Almendras amargas

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"A warrior, struggling to remain

relevant"

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Minos apareció sin previo aviso a las puertas del templo Caina, el hogar de Radamanthys, dispuesto a sacarle la verdad del por que de sus prolongadas ausencias. El grifon se imaginaba que su colega no se reunía con su novia ya que detectaba sus traslados hacia su país de origen. Así que era un hecho que el dragón heráldico estaba haciendo alguna otra actividad allá, ya que esa última salida le tomó poco más de doce horas.

Algo ya demasiado sospechoso e inaceptable.

—Hola Minos —Radamanthys se detuvo a los pies de la puerta de su templo notando a su jefe quien lo observaba serio con sus ojos avellanados—, buenas noches.

—Amigo, perdona que te moleste a esta hora, pero debemos hablar.

—¿Debe ser ahora?

—Me temo que si, no quiero esperar —respondió el grifon con calma.

—De acuerdo, sin problema —el wyvern lanzó un suspiro imperceptible para Minos quien lo siguió en silencio.

Radamanthys lo condujo hasta su salón de trabajo, el cual estaba ubicado en el ala derecha de su templo ocupando casi una tercera parte de la única planta del edificio. Al otro lado de este se encontraban la alcoba y el baño privado al final del pasillo perpendicular al muro de la sala de trabajo. El dragón heráldico abrió la puerta y, al mismo tiempo, las velas de los candelabros cercanos y la araña del techo, se iluminaron automáticamente alumbrando las paredes de piedra blanca sin decorados.

Ambos entraron al silencioso despacho cerrando la puerta detrás suyo, tomaron asiento en dos amplios sofás borgoña acomodados uno frente a todo separados por una mesa alargada donde estaba colocado otro candelabro encendido. Las luces proyectaban sombras espectrales por toda la habitación y sobre los dos hombres cuyos ojos, que tenían un brillo mortecino, intercambiaban miradas feroces.

—Te escucho, Minos —Radamanthys adoptó una actitud tranquila, algo raro en él, esperando a que su colega comenzará a lanzar acusaciones y demás.

—Se bien que has estado trabajando con ahínco y has dedicado largas horas a juicios y al llenado de reportes. Me sorprendes, Radamanthys, pues normalmente hay que presionarte un poco para que entregues todo a tiempo.

—Agradezco el comentario —el wyvern se mantuvo en control a la espera de lo que seguía colocando las manos sobre los descansos del sofá.

—El motivo de mi desconcierto —indicó Minos con calma—, es el hecho de que tus últimas salidas han sido demasiado largas. Normalmente hay que obligarte a salir del Inframundo y, cuando lo haces, no tardas más de dos o tres horas; salvo cuando te trasladas a Grecia a visitar a tu novia.

El rubio solo asintió sin decir palabra.

—Así que, como alto juez del Inframundo, debo saber en qué inviertes tantas horas y en Londres. Sé de primera mano cuánto te molesta poner un pie ahí, ¿o estás traicionando a tu novia con alguna otra persona? —finalizó entre sarcástico y burlón.

—¡No! —respondió el Wyvern consternado y con los ojos muy abiertos— No es nada de eso. Nunca la traicionaría, ¡¿de donde sacas esas tonterías?!

—Bien, si no estás con alguien más, ¿podrías aclararme lo que sucede?

—No se como decirlo o por dónde empezar…

Minos lo observó serio a la espera de una buena explicación de su parte mientras que su colega pensaba un poco antes de hablar, parecía buscar las palabras adecuadas o convincentes para responder a las demandas del grifon.

—Recuerdas que, desde hace mucho tiempo, me había enfocado en volver a ser una persona mortal, siendo mi nombre "real" lo único que me ha faltado por encontrar.

—Si, lo recuerdo.

—Bien pues… Hace un par de años, mientras paseaba con Shaina por Edimburgo, un extraño me abordó entregándome el panfleto de un servicio de ayuda. Ellos ofrecen servicios a personas con nuestra condición de inmortal.

Radamanthys noto como las expresiones faciales de Minos cambiaban de estar tranquilo a extrañado, aún así el rubio continuó con su explicación.

