Día 1: AU Realeza

Prompts: Pueblo, sol y brecha.

Vampiro usado como referencia: Sasabonsam

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Tras asegurarse de que todos en su hogar se encontraban durmiendo, Shimamaura, usando la mayor cantidad de sigilo posible, salió por la ventana de la cocina.

Al principio, pensó en escabullirse por la ventana de su habitación, pero, como dormía en la segunda planta y no tenía nada de donde apoyarse; decidió que lo mejor era salir usando la ventana de la cocina, que estaba muchísimo más cerca del suelo y que no le causaría algún trauma en el cuerpo si, en algún momento, llegaba caerse o algo por el estilo.

Una vez afuera, Shimamura, que había crecido en ese pequeño pueblo y que, por lo tanto, ya sabía cómo moverse con el mayor cuidado posible para evitar ser detectada, corrió a esconderse detrás de algunos arbustos cercanos.

Justo a esa hora, algunos de sus vecinos acostumbraban a regresar de respectivos trabajos usando el sendero que estaba cerca de su escondite.

Unos minutos después, tal como lo había previsto, dos hombres se aparecieron en la ruta. Hablaban amenamente y en sus caras podía verse el cansancio producido por un arduo día de trabajo. Siguieron su camino sin percatarse de la presencia de la chica de cabello castaño, que hacía todo lo posible por no ser vista.

Cuando estuvo segura de que ya nadie pasaría por allí en un buen rato, salió de su escondite y corrió en dirección al bosque, que estaba unos veinte pasos más arriba, siguiendo el sendero.

Tras llegar al bosque y mirar en todas direcciones como medida de precaución, se adentró en el mismo sin dudar un solo segundo.

En lo alto, podía verse una luna grande y redonda. Como estaba en su máximo esplendor, el brillo que emanaba del satélite era suficiente como para iluminar el camino que Shimamura había trazado en medio del bosque solo con sus pasos.

Tenía tanto tiempo transitando por esos lugares, que daba la impresión de que ese bosque le había hecho un espacio para moverse con la mayor facilidad posible entre sus espeso follaje.

Tras correr unos minutos, llegó al claro de siempre. Allí, sentada encima de un árbol caído, la esperaba Adachi Sakura.

La peliazul llevaba puesto un vestido sencillo, de tonalidades azules y detalles en volantes de color blanco. Pero, como llevaba encima de todo eso una gruesa capa marrón que cubría casi toda su anatomía —era probable que la llevara debido al frío que hacía a esa hora de la noche—, Shimamura no pudo detallar más de su vestimenta desde su posición.

Tras calmar su agitada respiración, pues, estaba corriendo desde hace casi diez minutos, Shimamura caminó hasta su posición.

Si no la conociera, diría que Adachi aún no reparaba en su presencia. Daba la impresión de estar absorta, mirando al cielo estrellado de esa fría noche. En ningún momento se giró a mirarla.

No obstante, Shimamura la conocía lo suficientemente bien como para saber que Adachi estaba consciente de su presencia desde mucho antes de que ella arribara al claro.

No importaba que tan silenciosa fuera la castaña, su amiga siempre sabía que ella estaba ahí.

—Siento llegar tarde —se disculpó Shimamura cuando estuvo cerca de su amiga—. Mis padres se acostaron tarde y tuve que leerle un cuento a Shou para que pudiera dormir. Ha estado nerviosa por lo ocurrido recientemente.

Tomó asiento a su lado y también se dedicó a admirar las estrellas.

El cielo estaba particularmente claro esa noche.

Shimamura sintió como Adachi se estremecía un poco a su lado. Era normal aquello. La mencionada siempre adoptaba un extraño nerviosismo cuando la castaña estaba cerca de ella.

No lo diría nunca, pero Shimamura disfrutaba ponerla nerviosa. Es por eso que siempre intentaba, usando su mejor expresión de inocencia, invadir el espacio personal de su amiga.

La castaña esbozó una pequeña sonrisa cuando notó que Adachi, a pesar de sentirse incómoda, se arrimó un poco más hacia ella, provocando que sus cuerpos se tocaran.

—Con eso último, te refieres a… —comenzó Adachi, rompiendo el mutismo que tenía desde hace un rato—… los ataques, ¿no?

—Sí, a eso me refiero —respondió Shimamura.

En las últimas semanas, se habían reportado que algunos pueblerinos, durante las primeras horas de la noche, tras intentar volver a sus respectivos hogares luego de trabajar todo el día, eran atacados por el camino.

Hasta ahora, no se sabía de alguien que hubiera muerto durante o después de estos ataques. Las víctimas sólo presentaban heridas corto punzantes a lo largo del torso y, en muy pocos casos, en el cuello.

—Oye, Sakura-chan.

—¿Qué… qué pasa?

