18 se miraba el abdomen el aquel momento. Se pasó la mano por el estómago, buscando algún rastro de la operación que Bulma había realizado. Era un gesto que hacía de forma instintiva, pero nunca encontraba nada fuera de lugar. Cuando se vistió, se dio cuenta de que se sentía mejor. Crujió los nudillos y miró a Bulma, que acababa de terminar con su hermano.

— He aprovechado para hacer unas mejoras, ¿Cómo te sientes?

— Más ligera... Creo que... — Hizo una pausa— Tírame esa carpeta.

Bulma obedeció y 18 atrapó la carpeta al vuelo. Una sonrisa involuntaria apareció en su rostro.

— Se te había descompensado el sensor del ojo izquierdo.

— ¿Está relacionado con haber dejado de entrenar? — Preguntó 17, que acababa de vestirse.

— En parte. Ambos sois Cyborgs, así que tanto la parte orgánica como la mecánica están relacionadas. Te puedo buscar unos ejercicios para mantener la concentración.

— Gracias Bulma. Pero creo que entrenaré algo más después de este susto. No quiero estar descentrada si resulta que Gero creó otra monstruosidad para devorarnos... o si hay alguna otra amenaza en camino. Se supone que soy tu guardaespaldas, Bulma.

— Tampoco le quites a Vegeta el protagonismo... no lo soportaría. — Bulma dejó escapar una risa. — Sabes que tampoco me molesta que se luzca y me salve de vez en cuando...

Mientras las chicas reían y 17 expresaba una sonrisa cómplice, Goku abría los ojos en su cama cuando el olor del chocolate caliente llamaba su atención. El lacerante dolor en el pecho que había sentido en días previos parecía haber desaparecido. El medicamento que Trunks le había dado parecía haber hecho efecto. Se levantó y se encaminó hacia el comedor. Chichi y Gohan se encontraban desayunando alegremente cuando Goku llegó a la habitación.

— Goku, cielo... no deberías hacer esfuerzos. — Chichi sonaba genuinamente preocupada, incluso tembló un poco al verlo despierto. — Aún no deberías levantarte.

— Estoy bien. Tampoco voy a ponerme a entrenar ahora mismo, pero puedo andar. ¿Cómo ha estado todo por aquí?

— Ah, ya sabes, lo usual... He preparado caldo, he matado un bioandroide que casi asesina a nuestro hijo y a los Androides... y estaba pensando hacer pasta.

— ¿Te enfrentaste a qué? — Goku no pudo evitar mostrarse emocionado.

La preocupación por Gohan pasaba a un segundo plano al ver que su hijo estaba sentado a la mesa tomándose un chocolate caliente.

— Un androide más del Doctor Gero. Quería matarte a ti y atacó a Gohan, así que... no me lo planteé y lo destruí.

— ¿Lo destruiste?

— Sí, lo hice pedazos cuando intentó atacar a 18.

— Entonces... ¿Estaba al nivel de los otros Androides? ¿Y tú le venciste? Realmente debes haberte vuelto muy fuerte, Chichi.

— Sí, eso parece. — Bufó. — Pude proteger a Gohan, es lo que cuenta.

— Tienes que volver a luchar conmigo entonces. ¡Me muero de ganas de ver lo fuerte que te has vuelto!

— Gohan, tu padre es incorregible. — Suspiró, mientras le servía el chocolate. — Goku, ¿Eres consciente de que hace al menos cinco años que no muestras tantísimo interés en mí?

— Ah... — Goku se quedó sin palabras.

— Pero está bien. Cuando estés mejor, entrenaremos. Sé que puedo aprender mucho de ti para mejorar en combate y proteger mejor a Gohan. Pero no te confundas... no hago esto para divertirte. — Bufó. — Y tómate el chocolate... se va a enfriar.

Bulma estaba preparándose para deshacerse de las piezas de 17 y 18. Una vez estuviera hecho, podría dar por terminado todo el asunto del Doctor Gero. Sentía que se lo debía a los Androides después de todo lo que habían progresado por ella.

Había salido de casa y estaba junto al triturador de basura cuando ocurrió. Una aguja enorme clavándose en su espalda. Bulma apenas pudo ahogar un grito y soltar los componentes en el suelo antes de desplomarse. Cell retiró la aguja, y una expresión enfermiza apareció en su rostro cuando se acercó a las piezas.

— Acabaré contigo ahora mismo...

Cell se olvidó de Bulma en cuanto alcanzó los componentes. Su cola se extendió y, como una aspiradora, los atrapó... una risa enfermiza apareció en su rostro cuando finalmente pudo notarlos entrar en su organismo.