—Hace un tiempo me acerqué a esas personas y… estoy trabajando con ellos para poder encontrar ese dato que está perdido.

—¿Qué tipo de panfleto, de qué hablas? —Minos dibujó una mueca al escuchar semejante explicación pues, de todas las excusas que Radamanthys habría podido ofrecer a sus ausencias, eso era lo que menos esperaba escuchar— ¿Qué rayos has estado haciendo en el mundo mortal?

—Ellos ofrecieron su ayuda para encontrar mi nombre, Minos, pues los registros donde pudiera estar se han perdido con el tiempo.

—¿Quiénes son ellos? No te entiendo.

Los dos guardaron silencio por un momento mientras Minos se mantenía inmóvil con la expresión de desconcierto dibujada en su rostro. Su mente no razonaba lo que Radamanthys estaba confesando, solo sabía que algo ahí estaba mal.

No obstante, el Wyvern le pidió esperar, ya llegaría a esa parte.

—Shaina me preguntó si habría algún modo de volver al mundo mortal y, de la nada, "ellos" aparecieron y agende una cita para recibir ayuda. He estado acudiendo a sesiones cada tantos días. Son largas y por lo mismo, me ha tomado horas.

—Espera… Déjame procesar todo lo que estás diciendo —Minos se levantó de la silla sobándose las sienes con ambas manos—. Para empezar, ¿que clase de personas son "ellos" y por que te ofrecerían su ayuda de la nada?

—Son alquimistas y magos que ayudan a inmortales como yo a recuperar su vida. De hecho es una oficina establecida en Londres —el rubio también se puso de pie ya que presentía que esa charla estaba por dar un giro violento.

—Un momento. ¿Magos, alquimistas?

Aquello no tenía sentido para Minos quien miraba aún más duramente a su colega.

—¿Qué te hace creer o qué clase de pruebas tienes de que son magos o alquimistas? —inquirió el joven de cabellos grises un poco molesto.

—Dos de ellos hicieron un par de "pases mágicos" delante de mí y pues… no vi mentira en ambos.

—Radamanthys —Minos detuvo su andar por el salón plantandose delante del rubio como si estuviera a punto de apuntarle con un arma—: una invocación derrumbó un muro entero del inframundo y no creíste en absoluto que fuera obra un poderoso mago, a pesar de lo viste con tus propios ojos.

—Eventualmente lo llegué a creer —respondió el espectro rubio algo hosco.

—¡Y ahora me dices que unos posibles vendehumos hicieron unos simples pases mágicos y, así sin más, te convencieron, ¿estás bromeando?! Algo que un prestidigitador de segunda podría imitar.

Minos respiró hondo antes de continuar sin dar crédito a lo que el hombre frente a él afirmaba con tanta seguridad. Parecía como si otra persona se hiciera pasar por Radamanthys.

—Tu, el espectro escéptico, el que no cree en la magia y alquimia ni esas cosas, solicitaste ayuda a un grupo de supuestos "alquimistas", ¿es lo que estás tratando de decir?

—Si, Minos. Eso mismo.

—¡¿Y puedo saber por qué entregaste tu confianza a un grupo de personas que no conoces?! —Minos lo reprendió como si fuese un niño haciendo que el Wyvern se sintiera molesto— ¿Qué referencias tienes de esas personas, que tal que están tomándote el pelo?

—Pues me pareció que sus explicaciones y demás, fueron convincentes.

Los ojos de Minos lanzaban chispas, no creía las palabras que su colega decía, ni una sola; Radamanthys era conocido por todos como un hombre de prejuicios arraigados en esos temas. A pesar de las cosas que había visto y presenciado, nunca había creído realmente en las llamadas "artes ocultas".

El grifón no podía creer que Radamanthys no viera lo que estaba sucediendo justo frente a sus ojos.

—¿Cómo es posible que creas en todo lo que esos vendehumos te dicen? Te recuerdo que tu eras el tío pesado que jamás dejaba que una sirvienta o mayordomo, o jardinero siquiera, pusiera un pie dentro de la casa de tus familiares a menos que trajera consigo una docena de cartas de referencia, ¡¿Lo recuerdas?!

