Jueves 30 de enero
Mansión del Olmo
8:30 pm
Cordelio, le había preguntado una y más veces, ¿Qué era lo que le sucedía?, encontraba su actuar muy errático.
Ese mismo día, la tarde de ese jueves, Santiago ya visiblemente molesto por su continua insistencia, le había terminado gritando, pidiéndole que lo dejara solo y no abusara, inmiscuyéndose en su privacidad.
Como ya era de costumbre, todos los días, Santiago había rechazado tomar sus medicamentos.
Pasaba todo el tiempo que podía, desde las 11 de la mañana, en el jardín delantero, y por ocasiones se acercaba a la reja negra que dividía el paso de su jardín contra la calle de asfalto, donde pasaban los autos, y veía a través de ella, volteando de derecha a izquierda.
El mayordomo pensaba que su estado de ánimo, normalmente paranoico y poco paciente, estaba llegando al límite, emocional y mental, por la presión que ejercía en él su enfermedad. Sabía que si bien, el joven no estaba desahuciado por los doctores, faltaba poco, y teniendo en cuenta que a su punto de vista, se estaba dejando morir, al suspender su medicamento completamente.
Todo estaba peor de lo que debería.
Tenía la ligera sospecha de que su extraño actuar podía tener algo que ver con la muchacha que había invitado a comer el día lunes.
Pero le daba miedo preguntarlo, aún más con el temperamento que Santiago tenía esos días.
Como era de esperarse, el joven estaba comenzando a empeorar de salud. Y por si fuera poco, había tenido encontronazos constantes con su tía Malvina, que parecía tener un detector para saber cuando era el peor momento para encontrarse con él y hablarle, en tan mal estado de humor.
Desde el día miércoles, Cordelio le había recordado, con un tono de voz recatado, a Santiago, que tenía cita con el doctor Torres, para el día viernes. Pero como ya era de esperarse, Santiago se rehusó toscamente a asistir, lo había hecho en dos ocasiones.
Cordelio, si bien no podía decir que lo conocía perfectamente, si lo conocía lo suficiente para saber que algo no era normal, o al menos predecible en su actuar.
Dentro de lo normal que podía suceder y lo que podía esperar, al menos, después de trabajar 8 años en esa casa.
Santiago estaba visiblemente estresado, caminando de un lado a otro. Tardaba demasiado en leer una única página de un libro. Como si su mente y verdadera atención se encontrara en otro lugar.
Aprecia buscar cualquier excusa para salir al jardín.
Incluso podría decir que comenzaba a encontrar sus mejillas quemadas por el contacto con la luz solar del jardín.
Cuando había hecho un comentario al respecto, había obtenido otro regaño de su parte.
Era como si esperara, a que sucediera algo, o que alguien llegara. Obviamente, se lo había preguntado en innumerables ocasiones, pero no había obtenido respuesta.
Cordelio reforzaba una y otra vez, la idea de que se trataba de la muchacha que lo había visitado hace algunos días.
Recordó con recelo como Santiago le había hablado de que quería casarse con "cualquiera", solamente para no verse obligado a dejarle a su parentela su herencia. Y lo relaciono directamente con la muchacha. Tenía que tener algo que ver, de otra forma. ¿Por qué el joven Santiago tendría la intención de invitar a una mujer con esas características a su casa?
No era conocido por hacer obras de caridad con una sonrisa.
Esa noche, el Joven se había sentido mal, en la escala de lo mal que eran sus síntomas habituales.
Se había negado a cenar, alegando una sensación de reflujo, y lo había ayudado a subir las escaleras con dirección hacia su cuarto, tomándolo de uno de sus brazos.
Después, la señora Malvina, ni corta ni perezosa, había ido a tocar la puerta de su habitación y al no obtener respuesta, por parte del joven Santiago, había entrado como Juan Diego por su casa. Lo que había sido la última gota para derramar el vaso, en la paciencia del Joven.
Cordelio había salido de la habitación cuando Malvina había entrado, con la excusa de ir por leche caliente para Santiago. Pero, incluso si lo que tenía era curiosidad, no tenía que esforzarse demasiado para escuchar los gritos exaltados del joven, y su tía Malvina, a unos cuantos metros de la puerta.
