Capítulo 80: Un niño que lo perdió todo, tercera parte.

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En medio de una cueva oscura, lejos de la mirada de todos, una chica está esperando sentada en medio de la oscuridad mientras canta.

Puede que fuera desde siempre que está aquí.

El dolor la inunda.

La soledad es absurda.

El aburrimiento una tortura.

A veces piensa que le ha olvidado, que Orion no la recuerda o que murió, que su tortura será estar aquí una eternidad sola sin poder re encontrarse con su amado.

Entonces canta.

Porque él prometió ir por ella y Orion nunca rompe sus promesas.

Un poco más, solo tiene que aguantar un poco más.

Se repite constantemente.

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Aunque le habría gustado quedarse escuchando todas las historias de Harry, parece que este lugar solo tiene un límite de tiempo ya que cuando es hora de despertar, ambos son arrojados fuera de este lugar sin contemplación. No hablo tanto de sus amigos y sabe que es un idiota por eso, pero la verdad es que Draco ocupaba recuperar sus energías para lo que vendría ese día. Harry al igual que Draco parecía compartir su preocupación por Orion como por la magia negra, pero a diferencia del niño de oro que todos piensan que es, Harry parecía estar de acuerdo en que usara cualquier medio para salir de ahí.

Le explico que la magia negra era peligrosa.

Harry le importo dos pitos.

Joder como lo amaba por eso.

Pero ahora que estaba otra vez despierto en el tártaro, la realidad de que estaba en este infierno era deprimente. Tiene que cerrar las puertas de la muerte y no puede hacerlo sin magia, pero una parte de él esta aterrado en que se puede convertir.

Piensa en el titan que derroto.

Solamente Percy había sido capaz de controlarlo.

¿Podría hacerlo solo?

Suelta un suspiro cansado, la verdad no tiene ni idea.

—Duermes demasiado—dice Luke viéndolo despertar con una sonrisa divertida, que le recuerda un poco a su padre Hermes.

No lo dice en voz alta, no es una gran idea.

—Ocupas entrenar, sé que es el tártaro, pero un ojo menos puede ser interferencia en la lucha—dice Bianca desde su espalda.

Draco se encuentra pálido.

¿Entrenar?

Eso no sonaba como algo agradable o interesante, ya este lugar era un infierno como para agregarle más cosas, pero tienen un punto. Toca la zona afectada de su rostro, no duele lo que lo hace peor, pero desde que había llegado aquí, su visión era claramente limitada.

En medio de un ataque, no reaccionaria a tiempo por la zona izquierda.

Quiere preguntar por Orion.

Pero no lo hace.

Voltea a ver a Luke con rostro claramente de sufrimiento.

—Tal vez un poco—dice nervioso.

Lo cual empeora al ver la sonrisa de Luke.

Unas horas más tarde, esta sobre su espalda, con todo su cuerpo incluso sintiéndose peor y con una vaga idea de que en el momento que entre a una lucha contra algún monstruo en el tártaro, sin duda va a morir de forma rápida.

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Orion no es…útil. Claro que parece saber dónde están las puertas de la muerte, pero señala que Draco ocupa entrenamiento, que es prácticamente Luke y Bianca dándoles paliza, como regresar a la primer semana del campamento y sabe que pronto estará muerto. La maldición de Aquiles parece aun funcionar, pero algo a la hora de cortar sus lazos, parece que lo libero de la maldición de Patroclo, lo cual significa que toda la ira y resentimiento de Aquiles ahora navega sin control cuando entra a la lucha; pésima idea. Su cuerpo reacciona rápidamente, pero la limitación visual de su único ojo, dificulta muchas las cosas y Luke como Bianca tienen una mayor experiencia de lucha.

Joder.

También Bob parece ver todo confundido y solo los anima, mientras que Orion dormita sobre cualquier lugar sin darle importancia.

Le dijo que la magia es la solución, solo eso, sin ninguna instrucción y maldita sea si no le recuerda a Umbridge de mala manera.

Lo odia.

Pero no tiene muchas opciones más que tolerarlo por ahora.

Cuando las palizas parecen ser suficientes para no hacerlo caminar, Luke lo carga sobre su hombro antes de comenzar a caminar.

Después de penetrar en el frente tormentoso, anduvieron con paso lento durante lo que le parecieron horas. Contaban con Bob y Orion, el primero que brillaba débilmente en la oscuridad, como una especie de chiflado ángel conserje; el segundo parecía hacer llamas de oscuridad (que no le enseño hacer) que iluminaban el sendero.

Pensó que cualquier enemigo podría verlos.

Nadie se acercó.

Bob y Orion probablemente podrían asesinarlos, lo único positivo de este viaje, sin contar que Luke y Bianca parecen bien capacitados para enfrentar cualquier cosa.

Draco por otro lado solo podía ver aproximadamente un metro y medio por delante de él durante el camino. Las Tierras Oscuras le recordaban extrañamente a San Francisco: aquellas tardes de verano cuando el banco de niebla se acercaba como relleno de embalaje frío y húmedo y engullía el barrio de Pacific Heights.

La diferencia era que allí, en el tártaro, la niebla era tan oscura que parecía hecha de tinta.

Olía a cloaca.

De la niebla salían rocas de la nada.

Unos rugidos monstruosos resonaban en la penumbra, pero Draco no sabía de dónde venían y el extraño juego de adivinanza de los demás para ubicar el nombre no lo calmaba; tampoco la precisión de Orion que parecía haber estado aquí durante mucho tiempo. Lo único de lo que estaba seguro era de que el terreno seguía descendiendo.

Y que Orion probablemente le faltaba un tornillo.

Pero a estas alturas.

Todos estaban iguales.

Este equipo estaba destinado al fracaso o al éxito, ambas en igual cantidad de porcentaje.