—Si… ahora que lo mencionas.

—¡¿Y me estas diciendo que, así sin más, les compraste ayuda a un montón de desconocidos que no tienes idea de sus referencias, ni de sus casos de éxito; y no sabes a ciencia cierta quién demonios son realmente?! —Minos resoplaba levantando las manos, gesto que hacía solo cuando estaba sumamente enfadado— ¡¿Y qué haces en esas sesiones, de que tanto hablan?!

—De mis años como inmortal, de algo que pueda ayudarlos a dar con registros antiguos, solo eso.

—¡¿Has revelado información sobre nuestro mundo, nuestras leyes y demás?!

—Solo datos mínimos para ponerlos en contexto principalmente. ¿Por qué rayos estás tan alterado? —Radamanthys sabía que lo mejor era ser honesto con Minos, odiaba verlo tan furioso, pero era su jefe a fin de cuentas y le reportaba todas sus actividades.

—¡¿Qué dijiste? Así que has revelado información sensible que ningún mortal o vendehumos debe saber, ¿ES QUE ERES ESTÚPIDO O QUÉ?!

—¡Cálmate ya, Minos!

Los dos guardaron silencio por un instante atravesandose con la mirada de lado a lado.

—¡No debes revelar información nuestra por mínima que sea, eso ya lo sabes, tienes suficiente tiempo viviendo aquí como para saberlo!

—Minos…

—¡¿Cómo estás tan seguro de que esos vendehumos, esos posibles charlatanes, pueden ayudarte y no quieren tomarte el pelo o hacerte algo peor?!

—Pues…

—¡No puedo creer que seas tan ingenuo, estas tan desesperado por volver arriba que, ni siquiera has tomado medidas básicas, como pedir referencias a esas personas!

Radamanthys se quedó sin argumentos pues era verdad, había pasado los últimos meses anhelando recibir ese apoyo, por hacer lo imposible por quedarse con la joven amazona, que ni siquiera reparó en las medidas y precauciones más simples dichas por Minos. ¿Cómo era posible que siendo él un juez, un general a cargo de mucha gente, alguien que comandó dos guerras santas pasara algo tan sencillo por alto?

—No lo hice…

—Te diré algo, sabes que las averiguaciones sobre el pasado están prohibidas. ¡Si Hades se entera de lo que estás haciendo él mismo te exterminará sin previo aviso. ¿Es lo que quieres, verdad?!

El rubio guardó silencio sin saber qué responder.

—Si esos vendehumos llegan a dar con información de tus días antes de ser inmortal, tu cuerpo sentirá malestares dolorosos y ni siquiera podrás recordar lo que te digan.

—¿Malestares? —el wyvern dedicó toda su atención a Minos pues creía haberlo vivido hacía poco tiempo.

—Si, está en nuestras leyes: Cualquier revelación del pasado será sancionada con un malestar inusual para un espectro, además de ser castigada con la eliminación de su memoria de dicho dato.

—Entonces… lo que ellos me digan lo olvidaré… —el rubio encontró la razón del por qué el extraño zumbido y el motivo del olvido del que lo ocasionó— Ahora entiendo —pensó.

Minos volvió a tomar asiento tratando de calmarse mientras analizaba sus pensamientos, había algo que necesitaba decirle al rubio necio frente a él; sin embargo, se escapaba de su memoria debido al coraje que sentía en esos momentos.

—Espero que en un momento dado consideres parar lo que estás haciendo y dejarlo por la paz.

—¡¿Qué, por qué habría de hacerlo si ya te expuse la razones de mi decisión?!

—Lo que oíste. Que tal que esas personas quieren hacerte daño. Piensalo, no hay un motivo real por el que estén ofreciendo ayuda a personas como tú o yo. Y ya pagaste el costo de ese "servicio", imagino.

—No me han pedido pago alguno a cambio.

—Ahí lo tienes, seguramente el costo será alto y mucho más elevado de lo que crees. ¡Fuiste directo a la orca!

—¡Ya basta Minos!

