FIREFLY PATH

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

WARNING: Esta historia contiene descripciones y menciones de actos de violencia sexual, física y psicológica, así como de temas de abuso de poder y adoctrinamiento religioso. Por favor, tomarlo en cuenta antes de leer.

Capítulo 1. Veo a través de los demás, pues yo no puedo por mí misma.

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Sentada en las últimas filas del salón de reuniones oficiales de Konoha, Sakura permaneció ajena al discurso y la discusión que tenía lugar a su alrededor.

En su lugar, prefirió concentrarse en el hilo suelto de su suéter tejido.

Su mirada estaba baja hacia su regazo y sus oídos sordos al ruido exterior.

Cómo siempre, lo único que podía escuchar en su cabeza eran gotas de agua cayendo del cielo y el chapoteo que producían los charcos al ser pisados, pese a que afuera el clima era soleado.

Al día, por lo menos hacia tres intentos por que su memoria regresara. Uno por la mañana antes de despertarse, otro a la hora del almuerzo y el último cuando tenía un tiempo libre por la tarde. Solo se abstenía de tratar durante la noche, pues tampoco quería arriesgarse tanto.

Cerró los ojos un momento y se concentró en las cosas específicas que podía recordar: la lluvia, la carta guardada en su abrigo y la falta de luciérnagas en ese sendero que tomaba su nombre de ellas. Faltaba algo más, mucho más, pero no sabía qué era y, tras tanto pensarlo, había llegado a la conclusión de que ese detalle era la pieza que le faltaba para desentrañar sus recuerdos perdidos.

Para su infortunio, otra vez no tuvo éxito en su búsqueda y tampoco pudo continuarla, ya que sintió que era traída de regreso a la realidad, en contra de su voluntad.

La gran y áspera mano de su esposo tomó la suya, esa que había estado jugueteando con su ropa toda la asamblea, y entrelazó sus dedos con los suyos, para poner ambas manos unidas en su regazo.

Sakura no dijo nada y tampoco volteó a verle, pues él mantuvo su mirada al frente y de todas formas no hubiera visto en él nada que no fuera la misma expresión austera que tenía siempre.

"Tan diferente a su humor de esta mañana" la joven pensó.

Ese día, apenas salió el sol, Sasuke la había despertado besando su cuerpo desde sus labios hasta sus piernas, para luego posicionarse entre ellas y hacerle el amor con pasión y dulzura. Ella se lo permitió tan anhelante de la cercanía y protección que solo podía sentir en sus brazos y, al terminar, se abrazó a él como si su vida dependiera de ello.

... Y es que la realidad era bastante de esa manera.

Durante el último año, no había sido otra cosa sino dependiente de él y eso no era algo que le gustara o a lo que se hubiera acostumbrado, ni siquiera para cuestiones tan simples como encontrar un poco de calma.

Consciente de que su contacto físico tenía ese propósito, quiso susurrarle una disculpa para que así le permitiera liberarse, solo que antes la voz del líder de la asamblea se dirigió a ella, directamente.

—Señora Uchiha... — Sarutobi, el jefe electo de Konoha la llamó y de inmediato todos los presentes voltearon a verla.

Con tantos ojos sobre ella, Sakura inconscientemente apretó la mano que la sostenía y por dentro deseó con todas sus fuerzas desaparecer.

Ya sabía lo que venía.

—¿Sí? — su voz, inherentemente suave y melodiosa apenas fue audible, aunque aun así todos pudieron reconocer la inseguridad en ella.

Sarutobi apretó los labios al ver la forma en que la joven se puso evidentemente nerviosa y dudó aun más de lo que iba a hacer por la mirada oscura y enojada de Sasuke. Para el infortunio de todos no tenía otra opción. Tenía que hacer el intento.

—¿Algún avance o hallazgo que haya logrado desde la última reunión?

Sakura contuvo la respiración en un intento de no hiperventilar y antes de responder lo que seguro ya todos se imaginaban, finalmente volteó a ver a su marido.

