Capítulo 69: Draco puede decir que ha sido echado de mejores lugares.

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Había una vez una pequeña niña, era muy pequeña pero su padre no la quería, tenía miedo de ella, porque una vez le advirtieron que sus hijos serian peligrosos para él. Su padre nunca la amo, pero uno tras otros sus hermanos fueron llegando, porque eran 6 y ella era la mayor que debería protegerlos. Su deber era cuidar de sus hermanos pequeños, así que Hestia piensa que cuando todo termine, van a estar bien.

No lo hacen.

La paz no dura mucho.

Siempre hay luchas, siempre hay guerras, siempre hay tanto que hacer.

No quiere casarse.

Porque su padre devoro a su madre, porque el amor no puede ser real para ella, porque su familia esta simplemente maldita.

Entonces lo conoce.

No importa que haga, no importa cuantas veces intente ayudar a sus hermanos, es como si la historia se repitiera una y otra vez. También todos la dejan de lado, cada día parece que su poder se desvanece mientras que sus hermanos menores parecen obtener el control de todo y Hestia puede con eso, está segura que no hay problemas con eso.

Pero se siente…sola.

—Madre me dijo que las promesas tienen que cumplirse—habla el niño, es joven, su rostro es afilado y sus ojos azules parecen tragarla.

Orion lo llamaron.

Hestia había visto a Zeus ver con malos ojos al niño, por una profecía de Apolo, pero ella no sabía mucho del tema y no quiso interponerse.

Igualmente.

Orion era curioso.

Amaba mucho a su madre estigia y a su padre mago Perceus, incluso a sus otros hermanos menores, era el primer mestizo en unir ambos panteones y todos estaban emocionados por el niño. Destacaba entre sus hermanos, su poder parecía equilibrado en lugar de sus hermanos magos que no tenían poderes del olimpo. Un niño destinado a grandes cosas.

O eso pensaba ella.

—Las promesas son importantes—asegura Hestia con una sonrisa, a lo cual Orion la ve curioso.

Su mirada es interesante.

Le agrada esa mirada.

Tiene una llama en estos.

—Yo no fallo mis promesas—habla el niño de forma inocente, casi infantil mostrando sus dientes y Hestia no puede más que reírse.

Hay algo en el corazón de este niño, que parece borrar un poco el dolor, alguien que cambia, no ocupa ser profeta para saberlo, pero Orion parece ser simplemente alguien diferente y Hestia se pregunta si al fin al igual que sus hermanos encontró alguien a quien poder llamar campeón.

—Tal vez pueda ayudarte—susurra Hestia emocionada y Orion sonríe igual.

No puede.

No como ella quiere.

Y cuando piensa que la historia se repite con Patroclo se lo arrebatan de la mano.

3.

3 héroes.

Ahora es el turno de Draco.

Con lo cual Hestia se pregunta si por fin, en esta tercera oportunidad, hay una esperanza para que las cosas salgan bien.

Ya casi es el momento.

Y no sabe que tanto podrá ayudar esta vez.

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Draco ve el viaje pasar frente a sus ojos aun algo confundido de la anterior lucha, todo parece un poco borroso, pero Percy no quiere hablar del tema y tanto Hazel como Frank no pueden verlo a los ojos al inicio, por lo cual todo es confuso.

4 horas.

Eso es lo que tardó el caballo más rápido del mundo en ir desde Alaska hasta la bahía de San Francisco, yendo por el agua por la costa noroeste.

Eso también fue lo que tardó a la memoria de Percy de volver por completo. El proceso había comenzado en Portland cuando se bebió la sangre de la gorgona, pero su vida pasada seguía siendo exasperantemente borrosa como este explico. Entonces, cuando se adentraron en territorio de los dioses olímpicos, Percy lo recordó todo: la guerra contra Cronos, su hermano Tyson y sobre todo a Annabeth, varios meses juntos como pareja y entonces BUM. Había sido abducido por la alienígena conocida como Hera. O Juno, lo que fuera.

No fue la mejor explicaron, especialmente porque se volteo a verlo con traición infinita.

—Cerraste tus vínculos otra vez conmigo—

—Sigue explicando, tenemos que ponernos al día—

Draco lucia nervioso, Percy le dio una mirada de que eso no estaba terminado.

Al parecer estaba más enojado con Juno que con Draco, por milagro.

Ocho meses de su vida robados. La próxima vez que Percy viera a la Reina del Olimpo, iba a darle una bofetada divina en toda su olímpica cara.

Cuando dijo eso, Draco quiere estar en primera fila.

Ignorando a sus amigos que estaban preocupados, ahora por ambos, lo peor sería que salvar a ambos campamentos sería solo el principio. Según Alcioneo, la verdadera guerra sucedería muy lejos de allí, en la tierra natal de los dioses. Los gigantes intentarían atacar el verdadero monte Olimpo y destruir a los dioses para siempre.

Insiste que es un martes cualquiera, pero detalles.

También le parece curioso que diera la información tan fácilmente.

Suena a trampa.

Como siempre.

Draco sabía que los gigantes no podrían morir a no ser que los semidioses y los dioses lucharan juntos. Nico se lo había dicho. Annabeth también lo había mencionado, en estos meses de preparación, cuando había especulado que los gigantes serían parte de la nueva Gran Profecía: la que los romanos llamaban Profecía de los Siete. (Eso es lo mejor de salir con la chica más lista del campamento: que aprendes cosas nuevas).

Alcioneo no murió.

Pero quedo mal.

Si tan solo pudiera hacer eso con otros titanes, pero Percy fue claro en no dejarlo intentar eso de nuevo.

Era peligroso.

¿Para quién era peligroso?

Draco no está seguro.

No quiere pensar que para otros y no para él.

Percy entendía el plan de Juno y lo explico a los demás: unir los semidioses griegos y romanos para crear un equipo de élite de héroes y entonces, de alguna manera, convencer a los dioses de luchar junto a ellos. Pero primero, debían salvar el Campamento Júpiter.

La costa comenzó a parecerle familiar. Pasaron por el faro de Mendocino. Justo después, el monte Tam y el cabo Marin salieron de entre la niebla. Arión pasó por debajo del puente Golden Gate adentrándose en la bahía de San Francisco. Entraron en Berkeley y luego se dirigieron hacia las colinas de Oakland. Cuando llegaron a la cima de una colina encima del túnel Caldecott, Arión frenó como de repente, con su pecho subiendo y bajando, respirando fuerte. Hazel le golpeó el costado con cariño:

—Lo has hecho bien, Arión. —

El caballo estaba demasiado cansado como para maldecir:

—Por supuesto que lo he hecho bien, ¿qué esperabas? —dijo el caballo según explico Percy.

¿Es raro que Percy hable con un caballo?

Es lo más normal hasta ahora, si lo piensa Draco.

Percy y Frank se bajaron del carro. Percy deseó que hubiera habido asientos cómodos o al menos un servicio de catering. Sus rodillas temblaban y sus articulaciones estaban tan entumecidas que apenas podía caminar. Si entrara en batalla así, el enemigo le llamaría Jackson-tembleques.

Frank no parecía estar mucho mejor. Cojeó subiendo hasta la cima de la colina y miró hacia el campamento.

—Chicos… tenéis que ver esto. —

Cuando Percy y Hazel se le unieron seguidos de un adormilado Draco, el corazón de Percy dio un vuelco. La batalla había comenzado, y no iba nada bien. La Legión XII estaba desplegada en los Campos de Marte, intentando proteger la ciudad. Las ballestas-escorpión disparaban hacia las filas de los Nacidos de la Tierra. El elefante Aníbal apartaba los monstruos hacia los lados, pero las defensas estaban en desventaja.

Draco no entiende, pero Percy tiene la decencia de explicar un poco, sigue siendo todo una locura.

Los Romanos por otro lado parecen más ordenados que los Griegos.

Comentario aleatorio.

Un poco celoso, un poco orgulloso.

En su pegaso Escipión, Reyna (eso dijeron Frank y Hazel) volaba alrededor del gigante Polibotes, intentando mantenerle ocupado. Los lares habían formado filas de un fulgor morado luchando contra un grupo de sombras de vapor oscuro con armaduras. Los semidioses veteranos de la ciudad se habían unido a la batalla, y empujaban su formación tortuga con los escudos contra una manada de centauros salvajes. Unas águilas gigantes rodeaban el campo de batalla, entablando un combate aéreo con dos mujeres que tenían el pelo de serpientes e iban vestidas con delantales verdes de un mercadillo:

Esteno y Euríale, las hermanas gorgonas.

La legión misma estaba sufriendo el ataque, pero su formación se estaba rompiendo.

Cada cohorte era una isla en un mar de enemigos. La torre de asedio de los cíclopes disparaba unas bolas de cañón que brillaban de un color verde hacia la ciudad, creando cráteres en el fórum, reduciendo las casas a ruinas. Mientras observaban, una bola de cañón sacudió la casa del Senado y la cúpula se vino abajo.

—Hemos llegado tarde—dijo Hazel.

—No—dijo Percy—. Siguen luchando. Aún podemos hacerlo. —

—¿Dónde está Lupa? —preguntó Frank, se oía desesperación en su voz—. Ella y los lobos… deberían estar aquí. —

—Ha hecho lo que ha podido—dijo Percy—. Ralentizó el ejército en el sur. Ahora depende de nosotros. Tenemos que llevar el águila dorada y estas armas a la legión. —

Que pésimo servicio.