Debido a que todavía no se acostumbraba a que la chica a su lado la llamara por su nombre, Adachi no podía evitar revolverse en su sitio y adoptar un adorable tartamudeo cada vez que Shimaura le decía de esa forma.

Shimamura no respondió al momento, sino que se dedicó a pensar durante unos segundos, sin dejar de mirar hacia las estrellas.

—Tú… —hizo una pausa, entonces dirigió su violácea mirada hacia la de cabello azulado—… eres de la realeza, ¿no, Sakura-chan?

Adachi la miró por unos segundos y luego, rompiendo el contacto visual, se puso a juguetear con sus dedos. Sus manos, en ese momento, se le antojaban como la cosa más interesante del mundo.

—Sí —respondió Adachi, al fin—. Soy hija de los reyes… so-soy la princesa.

Shimamura solo hizo un ruido con la garganta y siguió mirando hacia el cielo que, a esa hora, se había vuelto notablemente más oscuro.

Por su parte, Adachi, avergonzada por haber sido descubierta, sólo atinó a hacer una pregunta.

—¿Co…cómo lo supiste?

—Por Yashiro —respondió Shimamura, sin más—. Ella afirma haberte visto salir del castillo —se llevó una mano al mentó con aire pensativo—. Vaya, ahora no volveré a dudar de nada de lo que diga. Incluso, ahora mismo, podría creerle esas "patrañas" de que es un alíen.

Tras esto, Shimamura dejó escapar una risita, mientras que Adachi sólo bajó la mirada mientras apretaba sus pálidas manos encima de sus piernas.

—Disculpa por no decírtelo —susurró Adachi cuando Shimamura recuperó esa expresión neutral que tanto la caracterizaba—. De verdad, lo siento.

—Tranquila. Supongo que habrás tenido tus motivos. —suspiró—. Yashiro me dijo otra cosa.

Adachi la miró y Shimamura le devolvió la mirada.

—Me dijo que, por las características que presentaban las heridas de los pueblerinos que fueron atacados, piensa que el atacante, un ser que solo realiza dichos ataques por las noches, podría ser un licántropo.

A medida que hablaba, Shimamura observaba, con sumo detenimiento, a la chica que tenía junto a ella. Evaluaba y analizaba cada una de las reacciones que pasaban por su linda cara.

Aunque, realmente, atrapar alguna reacción importante de Adachi era complicado, pues, solía estar nerviosa la mayor parte del tiempo.

No obstante, la castaña, después de tanto tiempo conviviendo con esa princesa, había aprendido a diferenciar algunas de sus reacciones. En Adachi, podían presentarse varias clases de nerviosismo. Eso lo había descubierto con el tiempo.

—Pero no se trata de un licántropo —prosiguió Shimamura, acomodándose un largo mechón de cabello detrás de una de sus orejas—. Yashiro dice que hay muchas cosas que no cuadran con esa teoría.

Adachi se removió en su lugar por enésima vez. Apretó, una vez más, las manos encima de sus piernas y mantuvo sus hermosos ojos azules fijos en el suelo.

—Una de ellas, la más reveladora, es que los ataques se efectuaron en noches de luna nueva, noches de luna llena, en cuarto menguante y en cuarto creciente. Yashiro dice que ataca sin tomar en consideración el tema del ciclo lunar. Por lo tanto, no se trata de un lobo, sino de otra cosa.

Shimamura, que en todo momento se había expresado con su forma calmada y, en apariencia, desinteresada de siempre, cerró los ojos y se dejó caer a un lado, apoyando la cabeza en el hombro de Adachi. Al hacerlo, pudo sentir como la mencionada temblaba y su cuerpo se tensaba.

—Yashiro es una chica increíble. —añadió Shimamura, mirando como algunas luciérnagas se aglomeraban en los alrededores, formando luminosas nubecillas doradas—.- Tiene información que, a simple vista, parece dudosa. Pero, últimamente, no parece que todo lo que diga sea mentira.

Llevó una mano a la capa que portaba su amiga y jugueteó con ella de forma distraída. No parecía afectada por el mutismo que la peliazul demostraba en ese momento. Estaba más que acostumbrada a la timidez de Adachi.

—Lo último que Yashiro me dijo, Sakura-chan, es que esos ataques fueron perpetrados por un vampiro… pero no un vampiro "común" —suspiró—. Se trata de una clase de vampiro llamada "Sasabonsam". Al tener dientes y garras tan afiladas como cuchillas, puede provocar todo ese daño que presentaron las víctimas.

Cuando Shimamura terminó de hablar, un incómodo silencio se estableció entre ellas. Como la luna ahora se hallaba oculta detrás de una nube, la noche se hizo más densa y oscura; ni siquiera las luciérnagas pudieron hacer mucho en medio de semejante oscuridad.

