando el árbol. —Es muy bello— aclaró ante la atención que ella le dirigió.

—En esencia es lo mismo, solo que más "moderno" o comercial— comparó ella, simplificando las cosas lo más posible.

Eso era un eufemismo, la palabra Grinch existía normalmente para definir a una persona que detestaba la navidad, mas Izumi lo veía como alguien que detestaba el consumismo o cosificación de una celebración que debería ser "pura", una celebración que debería unir a las personas, e Izumi hacía su propia rebelión al hacer regalos a las personas sin esperar nada a cambio, dejándose desbordar por la alegría en las fiestas y la mayor prueba eran los regalos que se hallaban en el sofá, envueltos y aguardando a que ellos terminaran de adornar el árbol. Habiendo terminado su área del árbol, dejando a Itachi el resto, Izumi se acercó al cofre y extrajo la estrella, siendo perfectamente alta para colocar este en la punta del árbol, comenzando a tararear espontáneamente como solía hacer desde su infancia. Escuchando una ligera melodía siendo tarareada, Itachi volvió la mirada hacia Izumi de pie a su lado, una de las cosas que habían hecho tras regresar a su hogar era guardar su mochila y bolso en su habitación, desempacar y cambiarse de ropa, mas en ese momento el semidios le prestó suma atención a la wiccan, analizando su atuendo; vestía una camiseta rojo brillante—muy apropiado teniendo las fiestas que comenzarían esa misma noche—de cuello redondo y cortas mangas por sobre los codos, pantalones negros ligeramente anchos con bolsillo a los lados de las piernas, y zapatillas deportivas negras, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros y destacando unos pendientes de cristal rojo en forma de lagrima, con aquella sonrisa adornando su rostro.

—¿Qué tarareas?— inquirió el semidios, no entendiendo que estaba cantando.

—Lo siento, acostumbró a tararear villancicos cuando decoró el árbol— se disculpó la wiccan con una sonrisa nerviosa, mas teniendo la entera atención de él. —Campanas por doquier resuenan sin cesar, proclaman con placer que hoy es navidad. Los niños aquí están, no dejan de cantar. De este día de amor y buena voluntad— cantó, riendo nerviosamente al terminar, debido a la atención que el semidios le dirigía. —¿No la conoces?— más bien afirmó ante su desconcierto, pareciendo bastante obvio.

—¿Debería?— cuestionó Itachi, completamente cautivado por su dulce voz.

—No has vivido entonces— juzgó Izumi con asombrosa seriedad, —déjame enseñarte— decidió, muy determinada en su labor.

Arqueando una ceja ante las palabras de la wiccan, no entendiendo su sentido, Itachi se mostró dócil cuando Izumi se acercó a él y lo sujetó de los hombros y brazos, guiándolo hacía el sofá junto a la chimenea y claro que él no se negó, aunque sí se mostró extrañado por ello mientras la pelicastaña tomaba el control remoto, encendía la televisión y pasaba por los canales en busca de algo, una programación en particular según el semidios notó, pero no pudo protestar ni decir nada mientras ella le indicaba que viera la pantalla en silencio, ella encargándose de continuar extrayendo los adornos del cofre y ubicarlos en el árbol, mas cuando Itachi pretendió discutir y levantarse para ayudarla, ella le sostuvo la mirada muy seriamente y le indicó que permaneciera sentado, viendo la pantalla, ante lo que él no pudo contrariarla. Por su parte, Izumi se concentró en desenredar la guirnalda de luces que debía colgar en la ventana, de un humor excelente por las fiestas y no queriendo que nada ni nadie lo arruinara, mas sonriendo ladinamente y esperando que el concepto de la navidad que imperaba en el siglo XXI—enseñarle a Itachi cómo funcionaba la televisión no había sido tan complicado como podría pensarse—no fuera demasiado complicado de entender para el semidios, pero al volver la mirada por sobre su hombro, viendo a Itachi tan embelesado por la televisión, la wiccan pudo concentrarse únicamente en su labor, dirigiéndose hacia la mesa de la sala para tomar una de las sillas, acercándola a la ventana para treparse a esta, sin dejar de tararear los villancicos y ajena a lo contagiosos que resultaban estos para el semidios por su dulce voz…


Concentrado como estaba Itachi en observar la televisión, intentando comprender la película que Izumi había seleccionado para él, fue fácil que el semidios pareciera desentenderse de su entorno—pese a sus agudos sentidos—, permitiendo a la wiccan trabajar y encargarse de decorar la sala a su alrededor, así como la escalera con una guirnalda de pino y cascabeles, y la entrada con una corona navideña, tampoco era de extrañar que la concentración de este permitiera a Izumi subir las escaleras hacia su habitación y encerrarse en el baño para tomar una larga ducha, regresando a la sala refrescada al mismo tiempo en que la película terminaba. Claro que, cuando la programación llegó a su fin, el semidios finalmente salió de su aparente estupor, apagando la televisión y levantándose de su asiento al mismo tiempo enque la wiccan regresaba a la sala, y él no dudo en bombardearla con preguntas, queriendo entender ciertos mensajes de la película y que ella no dudo en responder o interpretar mientras él cargaba con el cofre de los adornos—ahora liviano como una pluma para él, sin contenido alguno en su interior—de regreso al sótano, Izumi arrastrando la caja del árbol de navidad, igualmente liviana ahora que se hallaba vacía. En cosa de segundos, Itachi e Izumi regresaron a la sala, la wiccan cerrando la puerta tras de sí, y de inmediato se dio cuenta de que el semidios se hallaba tarareando villancicos igual que ella había estado haciendo anteriormente, ante lo que la pelicastaña aceleró ligeramente su andar para alcanzar el ritmo del semidios, chocando su hombro contra el suyo:

—Creo que te gustaron los villancicos— notó Izumi con una discreta risita, sosteniéndole la mirada mientras caminaban.

—Soy muy contagiosos— admitió Itachi, avergonzado por saberse descubierto. —Pues esto no se ve nada mal— celebró, deteniéndose en el umbral de la sala como ella.