La única dirección permitida en el tártaro parecía ser hacia abajo. Cada vez que Draco desandaba un solo paso, sentía cansancio y pesadez, como si la gravedad aumentara para desanimarla. Suponiendo que todo el foso fuera el cuerpo de tártaro, Draco tenía el mal presentimiento de que estaban bajando por su garganta.

Intento escapar de la escoba de Bob cuando se acercó demasiado por accidente cuando cayó.

Afortunadamente, solo era una pequeña depresión. La mayor parte estaba ocupada por la ampolla de un monstruo. Cayó en blando sobre una superficie caliente y elástica, y estaba dando gracias a su suerte... cuando abrió su ojo y se encontró mirando a través de una brillante membrana dorada una cara mucho más grande.

El grito se ahogó en su garganta y se agitó, y cayó del montículo de lado. El corazón le palpitaba en el pecho.

Bianca la ayudó a levantarse.

—¿Estás bien? —

Draco no se atrevía a contestar. Si abría la boca, podría gritar, y eso sería poco digno.

Tenía algo de orgullo que mantener.

Pero dioses del Olimpo... Acurrucado dentro de la burbuja membranosa que tenía delante, había un titán completamente formado, con una armadura dorada y la piel del color de un centavo pulido. Tenía los ojos cerrados, pero su expresión era tan ceñuda que parecía a punto de lanzar un espeluznante grito de guerra. A pesar de la ampolla, Draco podía percibir el calor que irradiaba de su cuerpo.

—Hiperión —dijo Luke con culpa.

De repente, a Draco sintió dolor de cabeza al recordar esa batalla.

Durante la batalla de Manhattan, Percy había luchado contra ese titán en el principal estanque de Central Park: agua contra fuego. Había sido la primera vez que Percy había invocado un huracán, algo que no olvidaría jamás.

Pensar en Percy le hizo sentir que le costaba respirar, así que se concentró en otra cosa.

Porque Percy no estaba aquí.

Estaba solo.

Y depresión ya tenía, muchas gracias.

—Creía que Grover lo había convertido en un arce—admite Draco cansado.

—Sí —convino Orion sin saber que paso, pero sin duda sabiendo cómo funcionaba todo aquí—. Tal vez el arce se murió, y él acabó aquí. —

Draco recordó las explosiones que Hiperión había provocado y a cuántos sátiros y ninfas había destruido antes de que Percy y Grover lo detuvieran.

Estaba a punto de proponer que reventaran la burbuja de Hiperión cuando él despertó. Parecía listo para salir en cualquier momento y ponerse a quemarlo todo a su paso.

Entonces miró a Bob. El titán plateado estaba examinando a Hiperión con el entrecejo fruncido debido a la concentración, tal vez reconociéndose en él. Sus caras se parecían tanto...

Oh vaya.

Mala señal.

Intenta alejarse, pero nadie parece tan pálido como él

Reprimió un juramento. Claro que se parecían. Hiperión era su hermano. Hiperión era el señor de los titanes del este. Jápeto, Bob, era el señor del oeste. Si le quitabas a Bob la escoba y la ropa de conserje, le ponías una armadura y le cortabas el pelo, le cambiabas la combinación de colores de plateado a dorado, Jápeto habría sido casi imposible de distinguir de Hiperión.

—Bob —dijo—, debemos irnos—

—Oro, no plata —murmuró Bob—. Pero se parece a mí—

—Bob —dijo Bianca seria—. Oye, colega, ven aquí—

El titán se volvió de nervioso.

—¿Soy tu amigo? —preguntó Bianca con una calma y suavidad que usaba con Nico cuando este hacía un berrinche.

—Sí —Bob parecía convencido—. Somos amigos—

—Sabes que algunos monstruos son buenos —dijo Bianca mientras Luke ayudaba a Draco a por fin ponerse de pie—. Y otros son malos—

—Hum —dijo Bob—. Por ejemplo... las fantasmas guapas que sirven a Perséfone son buenas. Los zombis que explotan son malos—

—Exacto —dijo Bianca riéndose—. Y algunos mortales son buenos y otros son malos. Pues lo mismo pasa con los titanes—

—Titanes... —

Bob se alzaba por encima de ellos, mirándolos ceñudo.

Draco parece tenso, puede notar que Luke no se encuentra mejor, pero el maldito de Orion incluso tomo asiento como si viera todo entretenido. Se pregunta cuanto tiempo estuvo solo, para que esto pareciera divertirlo en lugar se preocuparlo como debería.

—Eso es lo que tú eres —dijo Bianca tomando su mano suavemente—. Bob el titán. Eres bueno. Eres estupendo, de hecho. Pero algunos titanes no lo son. Este de aquí, Hiperión, es malo como la tiña. Intentó matarme... intentó matar a mucha gente—

Bob parpadeó con sus ojos plateados.

—Pero parece... su cara es tan.. —

—Se parece a ti —convino Bianca con calma—. Es un titán, como tú. Pero no es bueno como tú—

—Bob es bueno —sus dedos apretaron el mango de la escoba—. Sí. Siempre hay al menos uno bueno: monstruos, titanes, gigantes... —

—Ah... —Luke hizo una mueca—. Bueno, en el caso de los gigantes no estoy seguro—

Draco lo empujo molesto, este se disculpó.

—Oh, sí—

Bob asintió con la cabeza con seriedad.

Draco tenía la sensación de que habían estado demasiado tiempo en ese sitio. Sus perseguidores estarían acercándose.

—Debemos irnos —los apremió—. ¿Qué hacemos con...? —

—Te toca, Bob —dijo Bianca confiada—. Hiperión es de tu raza. Podríamos dejarlo en paz, pero si se despierta... —

La lanza-escoba de Bob se puso a barrer. Si hubiera estado apuntando a cualquiera de ellos, los habría partido por la mitad. En cambio, Bob atravesó la ampolla monstruosa, que estalló en un géiser de caliente lodo dorado.

