Capítulo 88: Otro maldito ente primordial, la verdad ya no me sorprende.

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Le cuesta un poco saltar frente a Clarisse, que parece estar lista para atacar a la lucha, los chicos del campamento romano instintivamente ven a Octavian, pero este sigue atrapado en su hechizo por lo cual no será de ayuda.

Draco esta en medio de una posible guerra.

—¡ALTO! —grita Draco nervioso, dudoso de que tanto podría salvar esto.

Sabía que hay pocas oportunidades.

Clarisse pareció dudar un poco, pero sabía que era cuestión de tiempo.

Después de semanas de espera, agonizantes y molestas, los Griegos y Romanos querían sangre. Tratar de detener la batalla ahora sería como tratar de hacer retroceder una inundación después de que la represa se rompió.

Will Solace salvó el día.

Él se puso los dedos en su boca haciendo un silbido más horrible que el anterior. Varios Griegos soltaron sus espadas. Un murmullo pasó por la primera línea romana como si toda la Primera Cohorte se estremeciera.

—¡NO SEAN ESTÚPIDOS! —gritó Will— ¡MIREN! —

Él apuntó al norte, y Draco sonrió de oreja a oreja. Decidió que existía algo más hermoso que un proyectil fuera de curso: La Atenea Partenos relucía en el amanecer, volando desde la costa, suspendida de las ataduras de seis caballos alados. Águilas romanas los rodeaban pero no atacaron. Algunas de ellas incluso se precipitaron, y tomaron algunas cuerdas para ayudar a llevar la estatua.

Draco veía a Reyna Ramírez-Arellano montaba sobre la espalda de Guido. Su espada sostenida en alto. Su capa morada brillaba extrañamente, atrapando la luz del ejércitos miraban fijamente, estupefactos, como la estatua de cuarenta pies alta de oro y marfil venía en aterrizaje.

—¡SEMIDIOSES GRIEGOS! —La voz de Reyna retumbaba como si fuese proyectada de la estatua misma, como si la Atenea Partenos se hubiese vuelto una pila de parlantes de concierto—. ¡Observen su más sagrada estatua, la Atenea Partenos, tomada erróneamente por los Romanos. Se las devuelvo ahora como señal de paz! —

La estatua se asentó en la cima de la colina, como a veinte pies del árbol de pino de Thalia. Instantáneamente una luz dorada se esparció por el suelo, al valle del Campamento Mestizo y hacia abajo, el lado opuesto en las filas romanas. El calor se metió dentro de los huesos de Draco, una confortante, pacífica sensación que no había tenido desde… él no podía recordar.

—¡Romanos! —gritó Reyna— ¡Hago esto por el bien de la legión, por el bien de Roma! ¡Debemos permanecer unidos con nuestros hermanos Griegos! —

—¡Escúchenla! —Nico marchó al frente.—¡Reyna arriesgó su vida por todos ustedes! Trajimos la estatua a través de medio mundo, Romanos y Griegos trabajando unidos, porque debemos unir nuestras fuerzas. Gea se está despertando. Si no trabajamos juntos...USTEDES MORIRÁN—

Habría sido un hermoso discurso.

Realmente conmovedor.

Ya que nadie quería morir, pero Draco no pudo celebrarlo o nadie en realidad.

La voz sacudió la tierra.

Los sentimientos de paz y seguridad de Draco se desvanecieron instantáneamente, el viento barrió la ladera. El suelo mismo se volvió fluido y pegajoso, el zacate jalaba de los pies de Draco.

—UN GESTO INUTIL—

Draco sintió como si estuviera de pie en la garganta de la diosa, como si toda la longitud de Long Island resonara en sus cuerdas vocales.

—PERO SI LOS HACE FELICES, MORIRÁN JUNTOS—

La primera en reaccionar por supuesto que fue Reyna.

—¡CIERREN FILAS! —gritó Reyna.

Los Griegos y los Romanos se movieron juntos, de pie hombro con hombro mientras a su alrededor la tierra temblaba.

La tropa auxilia de Octavian surgió hacia el frente, rodeando a los semidioses. Los dos campamentos juntos parecían un punto diminuto en un mar enemigo. Ellos harían su posición final en la colina del Campamento Mestizo, con la Atenea Partenos como su punto de reunión.

Pero aún así se encontraban sobre territorio enemigo. Porque Gea era la tierra y la tierra estaba despierta.

Draco suspiro.

No hace menos de un mes se enfrento a un ente primordial y le tocaba otra vez.

Su vida solo parecía empeorar cada vez más.

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Todo es un caos en medio de la lucha, hay muchos monstruos que parecen venir de todos lados y Draco piensa que técnicamente sus amigos deberían estar evitando esto, se supone que Percy y los demás evitarían que Gea despertara, pero la vida no es buena con Draco, nunca lo ha sido. La lucha hace que todo tiemble y que otra vez las barreras fallen cuando una enorme oleada de monstruos viene, hace poco había luchado con unos, pero aquí estaba.

Otra vez.

Todo es un caos, están desorganizados y por comenzar a luchar entre ellos.

La presencia de Reyna no puede hacer todo y por eso Draco comienza a temer las primeras bajas por no poder haber previsto eso.

Entonces.

Un enorme toro café pasa en medio de la primera fila de monstruos deteniendo a todos en medio de la lucha, Draco voltea a ver a Anthony lucir serio en medio de todo, recuerda la lucha en Egipto y sonríe de forma salvaje cuando diferentes Shabti comienza a salir de la mochila en su cintura, creciendo en diferentes animales que atacan a las primeras filas de monstruos.

—¿ESPERAN UNA INVITACION? —es la voz de Lavender que grita, antes que sus ojos como sus manos comiencen a brillar, Draco siente la sonrisa crecer casi de forma maniaca cuando ve como varios monstruos son rodeados por la luz y partidos por la mitad de forma casi sangrienta.

Sujeta sus manos emocionado, porque sus bebés se han vuelto unas máquinas asesinas.

Técnicamente sabe que con la maldición de Aquiles en una lucha 1 vs 1 podría ganar, pero el nivel de poder mágico de sus dos amigos podría ser muy superior al suyo.