Las lágrimas picaron en sus ojos por la implacable y endurecida expresión que Sasuke tenía dirigida a ella. Nuevamente por completo distinta a la que le había dado unas cuantas horas atrás. Mentalmente y a través de sus ojos suplicantes le pidió que fuera un poco menos duro, que le regalara algo de consideración y paciencia, pero no funcionó. Él se mantuvo firme y expectante, casi al mismo nivel que el resto de su audiencia.

Así entonces, incapaz de pronunciar palabras, pero llena de urgencia por salir de esa situación, Sakura solo regresó la mirada a su regazo y negó con la cabeza.

Todos murmuraron de manera ilegible para la joven, pero era seguro que ya habían anticipado su negativa. A ese punto ya debían estar hartos de siquiera cuestionarla. Cualquier esfuerzo en interrogar a la Uchiha era inútil.

Desde su lugar en el podio, el líder la observó con simpatía y le dio las gracias, no queriendo prolongar más lo que sabía era una tortura para Sakura. En cambio, quiso continuar con la asamblea, más fue interrumpido tajantemente.

—Sarutobi-san... No sé cuántas veces le he pedido que deje de interrogar a mi esposa públicamente — Sasuke habló con severidad y demostró una gran presencia y autoridad sin siquiera ponerse de pie. Sus ojos oscuros no se movieron del hombre en el escenario, pero todos se sintieron intimidados por igual. El Uchiha era temible como el infierno cuando lo molestaban y no había nada que lo hiciera enojar más que ver a su mujer ser vulnerada —. Espero que esta sea la última... Ya le he dicho muchas veces que cuando algo suceda, le haremos saber a todos de inmediato. Mientras tanto todos deberían de tener algo de respeto por quien no deben olvidar es una víctima y merece la misma o hasta más comprensión que cualquier otro ser humano.

El líder ni siquiera quiso responder con otra cosa que no fuera un asentimiento; tampoco era como que la intervención del Uchiha dejara lugar a otra opción, así que sólo así pudo continuar con lo que restaba del programa.

Tras el incomodo momento, las voces alrededor de Sakura volvieron a volverse ecos que se diluían poco a poco, hasta dejarla con un zumbido ensordecedor.

Apenas pudo reconocer lo que su esposo dijo en su oído, aunque sí captó la sensación de un suave beso en su sien.

"No, por favor..." pensó, cerrando los ojos con fuerza.

Ya anticipaba lo que eso provocaría.

Al abrirlos, en efecto se encontró con las miradas llenas de juicio y antipatía que siempre recibía cuando estaba junto a su marido y que se volvían diez veces peores cuando él le hacía un cariño en público. Sabía lo que estaban pensando. Eso que siempre decían a sus espaldas y con toda la intención de que ella las escuchara por "accidente":

Que era una basura malagradecida.

A ojos de Konoha, el atractivo y perfecto Sasuke Uchiha se había casado con la peor soltera en todo el pueblo. El hombre alto, fuerte y de piel pálida, con cabellos y ojos tan oscuros como la noche y de rasgos aristocráticos cincelados por los dioses, no podía estar casado con alguien como ella.

Alguien que lo valorara tan poco, pese a ella misma no valer nada.

Finalmente, Sakura se soltó del agarre de su esposo y volvió a distraerse jugando con su ropa, al tiempo que trataba de que no se notara que iba a echarse a llorar en cualquier momento. Estaba tan harta de soportar todo ese maltrato.

Trató tanto de concentrarse en mitigar sus emociones que el resto de la reunión pasó rápido y cuando vio que todos comenzaron a ponerse de pie, hizo lo mismo y se dirigió a la salida tan rápido como pudo. Ni siquiera esperó a Sasuke o se preocupó de él.

Al salir se despidió brevemente de las pocas personas que eran amables con ella y luego bajó el sendero de la colina en la que se ubicaba el salón de reuniones, rápida y discretamente.

Para cuando estuvo abajo y todos se quedaron atrás de ella, pudo abrazarse a sí misma y dejar caer sus lágrimas con libertad. Incluso se permitió sollozar y temblar visiblemente.