Draco se limpió el fango de titán de los ojos. Donde había estado Hiperión solo quedaba un cráter humeante.

Maldita sea.

Quiere un baño urgente.

Su cabello comienza a tener un poco de frizz, este no era un lugar para un buen peinado.

Extraña a Lavender.

Pero no piensa en sus vínculos, o ex vínculos ahora, porque tienen problemas de vida o muerte en este momento.

—Hiperión es un titán malo —anunció Bob con expresión adusta—. Ya no puede hacer daño a mis amigos. Tendrá que regenerarse en otra parte del Tártaro. Con suerte, le llevará mucho tiempo—

Los ojos del titán parecían más brillantes de lo normal, como si estuvieran a punto de derramar lágrimas de mercurio.

—Gracias, Bob —dijo Bianca con una sonrisa.

No se siente del todo convencido por ahora de las implicaciones, pero Bianca sonríe con confianza y Draco suspira.

No tiene el vínculo.

No sabe que piensa ella realmente.

Solo le queda confiar en ella sin el vínculo de por medio, sujeta su pecho con incertidumbre sin saber que hacer ahora. Estaba tan acostumbrado a estar unido a ellos, de sentir todo lo que ellos hacían, que el no hacerlo lo hizo sentir.

Raro.

No identifica si bien o mal.

—Será mejor que sigamos —dijo Orion palmeando su hombro con una sonrisa divertida.

Draco le da una mirada confundido.

Este viaje era muy agotador.

Pero no había forma de detenerse.

Solo seguir.

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Avanzaba con paso resuelto siguiendo a Bob y escuchando el chapoteo monótono del líquido de su botella de limpieza que solamente Orion y Bianca parecían concentrados en escuchar, por diferentes motivos. En cambio, Draco sigue a Luke que no deja de pincharlo por su lado ciego y cuando voltea a verlo mal, este se hace el desentendido y le daría risa, si no fuera tan molesto.

«Estate alerta», se decía a sí mismo, pero resultaba difícil.

Tenía la mente tan embotada como las piernas. De vez en cuando, Bianca le cogía la mano y hacía un comentario alentador, se sintió miserable de ser el único afectado por este lugar; como si fuera otra manera de perder.

No puede defenderse.

Odia no poder defenderse.

Draco había pasado ya esta etapa de la vida, donde dependía de otros, donde puso ponerse sobre sus propios pies y dar lucha a los demás.

Volver a esto era desalentador, como todo el maldito lugar.

Su ojo tenía un lustre apagado, como si su espíritu se estuviera extinguiendo poco a poco.

Lo era.

Estar aquí era difícil.

Pensaba en Bianca y Luke, como ellos habían venido aquí por propia voluntad para ayudarle a él, no puede dejarles sin pagar esa deuda, no puede morir sin volver a ver a Harry.

Sería tan fácil ceder.

—Basta ya —dijo Draco en voz alta.

Luke frunció el entrecejo.

—¿Qué? —

—No, no te lo decía a ti —trató de esbozar una sonrisa tranquilizadora, pero fue incapaz—. Estaba hablando conmigo misma. Este sitio... me está volviendo loco. Tengo pensamientos…interesantes—

Las arrugas de preocupación se acentuaron alrededor de los ojos de Bianca y de Luke, viéndose de reojo en una charla silenciosa de la que no era parte.

Genial.

Ahora es una carga para ellos, más de lo que ya es.

—Oye, Bob, ¿adónde vamos exactamente? —

—La señora —dijo Bob—. La Niebla de la Muerte—

No sonó bien.

Volteo a ver a Orion que lucía emocionado al respecto, lo cual fue otro indicador de problemas.

—Pero ¿qué significa eso? ¿Quién es esa señora? —

—¿Que diga su nombre? —Bob miró atrás—. No me parece buena idea—

Estúpidas deidades con poderes sobre su nombre.

Nadie parecía asustado de decir el nombre de Draco Malfoy, lo cual hizo que se sintiera ofendido. Draco suspiró. El titán tenía razón. Los nombres tenían poder, y pronunciarlos allí, en el Tártaro, probablemente fuera peligroso.

—¿Puedes decirnos al menos cuánto falta para llegar? —pregunto viendo a Orion.

Que le ignoro.

Ya entendía porque todos los olimpos lo odiaban.

Era irritante.

—No lo sé —admitió Bob—. Solo puedo percibirlo. Esperaremos en la oscuridad a que oscurezca más. Luego iremos de lado—

—De lado —murmuró—. Naturalmente—

Estuvo tentado de pedir un descanso, pero no quería parar. No allí, en aquel sitio frío y oscuro. La niebla negra se le metía en el cuerpo y volvía sus huesos de poliexpán húmedo.

Su cabeza parecía doler.

Pensó en Harry.

Le dolió.

Pensó en sus vínculos.

Dolió más.

Draco tuvo la tentación de gritar en voz alta, pero resistió el impulso. Aunque se estuviera volviendo loca, no quería que también lo pareciera. Necesitaba desesperadamente algo que le levantara el ánimo. Un trago de agua de verdad. Un instante de luz del sol. Una cama calentita. Una palabra amable de su madre.

Pensar en su madre dolió.

Porque no tenía ni idea de ellos hace tanto tiempo, que el vacío quemo otra vez.

Todo estaba mal en su vida.

De repente Bob se detuvo. Levantó la mano: «Esperad» .

—¿Qué pasa? —susurró Bianca.

—Chis —le advirtió Bob—. Delante. Algo se está moviendo—

Genial.

Excelente noticias.

Draco aguzó el oído que al menos aún tenía en ambos lados. En algún lugar, oculto en la niebla, sonaba un profundo zumbido, como el motor al ralentí de un gran vehículo de construcción.

Podía notar las vibraciones a través de sus zapatos.

