SÉPTIMO ACTO
No Todo
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Los altos árboles se mecían suave con la brisa de la tarde, haciendo que el sonido de los pájaros lejanos pudiese escucharse como un eco onírico. A todas luces era una mañana tranquila, tan calma que incluso las pisadas que daban sobre las hojas secas bajos los árboles hacían resonancia en el bosque. La luz del sol se filtraba entre las ramas, jugando con las sombre entre ellos. Hasta la tierra tenía un familiar olor húmedo que cosquillaba en la nariz de Hinata. Era un aroma que evocaba en los días de lluvia en el lugar en que vivía ahora, cuando todo olía a humedad, musgos y barro. Al menos en ese lugar el aroma tenía una cierta frescura herbal.
Habían dejado Konoha cerca del mediodía, de la misma manera en que habían entrado. Los exámenes chunin estaban por terminar y en ese momento se libraban las batallas finales. Los ojos de la aldea estaban por completo en el estadio, era el mejor momento para pasar desapercibidos en un barrio habitado por fantasmas. No podían contar con que ese sector de Konoha permaneciera descuidado cuando las figuras diplomáticas de las otras naciones volvieran a sus aldeas. Sasuke había decidido que ese era el momento para abandonar la aldea. Apenas había tenido un par de horas para intentar recuperarse de la falta de chakra, las heridas y el agotamiento emocional que experimentaba, pero no había más opción que confiar una vez más en que juntos podían salir de ahí.
Ya estaba afuera. Ya no necesitaba seguir con él.
Repentinamente, las pisadas cesaron y todo se volvió extrañamente silencioso, como si el propio bosque estuviese expectante ante lo que estaba por ocurrir.
Tan pronto dejó de caminar, los ojos de Hinata se encontraron con los de Sasuke, quien también se detuvo. Su mirada permaneció fija en ella, preguntándole sin palabras qué ocurría para que dejara de moverse. La joven mantuvo en silencio sus ojos sobre él, demasiado agotada para hablar innecesariamente, dejando que el mensaje fuese dado a entender.
A pesar de su silencio cargado en resentimiento, lo había seguido sabiendo que era su mejor opción para abandonar Konoha sin ser detectada. Los dioses sabían que no deseaba permanecer en ese lugar que alguna vez había llamado su hogar y que ahora le resultaba desconocido, frío y lejano. En ese momento, más allá de los altos muros de la ciudad que alguna vez había creído destruida y que seguía de pie como un recordatorio a su increíble ingenuidad, ya no necesitaba permanecer con él. De hecho, lo que menos deseaba era seguir escuchando su respiración cerca de ella.
Fugazmente, la idea de asesinarlo cruzó su mente, lo cual la estremeció; comprender que asesinarlo no era algo que deseaba, sino que seguramente debía hacer a esa altura, hizo que punzara una parte adormecida de su alma. Pero el dolor pasó, tan fugaz como si hubiese sido un simple escalofrío en otoño, para así hundirse en su propia racionalidad. Después de todo, eventualmente llegaría a eso. ¿Por qué prolongarlo? Sasori-dana le habría dicho que era inevitable y que perdía el tiempo esperando una resolución al conflicto en que se encontraba. Y perder el tiempo era inaceptable. Casi podía escuchar a Deidara Sempai regañándola por ser tan estúpida mientras prolongaba aquella carga dolorosa sin motivo, pues cargar con un dolor constante que no pudiese ser aliviado a través de una explosión, era poco artístico.
Eventualmente, Sasuke buscaría herir a Itachi. Y ella no iba a permitirlo. Si podía poner un final a aquella amenaza, era su deber hacerlo.
―Aún no recuperas por completo tu chakra. Sería estúpido de tu parte intentarlo precisamente ahora ―dijo Sasuke con frialdad sacándola de sus propios pensamientos, comprendiendo qué era lo que cruzaba su mente.
Estaba siendo desprolija ocultando sus sentimientos si Sasuke podía leerla con tanta facilidad, por lo que frunció levemente las cejas en su dirección irritada de que él se diese cuenta que le estaba dando vueltas a la idea de que ambos se enfrentaran.
―Tienes razón. No es el momento. Pero llegará a eso, ¿no? Es inevitable. Ya que tú…―calló. Sabía que seguramente la próxima vez que sus caminos se cruzaran, no habría forma de evitar un conflicto entre ambos. Sobre todo si Sasuke seguía deseando vengarse de lo que Itachi había hecho.
―Inevitable es cuando no podemos evitar algo ―Hinata bajó levemente los párpados, no necesitaba una lección de vocabulario de parte de Sasuke en ese momento―. Propuse una forma de evitar que nos enfrentemos.
―Si ambos tenemos propósitos opuestos, ¿No es inevitable que algún día…?
―Quizás lo sea. Algún día ―Sasuke bajó levemente los hombros, casi agotado―. No ahora, Hinata ―ella no estaba tan segura de eso―. Si nos enfrentamos ahora, venceré. Ni si quiera será un combate.
―Supongo que tienes razón ―no la tenía, pero dejaría que creyese que así era.
