PARTE 1 Desde la Tierra y más Allá
~o~
El viaje desde Mercurio hasta la Esfera Terrestre había sido más largo de lo que inicialmente imaginó, pero cada día que pasaba hacía que la emoción en la joven Suletta Samaya creciera de manera exponencial. La piloto no había abandonado la cabina de Calibarn, su fiel compañero, desde que se despidió de su familia y de su planeta. De hecho comía y dormía ahí, sólo salía a ducharse y a lavar su ropa en los servicios del transbordador espacial. Terriblemente acostumbrada a tener el agua limitada en su natal Mercurio, la piloto sabía ocupar lo mínimo y de la manera más eficaz.
"¿Crees que falte mucho para que lleguemos a Asticassia, Calibarn?" Preguntó Suletta y los monitores parpadearon un par de veces, un texto saltó en la pantalla.
[Dos horas con quince minutos, pero el tiempo puede variar hasta por treinta minutos dependiendo de cómo trabajen en la bahía de aterrizajes de Asticassia y la cantidad de naves que estén esperando su turno por entrar.]
"Gracias", la chica se estiró, no podía dejar de sonreír. ¡Ir a la escuela era su máximo sueño! Sus padres y su hermana apoyaron su idea cuando dijo que quería asistir a una escuela, hicieron uso del pase que Vanadis tenía por ser parte del Grupo Benerit, una de las empresas más pequeñas de la amplia red que cubría el Grupo, pero estar registrados los avalaban. "¿Qué quieres jugar para pasar el rato?"
[Cualquier juego donde no te pongas a llorar si te gano.]
Ante la cruel respuesta de Calibarn, Suletta puso una graciosa cara de niña regañada. "¡Eres malo! ¡Te voy a acusar con mi familia!"
[Aprender a perder es importante.]
Pero Suletta no tuvo tiempo de alegar nada más a su compañero, al mirar las pantallas laterales, su entrenado ojo notó algo que su Mobile Suit no. Rápidamente acercó las cámaras, enfocó y encontró ese algo. ¡Había una persona flotando en el espacio! La piloto lanzó un grito de pánico, por la manera en que la persona movía los brazos sabía que era porque se estaba quedando sin oxígeno. Incluso en medio de su pánico, Suletta se aseguró a su asiento, se colocó y cerró bien su casco y por simple instinto hizo funcionar completamente a Calibarn mientras se comunicaba a la cabina de mando.
"¡Emergencia! ¡Hay una persona flotando en el espacio!" Avisó de inmediato.
La respuesta no se hizo esperar.
"Entendido, piloto. Danos las coordenadas y…"
"¡N-No hay tiempo, parece que ya casi no tiene oxígeno! ¡V-V-Voy a salir!" Avisó y comenzó a mover a su compañero.
Los trabajadores que estaban en los alrededores trataron de detenerla pero no tardaron en recibir la indicación de permitirle salir. Suletta estaba acostumbrada a contar los minutos y los segundos que una persona podía estar con pocos niveles de oxígeno en su traje, así que se apresuró y no tardó en ver a la persona flotando en el espacio, ya casi no se movía.
"Misión de rescate, compañero".
[A trabajar.]
Controlado por Suletta, las enormes manos de Calibarn tomaron con una increíble delicadeza a la víctima. Suletta rápidamente llevó a la persona al interior de la cabina y notó que era alguien de estatura más bien baja, fue sencillo ponerla a salvo.
"Resiste, por favor, ya te tenemos".
El sistema interno de la cabina rápidamente reguló la presión, se oxigenó de nuevo y la piloto ayudó a la persona a levantar el visor del casco para que pudiera respirar. Antes de siquiera levantar el rostro, la persona chocó cascos con ella de manera violenta. Se trataba de una chica.
"¡Maldición!" Gritó la joven mientras recuperaba el aire a grandes bocanadas.
Suletta se quedó como tonta al momento de ver a la chica, incluso se le olvidó el dolor del golpe. "¿Se encuentra bien, señorita?" Preguntó la piloto mientras levantaba el visor de su propio casco para dejarse ver por la chica y a su vez verla mejor a ella. Suletta estaba hechizada. Los ojos de esa señorita tenían el mismo color que su planeta natal, también pudo notar que su cabello era blanco, al menos por los mechones de su frente.
"¡No!" Respondió la chica con voz tensa, se notaba malhumorada. "Mi escape se arruinó", masculló mientras se abrazaba a sí misma con fuerza, seguía recuperando el aire con profundas respiraciones.
