Capítulo 16

El Lugar perfecto para mí

Nina se había levantado con el sonido suave de su alarma, un pitido constante y apenas perceptible para alguien común, pero para ella, con su oído entrenado, era más que suficiente. Uno de sus talentos era precisamente su sensibilidad auditiva, algo que le permitía crear música con su guitarra o vocalizar melodías de forma precisa. Con un pesado bostezo, se sobó los ojos y trató de despertar por completo, aunque la fatiga aún pesaba en su cuerpo. De pronto, los eventos de la noche anterior cruzaron por su mente, haciéndola voltear lentamente la cabeza hacia la cama de Ruby para confirmar si realmente había sido un mal sueño... o si todo había ocurrido de verdad.

Allí estaba Ruby, durmiendo pacíficamente. Parecía un angelito, con su respiración tranquila y rítmica, indicando que estaba profundamente dormida. Su cabello dorado estaba esparcido sobre la almohada, reflejando la tenue luz del amanecer que entraba por la ventana. Nina no pudo evitar quedarse mirándola, como si estuviera contemplando una obra de arte. Cada rasgo delicado de Ruby parecía esculpido a la perfección, y por un momento, Nina se sintió completamente intrigada. Sacudiendo la cabeza rápidamente, decidió despejarse esos pensamientos.

"Necesito una ducha... y que sea fría", pensó para sí misma mientras se levantaba. Tomó su uniforme, un cambio de ropa interior, y se dirigió al baño. Cerró la puerta con cuidado para no despertar a Ruby, lanzó su pijama al cesto y se deshizo rápidamente de la ropa que llevaba puesta. Al girar la perilla de la ducha, el agua fría comenzó a caer, haciéndola estremecer.

—Ah, mierda, está helada... —se quejó, pero no se salió del agua. Apretó los dientes y esperó a que su cuerpo se acostumbrara a la temperatura antes de comenzar a disfrutar del baño.

Mientras buscaba shampoo, sus ojos se detuvieron en la variedad de productos que había en la repisa. La mayoría parecían ser específicos para el cuidado del cabello: mascarillas hidratantes, acondicionadores nutritivos y un montón de shampoos caros. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras tomaba uno sencillo que estaba apartado en una esquina.

—Ruby... —murmuró con cariño, sabiendo que todos esos productos eran claramente de su compañera. La idea de que Ruby se tomara tanto tiempo y esfuerzo en cuidar su cabello era algo que le pareció entrañable.

Terminado su baño, Nina salió cambiada, con su uniforme ya puesto, aunque con su característico estilo rebelde. Si bien la corbata tenía un nudo, no estaba ajustada completamente hasta el cuello. Sus medias, por suerte, eran del mismo color esta vez, pero su camisa permanecía fuera de la falda y la chaqueta abierta. Era la definición perfecta de un desaliño intencional.

Con ternura, se acercó a Ruby, quien seguía durmiendo profundamente. Se inclinó ligeramente y comenzó a sacudirla suavemente.

—Levanta, bella durmiente. Es temprano, pero estoy segura de que querrás ducharte antes de que se te haga tarde.

Ruby emitió un gruñido tierno y se giró en la cama, haciéndola parecer aún más adorable a los ojos de Nina. No pudo evitar sonreír al verla en ese estado.

—Arriba, Ruby, no me hagas despertarte de otra forma. —bromeó mientras la movía un poco más.

Ruby abrió lentamente los ojos, aún con señales de estar medio dormida, y murmuró:

—Cinco minutos más... Reiko...

Nina se congeló al instante. Su rostro reflejaba confusión mientras esas palabras resonaban en su cabeza. ¿Reiko? ¿Quién era Reiko? ¿Un familiar, tal vez? La expresión de Ruby cambió repentinamente al darse cuenta de lo que había dicho. Abrió los ojos como platos y se sentó rápidamente en la cama.

—¡Nina! Perdona, ya me levanto. —dijo Ruby apresuradamente, claramente avergonzada.

Se levantó de la cama, agradeció a Nina y se dirigió hacia su armario para tomar un cambio de ropa interior y su uniforme, perfectamente colgado y planchado, gracias a Ririka. Antes de entrar al baño, Ruby se giró hacia Nina con un leve sonrojo.

—Me voy a bañar. Espero no tardar, y... gracias por levantarme.

Nina solo asintió lentamente, pero seguía con la mirada fija en un punto, procesando lo ocurrido. Murmuró en voz baja, casi sin darse cuenta:

—¿Quién es Reiko...?

Ruby, al cerrar la puerta del baño, apoyó su espalda contra ella. Su corazón latía rápidamente mientras su mente repetía el error que había cometido.

—¿Por qué dije eso...? —pensó Ruby, llevándose una mano al pecho, tratando de calmarse.

Ambas chicas, en ese momento, sabían que el nombre "Reiko" no era algo que pudieran ignorar por mucho tiempo.

Nina se quedó quieta junto a su cama, procesando lo que acababa de escuchar. "¿Reiko?" murmuró nuevamente para sí misma, tratando de entender de dónde había salido ese nombre. Algo en el tono de Ruby cuando lo dijo le dejó una sensación extraña, casi como si fuera algo cargado de emociones. Frunció el ceño y se cruzó de brazos, decidiendo que no era su asunto, pero no podía evitar sentir curiosidad.

Ruby, mientras tanto, estaba apoyada contra la puerta del baño, con la mano en el pecho, tratando de calmar su corazón acelerado. "¿Cómo pude llamarla Reiko...?" pensó con un ligero rubor en las mejillas. Reiko era un nombre que había mantenido enterrado en su mente durante meses, y ahora, sin previo aviso, había salido en el momento menos oportuno. Ruby sacudió la cabeza, tratando de sacarse la vergüenza de encima, y entró al baño para prepararse.

Nina comenzó a recoger su maleta y a revisar sus cuadernos para asegurarse de estar lista para las clases. Pero su mente no podía concentrarse. Cada vez que intentaba enfocarse en algo, la voz de Ruby diciendo "Reiko" regresaba a su cabeza. Finalmente, soltó un suspiro pesado y se dejó caer en su silla.

—Esto no debería importarme... —dijo en voz baja, pero sus palabras no tenían convicción. Había algo en la forma en que Ruby lo había dicho que la hacía sentir incómoda, como si hubiera tropezado con un secreto.

Pocos minutos después, Ruby salió del baño completamente lista, con el uniforme impecable y el cabello húmedo, cayendo en suaves ondas doradas sobre sus hombros. Había optado por una cinta azul que contrastaba perfectamente con su cabello, y su perfume, sutil pero dulce, llenó el ambiente al instante.

—Gracias por esperarme, Nina. —dijo Ruby con una sonrisa mientras acomodaba los últimos detalles de su uniforme frente al espejo.

Nina la miró y no pudo evitar notar lo hermosa que se veía. Pero también notó algo más: Ruby estaba evitando su mirada directa. Era como si tratara de desviar cualquier conversación incómoda. Eso solo aumentó su curiosidad.

—¿Quién es Reiko, Ruby? —preguntó Nina de repente, inclinándose hacia adelante con curiosidad, aunque su tono sonaba más intenso de lo que pretendía.

Ruby se detuvo en seco, sus manos temblaron ligeramente mientras ajustaba la cinta de su uniforme. Una de las cintas cayó al suelo, y cuando se agachó para recogerla, evitó por completo mirar a Nina. Su voz salió baja, casi temblorosa:

—No es nadie importante.

Nina arqueó una ceja, desconfiando de la respuesta. Su tono se volvió un poco más firme, aunque aún contenía un dejo de suavidad.

—Ruby, claramente es alguien importante. ¿Por qué no me cuentas? —insistió, apoyando un codo en la mesa y mirándola con atención.

Ruby apretó la cinta entre sus dedos, mordiéndose el labio con nerviosismo. Finalmente, alzó la mirada, pero esta vez sus ojos reflejaban una mezcla de incomodidad y frustración.

—Nina, por favor, no es algo de lo que quiera hablar. —su voz tembló ligeramente, pero trató de mantener la compostura—. Solo... déjalo así, ¿sí?

Nina se cruzó de brazos, frunciendo el ceño. La respuesta evasiva de Ruby encendió su lado más directo y confrontativo.

—¿Por qué lo estás evitando tanto? No es como si te estuviera juzgando o algo. Solo quiero entender. —dijo, sin darse cuenta de que su tono comenzaba a sonar más demandante.

Ruby respiró hondo, cerrando los ojos por un momento. Cuando los abrió, su mirada estaba teñida de enojo contenido, mezclado con algo más que Nina no pudo identificar de inmediato.

—¡Porque no quiero hablar de eso! —exclamó Ruby, levantando la voz más de lo que pretendía. El sonido resonó en la habitación, dejando un silencio incómodo tras ella.

Nina parpadeó, sorprendida por la reacción, pero su sorpresa pronto se tornó en una mezcla de molestia e incomodidad. Nunca había sido buena lidiando con momentos tensos, y esto no era la excepción.

Ruby dio un paso hacia la puerta, agarrando su bolso con manos temblorosas. Su rostro estaba rojo, ya sea por la vergüenza, el enojo o ambos.