Su tristeza fue la que guio sus pasos mientras se dirigía inconscientemente al campo y el mundo desapareció a su alrededor, dejándola tan sola cómo siempre se sentía.

Sakura no era ajena a huir cuando sus emociones la abrumaban, de hecho, esa era su respuesta natural ante ese tipo de circunstancias y, siendo realistas, era completamente normal. Ya era parte de su naturaleza hacerlo. Es decir, todos tienen el instinto de escapar cuando se sienten en peligro, solo que pocos lo experimentan con tanta frecuencia como ella y desde una edad tan temprana. Por eso era que a ojos de los demás, era una mujer tan extraña.

Ellos no habían tenido que enfrentarse a lo mismo que ella, prácticamente desde que tienen memoria.

En su campo de visión apareció el pasto tan alto como una persona adulta y sin dudar se adentró en esa prisión, importándole poco lo peligroso que parecía hacerlo. Conocía ese laberinto como la palma de su mano y no le asustaba adentrarse en él, pues sabía lo que le esperaba del otro lado.

Ese corto tramo de camino a su destino siempre le había parecido una metáfora perfecta de su vida.

Las verdes y algo gruesas hierbas que parecían querer asfixiarla e impedirle el paso se parecían mucho a las circunstancias en las que se había visto envuelta desde su nacimiento y que aún en la actualidad parecía no poder superar.

El camino en ese momento y en su vida real le estaba siendo casi imposible de transitar, pero, por pura terquedad, ella no quería rendirse.

Claro que tenía momentos de debilidad y hartazgo, como el de la asamblea, pero podía recuperarse y aun le quedaba algo de deseo por seguir adelante.

Todavía no había perdido la esperanza de que lo que aguardaba al final de su calvario era tan hermoso como lo que había tras pasar la hierba:

Un campo de flores basto y hermoso, en el que solo podía respirarse tranquilidad y donde se sentía segura, aun cuando estaba sola.

Sakura siempre acudía a él cuando necesitaba respirar aire más limpio, deshacerse del ruido que la perturbaba, tener una vista más positivamente inspiradora y, sobre todo, obtener claridad para no caer en su abismo personal.

Ese sitio era lo que le gustaría poder llamar hogar.

Caminar entre las flores amarillas era mucho más sencillo e incluso podía permitirse sentirlas entre sus dedos al pasar. Ellas parecían acariciarla como un consuelo mientras lloraba y aceptaban esa verdad en su corazón a la que la gente en Konoha era tan ciega.

Sus lágrimas cesaron cuando por fin se encontró en su destino y sonrió dulcemente, bajando la mirada a la tumba que descansaba bajo uno de los muchos árboles en el campo.

El lugar de descanso de su padre.

Sin decir palabra se arrodilló frente a la lápida y rezó una breve oración antes de recostarse en posición fetal y observar los borrones de color amarillo en su campo de visión.

La tranquilidad era tanta que pensó en dormir un rato y comenzó a formular una disculpa en su mente para apaciguar las consecuencias de esa decisión.

"Lo siento... Solo quería calmarle sin molestar a nadie"

Eso seguro serviría.

Apenas estuvo a punto de cerrar sus ojos, cuando el sonido de pasos acercándose la alertó.

Vaya, no había tenido ni siquiera diez minutos en soledad antes de que la encontrara. ¿Por qué?

—No has comido nada desde ayer. Si volvemos a casa ahora, te prometo que te preparare tu comida favorita.

Sasuke sabía que el alimento era una forma efectiva de llegar a ella. Comer era uno de los placeres que mantenían a su mujer con vida y la hacían olvidar todo lo demás. Tanto lo bueno como lo malo.

—¿Y si te recuestas un momento conmigo? — ella respondió, trémulamente.

Sasuke no obedeció su pedido al pie de la letra; solo se sentó a su lado y comenzó a acariciar el cabello que le caía por la frente.

La mirada oscura del hombre se suavizó al valorar detenidamente a su mujer y no pudo evitar mezclar su adoración por ella en las caricias que le daba.