—Lo rodearemos —susurró Bob—. Que cada uno de vosotros elija un flanco—

Por millonésima vez, Draco deseó tener su lanza.

Cogió un trozo de obsidiana negra puntiaguda y se dirigió a la izquierda sigilosamente. Miro con envidia la espada de Luke, el arco de Bianca, pero cuando volteo a ver a Orion este parecía listo para luchar con sus manos desnudas lo cual hizo sentir aún más inútil por algún motivo.

Bianca y Luke se movieron como uno solo, acostumbrados al otro, listos para luchar en equipo.

Miro a Orion.

Este sonrió divertido.

Maldita sea, estaba muerto.

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Draco sigue resignado a Orion a la derecha, preguntándose porque Bianca y Luke tienen tanta confianza de que el tipo no va a matarle, no parece darle mucha importancia y tal vez lo ocupe, pero siente que no es que vaya hacer mucha diferencia cuando es un inútil luchando sin un ojo, no tiene armas y todos parecen mejor preparados que su persona.

Bob avanzó por en medio, la punta de su lanza brillando entre la niebla.

El zumbido aumentó de volumen, haciendo sacudir la grava a los pies de Draco. Parecía provenir justo de delante de ellos.

—¿Listos? —murmuró Bob.

Draco se agachó, lista para hacer algo sin saber que debería hacer.

—¿A la de tres? —dice Bianca susurrando.

—Uno —susurró Luke—. Dos... —

Una figura apareció en la niebla. Bob levantó la lanza. Orion parecía divertido de cualquier cosa que pudiera pasar, sin sentir la realidad como era y tener una percepción más equivocada que Draco.

Lo cual es mucho decir.

—¡Espera! —gritó Draco cuando ve algo.

Bob se detuvo justo a tiempo, con la punta de su lanza dos centímetros por encima de la cabeza de un diminuto gato con el pelaje blanco, marrón y negro.

—¿Miau? —dijo el gatito, impertérrito ante su plan de ataque.

Frotó su cabeza contra el pie de Bob y ronroneó sonoramente.

Parecía imposible, pero el profundo sonido reverberante provenía del gatito. Cuando ronroneaba, el suelo vibraba y los guijarros se movían. El gatito clavó sus ojos amarillos como linternas en una piedra en concreto, justo entre los pies de Draco, y saltó.

No hay forma ni ante tortura, que Draco admita que soltó un chillido un poco asustado por eso.

Sin importar las miradas divertidas de Bianca y Luke.

El gato podría haber sido un demonio o un horrible monstruo del inframundo disfrazado, pero Draco no pudo evitarlo: lo recogió y lo abrazó (luego de ver que no intento matarlo). La criatura solo tenía huesos bajo el pelaje, pero por lo demás parecía totalmente normal.

—¿Cómo ha...? —ni siquiera podía formular la pregunta—. ¿Qué hace un gato...? —

El gato se impacientó y escapó de entre sus brazos retorciéndose. Cayó dando un golpetazo, se acercó a Bob y empezó a ronronear y a frotarse contra sus botas.

Orion se rio.

Nuevamente.

Nada tiene sentido.

—Parece que le gustas a alguien, Bob. —

—Debe de ser un buen monstruo —Bob alzó la vista, nervioso—. ¿Verdad? —

A Draco se le hizo un nudo en la garganta. Viendo al enorme titán y a aquel diminuto gato juntos, de repente se sintió insignificante comparada con la inmensidad del tártaro. Ese lugar no respetaba nada: bueno o malo, pequeño o grande, sabio o necio. El tártaro se tragaba a titanes, semidioses y gatitos por igual.

Miro a Bianca que solamente suspiro negando con la cabeza.

Bob se arrodilló y recogió al gato. Cabía perfectamente en la palma de la mano el titán, pero el animal decidió explorar. Trepó por el brazo de Bob, se puso cómodo en su hombro y cerró los ojos, ronroneando como una excavadora. De repente su pelo relució. En un abrir y cerrar de ojos, el gatito se convirtió en un fantasmal esqueleto, como si se hubiera puesto detrás de una máquina de rayos X.

A continuación, se transformó otra vez en un gatito corriente.

Draco parpadeó.

O eso paso.

O se estaba volviendo loco.

Ambas opciones completamente validas.

—¿Has visto...? —

—Sí —Luke frunció el entrecejo— Yo conozco a ese gatito. Es uno de los gatos del Smithsonian—

Parecía un poco abochornado de tener que admitirlo.

Cuando paso el secuestro de Annabeth.

Bianca asiente recordando, Draco por otro lado estaba un poco confundido porque solo había escuchado partes de esa historia, solo se había unido para la lucha final prácticamente. Por lo cual realmente no tiene idea, pero es un gato y los gatos que no te matan son genial. Luke al ver su rostro confundido comenta sobre Atlas criando gatos guerreros de esqueleto a partir de unos dientes de dragón en el Museo Smithsonian.

—¿En serio? —le dice a Luke incrédulo.

Este se encoge de hombros.

—El primer intento del titán había salido mal. Había plantado por error colmillos de tigre dientes de sable y había crecido una camada de gatitos esqueleto de la tierra—explica Luke.

—No me pareció buena idea antes, no lo hace ahora—habla Bianca con calma.

—Los titanes siguen siendo idiotas—es el buen argumento de Orion.

Que ignora ahora por su bien mental, cada que Orion hablaba aunque tenía un aura impresionante, era para decir algo estúpido.

—¿Es uno de ellos? —preguntó Draco—. ¿Cómo ha llegado aquí? —

Bianca extendió las manos en un gesto de impotencia, Luke por otro lado parece pensativo.

—Atlas les dijo a sus sirvientes que se llevaran los gatitos. Tal vez acabó con los gatos y resucitaron en el Tártaro. No lo sé—

—Aquí termina toda la basura del mundo—dice Orion cuando el gato se acerca y comienza hacerle unos pocos mimos.

