Capitulo 7

DOA GAIDEN - Volumen 1: La caída del Mugen Tenshin

Acto 1 – Capitulo 7

Hayate, tras la turbulencia de su mente y emociones fue obligado por Ayane a descansar unas horas. Su figura permanecía inmóvil, evocando tenues respiraciones en un sofá mientras sus sueños lo transportaban a un hermoso paraíso onírico.

Allí, observaba cómo su hermana menor; Ayane, enseñaba artes marciales y el uso de espadas de madera a los jóvenes aprendices del Mugen Tenshin en el dojo. Junto a él, sus amigos cantaban y tomaban licor alrededor de una fogata a plena luz del día. Impresionado por el espectáculo y la paz en la aldea, preguntó: — Hey... que... ¿Qué sucedió con la misión? ¿Porque no están en sus lugares? —.

Su respuesta: fue una mirada confusa de todos, incluida su hermana. Antes de que pudiera decir palabra, las risas volvieron y le ofrecieron un trago de alcohol. Dejándose llevar por la situación, se sumó a los cantos y a las bromas. Sin embargo, un momento después escuchó las risas de Kasumi. Al observarla, estaba sentada y acariciaba las largas cabelleras de su leal amigo Ryu que yacía recostado sobre su regazo, mientras le devolvía las caricias a su rostro.

Con los tragos encima, se levantó furioso y colérico de celos. Decidido a propinarle a Ryu una golpiza, fue detenido por Hitomi que se interpuso en su camino. No lo dejo hacer nada, lo tomó de la mano y con una sonrisa lo instó a huir en una dirección lejos de la aldea.

Dejándose llevar por la figura de su enamorada, corrían entre la vegetación del helado y frondoso bosque, pero al salir de allí, se vio a sí mismo en traje de baño en una calurosa playa donde estaban solo los dos. La figura de Hitomi se alejaba en dirección a las olas del mar mientras lo llamaba y hacía señas con las manos, diciendo: — Ein, vuelve a mi... vuelve conmigo por favor —.

Dejándose llevar por su llamado, acudió e ingresó a las aguas, convirtiendo su llamado en una juguetona y dulce persecución. Al alcanzarla, juntó su pecho contra el de ella, acomodaron sus cabelleras revelando sus nerviosos rostros y luego se besaron. En la orilla de la playa, Kasumi y Ryu los aplaudían y los molestaban con burlas irónicas y, dejándose llevar por su sueño... se acercó corriendo en su dirección refunfuñando.

Sin embargo... al salir de las aguas, su paz fue interrumpida por algo extraño: El cielo se convirtió de manera súbita de un azul despejado a un cielo morado con nubes negras. Los truenos empezaron a caer sin piedad alrededor de la zona, obligándolo a tomar la mano de Hitomi y huir en dirección a la aldea. Al llegar, observó una escena aterradora: su clan y su aldea eran azotados por la visita de criaturas infernales que devastaban todo a su paso. Las mujeres y niños que huían eran brutalmente despedazados y devorados por criaturas deformes que se reían de su sufrimiento. Los hombres que defendían el lugar, al ser superados, corrían el mismo destino entre lamentos y desesperación. Y al ver en dirección al Dojo, la pobre de Ayane era profanada por hordas y hordas de demonios, con una mueca de desprecio mientras torpemente se aferraba a la poca vida que aún le quedaba.

Sin soltar a Hitomi de la mano, buscaron de nueva cuenta a Ryu y a Kasumi, que seguían compartiendo su cariño bajo el tormentoso cielo y estos, al percatarse de ello, observaron como desde lo alto empezaban a llover plumas moradas de un ave de caza y un momento después... un relámpago rompió el cielo cayendo frente a ellos. De él, emergió una sombra que delineaba la silueta de un hombre y sin dar explicación alguna, ataco a Kasumi y la hirió de muerte. Ryu al ver lo sucedido, se lanzó al ataque de la figura no sin antes ordenarle a Hayate que huyera. Su feroz lucha resonaba con ecos de golpes en el ambiente. Sin embargo, al no llevar su arma ni su equipo, fue superado y aniquilado por la criatura.

Continuando su escape, la figura de Momiji apareció frente a ellos indicando que la siguieran. Pero... un momento después, una serpiente emergió del mar y con tentáculos que salían de su boca la tomó y la arrastró llevándola a las profundidades; rasgo su ropa e hizo que sus tentáculos penetraran una y otra vez en sus frágiles carnes, profanando su esencia y cuerpo mientras era ahogada en tanto se alejaba entre gemidos y llantos mar adentro.

