La noche era fría y la lluvia golpeaba con fuerza el suelo, un estruendo constante que parecía sincronizarse con la tensión en el aire. En lo alto de un edificio, la figura de un hombre permanecía inmóvil, como si fuera parte de la noche misma. Su voz grave rompió el silencio:
—"Soy la venganza..."
El eco de esas palabras resonó en la oscuridad. La lluvia no cesaba, y un relámpago iluminó brevemente el horizonte, proyectando su silueta imponente contra el cielo tormentoso.
—"...Soy la noche."
*¡KRAKABOOM!*
Un relámpago cercano iluminó la escena, revelando por un instante los detalles de su atuendo: una armadura ligera de diseño moderno, decorada con patrones en azul oscuro que brillaban tenuemente bajo la lluvia.
El hombre, en una pose desafiante, dejó escapar su clímax:
—"¡YO SOY BATMAN!"
Parecía listo para desaparecer en la noche, su postura reflejaba decisión y un aire de misterio... pero entonces, de repente:
—"¡Buajajajaja!"
La misma voz, que hace un momento había sido grave e intimidante, se transformó en carcajadas genuinas. El hombre se inclinó ligeramente hacia adelante, sujetándose los costados mientras reía a gusto, su risa desentonando completamente con el tono dramático de antes.
—"¡Ja! Siempre había querido hacer eso." —murmuró para sí mismo, todavía entre risas.
Dio unos pasos al frente, y la tenue luz de una farola cercana iluminó su rostro parcialmente cubierto por un antifaz. Aunque no era evidente de inmediato, cualquier persona que lo conociera sabría de quién se trataba: Hideki.
Con una sonrisa de satisfacción, dejó escapar un suspiro, como si acabara de cumplir un deseo infantil. Y así, en medio de la tormenta, el héroe sin poderes pero con una determinación infinita, continuó su camino, la risa aún vibrando en el aire.
Con una renovada determinación, Hideki descendió del edificio, con movimientos extremadamente agiles tal como los de un parkourista profesional sino es que mejor. La decisión estaba tomada: si quería ser un héroe de verdad, debía serlo sin importar en el mundo en el que este. No tenía un quirk, pero tenía su voluntad, su entrenamiento, y un firme deseo de ayudar a los demás.
La ciudad estaba tranquila, o al menos lo parecía. Caminaba por las calles oscuras, bajo el brillo intermitente de las farolas y el constante golpeteo de la lluvia, atento a cualquier señal de peligro. No tardó mucho en encontrarla.
Un grito rompió la calma:
—"¡Alto! ¡Por favor, no se lleven mi bolso!"
Hideki giró rápidamente hacia la dirección del grito. A unos metros, una mujer luchaba por mantener su bolso mientras un hombre encapuchado tiraba de él con fuerza. Había otro individuo más cerca, vigilando los alrededores, claramente cómplice.
Sin pensarlo, Hideki se lanzó hacia la escena.
—"¡Hey! Déjala en paz."
Los dos ladrones voltearon hacia él. Uno de ellos soltó una risa sarcástica.
—"¿Y tú quién eres? ¿Un niño jugando a ser héroe?"
Hideki no perdió tiempo. Con un movimiento rápido, se colocó en posición defensiva, los pies firmes sobre el suelo resbaladizo por la lluvia. El entrenamiento de las últimas semanas comenzaba a dar frutos, y esta era la primera oportunidad real de ponerlo a prueba.
El primer ladrón, el más corpulento, se abalanzó hacia él, confiado en su ventaja física. Pero Hideki había pasado horas perfeccionando su técnica y eso sin contar sus peleas previas en su mundo. Esquivó con facilidad el primer golpe, utilizando el impulso del atacante para empujarlo hacia un poste cercano.
El otro ladrón intentó atacar por detrás, pero Hideki lo detectó a tiempo. Un giro rápido, y con un golpe preciso en la muñeca, hizo que el ladrón soltara un cuchillo que había sacado. Aprovechando la oportunidad, Hideki lo desarmó completamente y lo empujó contra el suelo, inmovilizándolo con una llave que había aprendido.
Mientras sostenía al segundo ladrón contra el suelo, un pensamiento cruzó su mente: "Estos ladrones no son nada comparados con los de mi mundo. Incluso el criminal más común allá sería unas diez o veinte veces más peligroso que este par."
