Sería difícil experimentar con palabras el horror que se experimentó durante los siguientes minutos. Cell los masacró uno por uno, sin piedad. Lo peor es que no los estaba matando, simplemente para disfrutar de su agonía. Chichi estaba paralizada, observando cómo jugaba con ellos, bloqueada en el sitio.

— Sí, eso es... témeme. — Cell rio. — Pronto todos y cada uno de los humanos de este planeta aprenderán a temerme cómo lo estás haciendo tú.

Chichi no respondió. Sus labios no se movían mientras observaba, con horror, y sin pestañear, cómo Goku era descartado y arrojado al suelo una vez más, agónico, pero aún vivo sólo para el divertimento de Cell. Vegeta... Piccolo... Los androides permanecían inertes en el suelo. ¿Muertos, desconectados? Imposible saberlo.

Chichi permanecía bloqueada, su pánico y su rabia acumulándose a partes iguales. Sintiéndose inútil. Odiaba aquella sensación, aquella sensación que la había acompañado toda la vida. Y recordaba exactamente cuando había empezado a sentirla.

No, no fue cuando se casó, no fue cuando se convirtió en un ama de casa anodina encerrada en una casa en la montaña, fue muchísimo antes. Ella era apenas una niña, una niña rabiosa, que desataba siempre una ira desproporcionada.

Su padre la convirtió en una artista marcial para reprimir esa rabia, para controlarla... y desde entonces... se había sentido completamente inútil. Pero nunca se había sentido tan inútil como se sentía en aquel momento. Nunca se había sentido tan inútil y tan frustrada como en el instante en el que Cell levantó a Gohan del suelo.

Gohan apenas podía hacer nada que no fuera emitir quejidos cuando Cell le agarró de la cabeza y empezó a golpearlo en el estómago.

— Y pensar que tú ibas a matarme... — Un golpe particularmente fuerte hizo que Gohan emitiera un quejido y escupiese sangre. — Estúpido mocoso...

— Déjale en paz, bastardo.

Cell se detuvo repentinamente. No por Gohan... ni siquiera por el grito que lanzó Chichi. Lo que le detuvo fue volver a Sentir el ki de la mujer repentinamente. No sólo lo sintió, si no que se da cuenta de que estaba creciendo rápidamente.

Una explosión de poder había envuelto a la humana en una montaña de polvo que empezó a despejarse lentamente. Cuando lo hizo, Chichi estaba envuelta en un aura blanca, su cabello moreno se había tornado de ese mismo color, y caía sobre su rostro de forma desordenada, pues el moño se había deshecho. Sus ojos eran de un vivo color rojo.

Pero lo que hizo que Cell sintiese miedo fue la expresión. Todo el miedo que Chichi tenía momentos antes había desaparecido. En sus ojos había rabia. Una rabia fría como el hielo que hizo que la sangre en las venas de Cell se quedase en suspensión.

— Aparta tus manos de mi hijo...

Cell... lo hizo. Ni siquiera lo pensó. Fue un acto instintivo. La presión del Ki de Chichi le hizo actuar sin pensar. Ni siquiera era tan poderosa... No al menos en comparación con su poder actual. Pero había algo en ella, algo antinatural que lo hizo estremecerse.

Los humanos no podían hacer lo que Chichi acababa de hacer. Los humanos no se transformaban como los Saiyan... El pánico y la curiosidad estaban golpeando a Cell por igual. El cabello de Chichi se agitaba mientras la mujer se acercaba en su dirección.

— ¿Qué clase de poder es ese? — Preguntó cuando estuvieron uno frente a otro.

— No lo sé. — Chichi respondió tajante. — Ni tampoco me importa.

Chichi lanzó una explosión de energía a quemarropa que lanzó a Cell por los aires. Se inclinó sobre Gohan y colocó sus manos sobre él, sólo para comprobar que siguiese vivo. Pudo sentir su corazón latiendo débilmente.

Y pudo sentir la batería en su propio interior... esa batería que en aquel momento no le estaba suministrando energía... La drenó... pudo notar cómo el Ki recorría su cuerpo y llegaba al de Gohan, que abrió los ojos y recuperó rápidamente el aliento.

— Gohan... ¿Estás bien?

— ¿Mamá? ¿Eres tú? ¿Qué te ha pasado?

— No importa. — Respondió. — No importa si tú estás bien.

— Sigo herido... pero ya no estoy cansado.

— Bien, quédate aquí... acabaré con Cell.

— No. — Gohan emitió un quejido. — Lo haremos juntos. Debemos asegurarnos de que esta vez no quede nada. Si vuelve otra vez será imparable.

Chichi gruñó, más que dispuesta a encargarse de ella por sí misma, pero entendía que Gohan tenía razón. Si hubieran intervenido antes, si hubieran actuado juntos… Si Chichi no hubiera insistido en guardar a Gohan como último recurso… los resultados habrían sido distintos.