Antes de que pudieran volver a escapar, aquella silueta negra se posó frente a ellos, dejando una estela de plumas tras de sí y, con un suave movimiento de su espada arrancó la cabeza de Hitomi. Hayate sin posibilidad de moverse, se vio encadenado a las arenas de la playa mientras que la silueta frente a él lo observaba con unos palpitantes ojos verdes para en un momento después, atravesarle el corazón con una estocada de su arma. Dejándole un mensaje, como un susurro en su oído: — Serán manchas de sangre y comida para demonios. No quedara ni uno de ustedes vivo —.

En su agonía, escuchaba la voz de Ayane llamándolo desde todos los rincones de su mundo: — ¡Maestro Hayate! ¡Hermano, despierta! ¡Hayate! —. Dando un salto sobre el sillón, despertó mientras observaba con intriga el rostro de su hermana y sus colegas que lo miraban con preocupación. Ayane, tomando un pañuelo de agua fría, lo pasó por su rostro mientras decía: — Tranquilo, solo fue una pesadilla —.

Con las manos aun temblando retiro el pañuelo y se puso de pie, sacudió sus desordenadas cabelleras y pregunto: — Me... dormí... si, todo fue un sueño... ¿Qué horas son? —.

Ayane señalando con su dedo el reloj de la pared respondió: — Es apenas medio día, aun puedes descansar si no te sientes bien —.

Hayate, al estirar su cuerpo hizo que las vértebras de su espalda sonaran con un crujido acomodándose entre sí, sacudió el polvo de sus vestimentas y dijo: — Me siento genial, volvamos a trabajar —.

La mirada de Ayane se volvió más severa y respondió con agresividad: — ¿Crees que puedes ignorar tus límites todo el tiempo? Estás agotado Hayate, y tu terquedad solo empeora las cosas. Vas a tomar un descanso, incluso si no lo quieres —.

Hayate frunció el ceño, y mostrando su terquedad innata dijo: — No puedo permitirme detenerme. La misión depende de mí liderazgo, y no puedo dejar que las responsabilidades recaigan solo en ti —.

Ayane cruzó los brazos, manteniendo su postura firme: — Esa mentalidad solo te llevará a la ruina. Trabajaremos en la noche, ahora vas a descansar. ¡No discutas! —.

Aunque las palabras de Ayane lo instaban a tomar las cosas con calma continuaba resistiéndose. Sin embargo, indispuesta a ceder continuó: — Deberías aprender a cuidarte a ti mismo, si sigues así cuando necesitemos tu fuerza solo vas a traernos dificultades. Descansaras e iras conmigo hoy de compras, ponte algo decente y prepárate a salir —.

A regañadientes y después de los reproches de su hermana finalmente accedió, mientras se preparaba, Ayane agregó: — Hoy, haremos algo diferente. Necesitas relajarte y recordar que eres humano, no solo un... líder. Además, aprovechando que estamos en la capital, quiero comprar detalles y flores para ofrecerlas al abismo donde descansa el maestro Murai —.

La ciudad, intentando retomar su cotidianidad, abría los talleres y los negocios de artesanías en toda su extensión, y el sonido constante de las máquinas de trabajo resonaba en el aire. El eco de martillos golpeando metal y serruchos cortando madera se mezclaba en una sinfonía laboriosa que impregnaba la ciudad con un zumbido animado.

El aroma a madera recién cortada se mezclaba con el olor del metal trabajado, haciendo que sus olores se impregnasen con la humedad de las brisas del medio día. Mientras tanto, en los hogares que decoraban la ciudad, el perfume de jabones y fragancias escapaba por las puertas y ventanas al exterior mientras las mujeres se ocupaban en la organización de sus hogares.

En las lejanas montañas al horizonte, las nubes grisáceas desafiaban con caer sobre la ciudad mientras su lento avance dejaba apreciar las gruesas gotas de lluvia que cubrían la visión tras su paso.

La vida de la ciudad seguía su marcha al mediodía, las personas, ahora con paraguas en sus manos, seguían revoloteando de un lado a otro mientras presagiaban la llegada de una cruel tormenta de nubes colosales.

Los alrededores de los centros comerciales eran inundados por una marea interminable de personas y en los interiores el sonido de las voces y los zapatos se convertían en un baile interminable por la marea de gentes.

En una sección de variadas tiendas de moda, Kasumi acariciaba con admiración un suéter de lana sedosa y suave mientras sonreía: — ¡Oh por Dios, este suéter es tan lindo! ¿Qué opinas, Momiji? —.

Momiji riéndose examinaba los kimonos cercanos: — ¡No entiendo como lo haces!¡Kasumi, todo te queda bien! ¡Pero sí, ese suéter es adorable! —.

Con una risa juguetona, Kasumi, se probó el suéter, a la vez que su alegre mirada se desviaba a otras prendas.

Momiji ayudándola a probarse varios trajes e implementos dijo: — ¡Vamos a la siguiente tienda! ¡Tienen una sección de kimonos increíble! —.