Cuando el gato le mordió no pareció afectado.

Mala señal.

—Qué mono —dijo Bob, mientras el gatito le olfateaba la oreja y siseaba a Orion, que no lo tomaba personal.

—Pero ¿es peligroso? —preguntó Draco esperando que la respuesta sea un "no".

El titán rascó el mentón del gatito. Draco no sabía si era buena idea llevar un gato que había crecido a partir de un diente prehistórico, pero era evidente que ya no importaba. El titán y el gato habían estrechado lazos.

Este lugar cada día tenía menos sentido.

—Lo llamaré Bob el Pequeño —dijo Bob—. Es un monstruo bueno—

Fin de la discusión. El titán levantó su lanza y continuaron marchando en la penumbra.

Draco vio a los demás, Orion levanto un pulgar y solamente se sujetó el puente de su nariz pensando que esto ya era demasiado loco para empeorarlo. Para mantenerse distraído, observaba a Bob el Pequeño pasearse entre los hombros de Bob y ronronear. De vez en cuando, el gatito se convertía en un esqueleto brillante y luego adquiría de nuevo el aspecto de una bola de pelo.

—Aquí —anunció Bob.

Se detuvo tan súbitamente que Draco estuvo a punto de chocarse contra él. Bob miraba hacia su izquierda, como si estuviera absorto en sus pensamientos.

—¿Es este el sitio? —preguntó Draco bastante confundido y sintiendo sudor en su rostro, asqueroso—. ¿Es aquí donde tenemos que ir de lado? —

—Sí —contestó Bob—. Más oscuro, y luego de lado—

Draco no sabía si era en realidad más oscuro, pero el aire parecía más frío y más denso, como si hubieran entrado en un microclima distinto. De nuevo se acordó de San Francisco, donde podías ir andando de un barrio a otro y la temperatura podía bajar diez grados. Se preguntó si los titanes habían construido su palacio en el monte Tamalpais porque la zona de la bahía les recordaba el Tártaro.

Qué idea tan deprimente.

Solo los titanes contemplarían un sitio tan bonito como un posible puesto avanzado del abismo: un hogar infernal lejos de su hogar.

Bob se desvió a la izquierda. Lo siguieron. Decididamente, el aire se enfrió.

Luke y Bianca no parecían afectados por el clima, Orion tampoco si la falta de ropa que cubriera todo su cuerpo decía algo, en lugar de la toga que tenía.

Draco por otro lado iba tiritando de frio.

Se abrazo y pensó en su novio, un hombre lobo sería muy útil en este caso.

Se congelo cuando algo cayó sobre sus hombros, levanto la mirada para ver que Bianca le había prestado su chaqueta de aviadora con una sonrisa, pensó en Nico, en la chaqueta en sus manos, en la tristeza cuando se dio cuenta que su hermana había muerto.

Aparto el pensamiento.

No quería pensar en el exterior, no ahora.

—Gracias—susurra y la sonrisa brillante de Bianca duele un poco.

¿Qué pasara cuando todo esto termine?

Una parte de él quiere largarse del tártaro como una persona normal, pero mientras camina viendo a Bianca y Luke apostar sobre algo, no puede más que sentir un frio en su pecho.

Si se va del tártaro no podría verlos más.

Irse no resulto tan emocionante como antes.

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Penetraron en una especie de bosque. Imponentes árboles negros se elevaban en la penumbra, totalmente redondos y desprovistos de ramas, como monstruosos folículos capilares. El terreno era llano y claro.

«Con la suerte que tenemos —pensó Draco con humor negro—, seguro que estamos atravesando el sobaco de tártaro».

Se rio del chiste, mientras caminaba al lado de Orion.

No quería hablar, pero cuando el silencio se hizo tan penetrante, no pudo más que admitir tímidamente a Bianca que había soñado con Harry dos veces.

—El amor, sabes cuando estaba con las cazadoras no me importaba, pero siempre pensé que era dulce que Draco y Nico tuvieran un romance—dice Bianca con ambas manos juntas, Draco no quiso decirle que técnicamente Nico y Will no eran nada.

Para su horror y de muchos que han seguido esa ship religiosamente.

—Tenía miedo que Draco nunca se confesará—admite Luke y es tan extraño verlo hablar como un adolescente normal.

Tan…bueno…Draco se siente mal al respecto.

Esto es lo que Luke debería tener, quintando claramente la parte del tártaro.

—No se mucho sobre romance, pero tengo una novia que me quitaron, estoy intentando rescatarla—los comentarios de Orion a veces son demasiado extraños, puede que pase en silencio horas y a veces habla como si estuviera mal de la cabeza.

No.

Draco no confía en absoluto con ese hombre.

Se supone que es un ente casi tan antiguo como Zeus, que lucho en guerras, pero no dice nada sobre su historia y eso lo hace sentir incomodo. Esta caminando al lado del hombre que hizo temblar a Zeus, que gracias a una promesa de alguna forma es que Draco esta con vida, pero también el motivo por el cual todo el mundo en el olimpo como que pensaba que era mejor muerto.

50/50 sobre que era para él.

De repente sus sentidos se pusieron en estado de máxima alerta, como si alguien le hubiera dado en la nuca con una goma elástica. Posó la mano en el tronco del árbol más cercano.

—¿Qué pasa? —Luke levantó su espada y su mirada se afilo.

Bob se volvió y miró atrás, confundido.

—¿Paramos? —

Draco levantó la mano para pedirles que se callaran. No estaba seguro de lo que la había hecho reaccionar. Nada parecía distinto. Entonces se dio cuenta de que el tronco del árbol estaba temblando. Por un momento se preguntó si era el ronroneo del gato, pero Bob el Pequeño se había dormido sobre el hombro de Bob el Grande.

Bianca saco su arco.

—Buenos reflejos—dice Orion por bajo en tono de aprobación.

