La mañana del primer día de clases, suele ser un día en donde los nervios hacen de las suyas en los estudiantes, y en algunos casos, en los padres de estos. Las expectativas de lo que esta nueva etapa de sus vidas pueda llegar a conllevar hace que la mente de cada uno se llene de los distintos posibles escenarios que puedan ocurrir, desde los más positivos e indulgentes, pero la mayoría de veces, siempre eran los negativos los que más emergían, ya sea como una forma de preverlos e intentar tomar medidas para estos, o simplemente, para hacer mella en la confianza de las personas, especialmente los estudiantes.

Dentro de los distintos estudiantes que estaban pasando por este proceso, Josuke Higashikata era uno de estos, aunque su imagen daba a entender lo contrario. No tenía idea de cómo había logrado ingresar a una preparatoria de tal renombre, cuando de las cosas de las que solía resaltar, sus aptitudes académicas nunca fueron tales. Así que supuso que algo en la entrevista debió haberle ayudado a conseguir esa oportunidad.

Era una oportunidad única en la vida, no puede permitirse arruinarla por nada del mundo. Era algo que había oído decir de mil y un formas distintas entre su madre y su abuelo, a un punto, de que estaban cerca de sacarlo de quicio, pero no por eso, ignoraba porque lo hacían. Solo querían que pudiera conseguir lo mejor para sí mismo, ya que eso es lo que hace la familia.

Ahora, la mención de esa palabra logró hacerle recordar, que ahora, ellos dos no eran su única familia tal cual. El hombre del abrigo de esta mañana, decía que era su sobrino, y que tenía un padre que, a pesar de los años de ausencia, decía tener voluntad de que no fuera más el caso de ahora en adelante.

Esto no se suponía que debería pasar en su primer día, nunca lo llegó a visualizar en sus peores escenarios, pero poco podía hacer al respecto, por ahora, lo mejor es que siguiera el consejo de madre y abuelo, y se enfocara en dar una buena imagen en la prestigiosa escuela que lo había aceptado, y de paso, podría despejarse del asunto de su aparecida nueva familia.

Empezó a acercarse a los casilleros, con su imponente estatura de 1,80 metros (cifra que resalta para un chico de sus 16 años de edad), en busca del que estuviera rotulado con su nombre. En la búsqueda, podía oír como varios murmullos lo señalaban a él, tanto de manera positiva, como negativa, a pesar de que su físico, pudiera intimidar a los segundos. Supondría que eso, no cambiaría respecto a la secundaria.

Finalmente encontrando el casillero con su nombre dentro de los de primer grado, se acerca a este, para hacer el cambio de calzado, previo a su salón de clases. Mentiría si dijera que no le da una sensación de alivio resguardar su calzado, en especial uno en el que se gastó gran parte de sus ahorros. Durante dicho cambio, nota que alguien llega a su lado, a realizar la misma acción en el casillero vecino. Tal vez era el momento de hacer su segundo amigo en el día, con esa oportunidad.

- Parece que seremos vecinos de casillero, y con algo de suerte, también de salón – Mencionaba, mientras finalizaba su cambio de calzado – Con eso en mente, me presento. Soy Higashikata Josu…

Las palabras, parecían haberse borrado tras ver a la persona a su lado. Era una chica de un delicado rostro, cuyas facciones, eran finas y elegantes. Estas estaban acompañadas de un largo y lacio cabello oscuro, que llegaba un hasta su espalda baja. Pero lo que más le impresionó, fue cuando se terminó de cambiar los zapatos, sus ojos se posaron en su persona, pudiendo notar el color oscuro de estos, conformando una profunda mirada.

Nunca había sido de reaccionar a la apariencia de los demás, pero nunca se había esperado que una chica de ese porte, fuera su vecina de casillero. Tras notar como se había quedado callado de repente, decide aclarar su garganta, y seguir con su presentación.

- Ejem…, como te decía, soy Higashikata Josuke, y soy tu vecino de casillero, aunque suene un poco redundante – Decía con una amable sonrisa, y un chiste, para olvidar ese incomodo momento.

Pero para su sorpresa, con el paso de los segundos, la respuesta nunca llegó. La chica se quedó observándolo, gracias a su mirada, notó la creciente intensidad que estaba colocando en esa acción. Sabía que su chiste no era bueno, pero no esperaba esa reacción.

Para cuando intentó seguir la conversación, la chica empezó a temblar, para finalmente, cerrar su casillero de manera apresurada, e retirarse en polvorosa de ahí, dejando a la deriva cualquier línea que pudiera recuperar la conversación.

Ahora tenía un semblante de desconcierto en su cara el chico del cabello Pompadour, nunca espero que su intento de acercamiento amistoso se desarrollara de tal forma. Mientras veía a la chica correr a lo lejos, cerraba su propio casillero con su brazo extendido, pero al oír el sonido del metal chocando, como indicativo de que ya estaba hecho, tuvo la idea de dirigir su mirada al nombre rotulado en el casillero de dicha chica. Si no conocía su nombre de parte de ella, por lo menos identificaría su apellido.

"KOMI"

Leyendo dicho apellido, se sentía como un premio de consolación, pero era a lo que podía aspirar tras las reacciones de esta. Una vez con esa duda aclarada, después pensaría en qué hacer con ese ahora, redundante dato, mientras decidía tomar dirección hacia su salón de clases.


Dirigiéndose hacia la clase a la que había sido asignado mediante paso constante pero firme, logra divisar finalmente el salón destinado para el grupo 1 de las clases de primer año, pero también, algo más. Llegando a la entrada notó una extraña multitud de estudiantes agrupados, ya sea en la ventana, o para su mala suerte, la puerta, que debía usar para ingresar.

- Disculpen, no es que quiera decirles que deberían hacer, pero no es muy buena idea bloquear la entrada para los demás estudiantes – Mencionaba Josuke en un tono un poco alto, lo suficiente como para poder ser escuchado, pero no tanto, como para sonar agresivo.

Parecía que su petición, tuvo una respuesta inmediata, donde la mayoría del grupo que estaba en la puerta volteo en su dirección con una no muy amable seña en sus rostros, la cual no duro mucho al verlo a él. Por el lado de los chicos, empezaban a sentirse intimidados por su imponente físico, lo cual los hacia recular en sus primeras intenciones. Mientras que las muchachas también lo hacían, pero más que por temor, por empezar a sentirse ensimismadas al ver su rostro. Estos dos sentimientos concordaron, sin hablarlo, en generar un pasillo improvisado, para que pudiera pasar.

Mientras pasaba por la puerta, agradecía la acción de la multitud, a ambos lados, mientras que ubicaba el plano donde estaban ubicados los asientos para la clase, cerca del tablero. Ahí, pudo identificar que su asiento era en la parte del fondo del salón, así que decidió dirigirse ahí, sin pensar realmente el porqué de la inesperada multitud que encontró.