—Voy a adelantarme al desayuno. —dijo, sin mirar a Nina. Antes de que esta pudiera responder, Ruby abrió la puerta y salió apresuradamente, cerrándola con un golpe suave, pero firme.

Nina se quedó inmóvil por unos segundos, procesando lo que acababa de pasar. Luego soltó un suspiro pesado, llevándose una mano al cabello y despeinándolo un poco.

—Genial, ahora soy la villana de la historia... —murmuró para sí misma, dejando caer su cuerpo sobre la cama.

Mientras miraba el techo, su mente no dejaba de darle vueltas al nombre "Reiko". Sabía que había algo más detrás, algo importante, y aunque Ruby había sido clara en que no quería hablar del tema, Nina no podía evitar sentirse intrigada... y un poco dolida.

—Bien, Nina, tal vez esta vez te pasaste. —se dijo en voz baja, presionando el puente de su nariz con los dedos. Decidió quedarse un rato más en la habitación para calmarse antes de salir.

Por su parte, Ruby caminaba con paso rápido por los pasillos, intentando ignorar las emociones que se arremolinaban en su pecho. No entendía por qué reaccionó así, ni por qué el simple hecho de que Nina preguntara por Reiko la había alterado tanto. Una parte de ella se sentía culpable por haber levantado la voz, pero otra no podía evitar sentirse molesta porque Nina insistiera.

Ambas sabían que eventualmente tendrían que enfrentar esta tensión, pero por ahora, el espacio parecía la única solución.

Ruby había llegado al comedor, donde varias alumnas ya ocupaban sus lugares, hablando en pequeños grupos y disfrutando de los elegantes desayunos que ofrecía el personal. El lugar emanaba lujo: mesas impecablemente decoradas con manteles blancos, vajilla de porcelana y un ambiente lleno de murmullos y risas discretas. A pesar de ello, Ruby estaba perdida en sus pensamientos, recordando su tenso encuentro con Nina esa mañana. No pudo evitar sentir una punzada de culpa, aunque no sabía exactamente por qué.

Miki, quien estaba sentada cerca de una de las ventanas con vista a los jardines, la divisó al instante. Levantó la mano con entusiasmo para llamar su atención, haciéndole señas para que se acercara. Ruby soltó un suspiro, sabiendo que sería imposible ignorarla, y caminó hacia su dirección. Aunque apreciaba la compañía de Miki, en ese momento no se sentía con ánimo de lidiar con su intensidad.

—Buenos días, Miki —dijo Ruby, forzando una sonrisa mientras se sentaba en la silla junto a ella.

Miki, siempre atenta, la miró con curiosidad y una leve preocupación.

—Uy, ¿qué pasó? ¿Tuviste una mala noche o tu compañera de cuarto te hizo una mala pasada? Porque, si es así, mejor vamos con la directora ahora mismo para que pueda hacer algo al respecto. —Su tono era una mezcla de burla y genuina preocupación.

Ruby negó rápidamente con la cabeza, intentando desviar el tema.

—No, no, no. Estoy bien. Solo me acordé de algo en la mañana, y eso complicó un poco las cosas, nada más. —Mintió, aunque su voz tembló ligeramente.

Miki rió suavemente mientras acariciaba el brazo de Ruby de manera casi instintiva, un gesto que a Ruby le resultaba un poco incómodo.

—Bueno, yo tuve una noche normal, si te soy sincera —comentó Miki con un tono ligero—. Mi compañera de cuarto es una chica apellidada Hoshisora. Creo que su familia son socios de Yamaha, pero de la parte musical. —Rodó los ojos—. Es un tanto pedante, aunque tengo que admitir que se viste bien. Por ahora, nos llevamos... tolerablemente.

Ruby asintió distraída, sin saber qué responder. Miki, siempre observadora, notó su desconexión.

—¿Y quién te tocó a ti? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia ella, como si estuviera lista para escuchar un gran secreto.

Ruby sintió un nudo en la garganta. Quitó la mano de Miki de su brazo de manera educada pero firme, intentando no ofenderla. Desvió la mirada, insegura de cómo responder.

—Nina... —murmuró tan bajo que Miki apenas pudo escucharla.

—¿Quién? No te escuché, Ruby. —dijo Miki, frunciendo el ceño.

Ruby suspiró, sabiendo que no podría evitarlo por más tiempo.

—Iseri... Nina. —dijo con más claridad, aunque su voz seguía siendo baja.

El silencio que siguió fue abrumador. Miki parpadeó varias veces, procesando la información. La idea de que Ruby, su delicada y refinada amiga, estuviera compartiendo habitación con alguien como Nina, la rebelde rockera, era casi inconcebible para ella.

—Vamos inmediatamente a hablar con la directora. —dijo Miki, intentando levantarse de su asiento con determinación—. No puedes quedarte ni una noche más con una chica como ella. ¿Sabes lo que puede pasar? ¡Te va a corromper, Ruby!

Ruby la detuvo rápidamente, colocando una mano sobre su brazo.

—Estás exagerando, Miki. Nina es buena chica. —dijo, su voz firme pero tranquila.

Miki la miró fijamente, como si intentara encontrar algún indicio de que Ruby estaba siendo manipulada.

—¿Nina? ¿Ahora la llamas por su nombre? —preguntó, incrédula.

Ruby se sonrojó ligeramente, pero no bajó la mirada.

—Somos compañeras de habitación. Es normal. No quiero que me trate como una extraña mientras compartimos el mismo espacio. Y creo que ella piensa lo mismo. —explicó, esperando calmar a Miki.

Pero Miki no estaba convencida. Se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

—Ruby, ¿me estás diciendo que estás cómoda con esa salvaje? —su tono era casi de reproche.

Ruby levantó la mirada, su paciencia empezando a agotarse.

—Por favor, no la llames salvaje. Ella es buena chica, Miki. Solo... solo es diferente. —respondió, su tono más firme de lo habitual.

Miki la miró, completamente incrédula. Finalmente, soltó un "OK" seco y se sentó de nuevo. Agarró su taza de chocolate caliente, pero su postura dejaba claro que no estaba contenta. Sacó su celular y empezó a mirar la pantalla, ignorando a Ruby deliberadamente.

Ruby soltó un largo suspiro, sintiendo que había perdido energía con la discusión. "Será un día movido", pensó mientras miraba alrededor, buscando algo que pudiera distraerla de la tensión. No pudo evitar pensar en Nina y en cómo manejaría las cosas cuando la viera más tarde.

Ruby se sentó con la espalda ligeramente tensa, intentando ignorar la mirada crítica de Miki, quien claramente no aprobaba la situación. A pesar de ello, Ruby sabía que no podía evitar la conversación. Mientras tanto, el comedor seguía lleno de murmullos y risas de las demás estudiantes, quienes parecían disfrutar de sus desayunos sin mayor preocupación.

—Ruby... —dijo Miki, dejando su taza de chocolate caliente sobre la mesa con un pequeño golpe—. Dime la verdad, ¿esa chica te hizo algo? ¿Te sientes obligada a defenderla?

Ruby negó con la cabeza rápidamente, aunque sus manos temblaban ligeramente mientras jugaba con el borde de su servilleta.

—No, Miki. De verdad, no me hizo nada. —respondió con un tono un poco más firme, intentando sonar convincente—. Ella es diferente, sí, pero no es mala persona. Ayer me ayudó a organizar un desorden enorme, aunque yo no tenía que hacerlo. Es… amable, solo que tiene un carácter fuerte.

Miki ladeó la cabeza, incrédula, mientras su mirada escudriñaba a Ruby, intentando descifrar si había algo más detrás de sus palabras. Finalmente, soltó un suspiro teatral y se cruzó de brazos.

—¿Sabes qué creo? Creo que eres demasiado ingenua, Ruby. Esa chica puede estar fingiendo ser amable solo para aprovecharse de ti. ¡Tienes que cuidarte! Personas como ella no se mezclan con nuestro mundo porque quieren; lo hacen porque buscan algo. —dijo, con un aire de superioridad en su voz.

Ruby apretó los puños bajo la mesa, intentando contener su molestia. Sabía que Miki tenía un fuerte prejuicio contra Nina, pero no podía dejar que siguiera hablando de esa forma.

—No creo que sea justo que hables así de ella. —replicó Ruby, levantando ligeramente la voz, lo suficiente para que Miki alzara una ceja, sorprendida por el cambio en su tono—. Tú no la conoces como para juzgarla tan rápido. Yo... —hizo una pausa, tomando aire—. Yo creo que es alguien interesante, alguien que merece una oportunidad, como cualquiera.

Miki parpadeó, claramente afectada por la firmeza en la voz de Ruby. Estaba acostumbrada a que Ruby fuera dócil, incluso tímida, pero en ese momento había visto una faceta diferente. Una faceta que no sabía cómo manejar.

—¿Interesante? —preguntó con un tono que bordeaba la burla—. Ruby, no entiendo qué te pasa. Primero me dices que estás bien, luego la defiendes como si fuera tu amiga de toda la vida. ¿Qué es lo que no me estás diciendo?