¡Santiago Del Olmo se muere!, y su familia venida a menos y recogida por caridad, espera con ansias su muerte, ¡para heredar toda su fortuna! .
La señora Malvina se rio con sorna. Pero, ¿no estás acaso muy joven para morir sobrino?
Hubo silencio por cortos cinco segundos. ¡Maldita!, maldita la hora en que a mi padre se le ocurrió darle asilo a la viuda de su hermano Fermín. . Era una voz cargada de ferocidad y coraje. Para que finalmente, a su único hijo y heredero, le estuvieran deseando la muerte a cada instante .
¿insinúas que nosotros hemos provocado tu enfermedad?
Repentinamente, se hizo el silencio.
No lo sé, tal vez de tanto estar deseándomela, sí.
Cordelio, ya había visto y escuchado tantas situaciones parecidas, y ya podía imaginarse perfectamente a la señora Malvina, levantando una de sus cejas, al mismo tiempo que el mentón, en un gesto desafiante, que utilizaba muy a menudo cuando hablaba con Santiago.
Buenas noches sobrino. Y no tienes por qué pensar que mis hijos y yo estamos deseándote la muerte. ¡Dios es el que la manda!, ¡y sabe bien a quién y por qué! '
Ella había finalizado la discusión, saliendo de la habitación. Y en vez de cerrar la puerta rápidamente y con fuerza, como se esperaba de un tipo de discusión como la que habían tenido, su actuar resulto un tanto inquietante.
De forma extraña, pareciera que había ralentizado sus movimientos a propósito, para cerrar la puerta sumamente despacio, mientras la madera hacía un ruido inquietante.
Poco antes de que saliera de la habitación, Cordelio, evito toparse con ella, entrando en la habitación que estaba a un lado de la puerta que daba con la habitación del joven Santiago.
Se trataba de un pequeño salón con instrumentos musicales.
Entro a la habitación sin cerrar la puerta delante de él, únicamente para evitar toparse de frente a la puerta a Malvina.
Y cuando la mujer estaba afuera de la habitación.
Por un largo momento, a Cordelio se le pusieron los nervios de punta, al escuchar como el golpeteo de sus zapatos en el suelo, se detuvo justo afuera de las dos puertas, por un periodo más prolongado de lo normal.
Que muera pronto. ¡Muérete! Para quedarme con todo tu dinero
Cordelio escucho las palabras de Malvina. Habían salido en un susurro casi maquiavélico.
Todavía, había tardado más de un minuto para salir del salón de música, después de que había escuchado sus zapatos de tacón bajo, alejarse por el pasillo, hasta perderse en la distancia.
La leche que llevaba sobre una bandeja de plata, antes tibia, ahora estaba casi fría. Y también sentía las manos y los pies terriblemente fríos.
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Viernes 31 de enero.
Vecindad
7:00 pm
Toma, aquí está
María tomó con sus dos manos, el dinero que "Él latas", dueño de la tienda de a un lado, le estaba pagando por las mandarinas y las tunas, para venderlas en su negocio.
¡Me estás dando de más Latas!'
Pues, es tu ganancia Mechita
Ella le sonrió agradecidamente, Hay, Diosito te lo pagué mi Latas
Pero también podrías pagármelo tú, con un . El hombre junto los labios arriba del grueso bigote, en la forma de un beso Con un picorete
Candelaria, amiga de María, que veía todo a unos pasos, sentada en los escalones de una escalera de concreto, se mordió los labios para no soltar la carcajada que sentía en la garganta.
Y María, chasqueo la boca con fastidio y lo empujo, scchtt, Mira Latas, ¡no seas resbaloso ni mandado, eh! , volteo a ver rápidamente a su amiga candy y recobro su postura frente al hombre de 1.89 metros. A mí, no me andes pidiendo beso. Abusado, ¡porque te meto un buen cate! , Hizo la seña de quererle soltar un derechazo. Aunque me hayas hecho un favor de la lana, hijo .
Ya, ya, ya está bueno, no se me esponje ya hombre La miro arrepentido, antes de volver a suavizar el tono de su voz y sonreírle.
