Almendras amargas
5
"Is this a test? It has to be
Otherwise, I can't go on"
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Radamanthys volvió al Inframundo solo un momento después, dirigiendo sus pasos a la sala de trabajo en el gran salón del juicio encontrando la puerta abierta del salón donde estaba Minos. Lune y Aiacos trabajaban en la sala contigua sin percatarse de la presencia del Wyvern; el asistente de Minos usaba la pesada y vieja máquina de escribir haciendo tanto ruido que el estallar de una bomba habría pasado desapercibido.
Por su parte, la garuda, tenia colocados unos auriculares escuchando musica a un volumen algo elevado haciendo cuentas a alta velocidad acompañado por su calculadora.
—Creo que no les molestara si Minos y yo discutimos un buen rato.
El rubio pidió permiso para poder entrar abriendose paso entre los estantes repletos de libros de registros que le salían por un lado y el otro. El salón de trabajo estaba en penumbra pese a los múltiples candelabros de gruesos brazos colocados aquí y allá cuyas luces trataban de penetrar la densa oscuridad.
—Minos, debemos hablar. Llevas días ignorándome y es momento de que arreglemos este asunto, de una vez por todas.
El joven de cabellos grises parecía haber esperado a que su colega apareciera por el despacho de un momento a otro, razón por la cual dejo abierta la puerta a propósito.
—Te escucho —respondió Minos rápidamente colocando la pluma en medio de las páginas del libro sobre el escritorio—, pensé que tardarías más en aparecerte por aquí.
—Imagino que aún estás molesto, ¿verdad? —inquirió el wyvern mirándolo con ligera aprehensión.
—¿Y tú, qué crees? —Minos se cruzo de brazos mirándolo duramente
—No revele más que lo mínimo para que los magos me entendieran. Solo eso, no dije nada mas allá de eso respecto a nuestro mundo.
—No es solo eso, Radamanthys. Amigo, tomaste una decisión muy importante, no solo para ti si no para el Inframundo entero, y ni siquiera nos tuviste en consideración. ¿Pensaste en nosotros al decidir esto, por lo menos?
—Pensaba hablar con todos hasta que fuera un hecho que se podría hacer algo en mi situación —respondió el wyvern bajando un poco la mirada—. De que servia ponerlos a todos sobre aviso si no estaba seguro de lo que iba a suceder.
—Aun así, Radamanthys. Sabes bien lo que ocurrirá aquí una vez que te vayas, al menos nos darías un tiempo para asimilarlo, para entender que jamás volveremos a saber de ti.
—Respecto a eso, no hay modo de mantener el contacto, ¿verdad? —el rubio conocía a la perfección esa respuesta por mucho que había tratado de autoengañarse.
Minos lo observo con una mezcla de tristeza y consternación lanzando un largo suspiro. Se puso de pie acomodando su túnica sin dejar de mirar a Radamanthys.
—Ya conoces la respuesta, sabes bien que no es posible. Cuando un espectro abandona el reino de Hades, debido a la razón que sea, su recuerdo desaparece de nuestra memoria colectiva. ¿O es que recuerdas el nombre o rostro de mi antecesor o el de Aiacos? —el rubio negó con la cabeza— ¿Recuerdas a alguno de los espectros que te sirvieron en la guerra santa del siglo 18?
—No, a nadie ellos… —respondió con tristeza tras meditar por unos segundos— Por eso tomamos la decisión de revivir a nuestros subordinados, porque nos han servido bien y no queríamos perderlos ocasionando un caos en nuestra administración.
—Exacto, amigo. En el momento en que te vayas, asumiremos que tu sucesor siempre ha estado aquí y nadie sera capaz de recordarte. Nadie sabrá que alguna vez pasaste por el reino de Hades.
Radamanthys tomo un poco de aire antes de continuar. Se negaba a aceptar esa verdad dolorosa que siempre tuvo en lo profundo de su cabeza.
