Habían pasado dos semanas desde la última vez que había podido escribir un párrafo siquiera, y no, no podía simplemente escribir una oración elocuente para mi libro. Dormía, pero no soñaba lo que tanto anhelaba. Creo que hasta olvidé el rostro de Midoriko un poco y eso me asustó.

Estaba ahora en el consultorio de mi psicólogo tratando de comprender lo que pasaba conmigo.

― Señor Taisho, usted tiene lo que popularmente llamamos "bloqueo creativo", pero no es algo de lo que se escape ningún escritor en realidad ―Kohaku decía con calma― De verdad pienso que debería tomarse unas vacaciones.

Negué con la cabeza. Kohaku era un excelente profesional, pero por lo mismo decidí no contarle sobre mis sueños y los susurros que oía en las noches. Que si, era una joven promesa de la literatura, no un loco de remate.

― No tengo otro trabajo más que escribir. Últimamente ni siquiera he visto a mi mujer por las noches, sólo estoy tratando de terminar las ideas en mi cabeza… ¡Pero no fluyen! ―exclamé con mucha frustración.

Kohaku asintió.

―¿Sabe Sr Taisho?… a veces es bueno volver a los lugares que nos disparan la imaginación. Si su relato habla sobre un pueblo pequeño, debería ir a uno.

Me reí.

― Es algo bastante gracioso. Me crié en un pueblo y salí de él huyendo, pero ahora me dicen que vuelva a uno.

―No es malo volver al pasado, siempre y cuando lo tengamos resuelto.

Ay no―pensé―le encanta recordarme a Kikyo, a mi familia y todo mi pasado. Según Kohaku no tenía resuelto esa parte de mi vida, pero yo estaba seguro de que si. No, ninguna cosa podía hacer tambalear lo que tanto me costó construir al lado de Kagome; ahora tengo una familia y no podía dejar que se tambaleara.

― No necesito nada de mi pasado.

― Yo pensaría que tal vez… tú deberías cerrar el ciclo con tu familia y tu pasado en ese lugar. Tal vez eso te ayude a aclarar la mente, y también estar en un ambiente muy cercano al pueblo de tus historias te ayude a esclarecer el rumbo que quieres seguir con tu escrito y también en tu vida.

Luego de esas palabras, agradecí a Kohaku por su atención y me retiré en silencio. No estaba encontrando las respuestas que tanto necesitaba, era como un espiral sin fin de callejones sin salida.

Llegué a mi casa un poco abatido, pero en cuanto abrí la puerta encontré una imagen demasiado tierna que atravesó mi corazón. Era Moroha, sosteniendo un libro de cuentos mientras acariciaba el vientre de Kagome, que estaba acostada en el sofá con los ojos cerrados, dormitando.

―¡Papi! ―Moroha exclamó con alegría mientras salía de su comodidad para correr hasta mis brazos.

―Enana, con cuidado… despertaste a mami y al bebé―la cargué en mis brazos en el aire para luego dejarla en el suelo otra vez y acariciar su cabello.

Kagome despertó y frotó sus ojos.

―Inu…―susurró con voz ronca―te estábamos esperando.

―No hacía falta que estén despiertas, sólo fui a ver a Kohaku.

Ella puso una mueca de preocupación.

― ¿Cita de emergencia? Son las nueve de la noche, Inuyasha.

―Si… no estoy logrando dormir lo suficiente. No puedo desbloquear mi mente para seguir escribiendo… ya sabes.

Moroha corrió al sofá y tomó su libro de cuentos para extenderlo hacia mí.

―Papi, si no tienes ideas… puedes leer mi libro de cuentos. Lo escribí yo misma y mami lo imprimió.

Caminé hasta el sofá y me senté en medio de ellas. Ojeé un poco del libro de Moroha, aunque sin leer el contenido con atención. Sonreí y lo cerré… No podía creer lo buena madre que era Kagome. Le había impreso cada página y cocido las hojas artesanalmente.

―Nena… eres muy talentosa―la alcé en mi regazo para darle un beso en su mejilla― Y tienes la mejor madre del mundo―añadí y me incliné a besar a Kagome.

Mi mujer me observaba, algo dubitativa.

Lucía como si estuviera tratando de descubrir un gran secreto de estado, uniendo cabos sueltos y creando ideas en su pequeña cabecita. Me reí.

―¿En qué piensas, Kag?

―No puedes mentirme a mí, Inuyasha. Ya dime que es lo que te preocupa…

Más que una mujer, a veces parecía ser una bruja.

―Ya es hora de que esta cachorra vaya a la cama―bajé a Moroha al suelo y la miré un poco firme― Eres una niña grande… ¿Podrías arroparte sola esta noche?

Ella asintió y se marchó hacia su habitación luego de darle un beso a su madre y acariciar de nuevo su vientre para murmurar un "buenas noches, hermanito". Kag y yo la miramos con ternura hasta que desapareció subiendo las escaleras.

―Crece tan rápido…―dije pensativo.

―Ajá, ya pronto no será una niña.

―Para mí siempre será mi niña, igual que tú―murmuré.

Me giré hacia ella para aprisionar su cuerpo en mis brazos y subirme encima de ella, sintiendo su perfume y su respiración sobre la mía. Ella se rió, nerviosa, aunque ya teníamos catorce años viviendo juntos; parecía la misma niña inocente de aquellos años de secundaria. Amaba eso, de verdad la amaba tanto.

Besé la comisura de sus labios y seguí bajando por su mandíbula hasta su cuello, ella se soltó un quejido de placer pero me detuvo poniendo una mano en mi pecho.

―No, señor Taisho. No puede desviar mi atención del problema principal―ella me miró inquisidora― Dime que es lo que te preocupa tanto. ¿Qué te dijo Kohaku?

―Nada importante. No puede ayudarme con mis problemas de bloqueo, creo que tendré que ir a ver a un psiquiatra…

―No, no creo que sea necesario ―ella frunció el ceño― ¿No podemos tomarnos unas vacaciones y aplazar la salida de tu libro? Creo que te estás cargando demasiado para terminar a tiempo. Eres un ser humano, necesitas despejarte un poco.

Empecé a considerarlo cuando ella me besó en el cuello de manera tierna.

―Ya estoy embarazada, pero podríamos seguir jugando los dos…

―Una muy tentadora oferta, señora Taisho―gemí― Es usted una muy buena negociante.

Y ella saltó a mis labios para devorar las pasiones que teníamos juntos. Sus carnosos y tiernos labios carmesí abrazaban los míos de manera perfecta, mientras su lengua suave jugueteaba con la mía. Nuestras manos empezaban a deslizarse con facilidad por el cuerpo del otro.

Todo era perfecto, pero luego-

El sonido del teléfono en mi bolsillo. Me detuve para mirar el número y era desconocido. Kagome me miró dubitativa.

―Responde, Inu…

Dudé un poco, pero me reincorporé para tomar la llamada. Podía ser algo de la editorial. Lo puse en altavoz para que Kagome pudiera oír y contesté.

―Inuyasha. Soy Seshomaru, no cortes esta llamada. Nuestro padre ha entrado en un estado de coma y necesito que te presentes con decencia para poder tomar una decisión sobre él.