Al voltear, pudo notar varios alumnos ubicados en distintos lugares, así como algunos ya haciendo sus primeros intentos de socializar entre ellos. Pero lo que llamó su atención, fue lograr ubicar al mismo chico con el que se había cruzado antes de entrar a la escuela. Así que decide hacerle una seña de saludo a la distancia mientras que va hacia su lugar asignado. El chico de baja estatura también lo nota, y aunque se ve primero sorprendido, y ¿un poco incomodo?, después de unos segundos, responde con una seña similar. Por lo poco que ha visto de él, es un chico bastante inseguro y nervioso, pero para nada una mala persona.

Mientras llega a su lugar, se sienta en su puesto, con un el ánimo renovado. Es una muy buena señal que ya cuente con quien hablar en el salón, y antes de que inicien las clases. El chico Hirose era un buen comienzo para tener amigos, a diferencia de la chica Komi, la cual se podía ver que no era de hablar, si quiera. Eso lo tomaría como una buena señal para el inicio del año.

Fue cuando quiso ver hacia la ventana, para saber si la multitud seguía ahí, que entendió de que no era bueno empezar a sacar conclusiones antes de tiempo. En el escritorio a su lado, se encontraba la misma chica en la que había pensado hace unos segundos, con su mismo porte y expresión estoica. En serio, ¿Cuáles podrían ser las probabilidades de que además de coincidir con los casilleros, también lo hicieran con los lugares en el aula? Sabía que era de primero, debido a la ubicación de su casillero, pero tras el encuentro ahí, esperaba que no coincidieran en el mismo grupo. Finalmente cedió al llegar a la conclusión que no podía hacer nada al respecto.

Tras retomar su visión a la multitud que se veía en la ventana, empezó a escuchar varios comentarios saliendo del grupo. Todos enfocados sobre la aparición de su ahora, vecina de puesto. Cada uno resaltando su apariencia y porte en distintos grados. Estaban los simples que la no la bajaban de absoluta belleza. Luego los ingeniosos, los cuales variaban entre compararla a alguien de la realeza, hasta algunos en los que pudo oír que la definían a primera vista como una Yamato Nadeshiko. Pero se empezó a incomodar, al notar que unos estaban llegando al nivel de compararla al campo de la divinidad, solo con observarla.

Ya habiéndose hecho a la idea de la naturaleza de la congregación, ahora quiso ver si tal vez la chica, mostraba una reacción diferente a lo que le había mostrado en el pasillo, pero para su sorpresa, parecía una estatua, manteniendo el mismo semblante de hace unos instantes. Era de suponer que ella ya está acostumbrada a esa atención. Podría entenderlo de cierta forma, ya que, desde la secundaria, él tenía un efecto similar con los estudiantes de su antigua escuela, pero nada al nivel de lo que veía que esta chica estaba consiguiendo, sin contar que no le gustaba ser descortés, por lo que trataba de ser respetuoso cuando pedía un poco de espació al respecto. Suponía que al llegar a los niveles de atención que esta chica alcanzaba, le era más fácil y practico, simplemente ignorarlos.

Una vez hecha esa observación mental, decidió respetar esa decisión, por lo que dirigió su atención a otra parte del aula, para distraerse. Por ahora, esperaría que llegará el docente del grupo, y pudiera empezar oficialmente el primer día de clases.


- Un gusto finalmente poder conocerlos – Se presentaba la docente, tras dejar sus pertenecías en su escritorio. Era una mujer de estatura promedio, de cabello rojizo, adornado con dos broches en forma de estrella en dos mechones a ambos lados de su rostro. Dicho rostro estaba enmarcado con unos lentes rectangulares, de tamaño considerable y marco de color a juego de su cabello, mientras iba vestida con un conjunto profesionista compuesto por una chaqueta de color crema y una falda de color oscuro, con tonalidades rojizas. Todo en ella denotaba madures y belleza en gran medida. Seria incorrecto que casi todos en la clase, ahora estaban embelesados por la vista de la docente, ya que ignoraría a los que se quedaron un poco más admirando a la chica Komi, ahora disfrutando de dicha vista.

- Mi nombre es Nakano Itsuki, y seré su maestra y directora de grupo en lo que respecta a este año escolar – Continuaba tras escribir su nombre en la pizarra, y ahora se presentaba con una reverencia de no más de 15° al alumnado, para luego, volver a levantar su cabeza – Y espero que nos llevemos bien durante dicho año.

Tras unos instantes, la maestra suelta un suspiro a la par que muestra una cálida sonrisa – Puedo entender que las presentaciones no son del todo agradables para todos, en especial, cuando son en grupo. Así que para hacer está un poco más amena, les compartiré un secreto – Mencionaba mientras colocaba su índice derecho en su boca, formado un gesto de silencio.

- Al igual que ustedes, este también es mi primer día en esta escuela. Así que, de cierta forma, tenemos eso en común. Por lo que, así como yo los ayudare en lo que pueda, espero que ustedes también me presten su ayuda sobre cualquier cosa que aprendan sobre el edificio, claro está.

Tras el inesperado, pero corto y cálido discurso, los estudiantes de la clase se empezaron a contagiar de dicha calidez. Así mismo, muchos de los alumnos, se dejaron llevar por una afirmación en común: "La maestra es muy linda"

Una vez hecha su aclaración, la maestra decidió que era el turno de los alumnos para iniciar sus presentaciones. Uno por uno, cada uno se fue presentando, mencionando su respectivo nombre, así como algo que creían, los podía definir, ya fuera algún hobby, característica, o incluso, su disposición en la clase. Entre ellos, pasó una chica de lentes, cabello en tonalidad verdosa y recogido pobremente, dejando una mota esponjosa de este en la parte de atrás, y unas proporciones algo gruesas, las cuales, no ayudaban a disimular los nervios que estaba sintiendo en ese momento – M-m-mucho g-gusto. S-soy A-Agari H-Himiko. E-encantada-a d-de c-conocerlos.

Parecía que los nervios no la dejaban decir mucho más, o eso era lo que pensaba Josuke. Justo después de la presentación de la chica, parecía que seguía el chico de cabellera gris – U-un gusto c-conocerlos. M-me llamo H-Hirose Koichi, y e-espero que n-nos llevemos bien e-en el año.

Sin duda, confirmaba el perfil que se había hecho del chico, sobre lo nervioso, pero también, se aseguraba de que parecía una buena persona. Tal vez le diría que comieran juntos a la hora del almuerzo.

Las presentaciones parecían seguir, sin muchas novedades, más allá de las peculiaridades de cada alumno del aula. Pero el interés del adolescente del Pompadour, se vigorizo al ver que la siguiente, era su vecina de puesto. Parecía que por fin sabría su primer nombre, por lo menos.