La sala se veía encantadora, muy iluminada con tantos adornos rojos y dorados sobre el árbol, a juego con la estrella en la punta, las guirnaldas de perlas y los adornos idénticos que embellecían la escalera, el contorno de las ventanas, y de igual forma la mesa y los muebles tenían manteles y pequeños pinos decorativos, e Itachi no dudo en observar atentamente a Izumi, que sonrió encantada por contar con su aprobación. La celebración de la navidad no era en el siglo XXI lo mismo que era en el siglo XVI, Itachi podía no ceñirse a las reglas típicas de los humanos—al fin y al cabo, era un semidios y vivía más como un pagano que como un "cristianao"—, pero sabía que en su tiempo la navidad era una celebración más bien religiosa, se conmemoraba el "nacimiento" de Cristo y todo cuanto provenía de la religión cristiana; pero, en la época de Izumi era una fecha determinada en que se dedicaba al consumismo de forma desinteresada, ¿Qué quería decir esto? La gente se centraba en comprar o hacer regalos, mas no solo a los miembros de su familia, sino que también a quienes eran conocidos, cercanos o alguien que consideraran importante, por el placer de causar felicidad, aunque la película que Izumi le había mostrado también mostraba que ello podía volcarse en la dirección opuesta, tanto como para que alguien pudiera odiar la navidad. En medio de la evaluación de la pareja, la puerta principal se abrió, revelando a la familia Uchiwa, cuyos ojos contemplaron con sorpresa el cambio en su hogar, mas de inmediato se centraron en Izumi, pasando de la sorpresa—claramente no habían creído que ella regresaría ese día—a la más absoluta alegría.

—¡Feliz navidad a todos!— deseó Izumi con voz clara y fuerte al ver a su familia, abriendo los brazos para presentar todo lo que había hecho en su ausencia.

—¡Izumi!— reconocieron todos, absolutamente emocionados con su presencia.

Esbozando una sonrisa ante el júbilo, que también se adueñó de todos los presentes, Itachi cruzó las manos sobre su vientre y se internó en la sala, mas haciéndose a un lado para que la familia tuviera la oportunidad de reencontrarse, complacido de ser un espectador, pasando su mirada de la puerta que se cerró tras el ingreso de la familia y casi contando los segundos en su mente hasta que la primera en arrojarse a abrazar a Izumi fue la señora Hazuki, actuar que no tardó en ser imitado por la wiccan, que corrió lo más rápido posible, envolviendo a su madre en un abrazo gemelo que recibió por su parte, ambas formando una imagen enternecedora al pensar en todas las semanas que habían pasado separadas y que ahora llegaban a su fin, consolando a la otra y al dolor que hubieran sentido por la separación. Mamá, no puedes imaginar lo feliz que alguien se siente cuando sabes que te quieren; Izumi jamás se sentía sola estando en el siglo XVI, siempre tenía a Itachi consigo, también a sus amigos, los peligros que sorteaban la hacían olvidarse de todo o eso parecía, mas cuando se hallaba en solitario con sus pensamientos no dejaba de sentir que le faltaba una parte de ella y la sintió de regreso con ese abrazo, su relación su madre no era buena como parecía—habían recorrido un largo camino para llegar a donde estaban—, pero amaba a su madre y la hacía inmensamente feliz volver a verla, rompiendo el abrazo para verla a los ojos y sintiendo a su madre analizarla para comprobar si se hallaba bien, y así era, permitiéndole concentrar su mirada en su abuelo y hermano menor que procedieron a abrazarla tan pronto como la supieron libre.

—Te extrañamos mucho, creímos que no llegarías a tiempo— admitió Hazuki, con el corazón en la garganta y sobreexcitada por volver a ver a su hija.

—Por favor, ¿Quién más decoraría el árbol?— obvió Izumi, fingiendo humildad ante su trabajo y el de Itachi a quien volteó a ver por sobre su hombro.

—Ay no, hay que esconder esto— comprendió la Matriarca Uchiha, bajando la mirada hacia las bolsas con regalos y que estaba cargando. —¡Inabi, corre!— instruyó a su hijo menor, tendiéndole las bolsas lo más pronto posible.

—¡Voy!— contestó el pequeño, recibiendo torpemente las bolsas. —¡Qué bueno que estás aquí, Itachi— gritó mientras corría hacía las escaleras y hacía su habitación.

—¡Gracias!— correspondió el semidios en idéntico tono, riendo al decir esto.

Siguiendo con la mirada al pequeño Inabi hasta perderlo de vista mientras este subía la escalera, fue fácil para Itachi recordar porque se sentía tan liberado y normal cuando se hallaba en la época de Izumi, eso se debía a que la familia de la wiccan era profundamente apasionada, noble, llena de bondad y con un corazón abierto para quien cruzase su puerta, permitiéndole sonreír ladinamente, mas apenas regresó su atención a los demás miembros de la familia presentes en la sala, fue sorprendido por un cálido abrazo por parte de la señora Hazuki, que casi lo desestabilizó y que por un momento le recordó a su fallecida madre Eshima, haciéndolo sentir un nudo en la garganta, pero esto fue breve, sonriendo cuando la Matriarca rompió su unión y lo vio a los ojos, haciéndolo sentir bienvenido como siempre. Esa era la mayor razón por la que se siempre se sentía a gusto en la época de Izumi, el mundo seguía siendo el mismo y en el fondo él siempre sabía que ese no era su tiempo, pero ahí tenía una familia, Izumi le había dado esa posibilidad y quienes la amaban siempre lo recibían con los brazos, abiertos, ¿Cómo no estar profundamente agradecido? Itachi nunca había tenido que dar gracias por algo en la navidad, no la celebraba principalmente porque no tenía esa necesidad…pero este año tenía mucho que agradecer. Respondiendo lo mejor posible a las preguntas de su abuelo, Izumi volvió la mirada por sobre su hombro hacia Itachi, quien esbozó una sonrisa ladina mientras procedía a contestar a las preguntas que la señora Hazuki le hizo, fascinado por como la wiccan no tenía idea de que ella era todo lo que él agradecía tener en su vida ese año, no, el poder estar juntos y tener un respiro de paz lo era todo.

Conocerse había sido su regalo.