Bueno
Pues hay nos vemos muñeca, y ya sabes, cuando necesites fiado, ven por mi tienda, es la mejor he Le sonrió muy amablemente, y después observo a candy, que estaba a unos pasos de ahí, Ah y adiós, tu , Se despidió con la mano derecha y salió de ahí, llevándose las dos bolsas grandes de fruta que le había comprado a María.
Hay te ves María, en un tono más amable, también se despidió de él.
Hay Meche, si a mí me enamorara un tipo como el Latas, ¡enseguidita le diría que sí!, Candelaria le dijo ensanchando los ojos y mirando en la dirección en la que había desaparecido el mencionado.
No, pues el Latas está muy grandote para mi , Se burló.
¿y qué tiene?, pues segurito que es más responsable que uno joven, como el Chicho o tu hermano Memo
A no, pues eso sí
Y además, aunque no es rico, tiene su buena lanita
Pues yo no aceptaría nunca a un hombre por lana, mi candy. No, a mí me daría asco , María se cruzó de brazos.
Mira, el Latas, está tan enamorado de ti que sería capaz de poner la tienda a tu nombre, si le haces caso, Hizo una pausa para mirarla fijamente.
A poco, ¿tú si andarías con un novio, nadamos porque tiene dinero? Le pregunto con un tono tímido en su voz y una sonrisa socarrona.
¡Un hombre rico me daría de todo!, y hasta podría comprarle un palenque a mi papá, para que hiciera sus peleas de gallos Sonrió de oreja a oreja, mirándolo al cielo.
María tomó asiento en la escalera de concreto, en la que anteriormente estaba sentada su amiga, No pues, yo no me caso, si no es con uno que me guste mucho , Sonrió como una tortolita, Uno que yo quiera
¿Y si no lo encuentras mana? Candy la regaño.
¡Pues me quedo pa vestir santos! María se burló, aunque se enfocó inmediatamente.
Junto sus manos, debajo de su mentón y con la mirada perdida, en sus recuerdos, vio a Santiago hablándole y acercándose a ella, hasta tenerla de frente y robarle un beso largo y delicado. Mucho más lentamente de lo que en verdad había sido.
'¿Entonces, qué?, ¿si vas a ir a ver a Doña Filo, Meche? '
…………
Casa de La señora Filomena en la vecindad.
8:05 pm
La señora Filomena, estaba adentro del cuarto que utilizaba para dar sus servicios como Tarotista, entre otros del tipo ocultista. En compañía de María, como lo habían acordado desde el día viernes de la semana pasada, en su puesto de antojitos mexicanos.
Estaba barajeando las cartas con maestría, mientras María observaba con asombro su agilidad con ellas.
A ver, muchacha, vamos a ver, que nos dicen las cartas. Por favor, toma el montón de cartas y barajealas como yo lo hice, hazlo siete veces. .
María hizo lo que le pidió, aunque con dificultad, era difícil para ella porque los dedos de sus manos eran cortos y delgados.
Cuando termino, le paso con las dos manos, el montón de cartas que quedaron acomodadas en forma de torre al centro de la mesa.
Ahora di después de mí. "Cartas, confió en que me dirán la verdad de mi futuro ", y golpéalas con tu mano derecha tres veces en forma de palmada, de esta forma, y parte la torre en dos . Y después hizo una muestra como ejemplo de lo que pedía.
María hizo lo que le pidió y la señora Filomena, finalmente, comenzó a acomodar las cartas.
Mira, el Diablote, son muchos problemas. Tu papá va a seguir desaparecido, no lo veo por aquí. Mucha necesidad en casa, falta de dinero y comida. Hizo una pausa y vio el rostro preocupado de María. Bueno, ya sabes que conmigo tienes comida, en la medida que yo pueda darte mi hijita
Hay, gracias doña filo
La señora seguía sacando y acomodando nuevas cartas. Para variar, muchos problemas, mira las espadotas que te salen.
Después, la señora guardo silencio por un buen rato.
Bueno señora Filo, dígame, ¿que ve?