Pero de un momento a otro, notó algo extraño en el ambiente, el cómo la sensación de silencio y quietud se hubiera intensificado para ese momento. Al ver a los demás estudiantes, se llevó una gran sorpresa en el semblante general, donde casi todos estaban atentos a los que la chica, ahora de pie, pudiera decir. Incluso, si sus ojos no le fallaban, le pareció ver un micrófono profesional apuntando a la chica.

Sería una mentira decir que él no estaba pendiente de lo que la presentación pudiera decir de dicha estudiante, pero esto estaba tomando un giro totalmente ridículo. Finalmente, se tuvo que contener de cualquier comentario por el momento, no sería prudente para la imagen que debía proyectar en esta academia, el alzar la voz sin antes haberse presentado. No querría que su madre supiera de que haya hecho una escena en tan solo su primer día.

Tras despejar esos escalofriantes pensamientos, vuelve su atención a la presentación de su vecina de asiento, la cual, no había dicho nada tras unos segundos de que la atención de la clase estuviera puesta en ella. Fue inevitable que la expresión déjà vu viniera a la mente del chico alto, más aún cuando juraría notar una acción similar a la que había visto en los pasillos. Antes de formular otro pensamiento, ve como la chica empieza a caminar hacia el frente del salón, deteniéndose en el tablero, de donde toma una tiza con su mano.

Luego de una exhibición de movimientos bastantes gráciles, aparece el nombre de la chica escrito en dicho tablero, aunque cabe decir, en una caligrafía igualmente clara y elegante.

"KOMI SHOUKO"

El silencio empieza a reinar de nuevo en el aula, tras la breve y poca común presentación. ¿Eso era todo? Era cierto que ahora Josuke sabia su nombre completo, pero en verdad, ¿Eso sería la presentación?

Antes de seguir cuestionándose, un inesperado júbilo por parte de la mayoría de los estudiantes detuvo sus pensamientos, ahora trasladando su impresión hacia el grupo de alumnos ¿Era en serio?

Mediante un aclaramiento de garganta, parece que la maestra volvió a tomar el control de la clase.

- Ejem…, debo decir que esa fue una peculiar presentación, pero no puedo negar que también fue efectiva. Puedes volver a tu lugar, por favor – Exclamaba la profesora al retomar el control de la clase, al tiempo que la chica silenciosa tomaba rumbo de vuelta a su asiento. Luego, dirigió su mirada finalmente a Josuke, junto a una expresión amable – Creo que ahora es tu turno, sigue por favor.

Saliendo de su estupefacción, el chico alto responde de manera afirmativa, mientras se levanta de su lugar, a la vez que se sacude el confeti que le había caído encima durante el espontaneo jubilo de sus compañeros. ¿Quién trae eso para el primer día de clases?

- Mucho gusto a todos – Mencionaba mientras hacia una reverencia leve hacia el frente – Mi nombre es Higashikata Josuke. Mis gustos y hobbies no son nada del otro mundo, así que me disculpo si mi presentación no es tan entretenida.

Finalizada su presentación, notó como por unos segundos hubo silencio de nuevo en el aula. Afinando su oído, pudo notar varios comentarios negativos sobre su presentación, entre ellos el de si se creía comediante, y de serlo, que debería conseguir mejor material, en vez de hacerse el imbécil gracioso. Pero al enfocar esta vez la vista, además del recelo de varios de los estudiantes masculinos, empezó a notar como varias de las chicas de la clase lo observaban con una expresión soñadora, mientras soltaban algunos suspiros y risas cortas.

Mientras estaba inspeccionando las reacciones de sus compañeros, no notó como la maestra lo observaba atentamente, con los ojos más abiertos, y la boca a medio abrir – Así que… eres tú.

A pesar de haber sido un comentario hecho en voz baja, Josuke posa su atención en su maestra de inmediato – Disculpe sensei, ¿mencionó algo?

- Ah, no, nada. Nada realmente importante – Contestaba la profesora ante la duda expuesta, aunque recuperando su semblante cálido de una forma un poco atropellada – Gracias, puedes sentarte, por favor.

No pensando mucho en lo que le podría haber dicho la maestra, decide acatar su orden, y tomar asiento en su lugar. Retomando el tema de la impresión general, diría que es una situación de vaso a medio llenar, con una mitad de la clase que parecía tenerlo en buena estima, mientras que la otra era lo contrario. Por ahora, podría trabajar con eso en el transcurso del año.

Pero al estar ensimismado en su situación, no notó como su silenciosa vecina, le estaba dirigiendo una discreta mirada.


Iniciada la clase, Josuke empezó a enfrentar una nueva batalla que su vida escolar le estaba poniendo en su primer día, y esta era contra el aburrimiento. Estaba dando todo de sí, para evitar caer presa de las fuerzas de Morfeo, pero estaba siendo una pelea que estaba de plano, perdiendo. Intentaba tener muy presente las indicaciones de su madre y abuelo sobre no echar a perder su oportunidad, pero el peso era simplemente demasiado.

En el momento que estaba considerando seriamente abofetearse de manera contundente para no caer rendido, notó en su periferia un movimiento. Al enfocarse en la fuente, notó un borrador terminando de aterrizar en el suelo, y debido a la forma y lugar donde cayó, pudo identificar que este era de su compañera de al lado.

Suponía que no haría mal pasárselo, ya que, de alguna forma, ese fortuito incidente lo había ayudo en su duelo, así que simplemente estiro su brazo hasta dicho borrador, hasta que…

*FWOSH*

El inesperado zumbido de un objeto que pasa a gran velocidad, para finalmente aterrizar, y ser identificado como un compás lo termina de poner en sus 5 sentidos. Aunque vale aclarar, que lo que más lo llevo a ese estado, es que dicho compás aterrizó demasiado cerca de su mano, específicamente, entre su pulgar e índice estirados.

Volteando en automático hacia el origen de dicho compás, se encuentra con la bélica mirada de un compañero de clase, el cual cubría su rostro con una máscara ninja. Según la presentación, su nombre era Shinobino Mono, y que, entre sus gustos, estaban los caminos del sigilo, o algo por el estilo. Ahora podía agregar el semblante explícito de su rostro, el que, sin palabras, le daba a entender de que le era conveniente, no interactuar de más con su vecina de puesto.

Cambiando su foco de atención, se encontró con su maestra atenta en el pizarrón, completamente ajena a la situación. No podía contar con que ella le pudiera ayudar a desescalar la situación, y el tratar de hacerlo el mismo en ese instante, era algo que no podía hacer sin interrumpir la clase y empezar con pie izquierdo el año. En verdad, maldecía que ese chico no mintiera con eso del sigilo.

Tras un suspiro de resignación, tomó el borrador del suelo, que luego colocó de manera discreta en el escritorio de su ahora, vigilada compañera. Intentándolo ver de una manera positiva, ahora estaba despierto, y con la atención renovada en la clase, así que, si usaba esa renovada energía en seguir la clase, no tendría que haber otro incidente.

