El viento soplaba con fuerza, anunciando la caida de la noche, agitando las hojas de los árboles altos y retorcidos que rodeaban a Minato. Sus sentidos aún estaban alerta tras el enfrentamiento con aquellas criaturas sombrías de ojos rojos. No había visto nada similar en su vida, y aunque logró deshacerse de ellos, criaturas sin chakra... Parecía algo imposible.

Se apoyó contra un tronco grueso, sintiendo cómo la corteza áspera se clavaba en su espalda. Su chakra seguía inestable, el fallo del jutsu le había consumido demasiado chakra y le había dejado sensación extraña en cabeza. Respiró hondo, tratando de calmar su mente mientras evaluaba su situación.

"No puedo quedarme aquí sentado más tiempo."

Minato sabía que permanecer en un bosque desconocido, sin información y con seres hostiles acechando, era una receta para el desastre. Se puso de pie, ignorando el ardor en sus músculos, y comenzó a moverse en dirección contraria a donde había peleado. Con cada paso, sus pensamientos se agolpaban.

"Si no estoy en konoha ni en la tierra del fuego... ¿dónde estoy?"

No tenía muchas información sobre bosques como estos en konoha ni en ninguna parte de las naciones elementales, y lo más parecido a estos climas cálidos eran en la nación del fuego.

Las luces de la herrería que estaban afuera del pueblo hicieron mas visiblesa a cada paso que se acercaba. Minato se detuvo unos segundos, observando con cautela. Las edificaciones tenían un diseño simple, con paredes de metal y techos de igual material.

Caminó hacia la entrada del pueblo, a medida que se acercaba, algunos aldeanos le dirigían miradas curiosas, pero sin hostilidad. Pronto, sus ojos se fijaron en la herrería con un letrero llamativo:

"Armería the gunners"

Las armas expuestas en el escaparate llamaron su atención de inmediato. Espadas de diseño intrincado, armas que disparaban proyectiles a largo alcance, Minato no sabía como se llamaban pero los había visto en acción hace poco. Además, también había cuchillos que parecían más avanzados de lo que deberían. Entró con cautela, el sonido de una campana anunció su presencia.

El sonido del martilleo constante resonaba en el taller, el calor del fuego llenaba el aire con un aroma metálico y espeso. Minato observaba con atención los estantes llenos de armas de todo tipo: espadas, que suponía que tenía mecanismos internos, lanzas con adornados con grabados elegantes, e incluso dagas que brillaban con una extraña energía azulada.

—Impresionante, ¿no? —La voz grave del herrero lo sacó de sus pensamientos. Era un hombre robusto, con barba descuidada y ojos afilados que sentía que lo juzgaba.

Minato asintió con una sonrisa leve. —Sí, nunca había visto armas así antes.

El herrero lo miró de reojo mientras limpiaba una espada recién forjada. —¿Nunca? Pensé que alguien como tú, con esa postura, estaría más familiarizado con esto. ¿ Acaso no eres cazador o estudiante para cazador?

"Que vista tan aguda..."

Minato se tomó un segundo antes de responder. Había aprendido a ser cuidadoso con sus palabras desde cuando interactúaba con kushina. —Algo así. Vengo de un lugar donde la tecnología no es... tan avanzada. Prefiero cosas más simples y efectivas.

El herrero dejó la espada sobre la mesa con un golpe seco. —¿Simples y efectivas, eh? Eres de los que prefieren confiar en su habilidad más que en artilugios. Te respeto por eso, pero... —Se cruzó de brazos—. No es muy común ver viajeros por aquí a estas horas. ¿Necesitas algo?

Minato sonrió con calma, acercándose al mostrador intentando mantener una actitud relajada, aunque su mente estaba trabajando a toda velocidad.

—Sí, de hecho, solo buscaba algo de información —respondió con naturalidad—. Acabo de llegar y no estoy muy familiarizado con la zona. ¿Podrías decirme dónde estamos exactamente?

El herrero lo miró por un momento, como si evaluara si la pregunta era seria o no.

—Estás en Tanhofur, un pequeño pueblo en el reino de Vale —respondió con tono casual—. ¿Nunca habías oído hablar de él?

Minato parpadeó, procesando la respuesta. ¿Reino de Vale? No le sonaba de nada. Manteniendo su expresión neutra, inclinó la cabeza ligeramente.

—Vale... —repitió, como si estuviera recordando, decidió Guardar la información para más adelante.

"Vale... probablemente sea la capital o una ciudad importante", pensó. Sin embargo, no podía permitirse pensar demasiado en eso ahora;

El herrero dejó escapar un gruñido pensativo ante la mirada del chico, estaba claro que no conocía Vale.