Recordó cómo en su mundo, los criminales a menudo poseían habilidades sobrenaturales o quirks letales. En cambio, estos hombres dependían más de la intimidación que de su capacidad para pelear o realmente hacer daño. "Aquí parece que la mayoría no tiene ni la intención ni los medios para ser realmente violentos... al menos no de forma seria."
Respiró profundamente y aflojó un poco su agarre. Aunque estos ladrones no fueran un desafío en términos de habilidad, sabía que no podía subestimarlos por completo. Asegurándose de que ambos estuvieran completamente sometidos, se levantó y se apartó.
—"No sé qué esperaban encontrar esta noche, pero cometieron un grave error," dijo Hideki, su voz llena de determinación.
El primer ladrón intentó levantarse, pero Hideki, manteniéndose alerta, lo detuvo con una patada que lo obligó a caer nuevamente.
Sacando su teléfono, marcó rápidamente a la policía, asegurándose de que ambos criminales quedaran neutralizados mientras hablaba.
—"He detenido un intento de robo en el distrito central. Dos sospechosos están bajo control. Por favor, envíen a alguien."
La mujer, todavía en estado de shock, se acercó abrazando su bolso.
—"Gracias... No sé qué habría hecho sin usted."
—"Está bien, señora. La policía está en camino. Quédese cerca; darán prioridad a su declaración."
Los ladrones, conscientes de que no podían escapar, permanecieron en el suelo, resignados. Hideki no los perdió de vista ni un segundo, asegurándose de que no intentaran nada.
Minutos después, las luces rojas y azules iluminaron la calle, y dos agentes descendieron de un patrullero. Hideki explicó brevemente la situación mientras la mujer confirmaba su historia.
Antes de que se fueran, uno de los oficiales se volvió hacia él, con una mezcla de agradecimiento y advertencia en su voz.
—"Gracias por intervenir. Pero tenga cuidado. No todos estos enfrentamientos terminan tan bien."
El oficial dio un paso hacia adelante para asegurarse de que el joven había escuchado, pero al voltear completamente hacia donde estaba Hideki, se dio cuenta de algo.
—"¡¿Eh?! ¿Dónde se fue?"
Otro agente, que también había estado observando, parpadeó incrédulo.
Incluso la mujer quien estaba viendo fijamente a su salvador estaba sorprendida, él desapareció justo cuando ella había parpadeado.
—"Estaba ahí hace un segundo."
Ambos miraron alrededor, intentando localizarlo, pero Hideki ya había desaparecido, como si se hubiera desvanecido entre la lluvia y las sombras de la noche.
Desde lo alto de un edificio cercano, oculto entre la penumbra, Hideki observaba cómo los policías se llevaban a los ladrones. Una pequeña sonrisa cruzó su rostro antes de desaparecer nuevamente, dejando atrás únicamente la noche y el eco distante de las sirenas.
"Un paso a la vez, Hideki. Un paso a la vez," pensó mientras desaparecía entre las sombras, la lluvia cayendo suavemente sobre él.
Días después, la rutina de la ciudad de Kuoh se veía interrumpida por un programa de noticias local. En las pantallas de televisores en tiendas, cafeterías y hogares, el rostro de una reportera hablaba con entusiasmo, mientras imágenes borrosas y videos tomados desde teléfonos móviles se reproducían en el fondo.
—"Última hora: un misterioso vigilante ha comenzado a aparecer en las calles de Kuoh. Testigos aseguran que intervino en varios intentos de robo durante las últimas noches, sometiendo a los delincuentes con una habilidad impresionante antes de desaparecer sin dejar rastro."
El video mostraba imágenes granuladas de dos hombres esposados contra un poste, mientras los oficiales de policía hablaban entre ellos. Otro video capturaba una sombra saltando de un edificio a otro, apenas visible bajo la tenue luz de las farolas.
—"Aunque algunos habitantes expresan su gratitud por lo que describen como un héroe anónimo, otros advierten sobre los peligros de depender de un justiciero fuera de la ley. Las autoridades aún no han emitido un comunicado oficial sobre este vigilante, pero se especula que podría ser un experto en artes marciales o alguien con entrenamiento militar."
En el comedor de la casa de los Nishimiya, Hideki veía el noticiero con aparente indiferencia, sentado junto a Hiro, quien disfrutaba de un tazón de cereal mientras miraba la pantalla fascinado.
—"¡Wow, mamá! ¡Mira eso! ¡Es como en los cómics! ¡Un héroe de verdad!" Hiro apuntó emocionado hacia la televisión.
