CAPÍTULO II: KARA

- ¿Pero? – preguntó Kara.

- Pero me encanta Kara, ella es mi persona favorita – susurró mirándole, Kara le sonrió precioso.

Lena se recostó apoyándose en el respaldar de su sofá, Kara advirtiendo que le quería decir algo, esperó a que ella hablase, lo que no tardó mucho, Lena suspiró mirando hacia la nada misma – supongo que sólo asocio a Supergirl con la pelea que tuvimos, de ahí que no me caiga tan bien.

- Ah – Kara asintió pensando que era posible asociar el mal momento con ella.

- Es decir – Lena intentó explicarse, Kara sacudió su cabeza – no sé qué decir, no puedo ni pensar – soltó cogiéndose con ambas manos su rostro.

- Tranquila, no tienes que decir nada – susurró Kara a su lado, ambas entrelazaron sus manos.

- ¿Me perdonas? – eso si causó sorpresa en Kara, al Lena ser la persona más orgullosa que había conocido hasta ese momento de su vida, tanto así, que ella le creyó incapaz de conocer esas palabras – no sé qué tan bien has estado durante este tiempo – Lena dijo muy pausadamente con las palabras entrecortadas – pero desde mi lado, ha sido una mierda, no quiero pasar por eso otra vez – sollozó.

Y a Kara le empezó a doler el pecho, ella tampoco quería distanciarse de Lena, ya no más.

- Si tengo que tener la culpa siempre, lo haré, si haces algo malo, jamás lo refutaré…

- Eso no – Kara intervino mirándose ambas.

- A lo que voy, es que, creo que tú eres la única persona a la que podría perdonar incondicionalmente, con la que ya no puedo estar alejada, me duele mucho Kara, mucho – agregó Lena empezando a llorar, Kara le abrazó muy fuerte, también rompiendo a llorar.

Ambas se abrazaron perdonándose todo, aún no con la confianza plena, sin embargo, en un buen paso inicial a por la reconstrucción de su relación, fuese cual fuera y en el grado que fuera.

Lena así lo aceptó, aunque fuera migajas, con Kara eso era mejor que nada.

En cambio para Kara, era diferente, ella no quería migajas, quería conocerla al 100% como debía ser, como debió ser desde un inicio.

- He vuelto mi Lee – le susurró en su oído para después besar su cien derecha y apretujarla mucho más en un abrazo de oso que se sintió a hogar, que traía demasiada calidez de hogar, el mismo que había extrañado Lena desde siempre.

- Hmmm – murmuró Lena cerrando sus ojitos, suspiró en su cuello, causando sonrisas en Kara.

Así se mantuvieron por diez minutos más.

- Hey ¡

- ¿Qué ocurre? – le preguntó Kara viendo el gesto de preocupación por parte de Lena.

- Tengo una reunión a las 11.

- ¿Hoy?

- Sí, algo de trata de armas.

- Lenaaa ¡Gee¡ - le gritó Kara.

- ¿Qué? - confusa Lena ladeó su carita, Kara resopló como un lindo dragón – no lo voy a hacer, sólo necesito escuchar a ese fantoche, cosa de rutina.

- Ok – asintió Kara.

- Vamos, de pie.

- ¿Dónde? – se mostró más confusa si cabe, Kara.

- No lo sé, sólo tiene que pasarme un poco la borrachera y ya. No puedo asistir así. Lilian me mataría.

- Tu mamá está en prisión.

- Aun así, me mataría.

- No lo permitiré, ok – soltó Kara cogiendo con ambas manos el rostro de su lee que le sonrió hermoso y Kara de regreso, ambas felices de poder estar así.

Lena asintió después de soltarse ambas, Kara con una idea en mente le pidió caminar por el frondoso bosque y parque, que estaba a un par de calles del edificio – toma, ponte esto – le pidió a Lena poniéndole su gorra, Lena asintió y ambas caminaron tomadas de la mano al ascensor, con sonrisas afines de por medio.