Suletta estuvo a punto de decir algo pero no tuvo oportunidad, el comunicador de Calibarn recibió el llamado de la sala de controles del transbordador espacial.
"Piloto, regresa de inmediato. Buen trabajo".
Suletta sonrió y miró a la chica, pero ésta no sonreía y de hecho evadió su mirada. En silencio, la piloto se dirigió de regreso al transbordador espacial. La mercuriana no pudo hablar más con la chica que rescató, ni bien llegó al hangar que le correspondía a Calibarn, unos hombres con toda la apariencia de ser guardias de inmediato fueron por la chica y ésta no dijo nada más, simplemente se fue con ellos.
"Le hubiera preguntado su nombre a esa chica", murmuró Suletta mientras se encerraba nuevamente en la cabina de su compañero. Era muy linda...
[Tú tampoco te presentaste con ella, tu familia estará muy desilusionada cuando sepa que no hiciste lo que tanto habías ensayado para cuando conocieras a alguien de tu edad.]
Suletta se dio cuenta de su craso error y puso una cara de tragedia digna de fotografía.
El resto del viaje hacia la escuela de Asticassia pasó sin ningún otro incidente que reportar.
~o~
Luego de su escape fallido, Miorine Rembran ni siquiera se dignó a responder la llamada de su padre, ya sabía qué era lo que le iba a decir, era el regaño de siempre. Ya se lo sabía de memoria. Lo que sí hizo, sin embargo, fue enviar un mensaje a la única persona a la que debía avisarle que el plan había fracasado de la manera más ridícula posible. Los guardias encargados de vigilarla le dieron su uniforme para que se cambiara.
Una enfadada Miorine fue recibida en el hangar de llegadas por la persona a la que le envió el mensaje, una persona con un uniforme escolar que se distinguía por ser el único de color blanco en un mar de uniformes gris militar. La única persona en la que Miorine Rembran confiaba: Honoka Yukishiro. No tuvo que esperar demasiado por ella. A la distancia era fácil distinguir no solamente su uniforme blanco, también su cabello largo y oscuro como la noche y sus ojos que también eran como un par de trozos de cielo nocturno. Una chica ligeramente más alta que Miorine, hermosa a todas luces y bastante elegante.
"¡Miorine! ¿Estás bien?" Preguntó Honoka apenas llegó con ella a toda prisa.
"No, no estoy bien, estoy furiosa. ¡Esto es ridículo!" Gritó Miorine mientras salía de los hangares a paso furioso junto con Honoka. "Temí que pudiera perder mi transporte a la Tierra y apresuré mi escape de la nave y... ¡Me equivoqué de traje espacial! ¡Tomé uno que estaba en mantenimiento y que tenía los tanques casi vacíos!" Masculló con furia. "Y por si eso fuera poco, el transporte que mandé a pedir no llegó..."
Honoka frunció el ceño. "Eso fue muy peligroso, pudiste morir".
"No morí como puedes ver, alguien me rescató a tiempo", Miorine suspiró con fastidio. "¿Mi padre no te ha molestado luego de todo esto?"
"Amablemente me mandó a decir con uno de sus hombres que mi presencia aquí sigue sin ser bienvenida, que cuide mis pasos y, oh, que debo dejar de cooperar contigo en tus inútiles planes. Lo de siempre", respondió Honoka con una sonrisa que para nada denotaba preocupación.
"Sé que el plan falló pero… Gracias por ayudarme, Honoka".
"Y lo seguiré haciendo hasta que lo logres, Miorine".
El par de chicas compartieron una sonrisa pequeña.
"Por cierto, ¿no me dijiste que tienes que recibir a un estudiante nuevo?"
"Sí, estaba esperando por mi nueva protegida en el hangar cuando me llegó tu mensaje", respondió Honoka de inmediato.
Miorine suspiró de nuevo pero en señal de cansancio. "Ve por ella, anda. Además esa alumna nueva es de la Tierra, no queremos que los idiotas de ésta escuela comiencen a molestarla, debes ponerla sobre aviso... Es bueno que los demás sepan que es tu protegida".
"Lo haré. Por cierto, ¿quieres que cenemos juntas?" Preguntó Honoka con recuperado buen humor, era de alegrarse que Miorine se salvó de una situación peligrosa.