Era tal su concentración en la lección, que una vez más, no percibió el cómo su silenciosa compañera, le dirigía una nueva y discreta mirada.


La hora del almuerzo finalmente había llegado, algo que Josuke agradecía enormemente. Finalmente podría recargarse el ánimo para las siguientes horas, las cuales, si eran como las del primer bloque, no parecieran ser fáciles, así que su plan por ahora consistirá en salir y comprar un buen sándwich y una bebida.

Al momento de ponerse de pie, una imprevista multitud se forma, de hecho, casi encima de él. De no ser por apoyarse con fuerza sobre su mesa, tal vez hubiera sido arrojado, o incluso peor, haberse golpeado la cabeza. Si no estuviera ahora siendo estrujado por la gran cantidad de estudiantes, estaría asustado al respecto. Tras unos instantes de forcejo, pudo salir hacia el área despejada del aula, respirar una amplia y necesaria bocanada de aire, y dirigir su mirada al foco de esa congragación, aunque ya tenía una idea clara de que, o en este caso, quien podría ser.

Por entre las pequeñas aberturas que permitía la agrupación de estudiantes, pudo confirmar que, de nuevo, era la chica Komi el foco de atención y objetivo de un sinfín de preguntas. Y que una vez más, su semblante seguía tan inamovible, como durante la presentación.

No queriendo pensar de más en eso, se dirigió a la puerta del aula, mientras que sacaba una billetera, de la cual sacaba su efectivo. No era de hacer algo como esto en su primer día, pero si iban a atentar contra él de esa forma, aunque fuera de manera indirecta, sería bueno que le compensaran de alguna forma, y de paso, se ahorraba su propio dinero. Solo cuando ya estaba fuera del salón, es que alguien de la multitud, exclamo sobre la falta de SU billetera.


Si una ventaja hubiera traído el encuentro de esta mañana, es el haber tenido que recorrer el camino a pie, aunque de manera algo apresurada. Pero así fuera de esa forma apresurada, pudo notar que la panadería St. Gentlemen quedaba convenientemente cerca a la escuela, así que sería un desperdicio no ir allá a la hora del almuerzo y hacerse de uno de los sándwiches que venden.

Con suerte pudo hacerse con uno de Katsu frito, uno de los mejores, por no decir simplemente el mejor, y eso era suficiente para ponerlo de gran humor. De vuelta en la escuela, con su sándwich en su mano, mientras estaba frente a la máquina expendedora, sacando una caja de leche, aún pensaba en donde consumir su compuesto almuerzo.

- Eh…, ¿Higashikata-san? – Escucho tras de él una familiar voz.

Al dirigir la vista, se encontró con un rostro familiar – Oh, eres tú, Koichi.

Ahí estaba el chico con el que había tenido el mismo encuentro de la mañana, y de paso, habían llegado juntos a la escuela. Estaba esta vez, evitando su mirada, mientras que en la mano llevaba un bento cerrado de color oscuro tradicional.

- E-estaba pensando, si t-tal vez, ¿p-podríamos a-almorzar juntos? – Terminaba de mencionar, para después tragar fuerte – C-claro si no te incomoda.

- Por supuesto que no – Contestaba con un semblante alegre y seguro – De hecho, pensaba ir al salón para preguntarte justamente eso.

La respuesta parecía desaparecer los nervios del chico, para luego, soltar un suspiro – Entonces, esto fue conveniente. Aunque, ya que estamos fuera del salón, no sé dónde podríamos ubicarnos.

Era una buena observación, debía reconocer Josuke. Tal vez podría tener una excusa para explorar la escuela, pero el tiempo que había invertido en salir y volver, impedía que pudieran hacer un tour como debería – Es una buena pregunta. Aún no conozco del todo la escuela.

Con una mano en su barbilla, empieza a pensar en algún sitio que haya visto de camino - …De camino… ESO ES. Sígueme, creo saber dónde poder comer, y de paso, podamos ver forma rápida algunas partes de la escuela.


- N-no creo q-que sea buena i-idea estar aquí – Mencionaba el de baja estatura tras terminar de subir las escaleras.

- No hay ningún problema. Aunque por lo general, las escuelas suelen prohibir el acceso a la azotea, no vi nada referente a esto en el reglamento – Decía con confianza Josuke, mientras atravesaba la puerta que daba a la azotea – Y si hay algún problema, podemos excusarnos con ser un error del primer día. Además, de camino para acá pudimos ver de reojo las otras plantas de la escuela, sin mencionar que desde acá podremos ver las instalaciones de la totalidad de la escuela.

Koichi parecía pensar sobre eso en su mente. Era cierto que, al subir, pudieron ver poco de los otros pisos de la escuela, y ver en qué parte estaban lugares como la enfermería y la biblioteca, así con lo que él había revisado del reglamento, tampoco había encontrado nada referente al acceso a la azotea. Pero el hecho de que estuviera completamente desocupada de cualquier otro estudiante, no ayudaba con la sensación de que pudieran ser reprendidos. Finalmente, decidió no cuestionar más y seguir al más alto.

Ubicándose al lado del cercado de seguridad, se sientan y el del Pompadour decide destapar su emparedado y empezar a comer, lo cual el más bajo toma como señal, para decir un suave Itadakimasu y empezar a consumir sus alimentos.

Cuando iba a dar su primer bocado del contenido del bento, dirige su mirada su compañero, y observa que él está consumiendo sus alimentos en completa calma. El recuerdo de la mañana vuelve, y no puede evitar pensar en el encuentro de esta mañana.

- E-en verdad, lamento haberme inmiscuido en lo de esta mañana – menciona el más bajo, interrumpiendo al más alto de una mordida de su sándwich.

- Creo que ya te había mencionado que no tengo ningún problema al respecto. Simplemente estuviste ahí sin proponértelo – respondía con una amable sonrisa.

- Tal vez, pero yo mismo decidí no tomar el autobús a la escuela, y seguirlos a ustedes – Contestaba con la mirada baja, para luego tomar un suspiro – Es que pensé que si ponía atención antes del primer día…

- ¿Podrías conocer a alguien para hacer tu primer amigo en la escuela? – Interrumpe con anticipación Josuke – Lo entiendo, y no pasa nada. Tal vez no sería el acercamiento que yo usaría, pero no por eso, no significa que no entiendo el sentimiento y la disposición.

El oír esa respuesta trajo tranquilidad, una tranquilidad que estaba necesitando tras verlo entrar al salón de clases en la mañana – En verdad, te agradezco que lo entiendas, Higashikata-sa…

- Josuke – Responde, interrumpiendo una vez más, pero no de mala gana, y como muestra de eso, con la misma sonrisa amable – Me gusta que mis amigos me llamen Josuke. No es que tenga nada contra mi apellido, de hecho, es lo contrario, pero me siento más cómodo de esa forma.

Con un efecto inmediato, finalmente el temor e incomodad que le generaban el más alto, se deshace de él, y sonríe como reflejo ante la afirmación de este – Esta bien, gracias por considerarme tu amigo, Josuke-kun.