Ruby bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Miki. No quería admitir que, a pesar de todo, Nina había despertado una curiosidad en ella, algo que no podía explicar del todo. Pero tampoco estaba lista para compartir eso con nadie, y mucho menos con Miki.

—No hay nada que decir. —respondió finalmente, con un tono más suave pero firme—. Solo quiero que confíes en mi juicio, Miki. Por favor.

El silencio entre ambas se prolongó mientras Miki estudiaba a Ruby con ojos entrecerrados. Finalmente, soltó un largo suspiro y se recostó en su silla, cruzando las piernas con elegancia.

—Está bien. —dijo con un aire de resignación—. Pero que conste que te lo advertí, Ruby. Si esa chica te mete en problemas, no vengas a decir que no te lo dije.

Ruby asintió lentamente, agradecida de que al menos la conversación había terminado, aunque el ambiente seguía cargado de tensión. Justo en ese momento, el personal del comedor se acercó para tomar sus pedidos, interrumpiendo el incómodo silencio. Ruby pidió un desayuno ligero, mientras Miki pedía algo más elaborado, como de costumbre.

Mientras esperaban la comida, Ruby no pudo evitar mirar hacia la entrada del comedor, preguntándose si Nina aparecería pronto. A pesar de todo lo que había sucedido esa mañana, una parte de ella deseaba verla, incluso si no sabía cómo actuar después de lo que había pasado.

"Será un día movido, definitivamente..." pensó Ruby, mientras intentaba centrarse en el presente y no en los pensamientos que seguían girando en su mente como un torbellino.

Nina había llegado momentos después al comedor para el desayuno, el lugar, a pesar de ser temprano, ya estaba lleno. Su mente seguía dando vueltas a lo que había pasado con Ruby. Sabía que la situación se había complicado por su culpa, pero tampoco estaba segura de cómo arreglar las cosas. La imagen de Ruby alejándose sin mirarla y cerrando la puerta tras ella seguía apareciendo en su cabeza.

Intentó buscar una mesa libre, pero todas estaban ocupadas. Las estudiantes, sentadas en grupos, charlaban animadamente, reían o incluso mostraban gestos afectuosos entre ellas. Algunas se tomaban de las manos, otras se daban besos en las mejillas mientras compartían el desayuno. La escena no hacía más que recordar a Nina lo aislada que estaba. Intentó apartar la imagen de Ruby saludándola con esa sonrisa tierna que solía tener, pero era imposible.

Finalmente, en una de las esquinas, encontró una mesa vacía. Sin dudarlo, se sentó, dejando caer su maleta a un lado. Apoyó el mentón en sus manos mientras esperaba a que el personal de comida se acercara para tomar su orden.

—Mierda, olvidé que todo está en francés... —murmuró para sí misma. Sacó su teléfono y comenzó a buscar aplicaciones de traducción por foto, decidida a no depender de nadie para pedir.

A medida que las estudiantes pasaban junto a su mesa, Nina notaba las miradas furtivas que le lanzaban. Aunque la ignoraban de manera evidente, algunas parecían susurrar cosas entre ellas. "Mejor así", pensó. "Así evito pelearme con alguna ricachona."

Poco tiempo después, sintió un leve empujoncito en el hombro. Levantó la vista con algo de molestia, solo para encontrarse con la sonrisa radiante de Aoi.

—Iseri-san, ¡buenos días! —dijo Aoi con su característico entusiasmo.

Nina parpadeó, algo sorprendida de verla.

—¿Fujiwara? —respondió, algo desconcertada—. Buenos días.

—¿Estás sola? ¿Dónde está tu compañera de cuarto? —preguntó Aoi, inclinando la cabeza con curiosidad.

Nina suspiró, tratando de no mostrar su incomodidad.

—Sí, estoy sola. Mi compañera se adelantó. —dijo con desgano.

Sin esperar permiso, Aoi se sentó frente a ella, como si fuera lo más natural del mundo.

—¡Kuchimoto-san, ven a sentarte con nosotras! —llamó Aoi, dirigiéndose a la chica con la que había llegado.

La otra estudiante, algo apenada, negó con la cabeza.

—Lo siento, Fujiwara-san, ya tengo mesa. Nos vemos luego. —dijo antes de marcharse.

Aoi se encogió de hombros y volvió su atención a Nina, quien parecía más interesada en su teléfono que en socializar.

—Acostúmbrate, Fujiwara. La gente piensa que tengo lepra o algo así, así que no se van a juntar conmigo. Te recomendaría que busques otro sitio. —comentó Nina con ironía.

Aoi, con su habitual ingenuidad, ladeó la cabeza.

—No creo que tengas lepra, Iseri-san. —dijo con una sinceridad que desarmó por completo a Nina.

La rockera la miró incrédula, antes de soltar una carcajada.

—Eres increíble, Fujiwara. Gracias. —dijo, con una sonrisa genuina por primera vez en la mañana.

Poco después, el personal de comida se acercó para tomar sus pedidos. Aoi, con su impecable francés, comenzó a pedir una cantidad sorprendente de platos, dejando a Nina completamente impresionada.

—¿Cómo diablos comes tanto y sigues siendo tan delgada? —preguntó Nina, levantando una ceja.

—Es un secreto. —respondió Aoi, guiñándole un ojo con diversión.

Nina, por su parte, miró el menú traducido en su teléfono y dijo al mesero:

—Dame el menú número cuatro.

El mesero la observó con una ceja levantada, pero anotó el pedido sin hacer preguntas antes de marcharse. Mientras tanto, Nina apoyó de nuevo el mentón en sus manos, sintiéndose un poco más ligera gracias a la compañía inesperada de Aoi. Aunque su mente aún estaba ocupada con Ruby, decidió disfrutar del momento y, por primera vez en la mañana, dejó escapar una pequeña sonrisa.

Nina se quedó mirando cómo Aoi, con su energía inagotable, daba órdenes al personal de comida como si fuera una veterana de la escuela. Su francés fluido contrastaba fuertemente con el método improvisado de Nina, quien ahora se preguntaba si el "menú número 4" sería algo que podría comer o si terminaría pidiendo algo extraño sin querer. Pero al menos no tendría que depender de nadie esta vez, lo que para ella ya era una pequeña victoria.

—Eres realmente algo, Fujiwara. —dijo Nina con una sonrisa ligera mientras la veía terminar su pedido.

Aoi la miró confundida, pero feliz de que Nina le hablara de una forma menos cortante.

—¿Algo como qué? —preguntó con genuina curiosidad.

—Algo... único. —respondió Nina, sin molestarse en explicar más.

Aoi sonrió ampliamente, como si acabaran de darle el mejor cumplido del mundo, y se inclinó ligeramente hacia Nina.

—¿Ves? Sabía que podíamos llevarnos bien. Eres mucho más amable de lo que aparentas, Iseri-san. —dijo, dándole un suave codazo en el brazo.

Nina no pudo evitar reír ante el comentario. Aoi era increíblemente torpe y directa, pero tenía algo que lograba desarmar incluso su actitud más defensiva.

—Bueno, tú también tienes lo tuyo, Fujiwara. —respondió Nina, relajándose un poco más.

Mientras esperaban a que llegara la comida, Nina apoyó el mentón en su mano nuevamente y observó de reojo a Aoi. Era difícil no notar lo enorme que era su apetito, tanto como su personalidad. Parecía no haber límites para la energía que irradiaba, y eso le recordaba a Nina que no todas las personas en esta escuela eran iguales. Quizá no todo sería tan malo como pensaba al principio.

—¿Y entonces? —preguntó Aoi, rompiendo el silencio—. ¿Te peleaste con tu compañera de cuarto?

Nina levantó una ceja, sorprendida por la pregunta directa.

—¿Qué te hace pensar eso? —dijo con un tono más seco.

Aoi ladeó la cabeza, claramente considerando su respuesta antes de hablar.

—Bueno, dijiste que se adelantó, pero parecía más bien que estaban distanciadas. Además, tú eres... —se detuvo, buscando las palabras adecuadas—, digamos, un poco difícil de tratar a veces.

Nina rió sarcásticamente y negó con la cabeza.

—Gracias por el análisis, psicóloga Fujiwara. —respondió con un tono sarcástico, pero no había hostilidad en sus palabras—. Sí, discutimos, pero no fue gran cosa. Ya lo resolveré.

Aoi asintió con entusiasmo, como si fuera la mayor experta en relaciones personales.

—Eso es bueno. Porque creo que Ruby-chan es muy tierna y seguro que no fue nada grave. Solo... sé amable con ella, ¿sí? —dijo con una sonrisa.

Nina la miró de reojo, entrecerrando los ojos

—¿Como sabes que mi compañera de cuarto es Ruby?—preguntó con mucha curiosidad.

Aoi le sonrió como si Nina hubiera caído en su trampa, —Me lo acabas de confirmar jijijiji

Nina se quedo mirándola frunciendo las cejas—¿Ruby te pidió que vinieras a hablar conmigo? —preguntó, medio en broma, medio en serio.

Aoi negó rápidamente, levantando las manos en un gesto defensivo.

