El vigésimo quinto torneo de artes marciales estaba a punto de celebrarse. Había muchos participantes, pero sin duda, no había nadie que estuviera tan emocionado como tres personas. Goku, Vegeta y Videl eran los participantes que más emoción destilaban. Pero había muchos más contendientes, algunos de lo más extraños. Chichi no pudo evitar mirar a dos hombres con orejas de punta y extraños pendientes que no parecían precisamente luchadores.

— Hey, Piccolo… ¿Sabes algo sobre esos dos? — Le preguntó Chichi. — No me dan buena espina.

— Tengo la sensación de que los conozco de algo, pero no sé de qué. — Gruñó él, frustrado. — Mantendré un ojo en ellos.

Aquel torneo debía ser sólo un pasatiempo, por eso a Chichi le extrañaba el mal presentimiento que tenía. No solía equivocarse. Pero después de la ceremonia inaugural, y de que Krillin tuviera su primer combate con normalidad, se relajó un poco. Gohan estaba a su lado y estaban comentando el torneo.

— ¿Crees que Vegeta tendrá algún truco bajo la manga? — Preguntó. — Porque con esa nueva transformación de tu padre… no le veo posibilidades.

— Quizá Vegeta también haya aprendido a usarla. Lo hizo con el Super Saiyan 2… quizá se haya olido la tostada aún con todo el secretismo de papá.

— Bueno, a tu padre no se le da demasiado bien ocultar secretos y entrenan juntos todas las semanas. — Chichi sonrió. — Pero ha estado intentando que sea su gran sorpresa y carta del triunfo.

— Bueno, gane quien gane dudo que el resto del torneo sea muy interesante. — Gohan se encogió de hombros. — Está claro que el ganador de ese combate tendrá el torneo en sus manos. ¿Qué haremos con el dinero si gana Papá?

— Déjale que se lo quede para sus caprichos. — Chichi se encogió de hombros. — No es que tengas muchos, pero tener su propio dinero le hará sentirse útil… imagino.

Gohan iba a contestarle a su madre que a su padre probablemente sentirse útil le importaba muy poco cuando Piccolo se retiró inesperadamente de su combate. Esto hizo que Chichi volviese a tensarse cuando el namekiano volvió a acercarse a las gradas.

— Vaya… sabía que había algo que me llamaba la atención, pero… ¿Retirarte? — Chichi alzó una ceja. — ¿Es peligroso?

— No tienes que preocuparte por él, de verdad. — Piccolo parecía tenso. — Es de los buenos, en serio.

— Bueno, si me lo dices tú… — Chichi suspiró. — Sigo teniendo el presentimiento de que me ocultas algo.

— Mamá, si Piccolo dice que está bien, no tienes que preocuparte.

— Lo sé, Gohan… lo sé. — Suspiró ella. — Bueno, es el combate de Videl.

Gohan apartó la mirada de su madre y la dirigió directamente hacia el escenario, lo cual hizo que ella sonriese. Quién sabe, quizá lo de tener nietos no estaba tan lejos, después de todo.

Sin embargo, esa sonrisa se redujo cuando vio al adversario de Videl. Si el combatiente misterioso con el que Piccolo había rechazado luchar había hecho que dudase, con este hombre no tenía dudas en absoluto.

— ¿El torneo no tiene una política contra el uso de esteroides? — Bufó Chichi.

Aquel hombre, llamado Spopovich, tenía una masa muscular tan exagerada que daba toda la impresión de que fuera a explotar. Sumado a eso, tenía una M tatuada en la frente. Eso no le hacía ninguna gracia, al contrario, la hizo estremecerse.

Pero Videl no parecía estar preocupada. Había entrenado con Gohan, con Goku… e incluso había podido practicar un poco con Chichi. Estaba confiada. Una confianza que sintió que no estaba justificada.

No importaba cuanto golpease a aquel monstruo, no retrocedía. Y cada uno de sus golpes dolía como si un camión la hubiese golpeado. Ella sabía que Chichi y especialmente Gohan se contenían con ella, pero aquel hombre no lo estaba haciendo en absoluto. Aquel desgraciado quería acabar con su existencia y no se detenía.

— Ni se te ocurra moverte del sitio, Gohan. — Chichi comprobó que su hijo se había movido del asiento y no se lo permitió. — Si lo haces dudo que te lo perdone nunca.