Kaori, mientras tanto, observaba de reojo a Hideki, cruzándose de brazos y levantando una ceja.
—"Un héroe anónimo, ¿eh?" dijo con un tono que combinaba curiosidad y sospecha.
Hideki, sintiendo la mirada penetrante de Kaori, trató de parecer relajado mientras tomaba un sorbo de té.
—"Sí... interesante, ¿no? Seguro que es alguien con mucho tiempo libre."
Kaori mantuvo su mirada fija en él unos segundos más antes de soltar un suspiro.
—"Espero que ese 'alguien' sepa lo que está haciendo. No sería bueno que terminara metiéndose en problemas mayores."
Mientras Kaori volvía a la cocina, murmurando algo sobre cómo algunos jóvenes pueden ser demasiado impulsivos, Hideki dejó escapar un pequeño suspiro de alivio. Hiro, sin embargo, seguía hablando emocionado.
—"¡Quiero conocerlo! ¿Crees que podríamos verlo algún día? ¡Le preguntaría cómo aprendió a saltar tan alto!"
Hideki revolvió el cabello de Hiro con una sonrisa.
—"Quizás algún día, pequeño. Quizás algún día."
Sin embargo, mientras decía esas palabras, no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo podría mantener su identidad en secreto.
-"Nos llega una noticia de última hora desde el centro de la ciudad, donde un incendio de grandes proporciones está arrasando un edificio de apartamentos. Vamos en vivo con nuestra reportera en el lugar, Tanaka Yuki, quien tiene todos los detalles. Tanaka, ¿qué está sucediendo?"- Hablaba un hombre de mediana edad en el estudio del noticiero local a través del televisor.
La cámara cambia a Tanaka Yuki, con el rostro iluminado por las intermitentes luces rojas y azules de los vehículos de emergencia. Detrás de ella, el edificio está envuelto en humo negro, con llamas visibles en los pisos superiores.
"Gracias, Fujimoto. La situación aquí es crítica. Las llamas han consumido por completo los pisos superiores de este edificio de ocho plantas, y los equipos de emergencia están luchando no solo contra el fuego, sino contra el tiempo. Según las autoridades, aún hay al menos 3 personas atrapadas en los pisos superiores, donde las llamas son más intensas y el humo dificulta cualquier intento de rescate."
La cámara enfoca al quinto piso, donde una mujer agita una sábana desde la ventana, gritando por ayuda. El fuego se acerca peligrosamente, y los gritos de angustia de los residentes atrapados son audibles.
"En estos momentos, los bomberos están intentando llegar al quinto y sexto piso, donde aún se encuentran personas atrapadas. Sin embargo, el acceso es extremadamente peligroso, y cada segundo cuenta. La tensión aquí es palpable."
De repente, la cámara capta a un joven de cabello oscuro y mirada decidida que cruza la línea de seguridad establecida por los bomberos. Es Hideki, con su ropa empapada de agua de una manguera que tomó prestada para protegerse del calor.
"Fujimoto, parece que alguien está intentando entrar al edificio. ¡Espera un momento! ¡Ese hombre no pertenece al equipo de rescate. ¡Espera es un adolescente!"
La cámara lo sigue mientras esquiva a los bomberos y entra al edificio por una ventana del primer piso, desoyendo las órdenes de los oficiales de emergencia.
"¡Oye muchacho! ¡Es peligroso, regresa de inmediato!"
"Lo que estamos viendo es algo increíble y alarmante. Este hombre, aparentemente un civil, ha ingresado al edificio para intentar rescatar a los atrapados. No sabemos quién es ni cuáles son sus intenciones, pero claramente está decidido a ayudar."
La cámara cambia a los pisos superiores, donde el humo se vuelve más espeso. Minutos después, entre las ventanas ennegrecidas por el hollín, aparece Hideki cargando a una mujer y niño en sus brazos. Su rostro está cubierto de sudor y hollín, pero sus movimientos son firmes.
"¡Algo está saliendo del tercer piso!", gritó. "¡Es el joven de hace un momento! ¡Espera... va a saltar!"
Hideki no dudó. Sosteniendo firmemente a la mujer y al bebé, se lanzó hacia el exterior, apuntando hacia el colchón inflable que los bomberos habían preparado en la base del edificio.
