Este es el ultimo capitulo. Quería darle un cierre un poco más completo y añadir unos personajes que siempre me han gustado de la saga de los libros. Les agradecida algún comentario y si quieren quizás que continue la historia luego. Fue bastante divertido escribir un fanfic de nuevo. De nuevo, muchas gracias a quienes lo leyeron hasta el final.
Hermione no recuerda en qué momento, después de hablar un poco más con Draco—quien le contó detalles acerca de la historia del mundo mágico que no estaban en algunos libros—y ella de explicarle con detalle los acontecimientos más importantes del mundo muggle, empezó a bostezar del cansancio y se quedó dormida.
Tampoco recuerda cómo Draco la observó unos minutos mientras dormía, hasta que su cuerpo perdió el equilibrio y él la sostuvo a tiempo. Al ver que no despertaba, decidió recostarla en el suelo junto a él y dejar que usara su pecho como almohada. Era la primera vez que alguien estaba tan cerca de él, y sorprendentemente, no le molestaba. Se cubrieron con la manta, y poco a poco, él también se dejó llevar por el sueño.
Quizás en la hora más oscura de la noche, por razones que solo Morfeo entiende, Hermione despertó y sintió que su cabeza reposaba sobre algo suave que se movía al compás de una respiración. Su cerebro tardó un instante en comprender dónde y con quién se encontraba. Sintió el impulso de apartarse de inmediato y salir corriendo, pero en ese momento notó que Draco la abrazaba inconscientemente mientras dormía. Su respiración era tranquila, y lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y dejarse llevar por la extraña paz que la invadió en ese momento.
Siempre pensó que su piel sería fría como la piedra… o como su alma (para ser justa, cuando eran más jóvenes, Draco había sido una verdadera molestia para ella). Sin embargo, era cálida, y eso la confortaba aún más. Decidió posar su mano sobre la de él y cerrar los ojos para dormir un poco más. Al igual que Draco, era la primera vez que dormía con alguien así de cerca.
El sonido de un ave picoteando la ventana hizo que ambos despertaran unas horas más tarde. Hermione se incorporó lentamente y Draco no la detuvo. Cuando quedaron frente a frente, se sonrieron con timidez.
—Buenos días —. Dijeron en unísono.
—Disculpa si te lastimé —dijo Hermione con un ligero sonrojo.
—No te preocupes —respondió Draco con voz tranquila—. De hecho, no dormía así de tranquilo en semanas.
Le sonrió, y ella no pudo evitar sonrojarse aún más. Ahora que lo veía con la luz del día, notó que sus mejillas tenían un tenue color rosa y que sus ojos grises la observaban con un brillo que la dejaba sin palabras. Entonces se preguntó si lo ocurrido la noche anterior había sido un sueño. Para confirmarlo, posó su mano en la mejilla de Draco. Su piel helada sintió el calor de su rostro, y pudo percibir la aspereza de la barba incipiente de alguien que llevaba días sin afeitarse.
"¿Desde cuándo Draco se convirtió en un hombre?"
—Hermione… —El simple hecho de escuchar su nombre salir de sus labios hizo que su corazón se acelerara—. Lo que ocurrió anoche fue real. Deja de sobrepensarlo.
—Perdón, Malfoy —dijo ella, apartando la mano.
—Puedes llamarme Draco cuando estemos solos.
—Draco… —pronunció su nombre y vio cómo él sonreía.
—Deberíamos recoger todo antes de que abran. No quiero que Madame Pince nos encuentre aquí así —dijo Hermione.
Él asintió y ambos guardaron las envolturas en sus túnicas, escondieron la manta y Hermione recogió su libro. Organizaron sus uniformes y se quedaron observándose hasta que ella sin pensarlo se acerca a el que no se inmuta y lo abraza. El gesto sorprende a Draco, pero sin pensarlo dos veces lo corresponde con fuerza. Es extraño que solo hace unas horas no se dirigían la palabra a no ser que se el fuera a decirle algo despectivo y ella responderle con sagaz inteligencia.
Por unos minutos siguieron abrazos hasta que un ruido a lo lejos los alertó. Hermione se separó de Draco y se acercó a la puerta, cuando reconoció la voz de Ginny a lo lejos.
—Disculpe, Madame Pince, ¿podría ingresar unos minutos a la Sección Prohibida? Necesito revisar una poción para la clase del profesor Slughorn.
Hermione sonrió al recordar que su amiga había conseguido un permiso especial por ser parte del Club de las Eminencias. Aunque Hermione sabía que lo había hecho para sacarla a ella de la sección prohibida en caso de que pasara la noche allí leyendo o estudiando.
