Capítulo XIV
Digna
Caminando por las calles, una delante de la otra, mientras Akko miraba la espalda de Hannah, toda clase de pensamientos inundaban su cabeza, y uno en especial empezaba a resonar más que otros.
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¿De verdad estaba lista para dar este paso?
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Se preguntaba una y otra vez.
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¿Estaba segura de que podría aguantar una relación o su estado mental la traicionaría?
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'No, ya no soy la misma de antes.'
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¿Era ella digna de estar con alguien como Hannah?
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'¿Lo soy?'
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'Pffft, obvio que no, Atsuko, no lo eres,' decía una voz en su cabeza.
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'Tú, de nuevo.'
'Sí, mi querida Atsuko, yo de nuevo.'
….
'¿Qué quieres?' decía con furia Akko.
'Nada, solo decirte la verdad, y esa es que no, no eres digna.'
'¿Cómo lo sabes?'
…..
'Cuántas veces te lo he dicho ya, ¿por qué no lo entiendes, Kagari?'
'¿Entender qué?'
'¿Te lo tengo que deletrear o es que no te quedó claro?'
'¡Cállate!'
…
'Atsuko, nunca serás digna de alguien.'
'¡Cállate! ¡Cállate!'
'Jamás te amarán, Atsuko. Ni Diana ni Hannah.'
'¡No hables más!'
'Solo es cuestión de tiempo, Atsuko.'
….
"N-no más. Por favor."
Durante unos segundos, no sabía dónde estaba. Su cabeza se había nublado, y su visión se había vuelto borrosa. Los recuerdos de aquel día volvían con una fuerza ininterrumpida.
"¡D-D-Diana, me gustas!"
Volvía a estar frente a esos ojos azules que la juzgaban viva. No podía respirar, sentía como si su pecho se comprimiera.
"¿Es esto alguna clase de broma?"
La escuchaba decir. Sus manos empezaban a temblar, y un frío inexplicable se apoderaba de su cuerpo.
"¿Cómo crees que alguien como tú puede estar con una Cavendish?"
Sí, alguien como ella, un fracaso de bruja, alguien a quien la vida nunca le había dado una sola oportunidad.
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"Ak..."
Escuchó algo de fondo.
"Akko..."
Sintió como alguien la movía bruscamente y, levantando la mirada, notó una mirada que no era azul, sino negra.
"¿Estás bien?"
Akko siguió mirando a los ojos de Hannah, y la pena y la desgracia que sentía antes eran reemplazadas por vergüenza e ironía.
"¿Dónde estamos?" alcanzó a decir en un susurro, desviando la mirada sintió como una corriente de viento pasaba por su cara, y enfrente de ella estaba una vista increíble.
"Aquí es donde quería traerte," escuchó mientras veía la ciudad entera llena de vida. "Hermosa vista, ¿cierto?"
Akko, que en este momento no sentía nada, se dio el lujo por solo unos instantes de ver cómo se movía el mundo, un mundo que al final nunca iba a abrazarla.
"Akko, tengo algo muy importante que decirte," la japonesa volvió a mirar a su acompañante y, viendo la expresión nerviosa en su cara y el jugueteo en sus manos, sabía lo que venía a continuación.
La chica tomó respiración y, buscando sus ojos, la miró seriamente y dijo, "Atsuko Kagari, me gustas. ¿Quieres salir conmigo?"
…
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Un silencio incómodo siguió después de que Hannah escupiera esas palabras, y viendo como no había respuesta, repitió su nombre para llamar su atención. "¿Akko?" Pero aún no había respuesta. Pasaron unos minutos más, y una carcajada fue lo único que se escuchó.
"Jajajajajaja, ¿en serio, Hannah?"
La chica, que pensaba que era una forma de suavizar la situación por parte de Akko, simplemente sonrió y dijo, "En serio."
Lo que no se percató fue que, cuando levantó su mirada que había bajado por vergüenza, se encontró con una mirada vacía. No había odio ni desprecio, solo el vacío de un rojo que brillaba de manera más tenue de lo normal. Esto le heló la sangre, y la frase siguiente fue lo que terminó dejándola pálida. "Lo siento, Hannah, no puedo salir contigo."
"¿Q-qué?" se escuchó salir de los labios de la chica. Akko, con indiferencia, dio media vuelta y empezó a bajar del lugar sin ninguna explicación, solo con una corta respuesta.
Hannah, que no entendía lo que acababa de pasar, salió corriendo y agarró a la chica del brazo. "¡Akko, explícame!" la escuchó gritar, pero la japonesa no abría la boca. "Dime algo." Ahora había bajado el tono, y aun así, no había ni un solo movimiento de labios. "Por favor, háblame," lo decía esta vez en un susurro. Sin embargo, ni una sílaba salió y, mientras la fuerza la abandonaba, Akko se deshizo del agarre y siguió su camino, mientras la inglesa se desplomaba en el sitio en un mar de lágrimas.