Aunque Izumi no desearía nada más que recuperar todo el tiempo que había pasado lejos de su familia—semanas, en que su vida había estado en riesgo, pero su familia no tenía por qué saberlo—, no había nada peor que entrometerse en la rutina de su madre cuando estaba en la cocina, por lo que Izumi tomó la decisión de alejarse del interior de la casa, envolviéndose en una pesada manta de lana roja con estampado escoces para salir al patio, sonriendo mientras veía caer la nieve, acompañada por Itachi que no se separaba de ella. Era mejor quedarse fuera de la casa de todas formas; su madre estaba cocinando la cena para esa noche—muy concentrada en ello y nadie quería interrumpirla, por el bien de todos y para evitar cualquier posible conflicto—, su abuelo estaba tomando una siesta para estar despierto hasta tarde, y su hermano Inabi estaba vigilando los regalos de navidad que su madre lo había hecho esconder a la par que alejándose de lo que estaba cocinando su madre, por lo que el semidios y la wiccan tenían el patio de la casa para ellos solos, observándose mientras se acercaban al Árbol Sagrado, el mismo árbol que existía en el siglo XVI y donde la wiccan lo había liberado de la flecha, un lugar tan significativo para ambos como el pozo y que en esa era se hallaba al interior de la casa. Itachi alargó una de sus manos para entrelazarla con la de Izumi, alargadno respetuosamente su brazo libre para envolverlo alrededor de sus hombros y así mantenerla lo más cerca posible de él, sonriendo ante la forma en que los copos de nieve parecían diamantes que descendían sobre sus largos rizos castaños que eran mecidos por la suave brisa.

—¿Tu familia siempre es así en navidad?— inquirió Itachi, aún bastante sorprendido por todo cuanto veía de la celebración en el siglo XXI hasta ahora.

—Todas las familias son así— confirmó Izumi con una cantarina risa, no estando muy segura de que su familia fuera típica. —En ocasiones celebramos solo nosotros, en otras ocasiones invitamos a personas que viven en el barrio, otras veces a mis amigas, y a veces solo nos sentamos alrededor de la televisión a ver películas sobre la navidad— resumió, aliviada de que ese año no hubieran acudido sus amigas o ella no sabría cómo explicar la presencia de Itachi y todo lo relacionado con él. —Aunque últimamente he dejado de hacerlo, son muy cursis— añadió, pues todas las películas de navidad que daban por televisión en fechas recientes eran sosas o extremadamente románticas.

—He notado que puedes ser muy cursi— difirió el semidios con condescendencia, habiendo leído la mitad de los libros en su habitación.

—Touche— difirió la wiccan, entornando los ojos ante su visión de las cosas.

La película que Izumi había seleccionado para él esa misma tarde no le había parecido cursi en absoluto, sí que los temas que retrataba podían ser plasmados de forma más bien utópica y no tan realista como para ser llevados a la realidad, mas le parecían genéricos en el tipo de público al que películas como aquella podían estar dirigidas, así lo veía él, ¿Qué tan cursis podían ser las películas que Izumi aludía como cursis? Itachi prefirió no saberlo, sonriendo ladinamente para sí y confiando en el criterio de la wiccan, aunque ciertamente podía considerarla muy dulce a la par que...vulgar, por cierto vocabulario soez si de intimidad se refería, aunque a él no le molestaba, más bien todo lo contrario, ¿Cómo no sentir pasión y deseo ante la hermosa mujer que se hallaba a su lado? La wiccan rompió el abrazo que la unía a Itachi y se volteó para verlo a los ojos mientras retrocedía hasta que su espalda se hallará contra la corteza del Árbol Sagrado, observando al semidios con aquella coquetería que lo hizo acercarse de inmediato, apoyando sus manos en la corteza a cada lado del rostro de ella y observándola en silencio, recordándose que estaban en su hogar, en el siglo XXI y no en el siglo XVI ni en la intimidad que ambos preferían como para hacer algo, tan solo disfrutando de la paz y quietud de aquel momento...Ella no era cursi, ¿o sí? No pensaba en lo maravilloso que era todo, todo el tiempo, nada era tan perfecto como en una película, e Itachi y ella no se la pasaban diciendo lo mucho que se amaban, lo suyo no era nada cursi, aunque quizás él si lo veía así, provenía del siglo XVI, aunque aún no había leído a Romeo y Julieta como para hacer un contraste apropiado.

—Aunque, debo admitir que mi parte favorita de la navidad son los regalos— confesó Izumi, manteniendo la concentración en el presente.

—¿Materialista?— cuestionó Itachi con falso tono crítico, incapaz de pensar mal de ella.

—No, me gusta dar regalos— corrigió ella sosteniéndole la mirada, aclarando las cosas. —De niña, me cautivaba ver a otros felices y aunque suelo gastar mucho dinero, me gusta ver a otros felices— explicó, siendo algo que le encantaba hacer. —¿Qué?— inquirió, ahogando una risa ante la mirada que el semidios le dirigía.

—¿Cómo es que siempre consigues ser más maravillosa?— preguntó él, incapaz de apartar su mirada de ella y haciéndola sonrojar. —No hay muchas personas que tengan un corazón tan desinteresado— nadie que hubiera conocido, después de su fallecida madre.

—Yo diría que soy una idiota, ya que siempre gasto mucho dinero— difirió la wiccan, siendo honesta consigo misma, —pero últimamente eso da igual— añadió con un suspiro de alivio, no concentrándose en el dinero cuando estaba en el siglo XVI.

—No para mí— aclaró el semidios, haciendo que ella encontrara su mirada con la suya.

Él no conocía a nadie que fuera la mitad de generoso que Izumi, pensar en los demás todo el tiempo implicaba bondad, caridad y una ternura sin límites que le recordaron nuevamente porque estaba tan enamorado de Izumi, y no hablaba solo de su asombrosa belleza física—que lo atrapaba cada vez que contemplaba su semblante—, sino a la abismal belleza de su corazón, enamorándose de nueva cuenta de ser posible mientras la observaba atentamente. Si se hiciera ver por un especialista—lo que no hacía porque no se creía tan importante para gastar dinero en ello—, Izumi sabía que probablemente le diagnosticarían un trastorno obsesivo compulsivo o lo que sea, siempre estaba atenta a las palabras o gestos de los demás, tomando notas silenciosas en su mente, planeando regalos o sorpresas, le gustaba hacer cosas por los demás y ver a todos felices, y sabía que muchas personas no verbalizaban cuando querían algo y ella solía anticiparse para conseguir los que otros deseaban, lo que la llevaba a gastar dinero. Sin embargo, este año había ahorrado como nunca, ya que todos los regalos envueltos bajo el árbol de navidad y que había traído desde el siglo XVI eran souvenirs únicos en su clase y que nadie podría copiar, Itachi también había traído sus propios regalos, como si temiera participar de las fiestas con las manos vacías, aunque en el siglo XVI no existía la misma política consumista que en el siglo XXI; observándose el uno al otro, Itachi e Izumi se sentaron en las raíces altas del Árbol Sagrado, disfrutando simplemente de estar uno junto al otro y viendo la nieve caer, suspirando al mismo tiempo y jugando a cuál de los dos marcaba más su respiración, riendo cuando el otro jugaba sucio y chocando sus hombros…