Tal vez gane por magia negra.

Voltea a ver al campamento romano que parece sorprendido, todos viendo con una boca ligeramente abierta, mientras el campamento de chicos griegos rápidamente salta a la acción para la lucha. Draco voltea a ver a Reyna que parece sorprendida antes de verlo con preguntas en sus ojos.

Draco le guiña un ojo como si le diera la bienvenida por venir al campamento mestizo.

Antes de girar para lanzar su lanza que se incrusta en el gigante de dos cabezas que casi se come uno de los chicos de su campamento, Nico sale corriendo de su lado con la espada lista, tristemente la declaración de Will quedara para más tarde.

Injusto.

Draco solamente se lanza a la lucha.

Se agazapa para esquivar los ataques y gira antes de cortar cabezas, puede ver que Lavender y Anthony están dominando en si la mayor cantidad de monstruos, pero siempre habrían algunos que se escapen porque eran demasiados.

Joder.

Traga saliva.

—Bombarda—el grito de Theo hace que una gran cantidad de monstruos salgan volando, el chico parece estar protegiendo a unos niños.

Son tan pequeños.

Maldita sea.

Draco grita mientras entierra otra vez su lanza en el ojo de un monstruo, son demasiados, además de que están dispersos y sin alguien a quien guiar.

Espera poder aguantar lo suficiente.

—¿Alguna idea? —dice Lavender llegando a su lado, su magia le arranca las extremidades a uno de los monstruos en forma de arpías sin dudarlo.

No.

No tiene ideas.

La primera vez pudo contra Nyx por pura suerte y porque tenían un ejercito 10 veces más grande que este, además de Orion a su lado.

Por ahora.

Duda que pueda contra Nyx.

En el tártaro la magia negra era más fácil de utilizar, si bien aquí lo es, duda que tenga el poder de enviar a un ser primordial a dormir.

—Soportar—dice Draco agachándose para que Nico pasara cortando la cabeza del monstruo antes de lanzarse otra vez contra otros.

Ve a lo lejos a Will ladrando ordenes a los arqueros y médicos, mientras que Reyna también comienza a guiar a sus tropas.

—¿Soportar qué? —pregunta Lavender confundida.

Un milagro supone.

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Un vasto ejército de monstruos repartidos a través de las colinas era completamente una molestia: cinocéfalos, hombres de dos cabezas, centauros salvajes, ogros y otros que ni siquiera podía nombrar; rodeando dos pequeñas islas de semidioses. En la cima de la Colina Mestiza, reunidos a los pies de la Atenea Partenos, estaba la fuerza principal del Campamento Mestizo, junto con la Primera y la Quinta cohorte, que estaban reunidos en torno al águila de oro de la legión. Las otras tres cohortes romanas estaban en una formación defensiva a varios cientos de metros de distancia y parecían estar tomando el peso del ataque.

Draco escucho una explosión cerca como algo que golpea o impacta con la tierra, pero la verdad es que no tiene tiempo para pensar en eso cuando atraviesa a un centauro.

Con cuidado.

Su sangre es peligrosa.

Nico estaba al frente con Draco, el chico puede no tener la maldición de Aquiles, pero era jodidamente rápido y un peligro con esa espada.

Incluso con su cansancio claro.

Era un monstruo en la lucha.

Mamá Draco estaba orgullosa.

—¿Jason? —es una voz que escucha a lo lejos, lo que hace que voltee a ver.

Un suspiro sale de sus labios al ver a la distancia como los chicos han llegado, había temido que no lo hicieran, pero parece ser que tienen suerte.

¿Cómo llegaron tan rápido?

No importa.

Realmente no importa.

A unos metros de distancia, Reyna estaba sentada a horcajadas sobre un nuevo pegaso, con su espada desenvainada. Ella le gritó órdenes a la legión, y los romanos obedecieron sin hacer objeciones, como si ella nunca se hubiera ido.

Draco no veía a Octavian en ninguna parte.

Bien.

Lo había enviado a dormir a su tienda de acampar, si algún monstruo iba por ahí y lo mataba, nadie podría culparlo.

Jason y Piper aterrizaron en la colina, con sus espadas desenvainadas, y una ovación se elevó por parte de los griegos y los romanos.

— ¡Ya era hora!— los llamo Reyna—. ¡Me alegro de que hayan podido unirse a nosotros! —

Draco quiere ir, pero tiene que agacharse por la barrida de Nico, que corta al monstruo que intento matarlo. Le da una mala mirada y Draco solamente sonríe señalando a Jason, ambos quieren ir, pero cruzan espaldas cuando hay más monstruos por todos lados.

Molestia.

No puede escuchar bien a la distancia.

Solo sabe que de repente Piper y Reyna estaban luchando juntas.

Jason corrió hacía ellos.

Nico inclinó su cabeza hacia Jason, como si se hubiesen visto hacía solo 5 minutos, y luego siguieron descabezando hombres de dos cabezas, convirtiéndolos en cadáveres sin cabezas.

—Justo a tiempo. ¿Dónde está el barco? —

Draco mira a la distancia cuando Jason señaló. El Argo II cruzó el cielo como una bola de fuego, derramando ardientes trozos de mástil, casco y armamento. Draco no veía cómo Leo, eso lo hizo sentir mal.

—Dioses —dijo Nico—- ¿Están todos bien? —

—Leo... —la voz de Jason se quebró—. Dijo que tenía un plan—

El cometa desapareció detrás de las colinas occidentales. Draco esperó con temor el sonido de una explosión, pero no oyó nada sobre el rugido de la batalla.

Nico lo miró a los ojos.

—Él va a estar bien—

—Por supuesto—

—Pero por si acaso... Por Leo—

—Por Leo —estuvo de acuerdo Jason.

Ellos fueron a la carga en la lucha, Draco se detuvo a ver a la distancia preocupado y maldiciendo a Leo si de alguna forma moría, porque Lavender estaba enamorada de él y no iba a dejar que su amiga quedara viuda sin haber salido con este primero.

Los griegos y los romanos hicieron retroceder lentamente a los enemigos. Los centauros salvajes se vinieron abajo. Los hombres con cabeza de lobo aullaron y fueron reducidos a cenizas.