Lena recostó su cabeza en el hombro de Kara, cerró los ojos, mientras ella murmuraba una canción, ambas con las manos entrelazadas.

- Estoy feliz mi Lee.

- Yo también, demasiado, tanto que creo que me he golpeado la cabeza por ebria y estoy en el piso desmayada, alucinando – susurró lentamente, Kara se rio, enviando vibraciones al cuerpo de Lena, que la hicieron suspirar.

- No estás alucinando.

- ¿Cómo lo sabes?

- Porque sé que no estoy alucinando.

- Eso diría una alucinación – concluyó Lena haciendo reír a Kara – hummm – se estremeció Lena por el aire de la calle, Kara le apretó su mano, en señal de reconocimiento y ambas siguieron su camino hacia el bosque, muy iluminado por temporada, con hermosos adornos alrededor, no muy tupido y con poca gente a esa hora de la noche.

Caminando como si fueran una pareja real que acaba de encontrarse y que tan lejos de eso no estaba, Kara contó anécdotas graciosos en el camino, Lena se rio profundamente, mirándole con mucho amor, ambas disfrutando de su noche bajo la noche estrellada, ambas siguieron su camino sin importar la hora ni la prisa, tanto así que sobrepasó la media noche y ninguna de las dos se dio cuenta de la hora, menos Lena de su cita empresarial.

Nunca se soltaron de la mano.

Al menos por esas horas no.

- Mierda, que es de madrugada – murmuró Kara sentada en el grass de una cima, mirando hacia la ciudad que habían dejado atrás, 2.03am decía su reloj.

- Hmmm – murmuró Lena aún más borrachita si cabe a su lado, poniendo un beso en su mejilla.

- Hey ¡ ¿Cómo es posible, qué Lena? – preguntó Kara mirándole confundida – vee – dijo al reconocer que toda la noche el agua que Lena trajo con ella, no era tal, sino un licor.

- No culpa mía – replicó Lena sonriente.

- Sí, toda suya señorita, tiene que verse muy sobria y no colabora – la regañó Kara divertida, ganándose un dulce abrazo por parte de Lena – awww – le arrulló, ambas sentadas cerquita.

Y así se quedaron por un momento muy largo, Kara deseando que el sol saliera para poder ver el amanecer, sin embargo, estaba muy lejos de eso.

Después de unos minutos, Kara se levantó con Lena, quitándole la botella y arrojándola al suelo, Lena ni protestó, más apoyada en Kara que antes – vamos a dormir cariño – le susurró mientras le ayudaba a reincorporarse, tan dulcemente, tan lentamente como si fuese un sueño, aún el estar así, otra vez, en los brazos de la otra.

Ambas siguieron caminando, Kara no usó sus superpoderes porque los había volado, en lo que a cincuenta metros de ambas, en medio de aquel bosque, escondido, vio una pequeña cabaña iluminada – pediré un taxi – susurró a su Lee – eres mi Lee – le dijo después mirándole, al darse cuenta, que sí, era suya y había retornado para quedarse.

Con el ánimo a tope, decidió ingresar, llevando a Lena con un brazo en su cintura y otro sosteniendo su brazo sobre su hombro.

Ni bien ver que tenía la puerta entreabierta, ingresó, dejando a Lena sentada en el sofá de la sala de estar – ya vuelvo – le susurró, Lena murmuró algo ininteligible.

Y Kara fue a preguntar a quien fuera por ayuda, por un teléfono, cuando vio un show reproducirse en su interior - ¿Qué? – preguntó cuándo una luz brillante le apuntó el rostro.

- Oh siéntese señorita, bienvenida sea, bien me lo dijo el ojo de gallo ¡ - exclamó una hipnotista.

- "Parece bruja" – susurró para sus adentros Kara, para luego decirse – "Escuchamos y no juzgamos, que eres alíen"

- Siéntese, siéntese – exclamó la emocionada mujer, Kara lo hizo, más que nada, porque su ayudante era un hombre robusto alto, que daba miedo y ella estaba sin poderes y con Lena indefensa, era muy mala idea sobresaltarse.