—No sabía que fueras una Sasabonsam, Sakura-chan —bromeó Shimamura, sonriendo mientras hablaba—. ¿Debería llamarte ahora "Sasabonsam-chan"?

—¡No! —Se quejó Adachi, rompiendo, al fin, el mutismo que se había auto impuesto desde que Shimamura empezó a hablar acerca del tema de los ataques—. No me gusta como suena.

—¿Eh? Pero si se escucha muy bonito~ —insistió la castaña, esbozando su mejor expresión de inocencia.

—No —repitió Adachi—. Eh… sé que ya habíamos hablado de esto, pero… lo siento.

Shimamura no dijo nada, parecía estar pensando en algo.

—Sé que me pediste no atacar a los habitantes del pueblo —prosiguió Adachi, al ver que su amiga no decía nada al respecto—. Pero, cómo decirlo, tenía hambre. A-además, yo sólo ataco cuando estoy en mi límite. Así que… bueno… —bajó la mirada de nuevo, tenía una expresión de dolor y tristeza plasmada en el rostro—. No los maté. Sólo bebí un poco de su sangre y ya. Tampoco están en riesgo de muerte… o de convertirse en vampiros.

Mientras decía todo esto, Adachi, como en otras ocasiones, procuró evitar el contacto visual con Shimamura.

—Jummmmm —la castaña se meció en su lugar—. Está bien, Sakura-chan. Es normal, supongo. Es como lo que hacemos nosotros, cazamos para sobrevivir. Por cierto, atacaste a alguien antes de venir hasta acá, ¿cierto?

Adachi se tensó en su sitio y Shimamura suspiró como respuesta.

—¿Cómo lo supiste?

Shimamura no respondió, sino que tomó el rostro de su acompañante entre sus manos —provocando un bonito sonrojo en el rostro de ella—, y la miró con detenimiento. Adachi, contra todo pronóstico, pudo sostenerle la mirada. De esa forma, la vampiro pudo ver como los ojos violáceos de la castaña se desviaban hasta posarse en su mejilla derecha. Acto seguido, pasó un pulgar por esta, limpiando la pálida piel.

—Lo supe por esto —le mostró el pulgar, que estaba manchado con sangre fresca—. Creo que tengo un pañuelo conmigo.

Shimamura hurgó en uno de los bolsillos de su propio vestido, extrayendo un pañuelo, de tonalidades pastel, que procedió a frotar encima de la mejilla de su amiga, ensuciándolo un poco en el proceso.

—Listo, con eso ya no se no se nota que eres una Sasabonsam.

Adachi arrugó la nariz como respuesta y Shimamura solo pudo sonreír ante lo tierna que se veía cuando hacía tan bonito gesto.

Después de eso, se quedaron otro rato en silencio, sólo disfrutando de la compañía mutua y de la frescura que había en el aire.

—Oye —dijo Shimamura, después de un rato—. De verdad, me sorprendió que fueras de la realeza.

—Lo noté —Adachi rio por lo bajo—. Pero, ahora que lo dices, no vi que te sorprendieras cuando te enteraste de que yo era un vampiro.

—Es que tu lado vampiro era algo predecible, ¿sabes? Es decir, sólo apareces por la noche y no te gusta la comida que cocina mi madre porque le pone una generosa cantidad de ajo. De hecho, ahora que lo pienso, nunca te he visto comer algo realmente. Además, ¿recuerdas esa vez que Shou salió correteando a nuestro gato Nyam? ¿Y que luego Nyam acabó trepándose en el árbol más alto e inaccesible de todo el bosque?

Adachi asintió. Ya sabía, más que bien, que era lo que venía después.

—Trepaste tan rápido y con tanta facilidad en ese enorme árbol, que Yashiro pensó que eras un alienígena igual que ella. —Shimamura rio bajito y Adachi la imitó—. No es como que esa niña rara pueda hacer algo más que brillar como una bombilla.

Tras lo dicho por la castaña, Adachi añadió algo gracioso, aunque sutil a esta pequeña conversación que recién iniciaba, consiguiendo sacarle otra risita a Shimamura.

Una de las cosas que ellas suelen hacer cuando se encuentran por la noche es hablar un poco de todo, justo como lo estaban haciendo ahora que ya había pasado el tema de los ataques y el hecho de que Adachi resultara ser una especie de "princesa vampiro" no arruinaría el ambiente y lo que había entre ellas.

Otras veces, cuando se encuentran, lo que hacen es jugar un rato. Shimamura trae algún que otro juego y Adachi agradece dándolo todo de ella para que la partida sea entretenida.

Y, otras pocas veces, lo que hacen es permanecer en silencio mientras disfruta de la paz y la tranquilidad que les transmite el sólo hecho de poder compartir aquella mutua compañía.