Más monstruos seguían apareciendo... espíritus de cereales Karpoi se arremolinaban fuera de la hierba, los grifos saltaban desde el cielo, humanoides de bultos de arcilla hicieron a Jason pensar en endemoniados hombres hechos de Play- Doh.

Draco pateo a uno en la cara con asco.

—Son fantasmas con caparazón de tierra —Nico le advirtió—- ¡No dejes que te golpeen! —

Obviamente Gea había mantenido reservadas algunas sorpresas.

En un momento, Will Solace, corrió hacia Nico y le dijo algo al oído; Draco quería fantasear que era algo sobre cómo se habían declarado hace aproximadamente una hora, pero duda que tenga suerte. Sobre los gritos y entrechoque de las espadas, Jason no podía oír las palabras.

— ¡Jason, me tengo que ir! —dijo Nico.

Jason no entendió realmente, pero asintió con la cabeza, y Will y Nico salieron corriendo hacia la batalla.

Espera.

Draco intento pensar en Octavian, maldiciendo cuando sintió que cualquier control sobre este desapareció, la lucha debió distraerlo y aquí a diferencia del tártaro estaban sus poderes más inestables.

Nyx debe seguir dormida porque Orion tiene sus poderes ahora.

Pero Octavian.

Joder.

Un momento después, un grupo de campistas de la cabaña de Hermes se reunieron alrededor de Jason, sin razón aparente.

Connor Stoll sonrió.

— ¿Qué onda, Grace? —dice con calma antes de guiñarle el ojo a Draco.

Le saca el dedo del medio.

—Estoy bien —dijo Jason—. ¿Y tú? —

Connor esquivó un garrote de ogro y apuñaló a un espíritu de cereal, que explotó en una nube de trigo.

—Bien, no me puedo quejar. Día agradable para esto—

No.

No era un día agradable.

—Joder quiero tanto una pizza ahora mismo—dice Draco con pesar ganando una mirada de ambos chicos.

Idiotas hipócritas.

Cuando Draco lo decía él era quien sonaba raro.

Reyna gritó.

— ¡Lancen las flechas en llamas!—

Y una oleada de flechas encendidas se arqueó sobre el muro de escudos de la legión, destruyendo un pelotón de ogros. Las filas romanas avanzaron, empalando a los centauros y pisoteando ogros heridos bajo sus botas con punta de bronce.

En algún lugar cuesta abajo, Draco oyó a Frank Zhang gritar en latín:

—¡Repelen a los centauros! —

Una masiva manada de centauros se separó en pánico mientras otras tres cohortes de la legión surcaban en perfecta formación, con sus lanzas brillando por la sangre de los monstruos. Frank marchaba delante de ellos.

En el flanco izquierdo, montando a Arión, Hazel sonrió con orgullo.

— ¡Ave, Pretor Zhang! —Reyna lo llamo.

— ¡Ave, Pretor Ramírez Arellano! —dijo Frank—. Hagámoslo. Legión, ¡CERRAD FILAS! —

Se escuchó una ovación entre los romanos mientras las cinco cohortes se fundieron en una sola, masiva máquina asesina. Frank señaló con su espada hacia adelante y, desde el estandarte del águila de oro, los relámpagos barrieron al enemigo, convirtiendo varios cientos de monstruos en tostadas.

—Legión, cuneum formate —gritó Reyna—. ¡Avancen! —

Draco miro a las fuerzas romanas antes de ver a los griegos.

—¿Por qué el nuestro no se ve así? —le pregunto a Connor claramente resentido, este se encogió de hombros.

Otra aclamación sonó a la derecha de Draco cuando Percy y Annabeth se reunieron con las fuerzas del Campamento Mestizo. Sintio un suspiro cuando sus ojos chocaron con los de Percy, porque estaban con vida, ahora como hicieron Frank y Reyna era su momento de decir algo motivacional que los ayudara a luchar.

—¡Griegos! —gritó Percy—- ¡Vamos a, um, hacer cosas de pelea! —

Ellos gritaron como desaforados y atacaron.

Jason sonrió a su lado con emoción.

Draco sujeto la lanza, pero Connor lo detuvo, porque matar a Percy no era buena idea, pero ese discurso solamente merecía la peor de las muertes.

Idiota.

Su mejor amigo era un idiota.

Amaba a los griegos. No tenían ninguna organización en absoluto, pero lo compensaban con su entusiasmo.

La muerte tendría que esperar.

Bajo sus pies, la tierra se ondulaba como si la Colina Mestiza se hubiese convertido en un colchón de agua gigante. Semidioses cayeron. Los ogros se deslizaron. Centauros cayeron de cara contra la hierba.

DESPIERTA.

Una voz resonó a su alrededor. A unos cien metros de distancia, en la cima de la colina siguiente, la hierba y el suelo se arremolinaron hacia arriba como la punta de un taladro masivo. La columna de tierra se espesó en la figura de una mujer de seis metros de altura: su vestido estaba tejido a partir de hojas de hierba, su piel era tan blanca como el cuarzo, su pelo castaño y enredado como raíces de los árboles.

Recordó a Nyx.

La misma presión que la diosa primordial desprendía la tenía esta parte de la tierra.

Draco se sintió claramente intimidado.

Esto parecía salirse de sus manos.

—Pequeños tontos —Gea, la Madre Tierra, abrió sus ojos verde puro— La insignificante magia de su estatua no puede contenerme—

A medida que lo dijo, Draco se dio cuenta de por qué Gea no había aparecido sino hasta ahora. La Atenea Partenos había estado protegiendo a los semidioses, conteniendo la ira de la tierra, pero ni siquiera el poderío de Atenea podía durar tanto tiempo contra una diosa primordial.

El miedo era tan palpable como un frente frío se apoderó del ejército de semidioses.

No pudo culparlos.

Tampoco había pensado que una estatua haría la gran cosa, pero tal parece que se había equivocado.

— ¡Manténganse firmes! —Piper gritó, con su encanto claro y fuerte—. ¡Griegos y Romanos, podemos luchar contra ella juntos! —

Gea se echó a reír.