Sakura siempre había sido hermosa. Especialmente a sus ojos e innegablemente ante los demás.

De complexión delicada y curvilínea, piel pálida y suave al tacto como la seda, rostro de facciones perfectas y dulces y con detalles en su ser imposibles de encontrar en alguien más. Nunca conocerías a alguien con un cabello como el suyo: rosado como las flores que llevan su nombre y en hebras onduladas y gruesas en las que él puede dar fe que es el paraíso descansar; jamás encontrarías un par de labios tan seductores y a la vez tiernos como los suyos, llenos y suaves, como un melocotón del que no podías tomar solo una mordida; y, sin duda, nunca verías un par de ojos tan indescriptiblemente bellos.

Esas alhajas de color esmeralda brillante en el rosto de su mujer eran su adoración más grande, sobre todo cuando estaba feliz y éstas relucían como las estrellas en el firmamento.

Un evento que tomaba un sentido más allá al tomar en cuenta lo rara que era alegría en ella.

Sin poder contenerse, el hombre se acercó a ella y la besó castamente, haciéndola suspirar y volver a lagrimear. Aunque esta vez no fue de tristeza, sino de amor.

—No me importa lo que los demás piensen. Solo lo que tú sientas — él susurró en su oído las mismas palabras que le dio en la asamblea, solo que su tono fue más dulce y desprovisto de la rabia que antes había sentido.

El Uchiha odiaba todo lo que tuviera que ver con las interacciones entre el pueblo y su mujer, por eso trataba de limitarlas tanto como le era posible, pero, desgraciadamente, su poder y autoridad hacía mucho que ya no era el mismo.

Además, de cierta forma, sus propias acciones habían influido en la percepción social que tenían de ellos.

La gente no se cansaba de decir que su esposa debía considerarse muy afortunada y debía estar eternamente agradecida con él por estar dispuesto, no solamente a casarse con ella, sino a dejar su trabajo como oficial de policía con tal de no despegarse de su lado. Muchas veces incluso se lo dijeron a él como si esperaran que fuera a estar de acuerdo con ellos y Sasuke no había podido disuadirlos de pensar así de ninguna manera.

Ya incluso había perdido la esperanza en que un día dejarían de percibir a Sakura como una aprovechada.

Sin importar cuántas explicaciones les diera, ellos solo tomarían en cuenta lo que para cualquiera era visible e imposible de refutar, eso que su esposa no podía ocultar en su expresión por más que lo intentara, y de lo que él trataba de convencerse no era real:

Que ella era miserable a su lado.

—Ellos necesitan que recuerde algo pronto... Y están tan cansados cómo yo de que les diga que no puedo — Sakura murmuró, profundamente afectada.

—Y yo necesito que dejes de presionarte. Ya te he dicho que, si decides no recordar nada nunca, estará más que bien.

—Sería más fácil deshacerme de la responsabilidad de hacerlo si no fuera porque hay vidas en juego.

Ante ese innegable hecho, él apretó la mandíbula en un intento de controlar su propia aflicción.

Lo sabía.

Él también era consciente de que las cosas serían mucho más sencillas si ella pudiera traer a la memoria aunque fuera un solo detalle de lo que le pasó. Existía la posibilidad de que la situación en la que se encontraba Konoha pudiera llegar a su fin si su Sakura tuviera sus recuerdos de vuelta... Pero, como su esposo, ¿no era su deber poner el bienestar e integridad de su mujer por encima de la de su pueblo?

¿Realmente valdría la pena arriesgar su ya demasiado frágil mente con tal de resolver las cosas de una vez por todas?

Esto último lo dudaba mucho.

Una vez ambos se habían preguntado si realmente algo cambiaría para Sakura que aquel hombre que había intentado matarla fuera atrapado... Y habían llegado a la conclusión de que no.

Porque entonces el calvario se vería prolongado entre interrogatorios e investigaciones, más preguntas sin respuesta y una buena dosis de explicaciones que quizá no querían escuchar.