A unos metros de distancia, otro árbol tembló.

—Algo se está moviendo por encima de nosotros —susurró Draco sin entender que pasaba.

Un sentimiento.

Draco aguzó la vista, tratando de ver por encima de ellos en la oscuridad, pero no se movía nada. Casi había decidido que se estaba comportando como una paranoica cuando el primer monstruo cayó al suelo a solo un metro y medio de distancia.

«Las Furias», fue lo primero que pensó Draco cubriendo su rostro para que no le cayera escombros.

La criatura era casi idéntica a ellas: una vieja fea y arrugada con alas de murciélago, garras de metal y brillantes ojos rojos. Llevaba un vestido de seda negra hecho jirones, y tenía una expresión crispada y voraz, como una abuela demoníaca con ganas de matar.

Bob gruñó cuando otra criatura cayó delante de él, y luego otra lo hizo delante de Luke con Bianca. Pronto estaban rodeados por media docena. Y había más siseando en lo alto de los árboles.

Entonces no podían ser Furias. Solo había tres Furias, y esas brujas aladas no llevaban látigos. La información no consoló a Draco. Las garras de los monstruos parecían muy peligrosas.

—¿Qué sois? —preguntó Bianca viendo de reojo a Orion, quien estaba serio, pero sus manos parecían tener una especie de piel negra que llamo su atención.

Las arai, susurró una voz. ¡Las maldiciones!

Draco trató de localizar a la interlocutora, pero ninguno de los demonios había abierto la boca. Sus ojos no parecían tener vida; sus expresiones permanecían inmóviles, como las de una marioneta. La voz simplemente flotaba en lo alto como el narrador de una película, como si una sola mente controlara a todas las criaturas.

—¿Qué... qué queréis? —preguntó Luke con tono de mal humor.

La voz se carcajeó maliciosamente.

¡Maldeciros, por supuesto! ¡Acabar con vosotros mil veces en nombre de la Madre Noche!

Dulce.

—Parece que quitarte la maldición la dejo débil al romper tus vínculos, lindo—susurra Orion contra él, haciendo que Draco parpadee confundido.

—¿Solo mil veces? —murmuró Bianca—. Bien... Creía que estábamos en un apuro—

El círculo de viejas diabólicas se cerró.

Un día más de su vida.

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Draco ve la lucha frente a él sintiéndose inútil, otra vez, esta debería ser su nueva personalidad en medio del caos del tártaro, podría titularlo como: "Chico de dudosa precedencia entra al tártaro y es arrastrado por todos lados mientras sus amigos que están muertos le salvan el culo". No se encontraba muy emocionado al respecto si hay algo que decir. Por otro lado, sus amigos parecían listos para la lucha e incluso Bob tenia su extraña arma (esa escoba era funcional por el momento) listo para atacar, pero sin hacer ningún movimiento.

¿Por qué?

Somos las arai, dijo la extraña voz en off, como si el bosque entero estuviera hablando. No podéis destruirnos.

Ahhh.

Eso tiene sentido.

Bastante injusto, piensa Draco.

—No las toques —advirtió Luke a la defensiva—. Son los espíritus de las maldiciones—

—A Bob no le gustan las maldiciones —concluyó Bob.

Bob el Pequeño, el gatito esqueleto, desapareció dentro del mono de conserje.

Un gato listo.

El titán describió un amplio arco con su escoba y obligó a los espíritus a retroceder, pero volvieron a acercarse como la tormenta.

No era una imagen optimista.

Cada vez hay más personas dentro de su viaje, Draco no sabe como sentirse al respecto, todo parece pasar demasiado lento y rápido al mismo tiempo.

Servimos a los resentidos y a los vencidos, dijeron las arai. Servimos a los caídos que suplicaron venganza con su último aliento. Tenemos muchas maldiciones que compartir con vosotros.

El agua de fuego que Draco tenía en el estómago empezó a subirle por la garganta. Deseó que en el tártaro hubiera mejores opciones en materia de bebida o un árbol que expendiera sal de frutas.

—Agradezco la oferta —dijo Orion divertido—. Pero mi madre me dijo que no aceptara maldiciones de extraños—

Ese tipo estaba demente.

¿Su madre?

Si no se equivocaba, era Estigia.

La diabla más cercana se abalanzó sobre él. Sus garras se extendieron como huesudas navajas automáticas. Draco no tuvo tiempo de parpadear cuando Orion la sujeto de la cabeza, nadie pudo detenerlo, sus manos simplemente aplastaron su cabeza como si fuera un pequeño huevo frágil.

Se congelo.

Todos los presentes.

Orion simplemente ignoro la sangre en su mano y no pareció afectado por haber simplemente aplastado el cráneo de alguien frente a sus ojos. Draco se quedo paralizado, sabía que era de alguna forma un mago, era un Black después de todo, había dado de alguna forma cuerpos a Luke y Bianca, pero eso a literalmente destruir un monstruo con sus manos desnudas.

Le hizo cuestionarse.

¿Quién rayos era este tipo?

No es posible, si matas a una, deberías sentir lo que sentiste cuando te vengaste de alguien, dijo una de las arai y no es que Draco quiera señalar a alguien en su condición, pero parecía asustada.

—¿Eso fue lo que sentí? —pregunta el hombre acomodándose los hombros sin lucir afectado—pensé que era una mosca molestando—dice con sarna.

La arai retrocede.

Draco tiene la boca abierta.

—Eso fue lo más macho, pecho peludo que he escuchado en mi puta vida—susurra rápidamente a Luke a su lado, que lo ve incrédulo.

¿Qué?

Este lugar ya hace que todos sean anormales, Draco tose un poco incomodo, porque tal vez se había dejado ser un poco. Parpadea confundido viendo sus manos, había sido un comentario aleatorio, pero de alguna forma le recordó a la clase de cosas estúpidas que haría alrededor de Percy en sus momentos de peor inteligencia y vergüenza.