Mientras, Ryu permanecía sentado en una silla cercana, burlándose con sarcasmo apoyando su mentón sobre su mano: — ¡Sí, sí, disfruten su desfile de moda! Yo estaré aquí... aburriéndome —.

Kasumi salió de una de las tiendas con varias bolsas en mano diciendo: — Hayabusa, ¿por qué no pruebas algo? ¡Te verías genial con un cambio de estilo! —.

Ryu tras dar un pequeño suspiro, movió la cabeza en negación y antes de que pudiera dar su sermón de regaño, las bolsas de Kasumi y Momiji se acumularon sobre de él, en tanto que sus acompañantes iban escabulléndose en otra tienda cercana.

En otra parte del Centro Comercial Ayane estaba acompañada de su hermano en otra sección apartada.

Ayane sosteniendo un vestido elegante lo enseñaba con entusiasmo mientras decía: — ¡No puedo creerlo! Hermano, este vestido es precioso. ¿Qué opinas? —.

Hayate, mirando a su alrededor aburrido, respondió con indiferencia: — Está bien, es genial. ¿Puedo esperar afuera? —.

Enojada, le propino un pequeño golpe en su hombro con el vestido y respondió: — ¡No seas amargado! Iremos a la tienda de comestibles después —.

Llena de felicidad, seleccionaba de los estantes varios vestidos y atuendos para luego dirigirse a otra tienda dando pequeños saltitos.

Con total frustración y con su genio al borde del colapso dejo escapar su voz diciendo: — ¡No la entiendo! ¿Realmente necesitas tanta ropa nueva? —.

Las lejanas risas de su hermana al escucharlo contestaron con un: — ¡Si! —. Mientras Hayate solo podía rodar los ojos siguiéndola con grandes maletas de ropa en sus brazos

Emergiendo de una tienda, Ayane estaba adornada con unos grandes auriculares y saludando a su hermano dijo: — ¡Vamos, hermano! ¿No quieres verme a la moda? —.

Su sonrisa crecía mientras su figura se apreciaba arrastrando a Hayate a la siguiente tienda mientras suspiraba ante la perspectiva de más compras pidiendo ayuda a la nada: — Ayúdenme —.

Al mismo tiempo, Ryu caminaba torpemente con grandes bolsas de ropa en ambas manos; buscando desesperadamente una silla cercana para descansar en tanto que las miradas asombradas de los transeúntes se centraban en sus abultadas bolsas.

Al llegar a su destino, casi en rastras, dejo caer un suspiro de alivio y dijo: — ¡Excelente idea estúpido! Traer a esas dos a este lugar fue lo mejor que pudiste imaginar... maldición, creí que moriría. ¿Qué rayos van a hacer esas dos con todo esto? —.

Tras él... Hayate, también cargando una montaña de bolsas, se arrastraba con dificultad hacia la misma área en busca de descanso y al percatarse el uno del otro, ambos exclamaron al unísono: — ¡Ayúdame! —.

Dejándose caer en silla, tomo un aire de triunfo y observando el rostro de Ryu dijo: — Mi hermana es imparable cuando se trata de compras y mis hombres huyen cuando escuchan su propuesta. Aunque... parece que Kasumi y Momiji no se quedan tampoco atrás —.

Ryu intentando desacomodar sus brazos para liberarse de las grandes bolsas que llevaba respondió: — Cuando Momiji obligaba a Omitsu a acompañarla volvían con cantidades absurdas de estas cosas, nunca pensé que Kasumi tuviera el mismo fetiche raro de gastar el dinero en estas estupideces. Maldita sea... fue un error traerlas aquí —.

Hayate aun recuperando sus fuerzas respondió: — No puede ser Ryu, no debiste traer a Kasumi. Ayane está cerca... poseída de sus tonterías, pero cerca... estoy seguro qué Irene y sus hombres no deben estar lejos, sabes que no podré hacer nada si descubren que Kasumi está aquí —.

El bullicio del centro comercial se intensificaba a medida que Kasumi y Ayane, sin percatarse de la proximidad de la otra, continuaban explorando las tiendas mientras que Ryu y Hayate, aún atados a sus montañas de bolsas de compras, observaban con creciente ansiedad.

Kasumi, llevando a Momiji consigo, se dirigía hacia una tienda de vestidos elegantes. La emoción brillaba en los ojos de Kasumi mientras admiraba las telas y los diseños. Momiji, siguiendo su entusiasmo, señalaba algunos vestidos y sugería combinaciones.

Simultáneamente, Ayane con una determinación similar, entró en la misma tienda: Viéndose atraída por la elegancia y la sofisticación de los vestidos. Sin embargo, ni Kasumi ni Ayane eran conscientes de la cercanía de la otra. Sus miradas se cruzaban, pero no se conectaban, perdidas en la emoción y en la belleza ante sus ojos.