Tenía toda las de ganar, Draco apretó la lanza algo cansado aun en medio de la lucha, acababa de vencer a Nyx.

¿No puede tener una década de descanso?

Ella extendió sus brazos y la tierra se torció hacia ella: árboles inclinados, cimientos gimiendo, suelo ondulante como olas. Jason se elevó en el viento, pero a su alrededor monstruos y semidioses por igual comenzaron a hundirse en la tierra. Uno de los onagros de Octavian se volcó y desapareció en el lado de la colina.

—Toda la tierra es mi cuerpo —Gea retumb— ¿Cómo van a luchar contra la diosa de la...? —

¡FOOOOMP!

En un destello de bronce, Gea fue arrastrada fuera de la colina, enredada en las garras de un dragón de metal de cincuenta toneladas.

Festus, renacido, se elevó en el cielo con alas relucientes, escupiendo fuego triunfalmente desde sus fauces. Conforme él ascendía, el jinete en su espalda se hizo más pequeño y más difícil de discernir, pero la sonrisa de Leo era inconfundible.

— ¡Pipes! ¡Jason! —gritó hacia abajo —. ¿Van a venir? ¡La lucha está aquí arriba! —

Bien el idiota estaba vivo.

Volteo a ver a Lavender para demostrarle que el chico estaba vivo, pero la chica a lo lejos parecía tener una mirada incomoda en su rostro.

Oh vaya.

Tanto por esto.

Tan pronto como Gea logró levantarse, la tierra se solidificó.

Los semidioses dejaron de hundirse, aunque muchos estaban todavía enterrados hasta la cintura. Tristemente, los monstruos que parecían estar enterrados salían más rápidamente. Cargaban contra las filas griegas y romanas, aprovechando la desorganización de los semidioses.

Jason puso los brazos alrededor de la cintura de Piper. Estaba a punto de salir de ahí cuando Percy gritó:

—¡Espera! ¡Frank puede volar con el resto de nosotros hacia allá arriba! Todos podemos... —

—No, hombre —dijo Jason—. Te necesitan aquí. Todavía hay un ejército que derrotar. Además, la profecía... —

—Tiene razón. —Frank apretó el brazo de Percy—. Tienes que dejar que ellos hagan esto, Percy. Es como la búsqueda de Annabeth en Roma. O Hazel en las Puertas de la Muerte. Esta parte sólo puede ser de ellos—

A Percy obviamente no le gustaba, pero en ese momento una avalancha de monstruos invadió las fuerzas griegas. Annabeth le llamó:

—¡Eh! ¡Un problema por aquí! —

Percy corrió a unírsele.

Frank y Hazel se volvieron hacia Jason. Ellos levantaron sus brazos en el saludo romano, luego corrieron a reagruparse con la Legión.

Entonces.

Draco salto sobre la espalda de Jason cual koala ganando mirada de ambos, lo cual hizo que Draco levantara una ceja.

Bueno no iba a dejar que algo le pasara al novio de Lavender…ni al de Anthony.

Espera.

También era su medio hermano.

Lo había olvidado por un momento.

Jason y Piper se elevaron volando en espiral en el viento con Draco en su espalda.

—Conseguí la cura —murmuró Piper como un canto—. Va a estar bien. Conseguí la cura—

¿Cuál cura?

Draco se sintió un poco mareado, podría haber usado su magia para saltar en medio de escalones de aire, pero la verdad es que pensó mejor en usar a Jason como transporte personal.

Pésima idea.

Draco se dio cuenta de que ella había perdió su espada de alguna manera durante la batalla, pero dudaba que eso importara. Contra Gea, una espada no serviría de nada. Esto se trataba de la tormenta y el fuego... y un tercer poder, el encanto de Piper, para mantenerlos juntos.

Mientras ascendían, Jason juntó los vientos y las nubes a su alrededor. El cielo respondió con una velocidad aterradora. Pronto estuvieron en el ojo de un torbellino. Un rayo quemó sus ojos. Un trueno hizo sus dientes vibrar.

Joder.

Esperaba que Zeus no viera esto.

Ahora que lo piensa.

¿Qué estarán haciendo?

—Hijo de puta—susurra por bajo, antes de ver hacía arriba.

Directamente por encima de ellos, Festus peleaba con la diosa de la tierra. Gea seguía desintegrándose, tratando de llegar de nuevo a la tierra, pero los vientos la mantenían en alto. Festus la rociaba con llamas, que parecían forzarla a tomar una forma sólida. Mientras tanto, desde la espalda de Festus, Leo atacaba a la diosa con sus propias llamas y lanzaba insultos.

—¡Lodo Chiflado! ¡Cara sucia! ¡ESTO ES POR MI MADRE, ESPERANZAVALDEZ! —

Nada personal supone.

Aun así.

Gea no parecía tener tantas fuerzas como pensó.

Nyx había sido una fuerza totalmente demoledora que incluso aunque atacaron una y otra vez no fue capaz de ser derrotada.

¿Qué pasaba con Gea?

Todo su cuerpo estaba envuelto en fuego. La lluvia seguía cayendo en el aire tormentoso, pero sólo crepitaba y se convertía en vapor a su alrededor.

Jason se acercó a ellos.

Gea se convirtió en arena blanca suelta, pero Jason llamó a un escuadrón de ventsi que se agitaron alrededor de ella, lo que la reducía en un capullo de viento.

Draco cayo en Festus confundido, usando su lanza para esquivar cualquier misil o proyectil que fuera en su dirección.

No estaba lista.

No tiene energías.

Es un blanco.

Gea se defendió. Cuando no se estaba desintegrando, atacaba con ráfagas de metralla de piedra y tierra que Jason apenas desviaba. Avivar la tormenta, que contenía a Gea, mantenerse a sí mismo y a Piper en lo alto... Jason parecía estar luchando seriamente.

Jason la controlaba.

Tenían que mantener a Gea lejos de su fuente de poder, la tierra, y debilitarla hasta que pudiera ser derrotada.

—Leo—grito saltando sobre el chico para esquivar un proyectil haciendo que Festus gruñera.

—Eso estuvo cerca hermano—habla Leo divertido, aunque tenso.