Miorine se acomodó el cabello. "Depende, ¿cocinarás tú o pedirás algo del comedor?"
"Cocinaré, no dejaré que sigas comiendo ese horrible ramen instantáneo alto en sodio", respondió Honoka mientras se despedía de su compañera con un simple movimiento de mano e iba camino a recibir a la nueva estudiante. Sus padres le mandaron el nombre y la foto de la chica, por fin habían encontrado a la persona perfecta para pilotar su más nuevo modelo de asistencia y protección: el MS Black.
~o~
Nagisa Misumi era una chica amigable de agradable carácter, una piel ligeramente tostada y cabello corto color castaño con un ligero matiz jengibre, atlética y vivaracha, así era ella. Estaba emocionada y ansiosa, nerviosa en sana medida y totalmente encantada de poder viajar al espacio por primera vez. Toda su vida había vivido en la Tierra y tenía entendido que los viajes al espacio sólo los podían costear los ricos, las personas que trabajaban para dichos ricos y los spacians que iban y venían como quien viajaba en auto por la ciudad.
¡No puedo creer que en verdad estoy aquí!
Lo último que Nagisa esperaba al tomar ese taller gratuito en la empresa donde trabajaba su padre, fue tener habilidades naturales de piloto. La misma empresa la invitó a tomar un curso de pilotaje en sus instalaciones. Y ahora, dos años después de duro entrenamiento físico y preparación técnica, Nagisa Misumi, una earthian de una ciudad pequeña de Japón en la Tierra, iba camino a la Escuela Tecnológica de Asticassia. Estaba emocionada por completar su educación y poder trabajar en esa misma empresa, pero no en una aburrida oficina como su padre, sino pilotando un MS especializado en Asistencia General.
Lo único que los padres de Nagisa le advirtieron antes de partir era que los spacians no eran muy amigables con los earthians. Nagisa no tenía muchas ganas de lidiar con ese tipo de personas, no le gustaba lidiar con peleas ni problemas de ese estilo, de hecho era una persona muy amigable y lo último que necesitaba era prepararse mentalmente para soportar abusones de escuela.
"Supongo que habrá otros estudiantes de la Tierra", murmuró Nagisa mientras esperaba por su guía. Según las instrucciones en su agenda de estudiante, la hija de los dueños de la empresa iría a recibirla y a guiarla en persona. Con que una niña rica, espero que no sea una princesa caprichosa… Pensó Nagisa. Bueno, todos en la empresa "Seven Stones" tenían en muy buena estima a los dueños, ella también sentía agrado por la pareja, eran muy amables. Pero en televisión y películas solía ver que los hijos que nacían en familias ricas normalmente eran niños desagradables, mimados y caprichosos.
Nagisa de verdad deseaba que no fuera el caso porque si no tenía la voluntad de lidiar con abusones de escuela, tampoco quería tratar con personas caprichosas y desagradables.
"¿Nagisa Misumi, verdad?" Preguntó una tersa y femenina voz de repente.
La alumna nueva levantó el rostro ante el llamado. La persona que tenía enfrente era una chica (muy linda, por cierto) de piel clara, parecía ser un poco más alta que ella, de cabello largo y oscuro (muy lindo, por cierto), unas (lindas) cejas pobladas y un porte elegante. Lo más notorio en ella, además de lo linda que era (por cierto), era que usaba un uniforme blanco que se distinguía de inmediato. Todos los demás usaban uniformes de ese soso color gris militar, Nagisa misma incluida, pero el que la chica usaba sin duda resaltaba.
"¡Sí! ¡Soy Nagisa Misumi, mucho gusto!" Se presentó Nagisa de inmediato con una sonrisa inmensa que su interlocutora no correspondió de la misma alegre manera, le dedicó una sonrisa más bien educada.
"Honoka Yukishiro a tu servicio. Bienvenida a Asticassia", dijo Honoka y no le dio tiempo a la nueva estudiante de agregar más, la animó a caminar para salir de la zona de hangares y entrar propiamente a lo que era la enorme escuela. "Mis padres me avisaron que tú eres la piloto del nuevo modelo MS de la compañía".
"Ah… ¡Sí!" Nagisa ahora se sentía un poco incómoda, la manera en que hablaba esa linda chica denotaba seriedad. ¿No se supone que son de la misma edad? Era como estar con un adulto, Nagisa hablaba con una persona muy madura al parecer. "Um… Black es un Mobile Suit grandioso, me permitieron probarlo antes de abordar el transbordador y me acomodé muy bien con él, los jefes quedaron muy contentos cuando me vieron pilotearlo".
