*Hotaru fune: el barco de las luciérnagas, hay un barquito en Yamaguchi que hace un recorrido por el río para ver luciérnagas

"Hotaru fune*" se leía una manta en el lugar. Las chicas gritaron emocionadas y Rin, bueno ella estaba en silencio, con la boca abierta, pero por el brillo en sus ojos, Sesshoumaru supo que había dado en el clavo con el lugar. Subieron al barquito, el guía les dijo que tenían prohibido tomar fotos con flash y en general cualquier tipo de luz estaba prohibida. Como Rin llevaba una cámara especial, solo tapó la brillante pantalla con parte de su sweater y preparó la configuración para poder tomar fotos en lugares extremadamente obscuros y con movimiento.

Al principio su hermano y Miroku hicieron comentarios de que la sorpresa resultó ser algo muy aburrido, pero al comenzar el viaje, eran los dos más emocionados en el bote. Rin admiraba el espectáculo en silencio, todo iba bien, hasta que el olor a lágrimas lo alarmó.

—¿Rin?

—¡Oh lo siento! Es que tanta belleza es abrumadora...

—¿Lloras porque estás feliz?

—Si, supongo que cosas de humanos —concluyó ella limpiándose las lágrimas con su ligero sweater primaveral.

—Cosas que tú, insensible, jamás entenderás —comentó su hermano atrás de él. Sesshoumaru optó por ignorarlo y para fastidiarlo tomó la mano de Rin, acariciando el dorso son su pulgar. Con singular alegría escuchó el gruñido de Inuyasha y como si los dioses estuvieran de su lado ese día, Rin reposó su cabeza en su hombro.

Después del recorrido por el río, bajaron del barco y él llevó a Rin a la ladera del río a tomar más fotos de las luciérnagas con ayuda del tripié, ya que según ella dijo, así podía dejar el obturador abierto sin que se moviera la imagen. No entendió de qué estaba hablando hasta que Rin le mostró el resultado. Pocas cosas lo sorprendían tanto como esas fotos. El lugar se veía mucho más iluminado que en la vida real y las luciérnagas parecían dejar estelas de luz sobre el espejo del río. —Oye de verdad tienes talento para esto —la elogió sinceramente.

—¡Gracias! Algún día espero poder hacer mis propias películas.

—Estoy seguro de que así será. —Habían hablado muchas veces… bueno Rin hablaba… pero era la primera vez que se enteraba de los sueños de Rin, él siempre asumió que ella quería ser una youtuber famosa, nunca imaginó que su objetivo era volverse cineasta.

Después de eso, el señor Hanebara los tuvo que llevar al lugar donde salían los orbes. Estuvieron un rato grabando y como el grupo ya estaba acostumbrado a cosas paranormales, se emocionaron al comprobar que pequeñas luces extrañas deambulaban por el lugar. El conductor muerto de miedo, les dijo que los esperaría en la HiAace.

—Parecen fuegos fatuos —mencionó Rin al aire.

—No, son almas —contestó Kagome, —los fuegos que mencionas creo que salen durante el proceso de descomposición. Estas son almas, pero creo que no son humanas.

—¿Y qué hacen aquí? —Preguntó Inuyasha un poco aburrido

—Probablemente cuidar este lugar, a lo mejor hay algún tesoro o un daiyoukai dormido o simplemente la naturaleza —Les explicó Miroku.

Y eso fue todo lo que grabaron en el lugar, nada especialmente espeluznante, pero al menos Rin ya tendría otro video para subir.

De regreso al Ryokan se quedó escuchando los problemas de Miroku en cuanto a los celos de Sango y los pésimos consejos de su hermano, aunque no duró mucho el murmullo ya que rápidamente se quedaron dormidos, él aprovechó el silencio para sacar sus libros y estudiar más. Tenía que prepararse para poder manejar los negocios de su madre y así aligerarle la carga de trabajo, además de que en cuanto comenzara a trabajar, iba a poder tener su propio dinero y sacar a Rin de Japón, regresarla con su madre y si todo iba a bien, hasta pagarle la universidad, aunque probablemente eso no se lo permitiría… pero, tampoco tenía porqué enterarse.

Y así pasó toda la noche hasta que por ahí de las 5 am, le llegó el olor a sangre de Rin. No lo pensó mucho, salió disparado al cuarto de las chicas, sin tocar abrió la puerta y se acercó al futón de Rin, donde ella se retorcía y hacía muecas de dolor, entendió entonces que no estaba en peligro, aun así, la despertó dando toques en su hombro.

—¡Sesshoumaru! —dijo ella un poco asustada de encontrarlo al lado del futón y se sentó —¿Qué sucede?

—Estás sangrando y sintiendo dolor.

Rin lo miró extrañada, aunque un nuevo cólico la atacó y por fin pareció comprender sus palabras —A, ya entendí… ugh —dijo encorvándose y respirando con dificultad.

—Dime qué hago, ¿tienes medicinas? Voy por té caliente a la maquinita.

—Sí tengo, están en mi mochila.