Zanjado ese asunto, los chicos siguieron consumiendo sus respectivos almuerzos, aunque esta vez, con una cálida atmósfera de tranquilidad. Habiendo terminado cada uno su ración, era tiempo de seguir con su bebida, y así, cada uno empezó a degustar de su propia caja de leche que llevaban para la ocasión.

- Y-y sobre lo de esta mañana… ¿Cómo te sientes al respecto? – Pregunta el de cabellera gris, mientras bebe de su caja. Ahora que Josuke lo consideraba su amigo, tal vez seria… mejor no. Que solo lo conocía del mismo día – M-mejor, olvida lo que dije. No es de mi incum…

- A decir verdad, he tratado de no pensar mucho en eso – Vuelve a cortar sin problemas el más alto – Se que debo considerar muchas cosas al respecto, como eso de la herencia. Mantengo de que no quiero nada si puede llegar a ocasionas problemas para esas personas, pero sé que sería necesario de algunos trámites legales para eso. Y eso sin mencionar el cómo podrían reaccionar mi abuelo, y en especial… mi madre.

La mirada de el del Pompadour seguía fija en el frente, mientras sostenía su empaque de leche en su mano – Por ahora, me gustaría entenderme nada más con Jotaro-san sobre ese tema. A pesar de cómo fueron las cosas, hay algo que me dice que puedo confiar en él, más allá de lo último que mencionó.

Koichi se tensó al recordar los últimos detalles que dicho hombre había mencionado, tanto la advertencia del maníaco que estuviera en esos rumbos, así como eso que denominó como STAND. Tal vez a pesar de no desconfiar ahora de Josuke, no podía decir lo mismo en lo referente a ese tema. Cuando se disponía a tratar de cambiar el tema, su ahora, amigo le gana la palabra por tercera vez.

- Aunque sé que no debería molestar a quien acabo de conocer hoy, y por eso lamento tener que recargar esto sobre ti. Pero por eso mismo, te agradezco la preocupación, Koichi.

Era extraño como este chico parecía poder concordar con lo que tuviera en mente, pero con una perspectiva opuesta a lo que pensaba. Aun así, no negaría que esa disposición, le daba confianza, y eso lo agradecía también para una persona que conoció en el primer día de clases.

- No hay de que, simplemente pensé que necesitarías algo de eso – Responde Koichi, ahora con una idea de cómo suavizar la conversación, para el bien, no de él, sino de ambos – Ya que, por lo que vi en el salón, parecía que no fuera lo único que te pudiera preocupar.

- ¿Hablas de lo referente a esa chica, Komi? – Preguntaba el alto curioso.

- Principalmente. Entiendo que es muy hermosa, pero no esperaba la reacción de los demás.

- Ni me lo recuerdes – Decía mientras ponía un amargo semblante – Creo que aún debo tener confeti en el cabello de esa presentación.

- Y sobre eso, realmente no dijo nada. No tengo la menor idea de cómo sea su voz, o de algo además de su nombre.

- De hecho, ¿sabes que me crucé con ella antes de entrar a clases? – Mencionaba Josuke, a la vez que sorprendía al más bajo – Parece que somos vecinos de casillero, y aunque me intenté presentar, no fue diferente a lo del salón.

- Entonces ese es el caso – Musitaba Koichi mientras frotaba su mano en su barbilla – No sería raro suponer que simplemente es una chica con un ego inflado y que cree que no hay nadie a su nivel.

Tras esa afirmación, Josuke se quedó en silencio por unos instantes. Parecía que pensaba en algo, hasta que finalmente responde – Ya que lo dices, si puede ser el caso. Y es una lástima, justamente es mi vecina de asiento. Pasar el resto del año con alguien así no será sencillo.

Luego de verlo así, Koichi suspira y desvía la mirada – Lo siento por ti. Pero ánimo, sé que puedes lograrlo.

Después de mencionar esto, suena la campana que daba fin al descanso e indicaba el reinicio de clases – Supongo que es tiempo de regresar. Mejor vámonos, antes de que se nos haga tarde.

- En marcha – responde Josuke, antes de detenerse un instante – Eh, Koichi, antes de eso ¿podríamos pasar rápidamente al área de objetos perdidos? Es que casualmente… me encontré, sí eso, una billetera, y quisiera pasar para dejarla ahí.

El de cabellera plateada se detiene y se limita a musitar simple ¿eh?


- ¿Cómo te ha ido, Tomoko? – Decía un hombre en uniforme de policía, mientras montaba una bicicleta. Dicho uniforme parecía cubrir un voluminoso y trabajado cuerpo, algo digno de notar para alguien de su edad.

- Hola papá, me ha ido normal, dentro de todo – Le contestaba una mujer de cabello oscuro con altura a su nuca. Dicha respuesta, a pesar de estar a unos pasos del conductor que se intentó pasar de listo con ella, y por eso, había sufrido las consecuencias, no denotaba ironía alguna.

- ¿Te diriges para la casa? – Preguntaba el hombre, sin perder su semblante alegre. La ahora identificada hija afirma – Entonces vamos juntos. Acabo de terminar mi turno.

- ¿Has sabido algo de Josuke? Hoy es su primer día, ¿no? – Mencionaba el agente de policía a su hija – Espero que no vaya a ocasionar problemas

- ¿Qué crees tu? Ese idiota hijo mío pierde los estribos a la mínima – Esta le responde. Ella iba vestida con un largo abrigo rojo, que llegaba hasta sus rodillas, junto a un vestido azul tallado, que resaltaba su bien definida figura. Esto acompañado de un bolso de color negro, y correa dorada, a juego con los accesorios de su vestido – Solo espero que no arruine su estancia en esa prestigiosa academia. Me pregunto de quien lo habrá sacado.

- Oye, oye…

- Pero – La mujer volvió a tomar la palabra – En el fondo, sé que es un chico amable con un gran corazón.

La respuesta parecía relajar al mayor, al punto de generarle una sonrisa - ¡Ya se! ¿Por qué no organizamos una buena cena? Para celebrar su primer día de preparatoria, además, es digno de hacerse, ya que como dices, es una preparatoria de gran renombre.

- Ya había pensado en eso – Contesta con una sonrisa igual la mujer – Solo espero que no se tarde, ni que se le haya ocurrido hacer algo que le merezca un castigo.

- No creo que debas pensar en eso. Creo que ambos hemos sido lo suficientemente insistentes con él sobre eso. Si de algo estoy seguro, es que en este momento lo más peligroso que puede estar haciendo, es hacer sus primeros amigos en la preparatoria.


- Parece que eso será todo por hoy – Mencionaba la maestra, con su libro en la mano. Acababa de sonar el timbre de fin de clases, así que procedió a empezar a alistar sus pertenencias.