Los bomberos reciben a la madre con el bebe en brazos, ambos inconscientes. Sin embargo, Hideki no se detiene y vuelve a entrar al edificio, ignorando las advertencias de los bomberos.
"Fujimoto, esto es algo que no vemos todos los días. Este joven está arriesgando su vida para salvar a quienes quedaron atrapados. Sin embargo, la situación sigue siendo extremadamente peligrosa. No sabemos cuánto más resistirá la estructura del edificio."
Las llamas avanzan al sexto piso, y el techo comienza a crujir. Un bombero toma el micrófono de la reportera y habla directamente a la cámara.
"Pedimos a ese joven que salga de inmediato. El edificio está a punto de colapsar, ¡es demasiado arriesgado!"
Momentos antes, Hideki caminaba tranquilamente por la ciudad. Sin nada urgente que atender, había decidido tomar un tiempo para relajarse y dejar que su mente divagara. Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando notó cómo algunas personas pasaban corriendo en pánico, con expresiones de terror en sus rostros. Al levantar la vista, su corazón dio un vuelco: una enorme columna de humo negro se alzaba sobre los edificios.
Sin dudar un segundo, Hideki empezó a correr en dirección al humo, el sonido de las sirenas aumentando con cada paso que daba. Al llegar al lugar, la escena era devastadora: un edificio de aproximadamente ocho pisos estaba envuelto en llamas, con fuego y humo saliendo por las ventanas de los pisos superiores.
Cerca del perímetro de seguridad, Hideki divisó a una reportera hablando en vivo frente a las cámaras. Decidió acercarse para obtener más información.
"Gracias, Fujimoto. La situación aquí es crítica. Las llamas han consumido por completo los pisos superiores de este edificio de seis plantas, y los equipos de emergencia están luchando no solo contra el fuego, sino contra el tiempo. Según las autoridades, al menos seis personas permanecen atrapadas en los pisos superiores, donde las condiciones son extremadamente peligrosas debido al calor y el humo", informó la reportera, con expresión grave.
Esas palabras fueron todo lo que Hideki necesitaba escuchar. La situación era urgente, y no había tiempo para dudas o preparativos. No podía permitirse buscar su traje de héroe ni perder un solo segundo más.
Con movimientos rápidos, se quitó la chaqueta que llevaba puesta y la ató alrededor de su cabeza, cubriendo su nariz y boca para protegerse del humo.
"¡Hey, tú! ¡Detente!" gritó un bombero al notar sus intenciones.
"¡Que alguien detenga a ese hombre!" exclamó otro, mientras varios rescatistas intentaban interceptarlo.
Pero Hideki, con una agilidad impresionante, los esquivó sin detenerse, moviéndose entre ellos como si pudiera predecir sus movimientos. Cada paso que daba lo acercaba más al edificio en llamas. Mientras corría, su mente estaba fija en un único objetivo: salvar a las personas atrapadas, sin importar el riesgo.
El calor y el rugido de las llamas eran intimidantes, pero Hideki no vaciló. Sabía que cada segundo contaba, y no podía permitirse fallar.
Una vez dentro del edificio, Hideki comenzó a gritar en cada piso, asegurándose de que nadie quedara atrás. Sabía que no podía confiar por completo en las palabras de la reportera y quería asegurarse personalmente de que no quedara nadie atrapado en los niveles inferiores. Recorrió cada apartamento tan rápido como pudo, revisando a fondo cada rincón. Por fortuna, los primeros cuatro pisos estaban vacíos. Sin perder tiempo, continuó subiendo.
Al llegar al quinto piso, un sonido apenas audible lo detuvo en seco.
"¡Ayuda!"
La voz era débil, casi ahogada por el ruido de las llamas y el crujir del edificio.
"¡¿Hay alguien aquí?!", gritó Hideki, intentando localizar el origen del llamado.
"¡Aquí– cough, cough!"
El sonido, esta vez más claro, llegó acompañado de una tos desesperada. Hideki se movió rápidamente hacia donde creía haber escuchado la voz. Entró en uno de los apartamentos y, tras un rápido vistazo, vio a una mujer atrapada bajo un mueble de madera que estaba parcialmente en llamas.
Sin dudarlo, corrió hacia ella.
"¡Resiste un poco más, te sacaré de aquí!"
