Capítulo 82: Un niño que lo perdió todo, quinta parte.

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Esto fue un error de cálculos, no tiene sentido, la maldición había sido puesta por su mano, no tiene sentido que el quitarla fuera a causarle semejante dolor. Nyx mira sus manos temblorosas sintiendo la magia no salir de ella con libertad, pudo sentirlo, el ultimo vinculo fue como si algo quemara dentro de su alma y por un segundo pudo ver a esa horrible mujer.

Hestia.

Ella había hecho algo y para no quedarse corto, Afrodita tampoco había parecido feliz de que el vinculo rojo fuera cortado, hay que tener cuidado con esa horrible mujer, no por nada había salido del cuerpo de Cronos, no era un olimpo cualquiera.

Maldice en voz alta, las criaturas a su alrededor se esconden e incluso sus hijos no se acercan.

Ocupa recuperarse.

Había deseado dejar a Draco Malfoy vagando en la tierra eterna del tártaro, pero era peligroso, se dio cuenta muy tarde que traerlo aquí, puede que no fuera totalmente su plan o si lo era, otros se habían aprovechado de eso.

Tiene que matarlo.

Tuvo que matarlo hace tanto tiempo.

Pero esta vez lo haría.

Los días de Draco Malfoy estaban contados.

Aquello que Leónidas y Perseus iniciaron, terminaría este día.

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Hay una especie de celos infantiles cuando Draco ve a Orion encargarse de un Drakon con tanta facilidad, que hace que su victoria con Clarisse contra el Drakon en Manhattan se vea como un chiste.

¿Lo más insultante de todo?

Que el drakon era fácilmente la criatura más bonita que Draco había visto en mucho tiempo desde que había caído al Tártaro. Su piel estaba cubierta de motas amarillas y verdes, como la luz del sol a través del manto de un bosque. Sus ojos reptiles eran del tono verde mar, tampoco se parecía tanto una serpiente lo que hizo que su temor no se incrementara. Cuando su gorguera de escamas se desplegó alrededor de su cabeza, Draco no pudo evitar pensar en lo regio que era el monstruo que estaba a punto de matarla.

Era perfectamente tan largo como un tren de metro. Sus enormes garras se clavaban en el lodo a medida que avanzaba y su cola se agitaba de un lado al otro. El drakon siseaba, escupiendo chorros de veneno verde que humeaba en el suelo cubierto de musgo e incendiaba pozos de alquitrán, y llenaba el aire de aroma a pino fresco y jengibre. Incluso olía bien. Como la mayoría de los drakones, no tenía alas, era más largo y tenía más aspecto de serpiente que de un dragón, y parecía hambriento.

—Bob —dijo Bianca sin lucir asustada cuando Orion salto al ataque cual bestia libre—, ¿a qué nos enfrentamos?

—A un drakon meonio —dijo Bob—. De Meonia—

Como si eso dijera algo.

Bob tiene problemas.

No entiende esa ultima parte, pero solamente ve a Orion saltar y parecer que danza, no lo hace y si lo hace es la danza más letal que ha visto.

—¿Existe alguna forma de que podamos matarlo? —pregunta Luke curioso sentado en el suelo.

Faltan palomitas solamente.

—¿Nosotros? —dijo Bob—. No. Orion, por supuesto—

El drakon rugió como para recalcar ese punto y llenó el aire de más veneno de pino y jengibre, que habría resultado un excelente aroma de ambientador para coche.

Orion no parecía importarle, aplastando la cabeza de la criatura con una letalidad asombrosa.

Draco se sintió pequeño.

Sigue sin saber que parte del plan forma aquí, se siente como la persona más innecesaria hasta ahora. Mira aburrido como Orion sale de la lucha, con el cadáver del Drakon a su espalda, caminando de la forma que parece ser sacada de una película de acción donde el héroe salva a la chica. Draco paso toda su vida intentando alcanzar a Percy y cuando piensa que lo logro, que ahora es su igual, llega a encontrarse a otro tipo que parece tener un talento sobrenatural que no puede alcanzar.

—Mi ego esta herido—admite Draco, haciendo que Bianca le de una palmadita y que Luke parezca indiferente.

El pequeño Bob sisea cuando la pierna de Orion tiene una herida que parece no sanar para variar, Draco no debería sentirse feliz por eso, pero lo hace. Una parte de él piensa que al fin ha demostrado que el tipo no es tan indestructible como este piensa, lo cual es un pensamiento malo, porque técnicamente Orion es parte de su equipo y no debería pensar así de él.

—No te veas tan feliz, y si lo haces, no lo demuestres—dice Luke incrédulo, pero el hipócrita también parece divertido.

Ambos chocan los cinco, con los pensamientos como siempre coordinados.

—Vamos a ver a mi viejo amigo Damasén—curiosamente Orion no parece tan feliz al respecto.

Bien.

Ese sujeto ya le agrada, aunque si esta en el tártaro, duda que pueda ser alguien positivo, va a mantener la mente abierta a fuerza de voluntad.

—Damasén es un gigante bueno —dijo Bob—. Es pacífico. Puede curar el veneno—

—¿Pacífico? —con suerte tengan buena suerte.

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O tal vez no.

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—Mi buen amigo—dice Orion con el rostro un poco pálido cuando llegan a la choza del gigante.

Damasén es un gigante de unos seis metros de alto, la estatura habitual para un gigante. La parte superior de su cuerpo era humanoide, mientras que sus patas eran de reptil con escamas, como un dinosaurio. En lugar de llevar armadura, llevaba puesta una camisa cosida con pieles de oveja y cuero con manchas verdes. Su piel era de color rojo cereza; mientras que su barba y cabello eran de color hurrumbe, trenzado con matas de pasto hojas y flores de pantano.

Draco piensa que Damasén no parecía hostil, en cambio, irradiaba pena y amargura, como si estuviera tan absorto en su tristeza que le molestara que ella se centrase en otra cosa.

Cuando ve el rostro de Orion, le cierra la puerta en la cara.

Mala

La choza del gigante era del tamaño de un planetario y estaba construida con huesos, barro y piel de drakon, desde luego resultaba acogedora.

Pueden ver más del interior cuando el gigante los deja adentrarse, luego del tercer intento de Orion para que los deje entrar.

En el centro ardía una hoguera hecha de brea y huesos; sin embargo, el humo era blanco e inodoro, y salía por el agujero que había en mitad del techo. El suelo estaba cubierto de hierba seca del pantano y trapos de lana gris. En un lado había una enorme cama confeccionada con pieles de carnero y cuero de drakon. En el otro colgaban percheros independientes con plantas secándose, piel curada y lo que parecían tiras de cecina de drakon. El lugar olía a estofado, humo, albahaca y tomillo.

Había un rebaño de ovejas amontonadas en un corral en la parte trasera de la choza.

Draco observo como Orion intentaba hablar con el gigante, pero una mirada de este hizo al hombre al fin cerrar la boca de sus extraños comentarios.

Damasén se acercó pesadamente a la hoguera. Lanzó la carne de drakon que Orion había insistido en traer, a una cazuela colgada que parecía hecha con un viejo cráneo de monstruo y a continuación cogió un cucharón y la empezó a remover.

Sabiamente no quiso ver más al respecto.

No quería ser el siguiente ingrediente en su estofado.

