Notas del autor

Ahora si me desaparecí XD, ¿Cuánto fueron 6 meses? o más? creo que más, bueno no importa vengo con buenas noticias y es que en estos días publicare hasta el final, no se ilusionen mucho pues no queda mucho por contar, y un pequeño secreto de hecho la historia ya estaba terminada desde hace meses pero a la hora de la verdad no tenia ese impulso de corregir y terminar ya de una vez por todas, sin embargo enos aquí así que esperen con ansias estos días a los que aún siguen aquí.

Cualquier review constructiva es más que bienvenida.

Declaimer: no me pertenece ningún personaje de Little Witch Academia, esto sencillamente lo hago pa divertirme.


Capítulo XXI

Consilio et Conventu

"¿Akko?" preguntaba la mujer mayor mientras que Akko sonreía detrás del celular.

"Sí, mamá, soy yo."

"Hola hija, ¿cómo estás? ¿A qué se debe esta llamada? ¿No se supone que en la escuela no puedes usar el celular?"

"Ummm, sí, pero ahora estoy de vacaciones en Londres con una amiga. Me estoy quedando en casa de sus padres."

"Umm, Londres. Bueno, no puedo decirte nada de ahí, pues nunca he ido, pero dicen que llueve mucho y el tráfico es pésimo."

"Jejejeje, de momento no ha llovido. Lo del tráfico sí es cierto…"

Después de este último comentario surgió un pequeño silencio mientras una ligera tensión se formaba.

"¿Akko? ¿Hija, estás bien? ¿Me escuchas?" Y como buena madre, Haruko se había dado cuenta de que algo con su hija no estaba bien.

"S-sí, mamá", decía Akko tartamudeando un poco.

"Hija, eso no sonó como que estuvieras bien. ¿Qué pasa? ¿Estás aburrida en la escuela? ¿Extrañas Japón? ¿O pasó algo malo?" preguntaba la mayor, tratando de sacar la espina que estaba matando a la joven.

"Lo que pasa es…" Akko, por su parte, no podía sacarlo de su boca, y la frustración iba aumentando.

"Atsuko, por favor, no me llamas a las 3 AM de Londres solo para charlar conmigo. ¿Qué está pasando, pequeña? Dime, soy tu madre; no te juzgaré por nada en el mundo."

"¿Cómo lo…?"

"Akko, estoy al tanto de todo, en especial si mi niña está sola en un país extranjero", decía la mayor, y Akko podía jurar que era cierto, pues su madre era de temer protegiendo a su única hija.

"Ahora suéltalo. Dime qué es lo que está pasando", renegaba la mujer en un tono autoritario.

"Mamá, yo…, yo…., soy lesbiana." Esperando el grito que venía a continuación, o el reproche cargado de ira, se encontró con algo que nunca esperó encontrarse.

"¿Y?" respondía con indiferencia Haruko. "¿Eso es todo?"

Akko, que se encontraba sorprendida y vulnerable, contestó a su otra pregunta:

"No, y tengo una novia en este momento." Akko, que agachaba la cabeza, involuntariamente apretó el celular con su mano derecha y esperó de nuevo a que su madre hablara.

"¿Eso era todo lo que me querías decir?"

Akko, que ahora se estaba irritando, subió un poco el tono y dijo:

"¿Todo? ¿Todo!? ¡Mamá, soy lesbiana! ¿No te parece extraño? ¿No me vas a gritar? ¿No me vas a desheredar? ¿No me vas a tratar como un monstruo?" Y mientras resoplaba, escuchó la respuesta de su madre:

"Akko, yo te amo, seas como seas, gustes a quien gustes, hagas lo que hagas. Eres mi hija preciosa, y no hay padre o madre en el mundo que no ame a sus hijos."

"Eso último es mentira", decía en susurro, que, por supuesto, su madre escuchó.

"Akko, no digas eso. Dime lo que en realidad está pasando, por favor."

Mordiéndose los labios, la chica continuó:

"Hannah, mi novia, sus padres no aceptan que ella esté conmigo."

"Oh…, ya veo. Umm… ¿y escuchaste todo eso que me dijiste de la boca de ellos?"

"No, mamá, huimos de su casa justo después de que sus padres discutieran un poco con nosotras", decía Akko, ya levantando la cabeza y cambiando a una posición más cómoda en la silla.

"Espera un minuto. ¿Qué dijiste, Atsuko?" El tono ahora sí había cambiado y sabía que no se venía nada bueno. "¿Huyeron?"