—¡No, no, lo juro! Solo creo que es importante llevarse bien con las personas con las que compartes espacio. Ya sabes, como equipo. —explicó, con un tono completamente genuino.

Nina suspiró, dejando caer los hombros.

—Sí, ya lo sé. Y lo intentaré, ¿contenta? —respondió, aunque en el fondo sabía que Aoi tenía razón.

Justo en ese momento, el personal de comida regresó con los pedidos. Aoi, con su habitual entusiasmo, comenzó a devorar sus platos mientras hablaba de manera animada sobre todo lo que pensaba hacer ese día. Nina, por su parte, se limitó a escucharla mientras comía en silencio, agradeciendo en secreto tener a alguien como Aoi que, aunque un poco extraña, lograba hacer que el día comenzara de una manera más ligera.

Ruby se había adelantado al salón junto con Miki, quien seguía algo distante desde su conversación en el comedor. Aunque no había dicho nada directamente, la forma en que se movía y evitaba contacto visual con Ruby era evidente. El ambiente entre ambas se sentía tenso, y Ruby no podía evitar sentirse culpable. Cuando cruzaron la puerta del aula, Miki simplemente se despidió con un ligero movimiento de cabeza y se fue directamente a su asiento, dejándola sola con sus pensamientos.

Ruby se dirigió a su propio lugar, justo al costado del asiento vacío de Nina. Al sentarse, dejó escapar un suspiro pesado, apoyando la barbilla en su mano mientras miraba el pupitre vacío. Sabía que había actuado mal con Nina. Había dejado que el pánico y la incomodidad del momento tomaran el control, pero ¿por qué? ¿Por qué no podía simplemente ser honesta con ella sobre Reiko?

La respuesta estaba ahí, pero no quería admitirla. Reiko, era solo su amiga la cual se había convertido en cercana por los distintos eventos que habían pasado con sus familias, seguía siendo alguien especial. Ruby recordaba los mensajes, las llamadas y esa extraña conexión que siempre habían tenido. Reiko tenía algo magnético, Ruby sabia que Reiko gustaba de ella, Su hermana Alicia peleo con la misma Reiko cuando esta misma declaro que estaba enamorada de ella frente a su hermana mayor, pero todo cambió tras el incidente en el templo durante el Año Nuevo. Desde entonces, Reiko desapareció de su vida, corto toda comunicación con ella y fue como si hubiera desaparecido del mapa dejando un vacío que Ruby aún no había llenado del todo.

Y entonces estaba Nina. Nina, con su actitud despreocupada y su aire de libertad, era el completo opuesto de Reiko. Ruby no podía evitar compararlas. Mientras Reiko estaba atrapada en las expectativas y reglas de su familia, Nina parecía hacer lo que quería sin importarle lo que los demás pensaran. "Las responsabilidades de un apellido, eh…" murmuró Ruby para sí misma, con un toque de tristeza en la voz.

Unas risas estallaron detrás de ella, sacándola de sus pensamientos. Al girar la cabeza, vio a Nina entrando al aula, seguida de Aoi. Pero lo que más llamó su atención era la forma en que ambas interactuaban. Aoi picoteaba las caderas y los brazos de Nina con los dedos mientras reía de manera desenfrenada, y Nina, con una expresión de irritación juguetona, respondía:

—O me dejas de picar con esos dedos o te tiro al piso, Fujiwara. No me importa que seas una amazona gigante. —Aunque su tono era una amenaza amistosa, Ruby sintió un extraño malestar en el pecho al verlas tan cercanas.

Las dos llegaron a sus respectivos asientos, justo junto a Ruby. Nina dejó caer su maleta al suelo con su acostumbrada falta de cuidado, mientras Aoi, al notar a Ruby, la saludó con entusiasmo:

—¡Harlaown-san, buenos días! Estás mucho mas bonita que ayer. —dijo Aoi con su voz animada y una sonrisa radiante.

Ruby, quien hasta ese momento había estado mirando distraídamente hacia el frente, giró la cabeza hacia Aoi. Pero en lugar de responder con su habitual educación, simplemente frunció el ceño, soltó un "¡Jum!" y giró su cabeza hacia el otro lado con un visible puchero.

Nina se quedó paralizada ante la reacción de Ruby, con una mueca de confusión en su rostro. Aoi, por su parte, inclinó la cabeza hacia Nina y le susurró al oído con inocencia:

—¿Hice algo mal? —preguntó, sin notar que su acto parecía otra cosa desde la perspectiva de Ruby.

Para Ruby, ese "susurro" se sintió como algo más íntimo, como un beso en la mejilla. Una mezcla de irritación y celos comenzó a burbujear dentro de ella. Su rostro enrojeció, y sin pensarlo demasiado, se puso de pie abruptamente. Sus movimientos eran bruscos, y su voz sonó más seca de lo habitual cuando dijo:

—Iré al sanitario. —Y salió del salón con pasos rápidos, sin mirar atrás.

Nina y Aoi se quedaron en silencio por unos segundos, mirando hacia la puerta por la que Ruby había salido. Luego, Aoi, con una sonrisa traviesa, se recargó en su asiento y murmuró para sí misma:

—Ya sé lo que pasa. —Mientras tanto, Nina no pudo evitar preguntarse qué demonios estaba pasando en la cabeza de Ruby y, más importante, cómo iba a arreglar las cosas con ella.

Ruby había llegado al baño con los pasos apresurados, su mente en completo caos. La opresión en su pecho no desaparecía, y al abrir el grifo del agua, se quedó mirando su reflejo en el espejo. "¿Qué está pasando?" murmuró para sí misma. Las imágenes de Nina y Aoi riendo juntas, la supuesta cercanía que había percibido entre ellas... Todo estaba revolviendo sus emociones de una manera que no entendía.

Se salpicó agua en el rostro, tratando de calmarse. "Lo que hagan esas dos no es mi problema," dijo en voz baja, casi como un mantra para convencerse. Cerró la llave del agua y suspiró, intentando recomponerse. Estaba dispuesta a salir del baño cuando una voz detrás de ella la detuvo en seco.

—Ruby...

Giró rápidamente, y ahí estaba Nina, apoyada contra el marco de la puerta del baño, mirándola con una mezcla de tristeza y preocupación. Su postura rebelde estaba ausente, y en su lugar había una vulnerabilidad que Ruby no había visto antes.

—Esto... no sé qué hice, pero sé que es mi culpa. Siempre lo es. —Nina bajó la mirada mientras jugaba con sus manos, claramente incómoda—. Lo siento.

Ruby la observó, desconcertada. El tono de Nina era honesto, pero aún así, los celos seguían presentes en su pecho. Frunció los labios y finalmente respondió.

—No debiste dejar a Fujiwara sola... y menos venir a buscarme. Se va a molestar. —Sus palabras salieron con un dejo de reproche, aunque su tono era más inseguro que molesto.

Nina levantó la mirada, confundida, y arqueó una ceja.

—¿Qué tiene que ver la amazona aquí?

Ruby levantó también una ceja, esta vez con incredulidad.

—¿Por qué la llamas amazona? ¿No es irrespetuoso? No deberías hablar así de la chica que te besa por las mañanas.

Había dicho lo que su corazón contenía, y en el momento en que las palabras salieron de su boca, Ruby sintió cómo su rostro se encendía de inmediato. Nina, por su parte, se quedó congelada por un segundo antes de soltar una carcajada sonora que resonó en todo el baño.

—¿Besar? —repitió entre risas—. Ruby, Dios, ¿de dónde sacaste esa idea? La amazona no me besa, ¿de qué estás hablando?

Ruby apretó los labios, sintiéndose aún más avergonzada. Miró al suelo, pero aun así continuó.

—¡Lo acaba de hacer ahora! ¡En mi cara! —Su voz salió más alta de lo que pretendía, pero no podía contenerlo.

Nina dejó de reír y miró a Ruby con una sonrisa que mezclaba ternura y diversión.

—Ruby, por el amor de Dios, lo único que hizo fue inclinarse para susurrarme al oído si había hecho algo mal porque no la saludaste. Ella es como una niña atrapada en el cuerpo de una gigante, nada más. —Se cruzó de brazos, observando cómo Ruby intentaba procesar lo que acababa de escuchar.

Ruby abrió y cerró la boca varias veces, incapaz de articular una respuesta. El sonrojo en su rostro se intensificó, y por un momento, solo hubo silencio entre ambas. Nina, al ver la adorable reacción de Ruby, no pudo evitar pensar en lo linda que se veía.

Con un suspiro, Nina dejó caer los brazos y se acercó a Ruby, reduciendo la distancia entre ambas. Antes de que Ruby pudiera reaccionar, Nina la envolvió en un cálido abrazo, presionándola suavemente contra su pecho.

—Lo siento mucho, Ruby. Si hice algo que te molestó esta mañana, lo siento de verdad. No quiero seguir así contigo. —Su voz era baja, sincera, y Ruby pudo sentir el calor que irradiaba de Nina, tanto físico como emocional.