- Por el día de hoy, eso será todo. No dejaré tarea por esta vez, pero les encargo seriamente que repasen la lección de hoy. También, que se dirijan a sus hogares con cuidado.

La recomendación recibió una respuesta general afirmativa por parte de los estudiantes, tras la cual, empezaron a recoger también sus pertenencias. Pero dentro de estos, Josuke había decidido hacerlo con gran prontitud, estaba decidido a que no lo volverían a aplastar de nuevo. Una vez termino de empacar lo que tenía a la vista, salta hacia el frente, y justo como las escenas de acción donde se deslizan antes de ser aplastados, logra evadir esta vez la espontanea multitud.

Tras soltar un suspiro de alivio, dirige su mirada hacia atrás, la multitud está de nuevo, rodeando a su vecina de asiento e inundándola con cientos de preguntas, como donde vive, o si quisiera que la acompañaran. De nuevo, Josuke observa que la chica mantiene su semblante rígido.

Pero antes de retomar su camino, nota algo de nuevo en ella, y esta vez parece que no es su imaginación.

- Eh, Josuke-kun, ¿vamos? – Le interrumpe la voz de Koichi a su lado.

- Ah, Koichi. Eh, sí, supongo que sí.

Con eso, los dos chicos se retiran del salón y emprenden camino a sus hogares. Era de suponer que al encontrarse en el lugar que lo hicieron antes de clases, el camino concordaría hasta cierto punto.

El par iba platicando sobre la clase, para tratar de mantener el tema fresco en su memoria, y para Josuke, aprender sin necesidad de repasar. No gastaría tiempo en hacerlo, cuando puede disfrutar de sus videojuegos.

La charla transcurría sin problemas, habiendo salido del edificio.

- Espero que mañana tampoco dejen tarea, sería una buena forma de irnos aclimatando a la escuela – Mencionaba despreocupadamente el más alto. Pero la mención del día siguiente le hizo recordar que tenía que revisar su horario, para poder preparar sus libros, y en caso de gimnasia, su ropa de tal asignatura. Pero al momento de buscarlo en su maletín, nota algo poco agradable - ¿Qué? No, no, no, NOOOO.

- ¿Ocurre algo? – Pregunta su acompañante.

- ¡Mi horario! ¡No está! – Decía en voz alto, mientras escarbaba en el maletín con ahínco.

- Oh, ¿eso? Si quieres, puedes revisar el mío para saber que clases tenemos mañana.

- ¿En serio?, eso sería… No, lo siento, pero no – Respondía el más alto. Recordaba de que había guardado lo que tenía a la vista en el escritorio, pero no lo que estaba en el compartimiento bajo este. – Aunque me ayudarías, sería un problema si mamá descubre que lo extravié el primer día.

- Ya veo, ¿Y tienes idea de donde puede estar?

- Sí, lo sé, pero para eso tendré que…- Mencionaba mientras redirigía su mirada hacia el edificio.

- ¿Estás seguro? Es decir, no he visto salir a esa chica Komi, por lo que ella y su séquito podrían seguir ahí.

- ¿En serio? – Decía incomodo Josuke tras la afirmación de Koichi. Tras unos segundos de pensarlo, suspira en señal de derrota – Supongo que no tengo más remedio. Si quieres, puedes irte adelantando, nos vemos mañana. Te aseguro que si te acompañaré camino a casa.

- De acuerdo, supongo que no me queda más que desearte suerte. Nos vemos.

El más bajo se despedía con una mano, mientras que el alto se devolvía sobre sus pasos, en busca de su preciado horario, y así, evitar que su madre tomará dolorosas represalias.


El salón se encontraba desprovisto de cualquier sonido y alumno, salvo por una excepción. La chica sensación del día, seguía sentada en su lugar, tan inamovible como lo había sido en el transcurso de la jornada. En su escritorio, solo descansaba un pequeño peluche negro con forma de gato, el cual era el foco de su atención.

- Ni una palabra – Musita de forma suave la chica hacia el peluche de gato – Ni un saludo, ni un agradecimiento, ni una respuesta, ni mi propio nombre.

- Parecen que las cosas no van a cambiar en la preparatoria tampoco – Vuelve a hablar, después de una corta pausa – ¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil poder hablar?

Tras un acongojado suspiro, la chica exclama un poco convencional sonido – Miau.

Pero justo cuando terminó de hablar, la puerta del salón se abre de golpe, seguido de unos pasos denotando velocidad, los cuales se detienen justo a su lado, paralizándola completamente en su lugar.

- ¡Greato daze! Acá está – Mencionaba una imprevista voz masculina desde el punto donde los pasos se detuvieron, luego de lo que parecía, una rápida búsqueda en el escritorio de al lado – Que suerte que no se haya perdido. Hubiera sido una verdadera molestia haberlo perdido por culpa de esa…

La expresión pareció ahogarse, al notar algo. Tras unos instantes, de forma sincronizada, pero no suave, ambos estudiantes enfocaron sus miradas el uno en el otro. Al confirmar la presencia del otro, hubo un muy largo, pero, ante todo, incomodo silencio, que parecía ninguno sabia como acabar.

Así fue hasta que el del Pompadour hizo una pregunta – Disculpa…, ¿acaso tu acabas de maullar?

Como si se tratara de un comando, la chica tomo su pertenencia de encima del escritorio a toda marcha, y procedía a retirarse de ahí con tal disposición.

- E-espera un minuto – La voz de su vecino de lugar la logra detener.

El chico alto entonces, decide empezar a rememorar los fugaces, si es que puede llamarlos así, encuentros que había tenido con esta chica en el día. La primera vez, si pudo asegurar de que la vio hacerlo, las otras dos siguientes, no estaba tan seguro, pero en la cuarta, lo había confirmado, y por si tenía dudas, la chica una vez más, estaba temblando frente a sus ojos en estos instantes.

- Tal vez me equivoqué, pero ¿podría ser que se te complica comunicarte, acaso?

Por un instante, la chica parecía detener sus movimientos, mientras abría de par en par sus ojos y volteaba hacia su dirección, reacción que dejo a la expectativa al chico. Pero tras unos instantes, los temblores volvieron, junto a unos sonidos que se podrían asociar a los de un vinilo rallado sobre un tocadiscos, tanto en los repetitivos, como en los erráticos.

La evidente reacción seria intentar detener los sonidos, por el bien de ambos, pero al no tener idea de cómo, Josuke dirige su mirada a lo largo del salón, en busca de algo de ayuda. Cuando ve el tablero, recuerda la presentación de dicha chica, y decide encomendarse a esa alternativa.

- ¿Sabes? puedes usar el tablero de nuevo, si lo ves conveniente – Dijo a la par que lo señalaba.

Por suerte, la chica deja de emitir el incomodo sonido, y asiente. Delante del pizarrón, toma la tiza una vez más, y con movimientos como los que hizo durante su presentación, escribe un claro mensaje.

"¿Cómo supiste que en verdad no puedo comunicarme?"