Nunca ayudan cuando tienen que hacerlo.

—¡Pero Arión está cansado! —dijo Hazel—. ¡No podemos llevar todo esto nosotros solos! —

—Quizá no tengamos que hacerlo—Percy buscó por las colinas.

Percy hablo sobre un mensaje a Tyson y luego Silbó lo más fuerte que pudo, un silbido que habría parado cualquier taxi que estuviera desde Times Square hasta Central Park. Y entonces unas sombras aparecieron en los árboles. Una gran sombra oscura apareció de ningún lugar: un mastín del tamaño de un todoterreno, con un cíclope y una harpía a su espalda.

—¡Perro del infierno! —gritó Frank, retrocediendo.

—¡Espera! —sonrió Percy—. Son amigos míos. —

—¡Hermanito! —Tyson bajó del mastín y corrió hacia Percy.

Percy intentó prepararse, pero no sirvió de nada. Tyson chocó contra él y le abrazó muy fuerte. Entonces Tyson le dejó ir y comenzó a reír alegremente, mirando a Percy con un gigantesco ojo castaño.

—¡No estás muerto! —dijo—. ¡Me gusta cuando no estás muerto! —

Ella una pequeña arpía revoloteó hasta el suelo y comenzó a arrancarse plumas.

—¡Ella ha encontrado un perro! —anunció—. ¡Un gran perro! ¡Y un cíclope! —

¿Estaba sonrojada?

Antes de que Draco lo pudiera decidir se congelo, porque ahora estaba siendo abrazado por Tyson, mientras el mastín negro tumbó a Percy, haciéndole chocar contra el suelo y ladrando tan alto que incluso Arión retrocedió.

—Hola, señorita O'Leary —dijo Percy—. Sí, yo también me alegro de verte. Buena chica. —

—Aire—chillo Draco sin aire, pero Tyson no lo dejo ir fácilmente.

Hazel pegó un gritito.

—¿Tienes un perro del infierno llamado señorita O'Leary? —

Draco nunca le agrado del todo el perro, pero este comienza agarrarlo luego que Percy literalmente lo sacrificara, le da una mirada de profunda traición, pero este parece tener aun a su favor la carta de: "me dejaste sin vinculo abierto por meses", que hace a Draco quedarse con el perro a regañadientes.

—Es una larga historia—Percy se las arregló para ponerse de pie y quitarse de encima la baba de perro—. Se lo puedes preguntar a tu hermano…—

Su voz se quebró cuando vio la expresión de Hazel. Casi se había olvidado de que Nico di Angelo había desaparecido.

Draco tendría también una mala expresión, pero intentaba sacar su cabeza de la boca del perro y nadie parecía ayudar, lo cual era triste, porque no le daba tiempo de deprimirse más que buscar por aire.

Hazel le había dicho lo que Tánatos había comentado sobre la búsqueda de las Puertas de la Muerte en Roma, y Draco tenía ganas de encontrar a Nico por motivos personales: especialmente porque no habían hablado desde Hazel e indiferente a la promesa de la niña.

Nico era suyo.

Era un vínculo.

Era su hermano y tendría que rescatarlo de donde fuera que estuviera.

—Perdón—dijo Percy—. Pero sí, ésta es mi perra, la señorita O'Leary. Tyson, estos son mis amigos, Frank y Hazel —

Percy se giró hacia Ella, que estaba contándose las plumas.

—¿Estás bien? —preguntó Percy—. Estábamos preocupados por ti. —

—Ella no es fuerte—dijo—. Los cíclopes son fuertes. Tyson encontró a Ella. Tyson cuida de Ella. —

Percy alzó las cejas. Ella estaba sonrojada.

Draco por fin pudo librarse del perro mientras Tyson usaba su propia ropa para ayudar a limpiarle el rostro y eso le recordó a Draco, porque Tyson le agradaba tanto. Miro al perro de mala gana y se ocultó tras el ciclope cuando el perro quiso jugar más con él.

—Tyson—dijo Percy—, menudo donjuán estás hecho. —

Tyson se volvió del mismo color que el plumaje de Ella.

—Eh…No…—miró hacia abajo y suspiró, nervioso, lo suficiente como para que los demás le oyeran—. Es guapa. —

Frank se rascó la cabeza como si tuviera miedo de que su cerebro hubiera tenido un cortocircuito.

Draco quería decirle que esto era normal.

Demasiado.

No debería sorprenderse a estas alturas.

Se acostumbraría eventualmente.

—De todas formas, hay una batalla teniendo lugar. —

—Correcto—admitió Percy—. Tyson, ¿dónde está Annabeth? ¿Hay ayuda en camino? —

Tyson hizo un mohín. Su gran ojo castaño se empañó.

—El barco grande tuvo problema y están arreglándolo, no está listo. Leo dice que mañana, quizá dos días. Entonces vendrán. —

Draco quiso protestar.

—Le dije que revisara bien esa consola de mandos—gruñe por bajo antes de que Tyson se encoja de hombros.

—Pues no tenemos ni dos minutos—dijo Percy—. Bueno, este es el plan. —

Lo más rápido que pudo, señaló quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos en el campo de batalla. Tyson se alarmó al descubrir que había cíclopes y centauros malos en el ejército enemigo.

Fue simple, pero al punto, parecía dudoso cuando lo vio, como si no quisiera luchar, pero con la lanza sobre sus hombros supo que no había muchas cosas que hacer.

Iba a luchar.

Le gustara a Percy o no.

Alcioneo.

Si.

No había sido su mejor momento, pero ahora no hay tiempo de dudar.

—¿Tengo que pegar a los hombres poni? —

—Sólo asustarles—le prometió Percy.

—Eh, ¿Percy? —Frank miró a Tyson, inquieto—. Es que… es solo que no queremos que tu amigo no sea malherido. ¿Tyson sabe luchar? —

Percy sonrió.

—¿Que si lucha? Frank, estás ante el general Tyson del ejército cíclope. Y de todas formas, Tyson, Frank es descendiente de Poseidón. —

—¡Hermano! —Tyson enfundó a Frank en un abrazo.

Percy soltó una risita, Draco simplemente se quedo ahí mirando al campo de batalla curioso.

—De hecho, es algo así como un tátara, tátara… Oh, no importa. Sí, él es tu hermano. —

—Eres malévolo—musita Draco al ver a Tyson casi romperle los huesos a Frank de un abrazo y este se encoge de hombros.

Al menos ya no se sonroja a su alrededor, Draco puede tener algunas teorías al respecto de porque eso no sucede. Probablemente todo fue un malentendido de su parte, han sido amigos muy cercanos por años, algo debió haberse confundido en la mente de Percy y supuso cosas que no eran.

Ahora que recupero sus memorias, simplemente seguirían adelante ignorando eso.

Cuando se encuentre con Annabeth todo quedara bien.

Esta seguro.

—Gracias—murmuró Frank, con la boca seca—. Pero si la legión toma a Tyson por un enemigo…—

—¡Lo tengo! —Hazel corrió hacia el carro y sacó el casco romano más grande que pudo encontrar, y un estandarte romano con el SPQR cosido.

Se los pasó a Tyson.

—Póntelos, grandullón. Entonces nuestros amigos sabrán que estás en nuestro equipo. —

—Si alguien le hace algo lo mato—

—Draco no—susurra Percy en advertencia.

—¿Draco sí? —regresa el susurro con duda, a lo cual Percy lo ve mal y Draco bufa, aburrido de que su amigo se volviera tan seguidor de no atacar.

—¡Yuju! —dijo Tyson ajeno a su pequeña charla—. ¡Estoy en vuestro equipo! —

El yelmo le iba ridículamente pequeño, y se puso el estandarte, como si fuera un babero del SPQR.

—Veamos—dijo Percy—. Ella, quédate. Aquí estarás segura. —

—Segura—repitió Ella—. A Ella le gusta estar segura. Segura con los números. Seguridad en el banco más cercano. Ella irá con Tyson. —

—¿Qué? —dijo Percy—. Oh, está bien. Da igual, no dejes que te hieran. Y, señorita O'Leary… —

—¡GUAU! —

—¿Te apetece llevar un carro? —

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Draco piensa que son los refuerzos más extraños de la historia militar de Roma (Lo cual es mucho decir si tomamos en cuenta toda la historia de ellos). Hazel cabalgaba a Arión, que se había recuperado lo suficiente como para cargar a una persona a la velocidad normal de un caballo, aunque maldijo un par de veces porque le dolían las pezuñas de camino hacia abajo; palabras de Percy no suyas.

Deberían lavarle con jabón la boca a ese caballo.

Frank se transformó en un águila calva, lo que Draco seguía encontrando completamente injusto (Draco puede convertirse en un hurón, no hay forma de que eso sea justo), y sobrevoló cerca de ellos. Tyson corría colina abajo, alzando su vara y gritando:

—¡HOMBRES PONI MALOS! ¡BU! —mientras Ella volaba a su alrededor, recitando frases de "El viejo almanaque del granjero".

Y en cuanto a Percy, cabalgaba a la señorita O'Leary a la batalla con un carro lleno de oro imperial sonando detrás de él, con el estandarte del águila dorada de la Legio XII alzándose por encima de él.

Draco va con Percy, porque este lo arrastró por el cuello sin querer perderlo de vista.

—Sabes que no voy a desaparecer, ese esa es tu especialidad—señala Draco aburrido.