Ruby, aún con las mejillas ardiendo, se quedó inmóvil por un momento. Pero el abrazo de Nina era diferente a cualquier otro que había recibido, se sentía diferente al de sus madres, al de Ririka o Alexandria. Era protector, cálido, y lleno de algo que no podía describir. Finalmente, se permitió relajarse, acurrucándose un poco más en el abrazo mientras murmuraba:

—Eres una tonta, Nina.

Nina sonrió al escucharla y apretó un poco más el abrazo. Se sentía como si el tiempo se hubiera detenido, como si nada más importara en ese momento.

—No lo volveré a hacer, nena. —respondió Nina con un tono suave y cariñoso.

El apodo hizo que Ruby se pusiera aún más roja, pero no dijo nada. En cambio, cerró los ojos y se dejó llevar por el momento. Estaba tan tranquila que casi olvidaron dónde estaban hasta que unos pasos de otras alumnas resonaron en el pasillo del baño.

Ruby levantó la cabeza ligeramente, aún apoyada en el pecho de Nina, y con una sonrisa radiante, dijo:

—Deberíamos volver a clases.

Nina asintió, pero su mente estaba completamente en otro lado. En ese instante, lo supo con certeza: estaba perdidamente enamorada de Ruby Harlaown.

Ruby y Nina regresaron al aula, cada una reflejando emociones distintas, pero complementarias. Ruby irradiaba felicidad, con una sonrisa que iluminaba su rostro, mientras que Nina, aunque también parecía contenta, mostraba una expresión más reservada, como si intentara mantener su entusiasmo bajo control. Al entrar, los ojos de Miki se posaron inmediatamente en ambas, observándolas con una ceja levantada y una mezcla de curiosidad e incredulidad.

Al llegar a sus asientos, Ruby y Nina intercambiaron una mirada rápida, cómplice. Ruby no pudo evitar sonreír de nuevo, mientras Nina simplemente ladeó una sonrisa discreta, pero significativa. Aoi, que las observaba desde su lugar, empezó a aplaudir con entusiasmo, llamando la atención de las demás.

—¡Ay, qué bueno que ya se reconciliaron! —exclamó en un tono dulce y festivo.

Ruby la miró con algo de sorpresa antes de inclinar la cabeza ligeramente, mostrando su sinceridad.

—Fujiwara-san, discúlpame por mi actitud de hace un rato. Lo siento muchísimo —dijo con humildad.

Aoi negó rápidamente con la cabeza, levantando ambas manos.

—¡No pasa nada, no pasa nada! —respondió con su habitual energía, formando un gesto de paz con sus dedos.

Ruby sonrió, aliviada, y estaba a punto de decir algo más cuando la puerta del aula se abrió, captando la atención de todas. La profesora Kanzaki hizo su entrada, seguida por otra mujer que inmediatamente destacó por su presencia.

—Señoritas, buenos días. Espero que hayan descansado bien y estén listas para sus clases del día de hoy —anunció Kanzaki, con su tono profesional de siempre—. Hoy continuaremos con nuestras lecciones de liderazgo, además de administración. Sin embargo, también tengo el placer de presentarles a alguien especial. La rama de talento artístico no será impartida por mí, sino por la profesora Hanamoto Akari.

El silencio en el aula fue inmediato, todas las miradas se dirigieron a la mujer que acompañaba a Kanzaki. Hanamoto Akari era una figura imponente a pesar de su estatura media. Su cabello negro, cortado en un estilo pixie que enmarcaba perfectamente su rostro, tenía algunas hebras plateadas que sólo le daban un aire de sabiduría y experiencia. Sus ojos verdes, intensos y expresivos, parecían penetrar a través de cada una de las estudiantes, como si ya estuviera evaluando sus talentos. Vestía una chaqueta de cuero negra sobre una blusa blanca sencilla y unos pantalones ajustados que le daban un aire juvenil y relajado, a pesar de sus 47 años.

Para Nina, esa mujer no era una desconocida. Hanamoto Akari había sido una de las cantantes de rock más icónicas de su tiempo, liderando la banda "Cataclyst", que marcó una generación con su música. Verla ahí, en persona, y sabiendo que sería su profesora, fue casi como un sueño hecho realidad. Los ojos de Nina brillaron con una intensidad que no pasaría desapercibida para Ruby.

—Buenos días, jovencitas —dijo Hanamoto, con una voz cálida pero firme, cargada de experiencia—. Hoy tendremos una introducción a la rama de artes. Sé que no todas estarán en los mismos cursos, pero me gusta saber en qué tienen talento cada una. Por eso, para la segunda hora, nos reuniremos en el auditorio. Quiero que se preparen para mostrarme lo mejor de ustedes.

La profesora Kanzaki, de pie junto a ella, cruzó los brazos mientras la observaba con una mezcla de paciencia y ligera exasperación. Hanamoto se giró hacia Kanzaki con una sonrisa juguetona.

—Son todas tuyas por la primera mitad del día, Kaho. —El tono despreocupado de Hanamoto rompió momentáneamente el ambiente formal del aula.

Kanzaki suspiró y se aclaró la garganta.

—Profesora Hanamoto, estamos en clase... —dijo, con una mirada que intentaba mantener la compostura.

Hanamoto sólo rió suavemente y se despidió de las alumnas con un gesto casual antes de salir del aula, dejando una impresión duradera en todas. Kanzaki, retomando el control, enderezó los hombros y volvió su atención a las estudiantes.

—Señoritas, por favor, saquen su libro y abran en la página número 5. Comenzaremos con la introducción al liderazgo.

Mientras las estudiantes sacaban sus libros, Nina no podía ocultar su emoción. A pesar de intentar concentrarse, su mente ya estaba en la segunda mitad del día. Ruby, que no podía evitar mirarla de reojo, notó el brillo en los ojos de Nina y la sonrisa casi infantil que adornaba su rostro. Incapaz de resistir, Ruby también sonrió, contagiada por el entusiasmo de Nina.

Nina, al darse cuenta de que Ruby la estaba observando, giró la cabeza y le devolvió la mirada con un guiño. Ruby sintió cómo sus mejillas se calentaban al instante, mientras apartaba la vista con un sonrojo evidente. Nina, con una sonrisa satisfecha, volvió su atención al libro, pero en su mente sabía que el día no podía haber comenzado mejor.

La primera mitad del día había avanzado lento para Nina, cada segundo parecía una eternidad mientras las clases de liderazgo seguían su curso. Pero finalmente, la segunda mitad del día había llegado, y era el momento de lo que realmente le emocionaba: la introducción a la rama de Artes. Nina, sin perder tiempo, había regresado a su habitación para recoger su guitarra eléctrica. No podía permitirse enfrentar este desafío sin ella, su arma más preciada. Con rapidez, volvió a encontrarse con Ruby y Aoi, quienes le habían guardado un espacio para que pudieran ir juntas al auditorio.

—Iseri-san, ahora sí pareces completa, sin tu guitarra parecía que te faltaba algo —comentó Aoi, sonriendo ampliamente mientras observaba a Nina con admiración.

Ruby, quien estaba a su lado, soltó una risita tierna, notoriamente más relajada que antes. Nina negó con la cabeza, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios.

—Bueno, la guitarra es prácticamente una extensión de mi cuerpo, así que sí, Fujiwara, ahora estoy lista —respondió con un toque de humor mientras avanzaban hacia el auditorio.

El auditorio era una obra de arte en sí mismo. En el centro, Hanamoto Akari estaba de pie frente a un micrófono. Detrás de ella, una impresionante colección de instrumentos y herramientas artísticas se encontraba dispuesta: un piano de cola, una batería, guitarras, bastoneras, lienzos en blanco con pinceles y pinturas, y un sistema de sonido profesional. Cada detalle estaba perfectamente organizado, como si el lugar mismo representara la importancia de lo que estaba a punto de ocurrir.

—Señoritas, bienvenidas —comenzó Hanamoto con una voz firme y autoritaria—. Siempre me gusta ver que los auditorios estén llenos de gente, pero déjenme ser clara desde el principio: no todas nacieron para el arte. Esta preparatoria solo produce lo mejor de lo mejor, y la rama de talento artístico no es la excepción. Este es un filtro. Las que no presenten algún talento artístico quedarán fuera de esta rama y se concentrarán en las demás: administración o etiqueta.

El silencio en el auditorio era palpable. Las palabras de Hanamoto eran duras, implacables, pero llenas de una verdad que no se podía ignorar. Para Nina, esas palabras eran un desafío directo. Sentía cómo la adrenalina corría por sus venas. Hanamoto Akari estaba poniendo una barrera frente a ella, y Nina estaba decidida a atravesarla. Nadie iba a decirle que no tenía talento.

—Muy bien, estando advertidas, vamos a formar algunas filas según la especialidad en la que consideren que tienen talento. Preguntas —anunció Hanamoto.

Una alumna levantó la mano con timidez y preguntó:

—Profesora Hanamoto, ¿qué sucede si no sabemos en qué especialidad tenemos talento?

La sonrisa de Hanamoto fue fría y directa.

—Déjeme decirle, querida, que si no sabe si tiene talento para las artes, está usted en el lugar menos indicado.

Nina casi sonrió al escuchar la respuesta. No había lugar para la duda en ese auditorio, y ella no pensaba mostrar ni un rastro de inseguridad.