Mira, aquí hay un muchacho joven, apuesto, Sale como un rey al mando. De seguro es una persona importante. . Hizo una pausa con duda. Parece que te hubiera odiado mira, Y alzo una carta donde mostraba a un joven con una espada desenvainada. No está muy claro. Pero mira, es como si de pronto te comenzara a querer. Se va a enamorar de ti.. Siguió sacando cartas y acomodándolas en la misma dirección. Las cartas dicen que es una persona muy solitaria y triste, que se siente traicionado constantemente. Aquí le veo dinero, mucho dinero, ¡una fortuna!, ve todos los oros que le salen, ¡hasta lo que no, tendrá ese muchacho! Y parece que tiene muy mala salud, mira. Le enseño dos cartas. Su vida parece que va a pender de un hilo en cualquier momento, y me sale la ruleta rusa. . Finalmente, hizo una pausa meditando lo que le decían las cartas, y observo por primera vez y en detenimiento a la chica del otro lado de la mesa, frente a ella.
Oye, ¿conoces a alguien así muchacha?
¡Sí !, debe ser el riquíllo enfermo. Uno que se llama Santiago y vive en las lomas de Chapultepec. Siempre que le vendo, compra toda la mercancía por montón, y me deja quedarme con el cambio. Aparte, este lunes me pidió que sea su novia. Aunque le dije que lo pensaría
Pues ¿Que crees?, ese hombre se va a casar contigo hija. '
¡Hay no juegue!, un muchacho así nunca se fijaría en mí. Que se me hace que solamente se está burlando de mi Doña Filo . María bajo la cabeza en decepción, mientras jalaba la manga de su camisa larga, con timidez.
¡Hay, no me digas!, y todavía que te las estoy leyendo de a gratis . La señora se molestó, e hizo gala de querer recoger las cartas frente a ellas.
¡No!, no se crea doña Filo, Si le creo, solo que es muy increíble que ese muchacho se pueda fijar en mí. . María mercedes se disculpó inmediatamente, Andale, sígale, por favor. Sígale . Le pidió con una sonrisa tímida.
La señora Filomena suspiró, pero sin hacerse más del rogar, siguió. También intrigada por lo que decían las cartas. No, ¡a mí no me falla mijita eh!, Vamos a ver, que más nos dicen las cartas de este muchacho.
La señora Filomena estaba completamente intrigada en la lectura de cartas, y tardó en volver a hablar.
Me sale la carta de la traición, pero, no está muy clara su situación . Siguió acomodando las cartas. Ese hombre te va a llegar a querer mucho hija, muchísimo. Tú vas a ser la luz que lo va a acompañar en sus dolores. Mira, Levanto una de las cartas en su dirección. tú me sales como luz y felicidad para él. ¡Y como su protección!.
Observo detenidamente el juego de cartas.
Hay, ¿de verdad doña filo ? María Mercedes sonrió de oreja a oreja, completamente emocionada por lo que le decía, sus ojos brillaban.
Mi hijita, es muy buen partido he. Por lo que estoy viendo'. La miro con severidad, haciendo una pausa sospechosa '¡pero no te lo vayan a matar!. Saco dos cartas más. Parece que vive con el enemigo en casa. ¡Y me sales tú con él, mira!.¡En su casa!. Hizo una pausa y dejo las cartas a un lado.
Ahora cuéntame todo he, ¿dónde vive ese muchacho?, cuéntame todo de él.
…………
11:35 pm.
Desde la lectura de cartas que le hizo la señora Filomena, María Mercedes se sentía flotando en las nubes. Sentía que no se podía ni concentrar, todo el tiempo estaba pensando en Santiago.
Para ella, él era como un príncipe de cuento, aunque lo había conocido en un principio como un villano. Se había terminado por portar muy bien con ella. Y le había terminado declararle su amor y robarle su primer beso.
Con ansiedad y felicidad, se tocaba los labios de repente, recordando cómo la había besado.
Cuando la señora Filomena, le leyó las cartas, y le dijo todo eso de Santiago. La emoción se le había disparado hasta el cielo, pensando en lo increíble que era que alguien como él, que ella describía como 'Un príncipe', se fijara en ella de alguna forma que no fuera por lástima.