—Eso explica tu atuendo. No pareces de por aquí.

Minato le dedicó una sonrisa cordial y decidió tantear el terreno con cuidado, después de todo, para él ellos eran los que vestían raro, el tenía el uniforme jonin estándar de Konoha, reconocido en todo el mundo ninja.

—Ya que mencionas eso... ¿Por casualidad has oído hablar de la Aldea Oculta entre las Hojas?

El herrero frunció el ceño de inmediato.

—¿Aldea Oculta entre las Hojas? —repitió con una mueca de incredulidad—. Suena como el nombre de un cuento para niños.

Minato alzó una ceja, interpretando la reacción.

—No es un cuento, es un lugar real. Vivo allí... o vivía —añadió rápidamente, sin perder su tono relajado—. Es un pueblo algo aislado, no es raro que no hayas oído hablar de él.

El herrero cruzó los brazos, mirándolo con escepticismo,.

—¿Un pueblo escondido? Suena a que me estás tomando el pelo.

Minato negó con la cabeza, manteniendo su expresión tranquila.

—Para nada, te lo digo en serio. Nos mantenemos apartados del resto del mundo por razones de seguridad.

El herrero soltó una risa baja y rascó su barba.

—Bueno, chico, en este mundo los pueblos ocultos no suelen durar mucho. Tarde o temprano, sucumbe antes los grimm.

Minato asintió levemente, notando cómo el hombre no parecía hostil, pero sí desconfiado, además, le dio información importante. "Grimm... deben ser las criaturas que me atacaron en el bosque"

—Supongo que tienes razón —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero igual me gustaría saber más sobre este... reino de Vale. Es la primera vez que salgo tan lejos de casa, después de todo.

El herrero pareció suavizar un poco su postura, este chico era extraño para él, hace algunos minutos le había dicho que pensaba unirse a Beacon y ahora que no conoce la ciudad ni el reino de Vale, suspirando decide contarle.

—Vale es uno de los cuatro reinos de Remanente. Estamos algo alejados de la capital, pero el comercio fluye bien por aquí. Principalmente armas —dijo con una sonrisa orgullosa—. Aunque últimamente hay demasiada competencia barata en Vale.

Minato asintió lentamente, almacenando la información.

Reino de Vale... Remanente...Grimm... Nada de eso le resultaba familiar, y la idea de que la tecnología de la zona era más avanzada también empezaba a confirmarse poco a poco.

—Interesante —respondió, fingiendo una expresión pensativa—. Entonces, si quisiera dirigirme a la capital, ¿qué tan lejos está?

— Esta a un día de camino, si tienes suerte —respondió el herrero—. Aunque si vas allá, mejor lleva buen dinero encima. Vale no es barata, especialmente para forasteros.

Minato volvió asistir, un día a pie no es mucho, podría recortar esa diferencia en un par de horas a una velocidad moderada, quizás allá pueda haber más información al respecto de la ubicación de remanente.

El herrero soltó una risa baja, el chico era muy interesante.

—Si me preguntas, creo que necesitas descansar, puedo ayudarte. Tengo una amiga que maneja una posada aquí cerca.

Minato vaciló por un momento, si bien el herrero hasta el momento se había comportado muy bien, la amabilidad sin algo a cambio no existe en el mundo Ninja, no obstante, la idea de pasar la noche en un sitio seguro, en una cama y bajo techo era demasiado tentadora como para rechazarla, necesitaba descansar, la sensación que sintió desde hace un tiempo desapareció hace unos minutos, pero la de su cabeza no se ha ido, puede que se un efecto negativo del Hiraishin no Jutsu al usarlo a una distancia tan larga.

—Aprecio la ayuda.

El herrero asintió y tomó un pequeño trozo de papel, garabateando rápidamente algo en él antes de firmarlo con un gesto decidido.

—Llévale esto a la recepcionista de la posada "Luz del Alba". No tiene pierde, entra al pueblo y la visualizaras enseguida.

Diles que vas de mi parte. No te cobrarán la primera noche.

Minato recibió el papel con una leve inclinación de cabeza.

—Gracias. ¿Cómo debería llamarte?

—Gunnar. Y tú, muchacho, ¿cómo te llamas?

—Minato.

Gunnar asintió con una media sonrisa.

—Bien, Minato, será mejor que te pongas en camino antes de que cierre la entrada al pueblo.

Al salir de la herrería, Minato notó que el cielo ya estaba oscureciendo. La calle afuera del pueblo estaban casi desiertas, con algunas luces iluminando el camino. Guardó el pase en su bolsillo y se dirigió hacia la entrada del pueblo.