Un par de horas después, con la cena casi terminada y nadie atreviéndose a poner siquiera un pie en la cocina, Itachi siguió a Izumi de regresó a su habitación en el segundo piso, había llegado la hora de arreglarse para la cena, y aunque de estar en el siglo XVI el semidios no podría pensar siquiera en hallarse en el mismo espacio que ella, se quedó embelesado observándola mientras ella regresaba el baño ya cambiada de ropa, con su cabello envuelto por una toalla en tanto terminaba de secarlo, en tanto él elegía que ropa usaría para cenar y que yacía al interior de la caja tras la cama, sin haberse cambiado aún. El semidios extrajo la ropa que era de su agrado, volviendo la mirada hacia Izumi quien se hallaba sentada ante su tocador, terminando de arreglarse; portaba un vestidorojo oscuro de escote en V, holgado sobre su figura y formando un pliegue que simulaba una separación de la falda, pese a no ser así, mangas holgadas que se ceñían en las muñecas y falda de múltiples pliegues u holanes por encima de las rodillas, cortos botines negros de cuero, y sus largos rizos castaños caían sobre sus hombros—más marcados debido a su cabello ligeramente húmedo—y tras su espalda, resaltando unos pendientes de oro en forma de argolla, y lo que más atrajo su atención fue la sombra rosácea que la wiccan tenía sobre los ojos y la forma en que sus pestañas destacaban más, resultándole hipnótica. Terminando de guardar su maquillaje, no gustándole arreglarse tanto, pese a saber cómo hacerlo, Izumi no pudo evitar meditar en silencio las inquietudes que no conseguían abandonar su mente, lo que no pasó inadvertido para el semidios:

—¿Qué pasa?— preguntó Itachi, sobresaltándola al anticiparse a sus pensamientos.

—No dejo de pensar en lo que te dije antes, de cómo la navidad no involucra únicamente a una familia, sino a quienes consideras importantes, queridos o valiosos…— contestó Izumi, no sabiendo si sonaba estúpida por la idea que tenía en mente.

—Y estabas pensando en extender una invitación a alguien— completó el semidios, esbozando una sonrisa ladina ante su deseo.

—¿Cómo lo sabes?— cuestionó la wiccan, volteando a verlo entre divertida y sorprendida por ser tan fácil de leer para el semidios.

—Te conozco muy bien— contestó él encogiéndose de hombros despreocupadamente. —Además, tengo buena vista y noté que tu madre rótulo algunos regalos con los nombres de Hinata y Naruto. Y tu agregaste un par con los nombres de Konohamaru y Neji...y creo que vi una pequeña caja con el nombre de Hina— aclaró ante la mirada que ella le dirigió arqueando una ceja ante sus palabras.

Por eso estaba tan enamorado de Izumi, sus agudos sentidos le permitían notar cosas que otros pasarían por alto y una de ellas había sido—pese a que ella intentara embelesarlo con la película que le había hecho ver horas atrás, aunque había sido muy entretenida—y por ende sabía que ella jamás olvidaba a nadie, tenía presentes hasta aquellos que en días recientes se habían unido al grupo como era el caso de Neji, y a otros a quienes terceros pasarían por alto como era el caso de la pequeña Hina, Itachi también había visto un regalo con su nombre y que sabía ella había seleccionado para él…el semidios tuvo que poner todo su esfuerzo en no abandonar la habitación, bajar las escaleras a toda prisa y tomar su regalo de la sala un descuido de Izumi, y abrir la envoltura, deseando ver que es lo que ella había elegido pensando en él, mas ese no era el momento. Apoyando sus manos en la silla rodante, Izumi simplemente observó a Itachi y le sonrió, conmovida de que él siempre prestara atención a todo lo que se relacionaba con ella, incluso cuando nadie más lo hacía, ¿No era un plan muy loco invitar a sus amigos a la celebración de Navidad? Neji seguía corriendo peligro, ella seguía dudando de si lo que había hecho para mantener puro el fragmento de la Joya del Paraíso había bastado y quería estar segura, a la vez no sabía cuánto duraría esta breve sensación de paz antes de que volvieran a enfrentar a Orochimaru, porque era una realidad, debería volver a confrontar al viperino más pronto que tarde tan pronto como dieran con su paradero, ¿No merecían todos tomar un respiro de los peligros y simplemente celebrar sin pensar en nada?

—Odio que tengas sentidos tan agudos, pero muchísimas gracias por adelantarte a mi forma de pensar— sonrió Izumi, viéndolo a los ojos. —¿Crees que sea posible? Es decir, ¿Accederían a cruzar el pozo?— inquirió, temiendo sonar como una loca.

—Yo lo hice— contestó Itachi, no viendo porque cruzar el pozo sería un problema.

—Por tu cuenta, y no eres como la mayoría— comparó ella, siendo más objetiva y robándole las palabras de la boca. —Konohamaru ya cruzó, pero puede que los demás no accedan, han pasado tantas cosas y….— enumeró, sonando nerviosa y así se sentía, —¿Itachi?— nombró entre curiosa y no sabiendo cómo interpretar su mirada.

—Ni se te ocurra moverte, ya regreso— comunicó el semidios escasamente, levantándose de la cama y abandonando la habitación.

—Le diré a mi familia que hay que poner más lugares para cenar— secundó la wiccan únicamente, debiendo imaginar que él decidiría actuar por su cuenta.