Percy lo ignora y es mejor no hacer mucho con esto.

Se adentraron en el perímetro del campamento y pasaron por el puente más al norte por encima del Pequeño Tíber, yendo hacia los Campos de Marte por el lado oeste. Aun en medio de todo el caos, Draco admita que Percy es un buen guía turístico. Todo es jodidamente ordenado en el campamento Júpiter le hace sentir envidioso.

Una hora de cíclopes estaba amartillando a los campistas de la Quinta Cohorte, que intentaban protegerse con los escudos para mantenerse con vida.

Percy parecía unido a esos niños.

Esperaba que no mucho, Draco no quiere pensar en más personas que proteger.

—¡QUINTA COHORTE! —y fue hacia el cíclope más cercano. Lo último que vio el pobre monstruo fueron los dientes de la señorita O'Leary.

Draco que seguía en la espalda de Percy uso la lanza para apartar parte de la carne que casi cae sobre ellos.

Asqueroso.

Después de que el cíclope de desintegra, y se mantuvo desintegrado, gracias a Tánatos, Percy saltó de su perro del infierno y comenzó a asestar tajos a diestra y siniestra a los otros monstruos.

Draco suspirando viendo al perro del infierno que prácticamente lo empujo fuera, se levantó a regañadientes antes de saltar e ir contra los monstruos que Percy no atrapó primero. Quiso señalarle que ahora era más fuerte que él porque tenía la maldición de Aquiles, pero no hay mucho espacio para hablar.

Ocupan probar esa teoría.

Joder.

Quería ganarle a Percy en una lucha.

Tyson atacó a la líder de los cíclopes, Mamá Tuerca vestida con su vestido de cadenas manchado con barro y decorado con lanzas rotas.

Ella miró boquiabierta a Tyson y comenzó a decir:

—¿Quién…? —

Tyson la golpeó en la cabeza tan fuerte, que se cayó de culo al suelo.

Draco levanto los puños emocionado, porque ese golpe fue asombroso.

—¡Cíclope mala! —gritó—. ¡El general Tyson te dice LARGO DE AQUÍ! —

La golpeó de nuevo, y Mamá Tuerca se desintegró.

Mientras tanto Hazel atacaba montada en Arión, atravesando un cíclope tras otro con su spatha, mientras Frank cegaba a los enemigos con sus garras.

Cuando cada cíclope en cincuenta metros a la redonda estuvo reducido a cenizas,

Frank aterrizó delante de sus tropas y se transformó en humano. La medalla de centurión y la Corona Mural brillaron en su chaqueta.

Ok, Draco puede decir que encontraba al chico con apariencia de líder, está bien, se sorprendió porque sabe que este puede ser un oso cariñoso. Voltea a ver a Percy que parece llorar de orgullo y se rio por bajo.

—Adoptaste un nuevo hijo sin mi—acusa, pero Percy lo ignora.

No se queja mucho porque está luchando contra un monstruo.

—¡Quinta cohorte! —gritó—.¡Coged vuestras armas de oro imperial aquí! —

Los campistas se recuperaron del shock y se acercaron al carro. Percy hizo lo mejor que pudo pasando armas a los campistas lo más rápido que pudo. Draco a su lado usaba la magia para pasarlas más eficientemente, debido al caos de la lucha apenas si lo notaron, pero nadie dijo nada más enfocados en la lucha.

—No tiene sentido que puedas hacer eso y no el chiste del conejo—

—Voy a sacar un día un conejo de tu trasero si sigues hablando así—

Percy se ve ofendido, Draco le saca el dedo del medio.

—¡Vamos, vamos, vamos! —les apremió un chico que Percy llamo Dakota, sonriendo como un loco mientras se tomaba un trago de Kool-Aid de su termo—. ¡Nuestros compañeros necesitan nuestra ayuda! —

Adorable.

Otra loca.

Probablemente todos los descendientes de Dioses son así.

Parte del Curriculum.

Cuando la Quinta Cohorte estuvo equipada con armas, escudos y yelmos nuevos, no parecían demasiado consecuentes, más bien parecían haber salido de unas rebajas del rey Midas. Pero se habían convertido en nada, en la más poderosa cohorte de la legión.

—¡Seguid el águila! —les ordenó Frank—. ¡A la batalla! —

Draco estaba por preguntar si tenían realmente que hacer y seguir un símbolo de Zeus, pero Percy lo arrastró con él.

La locura de la batalla era un poco relajante.

Era su lugar.

Incluso aunque hubo un tiempo que el temor de perder a otros se lo impidió, ahora puede sentirse mejor en la locura de luchar y destruir cuerpos a diestra y siniestra. No quiere pensar que eso significa que hay algo mal con él, como algo roto, porque en realidad había sentido que algo se rompió en la lucha contra el titan.

Sed.

Quería más.

Quería ganar.

Quería destruir.

La batalla al menos servía para controlar sus instintos.

Los campistas le aclamaron. Mientras Percy y la señorita O'Leary (Draco va de brazos cruzados cuando Percy otra vez lo carga sobre su hombro como costal de papas) avanzaron abriendo la comitiva, la cohorte entera les siguió, pareciendo unos guerreros armados con brillantes armas doradas sedientos de sangre.

Atacaron con violencia a una horda de centauros salvajes que estaban atacando a la Tercera Cohorte. Cuando los campistas de la Tercera vieron el águila, gritaron como locos y lucharon con unas fuerzas renovadas. Los centauros no tuvieron oportunidad.

Las dos cohortes los destrozaron. Pronto no quedó nada más que montones de polvo y algunos cuernos y herraduras. Draco esperó que Quirón pudiera perdonarle, pero aquellos centauros no eran como los hermanos que había conocido. Eran de otra raza. Tenían que ser vencidos.

Muertos.

Bueno.

Ya que.

—¡Formad filas! —gritaron los centuriones. Las dos cohortes se juntaron, haciéndose notar su entrenamiento militar. Los escudos se juntaron y marcharon a la batalla contra los Nacidos de la Tierra.

Frank gritó:

—¡Pila! —

Cientos de lanzas se alzaron, preparadas para la lucha. Cuando Frank gritó:

—¡Fuego! —

Éstas salieron por los aires, una ola de muerte atravesó a los monstruos de los seis brazos. Los campistas alzaron las espadas y avanzaron hacia el centro de la batalla.

Draco al fin aburrido de ser cargado se bajó del hombro de Percy, este se quejó, pero antes de saberlo Draco había lanzado a la batalla corriendo entre los campistas. Si Percy quería que ayudara a estas personas (No se lo pregunto, pero claramente quería) la mejor forma era saltar entre ellos para ayudarlos en la lucha. Nadie dijo nada cuando apareció y cortó todos los enemigos en sus tobillos lo más rápido que pudo, o brazos, o cabezas si tenía la capacidad.

En la base del acueducto, la Primera y Segunda Cohortes estaban intentando rodear a Polibotes, pero estaban siendo machacadas. Los Nacidos de la Tierra restantes lanzaban proyectiles de piedras y barro. Los espíritus del grano, los karpoi, aquellos pequeños cupidos-piraña, atravesaban los campistas, alzándose por los aires con un tornado de hierba alta, sacándoles de las filas. El gigante mismo se quitaba basiliscos del pelo. Cada vez que éstos aterrizaban, los romanos retrocedían de puro pánico.

Juzgando por los escudos corroídos y por las plumas humeantes de los yelmos, ya habían aprendido que los basiliscos escupían fuego y veneno.

Draco casi se congelo por las serpientes y dio media vuelta escapando, pero no pudo hacerlo.

No podía.

Estaba horrorizado, quería escapar, porque las serpientes eran un gran no para él todavía.

Una chica con la piel bronceada y trenza se encontraba ahí sobrevolaba el gigante, intentando atacar con una jabalina cada vez que giraba su atención hacia las tropas del suelo. Su capa morada ondeaba con el viento, su armadura dorada brillaba y Polibotes zarandeaba su tridente y extendía su red, pero…

Escipión era igual de ágil que Arión.

Entonces la chica vio a la Quinta Cohorte yendo en su ayuda con el águila. Estaba tan aturdida, que el gigante casi la barre del suelo, pero Escipión le esquivó.

Era buena.

—¡Romanos! —la voz de Percy resonó por el campo de batalla—. ¡Uníos con el águila! —

Los semidioses y los monstruos se giraron y miraron boquiabiertos a Percy dar vueltas subido a su perro del infierno.

—¿Qué es esto? —pidió Polibotes—. ¡¿Qué es esto?! —

Percy sintió un tirón de poder recorriendo el estandarte. Alzó el águila y gritó:

—¡DUODECIMA LEGIO FULMINATA! —

Un trueno resonó por todo el valle. El águila soltó un flash cegador, y cientos de relámpagos explotaron de sus alas doradas, arqueándose delante de Percy como si fueran las ramas de un enorme árbol muerto, conectándose con los monstruos más cercanos, yendo de uno a otro, ignorando por completo las fuerzas romanas. Cuando los relámpagos se detuvieron, la Primera y la Segunda Cohortes se enfrentaban a un sorprendido gigante y a varios miles de montones humeantes de ceniza. La línea central enemiga había desaparecido. La mirada de Octavian no tenía precio. El centurión miraba a Percy en estado de shock, entonces se enfureció. Entonces, cuando sus propias tropas comenzaron a ovacionar, no tuvo opción, sino que unirse al griterío:

—¡Roma! ¡Roma! ¡Roma! —

El gigante Polibotes retrocedió, inquieto, pero Draco sabía que la batalla no había terminado.