"Me alegra escuchar eso. Oh, tengo entendido que aún necesitan hacerle unos ajustes antes de mandarlo aquí, la escuela exije ciertos parámetros en los MS de los alumnos, pero mis padres no querían que te perdieras el inicio del curso y te mandaron antes", dijo Honoka pero más para sí misma que para la alumna nueva. "Te mostraré la escuela y dónde serán tus clases, también te diré dónde está el hotel para los estudiantes sin una Casa".
"¿Casa?" Nagisa pareció confundida.
"Como sabes, sólo pueden acceder a ésta escuela los alumnos que son enviados por las empresas asociadas al grupo comercial Benerit", explicó Honoka. "Las empresas más grandes y que mandan más gente a ésta escuela tienen lo que se llaman "Casas", que son complejos habitacionales donde se hospedan los estudiantes que patrocinan".
Nagisa se llevó una mano a la nuca, un poco nerviosa. "¿Entonces no hay una Casa para los que vienen patrocinados por Seven Stones?"
"Tú y yo somos las únicas estudiantes que estamos aquí de parte de Seven Stones", respondió Honoka con mucha tranquilidad. "Pero sí hay una Casa sólo para los Earthians que vienen de empresas más pequeñas, Earth House".
"¿Crees que me pueda quedar con ellos?"
"Puedes visitarlos y conocerlos", Honoka sonrió por lo bajo sin que la nueva alumna la viera. "Seguramente te darán la bienvenida, son muy agradables".
"También eres una Earthian, ¿vives con ellos?"
"No", fue la veloz respuesta de la chica y siguió caminando sin mirarla ni detenerse.
Nagisa torció un poco los labios, no puedo creerlo... Esa última respuesta fue seca, casi cortante, pronto se dio cuenta que quizá Honoka Yukishiro no era una persona muy amistosa ni social. Lo mejor era mantener todo de manera simple y profesional.
"Um… Entonces… ¿Comenzamos con el tour? Quiero conocer la escuela".
"Te mostraré las instalaciones, es fácil perderse cuando recién llegas, y de todos modos te mandaré un mapa de toda la escuela a tu Agenda Escolar".
~o~
Suletta estaba TAN feliz. ¡Asticassia no era para nada como su querido planeta natal! ¡Asticassia tenía árboles, césped y vegetación reales, como en los programas de televisión que veía con su hermana! ¡Incluso vio flores! ¡Todo eso era de verdad! ¡Además había tanta gente! La mercuriana estaba demasiado feliz y se notaba. El Haro-guía le indicó a la recién llegada dónde estaba el Hotel donde los estudiantes podían hospedarse y luego de eso el robot se retiró, pero iría al Hotel después, Suletta quería conocer toda la escuela primero.
Las clases habían iniciado hacía tan sólo un par de días, pero era usual que aún llegasen alumnos nuevos durante la primera semana debido a los tiempos de viaje y otros asuntos administrativos. Suletta no se estaba perdiendo de nada todavía.
Además, otra cosa que la emocionaba era ver a tantas personas de su edad. En su planeta, las más jóvenes eran su hermana Ericht y ella, y su hermana Eri era ocho años mayor. Además, los mercurianos vivían en el subsuelo del planeta, todo lo que Suletta conocía eran superficies rocosas y metálicas, y la peligrosísima superficie de su planeta que ardía en un lado y estaba congelado del otro. Tan feliz estaba Suletta de conocer el verdor de la naturaleza que terminó quitándose las botas y las calcetas para poder sentir el pasto en sus pies. Al notar que la miraban raro, decidió seguir con lo que estaba haciendo pero lejos de los caminos principales y de los ojos del resto de los estudiantes.
Suletta siguió con lo suyo hasta que encontró algo en medio de la amplia arboleda que exploraba, una estructura muy singular. Se acercó más al notar algo colorido en el interior.
Flores, muchas flores. Ahí adentro había brillantes flores de variados colores, ¡era un invernadero! ¡Justo como los había visto en sus programas de televisión favoritos! Su primer pensamiento era que esa pequeña construcción también era parte de la infraestructura escolar, pero se olvidó de eso al notar algo: ahí se encontraba la chica a la que salvó. ¡No sabía que ella era una estudiante de Asticassia también! Obvio al verla usar el mismo uniforme.