—¿No hay forma de hacer una excepción? He servido a Hades por casi tres siglos, comande dos guerras santas. Debe haber un modo de hacer una excepción.
—Amigo, es una ley y la realidad es que eso no se puede cambiar; ademàs, que te hace pensar que podrás recordarnos siquiera.
—¿Qué? —el wyvern daba por hecho que se llevaría el recuerdo de sus amigos entre otros de las tantas vivencias que tenia— ¿Por que no habria de poderlos recordar?
—Revisemos las leyes, ¿te parece bien? Como nadie aquí ha hecho lo que tú, no sé bien qué es lo que sucederá una vez que te marches.
Los dos se movieron, llevando dos grandes candelabros iluminados, a la parte trasera de la sala la cual estaba hasta el final de la larga fila de estantes repletos de libros, cuidadosamente ordenados, llegando hasta una puerta cerrada. Minos iluminó el marco derecho de la puerta dejando ver un grueso juego de llaves el cual descolgó buscando la correcta para abrir la sala oculta detrás de las gruesas hojas.
Las leyes del reino de Hades descansaban detrás de esta y en el mas estricto secreto. Minos abrió la puerta dejando ver la sala en penumbra, las leyes estaban ubicadas dentro de una caja fuerte celosamente resguardada tras una gruesa pared divisoria. Radamanthys iba detrás de Minos alumbrando su camino y llevando el candelabro de gruesos brazos y anchas velas. Observó como su jefe extraía el libro colocándolo en la mesita contigua.
—Hay que revisar el apartado donde se encuentra la información que nos interesa.
Minos tomo asiento revisando sección por sección del amplio y antiguo libro mientras el wyvern lo miraba en silencio repasando cada hoja con rapidez. Las leyes del reino de Hades databan de la era mitológica, del tiempo en que se estableció el Inframundo y habian tenido pocos cambios realmente.
—¡Aquí esta! —indicò Minos triunfal—: "La ley que abarca a los espectros que decidan abandonar el reino de Hades sufrió un cambio aplicado el día… del mes… del año… Como resultado de las negociaciones llevadas a cabo entre Atena y Zeus".
—¿Que? —Radamanthys observo con estupefacción dicho párrafo pues, jamás se imaginó que Hades tomaría esas negociaciones como base para modificar sus propias leyes.
—"Un espectro que decida volver al mundo mortal, deberá saber únicamente lo que se sabe en el mundo mortal. Estará prohibido que se lleve conocimiento que pertenezca a los dominios del dios del Inframundo. Esta penado, bajo pena de muerte, que un mortal sepa lo que hay después de la vida".
Minos pidió a su colega alumbrar un poco mas la zona mientras continuaba leyendo en voz alta.
—"Si dicho espectro logra decir su nombre verdadero en voz alta, entonces Hades le concederá la vuelta al mundo mortal ajustando sus memorias a la edad que aparenta tener. Es importante aclarar, que las excepciones a este apartado se pueden considerar y serán aplicadas en función del papel que haya desempeñado dicho espectro en la corte de Hades".
—Entonces si podría haber excepciones… —dijo el espectro triunfal esbozando una sonrisa.
—Pero, ¿podrías soportar que te alteren las memorias? —pregunto Minos sintiéndose inquieto— Ahora que lo sabes, ¿de verdad puedes aceptarlo?
—Esta escrito que hay excepciones Minos, quizás perdería ciertas cosas de mi cabeza, pero si puedo tener lo mas importante sin alterarse, entonces estaré bien.
—Radamanthys… ¿Qué sería lo más importante? Tomando en cuenta que nosotros te olvidaremos.
—No quiero olvidarlos a Ustedes aunque no tenga recuerdos de mi estancia aquí y aunque ustedes no puedan recordarme.
—No lo sé, amigo. De verdad, no quisiera que sigas con esto.
—Minos…
Luego de un momento más, el grifo continuó.
—¿Ya tienes al posible candidato para tu reemplazo?