— Mamá… la está torturando. — Gruñó Gohan, apretando los puños.

— Y ella ha decidido no rendirse. — Le recordó.

— Pero…

— Gohan, esto es importante para ella. — Le dijo, sin apartar la vista del escenario.

Videl no lo entendía, pero sí que recordaba algunas palabras que Gohan y Chichi habían compartido con ella. Ella sabía que no podría ganar el torneo desde el principio. No con Goku y Vegeta participando… no al menos con fuerza bruta… y esta tampoco era una batalla que pudiera ganar de esa manera. Sonrió, a pesar de que se sentía herida.

— ¿Eso es todo? — Dijo, con más confianza de la que sentía, pero mostrándose más vulnerable de lo que en realidad estaba. — ¿No sabes pegar más fuerte?

Spopovich, que en ese punto parecía más un animal que una persona, picó el anzuelo, se lanzó contra Videl lanzando un rugido y con el puño en alto, dispuesto a dar el que, probablemente, sería el golpe final. Decididamente… no esperaba que Videl pegase un salto y se mantuviera en el aire.

Videl sabía que sólo necesitaba una abertura, que bajase la guardia, y ese fue su momento. Cayó sobre Spopovich y usó todo su peso, sumado a la gravedad, para empujarlo hacia el suelo. Y no al suelo del Tatami. Spopovich impactó contra la hierba. Y, por si Videl tenía dudas, el comentarista no tardó en anunciar su victoria.

Agotada, sanguinolenta y completamente derrotada… pero, irónicamente, victoriosa, Videl se dejó caer en el escenario y emitió un suspiro de alivio. Gohan tenía razón. Era capaz de mucho más, aunque no fuese la más fuerte.

— Un momento, Spopovich se está levantando. ¡El combate ha terminado! ¡Deténgase! — Exclamaba el presentador.

Pero Spopovich no parecía dispuesto a detenerse. La derrota parecía haber anulado por completo su capacidad de raciocinio. Se lanzó contra Videl en un ataque completamente desmedido. Parecía genuinamente dispuesto a matar. Gohan estaba a punto de intervenir, cuando se dio cuenta de que el asiento a su lado estaba vacío.

Escuchó un choque y cuando miró al escenario, se percató de que el puño de Spopovich acababa de impactar contra un escudo de Ki formado por una Chichi que no parecía estar dispuesta a aguantar tonterías.

— El combate ha terminado, has perdido. Deja a esa muchacha en paz o te juro que lo vas a lamentar.

— ¡Alguien ha saltado al escenario! — El comentarista se detuvo un momento. — ¡Es la legendaria Chichi!

Todo el mundo se inclinó sobre sus asientos para verla bien. Chichi mantenía una mirada fría en sus ojos oscuros. Poco o nada le importaba todo aquello más allá de salvar a Videl, que en aquel momento estaba renqueando fuera del escenario. Esperaba que Goku tuviera una senzu que darle. Juraba que había cogido unas cuantas.

Spopovich no hizo caso, golpeando con todas sus fuerzas el escudo de Ki de Chichi hasta que se rompió y buscando golpearle la cara… pero Chichi esquivó el golpe.

— Te he advertido… y has decidido ignorarlo.

El aura de Chichi comenzó a intensificarse cuando adoptó su transformación. La enorme presión de su ki llamó la atención del compañero de Spopovich, Yamu, que se encontraba escondido entre el resto de contendientes. Quizá aquella fuese la energía que necesitaban.

— Espero que disfrutes de tu estancia en el hospital.

Chichi no tuvo paciencia. Videl le había demostrado que aquel monstruo no era de papel, que no era un humano normal. Así que sobreviviría a lo que tenía planeado para él. Su puño se envolvió en Ki, generando parte de la armadura que había usado en su combate contra Goku, y le golpeó en el estómago. Spopovich salió despedido contra las gradas, impactando y cayendo sobre la hierba, esta vez no se levantó.

— Y, con un solo y devastador Golpe, Chichi ha derrotado a su adversario. ¡Otra gran muestra de talento de nuestra heroína local!

Chichi sonrió al público, y estaba a punto de saludar, cuando sintió que no se podía mover. Repentinamente, alguien la atacó por la espalda… y se quedó completamente rígida. Pudo sentir una enorme aguja que se clavaba y que la drenaba, cómo empezaba a agotarse.