Nunca era tan fácil.

La Cuarta Cohorte seguía rodeada de cíclopes. Incluso el elefante Aníbal (¿Por qué rayos ese nombre Percy? / ¿Realmente eso importa ahora Draco?) tenía problemas rodeado de tantos monstruos. Su negra armadura kevlar estaba tan destruida que su etiqueta solo decía "Aní".

Los veteranos y los lares en el flanco occidental estaban siendo empujados hacia la ciudad. La torre de asedio de los monstruos seguía expulsando bolas de cañón verdes hacia las calles. Las gorgonas habían dejado fuera de combate las águilas gigantes y ahora volaban sin ser desafiadas por encima de los centauros restantes y los Nacidos de la Tierra, intentando alcanzarles.

—¡Proteged vuestros puestos! —gritaba Esteno—. ¡Tengo muestras gratuitas! —

Polibotes berreó. Una docena de basiliscos cayeron de su pelo, convirtiendo la hierba en amarillo, envenenándola.

Draco quien había luchado y casi mutilado a un titan, se ocultó detrás de Percy nervioso ante el primer indicio de una cosa en forma de serpiente. Gran parte de los Romanos que lo vieron recorrer todo el campo de batalla para ocultarse en su amigo, parecían sorprendidos que alguien que había estado luchando hasta ahora.

Bueno.

Le tuviera miedo a una serpiente.

Que se jodan todos.

—Crees que esto lo cambia todo, ¿Percy Jackson? ¡No puedo ser destruido! ¡Acércate, hijo de Neptuno! ¡Te destruiré! —

Percy desmontó.

Le pasó a Dakota el águila.

Draco seguía aferrado a él como koala, pero Percy seguía viéndose imponente.

—Eres el centurión sénior de la cohorte. Cuida de esto. —

Dakota parpadeó, entonces se irguió, orgulloso. Dejó caer su termo de Kool-Aid y cogió el águila.

—Lo llevaré con honor. —

—Frank, Hazel, Tyson—dijo Percy—, ayudad la Cuarta Cohorte. Tengo un gigante que matar. —

—¿No podemos dejarlo de lado junto a las serpientes? —suplico Draco.

La mirada seria de Percy hizo a Draco suspirar.

Si una serpiente se acercaba, mataría a Percy, piensa con algo de temor mientras sujeta su lanza y se coloca al lado de su amigo.

Idiota.

Héroe.

Lo que sea.

Percy alzó Contracorriente, pero antes de que pudiera avanzar, unos cuernos sonaron en las colinas del norte. Otro ejército apareció: cientos de guerreras con trajes de camuflaje gris y negro, armadas con lanzas y escudos. Intercalados con las filas había una docena de carretillas de guerra, con sus dientes afilados brillando al atardecer y con bolas ardiendo cargadas en sus ballestas.

—Amazonas—dijo Frank—. Genial. —

Polibotes río.

—Hacen amigos muy extraños—susurra Draco.

Percy le da una mirada incrédulo.

—No quiero escuchar eso de ti—

—¿Veis? Nuestros refuerzos acaban de llegar. ¡Roma caerá hoy! —

Las amazonas bajaron sus lanzas y llegaron colina abajo. Sus carretillas entraron en batalla. El ejército del gigante ovacionó, hasta que las amazonas cambiaron de camino y atacaron a los monstruos por el flanco intacto del lado este.

—¡Amazonas, al ataque! —en la carretilla más grande se alzaba una chica que parecía una versión mayor de…no sabe, cree que Percy le llamo Reyna, vestida con una armadura de combate negra y un cinturón dorado brillando alrededor de su cintura.

—¡La Reina Hylla! —dijo Hazel— ¡Ha sobrevivido! —

¿Por qué debería estar muerta?

Draco ve incrédulo a Percy, que se encoge de hombro como si dijera: "cosas que pasan".

La reina amazona gritó:

—¡A la ayuda de mi hermana! ¡Destruid esos monstruos! —

—¡Destruir! —el grito de sus tropas resonó por todo el valle.

Reyna llevó su pegaso hacia Percy. Sus ojos brillaron. Su cara decía: "Podría abrazarte ahora mismo", Draco se sintió indignado porque pensó en Annabeth y si ella se daba cuenta que estaba con Percy mientras otra chica le hacía ojitos, quien sufriría seria él. Pero lejos de decir algo provocativo solo gritó:

—¡Romanos! ¡Avanzad! —

El campo de batalla se convirtió en un absoluto caos. Las filas de amazonas y las de los romanos se unieron contra el enemigo. Pero Percy tenía una única meta. Se dirigió al gigante.

Obviamente.

Ni siquiera se sorprende.

—Hasta el final. —dice con una sonrisa hacía Draco y solo suspira.

Si.

Así seria, incluso si tuviera que morir, no iba a dejar a Percy luchar a solas.

Se encontraron cerca del acueducto, que había sobrevivido de alguna manera a la batalla. Polibotes arregló aquello. Agarró su tridente y golpeó el arco de ladrillos más cercano, desatando una cascada.

—Vamos, entonces, ¡hijo de Neptuno! —se burló Polibotes—. ¡Déjame ver tu poder! ¿El agua se mueve a tu antojo? ¿Te sana? Pero nací para enfrentarme a Neptuno. —

El gigante inclinó su mano hacia el agua. Cuando el torrente pasó por sus dedos se convirtió en un color verde oscuro. Le lanzó un poco a Percy, quien instintivamente la esquivó con su voluntad. El líquido salpicó el suelo delante de él. Con un sonido extraño, la hierba se volvió blanca y expulsó humo.

—Mi piel convierte el agua en veneno—dijo Polibotes—. ¡Veamos qué le hace a tu sangre! —

Lanzó su red a Percy, pero Percy rodó y se apartó. Le lanzó la cascada directa a la cara del gigante. Mientras Polibotes estuvo cegado, Percy atacó. Hundió Contracorriente en el estómago del gigante, la retiró y se apartó, dejando al gigante gritando de dolor.

El golpe debió haber disuelto a cualquier monstruo menor, pero Polibotes se tambaleó y miró hacia abajo al icor dorado, la sangre de los inmortales, saliendo de su herida.

El corte se estaba cerrando.

—Buen intento, semidiós—le espetó—. Pero te destrozaré. —

—¡Tendrás que capturarme! —dijo Percy.

El gigante iba a interferir, por mucho que Percy no quisiera, Draco se apresuró y con una fuerza que nadie podría haber predicho literalmente le arranco el pie de un corte al gigante. Sus brazos volvían a tener pequeñas manchas negras que ignoro, mientras este chillaba de dolor y volteaba a verlo sorprendido.

Debería asustarse.

Porque de todos los que enfrentaban, hasta ahora Draco fue el único capaz de dañarlos de esta forma.

Percy mantuvo su espada adelante.

Pero el gigante miraba a Draco furioso.

—¡Tu! ¡Hijo de los cielos te voy a matar como debió hacer Alcioneo! —Draco no proceso la primera parte hasta que Percy llego y lo sujeto contra su hombro como un costal de papas antes de comenzar a correr.

La batalla a su alrededor era como un borrón.

—¿Qué haces? —chilla Draco listo para luchar, pero parecía que Percy no quería dejarlo.

Saltando entre el campo de batalla mientras un gigante los perseguía.

—Tu cállate y deja de pelear—

Percy salió disparado hasta los límites de la ciudad a pesar de las claras quejas de Draco que aún no había luchado realmente, aunque técnicamente estaba desgastado mágicamente.

—¡Término! —gritó.

La estatua más cercana del dios estaba a unos sesenta metros. Sus ojos de piedra miraron a Percy y Draco mientras éste se acercaba.

¿Qué carajo?

—¡Completamente inaceptable! —se quejó la estatua, no debería sorprenderse, pero lo hizo—. ¡Los edificios están en llamas! ¡Invasores!¡Sácales de aquí, Percy Jackson! —

—Eso intento—dijo—. Pero está el gigante, Polibotes. —

—¡Sí, lo sé! Espera. Permíteme un minuto—Término cerró los ojos para concentrarse. Una llameante bola de cañón verde sobrevoló sus cabezas y se vaporizó al instante— . No puedo detener todos los misiles— se quejó Término—. ¿Por qué no pueden ser más civilizados y atacar más lentamente? Solo soy un dios. —

—Ayúdame a matar al gigante—dijo Percy—. Y esto habrá terminado. Un dios y un semidiós luchando juntos, es la única forma de matarlos. —

Draco parpadeo, sorprendido de que efectivamente su amigo había usado el cerebro de forma correcta.

Tal vez había algo de Slytherin que rescatar de él.

Término husmeó.

—Yo protejo las fronteras. No mato gigantes, no está en mi contrato laboral. —

—¡Vamos, Término! —Percy se adelantó, y el dios pegó un gritito, indignado.

¿Qué clase de nombre estúpido era Término?

No pregunto en voz alta porque no convenia, pero nombre estúpido para el memo.

—¡Detente ahí, jovencito! ¡No se permiten armas dentro del pomerium! —

—¡Pero estamos siendo atacados! —

—¡No me importa! Las reglas son las reglas. Cuando la gente no sigue las reglas, me pongo muy, muy enfadado. —

Percy sonrió mientras abrazaba mejor las piernas de Draco aun sobre su hombro como costal de papas, no era tan indignante como pensaba, pero le hubiera gustado tener una mejor forma de transporte.