—Sylphide —respondió el rubio seguro.
—¿Crees que él sea idóneo?
—Si. Merece un aumento de puesto.
—Bien, ¿cuando harás el anuncio formal?
—Puedo hacerlo ahora mismo a Lune y Aiacos.
—Tal vez, como bien dijiste, lo mejor es hacerlo cuando te confirmen que hay información tuya en algún sitio.
—Si, es lo mejor.
Minos cerró el libro de leyes y los dos salieron de la sala sin añadir palabra. Al entrar en la sala contigua, Minos retomó su trabajo mientras el wyvern hacía lo propio. Aiacos se levantó de su puesto mirándolos sin entender, solo sabia que seguro discutieron un poco en la sala aledaña.
—¿Y ya no están enfadados? —preguntó sin sorpresa recibiendo una negativa por respuesta.
Luego de eso, la garuda buscó sus cosas dirigiéndose al salón del juicio retomando el trabajo del día. Por su lado, Minos volvía a sus registros observando como su amigo se quedaba pensativo, demasiado meditativo, sobre varias cosas pues miraba fijamente a la nada.
—¿En qué piensas?
—En varias cosas, pero no hablemos de algo triste. Hace un tiempo, le narraba a mi asesor algunas generalidades de la guerra santa del siglo 18. Recordaba los celos que me daban al verte con Pandora.
—Oh si —respondió Minos sonriente—, querías matarme cada vez que me acercaba a charlar con ella. Siempre creíste que pretendia seducirla o algo así.
—Si, lo siento, no podía dejar de celarla y ella también lo hacia.
—La cantidad de asistentes que echo de su casa solo por hablar contigo. Dioses, no se si podría repetir una experiencia como esa.
Ambos rieron charlando al respecto un poco más.
—¿No has pensado en buscarte a alguien especial, Minos? Llevas solo mucho tiempo.
—Pues, no siempre estoy solo. A veces salgo a divertirme, solo cosas casuales que no me ocasionan problemas.
—Me refiero a alguien formal, algo bien, Minos.
—No se… no puedo responder eso ahora, pero, tal vez, cambie de opinión mas adelante y busque a alguien especial.
Minos espero un poco antes de continuar mirando a su interlocutor por unos instantes.
—Dime algo, si pudieras elegir alguna época para recordar, ¿cual seria? Si fuera posible pedirlo al señor Hades.
Radamanthys lo miro un tanto sorprendido pues, apenas hacia unos momentos, comenzaba a cuestionarse esa posibilidad: ¿que memorias querría llevarse consigo y que prefería olvidar para siempre?
—Pues… que me borren los siglos 16 y 17 de la cabeza, no me importaría pues fue una época solitaria y fea. El siglo 18 fue intenso e interesante, pero pertenece al pasado. Ya supere a Pandora y creo que su recuerdo merece un descanso permanente. En cambio el siglo 19… —el espectro lanzo un largo suspiro no sabiendo si era moralmente decente decir lo que realmente sentía al respecto.
—¿Querrías conservar eso, lo que le hiciste a esas personas?
—No se que decir… debo narrar ese capítulo a mi asesor y atenerme a las consecuencias.
—Escucha —Minos lo observo fijamente antes de continuar—, eso ocurrió hace mucho y, si bien necesitas un buen escarmiento, ya paso y no podrían llevarte ante la policía o algo así. Si te entregas, van a creerte loco.
—¿Tú crees?
—Si, sucedió hace mas de 150 años.
—Quiero liberarme de eso, se que debo pagar por lo que hice, lo sé. Pero ya no quiero cargar con esas vivencias. Seré honesto y lo todo.
—¿Y el siglo 20?
—Ese quiero llevarlo conmigo, creo que ha sido nuestra mejor época. ¿No crees?
En ese instante Minos sonrió y ambos rieron un poco mas.
—Si pudiera pedir al señor Hades una excepción, seria esa: que me permita conservar mis memorias de todo el siglo 20.