Esta vez el rubio lo miró con sus ojos rojos y perforantes haciendo que el grifón se calmara y fuera directo a la puerta pues conocía bien ese gesto.

—¡Me marcho por ahora, pero ten en mente lo que hablamos esta noche, debes parar y no continuar con eso! La ira de Hades será terrible. Por favor, Radamanthys, considera ponerle fin. Es por tu seguridad.

Minos salió de la sala cerrando la puerta, sin añadir nada más, mientras que el Wyvern tomaba asiento de nuevo tratando de calmarse. No estaba listo para reconocer que Minos tenía razón en muchos puntos que él pasó por alto debido a su propia impaciencia. Echó la cabeza para atrás sobre el respaldo de la silla cerrando los ojos por un momento.

Estaba agotado por la larga velada y esa charla inesperada. Como fuera, el grifón ya estaba al tanto de todo y no pensaba dejar el tema por la paz, no ahora que estaba en proceso y faltaba mucho camino por continuar. Lo que sí debía hacer era visitar la oficina y charlar sobre las "referencias" del asesor así como otros temas con el gerente de ahí.

Solo quería esperar a que a Minos se le bajara un poco la molestia.

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Grecia

Días después

Radamanthys andaba despacio por el malecón que corría paralelo al puerto del Píreo analizando diferentes cosas en su cabeza: Minos lo evitaba desde su charla incómoda la otra noche, el wyvern no entendía por qué adoptaba esa actitud infantil que detestaba en el joven noruego, no obstante lo conocía desde hacía mucho sabiendo que hacía eso cuando se enfadaba.

—Está molesto por algo que hablaron la otra noche —comentó Aiacos por lo bajo aquel día en la sala de trabajo—. Dale tiempo, aún está alterado. Ya se le pasará.

—Lo sé, solo no entiendo por qué no toma las cosas con madurez.

—No sé bien el contexto de la charla, pero, más que enfadado, se le veía triste —añadió la garuda reflexivo—. Conozco a Minos y, esta mañana estaba cabizbajo y pensativo. Se encerró en el salón contiguo y no ha salido desde hace un par de horas.

—Bien, que se quede ahí dentro. No deseo pelear con él por el asunto de anoche —respondió tajante.

Aiacos lo observó un momento con sus ojos oscuros deseando saber el motivo de la disputa, pero no hizo preguntas esperando a que ambos hablaran cuando estuvieran listos, algo que Radamanthys agradeció enormemente. Minos no se dejó ver el resto de la semana y, al final, el wyvern decidió salir un rato para ver a su novia.

Estando en Grecia aquella bonita tarde, recorriendo el malecón, sacó un cigarrillo deteniéndose un momento a contemplar el mar un buen rato. Shaina se le unió más tarde luciendo fresca y especialmente bella, la chica lo invitó a recorrer aquel barrio comercial de Atenas y ambos decidieron pasar la tarde sin tocar temas incómodos.

Al rubio le vino bien no discutir por esa ocasión pues, lo que menos quería, era pelear con Shaina por la misma razón que con Minos. Deseaba pasar un día en paz solo disfrutando la compañía, una tarde agradable recorriendo las concurridas calles de Atenas acompañando a la bella amazona a hacer sus compras y pidiendo su opinión sobre qué pieza de ropa comprar o qué bolso se veía más bonito.

—Prefiero invertir el tiempo así que preocupándome por tonterías.

No obstante, Minos estaba en sus pensamientos. Tampoco se sentía bien al saber que este continuaba enfadado aunque podía entenderlo: lo tomó por sorpresa. Su jefe no era solo su jefe o un espectro más en el Inframundo, se trataba del colega, casi hermano, con quien había compartido dos guerras santas y cientos de miles de vivencias de ahí en adelante. Radamanthys no se sentía capaz de dejar el reino de Hades sabiendo que su colega continuaba enfadado con él.

—Me pregunto si… ¿aún podré tener contacto, no solo con Minos, si no con los demás chicos luego de que complete todo el proceso? —no se había planteado dichas cuestiones hasta ese momento sintiéndose algo mal al respecto.