Por su lado, Miorine sintió que la observaban y rápidamente miró a la entrada, pronto reconoció esas ridículas cejas. Frunció el ceño. ¡Esa chica no tenía ninguna necesidad de sonreír de esa manera! Y admitía que se veía mucho mejor sin ese horrendo traje espacial color amarillo.
"Eres tú…" Murmuró Miorine.
"¡Ah…! ¡Yo…!" Suletta era tan grande y no sabía dónde esconderse, solo manoteó de manera nerviosa mientras su voz la traicionaba. "¡M-M-M-e alegra que esté bien, señorita!" Aún tenía sus botas en las manos.
"Lamento haberme portado grosera cuando me rescataste. No estaba en mi mejor momento, lo siento. Gracias por salvarme", dijo Miorine de repente, su voz ya no sonaba tan dura. La verdad era que esa chica tenía un algo que no podía poner en palabras, no todavía. Internamente se alegró por verla de nuevo, pudo agradecerle la ayuda. Admitía no haberse portado bien durante su rescate.
Suletta miró a la chica con sorpresa y su sonrisa se hizo más grande. ¡Al fin podría hacer lo que ensayó! ¡Aún podía presentarse correctamente ante la primera persona de su edad que conoció! Rápidamente dejó sus botas en el suelo y se puso firme cual soldado.
"¡M-M-Mi nombre es Suletta Samaya! ¡Mucho gusto en conocerla!" Se presentó con una voz más fuerte de la normal y se inclinó educadamente.
"No es necesario que me hables con tanto respeto", aclaró la chica de inmediato y enseguida se presentó también. "Me llamo Miorine Rembran".
"Señorita Rembran…"
"Tampoco me llames por mi apellido", advirtió Miorine con visible molestia, siempre la enfadaba que la llamaran por su apellido. Además esa chica era demasiado educada y muy nerviosa, lo mejor era ayudarla un poco.
"¿Señorita Miorine entonces?"
"Mucho mejor", Miorine regresó su atención a las flores, las estaba regando. "¿Qué deseas?"
"Esas… ¿Esas también son flores, cierto? ¿Flores de verdad? ¿Qué tipo de flores son?"
Miorine levantó una ceja. "¿Nunca habías visto flores reales?"
"No. Vivo en Mercurio y ahí no hay flores, ni árboles ni pasto... Ninguna planta", Suletta miró al suelo. Sonrió con infantil alegría mientras movía los dedos de sus pies y sentía el fresco césped.
Eso sí sorprendió a Miorine pero no que su gesto lo demostrara. "No sabía que la gente pudiera vivir en Mercurio, pensé que se quedaban en alguna estación espacial cerca del planeta para poder minar el Permet".
"¡Oh! No, eso es muy peligroso, la radiación y las ráfagas solares son letales a esa distancia", explicó Suletta con un tono repentinamente serio. "Vivimos en construcciones subterráneas muchos metros bajo la superficie, la roca dura no deja que penetre la radiación". De pronto su mirada se vio atraída por algo rojo y brillante en una mesita al centro del invernadero y ya no pudo terminar su explicación, sólo estiró un poco más el cuello para tratar de reconocer mejor lo que estaba viendo. No entró al sitio, señaló lo que había en la mesa. "Eso… ¿Eso es un tomate? Los he visto en programas de televisión".
"Supongo que si no hay flores en tu planeta, entonces tampoco hay frutos", dijo Miorine más para sí que para la chica. No era difícil adivinar que en Mercurio comían raciones precocinadas como en cualquier otra estación espacial. Además, por la distancia de la Tierra a Mercurio, seguramente no llegaban alimentos medianamente frescos, todo el alimento era procesado. Puso uno de los tomates en una servilleta de papel y se lo ofreció a su visitante. "Puedes comerlo así como está, sólo muérdelo".
Antes de comer el tomate, Suletta se dio un momento para sentir el aroma y la textura del rojo fruto. Finalmente lo mordió y su gesto lo dijo todo, casi lloró de pura felicidad. Miorine se sorprendió con esa reacción.
"Es lo más delicioso que he probado en mi vida", dijo Suletta con alegría mientras devoraba el tomate. "He comido sopas con sabor a tomate, pero no saben igual a éste tomate".
"Estos tomates saben mejor que los tomates normales, mi madre creó ésta variedad", explicó Miorine, seria. "Ella fue una gran botánica".