Josuke al leer el mensaje escrito, confirma sus sospechas finalmente. Y por la forma en como la chica se mostraba, decidió que era justo contestarle con la misma honestidad.

- ¿Podrías creer que es una corazonada? – Responde con una tranquila sonrisa en su rostro – Durante el día, como cuando nos encontramos en los casilleros, pensé que estabas furiosa, y por eso no me respondiste. Pero viendo el cómo siempre parecía que temblabas cuando tenías que hablar, decidí que esa podría ser la razón.

La chica se detuvo en su lugar por unos instantes en su lugar, para luego volver a escribir una vez más en el tablero.

"Lamento no haber respondido tu saludo en los casilleros. También por no haberte agradecido por lo del borrador en clases"

- Sobre eso último, de hecho, debería ser yo quien te agradezca – Responde de manera espontánea el alto.

En esta ocasión, la chica queda confundida por la respuesta, y antes de que pueda escribir de nuevo, Josuke vuelve a hablar – No te preocupes, es algo interno. Y sobre tu inconveniente… ¿alguien más lo sabe?

"No"

La expresión del alto cambia al ver eso escrito. Sabía que había descubierto algo de carácter secreto, pero no esperaba que hasta ese nivel – Yo lo siento, en verdad.

La de cabellera oscura se queda en su lugar, sin despegar la vista del tablero, como si esta le pesara. Josuke nota de nuevo, como tiembla el brazo que sostiene el trozo de tiza, mientras que el otro intenta contenerlo.

- Si quieres escribir algo más, soy todo oídos… o, bueno, …tu entiendes.

La respuesta del alto logra definir la determinación para que ella pueda continuar escribiendo.

"No pude almorzar hoy"

Una vez más se escapa un lo siento por parte de el del Pompadour, mientras que la escritura continua.

"Yo en verdad, si quiero hablar, pero cuando estoy frente a alguien, los nervios me paralizan, incluso la cara, y las palabras no salen"

Este mensaje le da luz a Josuke sobre lo que había pasado en los encuentros que había tenido, tanto con él, como con los demás estudiantes. Nunca había estado molesta en primer lugar.

"Pero, cuando le intento hablar a alguien, siempre corren, siempre lloran, o incluso, se desmayan"

"Creo que tal vez me odian"

Era claro para el chico que era un malentendido de más de una dirección, ya no solo para ellos, sino para ella también, lo que le daba a entender, que ella tenía problemas de autoestima, y que eran casi un círculo.

"En la secundaria pasó igual. Veía a todos hablar, compartir, divertirse, y yo solo podía ver desde la distancia"

"Siempre almorcé sola durante esos 3 años de escuela"

"Yo realmente lo intenté. Quería tener, aunque sea un amigo para hacer algo de lo que los demás hacían. Para no estar sola"

"Pero mi cuerpo no respondía, mi rostro no articulaba, mi voz no salía. En verdad quería que no fuera más así, y me esforzaba por hacerlo, pero, mi voz no salía"

"Ya no sé qué hacer. No sé cómo se debería iniciar o seguir una conversación"

"¿Qué pasaría si me rechazaban?, ¿o si yo los aburría? No sé si podría soportarlo"

"En la hora del almuerzo, quería preguntarte si querías acompañarme"

Justamente, ese último mensaje fue un detonante para que se empezara a generar culpa en su interior. La explicación de su paso por la escuela secundaria era bastante clara de las consecuencias que su problema le generaba a su vecina de asiento, pero el leer que el de hecho, él había contribuido, a pesar de no ser consciente de ello, a empeorarlo, lo hacía sentir responsable.

De nuevo, el sonido de la fricción entre el trozo de tiza y la pizarra lo trae de vuelta, retomando la lectura.

"Tal vez tener una charla sobre el día, programas favoritos, gustos, hobbies…"

El mensaje parece quedarse a medias, en lo que la chica se detiene, y dirige su mirada al suelo. Luego de unos instantes, toma el borrador, y empieza a despejar la pizarra de cada mensaje. Antes de poder cuestionar el porqué, la chica escribe lo que parecen ser sus últimos mensajes.

"En verdad, lamento haberte metido en mi problema. No era necesario"

"Podría entender perfectamente si dejas de lado lo que pasó acá"

"Adiós"

Tras un último repaso del borrador sobre el tablero de clases, la chica empieza a retirarse, aunque esta vez, a paso tranquilo. Josuke aunque tuvo tiempo de leer lo que ella había escrito, aún necesitaba un poco más para asimilarlo, pero cuando reaccionó, la chica ya iba llegando a la puerta del salón de clases.

- E-espera un momento – alcanzó a soltar, mientras que tomaba un trozo de tiza nuevo, y empezaba a escribir algo por su cuenta – Antes de que te vayas, ¿Podrías responderme algo, por favor?

En ese momento la chica le vuelve a dirigir la mirada, solo para encontrarlo recostado sobre el pizarrón, al lado de un corto mensaje, en una caligrafía no tan pulida como la suya, pero claro y conciso.

"Y, ¿Cómo estuvo tu día hoy?"

Dicho mensaje parece tener un efecto inmediato en ella, paralizándola en el sitio. No se podría decir que quedó sin palabras, ya que ahora sabía que no podía recurrir mucho a ellas, pero era lo más cercano que se le ocurría.

De pronto, ella vuelve al tablero, y vuelve a tomar el trozo de tiza de hace unos instantes, y escribe un nuevo mensaje.

"A pesar de no haber comido mi almuerzo, puedo decir que bien. No pude aprender mucho de nuestros compañeros, pero la profesora parecía alguien amable. También hizo un buen clima"

Era obvia la intención de esa ultima parte del mensaje para el alto, pero no cuestiono sobre eso. Simplemente se limitó a seguir escribiendo preguntas para que la chica pudiera tener una conversación amistosa por primera vez.

Los mensajes en la pizarra fluían naturalmente, como si la improvisada forma de comunicación, ya no lo fuera. Entre el intercambio de estos, se fueron conociendo detalles propios de forma mutua. Josuke aprendió de ella que le gustaba mucho la literatura, y que pasaba su tiempo libre leyendo diferentes libros. Por su parte, el del Pompadour compartió con ella su gusto por la música, en especial, la occidental.

Si alguna vez hubiera alguna atmósfera sombría en el aula hasta hace unos momentos, ya no quedaba ningún rastro de esta. A pesar de estar en un ambiente muy callado, salvo algunos comentarios complementarios del alto, se notaba un ambiente de calidez, típico de un intercambio amistoso.

En un momento, la de cabellera negra explico su amor por los gatos, en especial, los de pelaje negro. Por el lado de Josuke, dice que no tiene preferencias sobre animales… a excepción de las tortugas. La chica ve al chico al escribir sobre eso, pero notar la expresión que tiene en su rostro, parece ser suficiente como para evitar preguntar al respecto.