- Ok lo hago, pero luego me prestas el teléfono – pidió y ambos estuvieron de acuerdo.

Kara se sentó junto a una chica y dos hombres, todos con una edad en promedio a la suya.

- ¿Qué pasa aquí? – preguntó curiosa a la chica a su lado.

- No sé, yo salí a correr y me perdí, la verdad, no sé por qué sigo aquí – se preguntó internamente, desestimándolo después con un levantamiento de sus hombros.

- Yo estoy borrachooooooo – murmuró uno de los hombres.

- Yo quiero saber quién es mi alma gemela – declamó el otro muy emocionado insinuando que la mujer era una poderosa adivinadora.

- ¿Un voluntario, necesitamos un voluntario?¡ - exclamó la adivina.

- Yooo ¡ - gritó el hombre emocionado poniéndose de pie.

- No, tú no ¡ - respondió el ayudante de la hipnotista haciéndole sentar con una mano – tú – señaló al otro, cogiéndole del hombro lo obligó a pararse.

- Ok, ok, por eso ya decía que yo – soltó el hombre mareado por su repentina parada y por su propio estado de embriaguez, la hipnotista, hizo lo suyo, haciendo cacarear al hombre y moverse como una gallina.

- Oh ¡ - Kara se impresionó.

Lena en el sofá se acomodó para dormir.

- Usted, ya lo predijo la pata de gato ¡ - gritó la hipnotista señalando a Kara.

- ¿Eh? Oiga no empuje ¡ - le dijo a su ayudante quien la cogió del brazo para que se levante.

Los cuatro fueron hipnotizados brevemente haciendo imitación de animales, todos rieron al ser un momento de éxtasis.

- Uno, dos tres – tronó los dedos Amatista, que así se llamaba la adivina y todos de estar riendo se detuvieron abruptamente, poniéndose de rodillas, con la mirada en el suelo, hipnotizados – bien.

- Bien – replicó su ayudante.

- Humm – soltó Lena girando su cuerpo, se acomodó mejor en el sofá, dispuesta a disfrutar de su rico sueño.

Amatista recitó unos versos en rima, en un idioma que ni su ayudante sabía, uno enfocado en engatusar a sus víctimas, en infundirles ideas y en provocarles hacer lo que no harían normalmente, todo para su beneficio.

- Bien, veremos qué tan bueno es éste lote de ratas – se refirió despectivamente a ellos. Su ayudante asintió.

A continuación, recitó algunas ordenes más, todo ilícito.

Un ensayo y error.

Uno que sólo haría despertar a la víctima cuando se dijera la orden correcta, una que ella sólo sabía.

- Ahora, vayan mis ratas, vayan a traerle a mamá lo que más necesite – pidió finalmente y los cuatro se pusieron de pie, tenían las pupilas encogidas, hablarían en voz monótona de ordenarles hablar e iban con los brazos extendidos.

- Están en un evidente trance – observó su ayudante.

- Hummm, tienes razón, muy sospechoso – soltó Amatista para luego ordenar que bajaran sus brazos y fueran a por lo suyo.

Tres horas después…

Las cuatro personas regresaron con diferencia de minutos, uno con un botín más significativo que otro – ok, vamos a ver – pidió la hipnotista viendo que la única chica aparte de Kara había traído una moto de un delivery, con pizzas calientitas en su porta equipaje.

- Genial – apaludió el ayudante, contento de tener comida a esa hora.

El borrachín había traído un joyero con aretes y accesorios de oro en ellas – sublime – observó feliz Amatista.

El hombre feliz trajo una colección de libros caros – se puede vender – Amatista aportó viendo que eran muy antiguos y pudiera haber coleccionistas pidiendo mucho por ellas.

¿Y Kara?

Kara trajo, una docena de coles rizadas.