—Memorízalo bien— se giró hacia el gigante—. ¡Eh, feo! —

—¡GROAR! —Polibotes salió de entre las ruinas del acueducto. El agua seguía goteando, convirtiéndose en veneno y creando un territorio humeante alrededor de sus pies—. ¡Morirás lentamente! —le prometió el gigante.

Recogió su tridente que goteaba con veneno verde.

Draco intento soltarse para luchar, pero Percy no lo dejo.

A su alrededor, la batalla estaba terminando. Cuando el último monstruo fue destruido, los amigos de Percy comenzaron a unirse, haciendo un anillo alrededor del gigante.

Pero no él.

Porque ya saben, no lo dejaban levantarse del hombro de su amigo. Draco descubrió tardíamente que, si no podía moverse e irse por su cuenta, que tal vez la lucha anterior con Alcioneo y su pequeña participación en el campo de batalla lo habían dejado más desgastado de lo que pensaba.

Tenía sueño.

Mala señal.

—Te haré prisionero, Percy Jackson—le espetó Polibotes—. Te torturaré bajo el mar. Cada día el agua te sanará y cada día te acercaré más a la muerte. —

—Buena oferta—dijo Percy—. Pero creo que te mataré a ti en vez de aceptarla. —

Polibotes gritó, furioso. Movió la cabeza, y más basiliscos cayeron de su pelo.

—¡Vienen más! —gritó Frank.

Un caos se extendió por entre las filas. Hazel espoleó a Arión y se interpuso entre los basiliscos (Draco chillo aferrándose más a Percy, dejando su imagen frente a los Romanos muy por debajo de lo que debería) y los campistas. Frank cambió de forma, convirtiéndose en algo más delgado y peludo… ¿una comadreja? Draco pensó que Frank se había vuelto loco, pero cuando Frank atacó a los basiliscos, éstos se volvieron locos. Salieron corriendo con Frank persiguiéndoles convertido en una comadreja.

Bien.

Ocupaba una comadreja de mascota.

O Frank.

Tal vez si debían adoptarlo.

Polibotes señaló con su tridente y corrió hacia Percy. Cuando el gigante llegó al pomerium, Percy se apartó de un salto, como un torero. Polibotes se estampó contra los límites de la ciudad.

—¡ESO ES! —gritó Término—. ¡ESO VA CONTRA LAS REGLAS!

Polibotes frunció el ceño, obviamente confundido de que lo que le hablaba era una estatua.

—¿Tú qué eres? —gruñó—. ¡Cállate! —

Apartó la estatua y se giró hacia Percy mientras Draco vio todo esto de cabeza.

—¡ME HE VUELTO LOCO! —gritó Término—. ¡TE ESTOY ESTRANGULANDO! ¿LO NOTAS? ESAS SON MIS MANOS ALREDEDOR DE TU CUELLO, VACA ENORME. ¡SAL DE AQUÍ! ¡TE VOY A DAR UN CABEZAZO TAN GRANDE QUE…! —

—¡Basta! —el gigante pisó la estatua y ésta dividió a Término en tres partes: pedestal, cuerpo y cabeza.

—¡NO LO VAS A HACER! —gritó Término—. Percy Jackson, hagámoslo. ¡Matemos a este zoquete! —

El gigante rio tan fuerte que no se dio cuenta de que Percy estaba atacándole (el ingrato lo lanzo al suelo y cayó sobre un poco de barro que lo haría pagar más tarde) hasta que fue demasiado tarde. Percy saltó, esquivando la rodilla del gigante, y condujo

Contracorriente justo a través de una de las bocas metálicas de la coraza de Polibotes, hundiendo el bronce celestial hasta el pecho. El gigante se tambaleó, tropezando con el pedestal de Término y cayéndose al suelo.

Mientras intentaba levantarse, arañando para librarse de la espada en su pecho, Percy levantó la cabeza de la estatua.

—¡Nunca ganarás! —gruñó el gigante—. ¡No puedes vencerme solo! —

—No estoy solo—Percy alzó la estatua por encima de la cabeza del gigante—. Me gustaría presentarte a mi amigo Término. ¡Es un dios! —

¿Esa cosa es un Dios?

Demasiado tarde, Polibotes se dio cuenta de lo que sucedía y tuvo miedo. Percy estampó la cabeza del dios lo más fuerte que pudo en la cabeza del gigante, y éste se disolvió, reduciéndose en un montón de algas humeantes, piel de reptil y mocos venenosos.

Percy se tambaleó, completamente exhausto.

—¡Ja! —dijo la cabeza de Término—. Eso le enseñará a obedecer las normas de Roma. —

Durante un momento, el campo de batalla se quedó en silencio excepto por un crepitar de las llamas, y por unos monstruos que huían gritando de miedo. Un estrecho círculo de romanos y amazonas estaban alrededor de Percy. Tyson, Ella y la señorita O'Leary estaban allí. Frank y Hazel le sonreían con orgullo. Arión estaba mordisqueando sin descanso un escudo dorado.

Los romanos comenzaron a entonar:

—¡Percy, Percy, Percy! —

Se acercaron hacia él. Antes de que pudiera darse cuenta, le estaban alzando en un escudo. El clamor cambió a:

—¡Pretor! ¡Pretor! ¡Pretor! —

Draco dejo de sonreír, que hubieran coreado el nombre de Percy era una cosa, pero Pretor tiene idea de que es otra totalmente diferente.

Debió escuchar más cuando Theo hablaba sobre Roma después de todo.

Por encima de los vítores, estaba Reyna misma, que le extendió la mano y Percy se la estrechó, recibiendo su felicitación. Entonces la multitud de romanos le llevaron por el pomerium, evitando las estatuas de Término, y le escoltaron hasta el Campamento Júpiter.

Draco vio todo.

El campo de batalla parecía tranquilo y lejos de monstruos que pudieran matarlo.

Bien.

Cayo desmayado en el suelo.

Tenía sueño.

.

.

Draco le dejan dormir y recuperar energías, cuando despierta siente que ha tenido un sueño extraño, pero no identifica que pasa. Hay una niña que le guía cuando se despierta, el festival de la fortuna no tenía nada que ver con una tuna (el chiste de Percy lo odia). Los campistas, las amazonas y los lares llenaron el comedor para celebrar una gran cena. Incluso los faunos estuvieron invitados, ya que habían ayudado vendando a los heridos después de la batalla. Las ninfas del viento corrían por la habitación, repartiendo pizzas, hamburguesas, filetes, ensaladas, comida china, burritos y todo, volando una velocidad de vértigo.

A pesar de la batalla exhaustiva, todo el mundo estaba de buen humor.

Algo que ver con que muertos no murieron.

Raro.

No importa.

Estandartes de todos los colores de los romanos y las amazonas colgaban a todos los lados de las vigas. La restaurada águila dorada se alzaba orgullosamente detrás de la mesa del pretor, y las paredes estaban decoradas con cornucopias, cuernos mágicos llenos de cascadas de frutas, chocolate y galletas recién horneadas.

Las cohortes estaban mezcladas con las amazonas, yendo de sofá en sofá a su placer, y por primera vez los soldados de la Quinta eran bienvenidos en todas partes, según le dijo la niña a su lado eso era algo muy raro; también parecía verle con algo de miedo.

No entiende por qué.

¿Se ve tan intimidante?

Había tanto flirteo y tanto abrazo, que hasta las amazonas se vieron involucradas.

Draco quería ir con sus amigos, pero en su lugar tomo asiento al lado de Frank que prometió vigilarlo, parecía que Percy era el popular de esta noche y Draco estaba algo mareado aún.

La energía mágica volvía lentamente.

Hazel también estaba ahí, luciendo un poco tensa y aunque ambos no tenían vinculo, parecía ser que el pensamiento de Nico los llenaba por igual.

Cuando todo el mundo hubo comido y los platos dejaron de flotar, Reyna dio un discurso breve. Dio la bienvenida formalmente a las amazonas, agradeciéndoles su ayuda. Entonces abrazó a su hermana y todo el mundo aplaudió.

Reyna alzó sus brazos para callar la multitud.

—Mi hermana y yo llevábamos sin vernos cara a cara… —

Hylla rió.

Draco tenía la sensación de que la había visto en otro lugar, pero no identifico donde.

—Eso es quedarse corto. —

—Ella se unió a las amazonas—siguió Reyna—. Yo me uní al Campamento Júpiter. Pero mirando esta habitación, creo que escogimos los caminos adecuados. Extrañamente, nuestros destinos no habrían sido posibles sin el héroe al que habéis aclamado como pretor en el campo de batalla, Percy Jackson. —

Hubo más ovaciones. Las hermanas alzaron sus copas hacia Percy y brindaron por él.

Todo el mundo pidió que él hablara, pero Percy no sabía de qué hablar. Protestó diciendo que no era el mejor para ser pretor, pero los campistas ahogaron su voz en un aplauso. Reyna le quitó la tableta de probatio del cuello. Octavian (Hazel y Frank hicieron una mueca al explicar su nombre) le lanzó una mirada seca, se giró a la multitud y sonrió como si todo fuera idea suya. Destripó un osito de peluche y pronunció unos augurios para el año que venía: Fortuna les bendeciría. Pasó su brazo sobre los hombros de Percy y gritó:

—¡Percy Jackson, hijo de Neptuno, primer año de servicio! —

Los símbolos romanos ardieron en el antebrazo de Percy: un tridente, las letras SPQR y una sola raya. Parecía que alguien estuviera presionando hierro ardiendo contra su brazo, pero Percy se las arregló para no gritar.