Hideki ignoró el calor y el peligro. Agarró el pesado mueble, sus músculos tensándose mientras lo levantaba sin esfuerzo aparente. Con un giro rápido, lo lanzó contra una pared, que se resquebrajó por el impacto. Cuando finalmente pudo acercarse a la mujer, notó que sostenía con fuerza a un bebé, protegiéndolo con su cuerpo.
"Tranquila, estás a salvo ahora", le dijo mientras la cargaba cuidadosamente junto con el bebé.
Con ambos en brazos, Hideki salió del apartamento y comenzó a descender las escaleras. Pero al llegar al tercer piso, se dio cuenta de que el tiempo estaba en su contra: el fuego se extendía rápidamente, y las escaleras empezaban a debilitarse bajo sus pies. Sabía que no podía arriesgarse a quedar atrapado con la mujer y el bebé.
Tomando una decisión arriesgada, pero confiado en su reciente entrenamiento con el ki, se dirigió a la ventana más cercana.
Afuera, entre el caos, la reportera Tanaka lo divisó.
"¡Algo está saliendo del tercer piso!", gritó. "¡Es el joven de hace un momento! ¡Espera... va a saltar!"
Hideki no dudó. Sosteniendo firmemente a la mujer y al bebé, inhaló profundamente para concentrar su ki. En un solo movimiento fluido, se lanzó hacia el exterior esperando caer en el suelo, afortunadamente había un colchón inflable que los bomberos habían preparado en la base del edificio y logro apuntar hacia el colchón, cayendo con relativa suavidad en el.
Los bomberos reciben a la madre con el bebe en brazos, ambos inconscientes, debido al humo inhalado.
Hideki, consciente de que aún quedaban personas atrapadas en el edificio, no dudó en regresar.
"¡Espera, joven! ¡Ya hiciste demasiado!" —gritó uno de los bomberos, extendiendo un brazo para detenerlo.
"¡Aún hay personas adentro!" —respondió Hideki mientras esquivaba al bombero sin detenerse. "¡Tengan listo el colchón!"
Una vez más, Hideki atravesó las llamas y el humo para llegar al interior del edificio. Subió rápidamente hasta el sexto piso, esforzándose por ignorar el calor creciente y el aire cada vez más denso.
"¿¡Hay alguien aquí!?" —gritó, esperando una respuesta.
Al no obtener ninguna, revisó todos los apartamentos lo más rápido posible antes de continuar al séptimo piso. Gritó la misma pregunta, pero otra vez, solo el sonido del fuego respondía. Sin embargo, al entrar en uno de los apartamentos, vio algo que lo detuvo en seco: un gran pedazo de techo caído sobre el suelo, del que sobresalía una mano apenas visible.
El temor lo invadió por un momento. Se apresuró hacia los escombros y notó que la mano se movía débilmente.
"¡Ayuda!" —una voz tenue, casi inaudible, llegó a sus oídos. Era la de un hombre.
"¡Resiste! ¡Te sacaré de aquí!" —gritó Hideki, intentando mantener al hombre consciente.
Mientras intentaba levantar el escombro, el hombre murmuró entre toses: "Mi... hija... sálvala..."
Hideki apretó los dientes y redobló sus esfuerzos, logrando levantar un poco más el pesado pedazo de techo. Pero no fue suficiente; más escombros apilados sobre el techo ejercían demasiada presión.
De repente, un crujido ominoso resonó.
¡CRACK!
El sonido del escombro fracturándose llenó la habitación, haciendo que Hideki detuviera sus movimientos por instinto. Si se rompía, no habría forma de salvar al hombre y a su hija, y ambos quedarían enterrados.
(N/A: Algo asi, e imaginen que hay mas escombros encima)
El humo se hacía cada vez más denso, quemando sus pulmones con cada respiración. Sus músculos temblaban bajo la tensión, agotados por el esfuerzo, mientras el fuego comenzaba a acercarse peligrosamente a él. La situación empeoraba con cada segundo.
Pero en ese momento, una idea desesperada cruzó su mente. No tenía ni la más mínima certeza de si funcionaría; su dominio y conocimiento del ki no eran suficientes para garantizar el éxito de su próximo movimiento. Sin embargo, no había tiempo para dudar.
Hideki cerró los ojos y canalizó su ki, extendiéndolo cuidadosamente hacia el pedazo de techo que sostenía. Nunca antes había intentado algo tan preciso, pero no tenía otra opción. Su energía envolvió la estructura, fortaleciéndola y estabilizándola.
"¡HAAAAAA!"