Comenzó ayudar a Orion a regañadientes, mientras Bob se ocupaba del estofado, Damasén examinó con detenimiento sus perchas de secado, y arrancó varias hojas y raíces. Se metió un puñado de plantas en la boca, las masticó bien y acto seguido las escupió en un montón de lana.

—Una taza de caldo —ordenó Damasén.

Bob recogió un poco de jugo de estofado con el cucharón y lo echó en una calabaza hueca. Se la dio a Damasén, que remojó la bola pastosa y la removió con el dedo.

—Sangre y veneno de Drakon —murmuró—. No supone ningún reto para mí—

Orion sonrió agradecido, el gigante simplemente le ignoro por su propio bien.

Se acercó pesadamente a la cabecera de la cama y recostó a Orion con una mano. Bob el Pequeño olfateó el caldo y siseó. Arañó las sábanas con sus garras como si quisiera sepultarlo.

—¿Vas a darle de comer eso? —preguntó Bianca con curiosidad.

El gigante le lanzó una mirada poco impresionada.

—¿Quién es aquí el curandero? ¿Tú o yo? —

Bianca cerró la boca, a su lado Luke claramente se estaba burlando de ella, hasta que la chica saco una flecha que clavo sin piedad en el muslo, pero no le saco sangre.

Draco dejo de ver a Orion, para mirar atentamente a sus amigos, notando la falta de sangre de Luke.

Un recordatorio de que estaban muertos supuso.

Se pregunto qué tanto podrían llevar sus cuerpos al limite.

Observó cómo el gigante hacía beber el caldo a Orion. Damasén lo trataba con sorprendente amabilidad, murmurándole palabras de ánimo que no alcanzaba a entender. Con cada sorbo que bebía, el color de Orion mejoraba.

Sorprendente.

—Me encuentro estupendamente, quería hablar del trato que te propuse—dice el semidios con una sonrisa que el gigante ignora.

Entonces Orion puso los ojos en blanco. Cayó hacia atrás en la cama y empezó a roncar.

—Unas horas de sueño —declaró Damasén— y estará como nuevo—

—Gracias —dijo Luke amablemente.

Damasén la miró tristemente.

—Oh, no me des las gracias. Todavía estáis condenados. Y exijo un pago por mis servicios—

No parecía una sorpresa para Draco, no recuerda la ultima vez que tuvo algo gratis en la vida.

—Ah... ¿Qué clase de pago? —

—Una historia —los ojos del gigante empezaron a brillar—. El Tártaro es muy aburrido. Puedes ir contándome vuestra historia mientras comemos, ¿vale? —

No es tan interesante, tampoco quería hablar, Draco deja que a regañadientes Luke y Bianca cuenten sus respectivas historias, un traidor renovado, una chica que vivió años en un hotel encantado y luego se convirtió en cazadora, ambos tenían mejores historias que contar.

Aun así, Damasén se descubrió como un buen anfitrión.

Había salvado a Orion, aunque claramente no parecía ser su principal interés. Su estofado elaborado con carne de drakon estaba delicioso (sobre todo comparado con el agua de fuego). Su choza era cálida y cómoda, y por primera vez desde que había caído al Tártaro, Draco sentía que podía relajarse un poco más, lo que sin duda resultaba irónico, considerando que estaba cenando con un titán y un gigante.

Escucho la historia de sus amigos como si fuera una nana.

Quería dormir, pero se mantuvo despierto, hasta ahora Harry era el único que hizo funcionar la entrada al pasaje mental, pero no estaba interesado en llevarlo a ese mundo por si estaba en peligro.

Cuando las historias terminaron.

Bob lavó su plato con la botella con vaporizador y el trapo.

Damasén hizo un gesto circular con la cuchara.

Cuando Bianca comento sobre la lucha contra Nyx en el tártaro y luego la de Gaia en el exterior, eso pareció captar el interés de Damasén. Cuando le estaba contando que debían impedir que Gaia despertara, vaciló.

—Es... tu madre, ¿verdad? —habla Luke con calma.

Damasén rascó su plato. Tenía la cara llena de viejas quemaduras de veneno, cortes y tejido cicatrizado, de modo que parecía la superficie de un asteroide.

—Sí —dijo—. Y Tártaro es mi padre —señaló la choza—. Como puedes ver, he decepcionado a mis padres. Ellos esperaban... más de mí—

Bueno.

Ya son dos.

Draco piensa en Zeus y su forma de siempre tratarlo o dejarle de lado, se pregunta si ahora que ha usado sus poderes libremente, le ha causado problemas. Espera que sí, porque, aunque ahora lo niegue (lo cual no duda) Draco ha demostrado que tiene poderes como sus hermanos.

Resultaba bastante difícil imaginarse a los dioses del Olimpo como padres, pero por lo menos se parecían a los humanos. En el caso de los antiguos dioses primigenios como Gaia y Tártaro... ¿Cómo podías irte de casa y no depender de tus padres cuando, literalmente, abarcaban el mundo entero?

No quiere pensar en eso.

Nyx sería un problema.

—Entonces ¿no te importa que luchemos en contra de tu madre? —preguntó un poco cansado ante la idea de volver a luchar al salir de aquí.

Damasén resopló como un toro.

—Os deseo toda la suerte del mundo. Es mi padre por el que deberíais preocuparos. Si se enfrenta a vosotros, no tenéis ninguna posibilidad de sobrevivir. —

—Enfrentarse a nosotros, ¿cómo? —preguntó.

—Todo esto —Damasén partió un hueso de drakon y usó una esquirla como mondadientes—. Todo lo que ves es el cuerpo de Tártaro, o por lo menos una manifestación de él. Sabe que estáis aquí. Quiere poneros trabas a cada paso. Mis hermanos os buscarán. Es extraordinario que hayáis sobrevivido tanto, incluso con la ayuda de Jápeto…supongo que Orion tiene más juegos de cartas de las que imagino—

Bob frunció el entrecejo al oír su nombre.

Orion ronco.

—Sí, los vencidos nos buscarán. Deben de estar cerca—

Damasén escupió el mondadientes.

—Puedo ocultar vuestro camino por un tiempo, lo bastante para que descanséis. Tengo poder en este pantano. Pero al final os atraparán—

—Mis amigos tienen que llegar a las Puertas de la Muerte —dijo Bob—. Esa es la salida—

—Imposible —murmuró Damasén—. Las puertas están demasiado vigiladas—

Draco se inclinó hacia delante.

—Pero ¿sabes dónde están? —

—Por supuesto. Todo el Tártaro lleva a un sitio: su corazón. Las Puertas de la Muerte están allí. Pero no podéis llegar allí vivos solo con la ayuda de Jápeto—

—Entonces ven con nosotros —dijo Bianca—. Ayúdanos—

—¡JA! —

—Hijo del rayo—dijo el gigante y Draco se estremeció incomodo—. No soy tu amigo. Una vez ayudé a los mortales, y ya ves adónde me llevó—

—¿Ayudaste a los mortales? —Draco sabía mucho acerca de leyendas griegas, pero lo ignoraba todo sobre Damasén, probablemente Anthony sabría algo—. No... no lo entiendo—

—Una historia terrible —explicó Bob—. Los gigantes buenos tienen historias terribles. Damasén fue creado para oponerse a Ares—

—Sí —convino el gigante—. Como todos mis hermanos, nací en respuesta a un dios determinado. Mi enemigo era Ares. Pero Ares era el dios de la guerra. Así que cuando nací... —

—Eras lo contrario a él —aventuró Bianca—. Eras pacífico—

—Pacífico para un gigante, por lo menos —Damasén suspiró—. Vagué por los campos de Meonia, en el país que ahora llamáis Turquía. Cuidaba de mi rebaño y recogía hierbas. Era una vida agradable. Pero no me enfrentaba a los dioses. Mi madre y mi padre me maldijeron por ese motivo. La ofensa definitiva llegó el día que un drakon meonio mató a un pastor mortal, un amigo mío. Busqué a esa criatura y la maté metiéndole un árbol por la garganta. Utilicé el poder de la tierra para hacer crecer las raíces del árbol y planté el drakon en el suelo. Me aseguré de que no aterrorizase más a los mortales. Fue un acto que Gaia no pudo perdonar—

—¿Porque ayudaste a alguien? —pregunta Bianca curiosa.