Draco al igual que Percy cuando tomo licor sin él, se sintió ofendido que su primer tatuaje no fuera con él.

Aunque no se sorprendió que fuera pretor a tan solo unos días de estar en este campamento.

Percy solía dejar todo confundido donde fuera que llegara.

Entonces Reyna le dio una medalla con forma de águila y una capa morada, los símbolos de pretor.

—¡Te las mereces, Percy! —

La Reyna Hylla le dio un golpecito en la espalda.

—Y he decidido no matarte. —

—Eh, gracias—dijo Percy.

Se abrió camino por el comedor de nuevo, con los campistas gritándole para que se sentara con ellos. Vitellius el lar, le siguió, tropezando con su toga morada y reajustándose la espada, diciéndoles a todos cómo había predicho la escalada de Percy hacia el éxito.

—¡Yo pedí que se uniera a la Quinta Cohorte! —dijo el fantasma con orgullo—. ¡Avisté su talento tiempo atrás! —

Los fantasmas curiosamente le parecieron lo más normal del mundo.

Hogwarts.

Ya sabes.

Hace que algunas cosas sean normales.

El fauno Don se acercó con un gorro de enfermera y una bandeja de galletas en cada mano.

—¡Tío! ¡Felicidades y esas cosas! ¡Increíble! Eh, ¿tienes cambio? —

Percy se sentó durante un rato con Tyson y Ella, que eran huéspedes de honor en la mesa de Dakota. Tyson no dejaba de pedir bocadillos de crema de cacahuete, comiéndolos al mismo tiempo que las ninfas lo repartían. Ella estaba posada en el brazo del sofá, mordisqueando con furia varios rollos de canela.

Draco aún tenía un poco de sueño, así que se abrazó a Frank sintiéndose adormilado.

Mañana iría con Percy.

Hoy era su noche.

Se lo merecía.

Tenía sueño, es raro, porque acaba de dormir, pero simplemente todo parece con mucho sueño.

.

.

Draco se encuentra en un bosque mientras sueña, se siente extraño porque hace un momento intentaba convencer a Frank que fuera su comadreja mascota, al siguiente durmió y ahora miraba al otro lado de la habitación a Jason sentado en el suelo. El chico está en el suelo jugando con una moneda, puede ver como de la espalda de Jason sale un hilo celeste que hace que se sienta incomodo mientras da pasos hacia atrás nervioso.

Casi puede sentir la presencia de Nyx sobre sus hombros.

No.

No quiere esto.

Es un vínculo, piensa horrorizado mientras ve como el hilo casi invisible de color celeste comienza acercarse a él.

Son hermanos.

Tiene sentido de alguna forma, aunque no han pasado momentos juntos, ha estado más en contacto con él que con Thalia.

Tiene sentido.

Unas manos parecen sujetarlo de sus brazos cuanto intenta escapar.

—No te reprimas, un vínculo más, para tener pronto los 12, es el destino—la voz oscura que parece contener la risa es lo que hace que por primera vez luche.

No.

No puede tener un vínculo con Jason.

Ni siquiera se ha disculpado, pero aunque lo haga, no quiere tener nada que ver con Zeus. Puede que suene infantil, odiar a tu hermano por algo que no hizo, pero aunque intente llevarse bien con él, no quiere, no puede tener algo que lo vinculo a algo que tenga sangre de Zeus.

Ni siquiera tiene uno con Thalia.

Y le agrada Thalia.

También tiene celos de ella.

También la odia un poco.

Zeus.

No quiere nada que tenga que ver con Zeus.

Lo odia.

—¡NO! —grita Draco furioso, tanto que Jason que parece confundido en lo que tal vez fuera su sueño, voltea a verlo.

Nyx sujeta sus brazos con fuerza, pero Draco logra escapar de ellos por pura buena suerte (algo raro para él) se logra liberar del agarre y justo cuando siente la ira de la diosa, algo parece arrastrarlo de regreso al mundo de los sueños.

Jason parece confundido ahí y dolido.

Nyx parece furiosa.

Abre los ojos

.

.

Hay un jadeo porque cuando abre los ojos, lo primero que ve es a Frank y cuando ambos se ven, es como si un golpe chocara contra el pecho de ambos. Draco jadea por aire arqueándose en la cama y Frank cae sentado al suelo. Ambos gruñen de forma sincronizada y los pensamientos de terror que lo abarcan, hacen que Draco se encuentre descubriendo que no eran suyos, si no que eran del chico frente a él. Frank parece atemorizado y al borde del pánico sin entender que pasa.

Draco por otro lado es más rápido.

—Tiene que ser una maldita broma—gimotea con ambas manos en su rostro.

¿Otro vinculo?

¿Con Frank?

No tiene nada contra Frank, pero esto es una jodida locura.

Toma varios minutos explicarle a Frank que no esta loco, pero sus emociones tan intensas le dan un jodido dolor de cabeza mientras intenta explicarle que no le digan a Percy.

Plan que se va a la basura cuando Percy ya está en la puerta, viéndolo de brazos cruzados, con una ceja alzada.

Joder.

.

.

—¿Frank? ¿Me estas jodiendo? —

—Dijiste que te agradaba Frank—

—No para que vayas hacer un vínculo con él—

Frank solamente los ve discutir como una pareja de casados, no sabe que esperaba de Percy cuando recuperara los vínculos, Draco solamente le dice que mejor se acostumbre.

.

.

Percy hablo con Juno, le dijo que estaba loca, Draco se siente orgulloso de él.

.

.

Cuando deja de haber un caos y Draco intenta tranquilizar a Frank por el vínculo y este salta cada paso, van a desayunar con el rostro agotados los 3, Hazel ya los está esperando. Desayunaron pronto y marcharon a la ciudad antes de que el senado se reuniera. Dado que Percy ahora era pretor, podía ir allí por dónde y cuándo quisiera. También debe ser por eso que no han expulsado a Draco, aunque ayudo en la lucha era un extranjero y Draco está acostumbrado que a los extranjeros no siempre se les quiere de golpe.

De camino, pasaron por los establos, dónde Tyson y la Señorita O'Leary estaban durmiendo. Tyson roncaba en una cama de heno cerca de los unicornios, con una expresión placentera en su cara como si estuviera soñando con ponis. La señorita O'Leary daba vueltas sobre su espalda y se cubría las orejas con sus patas. En el techo del establo, Ella leía con avidez un montón de pergaminos antiguos romanos, con su cabeza entre sus alas.

Cuando llegaron al foro, se sentaron en la fuente y miraron el sol salir. Los ciudadanos estaban atareados barriendo los pasteles falsos, el confeti, y los gorros de fiesta de la celebración de la noche anterior. El cuerpo de ingenieros estaba trabajando en un arco que conmemoraría la victoria sobre Polibotes.

Hazel dijo que incluso había oído hablar sobre un "triunfo" formal para los tres (aunque Percy parecía indignado porque no incluyeran a Draco, Draco realmente no se sorprendió en lo más mínimo), un desfile por la ciudad seguidos por una semana de juegos y celebraciones, pero Draco sabía que nunca tendrían oportunidad. No tenían tiempo.

Percy les contó su sueño con Juno otra vez.

Hazel frunció el ceño.

—Los dioses estuvieron atareados anoche. Enséñaselo, Frank. —

Frank rebuscó entre el bolsillo de su abrigo. Draco creyó que sacaría el leño quemado, pero en vez de eso, sacó un fino libro con una nota escrita con letras rojas.

—Estaban en mi almohada esta mañana—se lo pasó a Percy y Draco se pegó a su costado para verlo—. Como si me hubiera visitado el ratoncito Perez. —

El libro era "El Arte de la Guerra" por Sun Tzu. Draco nunca había oído hablar de él, pero podía adivinar quién se lo había mandado. La nota decía: "Buen trabajo, chico. La mejor arma de un hombre es su mente. Este era el libro favorito de tu madre. Échale un ojo. Postdata: Espero que tu amigo Percy haya aprendido un poco de respeto hacia mí."

—Guau—Percy le devolvió el libro—. Quizá Marte sí sea distinto de Ares. No creo que Ares sepa reír. —

Draco piensa que ambos son iguales, pero no quiere arruinar el mal humor.

Frank ojeó las páginas luciendo emocionado y Draco sintió dolor de cabeza.

Joder.

Un vínculo que no puede contenerse, tomara tiempo adiestrarlo.

—Hay muchas cosas aquí sobre el sacrificio, conociendo el coste de la guerra. En Vancouver, Marte me dijo que tenía que poner mi deber por delante de mi vida o la guerra entera se iría a pique. Creía que se refería a liberar a Tánatos, pero ahora… no lo sé. Sigo vivo, quizá algo peor esté por venir. —

Miró con nervios a Percy, y Draco tuvo la sensación muy viva dentro de él de que Frank no se lo estaba contando todo. Se preguntó si Marte le había dicho algo sobre él, pero Draco no estuvo seguro de si quería saberlo.

Además, Frank ya había tenido suficiente. Había visto su casa arder, había perdido a su madre y su abuela aun debía ocultarse.