Suletta notó que la chica hablaba en tiempo pasado al referirse a su madre. No era necesario preguntar más y tampoco quería ponerla incómoda, no cuando estaba siendo tan atenta con ella. Por su lado, Miorine pronto dejó el tema de lado, estaba tentada a hacerle más preguntas a la Mercuriana sobre su vida en un planeta tan cercano al Sol, pero no pudo formular nada en su cabeza, alguien más llegó al invernadero y le arruinó el humor que apenas había recuperado.
Se trataba de un invitado definitivamente no deseado por cómo reaccionó Miorine a su presencia, Suletta lo notó.
"Miorine, escuché que tu intento de escape falló de nuevo", dijo la dura y presuntuosa voz de un alto chico acompañado de un grupo de tres: dos chicas y otro chico.
"¡No te atrevas a entrar aquí!" Miorine rápidamente le bloqueó el paso al chico. "Nadie tiene permitido entrar aquí, éste sitio es mío, ¡así que largo!"
"¡Cht! Me está cansando tu terrible actitud", gruñó el chico. "En realidad vine a buscar a alguien más. ¿Dónde está Yukishiro? El gran Guel Jeturk viene a retarla".
"¿Acaso estás ciego o sólo eres tonto? Ella no está aquí", respondió Miorine con voz furiosa. "¡Ahora largo!"
Guel chasqueó la lengua y se atrevió a entrar al invernadero. "Cuando te conviertas en mi Prometida, personalmente me encargaré de tu horrible actitud. Te convertiré en mi callada y dócil esposa", amenazó con una sonrisa cruel.
"¡Dije que largo!" Miorine intentó empujarlo por el pecho, pero poco logró contra el enorme físico del piloto.
Guel estuvo a punto de reaccionar de mala manera, levantó una mano para intentar someter a la chica pero…
"¡Se le ha pedido q-q-q-que se vaya! ¡La señorita Miorine le dijo que no entrara y usted no hizo caso! ¿Acaso no le enseñaron que un no es un no?" Intervino Suletta mientras se colocaba a la fuerza entre Guel y Miorine, tenía los brazos abiertos para cubrir a la otra chica y sin duda su entrada habría sido gallarda y valiente en otras circunstancias, pero la verdad era que Suletta temblaba tanto como su voz, estaba tan nerviosa que nadie se la podía tomar en serio.
Los acompañantes de Guel comenzaron a reírse de la entrometida mientras el retador la analizaba. El piloto sonrió de manera burlona.
"¡Oh! He escuchado de ella, Guel, es una pueblerina venida directamente de Mercurio, dicen que ha estado corriendo descalza por todos los jardines", dijo Felsi, una de las acompañantes de Guel. "Y parece que era verdad", señaló sus pies descalzos.
"¿Mercurio? ¿En serio hay gente que vive en esa triste roca?" Preguntó Petra, la otra chica, con una voz igualmente llena de burla.
"Hermano, no pierdas tu tiempo hablando con esa pueblerina", intervino Lauda, el último miembro del pequeño grupo de Guel, "debemos buscar a Yukishi"
"¿Me buscaban?" Preguntó una voz femenina y severa de repente.
Se trataba de Honoka Yukishiro, pero no iba sola, otro rostro nuevo la acompañaba. Honoka rápidamente echó un vistazo y supo entender la situación, encaró a Guel.
"Yukishiro, vengo a retarte a un duelo", declaró Guel con los brazos cruzados y sacando el pecho tanto como le era posible, todo para resaltar su presencia y poder. "¡Miorine va a ser mía y yo mismo me encargaré de que regreses arrastrándote a…!"
Sin embargo, su demostración de macho poco servía ante alguien como ella. Honoka simplemente revisó su teléfono con parsimonia, debía confirmar sus horas libres.
"Mi siguiente clase comienza en veinte minutos más, así que puedo enfrentarte después de las tres de la tarde si el horario te viene bien, sino, podemos programarlo para otro día", respondió Honoka con tono desinteresado. "Espero que hayas solicitado el duelo al Comité, y si no, tienes tiempo. Lamento ser breve pero justo ahora estoy dándole un tour por la escuela a la más nueva piloto de mi compañía", continuó Honoka, señalando a Nagisa con un educado gesto. "Ahora, si nos disculpan, tenemos cosas más importantes por hacer".