Hanamoto comenzó a dividir a las alumnas en filas. —Pintura —dijo señalando una fila. —Baile —añadió señalando otra. Ruby, con pasos seguros pero el corazón latiéndole rápidamente, se dirigió hacia la fila de baile, para sorpresa de Nina. —Música —indicó Hanamoto, y Nina inmediatamente tomó su lugar en esa fila. Su guitarra colgaba cómodamente de su hombro, como si fuera parte de ella.

Poco a poco, las alumnas se fueron formando, mientras algunas decidían abandonar, como Miki, quien prefirió concentrarse en las clases de etiqueta y liderazgo. Hanamoto finalmente se dirigió a las alumnas que no participarían en la rama artística.

—Las que han decidido no formar parte del mundo artístico pueden quedarse el resto del día para observar. Vean de lo que están hechas sus compañeras.

El desafío estaba claro. Las personas en cada fila tendrían que demostrar su talento frente a Hanamoto. No habría segundas oportunidades.

—Perfecto. Empezaremos con las chicas de baile. Cada una interpretará una pieza a gusto propio. Recuerden, estar formadas no les garantiza que pertenezcan a este curso. La que falle será eliminada y deberá tomar asiento con las alumnas que no forman parte de la rama artística. ¡Comencemos! —anunció Hanamoto, con un tono cortante.

Una a una, las chicas de la fila de baile comenzaron a presentarse. Las dos primeras no lograron impresionar a Hanamoto; una se tropezó y la otra perdió el ritmo. Ambas fueron descalificadas y tuvieron que tomar asiento entre las demás. Finalmente, el turno de Ruby llegó.

—Ruby Harlaown, adelante querida. Demuéstrame que sabes bailar.

Ruby sintió un nudo en el estómago, pero al voltear hacia la fila de música, encontró a Nina mirándola con confianza. Pudo leer claramente de sus labios: "Tú puedes, nena". Ruby sonrió nerviosa, sus mejillas ligeramente sonrojadas, y asintió.

La música comenzó a sonar, un vals elegante y lleno de emoción. Ruby tomó una posición inicial y, en cuanto dio el primer paso, algo en ella cambió. Cada movimiento era preciso, fluido y lleno de gracia. Sus giros, sus extensiones de brazos y la manera en que se desplazaba por el escenario eran simplemente perfectos. Alexandria había inculcado en ella la disciplina de una verdadera bailarina, y Ruby no estaba dispuesta a defraudar a su familia.

El auditorio quedó en completo silencio mientras Ruby bailaba, su cuerpo contando una historia de elegancia y fuerza interior. Incluso Hanamoto, quien había mantenido una expresión seria hasta ahora, mostró un destello de aprobación.

Cuando la música terminó, el auditorio explotó en aplausos, liderados por Hanamoto.

—Con esto, ustedes acaban de presenciar a la primera calificada en baile. Felicidades, Ruby Harlaown, tienes talento para el baile —anunció con un tono firme.

Ruby, con el corazón latiendo con fuerza y una fina capa de sudor en la frente, hizo una reverencia agradecida. Caminó hacia el asiento reservado para las calificadas, sus pasos llenos de orgullo. Desde su fila, Nina no podía ocultar la sonrisa de admiración que se extendía por su rostro. Al cruzar miradas, Ruby le devolvió la sonrisa, esta vez sin ninguna duda.

"¡Música!" anunció Hanamoto con voz firme. Las alumnas de baile habían concluido su presentación. De las diez que participaron, solo cuatro fueron aprobadas, incluyendo a Ruby, dejando claro lo exigente que era Hanamoto Akari con sus estándares.

En la fila de música, Hoshisora Riko avanzó al frente. Era una chica llamativa con cabello azul celeste que caía en suaves rizos hasta su espalda, adornado con un lazo oscuro que le daba un aire elegante y rebelde a la vez. Sus ojos verdes brillaban con determinación y una chispa de desafío. Vestía impecablemente el uniforme de la escuela, pero su postura relajada y confiada le daba un toque distintivo.

—Bienvenida, querida. Has elegido música, ¿en qué rama eres buena? —preguntó Hanamoto con curiosidad.

Riko no dudó ni un segundo.

—Batería —respondió con firmeza.

Hanamoto esbozó una sonrisa, claramente complacida con la seguridad de Riko.

—Muy bien, la bestia es toda tuya —dijo, señalando una batería imponente al fondo del escenario. Era una Tama de última generación, con múltiples tambores de diferentes tamaños, platillos relucientes y un set completo que parecía diseñado para una leyenda del rock. El instrumento emanaba una presencia intimidante.

Riko, sin embargo, no mostró ni un ápice de duda. Caminó con seguridad hacia la batería, tomó asiento y ajustó las baquetas entre sus dedos con movimientos rápidos y precisos, girándolas en el aire como si fueran una extensión natural de su cuerpo. El auditorio quedó en silencio mientras se preparaba.

Cuando comenzó a tocar, el auditorio se llenó de un estruendoso pero armonioso sonido. Cada golpe era preciso, cada ritmo hipnotizante. Riko no solo estaba tocando la batería; estaba contando una historia con cada compás. El solo evolucionó a algo más complejo, mostrando su habilidad técnica y creatividad. Las baquetas se movían tan rápido que apenas eran visibles, y sin embargo, cada golpe era perfecto.

Nina, que observaba desde la fila, no podía contener la emoción. Deseaba subirse al escenario en ese instante y acompañarla con su guitarra. Era evidente que Riko no solo estaba mostrando su talento, sino que estaba retando a cualquiera que pensara estar a su nivel.

Al finalizar, Riko acomodó su cabello con un gesto despreocupado, dejó las baquetas y señaló a Nina con una de ellas, como diciéndole que la esperaba. Nina entendió el mensaje al instante. Riko le había mostrado su nivel, y ahora dependía de ella demostrar que estaba a la altura.

—Aprobada. Tiene talento, Hoshisora Riko —declaró Hanamoto, sonriendo con aprobación.

—Por supuesto que sí —respondió Riko con confianza antes de dirigirse a los asientos de las aprobadas. Hanamoto rio con satisfacción.

—Eso me gusta. Todos los bateristas son orgullosos, y eso demuestra su valor. Muy bien, Hoshisora, espero grandes cosas de ti.

El momento que Nina había estado esperando finalmente llegó.

—Iseri Nina —llamó Hanamoto—. La directora me habló de usted. Sin embargo, si determino que no está a la altura, ya sabe lo que pasará. ¿Asumo que irá a guitarra?

Nina desenfundó su guitarra eléctrica, una Fender clásica pero impecablemente cuidada, que reflejaba su personalidad: elegante y poderosa.

—No, iré a canto y guitarra, las dos al mismo tiempo —respondió con una sonrisa confiada.

Hanamoto arqueó las cejas, sorprendida, antes de reír.

—Demuestra lo que eres, Iseri Nina.

Ruby, desde los asientos de las aprobadas, no podía quitar la vista de Nina. Apretaba los puños con fuerza sobre su regazo, sus uñas apenas marcando la tela de su falda. La incertidumbre la carcomía, pero también había un dejo de emoción al ver a Nina, lista para darlo todo. Hoshisora Riko, sentada a su lado, la observaba de reojo con una sonrisa burlona y una chispa traviesa en sus ojos verdes.

—Tranquila, tu novia va a pasar. No está nerviosa —murmuró Riko, con su característico tono despreocupado.

El rostro de Ruby se encendió en un rubor visible, pero no pudo encontrar las palabras para replicar. Antes de que pudiera reaccionar, la voz de Nina resonó a través del micrófono, atrayendo toda la atención hacia ella.

Nina estaba en el centro del escenario, con su Fender clásica apoyada contra su cuerpo. Con movimientos seguros, conectó la guitarra al amplificador y probó un par de notas. El sonido que salió fue limpio, profundo, lleno de carácter. Las primeras notas comenzaron a llenar el auditorio, y el murmullo del público se desvaneció en un silencio expectante.

Desde el primer acorde, quedó claro que Nina no estaba allí para demostrar algo común; estaba allí para reclamar su lugar. Su voz, potente y melodiosa, era una mezcla perfecta de técnica y emoción. No era solo un canto; era un grito al mundo que decía: "Esto es lo que soy". Cada palabra que salía de sus labios parecía cargada de una intensidad que calaba profundo en los corazones de las presentes.

Entonces, su guitarra tomó el protagonismo. Las notas se deslizaron con una fluidez que parecía casi sobrenatural, como si el instrumento fuera una extensión de su alma. Los dedos de Nina bailaban sobre las cuerdas con una precisión milimétrica, mientras las notas se entrelazaban en un solo que se volvía más complejo y desafiante con cada compás.

El auditorio quedó envuelto en un viaje emocional. Había partes suaves y melancólicas, donde su voz parecía casi susurrar una historia cargada de sentimientos, solo para explotar momentos después en un crescendo de energía pura. Era una montaña rusa de emociones que ninguna de las alumnas había esperado. Incluso Hanamoto, quien hasta ahora había mantenido una expresión neutral, se inclinó ligeramente hacia adelante, con los ojos brillando de interés.