"Mamá, pls", decía Akko, alejando el objeto de su oreja.

"Nada de pls. ¿Cómo me vas a decir que huyeron? ¿Por qué me mentiste al inicio diciendo que te estabas quedando con sus padres? ¡Akko, tienes 17 años, eres una niña! ¡No sabes lo peligroso que es una ciudad como Londres!"

"Pff…" resoplaba Akko.

"Atsuko Kagari, ¿dónde estás?"

"Mamá…"

"D-o-n-d-e e-s-t-á-s", decía esta vez con un tono que no daba lugar a negociaciones.

"En un hotel. Se llama Hotel Hilton London Bankside", respondía Akko, que ya no quería más problemas por el día.

"Bien. ¿Con qué lo pagaste?"

"Con la tarjeta que me dio papá, con todos mis ahorros y mi mesada."

"Okay", escuchó a la mujer suspirar para luego decir: "El dinero que usaste no te lo vamos a devolver."

"¡Quéeee, mamáaaaa!"

"Y me llamarás todas las mañanas y noches que estés ahí, y también justo antes de volver a la escuela. ¿Está claro?"

"Está bien…" decía resignada, pues sabía que se había salvado de una grande, y llegado al caso, su madre era hasta capaz de viajar inmediatamente a Londres por cualquier medio.

"Y con respecto a lo de tu novia, lo único que te puedo aconsejar es que vuelvan a hablar con sus padres. Sé que suena raro e ilógico, pero, como siempre te he dicho, si ellos verdaderamente la aman, la aceptarán. Y antes de que me respondas con algo distinto, la primera y única señal positiva fue que no dijeron nada de lo que salió de tu boca hace poco."

"….Gracias, mamá. Se lo trataré de decir, aunque a mí no me parece buena idea."

"Hija, hay algo que tienes que tener en cuenta, y es que ustedes chicas más que nada necesitan nuestro apoyo como padres", finalizaba la mayor, para luego decir: "Bien, Akko, te tengo que dejar. Tengo que recoger a tu padre del trabajo y después iremos a almorzar algo juntos."

"Vale, mamá", respondía la chica, procesando toda la información que su madre le había dicho.

"Y recuerda las llamadas, jovencita."

"Haaaaai."

Justo antes de colgar, a Akko se le ocurrió una última pregunta:

"Mamá…"

"¿Sí?"

"¿Por qué no te sorprendiste cuando te dije aquello?"

Su madre, que entendió a qué se refería, respondió:

"Umm, digamos que con tu padre lo sospechábamos desde hace un buen tiempo. Además, no eres muy buena escondiendo esos mangas yuri. ¿Cómo era que se llamaban? 'Girlfriends' o algo así."

"¿Espera, qué?"

Mientras escuchaba una última carcajada de su madre, sonó el tono señalando que la llamada había finalizado. Akko, que ahora se había quedado viendo la pantalla del objeto electrónico, decidió que era suficiente por hoy. Poniéndose de pie, caminó directamente al cuarto, donde volvió a recostarse al lado de una Hannah que, en un profundo sueño, la recibió con los brazos abiertos. Cerrando los ojos, esperó el amanecer del nuevo día.

.

.

.

Era la mañana de un nuevo día, y Hannah se había levantado de buen humor. No sabía por qué, pero estar junto a la persona que más amaba en el mundo al menos había aliviado el tumulto de emociones que el día anterior le había dejado.

Despegándose de los brazos de Akko, que aún seguía profundamente dormida, miró el reloj y se dio cuenta de que eran las 11 de la mañana. Ya no alcanzarían el desayuno del hotel. Tomando la misma toalla con la que se había bañado la noche anterior, se dirigió al baño para arreglarse y prepararse para enfrentar lo que el día les tenía preparado.

Al salir del baño, vio cómo una maraña de cabello y extremidades humanas se extendía por la cama, ocupando todo el espacio. Acercándose, se sentó al lado derecho y se inclinó hacia el pequeño rostro que asomaba entre la melena castaña. Le dio un beso en la frente y dijo:

"Akko, levántate."

En respuesta, escuchó un gruñido y, entre dientes, un somnoliento

"Lotte, cinco minutos más."

Hannah, divertida, se acercó de nuevo. Esta vez, destapó el rostro de la chica y, llevándose los labios a su oreja, le mordió el lóbulo.

"¡Hia!" gritó Akko, dando un pequeño salto con los ojos bien abiertos.

Hannah, soltando una pequeña carcajada, dijo a la confundida japonesa

"Buenos días."