Incluso llegó a pensar en la posibilidad de que solamente quisiera entretenerse y jugar con ella, como ya se lo había dicho en su momento, cuando le había declarado su amor, el día lunes.
Pero, también le había dicho que quería casarse con ella. Incluso le había dado la fecha del 14 de febrero.
"El día de los enamorados "
Se imaginó con un bonito vestido blanco a su lado, y sus mejillas se encendieron, hasta sentirlas arder, riéndose como una tortolita.
Se estaba emocionando demasiado, para lo que podría terminar como su primera decepción amorosa.
También pensaba que las cartas de la señora Filo se habían equivocado, o que a lo mejor, las había barajeado de más, o algo había sucedido para que saliera una lectura incorrecta. Porque normalmente era muy acertada en la lectura de la suerte.
Finalmente, había aceptado sus emociones por él.
En un principio pensaba que Santiago seguramente solo la veía como una chica pobretona y trabajadora, a la que, si le compraba tanto era porque sabía que vivía en necesidad, tal vez quería ayudarla, como parte de su acción buena del día, o tal vez por sentir culpabilidad por haberle hablado tan toscamente, el primer día, cuando la conoció.
Acostada, en su cama, con las luces apagadas, y el insomnio.
Su mente, estaba entretenida en la imagen de Santiago, moviendo su cabello descuidadamente de un lado a otro, en cámara lenta. Él tenía la manía de mover su cabello largo de un lado a otro en numerosas ocasiones.
¿Cómo era posible que un hombre tuviera un cabello tan bonito?
Y de repente, en su mente, su cara se distorsionaba en desprecio por ella, como la primera vez que lo había conocido, escuchándolo llamarla andrajosa, una y otra vez.
Y si realmente, ¿y si realmente esa era su verdadera personalidad?
Pero lo que había dicho la señora Filomena, era todo lo que necesitaba escuchar para confiar en él completamente.
Y de pronto sonrió juguetonamente, imaginándose a santiago, rascando los sellos del montón de los 40 boletos que le había vendido en busca de uno de los premios.
Se reía, mordiéndose la punta de la lengua. Seguramente, alguien como él no sentía emoción por sacarse el premio mayor de la lotería.
Dio una vuelta acostada en la cama, sumida en sus pensamientos. Se preguntó, ¿qué estaba haciendo Santiago en ese momento?, ¿pensaría en ella como ella pensaba en él?, y ¿ya estaría dormido en ese momento?
Finalmente, la resolución llego a ella, en forma de alivio, y con una nueva valentía que realmente no sentía, se aseguró que al siguiente día, finalmente visitaría al muchacho. Y le diría que sí, ¡que sí quería ser su novia!, ¡y casarse con él también!
Recordó esperanzadamente como le había dicho que podría llevar, en un futuro, a su hermano Andresito a vivir con ellos en su casa.
Y finalmente, pudo vencer su insomnio y lograr conciliar el sueño.
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Sábado 1 de Febrero.
Casa de Candelaria, en la vecindad.
10 am
¡Nos vemos Jefe! . Candelaria despidió de un beso a su padre, que estaba sentado en la mesa de la cocina.
Esperate candy
¿Qué quieres Apá?
¿A dónde vas?
A llevarle unos vestidos que ya no uso a Meche '
¿A eso y nada más? . El señor Jarocho se levantó de su asiento, en la sala de madera, frente a la mesa de la cocina. Y fue caminando en su dirección. Pero vas muy emperifollada. Ten mucho cuidado con lo que haces Candy he. Porque donde yo te sorprenda por ahí, con uno de esos vagos del barrio, sin oficio, ni beneficio. ¡Te vas a acordar de mí!
Candy, llevaba puesto un vestido blanco, bien planchado, unos aretes de piedras que hacían juego con su collar, y el cabello peinado en una media coleta alta. Llevaba un poco de maquillaje discreto. Que fuera de onda estas papa. Hoy en día las muchachas estamos liberadas y los padres no tienen que estar detrás de nosotras vigilándonos. Eso ya no se usa. ¡Las chavas vamos solas a todas partes!