—Sí —Damasén parecía avergonzado—. Gaia abrió la tierra y fui engullido, exiliado en la barriga de mi padre, Tártaro, donde se amontonan todos los restos inútiles: todas las partes de la creación que a él no le interesan —el gigante arrancó una flor de su cabello y la observó distraídamente—. Me dejaron vivir, cuidando de mi rebaño, recogiendo hierbas, para que fuera consciente de la inutilidad de la vida que había elegido. Cada día, o lo que pasa por un día en este sitio sin luz, el drakon meonio vuelve a cobrar forma y me ataca. Matar es mi castigo eterno—

Draco echó un vistazo a la choza, tratando de imaginarse el tiempo que Damasén había estado exiliado allí: matando al drakon, recogiendo sus huesos, su piel y su carne, consciente de que volvería a atacarlo al día siguiente. Le costaba imaginar que ella sobreviviera una semana en el Tártaro. Exiliar a un hijo allí durante siglos era de una crueldad inconcebible.

Volteo a ver a Orion.

Pensando en como este también llevaba demasiado aquí.

—Rompe la maldición —dijo de buenas a primeras—. Ven con nosotros—

Damasén se rió entre dientes con amargura.

—Así de fácil. ¿No crees que ya he intentado salir de este sitio? Es imposible. Viaje a donde viaje, acabo siempre aquí. El pantano es lo único que conozco: el único destino que puedo imaginar. No, pequeña semidiosa. Mi maldición me ha vencido. No me queda ninguna esperanza—

—Ninguna esperanza —repitió Bob.

—Tiene que haber una forma—

Porque Draco tiene que salir de aquí.

Lo había prometido.

Tiene mucho que solucionar fuera de este lugar.

—Bob tiene un plan para llegar a las Puertas de la Muerte —insistió—. Ha dicho que podíamos ocultarnos con una especie de Niebla de la Muerte—

—¿Niebla de la Muerte? —Damasén miró a Bob con el entrecejo fruncido—. ¿Los vas llevar hasta Aclis? —

—Es la única forma —dijo Bob.

—Moriréis —dijo Damasén—. Y será una muerte dolorosa. En la oscuridad. Aclis no se fía de nadie ni ayuda a nadie—

Parecía que Bob quisiera protestar, pero apretó los labios y permaneció callado. Draco por otro lado volteo a ver a Bianca y Luke, quienes no lo veían.

Claramente Orion tenía otro plan.

Nyx.

Tienen que llegar a ella había dicho.

—¿Existe otra forma? —preguntó Draco no esta seguro a quien pregunto.

—No —contestó Damasén—. La Niebla de la Muerte... es el mejor plan. Lamentablemente, es un plan terrible—

Tal vez eso lo haga funcionar, siempre era la peor opción la resolución.

—Pero ¿no merece la pena intentarlo? —preguntó Luke—. Podrías volver al mundo de los mortales. Podrías volver a ver el sol—

Los ojos de Damasén eran como las cuencas del cráneo de drakon: oscuros y huecos, desprovistos de esperanza. Lanzó un hueso roto al fuego y se irguió: un enorme héroe rojo vestido con piel de carnero y cuero, el cabello adornado con flores y hierbas secas. Draco advirtió a qué se refería al decir que era la antítesis de Ares. Ares era el peor dios, tempestuoso y violento. Damasén era el mejor gigante, amable y servicial... y por ese motivo había sido condenado al sufrimiento eterno.

—Duerme —dijo el gigante—. Os prepararé provisiones para el viaje. Lo siento, pero no puedo hacer más—

Bueno.

Eso sin duda no era útil.

Dormir.

No era la solución, pero mientras se acostaba esta vez contra Luke y este comenzó a jugar con su cabello, noto el sueño que tenía.

Tenía la barriga llena. El fuego emitía un agradable chisporroteo. Las hierbas que perfumaban el aire le recordaban las colinas que rodeaban el Campamento Mestizo en verano, cuando los sátiros y las náyades recogían plantas silvestres durante las tardes ociosas.

—Puede que duerma un poco —convino Draco en un susurro.

—Estaremos aquí Draco esta bien—susurra Luke por bajo, mientras Bianca se acuesta a su lado abrazándolo.

Es curioso.

Como a pesar de todo.

Se sintió vivo en medio del caos, había extrañado tanto a Bianca y Luke, pensó que nunca volverían a él pero en el peor momento de su vida estaban apoyándolo.

Cerro los ojos tranquilos.

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Esa noche es curiosa, porque cuando llega al lugar que es claramente un plano de su mente (no ha tenido mucho tiempo libre para hacer teorías al respecto), no esta Harry ahí, o bueno, no exactamente Harry. Hay un lobo negro que conoce bien, porque es Harry también, luciendo lo más alejado que puede mientras solloza. Su cuerpo se transforma mientras camina, porque hace tiempo que no era un hurón, pero hay algo en Harry de esa forma tan vulnerable, que provoca que se vuelva más vulnerable al respecto. Camina entre el agua que refleja las estrellas, Harry voltea a verle, el enorme lobo que podría ser intimidante para otros, hace mucho dejo de causarle miedo.

Toca la nariz de este con la suya.

El lobo sigue pareciendo triste cuando lo toma con su boca para acomodarlo entre sus piernas.

Esta triste.

Se siente solo.

Las emociones de Harry en este estado siempre han sido más puras que en cualquier otro y Draco solamente quisiera poder acabar con el sufrimiento de este.

—Harry solo—musita este abrazándolo con fuerza.

Probablemente extrañándolo con la misma intensidad que hace Draco.

Draco en la forma de hurón se restriega todo lo que puede contra su pelaje, sabe que es un plano astral, pero si tan solo pudiera dejar su aroma en este cuando despierte, tal vez se sienta un poco menos solo. Sabe que la versión humana de Harry intenta ser fuerte para Draco, por lo cual quiere que se sienta lo menos solo posible, quiere que sea feliz.

Es difícil.

Ahora no parece tiempo para ser feliz.

Duele.

—Te extraño mi querido Lobito—dice Draco a Harry, el lobo por un momento parece feliz, antes de usar su lengua para limpiarlo.

Es asqueroso, pero es una forma de estar juntos.

No dicen mucho esa noche, a veces no se ocupa decir mucho, solamente estar al lado del otro.

Draco piensa con pena que es otra noche de luna llena que se perdió con Harry y le duele mucho no poder estar con él.

La próxima quiere prometer, pero la promesa no sale de sus labios por temor a no cumplirla.