—Tu crees que… —el grifo se quedo callado por un momento pensando en lo que diría a continuación— ¿Crees que hubiera algún modo de ayudarme a ser mortal, de encontrar mi nombre?
—Minos…
—No, olvidalo. No dije nada.
El joven de cabellos grises no dijo más poniéndose de pie para dirigirse a la sala donde estaba Lune y revisar algo con él dejando a Radamanthys sorprendido; que Minos lo siguiera sería excelente, una buena idea pues no perdería contacto con el. De hecho, en esos momentos, nació en el wyvern el sentimiento de querer llevarse consigo a toda su gente: a sus subordinados, a Minos, Aiacos y Lune. Ellos eran su familia y, por unos breves momentos, comenzó a sentir una mezcla de tristeza y miedo por perderlos.
No obstante no dijeron más al respecto retomando las actividades en seguida. El ambiente se sintió menos tenso y, por una vez, Radamanthys accedió a que Minos encendiera la maquina de musica y la bella voz de Billie Holiday inundó la sala el resto de la tarde, donde el wyvern recibió los reportes de sus subordinados dedicando un tiempo a charlar con cada uno.
—Chicos —Minos solicito la atención de los presentes así como de los habitantes del Inframundo en general—. Requiero que se preparen pues, dentro de algún tiempo, saldremos a festejar sin motivo alguno. Solo por el placer de hacerlo.
—¿Jefe? —Lune lo observo extrañado— Hay mucho trabajo y…
—No, amigo —Minos lo llevo a otra sala momentos después de que la emoción bajara hablando en voz baja—. Esto es confidencial, ¿de acuerdo? Radamanthys se marchara del Inframundo dentro de poco.
—¡¿Que?!
—Shh, baja la voz. No puedes decir esto a nadie, aun no. Es una fiesta para despedirlo.
—¿Por qué se marchará?
—Su tiempo aquí ha llegado a su fin y debe continuar arriba entre los mortales.
Lune se quedó callado y estupefacto largo rato, no sabia que decir ni como preguntar todo lo que tenia en la mente y se arremolinaba en forma desordenada.
—Es terrible… no podremos recordarlo luego de que se marche y… No se que decir.
—Por ahora guarda el secreto, ¿Está bien? El hará un aviso formal mas adelante.
—Entiendo…
El wyvern se dio cuenta de la confidencia que hacía Minos a su ayudante y como Lune lo tomaba. A Lune no le gustaban los cambios de ningún tipo, se ponía frenético cuando alguien alteraba un libro de estante o movía su bolígrafo de su cuidada posición en la mesa, así que un cambio como el que se venia suponía una alteración difícil para él.
—Minos —dijo el rubio apenas su colega de cabellos claros volvió a la sala de trabajo—, esa reunión…
—Tómalo como una fiesta de despedida. No sabremos que salimos a festejar luego de tu partida, pero quizás puedas recordarlo luego de marcharte.
—Gracias…
Esa noche, en la privacidad de su habitación, Radamanthys analizó lo acontecido durante el día tomando una de tantas decisiones: le pediría a Hades su inmensa compasión para que dejara en su cabeza las memorias del siglo 20. Eran las mejores que había vivido si hacía un balance y no quería perder esos recuerdos por muchas razones.
Le dolía aún que sus amigos se olvidaran de él, pero esperaba poderlos recordar aunque fuera en otro contexto.
—Está decidido —se dijo girando sobre la cama observando su sombra en el techo—, es lo único que me llevare de aquí. En cuanto a mi confesión, a lo ocurrido en la casona esa… seré honesto y lo diré todo. Quiero librarme de esa pesada carga.
Ya se imaginaba a Gilman apuntándole con una escopeta mientras le exigia revelar hasta el último detalle de los sucesos acontecidos en la casona de Winchester.
Se quedo dormido un momento después tratando de no pensar en nada mas al respecto.