Y esta vez, se aseguraría de que lo fuera. Cuando Cell volvió a ponerse en pie, madre e hijo estaban en sus poses de combate, y aunque Gohan estaba herido, su energía estaba desbordándolo.

Chichi fue la primera en atacar, dado que estaba en perfecto estado. Era increíblemente rápida, increíblemente poderosa. La luchadora que había sido antes había desaparecido, sustituida por una calmada y fría combatiente que no mostraba la menor piedad.

Gohan tampoco ponía las cosas más fáciles. Aún herido, parecía haber entrado en un estado más calmado también, en perfecta sincronía con las técnicas de Chichi. Cell sólo pudo sentir, con horror, cómo había pasado de tener una clara ventaja a ser un juguete que madre e hijo intercambiaban en una sucesión constante de golpes.

Cuando uno de los dos parecía agotarse, lo enviaba al otro para continuar con la paliza. Cell entendió finalmente a lo que Gohan y Chichi se referían cuando decían que no disfrutaban de la batalla, que no les interesaba nada más que no fuera acabar con la amenaza.

Y es que, efectivamente, no se estaban divirtiendo, no estaban jugando. No querían medir su fuerza. Sólo querían acabar con su existencia lo más rápido posible y los errores no entraban en aquella fría y calculada masacre.

No podría aprovechar la fisiología Saiyan para ganar poder si no sobrevivía... y ellos lo sabían. Esos fueron sus últimos pensamientos antes de que Chichi concentrase su Ki en sus manos, no para formar esferas, si no garras que emergían de sus dedos, y que cortaron a Cell como si fuera mantequilla antes de que Gohan se asegurase esta vez de pulverizarlo con un poderoso Kamehameha.

— Lo hicimos... — Susurró. — Esta vez no ha quedado nada... ¿Verdad?

— Sí... lo logramos... hijo... — Susurró Chichi.

Cuando el cabello de ambos recuperó su color negro, Chichi notó una pesada sensación que la invadió, un fuerte dolor en sus entrañas que la hizo vomitar una sustancia densa y negra... antes de desmayarse. Cuando abrió los ojos, se encontraba en una cama en la corporación capsula.

— Finalmente te despiertas, dormilona. — Bulma estaba a su lado, revisando su estado.

— Gohan... ¿Está bien? — Bulma negó con la cabeza.

— Gohan está bien, Goku está bien... Vegeta está bien... todo el mundo está bien, Chichi. — Bulma sonrió. — Tú eres la que estaba peor cuando llegaste.

— Pero... la Senzu... no entiendo. Yo estaba bien...

— Gohan cuenta que... te transformaste, ¿Es cierto?

— Sí... pensaba que los humanos no hacíamos eso. — Chichi bostezó. — Cell estaba aterrado...

— Quizá tuviera que ver con que seas un androide... quizá con otra cosa... pero, en cualquier caso, los componentes que te instalé no estaban preparados para algo así... cuando llegaste a la mesa de operaciones... los habías fundido.

— ¿Que los fundí? — Chichi alzó una ceja.

— Llegué a temer perderte. — Reconoció Bulma. — Tuve que pedir ayudar a varios cirujanos... pero conseguimos extraer todo.

— ¿Significa que soy humana de nuevo? ¿Del todo?

— No realmente... — Bulma negó con la cabeza. — Debía asegurarme de mantener todo como estaba, por si acaso... así que he renovado toda la maquinaria. Piezas nuevas, con unas cuantas mejoras.

— Pero... ¿Y si volviera a transformarme?

Bulma negó con la cabeza.

— Sin problema. Las piezas no sólo son más resistentes, si no que incorporan un nuevo limitador. Si tu poder escalase demasiado rápido, se detendrían... anulando los daños.

— Bulma... de verdad que eres un genio.

— Sí, lo soy. — Alargó la sonrisa. — De momento, descansa... De la cena de esta noche me ocupo yo.

— Quiero prepararle a Gohan su pastel favorito. — Gruñó, tratando de levantarse con un quejido.

— No, no te muevas. Escucha, dame la receta y...

— Es un secreto de familia... — gruñó ella.

— Está bien, está bien. — Dijo Bulma. — Aunque yo habría puesto ese pastel lo tercero en tu lista de prioridades.

— No hay nada más importante para mí que hacer feliz a mi hijo. — respondió Chichi, alterada.

—Lo sé, lo sé... pero tu recuperación debería ser lo primero... y luego está lo de los periodistas.

— ¿Periodistas? ¿Qué periodistas?

— Bueno, verás... es posible que tu combate con Cell se haya retransmitido en la televisión nacional... y que ahora todo el mundo quiera conocer a los salvadores de la tierra.

— ¿Qué? Nadie va a entrevistar a Gohan. Ya tiene bastante de lo que ocuparse. No quiero que sea famoso.