La wiccan no recibió respuesta a sus palabras, y no necesitaba escuchar una, por lo que regresó su atención hacía su tocador, volviéndose con la silla giratoria, dejando todo su maquillaje—cual artillería pesada, lo que la hizo sonreír—dispuesto sobre el espacio antes de levantarse y avanzar hacía su armario que abrió de par en par, examinando los vestidos en el interior, pensando en Hinata y en qué color le quedaría mejor, porque si de talla se trataba ambas tenían básicamente la misma, sonriendo al encontrar el atuendo perfecto y los zapatos, dejando estos sobre la cama y procediendo a extraer dos trajes formales del interior; su plan había sido hacer que Itachi usará traje durante la celebración, pero conociéndolo eso no iba con él, era más relajado, pero a cambio tenía ropa para Naruto y Neji. Por su parte, Itachi no necesitaba contestar, sabía que Izumi podía anticiparse a sus pensamientos tanto como él se anticipaba a los suyos, corriendo hacia las escaleras y que bajó velozmente, no necesitando dar excusas a nadie en la sala; Inabi viendo televisión, acompañado por el señor Fudo, y la señora Hazuki se hallaba en su habitación arreglándose tras haber terminado la cena, permitiendo al semidios marcharse sin rendir explicaciones a nadie, corriendo por el pasillo de la casa hacía el sótano, cerrando la puerta tras de sí y cruzando hacía el pozo; dudaba que Naruto, Hinata, Neji, Konohamaru o Hina pensaran siquiera en negarse a la invitación de Izumi, y si por alguna loca razón pensaban en negarse a asistir, él los obligaría a cruzar, Izumi siempre hacía mucho por todos, adaptándose a su mundo, y ahora él quería que todos le devolvieran eso.

Necesitaban celebrar.


No era ninguna broma decir que Itachi podía ser un individuo muy determinado—individuo, no persona, ya que técnicamente era y no era humano, y en el último tiempo le gustaba ser diferente—, y lo demostró al cruzar el pozo hacia el siglo XVI, trepando el interior velozmente y corriendo por el bosque de regreso a la villa, moviéndose como si la nieve alta en su camino no fuese nada, saludando escasamente a las personas que encontró al llegar a la villa y en su camino, siendo muy directo al dirigirse hacia la casa de Tsunade, la wiccan no estaba ahí—ocupada como siempre—, pero si lo estaban sus demás amigos, a quienes estaba buscando. La expresión de todos al informarlos de la invitación de Izumi, pasar la navidad en su hogar, en su tiempo, era simplemente impagable, Itachi tuvo que contenerse para no reír, sus amigos verdaderamente se asemejaban a peces fuera del agua, pero él poco o nada de tiempo les dio para procesar la noticia, sujetando todos del brazo para que se levantaran e instándolos u obligándolos a seguirlo más bien, el más entusiasta sin duda fue Konohamaru, quien cargó en brazos a la pequeña Hina y avanzó por delante del semidios entre saltos de emoción, en tanto Itachi intentaba hacer que Naruto, Hinata y Neji no se quedarán atrás, aun procesando la noticia. ¿Cómo no sentirse abrumados? No es que como grupo hubieran planeado algo tan importante para no ausentarse en la villa, pero todos ya creían haber molestado en demasía a Izumi como para aspirar a verla en los próximos días, se habían despedido hacía varias horas creyendo que ella pasaría la navidad y el Año Nuevo con su familia, y con Itachi…pero, resultaba que ella los quería a su lado, acompañándola, incluso en este momento.

—¿Es una broma, Itachi?— preguntó el fraile, siendo el primero en recuperar el habla.

—No, Izumi quiere que pasen la navidad con nosotros— confirmó el semidios, guiándolos por el bosque. —No solo porque así estarían más seguros del otro lado, donde Orochimaru jamás buscaría, sino porque quiere que estén con nosotros— aclaró, usando las mismas palabras que la wiccan.

—¿Y no seremos un problema?— cuestionó Hinata, con la voz temblorosa por los nervios.

—Hemos pasado por mucho juntos, chicos, creo que es correcto decir que somos una familia, entre nosotros— recordó Itachi, pasando su mirada por todos los presentes y centrándose en el miembro más reciente.

—Gracias— apreció Neji, conmovido por la consideración que tenían para con él.

Puede que llevará apenas unos cuantos días conociendo a Itachi, Izumi, Naruto y Konohamaru—en contraste con los demás integrantes del grupo, que se conocían desde hace meses—, pero Neji no dejaba de sorprenderse por el vínculo tan grande que se había forjado entre ellos, le habían dado la bienvenida como a uno más pese a apenas conocerlo, él solo era el hermano mayor de Hinata, y sin embargo todo el tiempo el grupo—que parecía crecer con cada nuevo integrante, aunque Neji nunca aspiraría a ocupar un lugar permanente, no sintiéndose tan importante—se sentía como una familia, y le tocaba el corazón saber que su hermana estaba a salvo. Siguiendo lo mejor posible los pasos del grupo, Hinata vestía una blusa blanca de cuello alto y decorada por encaje en el contorno de este, de mangas abullonadas que se ceñían en determinados puntos hasta las muñecas donde finalizaban en largos holanes, encima un corsé verde jade anudado por hilos cobrizos en el frente, y larga falda roja con hojas cobrizas bordadas, y su largo cabello azul oscuro caía tras su espalda, peinado únicamente por una trenza cintillo que despejaba su rostro. La sicaria no podía evitar pensar en la época de Izumi, todos habían visto a la wiccan usar ropa muy diferente de la que ellos empleaban, mas jamás la habían visto usar alguna prenda festiva porque no había existido nada tan importante que celebrar, ¿Qué se esperaba que usaran ellos?, ¿No ofenderían a su familia con su forma de vestir? Lo último que ellos aspiraban a hacer, Hinata hablaba por todos, era causar un problema para con su amiga, que era tan generosa con todos ellos.

—Pero, ¿Qué vamos a usar?— inquirió Hinata tan pronto como el grupo se detuvo junto al pozo. —Izumi no viste como nosotros, ¿Cómo nos adaptaremos?— esa duda estaba en la mente de todos, que asintieron en respuesta.

—Descuiden, yo le explicaré todo del otro lado, e Izumi también— sosegó Itachi con un tono alegre y despreocupado, a la par que asombrosamente suave.

—¿Y si no le caemos bien a su familia?— cuestionó Naruto esta vez, siendo una inquietud razonable teniendo en cuenta todo cuanto sabían de Izumi y sin conocer a su familia.

—¿Bromean? Los adoran, Izumi y yo les hemos dicho todo sobre ustedes, hasta hay regalos con su nombre esperando— río el semidios, resultándole irrisorio escuchar aquellos temores tan injustificados.

—Pero nosotros no tenemos ningún regalo para la familia de Izumi— negó la sicaria, ya sintiéndose culpable por ello.

—Ella cree que ustedes son el regalo— protestó Itachi, pasando su mirada por todos los presentes como prueba. —Ahora, basta de preguntas y a cruzar— espetó, aplaudiendo y señalando con la mirada el pozo.

—¿Qué hacemos?— preguntó Neji, siendo quien menos sabía de la época de Izumi.