Honoka hizo que Nagisa se quedara cerca del umbral del invernadero, dentro del invernadero, y fue ella misma quien echó a Guel fuera del sitio. La chica era más fuerte de lo que aparentaba su elegante y delicado físico. Luego de eso le cerró la puerta justo en la cara a Guel y a sus acompañantes. Suspiró con cansancio apenas los escuchó gritar improperios y después irse.
"Mi querida Miorine, tus admiradores siempre son muy molestos", comentó Honoka con una recuperada sonrisa, un gesto pequeño que denotaba diversión.
"Cierra la boca, Honoka", masculló Miorine. Miró a Suletta y puso un gesto enfadado. "¡No debiste enfrentarlo! Ahora ese imbécil y sus amigos comenzarán a molestarte".
"¡P-p-pero…! ¡Alguien debía hacer algo! ¡Está mal molestar así a otras personas!" Alegó Suletta con sus ridículas cejas fruncidas y los puños apretados; y sus nervios a flor de piel, desde luego.
Nagisa, que había visto toda la escena sin poder creerlo, se rascó la cabeza. "Oigan, no quiero interrumpir pero… ¡¿Qué rayos fue todo eso?!"
"Lamento que tuvieras que ver semejante escena", se disculpó Honoka de inmediato y enseguida miró a la persona que no conocía pero que al parecer Miorine sí. Se inclinó ante la chica con sincero agradecimiento. "Muchas gracias por protegerla".
"N-No fue nada, señorita".
"Honoka, ella es la persona que me rescató", dijo finalmente Miorine, un poco más calmada.
Saber eso hizo que el gesto de Honoka se suavizara por completo, incluso tomó las enormes manos de la chica entre las suyas. "Muchas gracias por salvarla, no sabes lo mucho que eso significa para mí".
"Sólo hice lo que debía hacer", dijo Suletta, visiblemente feliz.
"Creo que lo mejor será presentarnos correctamente", dijo Honoka una vez más. "Mi nombre es Honoka Yukishiro, estudiante del Departamento de Mecánica de segundo año. Mucho gusto", se presentó y enseguida miró a Nagisa, asintió.
Nagisa tardó un par de segundos en comprender el mensaje. Respingó y se aclaró la garganta. "Soy Nagisa Misumi, recién entré a ésta escuela y estoy en segundo año también. Ah… Soy piloto y vengo respaldada por la empresa de la familia de Yukishiro, mucho gusto", se presentó y por instinto extendió su mano a la chica más alta que sin duda parecía más amistosa. "Es mi primera vez en Asticassia".
"¡S-S-S-Soy Suletta Samaya, mucho gusto! También entré al Departamento de Pilotaje de segundo año", se presentó una nerviosa pero emocionada Suletta, estrechó la mano de Nagisa. "Y también es la primera vez que estoy aquí".
El par de pilotos miraron a la que faltaba por presentarse. Miorine frunció el ceño y miró a un lado, sólo para encontrarse con la sonrisa traviesa de Honoka. Miorine gruñó.
"Oh, verán, ella es…"
"Puedo presentarme sola, gracias", la interrumpió una enfadada Miorine. "Soy Miorine Rembran, estudiante de segundo año del Departamento de Gestión Estratégica", se presentó de una manera graciosamente mecánica, como si fuera un robot.
Una vez terminadas las cortesías, Nagisa soltó a Suletta y esa misma mano se la llevó a la nuca. De nuevo notó que había tres uniformes grises y uno blanco. "Tengo una duda, espero no sonar tonta… Ah… ¿Por qué ella tiene un uniforme de otro color?" Preguntó mientras señalaba a Honoka con su pulgar derecho.
Miorine fue la que decidió responder, pero había un detalle que le llamó poderosamente la atención: a ninguna de las pilotos nuevas les sorprendió escuchar su apellido, como si no lo conocieran, era un agradable cambio a decir verdad.
"El uniforme blanco solamente lo puede usar el estudiante que posee el título del Holder", explicó Miorine. "El Holder es mi Prometido, o Prometida en éste caso, y se trata del mejor piloto de la escuela".
Nagisa parpadeó dos veces, Suletta puso un gesto de genuino asombro.
"¿U-U-Ustedes dos son n-n-novias?" Esa parte era la más sorprendente para Suletta. Por alguna razón, saber eso la hizo sentir rara dentro de su pecho.