Parecía estar pensando en algo y no lo quiere ahí, lo puede notar, Draco arruga el ceño confundido.

¿Que estaba tramando este niño?

Festus crujía y gemía por el esfuerzo, pero continuó para ganar altura.

Draco todavía no entendía cómo Leo había logrado rehacer al dragón. Entonces recordó todas las horas que Leo había pasado trabajando en el interior del casco en las últimas semanas. Debió haber estado planeando esto todo el tiempo y la construcción de un nuevo cuerpo de Festus en el armazón de la nave.

Era un maldito genio.

Tuvo que haber sabido en sus entrañas que el Argo II finalmente se desarmaría. Un barco que se convierte en un dragón.

—¡NO PUEDEN DERROTARME! —Gea se desmoronó en arena, sólo para ser acribillada por más llamas. Su cuerpo se fundió en un trozo de vidrio roto, a continuación, para volver a formarse de nuevo como humana—. ¡SOY ETERNA! —

Si.

Eso dijo Nyx.

No le funciono.

—¡Eternamente molesta! — gritó Leo, e insistió a Festus a subir.

Jason y Piper se levantaron con ellos.

Draco se sujeto del dragón confundido, esta no parecía una batalla que pudieran ganar, si tan solo pudiera poder poner a dormir a Gea.

No tiene energías.

No aquí.

—Llévame más cerca —insistió Piper—. Tengo que estar al lado de ella—

—Piper, las llamas y la metralla…—

—Lo sé—

Jason se metió hasta que estuvieron justo al lado de Gea. Los vientos encajonaban a la diosa, manteniendo su forma sólida, pero era todo lo que Jason podía hacer para contener sus explosiones de arena y tierra.

Sus ojos eran de color verde sólido, como si toda la naturaleza se hubiera condensado en unas cuantas cucharadas de materia orgánica.

—¡NIÑOS TONTOS! —Su rostro estaba desencajado por terremotos y deslizamientos de tierra en miniatura.

—Estás tan cansada —dijo Piper a la diosa, su voz irradiaba bondad y simpatía—. Eones de dolor y decepción pesan sobre ti—

—¡SILENCIO! —

La fuerza de la ira de Gea fue tan grande que Jason perdió momentáneamente el control del viento. Habría caído en caída libre, pero Festus los atrapo a él y a Piper en su otra enorme garra.

Sorprendentemente, Piper mantuvo su enfoque.

Draco piensa que si tal vez logra dormirla lo suficiente.

Podría intentarlo.

Solo tendría que tocarla e intentarlo.

—Milenios de tristeza —dijo a Gea—. Su esposo Urano era abusivo. Sus nietos los dioses derrocaron a sus amados hijos los titanes. Sus otros hijos, los Cíclopes y los Seres Centímanos, fueron arrojados al Tártaro. Estás tan cansada de la angustia—

—¡MENTIRAS! —Gea se derrumbó en un tornado de tierra y hierba, pero su esencia pareció batir más lentamente.

Vaya.

No era tan poderosa.

Se pregunto si la poca intervención de Nyx podría haber debilitado a su antigua aliada, Draco se sujeto a Festus con fuerza para no caer en medio del cielo.

Si adquiriesen más altitud, el aire sería demasiado delgado para respirar. La charla de agotamiento de Piper lo afectó, también, minando su fuerza, por lo que su cuerpo se sintió pesado.

Incluso a él.

Joder los hijos de Afrodita eran más peligrosos de lo que pensó.

—Lo que quiere —continuó Piper—, más que la victoria, más que la venganza... quiere descansar. Está tan agotada, tan incomprensiblemente cansada de los mortales e inmortales ingratos—

Joder.

Que sueño hace.

—Yo... NO HABLEIS POR MÍ… NO PODEIS—

—Usted quiere una cosa —dijo Piper con dulzura, su voz resonando a través de los huesos de Draco—. Una palabra. Quiere permiso para cerrar los ojos y olvidar sus problemas. Usted… Quiere… DORMIR—

Hija de perra inteligente.

Tomo su idea de Nyx sin duda.

Gea se solidificó en forma humana. Su cabeza colgaba, con los ojos cerrados, y ella se relajó en la garra de Festus.

Por desgracia, Draco comenzó a ver negro, también. No fue el único, Jason parecía a punto de dormirse. El viento estaba muriendo. La tormenta se disipó. Puntos oscuros bailaban en sus ojos.

Se mordió el labio sacando su sueño

—Leo —jadeó Piper—. Sólo tenemos unos pocos segundos. Mi encanto no...

—¡Lo sé! —Leo parecía que estaba hecho de fuego. Llamas ondulaban bajo su piel, iluminando su cráneo. Festus echaba vapor y brillaba, sus garras ardían a través de la camisa de Jason—. No puedo contener el fuego mucho más tiempo. Voy a vaporizarla. No te preocupes. Pero ustedes necesitan irse—

—¡No! —dijo Jason— Tenemos que estar contigo. Piper tiene la cura. Leo, no puedes... —

—Eh —Leo sonrió, lo cual era inquietante en las llamas, sus dientes eran como lingotes de plata fundida—. Les dije que tenía un plan. ¿Cuándo van a confiar en mí? Y, por cierto, los amo chicos—

La garra de Festus se abrió, y Jason y Piper cayeron.

Jason no tenía fuerzas para detenerlo. Se aferró a Piper mientras ella gritaba entre lágrimas el nombre de Leo, y cayeron en picado hacia la tierra.

Entonces Leo volteo a verlo, Draco saludo, el chico se volvió pálido.

Se había olvidado de él.

¿Por qué mierda todos se olvidaban de él?

—Tienes que irte—chilla Leo, pero Draco le da una larga mirada incrédulo, como si fuera a ver a Lavender luego de eso.

Festus se convirtió en una bola indistinta de fuego en el cielo, un segundo sol, haciéndose cada vez más pequeño y más caliente.

—Sujétate de mí, justo antes que nos muramos, confía en mi—grita Draco sujetando la cintura del chico por su espalda.