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Ya en la Línea Ley, Akko buscó alguna manera de volver a Luna Nova. Por suerte para ella, al parecer había ciertas escobas de alquiler que solo valían una moneda de bronce el viaje de vuelta. Tomando la oferta, agarró la escoba del pequeño duende y, sacando su varita mágica, recitó el hechizo que tanto había practicado, sin saber que ese sería su último viaje.
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Hannah, retomando las pocas fuerzas que le habían quedado, se levantó del suelo y empezó a caminar directamente
al "Gecko Café", pues sabía que en estas condiciones no iba a ser seguro volver a Luna Nova.
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Akko, que se encontraba ya en el túnel dimensional, sin saber muy bien por qué, empezó a sentir como su escoba empezaba a fallar. La maldita herramienta iba de un lado a otro en un descontrol total. Ella simplemente gritaba y maldecía mientras iba cayendo hacia las paredes del túnel, algo que obviamente era una muy mala noticia.
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Hannah abrió la puerta del café que aún estaba abierto. La abuela, voltiéndola a ver, ya iba a empezar un intercambio con la joven bruja, pero viendo la mirada que traía y que se encontraba sola, entendió que algo no andaba bien. Así que, con un suspiro, la anciana salió de su lugar, se acercó a la chica y la abrazó. De inmediato, Hannah se derritió en sus brazos, y esta solo la consolaba mientras movía de arriba abajo su mano en su espalda.
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Akko no sabía dónde estaba. Cuando abrió los ojos, solo se encontró con ramas por todos lados. Tratando de levantarse, notó que su pierna estaba herida, tenía un corte bastante profundo y no podía pararse. A lo lejos, se empezaron a escuchar rugidos, y ella, desesperadamente, intentaba arrastrarse para esconderse, pero todo parecía indicar que nada la rescataría de su destino.
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Hannah, que por fin se había calmado, se separó de la abuela, y esta la guió a la silla más cercana, donde la escuchó decir, "Descansa aquí, mi niña." Hannah, que solo asintió, vio como la vieja se iba detrás del mostrador y preparaba algo. Cuando ya había terminado, la vio acercarse a ella con dos tazas que desprendían un aroma agradable. "Toma esto, te relajará," le dijo la abuela. Hannah, aceptando el brebaje con un pequeño "gracias", miró a los ojos a la abuela y le dijo, "Abuela, ¿será que hoy puedo quedarme en tu casa?" Esta, sorprendida, la miró de arriba abajo, solo sonrió de manera dulce y respondió, "Claro, mi niña." Y así, Hannah pasó el resto del día acompañando a la abuela y tratando de despejar su mente de todo lo que había pasado.
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Akko, que ya no sentía sus piernas, había abandonado toda opción de regresar con vida a Luna Nova. Los gruñidos ya estaban a centímetros de ella, y ya en un gesto de rendición, se giró mirando al cielo, respiró profundo y cerró los ojos, esperando que su muerte por lo menos no fuera tan dolorosa. Cuando sintió el primer mordisco, no se atrevió a moverse; después vino un arañazo, seguido de otro mordisco, y así siguió hasta que su último aliento abandonó su cuerpo y los lares de la muerte la abrazaron con deseo, mientras que el último pensamiento salía de su mente:
"Después de todo, no era digna."
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A la mañana siguiente, Hannah había madrugado para salir directa a Luna Nova. Ya con la mente un poco más tranquila, sabía que algo no estaba bien con Akko ayer en la tarde, y hoy estaba dispuesta a enfrentarla, pasara lo que pasara. No iba a permitir que lo que habían construido se desmoronara de esa forma. Despidiéndose de la abuela con un abrazo, salió disparada al terminal de la Línea Ley, tomó su escoba del duende, tomó el portal dimensional y, en un cerrar y abrir de ojos, ya se encontraba en Luna Nova. Entrando por la puerta principal, caminó por los pasillos, pero lo que le sorprendió fue ver un tumulto de estudiantes aglomeradas en la enfermería.
Acercándose, notó unos alaridos muy fuertes y, abriéndose paso por los estudiantes, notó a Lotte arrodillada, sollozando sin cesar. A su lado, estaba Sucy que, mirando a una cama con una figura cubierta por una sábana, se le escurrían las lágrimas de los ojos. Entrando sin pedir permiso, se acercó a las chicas, pero antes de siquiera decir una palabra más, escuchó a la enfermera Wong hablar:
"¿Está segura de que es ella, profesora Finnelan?"
"Sí, enfermera Wong. Estaba en el Bosque Arcturus. Y-a no podía hacer nada por ella; las heridas eran demasiado profundas para siquiera dar un atisbo de esperanza," a su lado estaba la profesora Ursula que, con una mirada perdida, se secaba las lágrimas de sus ojos.
Ante esto, un frío inexplicable subió por la espalda de Hannah que, tomando dirección hacia el cuerpo cubierto, empezó a caminar. Cada paso pesaba más que el anterior, como si sus pies fueran de plomo, y cuando ya estaba al lado de lo que parecía ser un cuerpo, quitó la manta que tapaba la cabeza de esa persona y, reconociendo inmediatamente el rostro que yacía en ese cadáver pálido y frío, su mundo se vino a pedazos.
"Akko."
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FIN.