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Draco se despertó mirando las sombras que danzaban a través del techo de la choza, odiando no poder quedarse más tiempo con Harry para consolarlo. Mientras estaba allí tumbada, con Luke roncando a su lado y Bob el Pequeño ronroneando sobre su barriga, oyó a Bob y Damasén enfrascados en una conversación. Bianca parecía igual de dormida que Orion, pero la falta de sus respiraciones pesadas le hizo pensar que tal vez no estaban tan dormidos como pensaba.

—No se lo has dicho —dijo Damasén.

—No —reconoció Bob—. Está asustado—

El gigante refunfuñó.

—Debe estarlo. ¿Y si no puedes llevarlos más allá de la Noche? —

Damasén dijo la palabra «noche» como si fuera un nombre verdadero: un nombre maléfico.

—Tengo que conseguirlo —dijo Bob—Orion tiene un plan—

—¿Por qué? —preguntó Damasén—. ¿Qué te han dado los semidioses? Te han borrado tu antiguo yo, todo lo que eras. Los titanes y los gigantes... están destinados a ser los enemigos de los dioses y sus hijos. ¿O no?—

—Entonces ¿por qué has curado al hombre? —

Damasén espiró.

—Yo también me lo pregunto. Tal vez porque la chica me incitó o tal vez...Esos dos semidioses me resultan intrigantes. Deben de ser duros para haber llegado hasta aquí. Eso es admirable. Aun así, ¿cómo podemos ayudarles más? No es nuestro destino—

—Quizá —dijo Bob, con incomodidad—. Pero... ¿te gusta nuestro destino? —

—Vaya pregunta. ¿Le gusta a alguien su destino? —

—A mí me gustaba ser Bob —murmuró Bob—. Antes de que empezara a recordar... —

—Ah—

Se oyó un runrún, como si Damasén estuviera llenando un bolso de piel.

—Damasén, ¿te acuerdas del sol? —preguntó el titán.

El runrún se interrumpió. Draco oyó que el gigante espiraba por los orificios nasales.

—Sí. Era amarillo. Cuando tocaba el horizonte, pintaba el cielo de unos colores preciosos—

—Yo echo de menos el sol —dijo Bob—. Y también las estrellas. Me gustaría volver a saludar a las estrellas—

—Las estrellas... —Damasén pronunció la palabra como si se hubiera olvidado de su significado—. Sí. Hacían dibujos plateados en el cielo nocturno —lanzó algo al suelo de un golpe—. Bah. Esto es hablar por hablar. No podemos.. —

El drakon meonio rugió a lo lejos.

Luke se incorporó de golpe.

—¿Qué? ¿Qué... dónde... qué? —

—Tranquilo—

Bianca le cogió el brazo, como sospechaba sin dormir realmente.

Damasén se acercó a la cama viéndolos curioso, Draco que hasta ahora estaba enterrado en su propio sufrimiento, se pregunto por los titanes, que habían perdido tanto que algo tan mundano como el sol o las estrellas era su mayor deseo.

Bueno.

Draco no es nadie para juzgar, hace unos minutos su único deseo había sido ser un puto hurón y estar al lado de su novio licántropo.

—No hay tiempo, pequeños mortales. El drakon regresa. Temo que su rugido atraiga a los demás: mis hermanos, los que os persiguen. Estarán aquí dentro de unos minutos—

—Quería dormir algo más—dice Orion colocándose sobre sus pies con amargura.

Damasén le ignoro les lanzó tres macutos de piel de drakon.

—Ropa, comida y bebida—

Bob llevaba una mochila parecida pero más grande. Estaba apoyado en su escoba, mirando a Draco como si todavía estuviera meditando sobre las palabras de Damasén: «¿Qué te han dado los semidioses? Somos sus enemigos, sus enemigos inmortales» .

—¿Entonces pensaste en…? —pregunto Orion viendo al titan, pero este simplemente negó.

No se uniría a su búsqueda.

Draco suspiro incomodo, otro titan podría ser de ayuda, especialmente uno que sanara, pero no hay que obligar a nadie a una lucha que no quiere ser parte.

Orion no pareció incomodo al respecto, el rugido de un Drakon cada vez más cerca, solo hizo que este señalara para que lo siguieran, el grupo se movió por instinto, Draco por otro lado se quedo viendo un poco más a Damasén con mirada de pesar.

—Gracias por la ayuda—susurro, a lo cual el titan solamente sonrió con melancolía.

Este lugar era horrible.

Pero al mismo tiempo intrigante.

Antes de irse, Damasén le ofreció algo con su mano, era una especie de lanza, que debía ser creado de huesos o algo de monstruo en este foso. El arma no había sido finamente tallada, pero al tomarla en sus manos se sintió un poco más relajado al fin de tener algo con que defenderse, además que con solo sujetarla podía sentir la fuerza de esta.

—Buena suerte semidios—es todo lo que dice el titan dando media vuelta para irse.

Dejando a Draco ahí, viendo su nueva arma, con tantas preguntas sin respuestas que dolía.

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Draco pensó que esto era una locura, el viaje era una maldita tortura todo el tiempo, pero a su lado Luke intentaba ayudarle. Estaba hablando sobre Ethan (lo cual no ayudaba a pensar que no había pasado nada entre ellos) y explicar que fue curiosamente Luke que le enseño a luchar con un solo ojo, si su enseñanza había sido como hasta ahora, se sorprende que funcionara. Bueno Luke tenía una herida sobre su rostro, así que por un tiempo era obvio que no pudo haber visto bien, intenta escuchar sobre su forma de hablar, sobre confiar en su oído más que en la vista, en la brisa que va avisarle sobre cada golpe.

Suena ridículo.

Espera que la maldición de Aquiles le ayude, ahora que tiene un arma, piensa que tal vez podría hacer algo diferente.

Aunque todo suenan como patrañas.

—Estamos cerca, hay un ejército que está reuniendo Gaia, pero está trabajando con Nyx, así que tendremos que afrontar ambos controlados por la diosa de la oscuridad—cada que Orion abre la boca, sinceramente Draco quiere ahogarse en su miseria.

Mira de reojo a Luke, que solamente se encoge de hombros, pero sigue su camino, ve de reojo a Bianca caminar al lado de Bob hablando animadamente. También nota que la chica le pide que cuando salga fuera del tártaro salude a Nico por ella.

Sus pasos se vuelven lentos, Luke que estaba hablando deja de hacerlo para mirarle curioso, pero Draco apenas si se mueve.

Cuando levanta la mirada ve a Luke con un rostro algo adolorido.

—¿Qué pasara cuando esto termine? ¿Contigo y Bianca? —Draco lo sabe, también sabe que ya no es un niño.

Que no es el mismo adolescente de 12 años que llego al campamento, pero no puede evitar sentirse como tal ahora mismo. Espera que Luke le mienta, tal vez para hacer una sensación de falsa tranquilidad que Draco ocupa ahora. Pero en su lugar coloca una mano sobre su hombro y su rostro no se llena de condescendencia, pero si es una mirada que indica que no puede centrarse en esto.

Los va a volver a perder.

Siente su cuerpo muy pesado, pero antes que pueda hablar, este lo hace primero.

—Volveremos a nacer, vamos a rencarnar y en nuestra siguiente vida, vamos a ser amigos—explica Luke con calma, parece ser algo que había estado pensando, pero no tiene sentido.