Con un grito lleno de determinación, Hideki ejerció toda la fuerza que le quedaba, levantando el escombro mientras mantenía el flujo de ki estabilizando la estructura. Con una mano libre, tomó al hombre, que aún abrazaba a su hija, y los arrastró fuera del alcance de los escombros. Una vez que estuvieron a salvo, dejó caer el pesado techo con un estruendo.
Apenas tuvo tiempo para respirar antes de asegurarse de que ambos estaban a salvo.
Hideki cargó al hombre herido y a su hija en sus brazos, apretándolos contra su pecho para protegerlos mientras bajaba rápidamente las escaleras. Cada paso era una lucha contra el calor abrasador y el humo que hacía que cada aliento fuera más pesado que el anterior.
Cuando alcanzó el quinto piso, su camino quedó bloqueado por un derrumbe repentino. Las llamas se extendían rápidamente, lamiendo las paredes y el suelo, acorralándolo. Hideki evaluó la situación; no había tiempo para regresar. La única salida era la ventana más cercana.
"¡No puede ser!" —pensó mientras se acercaba al marco, mirando hacia abajo. El colchón de seguridad que habían preparado los bomberos estaba ahí, pero la altura era considerable. Sus piernas se tensaron, y la duda intentó apoderarse de él. Nunca antes habia saltado de tan alto con personas en sus brazos.
"¡Preparen el colchón!" —gritó Hideki con fuerza, asegurándose de que todos estuvieran listos.
El hombre herido tosió débilmente. "No... nos... sueltes..." —murmuró con apenas un hilo de voz.
Hideki respiró profundamente, tratando de calmar su mente. Estaba al límite de su resistencia, pero no podía fallar ahora.
"¡Aguanten fuerte!" —les dijo mientras ajustaba su agarre y retrocedía un paso. Canalizó lo poco que le quedaba de ki hacia sus piernas, reforzándolas para amortiguar el impacto del salto.
"¡Allá voy!" —exclamó.
Con un impulso poderoso, Hideki saltó por la ventana, abrazando con fuerza a los dos civiles mientras caían hacia el colchón de seguridad. El aire silbaba en sus oídos, y por un momento, sintió que el tiempo se detenía.
El impacto fue duro, pero el colchón absorbió la mayor parte de la caída. Hideki rodó para asegurarse de que el hombre y su hija no recibieran ningún daño adicional. Cuando finalmente se detuvo, respiró profundamente, sintiendo el suelo firme debajo de él.
"¡Está vivo! ¡Los tiene a salvo!" —gritó uno de los bomberos, corriendo hacia ellos.
Los paramédicos se apresuraron a atender al hombre herido y a su hija, quienes, aunque débiles, estaban vivos gracias al esfuerzo de Hideki. Él, aún jadeando por el esfuerzo, se dejó caer de espaldas sobre el colchón, mirando el cielo.
"¿Están... bien?" —preguntó entre respiraciones agitadas.
"Estarán bien gracias a ti, muchacho." —dijo un bombero, quien se inclinó para ayudarlo a levantarse. "Eres un héroe."
Hideki negó con la cabeza mientras se ponía de pie, tambaleándose ligeramente. "Solo... hice lo que tenía que hacer."
Cuando Hideki se puso de pie con la ayuda de Tanaka, un momento de silencio se apoderó del lugar. El aire estaba cargado de tensión, mientras todos asimilaban lo que acababa de ocurrir. Entonces, un aplauso solitario rompió el silencio, seguido de otro, y otro más. En cuestión de segundos, la multitud que se había reunido frente al edificio estalló en vítores y aplausos ensordecedores.
"¡Es un héroe!" —gritó alguien desde la multitud.
"¡Salvó a esa familia!"
"¡No puedo creerlo, saltó desde esa altura con ellos en brazos!"
Los vítores se intensificaron mientras las cámaras de los reporteros capturaban cada ángulo del momento. Algunos incluso se acercaron con micrófonos en mano, tratando de obtener una declaración del joven que había arriesgado su vida.
Hideki, sin embargo, apenas escuchaba. Su corazón aún latía con fuerza, no por el aplauso, sino por el alivio de haber logrado salvar a esas personas. Levantó la mirada hacia el edificio en llamas, preocupado por si aún quedaba alguien más atrapado adentro.
Un bombero, notando su expresión, colocó una mano firme en su hombro. "Tranquilo, muchacho. Ya nadie más está adentro."