—Arriesgaste tu vida—dijo Percy—. Estuviste dispuesto a arder en esta misión. Marte no puede esperar más de ti. —

—Quizá—dijo Frank, dubitativo.

Hazel apretó la mano de Frank.

Parecían mucho más cómodos juntos aquella mañana, no como antes que estaban nerviosos e incómodos. Draco se preguntó si habrían comenzado a salir, porque aunque los había visto, sentir los sentimientos de amor de Frank daba mucho dolor de cabeza. Esperaba que sí, pero decidió que sería mejor no preguntar.

—Y tú, ¿Hazel? —preguntó Percy—. ¿Plutón te ha dicho algo? —

Bajó la mirada. Varios diamantes salieron del suelo a sus pies.

No es que ocupara el dinero y sabía que estaban malditos, pero joder, la tentación estaba ahí.

—No—admitió—. De alguna manera, creo que me ha enviado un mensaje a través de Tánatos. Mi nombre no estaba en la lista de almas fugadas, cuando lo debería haber estado. —

—¿Crees que tu padre te dio un pase? —preguntó Percy.

Hazel se encogió de hombros.

—Plutón no puede visitarme o hablarme sin admitir que sigo viva. Entonces tendría que reforzar las leyes de la muerte y tendrá que obligar a Tánatos a llevarme de nuevo al Inframundo. Creo que mi padre está haciendo la vista gorda. Creo… creo que quiere que encuentre a Nico. —

Percy miró al amanecer.

Pero, no había nada.

Draco sintió incomodidad, dolor, preocupación, tanta que Percy y Frank fruncieron el ceño cuando no logro cerrar el vínculo a tiempo.

Nico.

Tienen que encontrarlo.

¿Dónde deberían ir primero?

—Encontraremos a tu hermano—le prometió Percy—. En cuanto el barco llegue, navegaremos hacia Roma.—

Hazel y Frank intercambiaron miradas nerviosas, como si ya hubieran hablado sobre aquello.

Draco quería decir que se fueran ya.

Pero tal vez, tal vez era mejor esperar a Annabeth y sus demás vínculos, ellos sin duda podrían ayudarle más.

Puede esperar un poco más.

Quiere pensar que Nico esta bien.

—Percy…—dijo Frank—. Si quieres que vayamos, iremos. Pero, ¿estás seguro? Me refiero… sabemos que tienes miles de amigos en el otro campamento. Y ahora podrías escoger a cualquiera del Campamento Júpiter. Si no formamos parte de los siete, entenderemos que…—

—¿Bromeáis? —dijo Percy—. ¿Creéis que voy a dejar a mi equipo atrás? ¿Después de haber sobrevivido al germen de trigo de Fleecy, de haber corrido delante de unos caníbales, de escondernos tras un gigantesco trasero azul en Alaska? ¡Vamos, hombre! —

La tensión se rompió. Los tres comenzaron a reír, quizá un poco demasiado, pero era un alivio estar vivo, con el brillo y el calor del sol sin preocuparse, al menos por el momento, sobre caras siniestras apareciendo en las sombras de las colinas.

Draco no se unió, solamente se apoyó en el hombro de Percy y este le sonrió con cariño sabiendo que estaba ahí.

Está bien.

Percy está vivo.

Lo recupero.

Ahora tendrá que recuperar a Nico, está bien, volverá a unir a su familia.

Nico esta con vida, lo siente en su vínculo, pero parece dormir.

Hazel respiró hondo.

—La profecía que dijo Ella, sobre una hija de la sabiduría, y la marca de Atenea ardiendo a través de Roma… ¿sabes de qué va? —

Atenea.

Sin duda Annabeth está involucrada.

Draco no lo está, las profecías no lo cubren a él, pero mientras este con ellos, podría protegerlos.

—No estoy seguro—admitió Percy—. Creo que hay más de esa profecía. Quizá Ella pueda recordar el resto de ella. —

Frank se metió el libro en su bolsillo.

—Tenemos que llevarla con nosotros, me refiero, por su propia seguridad. Si Octavian descubre que Ella ha memorizado los Libros de la Sibila… —

Percy se estremeció y Draco noto sus nervios.

—Tienes razón—dijo Percy—. Tenemos que protegerla. Espero que podamos convencerla…—

—¡Percy! —Tyson llegó corriendo por el foro con Ella revoloteando a su alrededor con un pergamino en sus garras. Cuando alcanzaron la fuente, Ella dejó caer el pergamino en el regazo de Percy.

—Envío especial—dijo—. De un aura, un espíritu del viento. Sí, Ella tiene un envío especial. —

—¡Buenos días, hermanos! —Tyson tenía heno en su pelo y mantequilla de cacahuete en sus dientes—. El pergamino es de Leo. Es divertido y bajito. —

Draco tomo unos segundos explicarles que Leo no era el enemigo.

Pero que debían alejarse de él si tenía algo que pudiera explotar en sus manos.

El pergamino no parecía nada raro, pero cuando Percy lo extendió por su regazo, una grabación de vídeo parpadeó en el pergamino. Un chico vestido con una armadura griega les sonreía. Tenía una cara traviesa, el pelo rizado y negro, y unos ojos alocados, parecía haberse tomado unas cuantas tazas de café. Estaba sentado en una habitación oscura con paredes de madera como el interior de un barco. Unas lámparas de aceite colgaban a un lado y a otro del techo. Hazel ahogó un grito.

—¿Qué? —preguntó Frank— ¿Qué pasa? —

—¡Eh! —dijo el chico en el vídeo—. Saludos de vuestros amigos del Campamento Mestizo, etcétera. Soy Leo. Soy el…—miró fuera de cámara y gritó: —¿Cuál es mi título? Soy algo así como el almirante, el capitán, o…? —

Una chica le devolvió el grito:

—El chico de las reparaciones. —

—Muy gracioso, Piper—gruñó Leo. Se volvió a cámara—. Sí, bueno… soy… el…comandante supremo del Argo II. ¡Sí, me gusta eso! De todas formas, vamos a navegar hacia vosotros en unos, no sé, un par de horas en este gigantesco barco de guerra. Os lo agradeceríamos si no nos, bueno, nos quitáis del cielo a cañonazos y esas cosas. ¡Así que, bueno! Si pudierais decírselo a los romanos… Gracias. Nos vemos pronto. Vuestros queridos amigos semidioses y todo eso. Paz. —

El pergamino se apagó.

Luego se volvió a encender rápidamente.

—¿Draco estas ahí?, Annabeth esta furiosa diciendo que tiene que buscar dos idiotas en lugar de 1, mi consejo si la vez, escapa—dice riéndose antes que todo se apague de nuevo.

—No puede ser—dijo Hazel.

—¿Qué? —preguntó Frank—. ¿Conoces a ese chico?

Hazel parecía haber visto un fantasma.

Draco parecía confundido, pero Percy no.

—Es Sammy Valdez—dijo Hazel—. Pero, ¿cómo? —

—No puede ser—dijo Percy—. Ese chico se llama Leo. Y han pasado setenta y pico años. Tiene que ser una… —

Draco vio a Frank, pero en el vínculo parecía tan confundido como él.

Fueron interrumpidos por unos cuernos sonando en la distancia. Los senadores llegaron desfilando al foro con Reyna guiándoles.

—Es la hora de la asamblea—dijo Percy—. Vamos. Tenemos que advertirles sobre el barco de guerra. —

Draco tomo su manzana verde.

El día parecía no acabar pronto.

.

.

—¿Por qué deberíamos confiar en los griegos? —decía Octavian.

Había estado paseándose por el senado durante cinco minutos, de un lado para otro, intentando asimilar lo que le había dicho Percy sobre el plan de Juno y la Profecía de los Siete.

Draco podía decir que Octavian no le agradaba, cuando bromeo con Frank sobre empalarlo, este pareció más nervioso ahora que veía que por su vínculo, que era mitad broma mitad verdad.

El senado se mantenía en silencio, pero muchos tenían miedo de interrumpir a Octavian mientras estaba discurriendo. Mientras tanto, el sol se alzaba en el cielo, brillando a través del techo roto del senado dándole un foco de luz natural a Octavian.

La Casa del Senado estaba llena. La Reina Hylla, Frank y Hazel estaban sentados al frente de la fila con los senadores. Los veteranos y los fantasmas llenaban las filas posteriores. Incluso a Tyson y Ella les habían permitido estar presentes al fondo.

Tyson no dejaba de saludar y sonreír a Percy, antes de ver a Draco y repetirlo.

Draco le respondía emocionado, Tyler lucia feliz.

Percy y Reyna ocupaban los asientos de pretores en la tarima, lo que le hacía a Percy sentirse un tanto acomplejado.

Parecer digno de ocupar aquel lugar vistiendo una sábana y una capa morada no era fácil.

Tal vez que Draco no dejara de señalarlo y burlarse no ayudaba.

—El campamento está seguro—siguió Octavian—. ¡Yo fui el primero en felicitar a nuestros héroes por traer de vuelta el águila de la legión y tanto oro imperial! Hemos sido bendecidos con muy buena suerte. ¿Pero por qué más? ¿Para qué tentar al destino? —

—Solo un corte, le sobra una mano—susurro a Frank que estaba pálido.

—Draco por favor no—

—Espera tiene un punto—dice Hazel y por eso le agradaba Hazel.

Frank enterró su rostro entre sus manos.