Frunce el ceño, pero antes que pueda comentar al respecto, una sensación en su espalda hace que voltee a ver, la lanza se levanta instintivamente (siempre y cuando no fuera una serpiente o monstruo serpiente, cree que podría hacer algo decente), la lanza se congela cuando ve el reflejo de alguien que es familiar. No esperaba ver a nadie más familiar en el fin del mundo, pero cuando ve el cabello rubio y ojos azules que parecen brillar, toma un paso atrás confundido.

Deja la conversación que tuvo con Luke para otro momento, cuando Orion retrocede para pasar ahora frente a ellos que habían estado originalmente en la retaguardia.

Se cruza de brazos.

—Llegas tarde—es la voz de Orion con calma, lo que hace que Draco se sienta un poco más perdido ahora que antes.

Orion lo había estado esperando.

Draco por primera vez medita, la cantidad de años que debe haber pasado Orion aquí, si claro, estaba interesado en derrotar a Nyx por sus propios pensamientos y situaciones egoísta, pero incluso estando demente como era, había planeado esto.

Tal vez más de lo que le dio crédito.

—Escuche que rompiste mi lanza niño, bueno, no importa mucho ahora, tenemos trabajo que hacer—dice la voz de Aquiles caminando vestido como si fuera un soldado de su época de gloria.

Draco permanece ahí incrédulo, antes de asentir cuando los demás lo hacen.

Esto es…interesante.

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En la mitología griega, Aquiles fue un héroe de la guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero. Era nieto de Éaco e hijo de Peleo y de Tetis, por lo que se le llama a menudo «Pelida» y «Eácida». En la célebre obra homérica, Aquiles suele ser calificado como «el de los pies ligeros», ya que se le consideraba el más veloz de los hombres. Aquiles también era renombrado por su belleza, pues se dice que era «el hombre más bello de los llegados al pie de Ilio, más que los demás dánaos».

Leyendas posteriores (empezando por un poema de Estacio del siglo I) afirman que Aquiles era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón. Estas leyendas sostienen que Aquiles murió en batalla al ser alcanzado en el talón por una flecha envenenada. Es de aquí de donde procede la expresión «talón de Aquiles», para aludir a la máxima debilidad de un individuo; y en el campo de la anatomía se llama «Tendón de Aquiles» a un tendón en la parte posterior de la pierna. Aquiles también es famoso por ser el más hermoso de los héroes reunidos en Troya. En su mito es crucial su relación con Patroclo, su compañero de armas. Además, Tzetzes dice que a Aquiles le llamaban Tifón por su bravura.

Draco admira al hombre que habla con Orion sobre Aclis y que era mejor no enfrentarla por que estaba aliada con Nyx además del ejército de Gaia.

Vale.

Orion era un guerrero excepcional, tenían a Luke y Bianca que habían demostrado que la muerte no hizo nada para arrumbar sus habilidades, contaban con un gigante y un gato mágico que podría ayudarles. Si esto le sumamos a la persona de Aquiles, que era un guerrero suficiente para estar en leyendas por siglos, serian un buen equipo; incluso con Draco para poder luchar ahora que tiene un arma, sigue estando ciego de donde perdió su ojo.

Pero puede pelear.

No sabe usar magia aun, pero se siente más cómodo con la lanza como de costumbre.

Siente que tiene algo a lo que aferrarse.

—Bueno entonces deberíamos atacar ahora mismo—dice Orion de forma tranquila, como si estuviera hablando de un paseo por el parque.

Esto no es un paseo por el parque.

Esta hablando de irse a una lucha directa con un ente primordial, que incluso si le odia, tiene la capacidad para evaporar su existencia. Sus piernas tiemblan un poco, incluso cuando fueron a la lucha contra Cronos, había un pequeño ejercito de mestizos que estuvieron ahí para apoyarles, hubo cazadoras y hasta cierto punto de la batalla tuvieron tres olimpos a su lado para luchar.

Y estaba Percy.

Puede que fuera un idiota, pero Percy había sido su símbolo de victoria.

Parecía ridículo perder con Percy a su lado, aunque ahora no sabe que pasara cuando salga de este infiero (si es que sale, piensa el lado negativo de su cabeza que es difícil silenciar en el tártaro), solo que tiene que ir ayudar a Harry, pero antes de que haga una locura, tiene que hablar con Percy.

Ya ha pasado mucho su amistad.

Si tan solo pudiera solucionarla, haría cualquier cosa para mantenerlo a su lado, no había pensado tanto en su amistad como algo más que un hecho.

El cielo es azul.

El sol da calor.

Percy es su mejor amigo.

Lo había dado por sentado, tal vez debió hacer las cosas diferentes, quiere pensar que tal vez no es demasiado tarde para esto, que aun hay alguna posibilidad de solucionar las cosas. Pero para eso ocupa sobrevivir y luchar contra una diosa primordial sin un plan, puede que no fuera la mejor idea.

—Claro, parece que aun esta debilitada, te guio ahí—dice Aquiles con una calma y serenidad.

Draco siente que su cordura se rompe.

Sujeta sus manos contra su rostro.

Va a morir.

Está rodeado de idiotas.

Bianca intenta tranquilizarlo, pero Draco solamente les sigue como si caminara a la horca, espera que, si alguien se entera de su muerte, le diga a su novio que fue por un grupo de idiotas suicidas que piensa que tener un plan detallado para enfrentar prácticamente a una deidad, es irse de frente a agarrar a golpes a esta como si no fueran a morir.

Toma su lanza sintiéndose indefenso.

Esto va a salir mal.

El camino se centro sin muchas palabras después de eso, la forma de caminar de Aquiles era confiada, incluso cargada de pena, su mentón nunca se bajó y Draco podría admirar eso. En otro momento, en otra perspectiva la idea de conocer un héroe sería interesante.

Como aprendió con Hércules.

Mejor no conocer a tus héroes.

Finalmente llegaron a un extremo lejos de todo. Al menos eso le pareció a Draco. La niebla a su alrededor se disipó, y se encontraron en una península que sobresalía por encima de un vacío muy oscuro.

—Aquí estamos—dice Orion con voz emocionada.

Nada alentador para Draco.

—Ah... genial —dijo Draco sin poder evitarlo, nadie parecía emocionado—. ¿Dónde es «aquí»? —

—En el borde de la muerte definitiva —respondió Aquiles con una lanza sobre sus hombros que hizo a Draco sufrir por la que perdió—. Donde la Noche se junta con el vacío debajo del Tártaro—

Draco avanzó muy lentamente y se asomó al precipicio, traumas de que la ultima vez que lo hizo termino en este lugar para variar.

—Creía que no había nada debajo del Tártaro—dice Bianca curiosa a su lado.

—Oh, desde luego que sí... —Orion tosió—. Hasta Tártaro tuvo que surgir de alguna parte. Este es el borde de la oscuridad primitiva, mi madre. Debajo se encuentra el reino del Caos. Aquí estáis más cerca de la nada de lo que lo ha estado jamás ningún mortal. ¿No lo notáis? —

Draco sabía a lo que se refería. El vacío parecía tirar de él, extrayéndole el aliento de los pulmones y el oxígeno de la sangre.

Lo odia.

Traga saliva.

Nyx está ahí.

Lo sabe.

Y lo aterra por partes iguales.

Aquí era, el momento decisivo de su historia, era hora de enfrentarla y no se sentía en lo nada preparado. Una parte de él quería ser el mismo niño que cuando tenía 12 en lugar de quedarse con sus compañeros a luchar había salido huyendo despavorido.