Leo parece dudar y hay un momento donde están a punto de estrellarse con la diosa primordial, Draco piensa que van a morir y por un momento le teme más a Harry de lo que quisiera; si se da cuenta que tan cerca estuvo por morir…otra vez, lo mataría con sus propias manos.

Aunque admite que usar a Festus como proyectil con las tormenta de fuego de Leo.

Es ingenioso.

Ir contra la tierra contra la fuerza del fuego.

10 de 10.

Solo que no puede dejar morir al chico, que se joda la profecía, toma el cuerpo de Leo con fuerza contra el suyo y aunque nunca lo ha hecho bien, supone que es un buen momento para intentar una locura que pueda salvarlo.

Se había aparecido anteriormente.

Con vínculos.

No será fácil.

Pero tiene que salir bien si o si, solamente espera que todas las extremidades de ambos estén atados a su cuerpo, porque no hay nadie que pueda ayudarles si algo malo paso. Leo parece querer agarrarse a Festus sin dejarlo ir, pero tristemente no está en condiciones de salvar a un dragón metálico y cuando Leo inyecta algo al dragón, Draco usa toda su magia para…desaparecer.

La explosión volvió todo el cielo dorado.

.

.

Draco y Leo caen de una gran altura, pero antes que pueda ver si hay todas las extremidades, ambos chocan con violencia contra el lago. Siente que sus pulmones jadean por falta de aire, pero tiene brazos y piernas para poder salir a la superficie. Jadea por aire viendo preocupado a todos lados, antes que Leo aparezca cual perro mojado también del fondo del lago. Ambos se ven jadeantes, antes de ver las explosiones a lo lejos, parece ser que los envió al lago del campamento mestizo.

Genial.

Mismo continente, nada mal para una primera vez.

Bueno.

Mira nervioso a Leo que no tiene una ceja, pero aparte de eso, parece que tienen todo unido al cuerpo.

Nadan lento a la orilla, donde salen tosiendo agua.

—Oh Festus—susurra Leo con deje de dolor al ver a la distancia todo en llamas, pero lejos de eso, parece que no hay ningún ente primordial.

La magia de voz de Piper y todos los ataques de Leo y Jason parecen haber sido suficiente. Es un poco decepcionante, porque contra Nyx había costado muchísimo más la lucha, pero Draco realmente solo puede agradecer a que están con vida.

Relativamente más fácil que otras veces.

Quiere ir a buscar a los demás, pero sus pies tiemblan cuando intenta ponerse de pie y Leo parece también estar agotado.

Ambos se quedan de espaldas escuchando el caos a lo lejos.

—Si intentas una locura así de nuevo, pienso matarte Valdez, porque si te mueres Lavender me matara a mi—comenta Draco casual viendo de reojo al niño.

Este asiente.

Antes de empezar a llorar por su dragón de metal y Draco solamente ve el cielo.

¿Termino?

¿Al fin termino?

Cierra los ojos esperando que sí.

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La primera en llegar fue Lavender, llego corriendo y parecía que había estado buscándolos, mientras que Draco y Leo estaban viendo el cielo intentando diferenciar figuras entre las nubes negras de las explosiones que pasaron. El cuerpo de ambos está cansado, así que, aunque intentaron levantarse deciden quedarse ahí un rato, lo cual parece que es mala idea. Lavender grita, Lavender llora mientras los abraza a ambos diciéndoles idiotas y Draco solamente suspira entre el abrazo de su amiga.

Si Lavender beso o no a Leo en los labios después de alejarse de él.

Bueno.

Draco no piensa admitirlo en voz alta, pero casi llora de felicidad porque es la primera vez que puede ver una confesión entre sus amigos que, si funciona, ya había estado perdiendo las esperanzas.

Volver al campamento mestizo es duro.

Incluso con todo lo que hizo, hay perdidas y ver las mantas blancas sobre cuerpos hace que se estremezca. Especialmente cuando ve a Monica llorando sobre el cuerpo sin vida de su amigo Alejandro, el hijo de Dionisio que había sido amiga de esta desde hace tanto tiempo.

Quiere decir algo.

Pero no dice nada.

Muerte.

Siempre llega de alguna forma, así que cuando Percy corre hacía él llorando, porque había pensado por un momento que pudo perderlo de nuevo, solamente deja que su amigo se abrace a él.

Llorando.

Draco no lo hace, solo consuela a su amigo.

¿Ya termino todo?

No.

Aun falta algo, pero por ahora, Draco solamente decide que dará un paso a la vez, porque tiene sueño, su cuerpo apenas lo soporta y Percy no se quiere alejar de él; es bueno regresar a tu mejor amigo.

.

.

Al día siguiente hubo mucho trabajo.

También más parte de la historia que perdieron.

Después de la explosión, Piper y Jason – quienes iban en caída libre e inconscientes— fueron arrancados del cielo por águilas gigantes y llevados a un lugar seguro. Pero Leo y Draco no aparición al instante. Toda la cabina de Hefesto comenzó a recorrer el valle, encontrando trozos del casco roto del Argo II, pero no había ninguna señal de Festus el dragón.

Lavender fue quien los encontró luego de una hora.

Todos los monstruos habían sido destruidos o se habían dispersado. Las victimas griegas y romanas fueron intensas, pero no fue tan malo como pudo haber sido.

Durante la noche, los sátiros y las ninfas desaparecieron en el bosque para una convocatoria de los Mayores Hendidos. En la mañana, Grover Underwood re-apareció para anunciar que no podía sentir la presencia de la Madre Tierra. La naturaleza estuvo más o menos de vuelta a la normalidad. Al parecer, el plan de Jason, Piper y Leo había funcionado. Gea se había separado de su fuente de poder, encantada para dormir y luego atomizado en la explosión de fuego de Leo y el cometa artificial de Octavian.

Parecía que la diosa había también perdido fuerzas de alguna forma, pero aparte de rastros de oscuridad que nadie se hizo responsable.

No se sabe.

Un inmortal nunca puede morir, pero ahora Gea seria como su marido, Urano. La tierra seguía funcionando de manera normal, pero Gea ahora estaba tan dispersa e impotente que ella nunca más podría formar una conciencia.