—Solo salten— contestó el semidios, acostumbrado a hacer aquello. —Konohamaru— invitó, sabiendo lo emocionado que estaba.

—¡Yippie!— gritó de emoción el garuda, subiendo presuroso al borde del pozo.

Asombrosamente, Konohamaru dio un brinco tras treparse al pozo, aun cargando a Hina en sus brazos, ambos desapareciendo en el interior para incredulidad de todos los presentes, ¿Cómo no sentirse un poco o muy abrumados? Ese pozo parecía ser solo eso, todos siempre lo habían pensado, mas increíblemente permitía la posibilidad de cruzar a la época de Izumi...Siendo el nuevo en el grupo, y habiendo vivido ya suficientes cosas o problemáticas como para no sentir miedo, Neji fue el siguiente, pasando una pierna y luego la otra, sujetándose de los bordes del pozo e intercambiando una mirada con Itachi, quien solo asintió y en respuesta el Hyuga se soltó, desapareciendo nada más llegar al fondo. La partida de Neji aumentó la ansiedad de Hinata y Naruto de ser posible, quienes se observaron entre sí y se tomaron de la mano, Naruto subiendo primero al borde y viendo hacia abajo mientras ofrecía la mano a su prometida, ambos sin soltar su agarre contra la mano del otro y finalmente observándose intensamente antes de saltar, la sicaria conteniendo un chillido de emoción o nerviosismo, fue difícil saberlo, ya que ambos desaparecieron nada más acercarse a las oscuras profundidades, mas ambos cruzaron, el semidios lo confirmo. Entornando los ojos ante la partida del fraile y la sicaria, casi habiendo temido que estos tuvieran demasiado miedo para cruzar, Itachi subió velozmente y cruzó de un salto al otro lado, teniendo aún que ayudar a Izumi a hacer que los demás se cambiaran de ropa…


—Nunca he hecho algo como esto, se siente raro— admitió Hinata mientras observaba su reflejo.

—Descuida, soy una profesional, el truco son pinceladas muy delicadas— sosegó Izumi, encontrando su mirada con la suya. —Además, tienes un rubor natural, tuve que hacer muy poco— aclaró al terminar, haciéndose a un lado para que ella viera el resultado.

Cruzar el pozo no había sido tan aterrador como Hinata había creído, al cruzar hacia el siglo XXI—aun sonaba como una locura—se habían encontrado dentro del sótano de la casa de Izumi e Itachi los había guiado por los pasillos de la casa, presentándoles a lady Hazuki, a su padre lord Fudo y al hermano menor de Izumi, Inabi; luego sus caminos se habían separado, Itachi había llevado a Naruto y Neji consigo a una habitación para que se cambiaran de ropa, el pequeño Inabi se había ofrecido a prestar ropa a Konohamaru que lo había seguido igual de entusiasta que Hina, muy sociable en su forma de gato, mientras que Izumi se había encargado de guiarla a su habitación, asegurando tener todo listo para que se cambiara. Sentada ante el tocador de Izumi, la sicaria portaba un vestido verde esmeralda estampado en múltiples flores rosadas, de escote recto decorado por encaje en el contorno, mangas abullonadas hasta los codos y larga falda de velo por encima de los tobillos, usando cómodos zapatos blancos, y su largo cabello azul caía sobre sus hombros y tras su espalda, peinado en una trenza cintillo…Hinata no supo qué pensar mientras Izumi la rodeaba, aplicándole maquillaje, jamás se había vestido de forma tan reveladora—mostrar los tobillos en el siglo XVI era escandaloso—y a la vez tan favorecedora, ni creía haberse visto así de bella por el maquillaje que Izumi estaba ocupando y que parecía resaltar la forma de sus ojos así como el sonrojo en sus mejillas, y cuando Izumi se hizo a un lado, Hinata no podía creer estar contemplando su reflejo.

—Me veo…— murmuró la Hyuga, levantándose para poder observarse mejor.

—Hermosa, porque lo eres— confirmó la Uchiwa, situando sus manos sobre sus hombros.

—No tanto como tú— negó la sicaria, sonriendo ante la imagen de ellas juntas.

—Claro, soy una diosa— comparó la wiccan con falsa arrogancia, habiéndose esmerado en su apariencia para esa noche.

—Itachi siempre te lo dice, y tiene razón— asintió Hinata, completamente de acuerdo y haciendo sonreír a su amiga.

Itachi siempre le decía que era una diosa con forma humana, e Izumi debía admitir que empezaba a creérselo, observando su propio reflejo y sonrojándose al pensar en la forma en que él la había estado observando durante todo el día…regresando su mente al presente, Izumi le indicó a Hinata que la siguiera hacia la sala, ambas ya estando listas y esperando que los demás estuvieran en ello. Decir que se sentía fuera de lugar sería un eufemismo para Naruto, al menos conservaba sus guantes para proteger a cualquiera de sus poderes congelantes, pero haberse cambiado por completo de ropa lo hacía sentir extraño mientras se acercaba a observarse al espejo; vestía una camisa gris oscuro de cuello alto y que él había dejado ligeramente desabrochado, chaqueta negra que permanecía abierta, pantalones a juego y que terminó de ceñir con un cinturón, zapatos y su rebelde cabello rubio ligeramente peinado o tanto como le había sido posible. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, permitiendo el ingresó de Itachi, quien había acudido al baño para cambiarse y hacía donde también se dirigió Neji de inmediato con la ropa que el semidios había elegido para él…decir que Itachi desentonaba era un eufemismo, vestía un suéter gris claro de cuello redondo aunque en V a la vez—revelando una camiseta negra de cuello redondo debajo—, con mangas arremangadas hasta los codos, jeans negros y cómodas zapatillas de igual color, parecía ser algo común que usaría al visitar el siglo XXI, no algo formal en comparación con lo que vestía él.

—¿Cómo te sientes?— consultó Itachi, observando atentamente al rubio.

—No lo sé, creo que tengo muy poca ropa puesta— sonrió Naruto nerviosamente.

—Así me sentí las primeras veces, pero con el tiempo te acostumbras— sosegó el semidios, muy a gusto con la ropa que usaba y que él mismo había elegido.

—¿Y por qué tu no vistes igual?— comparó el fraile, pues este usaba otra ropa.

—Porque usar eso sería antinatural en mí, así estoy bien— desestimó Itachi, sabiendo que Izumi estaría de acuerdo con ello. —Recuerda que tú eres el respetable— añadió ante la mirada seria por parte del fraile.