Tenía 12 años.

Bueno.

Ahora tenía 17 años.

¿Solo han pasado cinco años?

A veces parece una eternidad.

—¿Entonces hay un ejército ahí abajo? —dice Luke con calma cuando todos parecen prepararse para bajar a lo que parece ser una oscuridad infinita, que con solamente un ojo, la verdad es que Draco no puede ver absolutamente nada.

Tranquilizador.

En absoluto.

Ya, esto era suficiente, iba a descender al fondo de la locura mientras entrara a esa oscuridad, porque iría prácticamente a las puertas del ser o entidad primordial que desde el minuto uno de su existencia estaba muy interesado en asesinarlo.

¿En qué había pensado?

En salvar a Percy y Annabeth.

No se arrepiente de eso, pero maldición, como quisiera que no fuera el caso.

—Nyx y Gaia han estado trabajando juntas un tiempo, no es todo su ejército, pero la mayoría está ahí, los demás están ya en la tierra preparándose para la lucha—habla Orion con calma, lo que no entiende Draco.

Podrían morir.

Hasta ahora solamente Orion y Draco están técnicamente vivos en esta oscuridad y si algo sale mal, ambos morirían, no tiene idea de que podría pasar con los demás porque técnicamente ya están muertos (menos Bob por su puesto) lo que no lo hace más tranquilizador.

—¿Son muchos? —pregunta Bianca sin soltar el arco, un soltado listo para entrar a la batalla.

Quisiera tener esa determinación, pero la verdad es que Draco esta aterrado por la siguiente lucha, sin contar que, si hay monstruos con forma de serpiente, pueda que quede paralizado.

Esto no se ve bien en ninguna forma.

Todo empeora.

Draco mira a Orion, pero descarta la idea ya ha demostrado no ser una persona confiable a la hora de planes, su segunda mejor opción es Aquiles, alguien conocido por ser un guerrero invisible que ha estado en múltiples luchas cuando estuvo con vida, tiene que tener un plan; había luchado al lado del gran Odiseo conocido por su ingenio. También por haber estado una vida lejos de casa en un viaje que no tomaría tanto tiempo por enojar algunos olimpos.

Pero.

¿Quién no ha enojado a Zeus al menos una vez?

Le podría pasar al menos.

—Señor Aquiles, ¿Cuál es el plan? —pregunta Draco pensando que podría conservar un poco de cordura.

Nada es demasiado difícil si tienes un plan.

Cuando Aquiles voltea a verlo, bueno, es bastante guapo, la ultima vez no pudo haberlo apreciado por el caos de tener que bañarse en el rio estigia. Técnicamente solamente había sido Percy, pero ahora que también afectaba a Draco no tiene muchas quejas.

Prefiere tener esa maldición que no tenerla hoy.

—Vamos, luchamos contra el ejército y tú te encargas de Nyx, fácil—habla Aquiles levantando la mano y Orion le choca los cinco, mientras Draco queda congelado.

Entonces entiende.

Están completamente perdidos.

—Todos vamos a morir—susurra Draco por bajo.

—Ya estamos muertos niño—continua Aquiles antes de soltar una risa divertida, que hace que probablemente este idiota por algo sea amigo de Orion.

Ambos se ven y ahora chocan las manos con las dos, riéndose y comenzando hablar de viejos tiempos. La mano de Bianca en su hombro y las palabras de ánimo, no son suficientes para la completa miseria que siente ahora mismo.

Tantas promesas a Percy y Harry, para terminar, muriendo aquí.

Mira su lanza y por un momento piensa seriamente en enterrarla en su garganta, porque sabe que morir a manos de Nyx va ser más doloroso.

Pero bueno.

Al menos tendrá que intentarlo.

Para que, si el rumor llegue a su novio, no se diga que no intento todo hasta el final.

.

.

Draco camina con dificultad para bajar en la oscuridad, no tiene un ojo, todo es oscuro, no pueden culparlo; Luke se compadece de él llevándolo en la espalda y es algo patético, pensar que el tipo que aparentemente para el plan tiene que acabar con un ente primordial, es el mismo que ocupa ser cargado hasta el final. Buenas noticias, con Bob al menos no todo se vuelve completamente oscuro para siempre, al menos por donde pasan todo es incluso peor.

Es un poco interesante, de mala forma, un mundo desconocido que si no fuera porque intenta asesinarlo cada minuto.

Bueno.

Sería más interesante.

Una parte de él piensa en Nico, aquí solo, sufriendo y se siente culpable. A pesar de toda su experiencia, claramente traumática, no había sido todo malo; Luke y Bianca estaban aquí para él y lo han protegido todo este tiempo.

El ambiente se volvió más frio, la oscuridad comenzó a sentirse más espesa y no estaba loco al imaginar que algo estaba ahí.

En todos lados.

Estaban caminando a como lo llamo Aquiles de forma dramática: "el corazón del tártaro", el centro mismo donde probablemente estarían las puertas de la muerte, que Draco había prometido cerrar porque era un idiota que pensaba que sería fácil.

No debe ser difícil cerrar una puerta.

Nunca había sido más idiota que eso, por eso no era un Ravenclaw.

Un sentimiento de vacío lo hizo agitarse, Bianca fue la primera en acercarse cuando en medio del camino sus piernas se volvieron gelatina, porque no pudo sostenerse más tiempo y en un suelo (no está seguro que material seria este ahora) con manos temblorosas no podía más que sentir en inminente terror en todo su alrededor.

Esta aquí.

No aquí como tal, pero está en su cabeza.

Se había extrañado, todo este viaje sin aparecerse, luego de años torturándolo.

—Está aquí—es todo lo que dice mientras Luke lo abraza contra él, como si quisiera protegerlo, pero en un momento todo desaparece.

.

.

No hay Harry esta vez.

.

.

Draco nunca había tenido miedo a la oscuridad.

Pero normalmente la oscuridad no medía doce metros de altura. No tenía alas negras, un látigo hecho de estrellas y un tenebroso carro tirado por caballos vampiro.

Nyx era tan excesiva que resultaba casi imposible de asimilar. Alzándose por encima del abismo, su figura de cenizas y humo era del tamaño de la Atenea Partenos, pero mucho más viva. Su vestido era de un negro vacío, mezclado con los colores de una nebulosa espacial, como si en su corpiño nacieran galaxias. Su cara resultaba difícil de ver salvo los puntos de sus ojos, que brillaban como quásares. Cuando sus alas batían, oleadas de oscuridad se extendían sobre los precipicios, y eso hacía que Draco se sintiera pesada y soñolienta y que su vista se nublara.

No se veía mal.

Parecía casi recuperada de lo que fuera que pasara.

—¡Soy la madre de todos los terrores! —el tono de Nyx no parecía…feliz—. ¡Las mismísimas Moiras! ¡La Vejez! ¡El Dolor! ¡La Muerte! ¡Y todas las maldiciones! —

Puede, solamente puede, que Draco la hubiera hecho enojar.

Solo una posibilidad.

Maldita sea.

Había olvidado ese sentimiento de impotencia cuando estuvo en el juicio contra los olimpos, pero aquí estaba de nuevo.

Mucho peor que antes.

Porque estaba solo.

Esta vez Hestia o nadie podría salvarlo y ahora no tenía vínculos, lo había perdido todo.

¿Lo había perdido todo?