—¿Todo bien? —Shaina concluyó con sus compras en esa tienda llevando la bolsa de la tienda repleta de ropa— Desde hace un rato te noto muy pensativo.

—No es nada, todo bien.

Shaina trató de dejarlo pasar, pero, en momentos como ese, le picaba la curiosidad sin embargo no hizo preguntas por el momento. Lo haría posteriormente si lo veía más calmado y menos introspectivo.

Cosa que sucedió un par de horas después.

—¿Entonces está todo bien? —inquirió nuevamente mientras los dos disfrutaban el té de la tarde— Es que noto que te quedas ausente, demasiado pensativo. ¿Algún problema en casa? —repitió con suavidad observandolo con sus grandes ojos claros.

Radamanthys no quería tocar el tema por ahora, pero sentía que si evadía la pregunta ella se molestaría y tampoco deseaba eso. No quedó más que lanzar un largo suspiro y sentirse triste porque el día estaba por echarse a perder.

—Tuve una discusión con Minos por un tema sin importancia —respondió rápidamente tratando de no ahondar en dicho asunto.

—¿Cosas de trabajo o por lo que estás haciendo y, si mal no recuerdo, él no estaba al tanto?

—Si, básicamente. Lo tomó muy mal —añadió el rubio dedicando una larga mirada a su taza de té.

—¿De verdad?

—Así es. Lleva días sin hablar conmigo, me evita. Entiendo por qué se lo toma tan personal pues, él y yo somos los más antiguos entre el ejército de Hades, hemos llevado el reino entre ambos desde la guerra santa del siglo 18. Sé que si me marcho… nos echaremos en falta a pesar de las muchas rencillas que hemos tenido desde que nos conocemos.

El rubio noto como ella también se quedaba en silencio meditando largamente qué decir.

—¿No pueden continuar el contacto si es que todo lo que estás haciendo sale bien? —preguntó la joven un instante después.

—Lo desconozco, quiero pensar que así es. Creo que debo repasar las leyes del Inframundo una vez más ya que ahora tengo esa duda.

—Ahora que lo mencionas, sería bueno que confirmes que podrás mantener ese contacto. Creo que tus allegados son algo así como tu familia después de todo.

—Tienes razón.

Era verdad, todos los espectros con quienes convivía a diario eran más que solo sus subordinados o sus colegas del palacio del juicio. Eran hermanos unidos por las circunstancias y la última batalla entre Hades y Atena, además de todas las gratas experiencias vividas desde que comenzó el siglo 20.

El wyvern omitió por completo el resto del contexto de su pleito con Minos. Consideró que no era el momento oportuno para hablar de eso, ya lo charlarían más tarde.

—No tardes tanto en visitarme otra vez, ¿de acuerdo? Siento que cada vez te veo menos.

—Lo lamento, estoy compensando el tiempo a Minos trabajando lo más posible, no deseo tener más problemas con él.

—Solo tenme más en mente, ¿está bien?

—Creeme que todo el tiempo te tengo en mente.

Se despidieron un par de horas después y el rubio emprendió el viaje de regreso a casa devolviendo su atención a sus asuntos en lista de espera. Tenía un tema que atender en Londres por esos días y quería llevarlo a cabo lo antes posible.

Shaina lo observó alejarse por el camino teniendo una nueva inquietud en la cabeza: no se trataba sólo de que él pudiera recordar o no a sus amigos luego de volver a ser mortal. Si no, ¿que sucederá con los recuerdos de Radamanthys luego de eso, Hades lo dejara conservar sus memorias?

—¿O será que él hará lo mismo que Atena y alterará sus recuerdos después de dejar de servirlo? —se dijo preocupada— No quisiera que eso suceda… Quiero que sea un hombre mortal, pero, al mismo tiempo, quiero que continúe siendo quien es.

Algo le decía a la joven que eso no sería posible.