Al menos, esto era lo que esperaban…

Octavian sería recordado por salvar Roma lanzando hacia el cielo una bola de fuego de la muerte. Draco se sintió indignado porque no pudo matarlo, al parecer el romano se había liberado de su control mental y en su primera muestra de sentido común se inmolo; no era la manzana más lista del árbol.

La celebración de la victoria en el campamento fue silenciosa, debido a la aflicción, por los muchos que habían muerto en la batalla. Los semidioses amortajados, tanto griegos como romanos, fueron quemados en la hoguera y Quirón le pidió a Nico que supervisara los ritos de entierro.

Nico estuvo de acuerdo inmediatamente. Estaba agradecido por la oportunidad de honrar a los muertos. Incluso los cientos de espectadores no le molestaron.

La parte más difícil fue después, cuando Nico y los otros semidioses del Argo II se reunieron en el porche de la casa grande.

Estaban cansados.

Draco se había sentado entre las piernas de Frank dejando que este lo abrazara, incluso sin vinculo era la persona más abrazable del mundo.

—Todo fue una locura—Jason bajó la cabeza, incluso sus anteojos estaban perdidos en la sombra.

Cansado.

La lucha no fue fácil, pero de alguna forma no parecía estar en el final.

—Se perdieron muchos, pero no murió alguno de los 7, lo cual me parece más preocupante—dice Annabeth con rostro siniestro.

Ah.

Si la profecía.

Leo por otro lado parecía más preocupado en emprender viaje rápidamente para buscar a Festus, había usado una cura que debería funcionar incluso para su dragón mascota robot gigante, pero su cuerpo estaba demasiado herido para hacerlo.

También parecía nervioso ante la idea de ir solo.

Quería.

Pero también quería ir con Lavender.

Lavender había mencionado que seguiría a Draco, quien pronto tendría que ir a Londres para buscar a Harry. Quería ir primero a ver a sus padres antes de tomar rumbo al otro continente, no había hablado con este, esperaba que unos días fueran suficiente para que estuviera bien.

—Solo porque la besaste no te da derecho a robármela—dice Draco pateando a Leo de forma sin fuerzas, haciendo que este se ponga rojo como un tomate.

Hay burlas ligeras, pero todos parecen más cansados.

Percy decide que ha pasado mucho tiempo con Frank y lo arrastra, pero Draco lo ignora para acostarse contra Annabeth. La ve con una muda disculpa en sus ojos, por todo lo que había pasado entre ellos, la cual esta parece aceptar.

Le pasa la mano por su cabellera.

El vinculo ausente puede sentirlo, pero ahora es más que todo si piensa en ello.

Está cansado.

.

.

Al día siguiente, el segundo desde la batalla, romanos y griegos trabajaron codo a codo para limpiar la zona de guerra y atender a los heridos. Blackjack el pegaso se estaba recuperando de su herida de flecha. Guido había decidido adoptar a Reyna como su humana. A regañadientes, Lou Ellen había accedido a convertir a sus nuevas mascotas lechones de vuelta en romanos.

Aurora había ayudado mucho a Draco, el corcel alado le ayudaba a viajar de una zona a otra del campamento para ayudar la reconstrucción.

Aunque la cabaña de Hécate ayudaba más que todas.

Theo y Lavender guiaban a su familia, quienes habían aprendido el hechizo reparo con facilidad mientras ayudaban a reconstruir parte de las edificaciones destruidas.

De reojo Draco había visto a Will correr por todos lados ayudando, Nico quien parecía dudoso, al final termino siguiendo al médico ayudándolo.

Se pregunto si habrían hablado.

Los romanos estaban junto a los campos de fresas, donde insistieron en construir su campamento estándar.

Los griegos colaboraron para ayudarles a levantar las paredes de tierra y cavar las zanjas. Draco nunca había visto nada tan extraño y genial. Dakota compartió Kool-Aid con los niños desde la cabina de Dionisio. Los hijos de Hermes y Mercurio se reían, contaban historias y robaban descaradamente cosas de todo el mundo.

Reyna, Annabeth y Piper eran inseparables, vagaban por el campo como un trío para revisar el progreso de las reparaciones. Quirón, escoltado por Frank y Hazel, inspeccionaba las tropas romanas y los alabó por su valentía.

Por la tarde, el estado de ánimo general había mejorado un poco. El salón comedor nunca había estado tan concurrido. Los romanos fueron recibidos como viejos amigos. El entrenador Hedge merodeaban entre los semidioses, radiante y sosteniendo un bebé y diciendo:

—Oye, ¿quieres conocer a Chuck? ¡Este es mi hijo, Chuck! —

Las chicas de Afrodita y Atenea arrullaban por igual sobre el enérgico bebé sátiro, que agitaban sus puños regordetes, pateaba sus pezuñas pequeñas y decía:

— ¡Baaaa! ¡Baaaa! —

Clarisse, quien había sido nombrada Madrina del bebé, siguió detrás del entrenador como un guardaespaldas y ocasionalmente murmuraba:

—Está bien, todo bien. Dale al niño un poco de espacio—

En el momento del anuncio, Quirón se adelantó y levantó su copa.

—De cada tragedia — él dijo— viene nueva fuerza. Hoy, le agradecemos a los dioses por esta victoria. ¡A los dioses! —

Todos los semidioses se unieron al brindis, pero su entusiasmo parecía silenciado. Draco entendió la sensación: salvamos a los dioses otra vez, ¿y ahora tenemos que darles las gracias?

A continuación, Quirón dijo:

—¡Y por los nuevos amigos! —

—¡POR LOS NUEVOS AMIGOS! —

Cientos de voces semidióses hicieron eco a través de las colinas.

En la fogata, todos se mantuvieron mirando las estrellas, Draco estaba sentado al lado de Theo, mirando de reojo como Jason y Anthony estaban hablando, nada demasiado grave, solamente una charla casual. Percy estaba con Annabeth abrazándola. Frank estaba charlando casualmente con Hazel y Piper, mientras que Nico estaba tranquilo con Will roncando a su lado.

Después de un par de canciones, Reyna y Frank fueron llamados al frente. Tuvieron un estruendoso aplauso de los griegos y los romanos. Arriba en la Colina Mestiza, la Atenea Partenos brillaba más resplandeciente que la luna, como si dijera: Estos chicos están muy bien.