Ella había logrado salir viva de lo que le pasó y eso debía ser más importante y suficiente, solo que los demás no lo veían así.

Como sobreviviente, sobre los hombros de la pelirrosa había caído la obligación de proporcionar aunque fuera un poco de información acerca del ataque que había sufrido, más allá de lo que todos sabían: el lugar, la hora y el clima que hacía, para así atrapar a quien habían llamado: "la sombra del sendero de las luciérnagas".

El apodo venía justamente del sitio donde Sakura fue encontrada moribunda la noche en que aquel desconocido la abordó, aprovechándose de su soledad y la poca visibilidad debido a la lluvia.

Se suponía que en ese tramo en medio del campo y cerca de la laguna de Konoha, cuando la oscuridad caía, las luciérnagas iluminaban el camino como faroles naturales. Solo que esa noche habían fallado en aparecer.

La Uchiha, quien en ese entonces aún era Haruno, había venido de regreso de la casa de la vieja Shizune cuando sintió que era tomada fuertemente por los hombros y arrojada al suelo en un solo segundo. Lo siguiente que pasó son los acontecimientos que permanecen perdidos en sus memorias y que todo mundo le recriminaba no recordar.

Tal vez habría visto el rostro de su atacante, notado algún detalle suyo como su complexión, estatura o la ropa que llevaba, incluso identificar su olor o la cadencia de su voz habría sido de ayuda. Lo que fuera que la policía o las autoridades pudieran usar para dar con él y finalmente castigarlo por sus acciones.

Sakura no había sido la primera que ese hombre atacó, aunque sí la última y la única en salir viva del encuentro. Antes de ella habían ocurrido otros cuatro incidentes de los que las víctimas no habían podido salir tan victoriosas. De hecho, la forma en la que encontraron sus cuerpos: llenos de violencia y un ensañamiento digno de una bestia, hacían aún más notable la suerte que había tenido.

La pelirrosa solo había sufrido un leve golpe en la cabeza, un brazo roto y varios golpes en el torso que aún le dolían recordar. Nada en comparación con aquellas pobres chicas.

Nadie sabía por qué aquel tipo había decidido solo maltratarla y luego abandonarla a su suerte a orillas del río. Quizá aquel hombre pensó que la naturaleza haría lo suyo y la arrastraría al agua hasta ahogarla. El caso es que había sido muy descuidado y, como resultado, ella había sobrevivido pudiendo haber sido una pieza clave en su detención.

Al menos si no fuera porque cuando despertó, en su hogar y en los brazos de su padre y su ahora esposo, no pudo dar una respuesta más extensa a lo que le había sucedido.

La conmoción que el pueblo demostró en aquellos días aún se siente como si hubiera sido ayer. Sakura y Sasuke todavía pueden recordar las palabras exactas con las que fueron interrogados una y otra vez. Sobre todo él, por haber sido quien la encontró al día siguiente, a primera hora de la mañana.

Durante días todo el pueblo visitó la residencia Haruno con la excusa de verificar el estado de la joven, pero en realidad solo querían obtener información de primera mano acerca del caso. Curiosamente, los únicos que se abstuvieron de acercarse a ella fueron los familiares de las víctimas anteriores.

El padre de Sakura había hecho todo lo posible por conseguir tranquilidad para ella y protegerla de sufrir un trauma mayor al que estaba experimentando, pero Konoha ya estaba demasiado cansada de esperar a que ese criminal fuera atrapado y pareciera que juró que jamás la dejarían tranquila hasta que fuera de utilidad en su arresto.

Desde entonces muchas cosas habían pasado solo en el lapso de año y medio: el padre de Sakura había muerto, Sasuke se había casado con ella y la propia Sakura había comenzado a ir en declive mental, sin un fondo todavía establecido al que caer.

—¿Aun no has cambiado de opinión respecto a irnos? — Sasuke la cuestionó, aunque ya sabía la respuesta.

—No puedo... Tengo que estar aquí... — su esposa respondió lo que siempre decía y él estaba ya rendido a escuchar y apoyar —. Algún día recordaré algo... Y seré por fin de ayuda.