Las palabras del bombero le dieron una pequeña sensación de calma, aunque el agotamiento empezaba a alcanzarlo.
"¡Gracias!" —gritó una mujer desde la multitud, con lágrimas en los ojos. "¡Gracias por salvar a mi esposo y a mi hija!"
Hideki giró la cabeza y vio a la mujer correr hacia él. Su rostro estaba lleno de gratitud mientras los paramédicos atendían a su familia. Sin dudarlo, se inclinó profundamente en señal de respeto.
"No hace falta agradecerme. Solo... estoy feliz de que estén a salvo." —dijo con humildad, aunque su voz era débil por el cansancio.
Los vítores continuaron, y aunque Hideki no buscaba reconocimiento, el calor de la multitud le dio una sensación de consuelo en medio de todo el caos.
Cuando los aplausos comenzaron a desvanecerse y los bomberos retomaron su labor, Hideki se alejó de la multitud, buscando un poco de calma. Encontró un rincón apartado cerca de una ambulancia, donde se dejó caer al suelo, respirando con dificultad mientras apoyaba la espalda contra la fría estructura metálica.
Cada músculo de su cuerpo dolía, y el cansancio lo envolvía como una capa pesada. A pesar de haber salvado a esas personas, una sensación inexplicable de incomodidad se apoderaba de él. Había hecho lo que tenía que hacer, sí, pero había algo más profundo que no lograba identificar.
"Lo hice... pero ¿es suficiente?" —se preguntó, aunque sabía que la respuesta era clara en su interior.
Hoy, había enfrentado el fuego y el caos sin importar los riesgos, había salvado vidas que estaban a punto de perderse. Eso, en sus propios ojos, era lo que un héroe haría.
"Creo que esto es lo que significa ser un héroe..." —pensó con una leve sonrisa.
Sin embargo, no se sentía como un héroe porque aún no lo había comprendido completamente. Ser un héroe no era solo salvar vidas, era tomar decisiones arriesgadas, seguir adelante cuando otros se quedaban atrás. Y, sobre todo, se trataba de un compromiso constante de mejorar, de seguir adelante sin importar las cicatrices que uno pudiera tener.
Recordó las palabras del hombre que había rescatado, "Mi hija... sálvala." Eso le había dado un propósito más allá de cualquier recompensa o reconocimiento. No lo hacía por ser admirado, lo hacía porque era lo correcto, porque cada vida salvada valía más que cualquier logro personal.
"Prometo ser mejor. Seguiré adelante hasta que no quede nadie más atrapado, hasta que pueda salvar a todos." —pensó, con una determinación más fuerte que antes, sabiendo que su camino de héroe apenas comenzaba.
Un paramédico se acercó, interrumpiendo sus pensamientos. "¿Todo bien, joven? Deberías dejar que te revisen."
Hideki esbozó una pequeña sonrisa y asintió. "Sí, estoy bien. Solo... denme un momento."
Mientras el paramédico se alejaba para traer una camilla, Hideki cerró los ojos nuevamente.
A pesar de las heridas y el cansancio, Hideki ya sabía que este era solo el primer paso. Un verdadero héroe no se mide por las veces que cae, sino por las veces que se levanta, y hoy había dado un gran paso para convertirse en el héroe que siempre había querido ser.
Después del incidente del incendio, en los días siguientes, Hideki continuó con sus actividades nocturnas como héroe. Su rutina consistía principalmente en frustrar pequeños robos o ayudar a personas en situaciones de riesgo. Japón, y especialmente Kuoh, no era conocido por su alta criminalidad, lo que hacía que la mayoría de sus intervenciones fueran incidentes menores. Sin embargo, para Hideki, cada acción contaba, cada persona a la que podía ayudar representaba un paso más hacia su objetivo de convertirse en un verdadero héroe.
No obstante, comenzó a percibir algo inquietante. En medio de su patrullaje, notó un patrón alarmante: desapariciones. Aunque aisladas al principio, empezaron a acumularse en su mente como piezas de un rompecabezas que no encajaban. Personas de todas las edades, en su mayoría trabajadores nocturnos, estudiantes y transeúntes, simplemente dejaban de aparecer. Lo más extraño era que casi ninguna de estas desapariciones llegaba a los noticieros ni parecía ser un tema de preocupación pública.