Pensó en Harry que a pesar de todo le había ayudado en medio del peor lugar del universo, pensó en Bianca y Luke que sin vínculos latentes habían venido ayudarle, pensó en Percy cuidando de Nico aunque siempre tuvieron diferencias y no estaba Draco como mediador. Pensó en sus padres que nunca tuvieron vínculos y que está seguro estarían esperándolo, pensó en personas como Clarisse o Leo que sin vínculos habían estado ahí para él.

El campamento.

Sus amigos, mestizos, que estuvieron ahí, aunque no se vinculó, lo habían aceptado como uno de ellos.

En sus Slytherin que sin saber toda la verdad estuvieron para él.

Apretó la lanza con fuerza y levanto el mentón, algo en su desafío hizo a Nyx verse peor de enojada que antes.

No tiene idea de como o cuando, pero al igual que hizo con Zeus, al igual que prometí hacerlo arrepentirse, sabe que va a vencer a Nyx. No porque tenga una confianza de sus habilidades exactamente, es porque solamente tiene ese camino.

—Este día va acabar esto Nyx, ya estoy harto de que hagas mi vida miserable—señala Draco con una voz mucho más confiada de lo que sentía.

Bien.

Eso es bueno.

—¿Queréis ver las Puertas de la Muerte? —preguntó Nyx —. Se encuentran en el centro mismo del Tártaro. Los mortales como vosotros nunca llegan a ellas, especialmente porque hoy vas a morir—

Aprendió unas sabias palabras que una vez su amigo Theo le dijo a una diosa.

—Chupame los huevos—dice Draco con voz arrogante, sin importar que podría causar un caos en esto.

No funciona.

A diferencia de Afrodita, Nyx no parece molesta, más de lo que ya esta al menos. Su apariencia calmada simplemente se queda ahí, hirviendo en enojo por su cuenta sentándose en una especie de trono. No sabe si están en algún lugar, esto se siente más similar a un viaje astral solo con su alma, o espera que sea eso porque su lanza ha desaparecido y eso son malas noticias.

Traga saliva.

Se siente acorralado.

—Siempre pasa Draco Malfoy, ¿crees que es una coincidencia que estés aquí? —la voz del ente hace que se congele un poco.

La verdad.

Es que no cree que sea una coincidencia, quiere señalarle que fue ella quien lo trajo, pero se contiene viendo con duda a el ente y una parte de él quiere respuesta no lo va a negar; pero aunque quiere respuestas, duda que alguna de ellas realmente fuera a satisfacerlo.

—No importa porque este aquí, me largare y vas a caer, eso es todo lo que ocupo saber—grandes palabras en su boca para saber que no tiene idea de como hacerlas realidad.

Ira improvisando por la marcha.

Percy estaría orgulloso.

—No—Nyx era bastante negativa para sus planes—El destino es así, busca formas de que se regrese el orden y la naturaleza del universo. Tu sola presencia no ha hecho más que demostrar que este mundo tiene fallas, pero yo me encargo de darle orden. Tu solamente eres una anomalía, como vinieron otros antes que sí que saque del camino—

Quiere quejarse que no es que quisiera eso, entonces, siluetas se iluminaron a su alrededor.

No eran.

Vivos.

Pero sus apariencias rápidamente hicieron que entendiera quienes eran, eran siluetas muy bien creadas y puede entender como si el conocimiento estuviera dentro de él quienes eran. Porque aunque solamente había conocido uno en persona, el otro también compartía algo suyo.

Una maldición.

Orion Black.

Patroclo.

Sus siluetas hicieron que se confundiera más, volteo a ver a Nyx con incredulidad, pero esta solo se quedó ahí. A pesar del odio que le tenía de sentirse intimidado, la diosa en realidad era una presencia imponente que hizo que sintiera frio en todo su cuerpo.

—Su presencia como puedes observar en este patético intento de liberación, es simplemente torcer los caminos que fueron colocados y retorcerlos de tal forma que todo se vuelve insostenible. No fuiste el primero que corregí—

Otra nueva silueta se ilumina, un hombre, con ropas tan antiguas que duda que fuera alguien que pudiera conocer, pero con un rostro afable. Al lado de este hombre con barba, había otro con apariencia más delicada, piel pálida, ojos grises y cabellera rubia que le recordaba mucho a su padre Lucius; pero no era él.

Volteo a ver a Nyx.

—Es curioso como el universo es un círculo, hace años, cuando el padre de este mocoso Orion apareció y fue el primero que torció sus destinos por enamorarse de una diosa, había un hombre, el mejor amigo de Perseus Black había sido un Malfoy, Leonidas fue el primero en recibir mi maldición para que cuando Perseus le fue arrebatado, este sufriera y su legado maldito impidiera tu nacimiento. Pero aun así aquí estas, no sangre Malfoy, pero aun así ligado a su pasado. Una y otra vez las cosas solo empeora.—

¿Qué?

Esperen, alto, stop, esta información era nueva y no tiene sentido.

—De que hablas, no…no conozco esto, ni siquiera es de mi generación—quiere quejarse, pero se pregunta, que tanto tiempo esto se había estado cocinando.

Cuanto tiempo.

—Tu destino no era este Draco Malfoy, tu destino era ser un mago y cumplir tu propósito, pero ahora todo se torció y aunque intente llevarte al final, no funciono así que es hora de que yo misma acabe contigo con mis propias manos—dice el ente viéndole fijamente con furia.

Esperen un momento.

Aun esta procesando que está pasando.

Gira a ver la imagen de Perseus y la imagen de Leónidas, quienes sonríen y es tan doloroso porque es como verse a Percy y él de adultos; su pecho duele de alguna manera que no entiende.

Quiere preguntar más, pero como siempre, es sacado de sus pensamientos con fuerza.

.

.

Jadea, intenta buscar aire, pero esta bien, porque Luke lo tiene en sus brazos y deja que este ahí el tiempo necesario para calmarse. Tiene muchas jodidas preguntas, pero al ver a Orion, simplemente no puede preguntar por su padre, por la historia que acaba de descubrir; o mejor dicho la parte de este. No tiene tiempo, sabe que Nyx vendrá, así que se pone de pie ante las quejas de Luke, no parece que el tiempo hubiera pasado, solo un parpadeo en la charla más incomoda de la historia. Que no explica nada, simplemente no entiende como Nyx parece odiarlo tanto, porque su presencia no debería ser posible.

Piensa en Patroclo y Orion.

Piensa en Perseus y Leónidas.

Piensa en él.

Injusto.

La vida es injusta, no pidió nada.

—Draco—dice Bianca preocupada cuando comienza a moverse a la colina, nadie hace ademan de moverse con él.

Delante de ellos les esperaba la imagen más deprimente de todas.

Un ejército de monstruos se extendía hasta el horizonte: bandadas de arai aladas, tribus de desmañados cíclopes, grupos de espíritus malvados flotantes. Miles de malos, quizá decenas de miles, arremolinándose nerviosamente, empujándose unos a otros, gruñendo y peleándose por el sitio: como el vestuario de un instituto abarrotado entre clase y clase, en el que todos los alumnos fueran mutantes apestosos y atiborrados de esteroides.

No hicieron el menor esfuerzo por esconderse, aunque tampoco le hubiera servido de mucho. Con una estatura de tres metros y el pelo de brillante color plateado, a Bob no se le daba muy bien el sigilo.

Entonces apareció.

En medio de todos.