¿Sería aquello lo que sintieron las personas a las que drenó Cell? ¿Acaso el monstruo había vuelto a vengarse? Ella no pudo ver a Yamu a su espalda, por lo que no supo qué la había atacado hasta que Gohan intervino y la liberó.

Pero Yamu ya tenía lo que quería. Agarró a Spopovich y salió volando con su compañero a rastras. Chichi lanzó un rugido y los persiguió, ni siquiera se lo pensó. Fue entonces cuando vio al combatiente que había estado enfrentándose a Piccolo, su compañero, al propio Piccolo, a su marido, a Vegeta y a Videl aproximarse. Efectivamente, Goku parecía tener una Senzu y la muchacha parecía estar recuperada.

— Relaja un poco, Chichi… deja que el Kaio Shin te explique la situación.

— ¿La situación? — Chichi frenó un poco para poder escuchar la conversación. — ¿De qué situación estamos hablando?

Chichi escuchó atentamente las explicaciones del Kaioshin. La posible resurrección de una poderosa criatura llamada Majin Bu, cómo usaría la energía de los combatientes y cómo eso había llevado a que intervinieran durante el torneo. Incluso le confesó que había sido él quien la había bloqueado en el sitio para facilitar que Yamu la drenase.

— Entonces… ¿Drenan la energía de aquellos que combaten con sus subalternos? — Preguntó Chichi.

— Así es. — Respondió Shin.

— Bien, entonces, tengo un plan. — Dijo, frenando un poco. — Debo llamar a 17 y 18.

— Claro. — Puntualizó Gohan. — Son Androides, no podrán tomar su energía.

— Ni la mía, si no me transformo. — Chichi sonrió.

— Si lo gestionamos bien no conseguirán ni una sola gota de energía extra. — Puntualizó. Hizo una pausa. — Y por eso mismo… Videl, tengo que pedirte que te marches.

— Pero… yo quiero ayudar. — Suspiró ella.

Le hizo un gesto a Gohan y él y el resto se adelantaron mientras Chichi se quedaba a solas con Videl. La muchacha estaba nerviosa, su cabello estaba revuelto. Las coletas se habían deshecho en su combate contra Spopovich y se la veía cansada después del vuelo.

— Lo sé. — Apartó la mirada. — Sé exactamente lo que sientes.

— ¿Tú? Tú eres una heroína…

— Escuchaste lo que dijo Gohan antes, ¿Verdad? — Videl tragó saliva. — Que soy un androide, ¿Cierto?

— Sí…

— En realidad sería más apropiado decir que soy un Cyborg… no nací en un laboratorio. — Chichi le fijó la mirada. — No siempre fui así. Hasta poco antes de la llegada de Cell, yo era una humana, corriente y moliente. Entrené un poco en artes marciales, pero no era nada comparada con lo que soy ahora.

— ¿Dónde quieres llegar?

— Tú viste a mi marido… es ridículamente poderoso… y él siempre ha sido así. Desde que era un niño. Así que, durante años, tuve que quedarme en casa esperándole, sin hacer nada.

— Me cuesta imaginarte así.

Chichi se acercó y puso sus manos sobre los hombros de Videl.

— Lo sé… Y por eso mismo no permitiré que tú tengas que pasar por eso… — Chichi la miró fijamente. — Encontré mi sitio, y ten por seguro que encontraremos el tuyo.

— Encontrar mi sitio. — Videl bajó la mirada. — Quiero ser útil.

— Serás útil… te lo prometo. — Videl emitió un quejido, Chichi había apretado la mano que sujetaba su hombro con más fuerza de la que quisiera. — No te quedarás atrás… Eres fuerte… pero aún es pronto para ti. Tienes mucho que aprender.

— ¿Me enseñarás?

— Gohan continuará enseñándote… y yo también. Hay más maestros que puedo presentarte…

— Está bien. Me iré esta vez… pero la próxima… estaré ahí.

— Y ahora… hazme un favor y gana ese torneo.

— Oh… — Videl alargó la sonrisa. — Eso sí que puedo hacerlo.

Y así, ambas mujeres se separaron, tomando decisiones opuestas. Cuando Chichi llegó hasta donde se encontraban sus compañeros, habían ocurrido muchas cosas. Los Androides estaban ya allí. Los primeros subalteros de Babidi habían caído con suma facilidad ante los Androides. Y en aquel momento, 18 estaba ocupándose de Dabura.