Toca su pecho.

El vacío sigue ahí.

Su ceño se frunce confundido un momento.

«Venganza». «Una maldición de los caídos».

Se escucho en el aire, pero cuando vio a Orion sangrar por el pecho, este simplemente se lanzó sobre la siguiente arai. Si estas al ser destruidas dañaban a su destructor, realmente no era un monstruo con el que le gustara luchar. Por otro lado, Orion estaba destruyéndolas solo con sus manos sin parecer afectado en lo más mínimo aunque su cuerpo sangrara.

Su mirada no tembló.

Sus movimientos eran precisos.

Era un luchador consumado.

Los espíritus enseñaron sus colmillos. Otras arai saltaron de los árboles negros, agitando sus alas curtidas.

Las criaturas parecían asustadas, Orion sonrió de forma salvaje, Draco se estremeció pensando que parecía un monstruo. Pero Orion simplemente acabo con el ultimo monstruo luciendo como si estuviera en una semana por el parque con todos los gastos pagos. Su cuerpo sangrante comenzó a soltar una luz negra en las heridas que comenzaron a sellarse, Orion volteo a verlo con una sonrisa divertida, Draco se estremeció sin entender porque este tipo era tan inquietante.

Cuando no quedo ningún monstruo, Draco no sabía de si estaba en el lado correcto o no.

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Buscaron un lugar para descansar, Orion estaba herido y comento algo sobre rellenar energías hasta llegar donde su siguiente posible aliado, Draco no sabe como sentirse al respecto, pero aunque una parte de él quiere matar a Nyx, duda que pueda hacerlo en su condición. Aunque a este punto se pregunta porque Orion parecía interesado en que les ayudara, parecía sorprendentemente capaz para hacerlo por su cuenta. Miro al hombre dormido al lado de Bob que parecía confundido, Bianca hablaba un poco sobre el pasado de este, intentando explicar de forma menos incriminatoria sobre que era un titan cuando este pregunto algo de su pasado.

Bien con eso.

Draco no pensaba que fuera buena idea, porque no tenía el menor interés de morir por un titan.

Queriendo pensar en otra cosa se puso hablar con Luke, claro, después que este le diera una paliza entrenando y demostrando otra vez que Draco parecía condenado a morir en medio de este lugar. Nada de magia, nada de armas, nada de habilidad; la promesa que le hizo a Harry simplemente parecía demasiado pesada para mantenerla.

Sujeto su mejilla adolorida y pareció sorprendido cuando charlo con Luke.

—Espera…¿Moriste virgen? —porque eso tenía que ser una mentira, Luke pareció sumamente ofendido al respecto.

—No morí virgen—

—Dijiste que no te acostaste con Ethan—

—Draco, no soy gay—

—Bisexual lo que sea, como que no tuviste sexo con Ethan, todos en el campamento apostamos por eso—

—Me acosté con una chica y…realmente no tiene importancia—

—Yo tuve sexo con Harry—

—¿Percy lo sabe? —

Ante la pregunta de Luke abre la boca, antes de cerrarla, poner una mano en su mentón y pensar que la última vez (y primera para su molestia) que tuvo sexo con Harry, fue antes que Percy desapareciera, luego tuvo que buscarlo por meses y cuando lo encontró todo había sido un desastre por otro. Comienza a ponerse pálido pensando que tal vez lo hizo, tal vez no.

Bob parece confundido cuando Bianca le dice que su nombre es Japeto.

—Prefiero el nombre de Bob, porque Nico y Bianca conocen a Bob—habla el titan con calma probablemente sin comprender bien todo sobre pérdida de identidad.

Draco estaría molesto de ser Bob, pero no quiere alterar a un gigante que puede matarlo.

—Yo también prefiero a Bob—dice Bianca con una enorme sonrisa y el gigante sonríe, mientras el gato maúlla.

—Mucha charla, es hora de entrenar—dice Luke arrastrándolo.

Draco llora otra vez y esto le trae muchos flashback de su primer verano del campamento, el maldito de Luke aprovecha su lado ciego.

Hijo de puta.

Habla de Hermes.

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Orion se despierta, le dice a Draco que aprenda a usar magia, se vuelve a dormir roncando y murmurando sobre una Esmeralda.

Draco termina con su ojo (bueno ya saben, donde habría estado su ojo) morado por un puñetazo de Luke.

Bianca tiene el descaro de sacar un papel de quien sabe dónde, con un numero de 4 que parece ser su calificación.

Hija de puta.

Y esta vez habla de Hades.

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—Lo siento—

—Querías hacerme calzón chino—

—Realmente no pensé que te quedarías quieto—

Draco logra darle un puñetazo a Luke, se siente satisfecho al respecto.

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Bianca pensó que era divertido lanzarle skittles a su lado ciego para ayudarlo a mejorar sus reflejos.

Draco pensó que era estúpido.

Esquivo uno y este golpeo a Luke en su ojo con cicatriz.

Lo llamo justicia poética.

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Cuando Orion despertó comenzaron a caminar, con Luke y Bianca luchando con una lucha de skittles, que termino con ambos haciendo poses al estilo ninja, Draco comenzó a cuestionar no por ultima o primera vez la cordura de este viaje. Luke y Bianca estaban muertos, era difícil recordarlo cuando estaban frente a él, haciendo locuras que identificaban que ambos compartían una neurona, pensó que era algo de Orion pero este aseguro que la compatibilidad de ambos era bastante increíble.

No sabe si eso era bueno o malo.

—Mira, ocupo aprender magia, no se hacer magia negra—dice Draco comenzando a desesperarse e ignorar como Bianca le hizo una zancadilla a Luke.

Este cayó como un crio.

Y pensar que era el primer generar de Cronos alguna vez, su respeto por él cedería si no fuera porque todo el entrenamiento que han tenido, a barrido el piso con él.