Toda su vida, Sakura había tenido un conflicto con su capacidad para ser útil a los demás, por ello había querido compensarlo con su labor como doctora y sanadora en Konoha y, aun en sus momentos más bajos y a costa de su propio bienestar, no podía olvidarse de ese deseo.

La pelirrosa creía firmemente que no podía irse y buscar su propia tranquilidad, si el pueblo en el que nació y creció estaba sumido en la desesperación.

Ella era una pieza crucial a la hora de resolver el misterio detrás de ese asesino y no iba a rehuir de su responsabilidad.

Quería demostrar ante todos, incluida ella misma, que no era una cobarde.

—No necesitas ser útil para nadie... Ni siquiera para mí. Solo necesitas aceptarte a ti y a tus circunstancias tal cual son y seguir adelante.

Las palabras de su marido bien podían referirse a su asunto pendiente con el crimen que sufrió, pero también englobaban dos aspectos que la atormentaban y le provocaban ese dolor tan visible por igual: la muerte de su padre y la aceptación de su matrimonio con Sasuke.

Para el tiempo y el lugar en el que vivían: un pueblo rural en los años 1950's, uniones como la de ellos eran lo más común.

Sasuke se había comprometido con Sakura mediante un matrimonio arreglado y aprobado por el padre de ella. El Uchiha no tenía familia, así que él mismo buscó unirse en nupcias con la pelirrosa y Kizashi Haruno lo aceptó de buen grado.

Después de todo, él había sido el salvador de su hija cuando él falló en encontrarla y protegerla, así que confiaba en que ese hombre de aspecto serio y determinado era la única persona en Konoha que podría cuidar a su pequeña.

Tal vez inclusive, la única que querría hacerlo.

No había mucha diferencia de edad entre ambos. Esta era de apenas cinco años, teniendo él 29 y ella 24. Tampoco hubo desigualdad económica, pues ambos se encontraban en condiciones parecidas en ese aspecto. Mucho menos se dio un tema de antipatía o choque de personalidades, todo lo contrario, ambos se tenían estima, mutuamente.

Pero aun así...

Aun así, a Sakura le costó asimilar ser su esposa.

Antes del ataque, escasamente se habían visto y saludado un par de veces en toda su vida e incluso después de él, hablaron una única vez. No sabían casi nada del otro y la convivencia entre ambos había sido prácticamente nula, pero, aun así, cuatro meses después, Sasuke se plantó frente al señor Haruno y afirmó haber estado enamorado de ella desde hacía mucho tiempo y desear tomarla como esposa... Si es que la chica lo aceptaba.

Naturalmente, Kizashi tuvo sus dudas y cuando le comunico las intenciones del Uchiha a su hija ésta se mostró confundida y hasta escéptica.

¿Porqué de repente un hombre como él se interesaría por una mujer como ella? Más aun tomando en cuenta lo que acababa de pasarle.

Pese a sus muchas cualidades, como su belleza o su noble corazón, su padre no supo darle una respuesta más allá de la confesión romántica del joven y aunque no quería obligarla a nada, le pidió que lo considerara.

De entre todas las personas pendientes de su caso, ninguna había mostrado más preocupación y genuino interés que Sasuke. Él venía todos los días a preguntar por ella y, dada su alta posición como oficial de policía, había pedido que otros elementos vigilaran su hogar día y noche. Así mismo estaba muy inmerso en la investigación y quería resolverla más que ninguna otra persona.

Estaba haciendo mucho por ella y al menos se merecía ser escuchado.