"¿Hannah?" preguntó Akko, llevándose una mano a la oreja en busca de culpables.

"Apúrate. Ya nos perdimos el desayuno por tu culpa, y no quiero que el almuerzo sea igual. Me muero de hambre."

Akko, aún procesando lo que acababa de ocurrir, la miró de arriba abajo. Al ver que ya estaba vestida y no en pijama, preguntó

"¿Fuiste tú?"

Hannah, fingiendo ignorancia y con una mirada traviesa, respondió

"¿De qué hablas, Akko?"

"Olvídalo" dijo Akko, que en un acto de rebeldía volvió a recostarse con un resoplido.

Hannah abrió los ojos de par en par, tomó un cojín de una de las sillas y lo lanzó con fuerza hacia el trasero de Akko, que estaba a la vista.

"¡Pom!" sonó el golpe, y Akko, sintiéndolo claramente, se agarró el trasero mientras murmuraba entre dientes

"Tú empezaste."

De esa manera, una guerra de cojines y almohadas inundó la habitación. Ninguna daba tregua. Cada proyectil volaba de un lado a otro. Akko, improvisando, tomó una toalla de la mesa de noche y se la puso en la cabeza como una bandana, mientras que Hannah se ató una tela al brazo como brazalete.

"¡Ríndete, Atsuko!" decía Hannah, oculta tras su fortaleza de sillas.

"¡Jamás, England!" respondió Akko desde su trinchera junto a la cama y la mesa de noche.

"Toc, toc" sonó de repente en la puerta de la habitación. Ambas se miraron sorprendidas y Hannah que era la que estaba más cerca salió a atender a la persona que estaba llamando.

"¿Sí? ¿Quién es?" preguntó antes de girar la perilla.

"Servicio a la habitación" respondió una voz femenina al otro lado.

Hannah abrió la puerta y, asomando la cabeza, preguntó

"¿Qué necesita?"

Era una de las empleadas del hotel. Con una sonrisa, le dijo:

"Solo venía a avisarles que el almuerzo ya está listo. Pasé hace un rato para el desayuno, pero como no hubo respuesta, me retiré. ¿Desea que se lo traiga a la habitación?"

Hannah miró hacia adentro y, al ver el desorden que habían hecho, negó con la cabeza antes de responder

"No, tranquila. Bajaremos nosotras."

La empleada asintió, se despidió y siguió su camino. Hannah cerró la puerta y regresó a la habitación.

"¿Quién era?" preguntó Akko, aún con la toalla en la cabeza.

"Servicio a la habitación" respondió Hannah, sonriendo al verla con su 'bandana' aún puesta. "Vinieron a avisarnos que el almuerzo ya está listo y que si queríamos, podían traérnoslo."

"¿Y qué dijiste?" preguntó Akko, quitándose la toalla.

"Que nope, que bajaríamos nosotras al comedor" respondió Hannah mientras la japonesa asentía. Mirando hacia los lados y haciendo una pequeña mueca propuso lo siguiente "Ve y arréglate, Akko. Yo mientras tanto organizo un poco este desorden."

Cada una con su objetivo en mente, se pusieron en marcha. Akko no tardó mucho en el baño, y Hannah hizo lo mejor que pudo para organizar la habitación. Cuando todo estuvo listo, salieron juntas y se dispusieron a disfrutar del día.

Hannah, como buena residente de la ciudad, guió a Akko por algunos de los lugares más emblemáticos para turistas y locales londinenses. De vez en cuando, paraban a descansar en sitios tranquilos, disfrutando de la paz que Londres podía ofrecer.

Así pasaron los dos días siguientes, turisteando y disfrutando de la compañía mutua. El tema relacionado con los padres de Hannah no se mencionó en ningún momento, y ninguna hizo esfuerzo alguno por recordarlo. No fue hasta el último día de estancia en el hotel que algo ocurrió.

Ambas regresaban al hotel con un helado en la mano, entre risas y pequeñas carcajadas. Al acercarse a la recepción, la misma señorita que las había atendido días atrás las llamó, o más específicamente, a Akko

"Señorita Atsuko."

"¿Sí?" respondió Akko, un poco confundida.

"Alguien las está esperando a usted y a su acompañante."

Ambas se miraron aún más confundidas y siguieron a la recepcionista, que las guió hacia el lounge ejecutivo. Al entrar al lugar privado, vieron a una chica sentada en una de las sillas. Hannah se paralizó y, con un último aliento de nerviosismo, dijo

"Sarah."