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Londres

Varios días después

Radamanthys se trasladó nuevamente a la casa número 77, faltaba más de un mes para su siguiente sesión por lo que aprovechó el tiempo para solicitar referencias y otra información que le hiciera sentirse más tranquilo. Las palabras del aún enfadado Minos le retumbaban en la cabeza y él sabía que su agitada mente no le daria ni un minuto de paz si no calmaba sus recientes inquietudes charlando con Mr Device, el gerente de esa oficina.

Se presentó en la oficina sin cita previa aunque la recepcionista le confirmó amablemente que el gerente podía recibirlo sin problema, solo debía esperar un poco. Radamanthys se quedó en la sala de espera de pie frente a la amplia ventana cuadrada que daba a la desolada explanada circular.

Solo se escuchaba el vaivén del péndulo del reloj de pie que estaba a mitad de la sala, el tic-toc le recordó al espectro el sonido de la vieja máquina de escribir que Lune siempre usaba. Cada que pasaba sus largos dedos por las pesadas teclas se escuchaba el fuerte ruido por toda la sala de trabajo, tal cual sucedía con ese reloj de pie cuyo sonido retumbaba por toda la sala.

La puerta del salón contiguo se abrió en ese momento, el rubio ya sabía que esa era la del gerente, Mr Device apareció por el otro lado del salón de espera vistiendo un traje oscuro y luciendo formal como siempre.

—Es un placer verlo, Señor W, ¿a qué debo su inesperada visita? —Oswald Device lo invitó a tomar asiento en la pequeña sala al lado de su despacho.

—Le agradezco el haberme recibido tan de súbito. Hay un par de temas que me gustaría charlar con usted, si no le molesta.

—Por supuesto, hablemos largo y tendido de lo que necesita.

Los dos hombres pasaron a dicho lugar tomando asiento en las dos sillas colocadas una frente a la otra separadas por una sencilla mesa de madera. La recepcionista les trajo una tetera llena y té para ambos.

—¿De qué necesita charlar, señor W? Soy todo oídos —Mr Device se sacó las gafas, las cuales colocó a su lado sirviendo un poco de té para ambos.

Radamanthys agradeció el gesto tomándose un momento antes de iniciar la conversación. No quería parecer un sujeto descuidado que actúa por impulso, aunque era la verdad, así que adoptó una actitud tranquila atribuyendo sus inquietudes a un descuido ocasionado a temas de trabajo.

—Mis ocupaciones me hicieron pasar por alto algo que sería impensable para mi en otra época. Estoy chapado a la antigua —indicó Radamanthys sonando demasiado formal para la ocasión—, normalmente no trabajaría con nadie que no me haya presentado sus referencias, ¿comprende? No sé nada del asesor, no sé qué éxitos ha tenido, que clase de persona es y cuánto tiempo ha trabajado para usted.

—Comprendo —respondió Device asintiendo con la cabeza.

—Espero no sonar demasiado descortés.

—En absoluto, señor W. Entiendo perfectamente sus inquietudes, también estoy chapado a la antigua, como bien dice. No tengo problema en compartir las referencias del joven.

—Gracias.

Device se reacomodo en su silla antes de continuar la charla mirando a su interlocutor con sus ojos claros.

—Gilman, no es su nombre real, es un seudónimo que usa por motivos de seguridad. Desciende de una familia muy antigua de magos del medio oeste. De hecho, gran parte de sus ancestros murieron en los juicios de Pendle Hill.

—¿Los juicios de Pendle? —Radamanthys abrió mucho los ojos al escuchar el relato— Juicio de brujas, imagino.

—Así es. Puede informarse más en la biblioteca más cercana, si así lo desea. Se trató de uno de los tantos procesos a brujos que hubo en el país a lo largo del siglo 17, como bien recordará.

—Asi que el chico viene de una familia de tradición. Imagino que será un clan muy grande e importante.

—Todo lo contrario, señor W, actualmente quedarán solo entre ocho y diez miembros de su familia. Desde los juicios, los integrantes de ese clan han ido a la baja y hoy día están dispersos por todo el medio oeste.

—Vaya…

—En su vida normal, fuera de esta oficina, Gilman trabaja para la policía.

Aquel dato hizo que el espectro diera un ligero respingo deseando que Mr Device no lo haya notado.