La atípica conversación continua con nuevos mensajes entre los estudiantes, siguiendo una socialización nunca vista por ninguno de los dos, pero que les funcionaba cómodamente. En un instante, la chica escribe algo sorpresivo.

"En verdad, me gusta tu peinado"

Tras leer este mensaje, el chico ahora es tomado por sorpresa, pero no puede evitar esbozar una sonrisa confiada.

"Gracias. No es por presumir, pero es mi orgullo"

El cumplido parece envalentonarlo para la siguiente pregunta, a pesar de que pueda ser algo personal.

"Y, ¿tienes un sueño en mente?"

Tras leer lo que acababa de escribir, midió realmente en la naturaleza de la pregunta, y quiso borrarla. Pero antes de tomar el borrador, escuchó como la chica escribía sin problemas una respuesta.

"Sí. Quisiera llegar a tener 100 amigos"

El leer este mensaje, generó una espontanea sonrisa en Josuke, a lo que la chica se apuro a escribir un nuevo mensaje.

"Por favor, no te rías, Higashikata-san"

Rápidamente, el chico se disculpa, ya que no era su intención reírse de ese tema, y rápidamente, escribe una primera parte de su respuesta.

"Pues, contándome, solo te faltaran 99"

Parece que ella es tomada por sorpresa por esa parte, hasta que nota, que el chico seguía escribiendo, y dirige su mirada a terminar de leer el mensaje de este.

"Con eso claro. Prefiero que mis amigos me llamen Josuke"

Una vez más, a pesar de que la falta de palabras, no era un síntoma fiable del estado de ella, la expresión que esta tenía fue suficiente como para saber que estaba estupefacta. El socializar ya era un avance para ella, pero decir que ya tenía un amigo, debería de ser una inesperada sorpresa.

Antes de que Josuke pudiera preguntarle sobre su estado, la chica retoma la escritura con un nuevo mensaje.

"Muchas gracias, Josuke-san"

Habiendo terminado de escribir, la chica deja la tiza en su lugar, para hacer una reverencia al alto, lo que lo sorprende. Tras eso, la chica retoma su camino hacia la salida del salón, a gran velocidad, y lo deja ahora a él sin palabras.

Josuke nunca había sido del tipo estricto en los modales, y nunca se fijaba con atención en estos, pero si le dio la impresión que la reverencia que esta chica le había hecho, había sido un poco más pronunciada de lo común. Más de la que había hecho la profesora durante la presentación, si intentaba ser preciso.

Mirando de nuevo el pizarrón, lee de nuevo los últimos mensajes. Si era honesto, 99 amigos seguían siendo un enorme número. Nada más de ejemplo, en su clase, se reunía menos de la tercera parte. Pero, por otro lado, él, de paso, podría conocerlos mejor, y tal vez hacer nuevos amigos, a pesar de que la primera impresión que dejó en ellos, no parecía del todo positiva. Podría ser una experiencia divertida.

Con una decisión sobre una inesperada meta, procede a borrar el tablero, para intentar dejarlo a como estaba antes de todo ese espontaneo intercambio. Ya terminado de hacer eso, procedió a tomar los dos trozos de tiza usados, pero el tenerlos en sus manos, nota lo gastados que quedaron luego de dicho intercambio. Por lo que había visto de su maestra, tal vez no seria tan meticulosa como el esperaría, contando el incidente con el compás, pero seria conveniente no tomar riesgos respecto a eso.

- CRAZY DIAMOND – Menciona de forma calmada, pero firme. En ese momento, los trozos de tiza se levantan por un par extra de manos materializadas de su cuerpo, mientras poco a poco se va ampliando la distancia entre ambos, revelando más del porte de la nueva figura. Una figura humanoide, con un cuerpo de musculatura prominente, de tono rosa. Dicho cuerpo venia recubierto en partes estratégicas de lo que parecía una armadura con un brillo que se asemejaba de alguna forma al diamante. En algunas partes, la armadura traía púas que sobresalían, una a cada lado de cada tobillo, y un par en cada hombro. Entre otros detalles, resaltaban lo que parecían tubos flexibles, que salían de la mitad de su espalda, y embocaban en casi la nuca. Pero si había un detalle a resaltar, era el motivo de corazón que este traía, con tres notorios, ubicados en su cinturón, abdominales altos, y quijada, mientras que el último, era uno que actuaba como casco de la figura.

De repente, la presencia de la figura no era lo único a resaltar, ya que los trozos de tiza que sostenía, empezaron a emitir un brillo de tono cálido. Mientras brillaban, parecía que se estaban completando de manera inesperada, pero mirando el panorama completo, se empezaba a notar como un torrente de partículas, se empezaban a devolver de manera ordenada y estructurada a dichos trozos. Las principales fuentes de dichas partículas, eran de esperarse, fueran el borrador y la pizarra, pero algunas otras también salían del suelo, e incluso, la ropa del alto.

Luego de unos segundos, las tizas son soltadas por la figura, que se desvanece, como si nunca hubiera estado ahí. Por suerte, son atrapadas por las manos de el del Pompadour, quien procede a observarlas. Notando el estado de estas, sonríe con satisfacción.

- Bien. Con eso bastará – Menciona con confianza, tras lo cual, procede a dejarlas en su puesto, junto al borrador.

Ahora, revisa que su horario esté junto a sus otras pertenencias, lo cual comprueba con alivio. Ya habiendo terminado sus asuntos, piensa en lo bueno que seria volver a su hogar. El paisaje se veía agradable en ese tono naranja cálido…

Al notar el color de la luz del sol, reacciona de la hora que ya puede ser en ese instante. Sabia que la charla de pizarrón había tomado su tiempo, pero no esperaba que tanto. Seria mejor tomar pronto camino a casa, por lo que su cuerpo inicia carrera hacia dicho destino. Solo esperaba que no lo estuvieran esperando con prisa, o tendría problemas en casa.

Mientras se dirige de vuelta a la salida del edificio, un conciso pensamiento cruzaba su mente. Qué primer día.


Y, pues justamente, aprovecho para tener listo el primer capítulo.

Mi intención con esto, es profundizar un poco más en la idea que tengo para este encuentro, mostrando las primeras interacciones de los chicos acá.

Como podrán ver, sí, usaré algunos personajes de una tercera historia, pero también notaran que su lugar en la historia, será recurrente. Esa es mi forma de decir que no se limitará solo al cameo. Siento que pueden aportar a la idea que tengo, más que de crossover, de historia propia, por lo cual, espero y disfruten de las aportaciones que pueden llegar a dar.

No lo dije en el prólogo, peor me gusta hacer hincapié de que la idea de este fic, no fue 100% mía. La comunidad acá tiene bastante imaginación, que más allá de activa, también doy fe en que es inspiradora, por no decir ¿contagiosa? Así que con eso dicho, quedo al pendiente de sus reseñas y comentarios.

No siendo más, nos vemos.