Estaba empezando a brillar cuando una potente onda de Ki le golpeó y le lanzó por los aires. Emitió un quejido, pero la transformación no se detuvo. Vegeta, resplandeciente por su aura de super Saiyan, tenía una expresión de ira absoluta en su rostro. Por una vez, decidió priorizar a Bulma y se acercó, ayudándola a ponerse en pie.

— ¿Estás bien?

— Como si hubiera corrido una maratón, pero viviré... — gruñó. — Acaba con esa cosa...

Bulma apenas tenía fuerzas para andar de camino a casa. Mientras tanto, Cell ya se había incorporado y su transformación se había completado. Vegeta se estremeció ante el enorme ki del monstruo. En su primer encuentro no había sido capaz de percibirlo correctamente.

Pero ahora podía sentir a Goku... a Freezer... a Piccolo e incluso a sí mismo en aquella criatura monstruosa que tenía delante de sí mismo. Vegeta se lanzó en su contra y su puño impactó directamente contra el rostro de la criatura.

— Patético. — Cell se rió y tomó el brazo de Vegeta que, con un giro, se partió como si fuese de cartón.

Vegeta lanzó un quejido y cayó al suelo, tratando de recomponerse. Cell tenía la sartén por el mango, y estaba claro que lo estaba disfrutando.

— Podría desintegrarte ahora mismo como Chichi y tú tratasteis de hacer conmigo. — Extendió su sonrisa. — Aunque admito que... el terror que puedo sentir en tus ojos ahora mismo es intoxicante.

— Cállate y mátame de una vez... — Gruñó él Saiyan. — Si no lo haces, te aseguro que vas a lamentarlo...

— No, no voy a matarte hoy, Vegeta. — Bajó la mano. — Al contrario... quiero que vivas atormentado y sufriendo el tiempo que te queda. Y quiero que todos vean como caes...

— Eres igual de idiota que Freezer... — Vegeta se desplomó.

— Yo creo que soy justo como tú, Vegeta. — Negó con la cabeza. — Os doy diez días. Voy a organizar uno de esos torneos que os gusta tanto... Asegúrate de que Goku participe.

Cell se echó a reír y dio una última patada a Vegeta, que se retorció por el suelo mientras el bioandroide se retiraba volando.

— Maldita sea... — Bulma se acercó, tratando de ayudarle a levantarse. — Ese insecto se cree que soy el cartero de Kakarot...

— Sí... decididamente vivirás. — Gruñó Bulma. — Vamos dentro... haré que nos traigan unas senzu...

No hizo falta llamar a Nadie. Escucharon un leve chasquido y al alzar la vista, pudieron ver a Goku, a Gohan y a Chichi parados frente a ellos con una expresión de confusión en su rostro.

Chichi parecía estar preparada, porque llevaba las semillas Senzu consigo y no tardó en darle una a cada uno. Vegeta emitió un quejido cuando el brazo se le recolocó y se quedó en silencio, a diferencia de Bulma, que dio efusivamente las gracias.

— Sentimos un ki descomunal. — Gohan sonaba aterrado.

— Era confuso, parecía que fuera yo mismo... también tú y Piccolo a la vez. — Goku se tensó cuando hablaba con Vegeta. — También se parecía a Freezer.

— Mi escáner ni siquiera podía medirlo. — Razonó Chichi. — ¿Qué era?

— Cell. — Gruñó Vegeta.

— Pero... si yo misma le hice pedazos... y tú lo desintegraste... Además... ¿Cómo podría ser tan fuerte?

— Ha absorbido los componentes que extraje de 17 y 18... Se ha transformado.

Mientras Bulma y Vegeta les contaban todos los detalles sobre lo sucedido, los diez días que tenían disponibles y sobre el torneo, Goku parecía estar pensativo. Diez días no parecía ser demasiado tiempo y el poder de Cell era monstruoso, sin duda.

— En realidad tenemos tiempo. — Goku sonrió. — Conozco un sitio en el que podremos entrenar un año y que pase un sólo día.

— ¿Qué? — Chichi alzó las cejas. — ¿Me estás diciendo que conoces un sitio en el que el tiempo pasa más lento y no me dijiste nada?

— No pensé que te interesara entrenar allí.

— ¡Al diablo con el entrenamiento, Goku! ¡Gohan podría haberse puesto al día con sus estudios con todo ese tiempo extra!

Vegeta abandonó su mutismo para soltar una carcajada que dejó a Bulma completamente descolocada.

— Tu mujer es sin duda increíble, Kakarot. — Se incorporó. — Háblanos sobre ese lugar para entrenar.

Goku les habló sobre la habitación del tiempo y cómo la había usado de niño. Era algo que emocionó al príncipe cuando lo escuchó. No tanto cuando le habló de las limitaciones. Vegeta no habría tenido problema en pasarse diez años en la sala de entrenamiento continuo, convencido de que saldría de la sala convertido en un auténtico monstruo.