Dentro de la tienda, Kasumi y Momiji se inclinaron para revisar una sección más baja de vestidos, mientras que... en el mismo instante, Ayane también se agacho para examinar algunos modelos. Estaban a un par de metros de distancia, pero la distracción de sus compras les impedía notar la presencia de la otra.

Ryu frustrado intentaba soltarse sin éxito de sus ataduras y tras un último esfuerzo entro en resignación: — Supongo que podrán defenderse solas, me rindo. Hayate te encargo el resto —.

Hayate, intentando moverse en vano atrapado en su propia carga contestó: — Parece una escena de comedia romántica, pero... sin romance. ¿No vez como estoy? mírame, apenas si pude llegar aquí sin morir. Si algo sucede, será tu culpa por traerla... —.

El rostro de Hayate se tornó de una tonalidad azul y enfermiza al ver a Ayane salir con más bolsas mientras caminaba en su dirección y con todas sus fuerzas intento desatarse de su encadenamiento de telas en vano. Al llegar, Ayane observo con curiosidad a Ryu y tras un leve saludo, esté le dijo: — Nunca había visto a Hayate tan feliz, Ayane. Dijo que quería visitar el ala superior de vestidos tradicionales orientales —.

Sorprendido, Hayate miro el rostro de su hermana, que como un felino de caza dibujo una sonrisa macabra y cómplice para un momento después tomarlo de las piernas para ser arrastrado con todo el equipaje encima mientras decía: — ¡Maldito seas Ryu! ¡Me las vas a pagar! —. Sus figuras desaparecieron girando una esquina y perdiéndose entre la multitud.

Ryu después de un instante y tras tomar un respiro, al ver salir a sus acompañantes dijo: — Es suficiente. Hayate y Ayane deben estar preparándose para los objetivos de hoy, se hace tarde y debemos apresurarnos para hacer nuestro trabajo —.

En sincronía emitieron un suspiro de lamento al ver la hora del centro comercial y tras cruzar miradas, asintieron la cabeza no sin antes obligar a Ryu cargar con el equipaje. Kasumi hizo un suspiro en la nuca de Ryu, haciendo que su piel se pusiera de gallina y dijo: — El legendario ninja dragón nunca dejaría que una joven herida cargara con tantas cosas encima, ¿no es así? Maestro Hayabusa —. Un instante después, le regalo un pequeño beso en la mejilla

Al mismo tiempo, Momiji acaricio con una uña su rostro tiernamente diciendo: — Maestro, esta es mi venganza. Se que podrás hacerlo, seria irónico si el guerrero que salvo estas tierras callera ante unas cuantas bolsas de ropa —.

Ambas se dirigieron a la salida dejando atrás a Ryu que refunfuñando se decía para sí mismo: — Esas dos ¡Maldita sea! —. Furioso, levanto con todas sus fuerzas la carga que llevaba con sigo. Cada paso hacia sonar el suelo y como una bestia indomable intentaba alcanzar a sus acompañantes que lo veían con gracia y entre burlas desde la distancia.

Mientras tanto, en los pisos superiores Hayate intentaba respirar mientras se asfixiaba por la carga que llevaba con sigo. Su mirada se vio horrorizada al ver una gigantesca tienda de ropas orientales y al observar a su hermana que cruzaba las manos y adoraba con los ojos las prendas de la estantería.

Sin decir palabra, Ayane ingreso corriendo y momentos después su figura se veía de un lado a otro con diferentes vestidos posando frente a un espejo.

A punto de caer, Hayate distinguió una figura familiar que paso frente a él y al verlo aquella persona retrocedió su marcha como si intentara inspeccionar de que se había percatado de algo.

Al encontrarse sus miradas, Hayate con su rostro apenas visible distinguió el semblante y la silueta de Hitomi. Sus ojos lo engañaban haciéndolo ver tres rostros de su enamorada e incrédulo de la coincidencia se dijo para sí mismo: — Así que... estoy muriendo. Está bien. supongo que no hay mejor manera de morir que viendo tu rostro —.

Soltando una tímida risa, Hitomi libero el espacio de su rostro y dando una tierna caricia respondió: — No es un sueño, tonto. Pensaba que aun seguías en las montañas ¿Qué haces aquí, Ein? —. Sacando una botella de agua, dio de beber a Hayate en tanto le ayudaba a descargar su equipaje y, tras unos cuantos sorbos se recompuso volviendo a la realidad.

NOTA DE AUTOR: Queridos lectores, estoy bastante contento con la remasterización de NG 2 (Black) y el anuncio de NG4. En verdad me ha motivado bastante para seguir, y les aseguro que mientras llega dicho juego, podrán seguir esta hermosa novela y aun mas allá. Doy gracias a todos aquellos que me han apoyado hasta el momento y recordarles que este proyecto no lo hice para mi, sino para ustedes. aletero por las manos de ambas chicas.