"¡¿Cómo que eres la mejor piloto de la escuela?!" Nagisa no podía creerlo, ¡esa chica Yukishiro ni siquiera parecía ser muy atlética! Pero al recordar cómo sacó a ese grosero gorila del invernadero, claramente no debía juzgar un libro por su cubierta. "Acabas de decir que eres mecánica". Y ahora que lo pensaba, tenía mucho sentido que fuera al menos un poco fuerte.
"Soy una mecánica pero el asunto del Holder es… Es una larga historia", fue lo único que respondió Honoka.
"Entonces debes ser fantástica, señorita Yukishiro", intervino una recuperada Suletta. ¿Tan buena piloto era? ¿La mejor de la escuela? ¡Eso sonaba genial!
Honoka nuevamente revisó su teléfono. Al notar qué hora era, suspiró hondo. "Jeturk me quitó tiempo, debo ir al Comité de Duelos, me acaban de mandar mensaje pero aún tengo mucho por mostrarle a Misumi… Lo menos que puedo hacer es pasarte el mapa de la escuela ahora mismo", agregó eso último mirando a Nagisa. "Prometo terminar el tour a la primera oportunidad".
"No te preocupes por mí, yo…" Nagisa miró a Suletta y enseguida sonrió. "Dijiste que también eres nueva, ¿verdad?"
"¡S-sí!"
"¿Exploramos la escuela juntas?" Propuso Nagisa. Suletta sin duda parecía una chica mucho más agradable y llevadera que el otro par de estudiantes en el invernadero, y lo pensaba sin afán de ofender, pero esa chica Miorine y la hija de los jefes eran un poco raras.
El gesto de Suletta brilló ante la invitación. "¡Sí!"
Honoka sonrió, al menos Nagisa ya no se tendría que mover sola por la escuela. "Oh, cierto", la mecánica miró a Nagisa. "Debo registrarte en mis contactos, te avisaré cuando tu MS llegue, además seré yo quien se encargue de su mantenimiento y reparación".
"De acuerdo".
Al ver que Nagisa y Honoka intercambiaban contactos y ésta última le pasaba el mapa de Asticassia a la otra piloto, una tímida Suletta sacó su agenda de estudiante y miró a Miorine mientras jugaba su agenda entre sus dedos. Miorine arqueó una ceja.
"¿Podemos?"
"¿De qué hablas?" Preguntó la chica a pesar de saber qué era lo que la piloto quería.
"Registrar en mis contactos a alguien de mi edad está en mi Lista de Cosas por Hacer", explicó Suletta.
"¿Una lista?" Ahora Miorine sonaba intrigada.
Nagisa y Honoka también, por cierto, alcanzaron a escucharla y le pusieron atención.
"E-E-Es la primera vez que entro a una escuela, en Mercurio no hay escuelas y mi hermana y mis padres me ayudaron a hacer una lista de cosas para hacer apenas entrara a una", Suletta rápidamente les mostró la dichosa lista en su agenda escolar.
Nagisa fue la primera en sonreír. "Me encantaría agregarte a mis contactos también".
Al escuchar eso, Miorine frunció el ceño y le arrebató la agenda a Suletta, ella misma registró su propio contacto. Le devolvió su agenda a su salvadora sin decir más. Honoka casi reía… Casi. Por su lado, Nagisa fue la siguiente y Honoka, sin nada que perder en realidad, también registró en sus contactos a la alegre piloto. ¡Por supuesto que quería seguir en contacto con la persona que le salvó la vida a su querida Miorine!
"Con su permiso, debo ir a clases antes de mi duelo", se despidió Honoka y rápidamente se puso en camino.
"Ustedes recién llegaron, podrán asistir a clases a partir de mañana, así que tienen tiempo para familiarizarse con la escuela", comentó Miorine mientras tomaba sus herramientas de jardinería. No pensaba decir nada más pero escuchó el feroz rugido de hambre de una de las pilotos, de Nagisa específicamente. "La cafetería está en aquella dirección. Es gratuita, por cierto", dijo sin mirarlas.
La sonrisa de Nagisa se hizo enorme, sujetó a Suletta por la muñeca. "¡Vamos!"
"¡Vamos!" Pero antes de irse, Suletta miró a Miorine. "¡Nos vemos luego, Señorita Miorine!"
Los pilotos se fueron corriendo directo al comedor de la escuela. Miorine, sin poder evitarlo, suavizó su gesto al pensar en Suletta, la persona que le salvó la vida.
CONTINUARÁ...