—Mañana —Reyna dijo— nosotros, los romanos, debemos regresar a casa. Agradecemos su hospitalidad, especialmente desde que casi los matamos—

—Tú casi mueres —Annabeth corrigió.

—Lo que sea, Chase—

—¡Oooooohhhhh! —dijo la multitud.

Entonces todos empezaron a reír, empujándose unos a otros.

—De todos modos — Frank asumió el control—. Reyna y yo estamos de acuerdo. Esto marca una nueva era de amistad entre los campamentos—

Reyna le dio una palmada en la espalda.

—Es cierto. Durante cientos de años, los dioses trataron de separarnos para evitar peleas. Pero ahora hay una mejor especie de paz, cooperación—

Piper se puso de pie entre el público.

—¿Estás segura de que tu mamá es una diosa de la guerra? —

—Sí, McLean —dijo Reyna—. Todavía tengo la intención de luchar en un montón de batallas. ¡Pero de ahora en adelante lucharemos juntos! —

Eso obtuvo una gran ovación.

Draco realmente podría vivir sin guerras.

Zhang levantó su mano pidiendo silencio.

—Todos serás bienvenido en el Campamento Júpiter. Llegamos a un acuerdo con Quirón: un intercambio libre entre los campamentos: visitas de fin de semana, los programas de formación y por supuesto, ayuda de emergencia en tiempos de necesidad—

—¿Y las fiestas? —preguntó Dakota.

—¡Si, señor! —dijo Conner Stoll.

Reyna extendió sus brazos.

—No hace falta decirlo. Los romanos inventamos las fiestas—

Otro gran Oooohhhhhhhh!

—Gracias —concluyó Reyna— a todos ustedes. Pudimos haber escogido odio y guerra. En su lugar encontramos la aceptación y amistad—

Entonces ella hizo algo inesperado, Draco sonrió con cariño al verla. Caminó hacia Nico, que estaba parado a un lado en las sombras, como de costumbre. Tomó su mano y lo acercó gentilmente a la luz del fuego.

—Teníamos una casa — dijo—. Ahora tenemos dos—

Le dio un gran abrazo a Nico y la multitud rugió con aprobación.

Draco vio la duda en los ojos de Nico cuando volteo a verlo, pero le hizo indicaciones para que hiciera algo y este enterró su cara en el hombro de Reyna y parpadeó las lágrimas que querían salir de sus ojos.

Estuvo bien.

—Sabes, todo fue una mierda, pero siento que todo apenas inicia—comenta Theo a su lado, como si estuviera viendo cosas que Draco no.

Tal vez tenía razón.

.

.

Le dieron dos noches, piensa Draco cuando abre los ojos luego de dormirse, pero no esta en su cama. Tampoco se sorprende cuando ve su cuerpo en forma astral, la sensación ahora parece casi familiar y puede identificarla. Ve sus manos un momento antes de levantar la mirada a una imagen que no era del todo desconocida para él.

Draco sabe que no está soñando, especialmente porque ya ha estado presencialmente en lo alto del Monte Olimpo, el hogar de los dioses griegos, en lugar donde se alzaba un palacio de mármol blanco que se fundía con las nubes que lo rodeaban. Era un lugar de esplendor eterno, donde los doce dioses olímpicos reinaban supremos sobre el mundo mortal.

Lugar donde se encontraba, frente a todos ellos.

O la mayoría.

Nota la ausencia de Apolo de inmediato.

En el gran salón del trono, Zeus, el Rey de los Dioses, se sentaba en su trono de oro macizo, con su barba y cabello rizados que centelleaban con la luz del relámpago. A su lado estaba Hera, la majestuosa Reina de los Dioses, con su mirada penetrante y su corona de pavo real resplandeciente. Poseidón, el Señor de los Mares, emanaba la frescura del océano, con su cabello y barba ondulados como las olas del mar. Deméter, la Diosa de la Agricultura, tenía una presencia maternal, con su cabello dorado como el trigo maduro y sus ojos verdes como la primavera.

Como si todos tuvieran que tener esta aura resplandeciente y de dioses.

Ares, el impetuoso Dios de la Guerra, se erguía alto y musculoso, con una armadura de bronce reluciente y una mirada feroz en sus ojos. Atenea, la astuta Diosa de la Sabiduría, tenía un porte noble y una expresión seria, con sus brillantes ojos grises que veían a través de los secretos del universo. Artemisa, la Eterna Diosa de la Caza, tenía una belleza salvaje, con su cabello oscuro como la noche y sus ojos plateados como la luna.

Hermes, el Mensajero Alado, era ágil y vivaz, con su cabello oscuro y sus alas doradas que destellaban con cada movimiento. Hefesto, el Hábil Forjador, tenía una apariencia robusta y trabajadora, con su piel tostada por el calor de la fragua y sus manos hábiles que creaban maravillas de metal.

Afrodita, la Deslumbrante Diosa del Amor, irradiaba una belleza irresistible, con su cabello negro como la noche y sus labios rojos como las rosas. Dionisio, el Alegre Dios del Vino, tenía una sonrisa traviesa y una mirada festiva, con su cabello oscuro y su copa siempre rebosante de vino.

Hades también estaba ahí, sentado tranquilamente con su figura imponente.

Todos lo están observando.

Al igual que hicieron el día de su juicio.

Pero una cosa ha cambiado, esta vez Draco no tiembla, no se ve intimidado, mantiene una expresión calmada viendo el rostro de Zeus que se ve lleno de ira contra él.

Sonríe cruzándose de brazos.

—¿Otro juicio? —pregunta casi con descaro, porque hace mucho que dejo de sentirse intimidado por ellos.

Ya no les tenía miedo.

En el centro de la sala, Draco se encontraba frente a los once dioses, sintiendo el peso de su poder y presencia divina.

Zeus solamente sonrió.

—Exactamente—contesta el olimpo.

Bien.

Draco toma aire antes de soltarla suavemente.

Hora del espectáculo.

Continuara…

No saben cómo quería llegar a este capítulo.

*Huye*