— No, pero... tú, en cambio... estoy segura de que podrías sacarle tajada. — Bulma le guiñó un ojo. — Imagínatelo... podrías tener tu propio programa de televisión... Seguro que todo el mundo quiere saber más de ti ahora.

— Sí... pero supongo que eso puede esperar a mañana, ¿Verdad?

— Puedo retener a la gente, sí. — Bulma sonrió. — Y también puedo dejarte uno de mis vestidos, tu ropa está hecha un desastre después de la pelea.

Chichi iba a responder, pero prefirió acomodarse entre las sábanas y dormir un poco más. Se despertó a tiempo para preparar el pastel, sin embargo.

Durante la cena, Gohan estuvo de acuerdo en no intervenir en las entrevistas. Al igual que su padre y Vegeta, no querían el revuelo mediático.

— 17, 18... ¿Vosotros queréis?

— No estaría bien. — Comentó 17.

— Somos en parte responsables de lo ocurrido. — 18 negó con la cabeza.

— Eso no es verdad. — Recapituló Bulma. — Vosotros no tenéis culpa de lo que hiciera Gero.

— Aun así... aunque siempre quise ser famosa y rica... no quiero serlo gracias a algo que tenga que ver con él. — Bufó 18. — Creo que te quedarás todo el protagonismo para ti, Chichi.

— Aceptaré la fama y la fortuna a regañadientes. — Dijo Chichi, levantando su copa. — Quiero brindar por un futuro brillante y pacífico.

Goku levantó la copa y brindó con ella. Había sido un día duro, pero que quedaría para el recuerdo. Y Chichi se sentía genuinamente feliz de haber formado parte.

7 años más tarde

Los rayos del sol entran a través de los ventanales de una habitación enorme. Una Chichi para la que no parece haber pasado un sólo día desde su encuentro con Cell, dormita apaciblemente en la cama cuando Goku trató de levantarse en silencio para no despertarla.

— ¿Vas a alguna parte? — La mujer lo miraba fijamente sobre la cama.

— Oh... yo iba a... — Goku se puso rojo como un tomate. — A despertar a los niños, claro...

— A nuestro hijo mayor de edad y a sus hermanos... en sábado... y tratando de no despertarme...

— Yo... bueno.

— Goku... ¿Qué te he dicho?

— Que no te mienta... — Bufó el Saiyan.

— ¿Y bien?

— Iba a entrenar con Vegeta esperando que no enterases...

— Por supuesto que ibas a entrenar con Vegeta esperando que yo me quedase dormida... — Puso los ojos en blanco. — Pero hoy no. Hoy es el cumpleaños de Gohan y te vas a quedar, me vas a ayudar a preparar el pastel, y vas a ser un buen padre. No tienes ninguna prisa por entrenar.

— Oh, pero dentro de una semana es el torneo de artes marciales... Sabes que voy a participar. No quiero que Vegeta me adelante.

— Escúchame bien, Goku... me habías dicho que Vegeta no sabía nada sobre esa nuestra transformación tuya, ¿Verdad?

— Oh... te refieres a... — Goku se acercó y habló en un susurro. — El Super Saiyan 3...

— Sí... esa. Si hoy te comportas, mañana yo entrenaré contigo y lo refinaremos juntos, ¿Qué te parece? Hace tiempo que yo no refuerzo mi transformación.

— ¿Tu estado de bestia? — Goku sonó emocionado. — Hace tiempo que no lo usas en combate, ¿Cierto?

Y era cierto. Chichi usaba más aquella transformación para lucir elegante con algunos de sus conjuntos que para combatir en aquellos tiempos. De hecho, el elegante cabello plateado de la famosa heroína era la comidilla de las revistas de moda cada vez que los honraba con ella.

— No me gusta que lo llames así.

— La llamaría de otra manera, pero tú has insistido en no ponerle nombre. — Bufó Goku. — Deberías poner nombre a las transformaciones.

— ¿Si le pongo nombre dejarás de llamarme Bestia? — Chichi alzó una ceja.

— Lo dices como si fuera algo malo.

— Lo es. — Chichi tosió. — No soy una bestia... Soy una señorita refinada. La heroína de Gohan city y presentadora de mi propio programa de cocina.

Chichi recordó con añoranza cuando le ofrecieron el honor de llamar a la ciudad en su nombre, y ella intercedió para que le pusieran el nombre de su hijo en su lugar pues, en sus palabras "él era el verdadero héroe". Y era cierto que era refinada... Lo cierto es que la vida en la ciudad, su trato con Bulma y con los miembros del equipo del programa habían suavizado su forma de expresarse.

— Lo sé... aunque... a mí me gusta cuando eres un poco bruta, Chichi...

Chichi se sonrojó un poco y tosió.

— Oh, no trates de camelarme, Son Goku... tenemos trabajo que hacer y tú tienes que moler la harina.

— No intento camelarte... sabes que no soy lo bastante listo para engañarte.

— Ni falta que hace... — Chichi dejó escapar una risa. — Menos charla y más trabajo... a la cocina.