Un estruendo, una luz y Nyx estaba en medio del ejercito que pareció detenerse, cual abejas que ven a su reina, todos los monstruos estaban siendo gobernados por la reina de la oscuridad. Draco sujeta con fuerza su lanza temporal, sus manos tiemblan, su rostro esta pálido.

Iban a morir.

Iban a perecer.

Iban a ser destruidos.

Jamás podrían ganarle a esto, nunca podrían salir con vida de eso. Su cuerpo tiembla y se congela cuando una mano sujeta su brazo, voltea a ver a Bianca temblando, pero esta solamente sonríe de una forma tan cálida que pudo haber hecho mil veces con una confianza ciega y una mirada que dice que estará con él hasta el final, ya lo habían pasado, en la montaña contra Atlas, ambos habían luchado juntos. Otra mano en su lado contrario, el que le cuesta ver, porque ya saben no tiene un ojo, esta Luke que también tiene esa mirada en el rostro.

Esta vez te elijo a ti, parece gritar.

Estamos contigo.

No hay vínculos que lo hagan saber, solo sus ojos, los ojos de ambos.

Siente que va a llorar, pero no puede seguir llorando, porque tienen un ejercito de criaturas que derrotar.

Nyx lo ve desde la distancia, su mirada esta confiada, tranquila, pero al mismo tiempo llena del caos mismo que promete su final.

Levanta una mano, como títeres los monstruos sin darles tiempo de algunas palabras o discursos poéticos se deslizan en manada contra ellos; duda que puedan durar más de unos minutos antes de ser aplastados, pero Draco no puede rendirse.

No.

Tiene que luchar.

Tiene que hacerlo.

Pero antes que un monstruo llegue, este es aplacado por una flecha mortal en la cabeza que lo estampa al suelo mientras desaparece, todos se quedan congelados, los monstruos, Nyx, su propio equipo; esta seguro que aparte de Bianca nadie tiene flecha, y con una rápida mirada puede ver que Bianca efectivamente no disparo.

¿Entonces quien fue?

—Lamento llegar tarde, pero traje refuerzos—dice una voz calmada, voltea a ver sin poder evitarlo mientras el rugido de ira de Nyx sale de todos lados y a la vez ningún lugar.

Con una toga simple, sandalias griegas, una lanza y el cabello en un moño desordenado, se presenta Patroclo con una mirada calmada sin importarle que camine en su dirección y a la derecha estén una gran cantidad de monstruos que podrían aplastarlos en los siguientes minutos.

Esperen.

Patroclo.

¿Por qué Patroclo está aquí?

Una parte que odia de él, el TDHA, no puede evitar notar que a pesar que Patroclo acaba de aparecer como Aquiles, prácticamente de la nada, no tiene un arco que fuera el responsable de la flecha.

Alguien tuvo que lanzarla.

—Siempre es bueno verte Pa-tro-clus—hay una extraña forma en que Aquiles habla al hombre, una intimidad y no entiende porque su nombre suena así.

No quiere saberlo decide.

Un destello rubio le hace ver más allá de Patroclo, solo para quedarse sin aire cuando lo nota, puede que la oscuridad los hubiera cubierto antes o tal vez era magia (porque todos menos Draco parecen poder hacer magia) lo que hace que pueda verlos ahora, a unos cuantos kilómetros de distancia puede ver a una viva imagen de Will Solace; pero no es Will, porque tiene el cabello corto y su piel aunque sea difícil de ver con su ojo es un poco más clara.

Tiene un arco.

Will nunca fue bueno con el arco, la persona que fue buena con el arco, el mejor de la cabaña de Apolo.

—Lee—su voz suena como si viera un fantasma.

Tal vez lo era, porque Lee Fletcher que había muerto en la batalla del laberinto estaba ahí con su arco en lo alto y había disparado la flecha. No solo estaba Lee, pudo ver a Mitchel con un grupo más de rubios alistar los arcos y aunque no era muy fanático de la cabaña de Apolo, pudo reconocer algunos de los chicos que murieron en las últimas batallas. También con sus lanzas y armas a miembros de la cabaña de Ares que parecían tener rostros emocionados por la lucha.

Algunos del enorme grupo de cientos de personas, tenían ropas variadas, algunas modernas, otras un poco más antiguas como togas y armaduras.

Entre ellos pudo ver a Castor el hijo de Dionisio lucir una sonrisa contra uno de los hijos de Hermes que había muerto y…

Su corazón cae al suelo, apenas es la mano de Bianca la que impide que se caiga. El cabello largo negro atado en una cola de caballo, ojos delgados que puede jurar hasta aquí se ve la calidez de ambos que le hizo soltar un gemido patético. Un poco infantil para alguien que tiene que luchar contra un ente primordial, pero simplemente no puede contenerlo.

Es ella.

Es Silena.

Como si la chica hubiera sentido su mirada, esta voltea a ver en su dirección, con una sonrisa radiante mientras agita una mano animada que tiene una daga en esta. A su lado Charles parece tranquilizarla y recordarle que hay un ejército de monstruos.

No importa.

Silena.

Es Silena.

Ellos….ellos están aquí.

Ignora el grito de furia de Nyx, por primera vez no dirigido a él, si no más bien a Patroclo quien esta a su lado con una sonrisa calmada luego de darle una mirada cálida a Aquiles; Draco va a fingir por su bien mental que no noto al rubio ver descaradamente el trasero de Patroclo.

—Pedí un poco de ayuda en los campos de Eliseo, ya saben que se aburren fácilmente y nadie quiere que sus seres queridos salgan heridos en el mundo superior—comenta Patroclo sorprendiendo a Draco—además parece ser que el señor Hades es un padre consentidor que me envió a decirle a la señorita Bianca que espera este regalo sea suficiente como disculpa por sus malos tratos contigo y tu hermano—añade viendo a Bianca que se ve radiante antes de asentir emocionada.

Hades.

¿Hades ayudo?

No puede procesar todo, los monstruos han saltado otra vez a la lucha, un hombre que tal vez es un héroe del pasado, aunque no podría decirlo ya que nunca vio a otros; simplemente da ese aire de Aquiles a su manera que hace que se quede con la boca abierta.

—¡ATAQUEN! —a diferencia del grupo de Draco, los semidioses que conoce y los que no conocen, parecen en perfecta sincronía cuando efectivamente, saltan al ataque.

Los ve correr sin miedo en sus ojos, los ve saltar a una lucha a pesar de no ser necesaria, están muertos, ya hicieron lo necesario para entrar a los campos de Eliseo, no tienen que estar aquí. Pero los ve, todos los semidioses que alguna vez conoció y murieron, desde la cabaña de Deméter, hasta los de la cabaña de Atenea, saltar para luchar con figuras de la historia.

Son guerreros.

Van a luchar, incluso después de la muerte.

Voltea a ver a Orion, quien sonríe y le indica con la mirada que es su turno.

Lo es.

Lo es totalmente.

Draco toma aire, antes de sujetar con fuerza su lanza para ver a Nyx que parece que su calma ha desaparecido y da el primer paso.

Es hora de acabar con un ente primordiales de miles de años.

Continuara…

He estado teniendo días difíciles, pero esta historia es mi centro en muchas cosas, no solo ella, hay personas que me apoyan y me han demostrado que me quieren a pesar de mis imperfecciones.

Para cada una de ellas que en mi momento oscuro estuvo ahí.

Este capítulo es para ustedes.