Notas del autor

Bueno que decir, se que me tarde prácticamente un año en volver, se que probablemente ni lean estas notas, pero bueno solo quiero decirles, que no, no está abandonado, que lo continuare y lo terminare no prometo actualizaciones seguidas como antes, depende del tiempo que disponga, pero hare lo posible por cumplirles un abrazo gigante a los que aún siguen aquí, y a los nuevos también, espero que lo disfruten.

A por cierto cualquier review constructiva es bien recibida :).

Declaimer: no me pertenece ningún personaje de Little Witch Academia, esto sencillamente lo hago pa divertirme.


Capítulo XIII

Delve

El viaje a Glastonbury no tardó mucho.

Y aunque Akko se moría por ir ella manejando la escoba, Hannah no se lo permitió, pues sabía que, aunque había mejorado de manera sorprendente en el manejo de esta, no era aún seguro que ella se aventurara de esa manera y definitivamente no quería terminar con una cita en el Bosque Arcturus.

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La ciudad no era tan grande como Blastonbury, sin embargo, para los planes que tenía Hannah, era más que suficiente. Descendiendo lentamente en su escoba, tomó un pequeño respiro y preguntó, "¿Tienes hambre?"

"Un poco," respondía Akko mientras se desentrelazaba de la cintura de Hannah para bajarse de la escoba.

"Umm, entonces podríamos empezar desayunando y después exploramos un poco la ciudad, ¿te parece?" proponía Hannah mientras repasaba en su cabeza el plan de hoy a detalle.

"Sip, entonces te sigo."

Y sin decir nada a cambio, Hannah dejó su escoba en un armario que se encontraba a la salida del terminal de la Línea Ley, le dio una moneda al pequeño duende que cuidaba dicho almacén, y acercándose a Akko la tomó de la mano, emprendiendo camino al restaurante. Durante todo el trayecto no hubo ninguna palabra de las dos; era como si no hubiera necesidad de siquiera decir algo, todo se trasmitía por medio de esa pequeña conexión que tenían. Las calles, por otro lado, se encontraban llenas, pues siendo de madrugada, la actividad era constante. Diferentes personas pasaban por sus lados, unas iban en traje yendo a trabajar, mientras que otras iban de camino al centro de la ciudad, tal vez a realizar compras o alguna que otra tarea del día a día.

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Notando que el sitio en cuestión estaba cerca, Hannah empezó a reducir su paso y ya en frente del local, girando un poco para mirar a Akko, dijo, "Bienvenida a Lazy Gecko Café." El sitio era un pequeño establecimiento en el centro de la ciudad y, aunque no parecía la gran cosa, era el lugar al que siempre venía Hannah cada vez que salía de Luna Nova.

"Tiene un nombre bastante extraño," decía Akko, revisando el sitio de arriba abajo, notando que al lado del letrero había una pequeña lagartija dibujada de perfil.

"Eso se lo tendrás que decir a la abuela que lo atiende; yo tampoco tengo idea de por qué le puso ese nombre," decía Hannah, enfrente de la japonesa, mientras la esperaba para entrar.

Ya dando los primeros pasos y abriendo la puerta, se encontraron de frente con un sitio bastante hogareño; el olor a pan fresco y café inundaba el lugar, mientras que en el mesón se encontraban distintas figuras de lagartijas de colores por todo el lugar. Del otro lado de este, se encontraba una pequeña anciana que, notando el sonido de la puerta, se dio media vuelta y, reconociendo a Hannah, dijo:

"Tú, de nuevo acá."

Hannah, arrugando un poco la frente, respondió inmediatamente sacándole la lengua, para después decir, "Vendré las veces que quiera, anciana."

La abuela, sin ceder terreno, respondía, "Maldita niña maleducada," y de esta forma continuó un intercambio entre las dos, que duró un buen rato. Cuando las dos se quedaron sin aliento, la anciana, que no había notado a su acompañante, volteó a ver a Akko, que pegó un sobresalto, pues esperaba que el siguiente insulto estuviera dirigido a ella. Sin embargo, la señora simplemente la examinó por un momento para después decir, "Un nuevo cliente, sigue pequeña, sigue." Akko, que no sabía qué hacer pues toda la interacción la había dejado sin palabras, buscó los ojos de Hannah pidiendo ayuda con ellos.