Como en los viejos tiempos.

—¿De qué hablas? Puedo sentir tu núcleo mágico, al menos dos o más veces has usado hechizos prohibidos—Orion se rasca la oreja con calma y Draco se siente un poco intimidado recordando sin querer, como había usado el imperius alguna vez en el pasado.

Parecía inofensivo entonces, pero luego lucho contra un titan, no recuerda bien que paso antes que Percy llegara.

Mala señal.

—No será suficiente contra Nyx—masculla Draco de forma cansada siguiendo su camino a lo cual Orion parece indiferente.

—Ya lo dije, tu sola presencia ha ayudado, ella misma te maldijo, pero esa maldición se ha ido contra ella, esta débil, debemos atacar lo más pronto posible—

Se pregunta porque Orion esta tan seguro de eso, pero asiente a regañadientes, estaban prácticamente en los dominios de Nyx y hasta ahora no los había atacado como ella quería. Recuerda que cuando esta loca quiso quitarle el vinculo con Harry, había parecido sufrir en el proceso y tal vez, solo tal vez, ella misma se encuentra en mucha desgracia al respecto.

Draco esta muy feliz de esta desgracia ajena.

—Igual ocupo luchar, hasta ahora no he mejorado en lucha, aun con la maldición de Aquiles la falta de visión me hará ser un blanco fácil—señala con amargura, nuevamente ignorando como Luke ha lanzado a Bianca por un barranco.

No se asusta, la escoba de Bob le ayuda a subir y ambos vuelven a discutir.

Mejor ignorarlos.

Si no los ves, no lloran.

—Bueno en este mundo solo se puede usar magia negra, la he perfeccionado por años, pero para ti la magia que enseñe a mi familia seria suficiente—el rostro de Draco demuestra su poco conocimiento ya que Orion bufa—Imperius, Crucius y la maldición asesina, ¿Quién crees que la invento? —parecía ofendido de la falta de conocimiento.

Draco solo se mantuvo con una sonrisa tensa pensando: "Mi árbol genealógico está lleno de dementes". A pesar de la clara indignación del rostro de Orion por no ser reconocido, si de alguna forma salía con vida de este lugar, no pensaba de ninguna manera explicar a los demás que un tipo con el que aparentemente comparte árbol genealógico fue quien invento los 3 hechizos prohibidos que te meten en la cárcel por usarlos.

No era suicida, muchas gracias.

Su mirada de pez muerto sobre él (probablemente se la copio a Percy cuando tiene la mente en blanco) hace que Orion suspire.

—Bien veamos qué puedo hacer, hay un hechizo donde se ingresa parte de mi magia que podría aflojar tu núcleo mágico…o era el de proyección astral—parece pensativo.

Draco esta por decirle que tal vez esto es una mala idea si no está seguro, pero cuando este toca su pecho solamente siente como cae.

Alguien dice su nombre, pero aunque sabe que su cuerpo toca el suelo, no lo siente, solamente siente que alguien parece patearlo muy lejos.

¿Se sorprende?

La verdad es que no.

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No es la primera vez que hace una caminata astral, así que supone que Orion de alguna forma ha logrado cagarla algún punto y que con suerte pueda regresarlo pronto. Punto positivo, esta vez no esta en medio del monte olimpo en alguna especie de juicio que busque ver si lo matan, no ha quedado bien parado de la última ocasión.

Mira a su alrededor.

Era todo como un palacio.

El muro exterior no era más que un armazón de granito rosa, con columnas desmoronadas y ventanas abovedadas abiertas al cielo, pero estaba intacto en su mayor parte, con una longitud de cuatrocientos metros y una altura de veinte o veinticinco metros que empequeñecía las tiendas y casas modernas apretujadas detrás de él. Draco se imaginó el aspecto que debía de haber tenido el palacio cuando estaba recién construido, con centinelas imperiales recorriendo los baluartes y águilas doradas de Roma brillando en los parapetos.

Había una entrada.

Sentía que pasaba entre personas, pero todas parecían ignorarlo como si fuera un fantasma.

Por un terrible momento pensó que estaba muerto.

—Espera ahí chico, estoy intentando tirar tu alma de regreso, error de cálculos—dice una voz profunda sobre su nunca que hace que sujete sus oídos.

Orion.

Draco gruñe porque todo es demasiado incomodo, odia que estén en su mente y un tirón pareció arrastrarlo del lugar donde estaban.

No al tártaro, lo cual le desanimo, luego se desanimo de pensar que estaba triste por no estar en el tártaro, en su defensa estar separado de su cuerpo era desagradable.

Estaba en…

Ni idea.

¿Qué era este lugar?

La parte superior de una pared estaba llena de ventanas con barrotes que daban al nivel de la calle, pero eso solo hacía que el sótano resultara más claustrofóbico. Los rayos de luz del sol parecían barrotes de cárcel inclinados en los que se arremolinaba el polvo viejo.

El tártaro sigue ganando, es un lugar horrible, pero este se encuentra cerca.

Muy cerca.

Entonces pudo ver una espalda, su boca se queda congelada.

—¿Percy? —pregunta casi incrédulo cuando ve a su amigo frente a él.

Esta mal.

Muy mal.

Su cuerpo parece delgado, más de la ultima vez, sus ropas son las ultimas que recuerda verle, pero algo en su rostro pálido y sus ojos oscuros, parecen hacerlo ver miserable. Mantiene su espada en su mano, pero hay algo en su mandíbula tensa y ese claro aire de muerte, que hace que Draco se sienta inseguro. Es curioso que estando en el tártaro, había sentido menos la sensación de muerte inminente que estar al lado de Percy Jackson en este momento.

Lucia destruido.

Oh mierda.

Esto no iba ser lindo.

Continuara…

Mira orgullosa donde dejo el capítulo, antes de dar media vuelta y correr antes que la encuentren.