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Oficina numero 77, Londres
El día indicado
Radamanthys iba por la calle fumando tranquilamente pues tenía unos quince minutos antes de reunirse con su asesor. El tráfico estaba despejado y los oficinistas comenzaban a bajar en grupos para tomar el almuerzo en alguno de los pubs cercanos. De igual forma, los turistas se dirigían al mercado de artesanías para curiosear y comer algo antes de continuar con sus itinerarios del día.
Se sintió más tranquilo luego de que las cosas con Minos estaban resueltas y estables, incluso Shaina se mostró menos tensa al escuchar esto ultimo aunque, la ley acerca de lo que ocurrirá con las memorias del espectro, luego de salir del Inframundo, no la dejaban mas tranquila.
—Asi que Hades tomo el modelo de Atena y también te ajustaran las memorias —dijo ella mirando al mar aquel día mientras paseaban—, terminarás por ser otra persona. Así ha ocurrido con todos.
—Esta escrito que se puede hacer una excepción —indicó el espectro con calma—, pediré a Hades esa excepción a la regla.
—¿Crees que lo cumpla y no te convierta en alguien diferente?
El sabía porque Shaina lo decía, era por sus amigos Kanon y Tethys y tenía razón.
Desde que a Kanon se le selló el cosmos y se le cambiaron las memorias, prácticamente era otra persona distinta, gris y sin chispa. Uno más en el montón. Cosa que no siempre gustaba a la sirena que servía a Poseidón. Según Radamanthys supo, la joven rubia amaba a Kanon, pero aun después de esos años transcurridos, le era difícil asimilar que este fuera tan diferente a como lo conoció.
—No se trató de un cambio orgánico —decía Thetys un día que ella y Shaina charlaban en Atenas—, Kanon simplemente se volvió otra persona de la noche a la mañana. Lo amo y nos va muy bien, pero a veces me pregunto cómo sería todo si él fuera el de antes.
Aquellas inquietudes eran las mismas que Shaina tenia estado muy segura de que a Radamanthys le ocurrirá algo igual no importa que tantas excepciones se hicieran. Algo ocurrirá con los recuerdos del espectro sin importar las promesas hechas por Hades, se decía la antigua amazona.
¿Cómo sería todo si Kanon fuese el de antes?, pensaba el rubio deteniéndose en la esquina de la concurrida avenida y la calle donde debía girar a la izquierda, es muy simple, se dijo, seguramente Kanon no se habría fijado en ella. Tenia tal fijación a sus objetivos, llegando a manipular a un dios; asi que una jovencita habría sido un obstáculo en cualquier plan a futuro.
La habría alejado para mantenerla segura de sus propios demonios o ni siquiera habria reparado en ella. El rubio estaba seguro de esto último pues vio esa determinación en los ojos de su oponente y no parecía ser algo pasajero.
—Me pregunto si yo cambiare tanto luego de lo que ocurra con mis recuerdos. Ella cree que sí, pero confío en que no será así. Seré firme con el dios —su cigarro estaba a punto de extinguirse apagando lo último que quedaba presionando el tubo de papel sobre el buzón rojo colocado en la esquina.
Estaba a punto de girarse cuando una escena lo hizo devolver su atención, de súbito, a la avenida. Se giro levemente hacia atrás ya que le picaba la curiosidad y no quería ser indiscreto. Casi por el rabillo del ojo, dirigió su mirada hacia la silenciosa calle topándose con Gilman, con el asesor, quien estaba de pie frente al callejón que daba a la casa 77 y parecía estar muy bien acompañado.
A pesar de estar de espaldas, el joven no se veía complacido por la compañia pues, según Radamanthys vio desde su posición, frente al mago estaba una joven de cabellos castaños quien lo tenia rodeado por la cintura dedicándole una mirada tal que parecía querer devorarlo, mientras que Gilman mantenía ambas manos en los bolsillos y parecía dedicarle una mirada seria y algo molesta.