Ruby no podía apartar la mirada. Había algo hipnótico en cómo Nina se movía, en cómo cerraba los ojos por momentos para sentir la música, en cómo cada acorde parecía hablar directamente a ella. Era como si Nina estuviera demostrando algo más que talento: estaba dejando su corazón en el escenario.

Riko, que había sido aprobada minutos antes, cruzó los brazos con una sonrisa de satisfacción. Era evidente que Nina no solo estaba cumpliendo con las expectativas, sino superándolas.

Cuando el último acorde resonó en el auditorio, Nina alzó la vista hacia Hanamoto. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de orgullo y desafío, como si dijera: "¿Es esto lo que esperabas?"

El silencio fue absoluto por un segundo, como si todos necesitaran un momento para procesar lo que acababan de presenciar. Luego, un aplauso tímido rompió el hechizo, seguido por una oleada de aplausos que llenó el auditorio. Incluso aquellas que no habían mostrado interés en la música no podían negar el impacto de la actuación de Nina.

Hanamoto se levantó lentamente de su asiento, con una expresión que mezclaba aprobación y satisfacción.

—Aprobada —declaró con una voz firme que resonó en todo el auditorio—. Nina Iseri, te voy a convertir en la próxima rockstar de Japón.

Nina esbozó una sonrisa llena de orgullo y convicción.

—Es lo mínimo que puedo esperar —respondió con un toque de humor, pero sin perder la seriedad en su tono.

Tomó su guitarra, la guardó cuidadosamente en su funda y caminó hacia los asientos de los aprobados. Mientras lo hacía, muchas alumnas seguían aplaudiendo o murmurando entre ellas, claramente impresionadas.

Ruby, aún con las mejillas sonrojadas, no pudo evitar sonreír cuando Nina pasó junto a ella. Nina le dedicó una mirada fugaz y le guiñó un ojo con complicidad, lo que hizo que el corazón de Ruby diera un vuelco.

Nina se sentó entre las aprobadas, con una sensación de logro que irradiaba de ella. Lo había logrado. Había demostrado no solo que tenía talento, sino que estaba hecha para sobresalir en un mundo donde las expectativas eran altas y las oportunidades, pocas. Nadie le iba a decir que no pertenecía a esa escuela, y definitivamente nadie iba a subestimarla otra vez.

Las presentaciones habían llegado a su fin, y el auditorio estaba sumido en una mezcla de emociones. De las 57 alumnas que componían la clase A, solo 15 habían logrado pasar el estricto filtro de Hanamoto. La profesora, con una sonrisa llena de orgullo y un brillo en los ojos que solo los verdaderos artistas entienden, se dirigió al grupo mientras el eco de los aplausos llenaba el ambiente.

—Perfecto, señoritas. Déjenme presentarles a las 15 estudiantes que representarán a nuestra escuela en la prestigiosa rama de artes. Por favor, un aplauso para estas prometedoras diamantes en bruto.

El aplauso estalló en el auditorio. Algunas alumnas lo hicieron con entusiasmo genuino, otras con una mezcla de resignación y admiración, y algunas simplemente de manera automática, sin interés. Miki, sentada entre las alumnas no seleccionadas, cruzó los brazos, observando a Ruby desde la distancia. Su expresión permanecía fría, aunque en su interior bullía una mezcla de molestia y confusión. No podía ignorar el hecho de que Ruby parecía estar disfrutando demasiado de la cercanía con Nina, y eso la irritaba aún más.

—Muchas gracias por asistir —continuó Hanamoto, con su tono profesional y severo—. Las estudiantes que no formarán parte de esta rama pueden retirarse ya. Me quedaré únicamente con las 15 calificadas.

Las alumnas no seleccionadas comenzaron a levantarse de sus asientos. Algunas salieron cabizbajas, lamentando no haber podido destacar en la prueba. Otras lo hicieron con indiferencia, claramente más interesadas en otras ramas de estudio. Entre ellas, Miki abandonó el auditorio sin mirar atrás, aunque claramente insatisfecha con lo ocurrido.

Cuando la puerta del auditorio se cerró tras la última de las alumnas no seleccionadas, Hanamoto se volvió hacia el grupo reducido de chicas que habían pasado su rigurosa prueba. Su mirada era más cálida ahora, pero aún cargada de esa exigencia que la definía como mentora.

—Nuevamente, déjenme felicitarlas. A partir de este momento, ustedes quedan bajo mi supervisión y entrenamiento. Según la currícula, llevarán algunos cursos obligatorios con las demás estudiantes de otros cursos, pero su enfoque principal será en artes. Estaré haciendo llegar su nuevo horario tan pronto como esté coordinado con la profesora Kanzaki y la directora. ¿Tienen alguna pregunta?

No pasó mucho tiempo antes de que Riko levantara la mano, su energía característica todavía evidente.

—Sí, nos falta bajista —comentó, directa, mientras señalaba la evidente falta de un integrante clave para formar una banda.

Nina giró la cabeza hacia ella, divertida por la forma en que Riko ya estaba formando una banda en su mente, sin siquiera consultar. Soltó una pequeña risa y negó con la cabeza, pensando que, después de todo, Riko no estaba tan equivocada. Ella también quería formar una banda.

Hanamoto sonrió con complicidad y dejó escapar una pequeña risa.

—Señorita Hoshisora, ¿por qué los bateristas siempre se adelantan? —bromeó antes de continuar con tono más serio—. Tranquila, hay estudiantes de grados superiores que pueden complementar su grupo. Ya se las presentaré cuando sea necesario.

Riko asintió, satisfecha, mientras Hanamoto concluía su discurso.

—Pueden retirarse. Y nuevamente, muchas felicidades.

Las chicas se pusieron de pie, todavía procesando lo que habían logrado. Ruby, emocionada por el momento, caminó instintivamente junto a Nina y, sin pensarlo demasiado, se aferró a su brazo.

—Felicidades por aprobar, Nina —le dijo con una ternura sincera mientras la miraba directamente a los ojos.

Nina, ligeramente sonrojada, devolvió la mirada y respondió con una sonrisa cálida.

—Felicidades por aprobar también, nena.

El momento entre ambas parecía congelado en el tiempo, una burbuja de complicidad y alegría. Sin embargo, esa burbuja no duró mucho. Riko pasó junto a ellas y, con su característico humor burlón, dijo:

—¿Ves? Te dije que tu novia iba a pasar.

El rostro de Ruby se tornó completamente rojo, pero antes de que pudiera responder, Riko se dirigió directamente a Nina, señalándola con un dedo.

—Iseri, espero que cuides bien esa garganta, porque te voy a exprimir tanto que no vas a poder hablar en días. Te espero mañana en la sala de música.

Nina, recuperándose rápidamente de la sorpresa, le gritó mientras Riko se alejaba:

—¡Y yo te voy a dejar sin brazos, pulpo azul!

Riko soltó una carcajada sonora, levantando una mano para hacer un gesto de despedida que incluía un irónico dedo medio. Su risa resonó en el pasillo mientras desaparecía, dejando a Nina y Ruby en una mezcla de confusión y diversión.

Ruby no pudo evitar sonreír, todavía aferrada al brazo de Nina.

—Definitivamente se van a llevar bien —comentó Ruby con una risa nerviosa.

—Ya veremos, nena. Esa pulpo azul tiene carácter, pero no sabe con quién se está metiendo —respondió Nina, guiñándole un ojo mientras ambas salían del auditorio juntas, más conectadas que nunca.

El día había llegado a su fin, y Nina y Ruby caminaban juntas hacia su habitación, disfrutando de un momento de tranquilidad después de las emociones vividas. Aoi las había esperado fuera del auditorio, emocionada por ver a sus amigas luego de sus presentaciones, aunque ella misma no formara parte de la rama de Artes. Había acompañado a ambas hasta un punto, antes de despedirse para ir a su habitación.

—Ha sido un día movido, ¿eh? —comentó Nina mientras acomodaba su guitarra en su espalda.

Ruby, caminando a su lado, sonrió ligeramente.

—Sí… estaba nerviosa, no sabía si iba a pasar —confesó.

Nina negó con la cabeza, sonriendo ampliamente.

—Nada de eso, nena. Tu presentación fue magnífica. Nunca había visto a alguien bailar de esa manera. El baile es para ti.

Ruby sintió un calor en su rostro al escuchar el apodo que Nina usaba con tanta naturalidad. Para ella, ese "nena" era algo íntimo, un término que implicaba cercanía y afecto. Y aunque le desconcertaba, también le gustaba que Nina la llamara así. Soltó una pequeña risa y, en un gesto juguetón, empujó a Nina con la cadera. Ambas rieron mientras seguían caminando, sus pasos sincronizados, y Nina se acomodó más cerca de Ruby, disfrutando del momento.

Al llegar a su habitación, Nina abrió la puerta, y ambas se quedaron quietas al ver lo que había dentro. Todo estaba ordenado, limpio, impecable. Sobre la mesa de noche había una nota, destacando como un elemento fuera de lugar en la pulcritud del ambiente. Ruby fue la primera en tomarla y leerla en voz baja.