—Sí, señorita Weasley, puede buscar lo que necesite —respondió la bibliotecaria.
Segundos después, escucharon pasos acercándose. Hermione le hizo una señal de silencio a Draco, quien asintió con una expresión burlona.
—Hermione, sé que estás ahí, así que te doy dos minutos para que salgas —. La voz de Ginny es un susurro, pero lo suficientemente firme como para que Hermione se sobresalte.
—Draco, debo irme —. Draco la observa con curiosidad, y ella continúa —. Dejaré la puerta abierta para que salgas.
—Por lo que veo, la pequeña Weasley da bastante miedo.
—No tienes idea —. Responde Hermione con una sonrisa burlona —. Nos vemos, Draco.
Pero antes de que pueda salir, Draco la atrae hacia él y, sin darle tiempo de reaccionar, sostiene su rostro con sus manos y la besa en los labios. A diferencia del primero, este beso es más profundo, sorprendiéndola, pero al mismo tiempo haciéndola sonreír mientras le corresponde.
Al separarse un poco, él le retira el libro con suavidad de sus manos y le susurra al oído:
—Si me permites, Hermione... —. El cosquilleo que siente en el estómago cada vez que él dice su nombre acelera su corazón —. Recuerda que me dijiste que debía leer este libro y, dado que no puedo usar el tomo de mi madre, pediré prestado el tuyo.
Se observan durante un segundo más y, sin pensarlo, se besan de nuevo en una especie de despedida. Hermione se dirige a la puerta, pero se detiene justo antes de salir y lo voltea a ver:
—¿Nos vemos esta noche? —pregunta, esperanzada.
—Tengo entrenamiento de Quidditch —. Pero antes de que Hermione pueda protestar, añade —. Pero podría ser mañana después de nuestras rondas de prefectos. Por cierto, esta vez yo traigo la comida.
Hermione le da una sonrisa de afirmación y se retira antes de que su amiga decida investigar la razón de la demora.
Al salir de la Sección Prohibida, observa a una sonriente y distraída Luna junto a Ginny, quien luce bastante preocupada. Hermione no puede evitar sentirse mal por sus amigas.
—Hermione, te voy a hacer un hechizo localizador para que no te pierdas de mi vista —. La voz de Ginny denota molestia y preocupación, tanto que por un momento le recuerda a la señora Molly —. Antes de dormir, fui a hablar contigo y no estabas, y dado lo que ocurrió ayer, pensé que estarías aquí.
—Lo siento, perdí la noción del tiempo y me quedé dormida.
—Pero es la tercera vez este mes. Sé que mi hermano es un idiota, pero sabes que nos tienes a nosotras, ¿verdad, Luna?
Al no recibir respuesta de Luna, decide mirarla y se da cuenta de que está observando la entrada de la Sección Prohibida.
—¿Luna? —Ahora es Hermione quien habla —. ¿Todo bien?
—Sí, solo que me pareció ver unos Nargles en la Sección Prohibida —. Dice Luna mientras regresa su atención a la conversación —. Deberíamos irnos a desayunar.
Ambas asienten y emprenden el camino hacia el Gran Comedor mientras Hermione sigue disculpándose con Ginny y Luna por haberlas preocupado.
—Veo que estuviste aprendiendo sobre dragones —dice de repente Luna con una sonrisa—. ¿Qué tal es la historia de ese dragón blanco?
Hermione y Ginny observan a Luna con confusión hasta que, por primera vez en todo el tiempo que ha conocido a su amiga de cabellos rubios, Hermione entiende a qué se refiere y sonríe, comprendiendo por qué fue seleccionada en Ravenclaw. Aunque para muchos Luna era un extraña a quien llaman lunática, Hermione comprendido que su amiga era la persona más perspicaz que ha conocido en su vida.
—Sí, de hecho, leí bastante sobre ese dragón —. Hermione le regala una sonrisa, y Ginny solo las observa con desconcierto por no entender de qué hablan.
—Por tu sonrisa y el brillo de tu mirada, parece ser mejor de lo que pensabas.
—Mucho mejor de lo que siquiera imaginas, Luna —. Hermione hace una pausa antes de continuar —. Solo espero poder seguir leyendo un poco más sobre él mañana.
Ginny hace un gesto de molestia al notar que algo había pasado y que se había quedado sin enterarse. En ese momento, sin darse cuenta, una sombra pasa rápidamente entre ellas, haciendo que Hermione tropiece al sentir el roce de una mano con la suya. Ginny la sostiene a tiempo antes de que caiga y, justo cuando Hermione iba a protestar, sus palabras se quedan atrapadas en su garganta al ver que Draco está frente a ellas.