—Me alegro de que preguntes—Percy se levantó, aprovechando la pregunta.

Octavian balbuceó.

—Yo no… —

—…formaste parte de la misión—dijo Percy—, lo sé. Y si me permites decirlo, yo sí. —

Algunos senadores se rieron por lo bajo, Draco iba a sacarle el dedo del medio y Frank apenas pudo detenerlo. Octavian no pudo hacer nada más que sentarse e intentar no parecer avergonzado.

—Gea está despertando—dijo Percy—. Hemos vencido a dos de sus gigantes, pero ese es solo el comienzo. La guerra de verdad tendrá lugar en las tierras ancestrales de los dioses. La misión nos llevará a Roma, y luego a Grecia. —

Una oleada incómoda se extendió por el senado.

Draco bostezo.

—Lo sé, lo sé—dijo Percy—. Siempre habéis creído que los griegos son vuestros enemigos. Pero creo que tenéis una buena razón para pensarlo, creo que los dioses nos han mantenido separados a ambos campamentos, porque cada vez que nos encontramos, luchamos. Pero eso puede cambiar. Tiene que cambiar si queremos vencer a Gea. Eso es lo que significa la Profecía de los Siete. Siete semidioses, griegos y romanos, tendrán que cerrar las Puertas de la Muerte juntos. —

—¡Ja! —gritó un lar de la fila del fondo—. La última vez que un pretor intentó interpretar la Profecía de los Siete, fue Michael Varus, que perdió nuestra águila en Alaska. ¿Por qué deberíamos creerte? —

Octavian sonrió. Algunos de sus aliados en el senado comenzaron a asentir y a murmurar. Incluso algunos de los veteranos parecían incómodos.

Draco volteo a ver a Frank suplicante, este mantuvo su mano sobre su hombro.

Aburrido.

Hizo un puchero.

—Llevé a Juno a través del Tíber—les recordó Percy, hablando lo más serio que pudo—. Ella me dijo que la Profecía de los Siete se avecinaba. Marte también se os apareció en persona. ¿No creéis que vuestros dos dioses más importantes no aparecerían en el campamento si la situación no fuera importante? —

—Tiene razón—dijo una chica llamada Gwen (Hazel no dejaba de repetir nombres que Draco sabe olvidaría pronto) en la segunda fila—. Yo, confío en la palabra de Percy. Griego o no, ha restaurado el honor de la legión. Ya le visteis en el campo de batalla anoche. ¿Alguien se atrevería a decir que no es un verdadero héroe de Roma? —

Nadie discutió. Algunos asintieron, estando de acuerdo.

Reyna se levantó. Percy la miró, con ansia. Su opinión podría cambiarlo todo, a mejor o a peor.

Draco pensaba que si molestaba podría matarla.

Esta vez Hazel y Frank lucharon por contenerlo.

—Dices que es una misión combinada—dijo—. Dices que Juno pretende que trabajemos juntos con esos, ese otro grupo del Campamento Mestizo. Aunque los griegos han sido enemigos nuestros durante eones. Son conocidos por sus engaños. —

—Quizá—dijo Percy—. Pero los enemigos pueden convertirse en amigos. Hace una semana, ¿me habríais creído si os digo que los romanos y las amazonas habrían luchado codo con codo? —

La Reina Hylla rió.

—Tiene razón. —

—Los semidioses del Campamento Mestizo ya han trabajado junto al Campamento Júpiter—dijo Percy—. No nos dimos cuenta. Durante la Titanomaquia del último verano, mientras estabais atacando el Monte Othrys, nosotros estábamos defendiendo el monte Olimpo en Manhattan. Luché contra Cronos en persona. Draco también lo hizo —Percy lo señalo, Draco no le molesto la atención de hecho levanto los dedos en símbolo de amor y paz.

Nadie parecía creerlo.

Bueno.

No serían los primeros.

Reyna retrocedió, y casi se tropezó con su toga.

—Tú, ¿qué? —

—Sé que es difícil de creer—dijo Percy—. Pero creo que me he ganado vuestra confianza. Estoy de vuestro lado. Hazel y Frank, quieren ir conmigo a esta misión. Los otros cuatro vienen de camino del Campamento Mestizo ahora mismo. Uno de ellos es Jason Grace, vuestro antiguo pretor. —

—¡Oh, vamos! —gritó Octavian—. Está liando las cosas. —

Reyna frunció el ceño.

—Es mucho que creer. ¿Jason va a volver con un puñado de semidioses griegos? Dices que van a aparecer en el cielo con un barco de guerra altamente armado, pero que no nos deberíamos preocupar. —

—Sí—Percy miró hacia las filas, nervioso, dudando de los espectadores—. Dejadles aterrizar. Escuchadlos. Jason respaldará todo lo que os estoy diciendo. Lo juro por mi vida. —

—¿Por tu vida? —Octavian miró con persuasión al senado—. Recordaremos eso, si resulta ser un engaño. —

Draco piensa que debería jurarlo por la vida de Octavian porque si tocaba a Percy, Draco lo cortaría en pedacitos.

Como en respuesta, un mensajero llegó corriendo a la Casa del Senado, tosiendo como si hubiera corrido desde el campamento:

—¡Pretores! Lamento interrumpir, pero nuestros vigías han avistado un… —

—¡Barco! —dijo Tyson, alegre, señalando el agujero en el tejado—. ¡Yuju! —

Por supuesto, un barco de guerra griego apareció entre las nubes, a una media milla, descendiendo hacia la casa del Senado. Al acercarse, Draco pudo ver los escudos de bronce brillando a ambos lados, con las velas hinchadas y un mascarón de proa que le era muy familiar, con la forma de un dragón metálico. En el mástil más alto, una gran bandera blanca ondeaba al viento.

El Argo II. Era el barco más increíble que había visto.

—¡Pretores! —gritó el mensajero—. ¿Cuáles son sus órdenes? —

Octavian se puso en pie.

Draco estaba por sacar su lanza que Hazel contuvo a duras penas.

—¿Necesitas preguntar? —su cara estaba roja de rabia. Estaba destrozando un osito de peluche—. ¡Los augurios son horribles! Esto es un truco, un engaño. ¡Temed de los regalos de los griegos! —

Señaló con el dedo a Percy.

—Sus amigos están atacando con un barco de guerra. ¡Les ha traído aquí! ¡Debemos atacar! —

—No—dijo Percy, firmemente—. Me habéis escogido como pretor por una razón. Lucharé para defender este campamento con mi vida. Pero esos no son enemigos. Yo digo que nos mantengamos firme, pero no ataquéis. Dejadles aterrizar. Dejadles hablar. Si es un truco, lucharé a vuestro lado, igual que hice la noche anterior. Pero no es un truco. —

Todos los ojos se giraron hacia Reyna.

Ella estudió el barco de guerra acercándose. Su expresión se endureció. Si ella vetaba las órdenes de Percy… bueno, no sabía qué podría pasar. Caos y confusión, como mucho.

Seguramente, los romanos seguirían a su líder. Había sido líder mucho más que Percy.

—No disparéis—dijo Reyna—. Pero tened a la legión preparada. Percy Jackson ha sido elegido pretor por vuestra voluntad. Confiaremos en su palabra, a no ser que nos dé una razón obvia para no hacerlo. Senadores, pospongamos nuestra asamblea para más tarde y vayamos al encuentro de… nuestros nuevos amigos. —

Los senadores se agolparon fuera del auditorio, o bien por emoción o por miedo.

Tyson corrió detrás de ellos, gritando:

—¡Yuju! ¡Yuju! —con Ella revoloteando alrededor de su cabeza.

Octavian le echó una mirada de disgusto a Percy, entonces dejó caer su osito de peluche y siguió a la multitud.

¿Alguien quería explicarle porque un oso de peluche?

Reyna agarró el hombro de Percy.

—Te apoyo, Percy—dijo—. Confío en tu juicio. Pero por nuestra seguridad, espero que podamos mantener la paz entre nuestros campistas y tus amigos griegos. —

—Lo haremos—le prometió—. Ya verás. —

Ella miró al barco de guerra. Su expresión se llenó de esperanza.

—Dices que Jason está abordo… eso espero. Le echo de menos. —

Marchó hacia el exterior, dejando a Percy solo con Hazel y Frank (que tenía a Draco bien sujetado para que no fuera detrás de Octavian).

—Van a aterrizar justo en el foro—dijo Frank, nervioso—. A Término le va a dar un ataque de corazón. —

—Percy—dijo Hazel—, lo has jurado por tu vida. Los romanos se toman muy en serio eso. Si algo va mal, aunque sea por accidente, Octavian te matará. ¿Lo sabes, verdad? —

Percy sonrió.

Le vio de reojo y Draco asintió.

Ellos estaban ahí.

Le pasó un brazo alrededor del hombro de Hazel y otro alrededor del de Frank.

—Vamos—dijo—, permitidme presentaros a mi otra familia. —

Si.

Todo tiene que salir bien.

¿Verdad?

Continuara

Oficialmente terminamos el libro del hijo de Neptuno y ahora vamos por la marca de Athenea, me siento nerviosa porque cada día nos acercamos al final del arco 5 y sé que va ser un caos.

Pero bueno.

Hemos visto muchas cosas en este capítulo y ha quedado largo, pero quería terminar este libro en este capítulo por muchas cosas que comenzaran en el siguiente.

Amo el caos que se presentara pronto.