Hannah reaccionó y, después de tomar aire, respondió tomándole la palabra, "Ella viene conmigo, saco de huesos." La señora, que desde lejos se le notaba que le iba a salir otra arruga en la frente, dijo, "Pues qué esperas, búscale una mesa y deja de molestar." Hannah, que volteó hacia otro lado mientras resoplaba, tomó a Akko de la mano y la guió al pequeño patio que tenía el local.

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La parte trasera no tenía nada que envidiarle a lo que se encontraba en la entrada; las figuras de lagartijas permanecían en todos los lugares, solo que esta vez había pequeñas macetas repartidas por el lugar, acompañadas de mesas para dos con una sombrilla por si llegaba a llover o a hacer demasiado sol. Hannah buscó la más cercana a la salida del lugar, que era una que se encontraba con la vista perfecta al mostrador. Esperando a que Akko se sentara, tomó el menú de la mesa y se lo mostró, "Pide lo que quieras, todo va por mi cuenta." Akko, ante esto, tomó la hoja que traía la selección de comida pero, antes de revisarla, la miró a los ojos seriamente y dijo, "Hannah, no quiero que lo pagues tú todo." Hannah simplemente mantuvo la mirada para luego decir, "Nope, yo te invité, por ende, yo soy la que debe pagar." Akko, que aún no iba a dejar el tema, dijo, "Está bien, pero con una condición." Hannah, cerrando los ojos, dijo, "Dispara."

"Que la próxima vez sea yo la que pague."

Hannah, sorprendida, abrió los ojos de nuevo y, mirando a la chica que ahora le regalaba una sonrisa, se dio cuenta de una cosa muy importante: que Atsuko estaba dispuesta a volver a salir con ella y, si todo salía según lo planeado, no sería solo como amigas, sino tal vez como algo más.

Saliendo de su letargo y respondiendo para no dejar a la chica sin nada, dijo, "Está bien," mientras devolvía la sonrisa, volviendo al tema en cuestión, "¿Y qué vas a pedir entonces?"

"Quiero un Full English, ¿y tú?" respondía Akko, mirando el menú.

"Yo me pediré un Gecko Special. ¿Quieres un café o te parece un té?"

"Café, pero con leche y azúcar, por favor."

"Okay, dame un segundo; voy a ir a pedírselo a la abuela." Y dejando a la pequeña japonesa en la mesa, salió disparada hacia donde se encontraba la anciana, acercándose al mostrador, le dijo, "Abuela, un Full English con café y leche, y para mí, el menú de siempre." La mujer, que estaba al pendiente de los sartenes, asintió con la cabeza recibiendo el pedido. Pero antes de que Hannah volviera a donde se encontraba Akko, miró hacia los lados y, dándose cuenta de que faltaba una persona más, preguntó, "Abuela, ¿dónde está Edward?" Esta, sin mirarla, respondió, "Dijo que volvía en una hora; que tenía algo importante que hacer." Viendo que la abuela se encontraba sola y que los clientes estaban llegando de uno en uno, Hannah preguntó, "¿Quieres que te ayude?" La señora, que esta vez sí volteó a mirarla, gruñó entre dientes y dijo, "Haz lo que quieras," recibiendo la respuesta como un sí a regañadientes. Salió corriendo a la mesa donde se encontraba Akko, que la recibió con una mirada curiosa.

"Umm, Akko, ¿me podrías esperar un poco?" La chica, sin entender a qué se refería, respondió, pensando que hablaba de la preparación de la comida, "Sí, claro, Hannah." Su sorpresa llegó cuando Hannah corrió detrás del mostrador, tomó un delantal del restaurante y comenzó a atender a los clientes. La veía pasar de un lado a otro, mientras tomaba órdenes y repartía pedidos. En un momento, pasó por el lado de la mesa y dejó un vaso con jugo de naranja, "Para que pases el rato," le dijo mientras le guiñaba el ojo.

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Ya con el vaso medio vacío, vio cómo la chica se acercaba lentamente a la mesa de nuevo; esta vez traía una bandeja con dos platos y dos tazas, acompañado de unos pequeños cubos de azúcar. Dejando la bandeja en la mesa y tomando asiento, Hannah se quitó su delantal, lo puso en el espaldar de la silla y procedió a repartir cada plato.