Al llegar, dos guardias le cerraron el paso con expresión seria.

—¿Negocios en el pueblo? —preguntó uno de ellos.

Minato mostró el papel de Gunnar.

—Tengo un pase para la posada "Luz del Alba". Gunnar me envió.

El guardia examinó el papel y asintió.

—Bienvenido a Tanhofur. No causes problemas.

Minato miró el letrero de la entrada mientras pasaba. Tanhofur... Algo en el nombre le resultaba extraño o quizás todo le resultaba extraño.

El aire nocturno era fresco, con una ligera brisa que arrastraba el aroma a leña quemada desde alguna chimenea cercana. Las calles de Tanhofur estaban en su mayoría vacías, apenas iluminadas por unas cuantas farolas que proyectaban sombras alargadas sobre el empedrado. Minato avanzaba en silencio, con el papel de Gunnar en el bolsillo y la cabeza llena de pensamientos.

Había mantenido la compostura durante la conversación con el herrero, pero la incertidumbre seguía carcomiéndole por dentro. "Grimm" "Vale", "Remanente"... nada de lo que había oído tenía sentido, pero se aferraba a la posibilidad de que, de alguna manera, solo estuviera en una región desconocida de su mundo.

Hasta que levantó la vista al cielo.

Y la vio.

La luna.

Minato se detuvo en seco, el aliento atrapado en su garganta.

La luna estaba rota.

No como una ilusión, no como una nube cubriéndola parcialmente. Fragmentos flotaban a su alrededor, esparcidos como si alguien la hubiera destrozado y dejado los pedazos suspendidos en el vacío. La visión era surrealista, pero innegable.

El mundo a su alrededor pareció desvanecerse. El murmullo del viento se apagó, el frío de la noche se intensificó, y una sensación de vacío comenzó a crecer en su pecho.

Minato sintió su estómago retorcerse.

No estaba en casa.

Las aldeas desconocidas, la tecnología avanzada, los nombres extraños... hasta ahora, todo había sido incómodo, pero aún podía justificarse. Podría estar en una tierra inexplorada, se había dicho, algún lugar apartado de la Tierra del Fuego. Pero esto... esto iba más allá de cualquier justificación.

El sudor frío resbaló por su frente mientras daba un paso hacia atrás sin darse cuenta. Su mente repasaba frenéticamente cada posibilidad, buscando una explicación racional. ¿Genjutsu? ¿Un efecto colateral del Hiraishin? ¿Un sueño prolongado?

Pero no, no era ninguna de esas cosas.

Minato, un ninja entrenado para mantener la calma bajo presión, sintió que por primera vez en mucho tiempo le costaba respirar. Estaba en otro mundo. Un mundo donde la luna estaba partida, un mundo que no reconocía ni entendía.

Sus manos se cerraron en puños.

—No... —susurró, con un tono apenas audible.

Sus piernas querían moverse, su instinto le gritaba que corriera, que hiciera algo, pero no había un camino claro a seguir. Solo estaba él, de pie en medio de una calle silenciosa, observando un cielo ajeno.

La sensación de soledad lo golpeó de lleno.

Minato había perdido muchas cosas antes. Su hogar, personas importantes, su estabilidad. Pero nunca había sentido este tipo de pérdida: la pérdida de su mundo entero.

Respiró hondo, obligándose a recomponerse. No podía permitirse perder la cabeza. No aquí, no ahora.

Apartó la mirada de la luna rota con un esfuerzo casi físico. Cerró los ojos por un momento, aferrándose a un solo pensamiento.

Encontraré el camino de regreso.

Cada sombra parecía más oscura, cada esquina más ajena. Y, sin embargo, debe ser seguir adelante, quería moverse, pero su cuerpo no respondía.

Minato permaneció inmóvil por lo que parecieron minutos enteros, aunque en realidad solo habían pasado unos segundos. El aire frío de la noche acariciaba su rostro, pero no lo sentía. Su mente seguía atrapada en la imagen de la luna destrozada, en la abrumadora verdad de que no estaba en casa, de que no estaba en su mundo.

Finalmente, su respiración, que había estado entrecortada y pesada, comenzó a estabilizarse.

"Cálmate... piensa."

Por más que se decía a así mismo que encontraría el camino a casa, los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, pero su entrenamiento como ninja lo obligó a reaccionar. Cerró los ojos por un momento, apartando el miedo a un rincón de su mente. No tenía sentido quedarse allí congelado; su situación no cambiaría por más que la contemplara. Lo primero era moverse, encontrar un lugar seguro, luego podría pensar en sus próximos pasos.