Sasuke permaneció en silencio. Algo estaba atorado en su garganta que no podía poner en palabras y Hinata lo observó luchar con ello. En su mirada se leía alguna cosa que se removía en su interior, su puño derecho tensándose, apretándolo de tal forma que seguramente creyó pasaría inadvertido para ella. Pensó con algo de alivio que no era la única que luchaba con ocultar sus emociones. Quizás se debía a lo mucho que ambos se habían llegado a conocer en la infancia y lo difícil que era mentir cerca del otro. Si bien su rostro permanecía frío y distante, eran sus ojos los que gritaban la verdad.
Itachi no era como Sasuke. Su cabeza pensaba algo, pero boca, sus ojos y cuerpo decían cosas distintas. Siempre mintiendo de forma tan espectacular que cualquier que no lo conociese como ella lo habría creído cruel, desinteresado y hasta desalmado. Le había tomado tiempo mirar realmente a sus ojos sin sentir vergüenza para encontrar la verdad, su sensibilidad, su preocupación, hasta su amor. Y sólo había encontrado todo aquello cuando él no creía que ella lo miraba.
En ese momento, estaba mirando a Sasuke. Y podía ver claramente lo que quería decirle. Sintió lástima de él por ello.
―Aún puedes venir conmigo ―dijo finalmente.
No era una orden, tampoco una invitación, menos un ruego. Era simplemente una opción que dejaba para ella, tomarla o dejarla era totalmente su opción.
Hinata recordó aquella impresión que había tenido de Sasuke cuando lo vio por primera vez cuando comenzó dicha aventura en el desierto, creyendo que el Uchiha era alguien que no le agradaba escuchar un no por respuesta y lo cuidadosa que había sido para no insultarlo con una negativa.
En ese momento, no le importaba si su silencio era tomado como un rechazo a su ofrecimiento de ir con él. Era absurdo si quiera considerar que ella seguiría teniendo confianza en él después de la manera en que la había utilizado para sus propios fines, adentrándose en lo único que realmente le pertenecía: sus memorias.
Suspiró, su rostro inflexible.
―Mi palabra no es voluble ―respondió finalmente, dándole una última mirada para intentar recordar a ese hermano que había perdido aquella noche de luna llena.
Incluso estando a su lado, tuvo un horrible sentimiento en su pecho, como si acabase de confirmar que aquel niño que había sido parte de su mundo realmente estaba muerto, caminando como un alma en pena hacia el lugar en donde descansaban sus padres y el resto del clan Uchiha. Era una pérdida irreparable, dolorosa más allá de lágrimas o quejidos. Nada podría devolvérselo, a pesar de que estaba frente a ella.
Efectivamente Itachi-san… están todos muertos. ―pensó, cerrando los ojos e inspirando, dejando el aire dentro de sus pulmones por un prolongando tiempo.
Cuando exhaló, los dejó ir. A todos. Cada uno de ellos. A su adorada Hanabi, a su cruel padre, a su frío primo Neji, a su valiente Ko, a Iruka-sensei y a los chicos de la academia, a la dulce Mikoto y el orgulloso Fugaku, a aquel chico Naruto cuya sonrisa la hacía soñar despierta, y finalmente, a Sasuke.
Sasuke, su hermano, su amigo, la única persona en el mundo que realmente comprendía lo que era perderlo todo. La única persona en el mundo que conocía su corazón y ahora también sus recuerdos.
Ya no quedaba nadie allí, y el mundo se había vuelto un lugar extrañamente solitario.
Sólo estaba Itachi, en algún lugar, esperando por ella.
Sasuke permaneció en silencio, un leve toque de antipatía apareciendo en su mirada que hasta entonces se había mostrado apática y perdida. La observó con hostilidad y el orgullo herido. El gesto no pasó desapercibido para Hinata, quien, en vez de rehuir de sus ojos negros, lo observó con una extraña apatía.
Ya no le dolía. De alguna forma, ya ni si quiera le importaba.
―Como quieras ―dijo Sasuke―. Espero que no te arrepientas de tu elección.
―Ni tú de la tuya.
―¿Qué quieres decir con eso?
―Sabes exactamente a lo que me refiero, Sasuke.
Entonces su dureza fluctuó y apareció en sus gestos masculinos algo parecido a la vergüenza y arrepentimiento, que la hacía comprender sin palabras que lamentaba haber llegado a esos extremos en que había forzado su paso hacia las memorias más íntimas que guardaba. No obstante, ese orgullo tan característico en los Uchiha se sobreponía a ello, haciéndola saber que Sasuke jamás se lo diría en voz alta. Lo evidenciaba la rigidez en sus labios, la manera en que sus hombros se habían alzado levemente y el silencio que los acompañaba.
―Ya tienes lo que buscabas ―dijo Hinata como si lo bofeteara con su voz, suave y fría, desprovista de todo cariño que pudo guardarle alguna vez.
―No todo.
Extrañamente, mientras se volteaba para dejarlo atrás, sintió que sus mejillas se acaloraban.
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Ps- lamento tanto tiempo sin actualizar este fic. El próximo acto está casi por completo escrito y es más largo que este.