El de Akko consistía de dos pedazos de tocino, con un huevo frito, una salchicha de cerdo, tomate, champiñones, papas a la sauté, un poco de frijoles y tostadas. Por otro lado, el de Hannah era huevos escalfados con salmón ahumado, champiñones de Portobello, espinaca, papas a la sauté y tostadas inglesas.

Todo se veía exquisito, y a las dos se les hacía agua la boca, pero antes de dar siquiera el primer bocado, Atsuko miró directamente a Hannah y dijo, "Hannah, eres sorprendente." Hannah, por su parte, casi escupe el poco de té que había empezado a tomar y, limpiándose la boca con una servilleta después de tragar, preguntó, "¿P-por qué lo dices?" Akko, que la miraba con una dulzura que ella nunca había visto emanar de esos preciosos rubíes, respondió, "Por todo lo que haces, por lo que acabas de hacer, por lo que cada día haces por mí." Hannah, sin respuesta alguna, empezó a ruborizarse de arriba abajo, y Akko, aprovechando el momento, acercó su mano y, poniéndola encima de la de ella, continuó, "Hannah, eres valiente, inteligente y desafiante," le decía mientras volteaba su mano y posaba su palma encima de la de ella. "Eres hermosa, sexy y coqueta." Ahora, masajeaba con sus pulgares las pequeñas fisuras de su mano, mientras que la inglesa solo era cautivada por esa mirada. "Por Dios, es que ni siquiera han pasado tres horas desde que comenzó la cita, y he descubierto cosas de ti que ni en mis más locos sueños hubiera imaginado." Esta vez, llevada por el instinto, Hannah levantó la mano de Akko y, posando el codo sobre la mesa, juntó sus palmas y entrelazó los dedos con la japonesa. "Akko, tú también eres sorprendente," decía entre susurros. "Tu fuerza de voluntad es inigualable, y qué decir de tu entusiasmo." Akko, que no la dejó continuar apretando el agarre, dijo, "Pero nada de eso hubiera seguido siendo parte de mí, si no fuera por ti."

Y mientras se quedaban en su duelo de miradas, escucharon a alguien carraspear de fondo, "Ejem." Al escuchar, las dos saltaron de sus asientos, y un rubor evidente apareció en el rostro de cada una. Akko, por su lado, trataba de ocultarlo tapándose el rostro con sus manos, mientras que Hannah miró hacia el techo, buscando con la mirada cualquier cosa para distraerse. El chico que las había interrumpido simplemente las contempló durante un rato y, cuando logró conectar la mirada con Hannah de nuevo, le regaló una sonrisa juguetona mientras decía, "Hannah, solo venía a decirte, gracias por ayudar a la abuela mientras no estaba, y preguntarte si necesitas algo más." La chica en cuestión, que ya se había recuperado, volteó a mirar a Edward y, notando por el rabillo del ojo que Akko también se estaba tranquilizando, le respondió de manera rápida, pues no quería tomar más tiempo del que ya había perdido antes, "No te preocupes por ello, Edward. Me lo puedes compensar después con una poción que necesito." El chico, al escuchar esto, hizo una mueca un poco graciosa, pues sabía que Hannah no tendría piedad. "Y no, no necesitamos nada más, gracias." Ya con esto, él simplemente asintió con la cabeza y se dirigió hacia otros clientes que lo estaban llamando.

Hannah, volteando a ver de nuevo a Akko, vio que la chica ya se había recuperado por completo e, incluso, ya estaba tomando un poco del plato, pues no quería que se enfriara. Hannah la miró y, ya con el tenedor en la mano, también dijo, "Sé que tienes varias preguntas, ¿pero te parece si mejor comemos primero?" Akko, que tal vez por la vergüenza de lo que había dicho antes, no la miraba fijamente, simplemente asintió ocultando el rostro con su taza de café.

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Pasó el tiempo y, ya con los platos vacíos, las chicas disfrutaban del silencio mientras tomaban cada una de lo que quedaba de su bebida. "¿Cómo los conociste?" preguntó Akko. Hannah bajó la taza y, poniéndola sobre la mesa, apoyó el dedo sobre el mentón y dijo, "¿Te refieres a la abuela y a Edward, cierto?" Akko asintió con la cabeza. "Fue cuando recién íbamos a entrar a Luna Nova. Ese día habíamos quedado en reunirnos con Barbs en el patio frente a una iglesia, pero debido a que yo vivo en Londres, llegué por otro lado que no fue la estación principal, así que podría decirse que me había perdido. Buscando ayuda o cualquier guía que me ayudara, noté el letrero del local y, pues como viste, es demasiado llamativo. Entrando, encontré a la abuela en el mostrador y, pues, puedes imaginar lo que pasó." Akko, entendiendo el mensaje, se llevó la mano a la boca y se rió un poco. "Ya me lo puedo imaginar, jejejeje." Hannah, que también sonreía, contagiándose de la peli café, siguió contando la historia. "Después de eso, Edward nos separó, me dio las indicaciones y, de ahí en adelante, empecé a venir cada vez que pasaba por la ciudad."