Aquella tarde en la que Sakura accedió, no supo muy bien qué debía esperar de él. No se veía como el tipo de hombre que daría un apasionado discurso que le robaría el aliento y seguro él sabía que ella no era el tipo de mujer que caería a sus pies solo por un par de palabras bonitas. Todo lo que ella hizo fue estar dispuesta a darle la oportunidad de intentar convencerla, aunque realmente nunca se había siquiera planteado la idea de casarse

Sin embargo, Sasuke supo bien cómo llegar a ella y con unas simples palabras logró que Sakura aceptara pasar el resto de su vida a su lado:

"No hay ninguna otra persona que te quiera y desee tanto protegerte además de tu padre, más que yo. Él lo sabe muy bien, pero creo que lo que más le importa es la pureza de mi afecto hacia ti... Él estaría más tranquilo si tu esposo fuera yo, ya sea si me lo permites ser ahora o dentro de cien años... Solo debes saber que, para mí, eres tú o ninguna".

El Uchiha sabía que ella no se opondría a hacer nada que su querido padre deseara y Sakura era consciente de que no estaría más segura en ningún otro lado que no fuera con él.

Así entonces, se comprometieron y tuvieron que celebrar una unión civil sumamente austera y discreta para evitar el escrutinio del pueblo. Solo ellos dos frente al altar. Sakura, preciosa en su vestido blanco y cubierta por un velo lo suficientemente largo como para ocultar su inseguridad y Sasuke tan majestuoso y realizado, como solo un hombre que finalmente consigue lo que ha deseado durante mucho tiempo puede ser.

Todo una semana antes de que el padre de la joven fuera asesinado, aparentemente en represalia por la decisión de casarse con Sasuke. O al menos eso era lo que decía la nota que se encontró junto a su cuerpo en la laguna de Konoha.

—¿Realmente podemos seguir adelante después de todo lo que nos ha pasado, Sasuke-kun? — Sakura le preguntó levantándose de entre las flores y acercándose al pecho de su esposo en busca de un abrazo.

El pelinegro la recibió, apretándola con fuerza contra sí. Aspiró el aroma que desprendía su cabello y saboreó su presencia como el vino más deleitoso. La amaba y adoraba con toda su alma, aun si ella no podía darle más que eso.

Ese afecto únicamente posibilitado por su dolor.

—Claro que sí. Mientras yo esté contigo, te llevare en mis brazos a donde y hasta cuando tú quieras — le respondió tomándola del mentón para mirarla brevemente a sus tristes y necesitados ojos —. Y mientras estés conmigo, yo me arrastrare a tus pies para que nunca más te sientas desamparada.

...

NOTAS FINALES:

Yo no debería estar aquí... Al menos no este mes JAJAJAJA.

RESULTA Y ACONTECE, que a las verdaderas seguidoras de Diosito de vez en cuando se nos conceden este tipo de milagros y voy a ir a ver a Taemin en concierto a finales de este enero.

Así que, quizá en lugar de aventurarme en un nuevo fic debería estarme concentrando en la preparación para ese evento jajaja. Sobre todo tomando en cuenta que es mi primer concierto en la vida.

Pero!

La verdad es que no me pude aguantar. Tuve esta idea mucho rato en mi cabeza (junto con otra que aún no me decido si también darle vida) y comencé a escribirla sin muchas expectativas de siquiera terminar el primer capítulo. Me da gusto haberlo logrado y de cierta forma quedar lo suficientemente inspirada como para continuarla.

SOBRE ESTE FIC:

-Planeo que las actualizaciones sean semanales.

-Como ya es costumbre en mi cuenta: por cada fic mega romántico, hay también un darkfic y esta historia entra en la última categoría.

-Será corto. Ya aprendí que después de la octava actualización mi TDAH hace casi imposible concentrarme en acabar y la motivación se me va.

-Obvio esperen mucha puercada y rollo psicológico. Desde ya se los aviso.

-Plis les pido mucho de su apoyo porque, aunque sé que me merezco la indiferencia dada mi larga ausencia, solo contando con ustedes puedo llevar estas historias hasta el final.

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Porfi háganme saber qué piensan de esta nueva historia y qué expectativas tienen para ella. Los estaré leyendo a todos, pues ya saben que sus opiniones son el alimento de mi escritura.

Muchas gracias por darme esta nueva oportunidad para entretenerles con una nueva entrega de nuestro ship viviendo en un universo alternativo más.

Sin más por añadir por el momento, nos vemos en la siguiente actualización. Bye!