— Bien. Nosotros iremos primeros. — Señaló Goku. — Reune a los Androides. Supongo que ellos también querrán estar presentes. Esto les atañe.

— Bien... después de todo, necesitaré compañeros de entrenamiento. — Bufó Vegeta.

Chichi y Gohan se aferraron a Goku mientras este los transportaba a la atalaya de Kami. El namekiano, además de explicarles sus intenciones de fusionarse con Piccolo y encomendarles encontrar un sucesor para su puesto, les explicó que en la sala habría espacio y suministros para dos Saiyans, lo que provocó que Chichi se enervase.

— No, no vais a entrar ahí sin mí. — Vociferó. — Además, yo no soy Saiyan... soy un Androide... como incluso menos que cuando era humana.

— Bueno, siendo el caso... Es posible que haya suficiente... quizá no se haya repuesta todo para cuando llegue el turno de Vegeta...

— Pero él va a entrenar con dos Androides también. — Espetó la mujer. — Antes dejo que ese tal Cell destruya el mundo que permitir que te pases un año entero ahí dentro con mi hijo a solas. Ya me he perdido más de un año de su vida, estoy cansada de no estar presente. Además, así aprovecharé para ayudarle también con sus estudios.

— Está bien... — Bufó Goku. — Si Kami dice que llegaremos con lo que hay.

— Le pediré a Bulma que traiga raciones para estar seguros, si estás más tranquilo... — Chichi negó con la cabeza. — Con lo que comes lo mismo se ha quedado corto...

Goku se rió... Chichi le siguió, y finalmente lo hizo su hijo, aunque no estaba del todo seguro de qué era tan gracioso. En cualquier caso, tras un par de viajes a Namek con la transmisión instantánea para encontrar un sucesor para Kami, siendo este Dende y tras fusionarse con Piccolo, toda la familia parecía preparada para entrar en la cámara del tiempo. Aún así, esperaron a que Bulma y Vegeta los alcanzaran por insistencia de Chichi. Y fue una buena idea, pues parecía haber traído armaduras para todos.

— Sí, están inspiradas en el diseño de la de Vegeta. — Se volvió hacia Chichi. — Pero para ti tengo algo especial...

— ¿Para mí? — Chichi se señaló a sí misma.

— Por supuesto, tú no podrías llevar una armadura como esa... no son para mujer. — Tosió, molesta. — Vegeta no ha sido capaz de darme demasiada información sobre cómo eran las armaduras Saiyan para mujer.

— ¡Ya te dije que yo era muy joven cuando desaparecieron, no tengo los detalles, mujer! — Exclamó.

— Así que he decidido optar por otra cosa... creo que te gustará.

— Bueno, enséñamelo, ahora estoy nerviosa.

De otra de las cápsulas de Bulma, emergió un arcón que contenía algo de ropa que hizo que Chichi se sonrojase.

— No te has atrevido… — Exclamó, cuando miró las prendas.

— Oh vamos, si te va a quedar genial. Vamos, ve a cambiarte.

Chichi asintió, cogió su ropa y se retiró a una de las habitaciones para cambiarse en privado. Cuando volvió, estaba roja como un tomate. Sí que llevaba una armadura de combate, pero decididamente, era muy distinta a la que Goku, Gohan y Vegeta ya se habían puesto.

— Hacía tiempo que no te veía ponerte nada parecido.

Goku sonrió. Lo cierto es que el atuendo de Chichi era similar al que llevaba cuando se conocieron. Sin embargo, resultaba bastante menos revelador. Sobre una tela azul similar a la que ellos llevaban bajo la armadura, había unas botas y un top de color rosa. Incluso llevaba las hombreras y el casco adornado por una cuchilla. Todo ello forjado en el mismo material que las armaduras.

Sin embargo, la parte inferior estaba visiblemente más protegida, pues había sustituido la antigua placa por una cubierta más amplia que cubría toda la zona. Incluso llevaba guantes a juego.

— Pues debes saber que has cogido mal los colores. — Dijo, roja como un tomate. — Sólo el casco, los guantes y las botas eran de color rosa antes.

— Lo sé. — Bulma negó con la cabeza. — Pero el azul original habría quedado fatal con el traje interior, ¿No crees? Como diseñadora también me tomo mis libertades.

— Gracias… supongo. — Bufó, negando con la cabeza.

— Suficiente. Dejad de perder el tiempo. — Gruñó Vegeta. — Estamos aquí para entrenar, no para que luzcáis las armaduras como si fuera una pasarela. Kakarot, date prisa y entra. Cuanto antes lo hagas, antes podré hacerlo yo.