—¿Para la policía? —inquirió el espectro tragando duro.

—Si, como le dije desde el inicio, es muy bueno encontrando personas y cosas perdidas. Tiene bastante experiencia dando con gente desaparecida y lidiando con sujetos que son malos de verdad.

—Por eso cada vez que hablo con él, siento como si estuviera a punto de dispararme con un rifle Winchester —dijo Radamanthys sin poder salir de su impresión.

—Solo hace su trabajo, Señor W —Oswald ahogó una risita al comentario—. Lo que usted nos solicitó es muy difícil de encontrar, él tiene una teoría respecto a dónde podría estar su nombre y por eso presiona con cierta información. Le pido disculpas si lo percibe demasiado "grosero" en sus actitudes.

—Lo entiendo y no hay problema por eso —indicó Radamanthys con calma bebiendo un poco más de té sintiéndose complacido al escuchar sobre esa "teoría"—. Me interesa esa "teoría", espero me lo diga en la siguiente sesión —Mr Device solo asintió levemente.

—El chico es joven para los estándares de aquí y rara vez hace magia. No está habituado y, en estos tiempos, ni siquiera es necesario. Además, está iniciando la treintena y tiene una terrible adicción al trabajo. Lo contraté principalmente por la familia a la que pertenece y el papel que desempeña en su vida civil y ordinaria.

—Ahora mismo está en Whitby, ¿es correcto?

—Si, está allá dividiendo su tiempo entre su caso y sus actividades diarias.

Radamanthys se sintió satisfecho con la información proporcionada aunque había algo más que rondaba su cabeza: ciertos sucesos acontecidos en el siglo 19 que eran lo que el asesor llamaría "cuestionables". Necesitaba saber como podría abordar dichos eventos de la mejor forma posible, sin terminar rindiendo cuentas a las autoridades ahora que sabía las conexiones que Gilman poseía en el mundo mortal.

—Quiero preguntar algo más, Mr Device. El menciono que, si existieran eventos "cuestionables" en mi historia personal, se vería en la necesidad de hacer más investigaciones y quiero saber ¿qué hacen ustedes en esos casos? —preguntó casual manteniendo su actitud calmada— Es algo hipotético, claro —mintió.

—Lo que puedo recomendar en dicha situación, es que el sujeto sea totalmente honesto, señor W, no importa lo que haya sucedido tiempo atrás. Aunque debo aclarar que, si dichos eventos ocurrieron dentro de un lapso razonable de tiempo, estamos obligados a notificar a las autoridades —respondió Device honestamente.

—Entiendo.

—Tenemos la enorme responsabilidad de ser cuidadosos con las personas que apoyamos a volver al mundo común y corriente. La Corona nos presiona con esa clase de resultados.

El espectro lo observó interesado antes de formular la siguiente pregunta.

—¿Ustedes ayudan a los inmortales a volver al mundo mortal por presión de la Reina?

—Es correcto. Estamos obligados, por contrato, a rehabilitar a antiguos contribuyentes a fin de que se vuelvan nuevos contribuyentes. Razón por la cual no se les cobra por este servicio.

—¿De verdad? —dijo el espectro abriendo aún más sus ojos dorados.

—Así es. Una vez que usted se vuelva un ciudadano regular, sus impuestos pagaran nuestros servicios. Tal y como su majestad, la Reina Victoria, nos ordenó en su momento.

—Caray, así que la Corona no pasa por alto a ningún evasor de impuestos.

—Básicamente, Señor W. Ven con malos ojos a quienes disfrutan de todo sin pagar por ello y presionan para que se regularicen pues nadie debe saber que la inmortalidad existe.

—¿Y por qué no, simplemente nos dan de alta ante esa autoridad y eso es todo?

—¿Cuándo fue la última vez que pago impuestos? —preguntó Device sonriendo levemente.

—Nunca he pagado —respondió Radamanthys pensativo—, no lo he hecho jamás.

—Imagine cuánto dinero tendría que pagar si se le regulariza en sus circunstancias, como bien menciona. Una vez que se vuelven mortales, todo arranca desde cero para ellos: servicios de salud, cuentas de banco, identificaciones y demás.