—Vean el lado positivo, técnicamente no estamos violando ninguna ley, salvo todo lo que involucre espacio-tiempo— respaldó Neji, diciéndose eso a sí mismo también. —Yo estoy listo— añadió, alisando la chaqueta de su traje.

La puerta de la habitación se abrió revelan dos figuras igualmente llamativas, por un lado estaba Neji que vestía una camiseta negra de cuello redondo, encima una chaqueta blanca que permanecía abierta, pantalones de igual color y zapatos negros, acomodándose el cabello ligeramente húmedo y adaptándose lo mejor posible a la situación; a su lado estaba Konohamaru igualmente irreconocible, vistiendo una impoluta camisa blanca de cuello alto y cerrado, una chaqueta negra ligeramente informal encima y que permanecía abierta, jeans azul oscuro y zapatillas negras, incluso Hina y que reposaba sobre su hombro derecho se veía muy elegante, con un listo rojo alrededor del cuello. Siendo honesto, Neji se sentía igualmente fuera de lugar, pero acababa de ver a Hinata e Izumi bajar por las escaleras, ambos se habían encontrado y la wiccan le había asegurado, al igual que su hermana, que se veía muy bien y esa era la única opinión que contaba, además era una ocasión feliz, lo último en que debían pensar era en inseguridades sobre cómo se veían, la verdad—y sonriendo la pensarlo—, todos deberían imitar a Konohamaru quien se mostraba muy resuelto usando su atuendo. Como si leyeran la mente del Hyuga, Itachi y Naruto se observaron el uno al otro antes de sonreír, diciéndose que todo estaba bien y precisando descender a la sala, todos lo acordaron sin necesidad de decir nada, siendo el semidios el primero en cruzar la puerta y siendo imitado por sus demás amigos que siguieron sus pasos con presteza.

Una fiesta esperaba.


En el siglo XVI, la navidad iniciaba con un ayuno, no se permitía el consumo de carne, huevos ni queso, era un día que debía celebrarse con misas y cantos religiosos, solo tras esto se podía comer y más tarde se desarrollaba el intercambio de regalos y demás; sin embargo, por lo que Izumi le explicó mientras se sentaban a la mesa, como hicieron pronto los miembros de su familia, nada de esto se aplicaba al siglo XXI, donde de hecho se cenaba en abundancia y la gran cantidad de comida dispuesta sobre la mesa lo demostró, luego se procedía con el intercambio o apertura de regalos y se disfrutaba del resto de la noche en paz y quietud. Romper con tradiciones propias de su era—en el caso de Naruto, Hinata y Neji—resultó muy extraño, casi algo sacrílego cuando lo escucharon, pero esta sensación se desvaneció tan pronto como la cena comenzó a desarrollarse, cuando lady Hazuki—la madre de Izumi— pidió a Naruto que bendijera los alimentos, consciente de su rango como fraile y el Uzumaki no pudo evitar sentirse conmovido por ello, levantándose de su asiento—junto a Hinata, con Konohamaru a su diestra—y procediendo a realizar la señal de la cruz. Incluso Itachi, pese a vivir como un pagano, no ciñéndose a ninguna religión o regla propia de los humanos; bajó la cabeza y oró en silencio—o eso pareció cuando menos—, sentado junto a Izumi quien bajó la cabeza y oró igualmente, y ambos entrelazando distraídamente una de sus manos bajo la mesa, muy cerca el uno del otro como siempre y creyendo que nadie los veía.

—Que Dios bendiga estos alimentos y no permita aprovechar todo cuanto nos da— oró Naruto en voz alta. —Como él dijo, pongamos a Dios primero y todo lo demás nos será dado— citó, realizando la señal de la cruz. —Amén— finalizó antes de tomar asiento.

—Amén— contestaron todos, no tardando en tomar los cubiertos.

—Esta sin duda es una navidad excepcional, no siempre se cuenta con una bendición de un fraile— celebró Fudo, intercambiando una mirada con su hija y nietos.

—Nos honraría que también pudiera servir la comida— invitó Hazuki, tendiéndole tenedor y cuchillo al fraile.

—¿En serio? Gracias— apreció Naruto, levantándose para proceder a cortar la carne.

Tener el honor de poder realizar una oración antes de comer ya había sido una consideración que Naruto no había podido esperar siquiera, ahora tener la oportunidad de servir la comida…todo era más de lo que el fraile hubiera esperado, sonriendo para sí y pidiendo el plato a lady Hazuki para servir a ella antes que a nadie, porque ella los había recibido en su casa, porque ella era la responsable de que una mujer tan maravillosa como Izumi estuviera en sus vidas. Naruto pidió plato por plato a todos los presentes, preguntando qué parte del apetitoso asado querían, siendo el último en servirse y con gusto, conmoviéndose de nueva cuenta cuando se dio cuenta de que todos aguardaban a que él terminara, negándose a comenzar a comer hasta que todos lo hicieran, y así fue tan pronto como Naruto ocupó su asiento. Aunque tenía mucha hambre, Hinata se negó a comer con glotonería, disfrutando cada bocado, no habiendo recordado haber probado algo tan delicioso, mordiéndose la lengua cada vez que estaba a punto de verbalizar su disfrute, y Neji sentado a su lado fue igual, sonriéndose el uno al otro por el rabillo del ojo mientras veían a Itachi devorar la carne sin necesidad de cubiertos y casi riendo al ver a Izumi hacer igual, ambos observándose el uno al otro antes de tomar una servilleta del plato casi al mismo tiempo, ¿Es que en alguna oportunidad habían podido disfrutar de una sencilla comida con aquella naturalidad? Itachi no había dicho ninguna mentira, ahí y comiendo todos juntos se sentían como una familia.

—Que buenos modales, los chicos de hoy en día no se comportan así— apreció Fudo, observando a la pareja de hermanos.

—Gracias— sonrió Hinata, limpiándose los labios con la servilleta al tragar.

—Nuestro padre le daba mucha importancia a la educación— asintió Neji, pudiendo enorgullecerse de ello.

—¿Cómo está la comida?, ¿Les gusta?— consultó Hazuki, muy atenta a las expresiones de todos los presentes.

—A mi madre le apasiona ser una buena anfitriona, los atosigara con preguntas— informó Izumi, limpiándose con la servilleta en ese momento y riendo al comer apenas usando los cubiertos, al igual que Itachi a su lado.

—Todo está perfecto, señora Hazuki, muchísimas gracias— apreció la Hyuga, siendo respaldada por su hermano mayor.