—Vaya, vaya —pensaba el espectro tratando de ser lo mas discreto posible—. ¿De dónde habrá sacado a una joven tan bonita? —sacó otro cigarrillo de su chaqueta apartando los ojos de la curiosa escena.
No se sentía en total confianza como para pasar por ahí optando por darle al asesor su espacio y caminar hacia la casa apenas este ingresara en el callejón. El rubio espero un poco más, mirando nuevamente de reojo hacia el interior de la calle notando como la bonita chica iba por la acera de enfrente ligera como gacela rumbo a la avenida. Entonces el espectro la miro con calma y detalle; de verdad era hermosa y muy alta, de ojos claros y cuerpo esbelto. Vestía casual usando una falda corta y una blusa negra de rejillas gruesas.
No obstante, lo que más llamó la atención del espectro no era su cabello medio largo y ondulado, o los hoyuelos en sus mejillas y bellas facciones, sino la expresión en su rostro. La chica iba por la calle mostrando una expresión de triunfo y júbilo en su rostro como si acabara de ganar el premio gordo de la lotería. Se detuvo en la esquina claramente consciente de que las personas a su alrededor la miraban, lo que parecía hacerla sentir aún más satisfecha. Cruzó la avenida como si esta le perteneciera y sin dejar de sonreír.
La perdió de vista apenas ingresó en el mercado.
—Caray… increíble que personas como él tengan tanta suerte —el espectro terminó su cigarrillo, sin salir aún de la impresión, encaminando sus pasos a la casa 77—. No tiene sentido que una chica tan bella esté con alguien tan serio y mal vestido como él.
No había suficiente confianza como para hacer algún comentario ocurrente al respecto así que, durante la sesión, Radamathys se limito a comportarse como siempre escuchando al chico hablar de sus hallazgos en Whitby.
—Hay algo que quiero mostrarte —dijo Gilman con calma colocando un libro antiguo sobre la mesa—. Escucha, en las pasadas sesiones tome muy en cuenta todas tus reacciones; sobre todo las referentes a la alquimia y la magia y, antes de exponerte mis hallazgos, necesito preguntar algo.
—Adelante.
—¿Me recuerdas que puesto tienes en el Inframundo? —pregunto el joven serio y sin dibujar expresiones en su rostro.
—Soy juez.
—¿Es a partir de que perdiste tus memorias que eres juez? —el espectro asintió— Vamos a suponer, si quisieras transferir el puesto a alguien mas, ¿Que tienes que hacer, cómo se llega a ser juez del Inframundo?
El juez no esperaba la pregunta, no obstante entrelazo las manos sobre la mesa dispuesto a responder de la forma mas honesta posible.
—Si el candidato es alguien que ya esa dentro del inframundo, solo se firman una serie de documentos y el puesto es suyo. En cambio, si la persona es mortal, es mas complicado.
—¿Qué tan complicado es?
—Uno estudia al posible objetivo, pero no se le puede revelar que lo estás analizando. Se debe elegir el momento exacto en que baja la guardia para que acceda al intercambio —el asesor abrió mucho sus ojos violeta al escuchar esto prestando especial atención—. Es una transferencia forzada, nuestra inmortalidad por su vida y nombre, además de que perderá sus recuerdos.
—¿Así que la inmortalidad de la gente del Inframundo es transferible?
—Si, por decirlo de algún modo.
Gilman guardo silencio por un momento antes de tomar notas, algo en las leves expresiones de su rostro le decía a Radamanthys que el chico iba por buen camino para encontrar ese dato perdido en el tiempo.
—Entonces fuiste convertido en contra de tu voluntad. Tu antecesor te obligo a hacer ese "intercambio". Quizás esa persona no era un alquimista per se, pero si alguien versado en ese arte. Eso explicaría por qué guardas tanto rencor.
—Pero, no puedo recordar eso y no tiene sentido que deteste algo con lo que no sé si realmente tuve contacto.