Él fue por la mochila, se la entregó, después la ayudó a levantarse para que ella pudiera ir al baño y antes de salir se dio cuenta que las otras dos mujeres estaban despertando. Cuando regresó con la lata de té caliente, las chicas ya tenían a Rin rodeada sobándole la espalda baja. Rin tomó dos pastillas y las otras se sorprendieron.

—Rin chan, se supone que solo debes tomar solo una —comentó Sango leyendo la caja de medicamento.

—Lo sé, pero es que las dosis en Japón son muy débiles y no me quitan el dolor...

—Acuéstate —le dijo él haciendo presión en su hombro para que obedeciera, luego le colocó la lata caliente en el vientre y la arropó, ante lo cual las otras dos mujeres ahogaron un grito, se pusieron rojas y se taparon la cara, él alzó una ceja sin comprender qué las ofuscaba.

—Muchas gracias Sesshoumaru, eres un experto en el tratamiento del dolor.

—En los entrenamientos nos llegamos a perforar los intestinos, así que sí.

—¡Qué! Sé que ustedes se recuperan más rápido que los humanos, pero…

—No pienses en eso, descansa. —Le ordenó, no sin antes rozar un poco su mejilla so pretexto de quitarle los cabellos de la cara. Después de resolver el problema regresó a su cuarto con muchas dudas, la sangre de Rin olía bien, pero había escuchado a los guardias del palacio de su madre decir que el olor de la sangre de las hembras era irresistible y de hecho en esos días su madre solía salir de su palacio para no tentar a ningún guardia, sin embargo, desde que conocía a Rin el día en el que su olor se le había hecho más irresistible fue el día del oharai, pero el hecho de que ella estuviera muy abatida por la pelea con su familia, había sido lo suficientemente aberrante como para bajarle la calentura, aun así no pudo alejarse de ella en toda la noche, ese olor a gardenias y cereza era casi irresistible, sin embargo estaba seguro de que ella no había estado en celo…no había olido a sangre en lo absoluto como hoy «Qué extraño» pensó y para olvidarse del asunto se fue a bañar al onsen que seguramente a esas horas estaba vacío.


—¡No puede ser, Rin! —Chilló Sango mordiendo la manga de su pijama —Ni Miroku me trata así cuando yo estoy en mis días, es más, esos días hasta sale huyendo que porque no sabe cómo tratarme.

—Yo no puedo creer que dejaras que Sesshoumaru supiera que estás en tus días, ¡qué vergüenza! —gritó Kagome tapándose la colorada cara con las manos.

—Kagome, estoy segura de que Inuyasha, Sesshoumaru, Koga y todos los youkais con buen olfato, saben cuándo las chicas de la escuela están en sus días.

—No... tienes razón, no hay manera de que Inuyasha no sepa… ¿Entonces todo este tiempo lo ha sabido? ¡Ay noooo! —Kagome estaba al borde del llanto y Rin no entendía muy bien cuál era el problema, al final de cuentas todos ellos estaban vivos gracias a la sangre de las hembras…

—Yo lo que no puedo creer es cómo te trata Sesshoumaru, —interrumpió Sango —él nunca ha sido considerado con nadie, solo lo he visto salir con Kagura del almacén de limpieza una vez, ella iba con una sonrisa y él con su cara de póker como siempre, sin embargo, en cuanto Kagura quiso tomarle la mano, él se quitó como si le diera asco…

—Mmmm, es que Kagura es una de sus muchas amigas con derechos, pero él no tiene novias… —trato de decir eso sin que sonara afectada, pero la verdad es que podía escuchar a su corazón hacerse pasita.

Las chicas la miraron con pesar y Kagome ya más calmada comentó lo que había escuchado de Inuyasha, —Sí Inu me dijo que a veces, cuando tenían la casa sola, Sesshoumaru llevaba a chicas del dojo o de su salón a su cuarto, hacían cosas y luego las chicas salían solas de la casa, me parece inaudito que ni siquiera las acompañe a sus casas, las trata como prostitutas.

—¡No es así! —No puedo evitar defenderlo... —lo que pasa es que los youkais no tienen novias, algunos solo dejan de ver a otras mujeres cuando ya encontraron a la indicada pero ya para casarse.

—Sí en eso tienes razón, aunque hay algunos youkais que sí han adoptado la usanza de tener novias, como Koga o Naraku.

«Maldita sea Sango…» maldijo Rin en su mente, esa información no la hacía sentir menos peor.

—Como sea, yo creo que tú le gustas —afirmó Kagome.

—Yo también creo que está enamorando de ti, pero ¿tú qué sientes por él, Rin? —Sango la cuestionó.

—No lo sé... bueno, obviamente me gusta, mucho, pero sé que él es un alma libre y yo no creo que pueda soportar compartirlo con otras, por eso prefiero intentar no sentir nada más que una amistad por él y…

—Y estás fallando en el intento… —finalizó Kagome como entre burlona y triste.

—Ahhh... —las tres suspiraron pesadamente.

Después de que todos se bañaran y desayunaran, regresaron a Miyoshi cansados y completamente tristes de que al día siguiente fuera lunes.