Akko la contempló un poco y, asintiendo con la cabeza, siguió preguntando, "Entonces, ¿vives en Londres?"

"Sí, sé que suena raro que una bruja viva y crezca en la ciudad, pero es más normal de lo que parece. Además, papá y mamá pertenecen a la Asociación de Magia y Hechicería de Londres, sin mencionar que ninguno de mis hermanos se ha sentido afín con la brujería, dejándonos sin opción de dejar la ciudad en algún punto," decía Hannah, mientras que Akko, al escuchar que esta tenía hermanos, se le abrieron los ojos como platos y, colocando las manos sobre la mesa, preguntó emocionada, "¡¿Tienes hermanos?!" Hannah simplemente la miró y, como si no se tratara de algo así de extraordinario, continuó, "Síp, una hermana mayor, un hermano de mi misma edad y una hermana pequeña."

"¿Y tú, Akko, tienes alguno?" La chica, que ya se había calmado, tomó asiento de nuevo y, negando con la cabeza, dijo, "Nope, soy hija única. Papá es CEO de una empresa de autos en Japón y mamá es ama de casa, aunque antes era una abogada de renombre que siempre acompañaba a papá en su puesto." Ahora era el turno de Hannah de sorprenderse que, con la boca abierta, dijo, "Akko, ¿eres una niña rica?" Akko, que esta vez sí soltó una carcajada, dijo, "Jajajajajajaja, Hannah, yo no lo diría de esa forma jejeje, además estudiar en el extranjero es muy costoso y más si es una escuela como Luna Nova. No cualquiera puede entrar ahí."

'Ahora todo tiene más sentido. Por qué ella empezó a actuar de manera más refinada cuando ocurrió lo de Diana, porque algunos manierismos, aunque torpes y violentos, se veían de alguna forma elegantes,' reflexionando en su cabeza, Hannah contestó, "Es solo que es extraño, ya sabes. Después de todo, nada de ti dice que eres de ese estatus, o por lo menos nada antes de ya sabes, de lo de Diana." Sin escuchar una respuesta, la inglesa levantó la cabeza que había bajado antes y se encontró con una Akko un poco reflexiva y, tratando de cambiar el tema, Hannah inmediatamente replicó diciendo, "Bueno, ya basta de mí. Ahora quiero saber un poco más de ti, ¿cómo es Japón? ¿Qué tal es vivir allí?"

Y así, con el cambio de dirección de la conversación, siguieron hablando durante un buen rato, conociéndose la una a la otra, algo que desde que cambió su forma de verse nunca se habían dado el lujo de ahondar. Durante toda la charla, hubo risas y, de vez en cuando, una sorpresa. Hannah, por su parte, nunca se había sentido tan tranquila, tan extremadamente cómoda con alguien. Sabía que con Akko podría charlar durante horas y no se cansaría y, de hecho, viendo que el sol estaba empezando a bajar hacia el otro lado, fue que decidió que era momento de dar el paso al frente.

"Oye, Akko," dijo mientras la chica estiraba un poco las piernas. "Todo lo que dijiste, ¿no era mentira, verdad?" La chica, mirándola confundida, dijo, "¿De qué hablas?"

"Lo que dijiste cuando Edward nos interrumpió," entendiendo a lo que se refería, la pequeña japonesa abrió los ojos y, continuando, afirmó, "Oh..., no, Hannah, no era mentira." Tomando un respiro, pues la seriedad y esa mirada la habían dejado sin aliento, la oji negra le preguntó, "Akko, ¿podrías venir conmigo a un lugar antes de regresar a Luna Nova?"

Akko, viendo hacia el cielo y notando que el atardecer estaba llegando, se dio cuenta del tiempo que había pasado y, mirando de nuevo a Hannah, asintió con la cabeza y dijo, "Sí, Hannah."