—Dra… Malfoy —se corrige con rapidez.
Se observan durante unos instantes, en los que Hermione no puede ocultar su sonrojo. Luna solo sonríe ante la escena, y Ginny los mira con duda hasta que nota que Draco lleva un libro en su mano. Un libro que ella ha visto varias veces en manos de Hermione e incluso ha leído una vez. Comprendiendo las palabras de Luna, se da cuenta de que Hermione no pasó la noche sola y por el humor y la sonrisa de ella, fue una muy buena noche. ¿Será que el torpe de su hermano tiene competencia?
—Granger y compañía —. Fue lo único que salió de los labios de Draco antes de perderse por los pasillos.
—Así que un dragón blanco tiene tu libro —. Ginny no puede ocultar la sonrisa en su rostro al saber que ahora también es parte de la conversación—. Tengo demasiadas preguntas sobre tú y Malfoy, pero tocará después de clases, ¿o me equivoco?
Hermione solo se sonrojó al saber que sus amigas habían descubierto que estuvo con Draco sin necesidad de decir una sola palabra.
—Si Hermione está dispuesta a contarnos lo más que pueda sobre el dragón, me encantaría escucharlo —. La voz de Luna es suave y tierna.
Cuando Hermione está a punto de decir algo, una sombra alta y delgada aparece en el pasillo y se interpone en su camino. Al darse cuenta de que es Theodore Nott, Ginny lo observa con desconfianza; sin embargo, tanto Hermione como Luna simplemente sonríen al verle. Él las observa un momento, dudando si preguntar o no.
—Granger —dice Theodore al fin, con una cordialidad que sorprende a Ginny, mientras que Luna solo sonríe—. ¿Has visto a Draco?
—Sí, Nott. Malfoy giró a la izquierda al final del pasillo. Si te das prisa, lo alcanzas.
—Muchas gracias, Granger… y Weasley —responde, pero antes de marcharse, se detiene un segundo y añade—: Buen día, Lovegood.
Hace una ligera reverencia en señal de despedida a Luna y sale a paso rápido siguiendo la ruta de Malfoy. Las dos Gryffindors observan a Luna con curiosidad, quien simplemente sonríe con un leve tono rosa en las mejillas.
—¿Desde cuándo se conocen? —pregunta Hermione.
—Esta es la primera vez que hablamos —responde Luna con naturalidad—. Se ve que es una persona agradable.
—Lo es —afirma Hermione—. Es uno de los pocos Slytherin que, de hecho, me agrada.
—Sí —Luna sonríe y agrega—. Debemos irnos ya, o de lo contrario no tendremos desayuno.
—Luna tiene razón —dice Hermione mirando su reloj—. Después de clases podremos hablar todo lo que quieran.
A lo lejos, Draco caminaba por los pasillos, inmerso en sus pensamientos sobre la noche anterior, tanto que no escuchó la voz que le llamaba hasta que alguien le tomó del hombro.
—¿Pero qué te pasa? —Su rostro de molestia se disipó al ver quién era—. Ah, hola, Theo.
—Hola, Draco —la voz de Theo siempre era seria, pero ese día tenía un matiz de diversión—. ¿Se puede saber dónde dormiste anoche?
—En la biblioteca —respondió sin entrar en detalles.
—Por lo que veo —dijo Theodore, señalando el libro en su mano—, has tenido compañía.
—Sí, de hecho, fue reconfortante.
Theodore, con su astucia de Slytherin, no necesitó más palabras para saber a quién pertenecía ese libro. Observó a su amigo con una ligera sonrisa y dedujo que lo ocurrido anoche había sido un buen resultado de lo que muchos podrían considerar un evento desafortunado.
—La volverás a ver.
—Mañana. Tengo entrenamiento de Quidditch esta tarde —respondió Draco justo cuando su estómago rugió—. Deberíamos acelerar el paso, no pienso perderme el desayuno.
Y así quedó zanjada la conversación entre dos viejos amigos que se conocían desde la infancia y sabían exactamente cuándo hablar y cuándo guardar silencio.
Y ese fue solo el primero de unos pocos encuentros que Hermione y Draco tuvieron aquel año escolar. Meses después, la guerra estalló, colocándolos en bandos opuestos y obligándolos a tomar decisiones que cambiarían sus vidas para siempre, aunque en el fondo ambos albergaban la esperanza de volver a encontrarse. Sin embargo, entre el caos y la oscuridad, siempre quedaría el recuerdo de aquellas noches en la biblioteca, donde, por un instante, las barreras entre Gryffindor y Slytherin dejaron de existir.