¡Sí, como no! Las muchachas salen solas y regresan acompañadas. ¡Pero de un chilpayate!
Candy, abrió los ojos y no se hizo esperar para contestarle a su papá. ¡Esas serán algunas! Porque yo me doy a respetar . Se cruzó de brazos y camino a una esquina de la mesa, evitando el contacto visual con su padre.
Más te vale andar con pies de plomo he. Porque sí me sales con tu domingo siete, pobre de ti. . Se acercó a su hija para mirarla fijamente a los ojos. Y al culpable, ¿sabes a donde va a ir a parar? ¡Al panteón!
¿Quieres que me quede para vestir santos?
No, Lo que quiero es que te cases antes de quedarte embaucada. . Finalizo esas palabras, mirándolo al techo en una mueca de desdén. Por cualquier sin vergüenza .
Candy quedaba atónita con lo que le decía su papá. Hay, ¡ que exagerado eres papa!
Mira, cuando eras chica, estabas muy pegada a mí. Ella le devolvió la mirada curiosa, por lo que sabía que estaba a punto de decir. Pero ahora que has crecido. Haces tu santa voluntad
Y, ¿quieres que siga siendo como cuando era chiquita? No, eso ya no se usa
Quiero que sea como dios manda. Y que de aquí salgas, pero bien casada.
La muchacha se rio. ¡Hay pá! . Que anticuado eres. Lo tomo de su hombro . Bueno, no me tardo he, de veras . Y con una bolsa transparente de plástico, llena de algunas prendas de ropa de colores claros, salió del departamento dejando a solas a su papá.
El señor Jarocho, regreso a la mesa, donde antes había estado sentado, tranquilamente, tomando su café de olla. No se usa, no se usa. ¡Lo que no se usa es la vergüenza!
………
María Mercedes estaba acomodando un montón de flores de diferentes colores sobre su canasta. Y escucho como tocaban la puerta del departamento.
No se hizo de esperar para ir a ver quién era.
Cuando la abrió, se encontró con su amiga y vecina, Candy.
¿Qué ovo?
¡Aquí está la ropa meche! . Alzo con alegría, la bolsa de plástico llena, sonriendo de oreja a oreja, y entro al pequeño departamento, para colocarla sobre la mesa de centro.
María Mercedes, inmediatamente, había volteado la bolsa de plástico sobre la mesa, revelando las prendas de vestir, con curiosidad y emocionada.
Nomas son cuatro, pero están casi nuevos eh
¡a ver! Saco uno, color rosa claro y de tirantes. ¡Esta re chulo! .
Mira, ¿te gusta ese? Candy la acompaño en su emoción
¡Este, está de peluche! Hasta parece como para una ocasión especial, ¡míralo!. María puso el vestido acomodado, sobre su ropa, intentando apreciar como se vería vestida con él. Y después comenzó a ver los otros tres vestidos desbordando su felicidad.
Y sus ojos brillaban.
Los tres eran de colores claros, tirando a blanco, dos de ellos de dos prendas y uno de ellos con un estampado verde en patrones diminutos, muy discreto.
Las chicas sonrieron, platicaron, emocionadas de los vestidos. Y María Mercedes, se había medido cada uno de ellos para modelárselos a Candy.
Todos le quedaban muy bien.
Invito a Candy a comer pan dulce y café como desayuno, aunque esta le había dicho que ya había desayunado más temprano. Y después de una plática amena, como era costumbre entre las dos, Candy se fue a su cita con su pretendiente, o amigo novio, como está lo llamada. El botones.
Después de que se fue su amiga, María había ido a su cuarto, que compartía con su hermana Rosario, ahora ausente, y frente al espejo, se volvió a medir el vestido rosa claro, con blanco.
Era hasta la altura de la rodilla. Ajustado de la cintura, y con un adorno de tela sobre el pecho delantero.
Si Santiago me viera con este vestido. Dijo soñadoramente, juntando sus dos manos abajo de su mentón, mientras sonreía soñadoramente. A lo mejor hasta me invitaría al cine con él. Así como invitan a la Candy
.
Gracias por leer