- ¿Qué? – preguntaron a la par Amatista y su ayudante, ambos pensando que talvez ella no serviría para su plan.

- En su defensa, les pediste traer algo cercano a su corazón, eso podría ser importante para ella o para la mujer que duerme en el sofá – observó su ayudante – espera ¿Por qué no la hipnotizaste a ella?

- Porque para poder ser hipnotizada, tiene que dar su consentimiento verbal o no verbal, obviooo – asintió Amatista y copio el gesto el hombre.

- La seguiremos poniendo a prueba, más tarde, a ver si vale algo – el hombre volvió a asentir.

Con lo que Amatista volvió a hipnotizarlos a todos dictándole dos órdenes.

Primero: regresar a su show exactamente al medio día, las doce horas, sea cual sea la actividad que estuvieran haciendo, tenían que dejarla e ir hacia ella.

Segundo: irse de ahí a cualquier lugar y olvidar dónde quedaba su cabaña si alguien preguntase, recordando su ubicación sólo cuando ella los llame.

Tres, porque siempre hay un tercer guión, con aquellas personas, las líneas muy pequeñitas y microscópicas del contrato no deseado, no firmado, pero condenado a cumplirlo.

Tercero: dejarla entrar a su subconsciente, para que ella en fase de trance pueda entrar en su interior y hacer de copiloto en su mente, quedando vulnerables así, a todo lo que ella deseara y ordenara. Es decir, ser un receptor de ella, cuando ella lo deseara, como lo era su ayudante quien se quedó con ella por decisión propia.

Amatista tronó sus dedos nuevamente, dictó nuevos comandos y todos de estar arrodillados rindiendo honor a su jefa máxima, se pusieron de pie y se fueron, Kara se levantó, fue al sofá, cogió a Lena cargándole y se fue con ella.

Lena abrió los ojos un segundo haciendo contacto entre ambos, al Kara moverle de su posición demasiado cómoda.

- ¿Ella nos vio? – preguntó el ayudante descolocado, eso no había ocurrido antes, ya sea porque los individuos no traían acompañantes o porque al ingresar a esa sala, él directamente soplaba un polvo sobre sus rostros, drogándoles así mucho más, para que no sean molestia, ni adviertan a sus amigos del peligro, eso mismo hizo con Lena.

- Eso es imposible – Amatista le respondió – vamos a comer, debes estar agotado.

- Si hermana – replicó él sonriente.

Dos horas después, cerca de las 7.15am, Lena se despertó con su cabeza en el pecho de Kara y con el brazo de ella rodeándole, ambas dormidas en ese claro, dónde habían intentado ver la luz del amanecer – hey levántate, Kara ¿Mi Kara? – preguntó Lena con voz ronca viendo como Kara despertaba, así tan bella, moviendo sus labios, sus pestañas, sus ojitos, su sonrisa.

Ayyyyy Lena estaba impactada, así de cerca, Kara era impactantemente hermosa.

- Hola – susurró Kara.

- Hola – replicó Lena sonriéndole.

- Hummm – se estiró Kara como un gatito, justo como un lindo gatito - ¿Dónde estamos?

- En medio del bosque al parecer – Lena le respondió sin dejar de pasar, su adorable gesto, se acurrucó más con su Kara – no sé porque estamos en el bosque, pero, no me arrepiento de amanecer abrazada a ti.

- Yo tampoco – Kara la miró, ambas se miraron y compartieron un instante, uno bello, uno cómplice, antes que cada uno preguntase al mismo tiempo.

- ¿Por qué tomaste tanto anoche?

- ¿Cómo así que ya nos hemos abrazado antes?

Ambas se miraron sonrojadas - ¿Y bien? – eso lo pidieron en conjunto, sonriendo cuando coincidieron así, indicio de que el estar separadas un año, no había acabado con sus modismos cómplices, unos que adoptaron de la otra, al momento de compartir tiempo, espacio y vida juntas - ¿Eh?