— ¿Cómo han llegado tan rápido? — Preguntó, tras aterrizar.

— Transmisión instantánea.

— ¿Dónde están Piccolo y el compañero de Shin?

— Piccolo y Kibito se han convertido en piedra. — Gruñó Gohan. — Ese diablo de ahí los ha transformado. Ten mucho cuidado si trata de escupirte.

Chichi miró a Dabura con odio.

— Maldito bastardo. Te crees que puedes venir aquí y amenazar a todas las personas que quiero…

Mientras tanto, Dabura estaba teniendo una conversación mental con Babidi. Aquello estaba saliendo terriblemente mal. No habían conseguido drenar una sola gota de energía de sus batallas. La idea de Chichi había sido correcta. No habían conseguido absolutamente nada. Ni una sola brizna de la energía de sus batallas.

Así pues, Dabura aprovechó una distracción de 18 para desaparecer y retroceder al interior de la nave. Necesitaban un nuevo plan.

— ¿Qué están intentando? — Preguntó 17.

— A mí me parece que sólo está huyendo con el rabo entre las piernas… por cierto, no me he fijado… ¿Tenía uno? Literalmente, quiero decir.

— ¿Importa? — Preguntó Chichi.

— Supongo que no. — 18 alargó la sonrisa. — Lo que importa es que voy a contar esto como horas extra.

— No te preocupes, te pagaré. — Chichi negó con la cabeza. Miró a Shin.— ¿Alguna idea de qué planean?

— Nada bueno… Babidi tiene terribles poderes. Puede alterar la mente de la gente, buscar cualquier indicio de maldad para convertirlos en sus marionetas.

— Sí, eso ya lo ha intentado.

— ¿Vegeta?

— Hará como 5 minutos, se me ha metido en la cabeza…

— ¿Y… estás bien? — Preguntó Chichi, tensa.

— Por supuesto que estoy bien. — Vegeta negó con la cabeza. — Soy el príncipe de los Saiyans, no voy a dejar que un imbécil se me meta en la cabeza y me diga qué tengo que hacer. No soy estúpido.

Se volvió hacia Goku.

— Pero recuerda que, con torneo o sin él, aún tenemos un combate pendiente.

— Por supuesto, Vegeta. Siempre podemos hacerlo la semana que viene.

Goku le enseñó el pulgar, y Vegeta devolvió el gesto.

— Una vez solucionado eso… ¿De qué más debemos preocuparnos?

— Bueno, Babidi no puede aprovecharse sólo de la maldad… también puede meterse en la mente de la gente y ver sus recuerdos. Puede usar el miedo… u otros sentimientos terribles… pero eso es más complicado… Tendría que busca una raíz de un resentimiento muy intenso entre los presentes.

Y entonces, Chichi se desplomó. Babidi no le susurró como a Vegeta… no le dijo nada… pero sí que le mostró algo… le mostró algo que ella ya sabía que había ocurrido, pero que jamás había visto.

Efectivamente, le estaba mostrando recuerdos… pero no los suyos. Le mostró los recuerdos de Gohan… y los de Vegeta. Babidi había intentado encontrar miedo u odio en todos los presentes. No pudo controlar a ninguno de ellos. Pero encontró algo que podía aprovechar.

Un amor total y desmedido por un ser querido. El miedo a que le dañaran, y nada más y nada menos que a una de las personas que le había causado muchísimo daño a ese ser querido… todo en la misma habitación. Aquello hizo que tanto él como Dabura sonrieran con absoluta malicia.

Cuando Vegeta quiso darse cuenta, tanto él como Chichi estaban en un lugar distinto. Habían sido teletransportados a otro yermo muy similar… pero a uno muy concreto… aquel en el que se había enfrentado con Goku por primera vez.

— ¿Chichi? — Preguntó, confuso.

Chichi se había transformado. Su aura plateada era más intensa que nunca, sus ojos de un rojo mucho más intenso, y había una expresión cruel en su rostro.

— Maldito monstruo alienígena… — Su voz era fría, Cruel. Vegeta se estremeció. Chichi sólo se había comportado así una vez, en su combate contra Cell.

— Chichi… Está claro que Babidi está intentando utilizarte.

— ¿Sabes qué es gracioso? Sé que tienes razón… sé que estoy siendo estúpida. — Chichi elevó su Ki. — Pero has herido a mi niño… y te voy a hacer pagar.