—"Milady, la escuela no me permite estar todo el tiempo aquí, así que me han asignado un horario de limpieza estricto. Dejaré todo en orden para que no tenga problemas en los próximos días. Por cierto, también he ordenado la pocilga del sitio de su compañera de habitación. Es imperdonable que alguien tan desordenada viva con usted en la misma habitación."

Ruby dejó la nota en la mesa y miró a Nina, quien levantó una ceja con curiosidad. —Riri-chan estuvo aquí y a limpiado todo.

—¿Riri-chan? —preguntó Nina con una sonrisa divertida.

Ruby, ligeramente sonrojada, respondió.

—Mi maid.

Nina soltó una carcajada, acercándose al armario.

—Ahhh, ya veo. Así que Riri-chan ordenó todo… —abrió el armario y se sorprendió al ver su ropa no solo organizada, sino también planchada con precisión—. Joder, qué buen servicio. ¿Le puedo pedir que lo haga todos los días?

Ruby negó con la cabeza, divertida, y se sentó en su cama, observando a Nina con una sonrisa. Con un gesto suave, dio unas palmaditas en el espacio vacío junto a ella, invitándola a sentarse. Nina no lo dudó y, dejando la guitarra a un lado, se sentó junto a Ruby.

Ruby suspiró, desviando la mirada por un momento antes de hablar.

—Te debo una explicación… sobre lo de esta mañana.

Nina la miró con calma, aunque en su interior la curiosidad y cierta ansiedad se mezclaban.

—Ruby, no es necesario. No tienes que forzarte —le dijo con sinceridad.

Pero Ruby negó con la cabeza.

—No es justo para ti ni para mí. Reiko… —hizo una pausa prolongada, buscando las palabras adecuadas—. Reiko fue y es alguien especial para mí.

Nina sintió un ligero nudo en el pecho al escuchar esas palabras, pero permaneció en silencio, dejándola continuar.

—Ella es parte de la familia Yamauchi. Es la heredera directa, alguien única. Es mayor que nosotras, y ustedes comparten gustos similares, como el rock. —Ruby hizo una pausa, y Nina no pudo evitar pensar: Sí, y también el gusto por las mismas mujeres.

Ruby bajó la mirada, sus manos jugueteando con el dobladillo de su falda.

—Tuvimos un altercado en Año Nuevo, durante una reunión familiar. Después de eso… cortamos comunicación. Bueno, fue ella quien desapareció. No responde mis mensajes ni llamadas desde entonces.

Nina notó la tristeza en la voz de Ruby, pero también percibió algo más: una inseguridad que no había visto antes en la elegante y refinada Ruby Harlaown.

—Reiko es una buena chica —continuó Ruby—, pero luego apareces tú… y… tú tienes los mismos gustos, pero eres más segura, más directa en todo lo que haces. Lo lamento. No debí haberte confundido con ella. No es justo para ti.

Nina la miró a los ojos, tratando de entender todo lo que Ruby estaba sintiendo. Finalmente, con una voz suave, le preguntó:

—¿Te gusta? Esa tal Reiko… ¿te gusta?

El sonrojo de Ruby se intensificó, y tras un silencio que pareció eterno, respondió.

—Sí… es buena chica.

El nudo en el pecho de Nina pareció crecer, pero Ruby continuó hablando, sin darle tiempo a procesar.

—Pero creo que también me gustas tú.

El tiempo pareció detenerse para Nina. Ruby seguía mirando el suelo, incapaz de enfrentar su mirada. Sin pensarlo, Nina tomó suavemente su mentón, obligándola a mirarla.

—¿Crees? —preguntó con una sonrisa juguetona.

Ruby, completamente roja, no supo qué responder. Fue entonces cuando Nina, en un arrebato de valor, cerró los ojos y la besó. Los labios de Ruby eran suaves, cálidos, y el contacto fue breve, pero suficiente para transmitir todo lo que Nina sentía. Ruby abrió los ojos de par en par, sorprendida, pero no se apartó.

Cuando Nina se separó, la miró fijamente a los ojos y le susurró:

—Te voy a hacer olvidar de ella.

Ruby, todavía con el corazón acelerado, murmuró:

—Ese… fue mi primer beso.

Nina sonrió y se inclinó hacia ella una vez más.

—Entonces, que sea el primero de muchos más.

Antes de que Ruby pudiera reaccionar, Nina la besó nuevamente, esta vez con más ternura. Ruby cerró los ojos, dejándose llevar por la calidez y la seguridad que sentía en los brazos de Nina. En ese momento, nada más importaba.

Ruby podía sentir cómo los besos de Nina la llenaban de felicidad y calidez. Su corazón latía rápido, como si quisiera salir de su pecho. Nunca había besado a nadie, y este momento, este primer beso, era algo completamente nuevo y maravilloso para ella. Por otro lado, Nina parecía tener una confianza natural, llevándose el control con un ritmo seguro y delicado. Cuando finalmente se separaron para tomar aire, sus miradas chocaron, sus rostros estaban teñidos de un rojo profundo, y el silencio se llenó de una electricidad suave e íntima.

—Ruby… —dijo Nina en un tono suave, lleno de ternura y cariño.

Ruby, sintiéndose completamente vulnerable, se tapó la cara con ambas manos, intentando esconder su vergüenza. Pero para Nina, ese gesto fue la cosa más adorable que había visto. Sin poder resistirse, bajó a besar las mejillas de Ruby repetidamente, cada beso acompañado de una pequeña risa juguetona.

—¡Basta, Nina! —decía Ruby entre risas, mientras intentaba apartarla, sin mucho éxito.

Nina la envolvió en un abrazo protector y ambas cayeron boca arriba en la cama de Ruby. En ese momento, Ruby no opuso resistencia. Dejó que Nina la acurrucara sobre su pecho, sintiendo la comodidad y seguridad que emanaba de sus brazos. Por primera vez en mucho tiempo, Ruby sintió que podía dejar sus preocupaciones de lado y simplemente disfrutar el momento.

—Este no ha sido tu primer beso, ¿verdad? —preguntó Ruby, aún recostada sobre el pecho de Nina, su voz apenas un susurro.

Nina, quien acariciaba suavemente el cabello de Ruby, hizo una pausa y soltó un nervioso "Eh… no sé a qué te refieres". Ruby se sentó, mirándola desde arriba con una ceja levantada, con una expresión entre seria y juguetona.

—Ese beso no fue de primerizo. Sabías lo que estabas haciendo, Nina. —dijo Ruby, cruzando los brazos.

Nina se rió, levantando las manos como si se estuviera rindiendo.

—¿Perdón? —respondió, fingiendo no entender.

—Tú has tenido novia antes, ¿no? —insistió Ruby, entrecerrando los ojos mientras analizaba cada reacción de Nina.

Desviando la mirada, Nina soltó un "Eh… una, sí. Pero no pasó nada, lo juro".

Ruby suspiró y negó con la cabeza, como si estuviera evaluando su respuesta. Pero antes de que pudiera decir algo más, Nina la tomó suavemente de la mano y la jaló para que volviera a recostarse sobre ella. Con sus brazos alrededor de Ruby, Nina la sostuvo como si no quisiera soltarla nunca.

—Pero eso no importa ahora, nena —dijo Nina en un tono bajo y reconfortante.

Ruby, que ahora jugaba distraídamente con la corbata de la camisa de Nina, levantó una ceja.

—¿No importa ahora, dices? —preguntó con un tono que mezclaba curiosidad y escepticismo.

Nina rió suavemente y respondió:

—Te quiero, Ruby. Déjame quererte.

Ruby sintió que el rubor subía nuevamente a sus mejillas. Era difícil resistirse a las palabras de Nina, a su voz que sonaba tan sincera. Aún sonrojada, escondió su rostro en el pecho de Nina, intentando procesar todo lo que estaba sintiendo.

—Riri-chan se va a molestar… —murmuró Ruby, su voz apenas audible.

Nina soltó una carcajada, su risa resonando en la habitación.

—Pues que se moleste. Que venga quien tenga que venir. —dijo con confianza, como si estuviera lista para enfrentar al mundo entero.

Entonces, Nina levantó suavemente la barbilla de Ruby, haciendo que sus ojos se encontraran. Sus miradas se entrelazaron, y Nina, con una sonrisa llena de determinación y amor, le dijo:

—Te quiero, Ruby Harlaown. Si me dejas, te voy a llevar hasta la luna… y mucho más.

Ruby quedó paralizada por un instante, ante los ojos azules llenos de emoción de Nina. Sin decir una palabra, una pequeña sonrisa apareció en sus labios, y esta vez fue ella quien tomó la iniciativa. Ruby se inclinó hacia Nina y, con decisión y suavidad, la besó nuevamente. El beso era tímido, pero también lleno de intención y sentimiento.

Cuando se separaron, Ruby la miró con una expresión que mezclaba timidez y valentía.

—Sí. —respondió simplemente.

Ese "sí" no solo era una respuesta a las palabras de Nina, sino una aceptación completa de lo que ambas estaban comenzando a construir. Nina sonrió, envolviéndola en un abrazo más fuerte, y por un momento, todo lo demás en el mundo dejó de importar.