Esto encendió una alarma en Hideki. Una noche, tras dejar a salvo a una pareja que había sido asaltada, decidió cambiar el rumbo de sus actividades. "Esto no es normal... alguien tiene que estar haciendo algo. Y si nadie lo hará, entonces yo lo haré."
Oculto entre las sombras de un callejón, Hideki hojeaba el pequeño cuaderno en el que había comenzado a anotar detalles de las desapariciones. Había conseguido la información a través de conversaciones casuales con comerciantes, reportes de redes sociales y pequeños anuncios pegados en postes o tablones de comunidades vecinas. Las desapariciones parecían concentrarse en tres áreas específicas de la ciudad: cerca de la estación de tren, en un parque al este y en una zona industrial abandonada.
Esa misma noche decidió visitar el parque, un lugar desierto y silencioso a esas horas. Su experiencia en el combate y entrenamiento le permitían mantenerse alerta a cualquier cosa fuera de lo normal, pero no fue su habilidad lo que detectó el primer indicio extraño: fue su instinto.
Al acercarse a una zona de arbustos densos, sintió un leve escalofrío recorrer su espalda. Se detuvo y se concentró, percibiendo un rastro débil, pero inconfundible, de energía. "Esto no es humano." Agradecía profundamente haber aprendido a usar su ki, incluso si de momento solo lo podía usar a un nivel básico.
Agachándose, examinó más de cerca el suelo. Había marcas sutiles, como si algo pesado hubiera sido arrastrado. También encontró pequeñas manchas de un líquido oscuro que no parecía ser sangre, pero su textura y brillo bajo la luz de la luna eran inquietantes.
"Esto confirma mis sospechas... algo sobrenatural está detrás de esto."
Mientras caminaba por las calles vacías, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No era la primera vez que percibía algo extraño, pero esta vez el rastro era más claro, más nítido. Cerró los ojos un momento, concentrándose en su entorno. La sensación era aun difícil de descifrar para su nivel y conocimiento en ki y presencias sobrenaturales, pero siguiendo su intuición y la sensación de la energía estaba bastante seguro de que se trataba de energía demoniaca, después de todo en la academia ya había sentido varias energías similares y una le pertenecía a su amiga Koneko, en su interior negaba que su amiga fuera un demonio, ella podía ser un poco fria con las persona pero sabia perfectamente que era una buena persona, por lo que no podía siquiera pensar que ella era un demonio; sacudió la cabeza no era momento de pensar en eso en este momento,.
"Así que esto no es obra de humanos..." pensó, su expresión endureciéndose.
El rastro lo llevó por calles desiertas hasta llegar a un viejo edificio en ruinas. Era un teatro abandonado, cubierto de grafitis y con las ventanas rotas, un lugar que había caído en el olvido hacía años. La energía demoníaca parecía emanar desde allí, cada vez más intensa a medida que se acercaba.
Escondido entre las sombras, Hideki estudió el lugar. No había señales de actividad humana, pero la sensación opresiva del lugar era innegable. Se acercó con cautela, manteniendo todos sus sentidos alerta.
La entrada principal estaba cerrada con un candado oxidado, pero Hideki encontró un acceso lateral. Una pequeña puerta semiabierta que daba a lo que parecía ser un pasillo oscuro. Dentro, el ambiente era frío y pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de algo antinatural.
Mientras avanzaba, las marcas de energía demoníaca se hacían más evidentes. En las paredes, las mismas garras que había visto en el parque estaban grabadas, formando un patrón que parecía un sello incompleto. Cada paso que daba lo convencía más de que no estaba tratando con algo ordinario.
Investigo un poco mas, pero no encontró nada, la mayor pista que había obtenido eran las marcas de garras y la energía demoniaca que se concentraba fuertemente en el lugar.
"No creo que regrese pronto el demonio que esta haciendo esto, volveré mañana para investigar mas" Hideki apretó los puños, su mente trabajando rápidamente. Sabía que enfrentarse a un demonio renegado sería un desafío mucho mayor que los pequeños criminales a los que había detenido hasta ahora. Aun así, no podía permitir que más personas fueran víctimas.
Con esa determinación, Hideki comenzó a inspeccionar más detenidamente el lugar, trazando un plan para enfrentar lo que fuera que estaba detrás de las desapariciones. Por ahora, su prioridad era recopilar toda la información posible antes de que llegara el momento de enfrentarse a su enemigo.
Fin espero les haya gustado
Y por cierto, no puede ser una verdadera historia de héroes, sin la clásica escena del edificio en llamas.