—¿Puede servirme más, por favor?— pidió Konohamaru amablemente, volviéndose hacia la madre de Izumi

—Claro, pequeño— asintió la Matriarca de inmediato, incapaz de negarse a su solicitud.

Levantándose de su asiento para volver a llenar el plato del pequeño Garuda—aun resultaba fascinante de asimilar—, Hazuki pasó su mirada por todos los presentes, de Izumi e Itachi sentados a su diestra y que se sonreían entre sí cada vez que podían, a su padre Fudo que revolvió el cabello de Konohamaru quien recibió felizmente su plato, intercambiando una mirada con Inabi, con quien aparentemente tenía una competencia, por otro lado estaban Naruto quien sonreía distraídamente a Hinata, quien intercalaba su feliz mirada del fraile a su hermano; incluso muy cerca de la chimenea se hallaban Hina, la curiosa gatita que los acompañaba y Denka, ambos comiendo de sus propios platos con asombrosa calma. Era maravilloso como más que nunca la mesa se encontraba llena y no precisamente de alimento o adornos, eran las personas en ella, todos sonrientes, alegres y bromistas, personas que Hazuki no podría haber soñado siquiera con conocer y eso se los debía a Itachi e Izumi que rieron y se sonrieron mientras continuaban comiendo, de alguna forma el vínculo entre esos dos era tan fuerte que, tras conocerse, habían presentado a aquella familia un mundo completamente nuevo; si, al final de cada día Hazuki siempre sentía temor, temía que su hija corriera un peligro inmenso en el siglo XVI y del que ella sabía tan poco, estudiando de ello en sus ratos libres, mas diciéndose que nada de lo que había leído podría darle el testimonio que solo su hija podía darle. No, aquella no era una noche para temer ni lamentarse, solo era para celebrar…


El resto de la cena pasó de forma apacible, era correcto decir que ninguno de los presentes había tenido problema en limpiar hasta la más diminuta miga de sus platos, no había sobrado ningún trozo de comida y nada complació más a Hazuki que eso, no molestándose en lavar los platos esa noche siquiera, sonriendo encantada ante todos los presentes y que no dudaron en ayudarla a levantar la mesa, todos con unos excepcionales modales. Tras la cena, todos se trasladaron a la sala y junto a la chimenea para proceder con el intercambio de regalos, ¿Cómo es que había regalos para los amigos de Izumi? No era mentira que Hazuki no los conocía, pero sí había escuchado todo lo que Izumi siempre tenía a bien comentar de ellos, escuchando sus relatos de sus aventuras y desventuras con suma atención, por lo que, si estos no asistían a la cena, la Matriarca Uchiwa pretendía pedir a Izumi que llevase los regalos consigo cuando cruzara hacia el siglo XVI, pero nada de ello había sido necesario, reuniéndose todos en la sala. Al sentarse en la sala, Naruto, Hinata y Neji se disculparon por no tener regalos que darles, mas la familia Uchiwa les hizo saber que no los habían invitado por ello, recibiendo con igual disposición los regalos que Konohamaru si había traído consigo y que entregó a cada uno de los presentes, ya fueran del siglo XVI o del siglo XXI; en el caso de la familia de Izumi, el pequeño entregó muchas de sus plumas y que estos recibieron fascinados, cuando un Garuda entregaba un obsequio a un humano, la suerte los acompañaría siempre o eso se decía.

Las plumas del pequeño, que se veía como un niño en ese momento, resultaron adorable para la familia de Izumi, incluyendo a la wiccan misma y que no dudo en colocarlas estratégicamente en su cabello, queriendo usarlas de inmediato y atrayendo al pequeño niño en un inmediato abrazo, haciéndole cosquillas—como hizo Itachi de igual modo—y escuchándolo reír de inmediato en sus brazos. El regalo de Konohamaru para sus amigos del siglo XVI fueron dibujos, escenas de sus viajes y que él había plasmado en las hojas de papel gracias a los lápices que la misma Izumi le había obsequiado tras cada uno de sus viajes de regreso al siglo XXI, podía parecer un regalo sencillo, pero fue el que más atrapó la atención de todos, ya que abrió la puerta a la oportunidad de contar sus aventuras y desventuras, riendo ante los recuerdos que tenían y compartiendo todo lo que habían vivido, hablando por lo que parecieron horas. Abrir los demás regalos fue más fácil tras esto, a su propio modo todos habían compartido tanto que todo se sintió natural; ropa, libros, o pequeños presentes, todo fue recibido con alegría, un júbilo que pareció durar horas, y aunque todos habrían deseado que ello continuará, Izumi fue quien se disculpó con su familia, necesitando cruzar el pozo hacia el siglo XVI, intercambiando una mirada con sus amigos, que no dudaron en respaldarla, despidiéndose de su familia y regresando a la planta alta para cambiarse por su ropa de antes, incluyendo a Itachi, la wiccan aguardando por ellos y despidiéndose de su familia mientras tanto.

Había otra fiesta a la que acudir.


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3Las siguientes actualizaciones serán "Vesprada", luego "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin" y por último "Cenicienta de Tordesillas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Estado de Actualizaciones: En este pequeño apartado procedo a explicar la situación de algunas historias que sé esperan actualice. El año que viene retomare "Más Que Nada En El Mundo", pues comenzaré a adaptar los meses previos al arco de Shippuden, es decir que los personajes serán mayores. Paralelamente Star Wars sigue sumando contenido, por lo que no sé si vuelva a actualizar "A Través de las Estrellas" durante Diciembre o hasta Enero del año que viene, pues quiero ponerme al día con el contenido y establecer el final definitivo de la historia, lo que también se aplica al universo de "Cazadores de Sombras" y el fic relacionado. Con respecto a "Lady Haruno: Flor de Cerezo", el 31 de Enero se estrenara una nueva película de lady Oscar, la obra original y quisiera verla para tener mayor contenido en que basarme, y espero que ustedes puedan comprenderlo; también, en Diciembre de estrena "Mufasa", el Live Action relacionado a "El Rey León" y ello involucrara a la descendencia de Simba & Nala, por lo que si no he actualizado "El Rey de Konoha" es por este contenido que quiero ver para aportar más a la trama. En cuanto a "Cenicienta de Tordesillas", volveré a actualizar el fic en Enero a más tardar, pues ya tengo el guion para los próximos capítulos y el desarrollo histórico del personaje.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3