—La memoria olvida, sin embargo el cuerpo no —indico Gilman mirando fijamente a Radamanthys—. En tu caso, tu cuerpo es muy transparente y expresivo, la forma en que reaccionas es una clara muestra.
—Caray…
El asesor abrio el libro sobre la mesa buscando despacio una pagina en particular.
—Las ultimas veces he notado ciertos malestares al sugerir uno u otro evento del pasado. Te dije que encontré el registro de un suceso fuerte ocurrido en tu ciudad y un listado de nombres.
—No recuerdo qué evento dijiste, por favor no lo menciones, pero si tengo en la cabeza algo sobre un registro —respondio el rubio presa de la curiosidad.
—Bien. Veras, en Whitby no solo esta la oficina central si no también una gran biblioteca repleta de registros que magos y alquimistas se han encargado de recopilar.
Dichos registros no solo son compilaciones de procesos químicos, físicos y demás, también hay muchos datos de aquellos sujetos que se hicieron pasar por alquimistas o magos. Se le conoce como "la enciclopedia de los charlatanes". Está numerada por siglo y región del país documentando la historia de estas personas y datos de las víctimas, si las hubiera.
—Creo firmemente que fuiste presa de uno de esos charlatanes y esa persona te convirtió en lo que eres. Lo cual refuerza que no era alquimista si no un farsante que tomo tu vida.
—¿Es verdad?
—Ahora lo veremos, quiero tu reacción a las fotos que voy a presentarte.
Gilman acerco el libro abierto donde se podía ver un grabado del siglo 16, el nombre de la persona en cuestión y sus datos.
—Hubo muchos charlatanes que deambularon por el sur de Inglaterra engañando a la gente, fingiendo que podían crear oro y vaciando los bolsillos de los incautos —añadia el asesor—. Pero, hubo otros que iban mas allá y tomaban vidas. Estos que voy a mostrarte, fueron procesados en la zona de Wessex.
Radamanthys paso las paginas lentamente sintiendo como Gilman tenia los ojos y su atención puestas en él. Parecía analizar cada pestañeo, cada movimiento de sus dedos, de su rostro y demás. El espectro creía que sus reacciones pasaban desapercibidas, pero el joven mago no pasaba nada por alto, aunque reconocía que el método le parecía efectivo ya que no solo era lo que el rubio dijera si no como reaccionaba a un estimulo.
—Asi que el cuerpo tiene memoria… —pensaba— ¿Habrá algo que recuerde entre estas paginas? —continuo pasando las hojas con calma analizando los rostros y nombres dibujados ahí hasta que sucedió algo.
Su mirada se poso en el rostro de un hombre de facciones duras, barba y bigote tupido, vestido a la vieja usanza. El espectro lo miro fijamente sintiendo una mezcla de extrañeza, asco y miedo queriendo articular alguna palabra sin lograrlo. Debajo de la foto se leia el pie "Pernath, el charlatán" haciendo que el espectro comenzara a sentir una leve jaqueca que lo mareaba.
—Pernath… —decía arrastrando las palabras mientras apartaba bruscamente el libro para llevarse ambas manos a las sienes— ¡El aroma… el aroma de las almendras amargas!
Gilman quedo muy sorprendido al escuchar aquello siguiendo con la mirada las expresiones de Radamanthys quien, en cosa de breves segundos, se puso de pie de un salto lanzando un sonoro grito que retumbo por toda la casa número 77.
Transcurrió un instante más y el espectro cayó al suelo como fulminado por un rayo.
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Continuará…
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Notas: Pues aun no es el final jajaj, la verdad es que este relato me da mas que decir y aun falta para concluir las memorias del Rada.
No le daré mas vueltas al asunto y lo dejare en claro desde ahora, Pernath fue el antecesor del Wyvern, el antiguo juez. ¿Qué significan las almendras y que relación tiene eso con el viejo este? Ya lo sabrán. Gracias por leer.