Radamanthys no sabía qué pensar de dicha respuesta, pues jamás se imaginó el motivo real tras la existencia de esa oficina y todo lo que conllevaba después.

—¿Servicios de salud?

—Si, es lo que más utilizan. Los cuerpos suspendidos en el tiempo deben acostumbrarse a las condiciones ambientales y salubres actuales. Por ejemplo, en su caso, usted se quedó congelado en una época demasiado lejana y muy diferente a lo que es hoy día.

—Así es…

—Suponga que se vuelve mortal dentro de poco y le pilla un resfriado. Usted no tiene vacunas, su cuerpo jamás ha consumido medicamentos o se ha enfermado, será un golpe radical a su sistema —comentó Device honesto—. Correrá al médico a la primera oportunidad.

—No lo había considerado. Vi muchas plagas, pero jamás me afectó ninguna. Siempre he sido lo que se podría decir "saludable". Pero, como bien dice, es porque estoy congelado en el tiempo.

Una cosa más que el espectro no tenía en mente: su salud. Algo en lo que jamás había reparado en el pasado pues, como Device decía, su cuerpo se quedó suspendido en el tiempo desde hacía varios siglos. No tenía idea de lo que era un simple dolor de cabeza, una tos, un sencillo desgarre muscular y demás. ¿Qué haría si algo así llegara a sucederle?, ¿podría sobrevivir si lo atacaba el cólera, la tisis o algo peor?

—Son muchas de las cosas a tener en cuenta, señor W.

Luego de eso, Radamanthys pasó al tema del apartado de correos comentando que no poseía los requisitos necesarios para tramitar uno: necesitaba una identificación.

—No se preocupe por eso —Device se levantó por un momento para ir a su despacho trayendo un formulario que colocó frente a su cliente—. Como mencioné, aquí hay muchas personas poderosas que nos pueden apoyar. La identificación la podemos tramitar ahora mismo.

—¿De verdad?

Unas tres horas después, Radamanthys caminaba por Tower Bridge observando con detalle la pequeña tarjeta plástica en sus manos. Jamás se imaginó que un día sus manos sostendrían una tarjeta de identificación donde podía leer su nombre actual, una fecha aproximada de nacimiento y la dirección que aparecía ahí era la de la oficina número 77. Estaba maravillado por aquello, sintiéndose más cerca de su objetivo.

—El tema de la salud me preocupa —se decía pensativo contemplando el Thames desde el puente notando como la tarde comenzaba a caer—, ser mortal es más difícil de lo que creía.

Por lo bajo comenzó a cuestionarse si, realmente, valía la pena pasar por tantas penalidades solo por vivir como la gente que le pasaba por un lado y el otro desechando la idea intrusiva enseguida. Lanzó un largo suspiro contemplando la ciudad desde su posición pensando en muchas cosas al mismo tiempo: en el asesor descendiente de antiguos magos, en todo lo hablado con Mr Device, en los impuestos y en Minos.

—Minos se equivoca, no son charlatanes, solo están adaptados al mundo moderno. La magia antigua no tiene cabida en la sociedad actual, una invocación como la conjurada aquella vez, arrasaría con la mitad de Londres fácilmente.

Lanzó un largo suspiro observando los ferrys que iban sobre el río.

—Todo cambia, todo se adecua a su tiempo y espacio.

Se dirigió a la oficina postal más cercana completando el trámite solicitado por los asesores. El espectro decidió colocar la identificación dentro ya que no deseaba volver con ese documento al inframundo, pues desconocía lo que podría sucederle al plástico al cruzar el umbral del reino y el mundo mortal.

—Debo hablar con Minos —pensó apurando el paso para volver a casa—, ya fue suficiente de sus berrinches.

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Continuará…

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Notas: Si, si ya sé que la razón de existencia de la famosa "oficina" es la cosa más tonta que se me haya ocurrido, pero más que darle un motivo profundo, quise que fuera algo más bien irónico. Además esta no es una historia dentro de mi línea de tiempo, es un what if. Nos acercamos a la recta final, muchas gracias por leer.