Inhaló profundamente y soltó el aire despacio, sintiendo cómo su cuerpo se liberaba poco a poco de la tensión.

Con un último vistazo a la luna rota, bajó la mirada y retomó su camino.

Sus pasos resonaban suavemente en las calles empedradas de Tanhofur, cada uno más firme que el anterior. Aunque intentaba concentrarse en su entorno, la sensación de extrañeza no se disipaba. Ahora que podía observarcon más atención los detalles del pueblo, descubrir qué todo no era de acero o metal, había algo más que lo acercaba a un pueblo de la tierra del fuego. La arquitectura era simple pero eficiente, con estructuras de madera robustas y tejados inclinados. Algunas ventanas dejaban escapar una luz cálida, pero las calles estaban casi desiertas.

Un cartel de madera crujió con el viento a su lado, revelando el nombre del pueblo: Tanhofur.

Sus sentidos se mantuvieron alerta mientras avanzaba, observando cada sombra, cada callejón. Su mano derecha se mantenía cerca del bolso ninja donde se encontraban los pocos kunai marcados que tenía. No confiaba en este lugar ni en las personas que aún no conocía.

Poco después, divisó la posada a la que Gunnar le había dirigido. Era un edificio de dos pisos con una gran lámpara colgante en la entrada, su luz parpadeante proyectaba sombras titilantes en el suelo de piedra. Justo cuando se acercaba, una mujer de cabello corto y oscuro salió de la posada, dándole una rápida mirada antes de desaparecer por la calle contigua.

Era básico en un Ninja, siempre se precavido con tus pasos.

Minato cruzó la puerta de madera con pasos silenciosos y se encontró con un ambiente acogedor pero modesto. El aroma a comida recién hecha flotaba en el aire, y las luces cálidas proporcionaban un respiro a la frialdad del exterior. El lugar estaba casi vacío, salvo por un par de clientes que bebían en silencio en una mesa al fondo.

La recepción estaba a la izquierda, y detrás del mostrador había una mujer de mediana edad con expresión tranquila y ojos agudos. Parecía haberlo notado desde que entró, y antes de que él dijera algo, habló con voz firme pero amable.

—Eres el chico del que habló Gunnar, ¿cierto?

Minato asintió levemente y sacó el papel que el herrero le había dado. La mujer sabía que venía por parte de Gunnar, ¿como se entero? Eso pasó hace unos minutos a atrás, es imposible que una carta o un halcón haya podido trasmitir un mensaje tan rápido.

¿Existía una forma de comunicación Única de este mundo? ¿Sin cartas o halcones?

Muchas preguntas surgía cada minuto que pasaba, y no tenía cabeza en este momento para resolverlas.

Lo deslizó sobre el mostrador sin decir palabra. La mujer lo tomó, leyó el contenido con una ceja levantada y luego asintió.

— A Gunnar siempre le gusta ayudar a forasteros. —Devolvió el papel y le entregó una llave de metal con un número grabado—. Segunda planta, habitación cuatro. ¿Necesitas algo más?

Minato negó con la cabeza.

—Solo descanso —respondió con tono neutral.

La posadera lo observó por un momento más, notando la ligera rigidez en su postura, la forma en que sus ojos exploraban el lugar con cautela. No hizo más preguntas.

—Sube entonces, la cocina cierra en una hora si cambias de opinión.

Minato tomó la llave y se dirigió a las escaleras de madera, sintiendo la mirada de la mujer sobre él hasta que desapareció en la segunda planta.

Al entrar en la habitación, cerró la puerta tras de sí y se apoyó contra ella. Sus piernas parecieron perder fuerza por un momento, pero logró mantener la compostura.

La habitación era simple: una cama modesta, una mesa pequeña con una silla, y una puerta, que Minato supuso que era el baño, no había muchos más, lo más extraño es que ni siquiera había una ventana, lo que hacía un poco más lúgubre el ambiente de la habitación.

La única decoración era un cuadro con la foto pintada de la luna rota, estaba ahi como un recordatorio cruel de su realidad.

Se dejó caer en la cama, mirando el techo.

"Otro mundo..."

Por más que lo repitiera en su cabeza, seguía sintiéndose irreal. La posibilidad de regresar parecía lejana, pero no podía permitirse perder el rumbo. Si algo había aprendido en sus años como ninja, era que siempre existía una salida.

"Solo debo encontrarla."

Cerró los ojos por un momento, tratando de ordenar sus pensamientos, y por primera vez desde que llegó a este lugar, se permitió sentir el peso de la incertidumbre.

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