Los personajes no me pertenecen, no gano dinero con esto.
Trama con mucho contenido adulto, menores abstenerse.
El segundo castigo
Hermione Granger se encontraba en otra clase teórica de pociones, de nueva cuenta revisaban la composición de una poción con la voz nasal de Pansy Parkinson. La poción esta vez, de nivel de EXTASIS avanzado era la crecehuesos.
Tomaba notas, o mejor dicho, fingía tomar notas. Su pluma se arrastraba lenta y errática sobre el pergamino, con la punta absolutamente seca y sin dejar líneas sobre la hoja en blanco.
Si el niño que vivió fuera un poco avispado, o si su amiga la importara un poco más, se hubiera percatado de inmediato que algo estaba sucediéndole. En cambio, Draco Malfoy no alejaba de ella sus peligrosos ojos plateados. Y no era para menos. La castaña se veía pálida, pero su piel se enrojecía por momentos y perlas de sudor daban a su piel un brillo extraño.
Permanecía recta en la silla, pero si prestabas atención tal como estaba haciendo el Slytherin, podía percibir que la sacudían unos ligeros estremecimientos y se empeñaba en apretar una rodilla contra otra.
Repentinamente, un respingo, observarla contener la respiración e impulsar la cabeza hacia el atrás y emitir un profundo suspiro que terminó en un débil gemido lo estremeció.
Hermione clavó sus uñas en la tela de su falda, enredada en sus manos. Las sensaciones que la recorrían definitivamente debería ser ilegales. Que mente más maquiavélica pudo haber ideado el hechizo que la afectaba en ese justo momento. Apenas tras entrar a la mazmorra de pociones, caminando detrás de Harry había sentido la imponente presencia de su profesor detrás de ella. Acercándose lo suficiente para que la tela de su túnica rozara la piel sensible de sus muslos ahí donde terminaba su uniforme. Lo sintió susurrar algo que sonaba como un perturbador canto antiguo en latín antes de que la magia sacudiera su piel en un profundo escalofrío.
La clase empezó con normalidad, el único detalle raro era una fruta similar a un durazno en la mano del profesor Snape, pero nadie iba a recriminarle por comer una fruta en su clase teórica, como no.
Después de dar las instrucciones para tomar nota le pidió a su lectora usual, la Parkinson, que empezara la lectura del procedimiento para elaborar la poción crecehuesos. Hermione tomó su pluma y estaba por empezar a escribir cuando lo notó. Un dedo.
Un dedo acariciaba lentamente la piel de sus labios mayores de arriba a abajo. Con un respingo, su mano voló a su entrepierna, bajo el pupitre, y comprobó que no había nada anormal ni encima ni debajo de su ropa interior. Un breve carraspeo enojado el profesor la hizo mirarlo justo cuando tomando el durazno en una mano, usaba la otra para presionar un punto en la fruta que la castaña sintió demasiado efectivamente sobre su recién despierto clítoris.
Tras dirigirle una diabólica mirada, el hombre le dio la espalda a la desesperada muchacha, quien sintió de nuevo la presión de, ahora dos dedos en su punto más sensible, acariciando lento pero firme en forma circular.
Se tragó el gemido que subió por sus garganta casi sin aliento y apretó las piernas en un vano intento de apartar de sí esos dedos traviesos que continuaron frotando el punto con insistencia.
- Longbottom, si esta pensando en huir pidiendo permiso para ir al sanitario, olvídelo, nadie sale del aula hasta que suene la campana.
La enojada voz le dijo a Hermione que su estrategia de huída había sido erradicada.
En la ropa interior de la chica se fue acumulando tal cantidad de humedad que sería difícil abandonar el salón al terminar la clase. Esos dedos fantasmales insistían trazando espirales en su mojada piel. Desistió de escribir al ver que su mano temblaba con muy poco control, así que se limitó a apretar la pluma en su palma para que no se cayera al suelo. Sus endurecidos pezones se volvieron casi dolorosos en su contacto con la ropa mientras intentaba quedarse lo más quieta posible. Pero mientras la voz de Pansy describía como cortar los trozos del tamaño correcto de la planta de alubianta, la castaña sintió como de un sólo movimiento los dedos se metían en su mojado interior.
Abrió la boca, mientras el sudor invadía su frente, tensando todos los músculos desde su centro hasta el pecho, donde la fricción a sus pezones casi se volvió insoportable.
Oh por Dios, detengas que estoy a punto de correrme en medio de la clase
Pensó mientras cerraba los ojos y la boca con fuerza para no gemir como loca.
-¿Desesperada, señorita Granger? No puede levantar la mano si no se ha hecho una pregunta.
El muy desgraciado sonrió diabólicamente mientras los Slytherin soltaban risillas poco disimuladas y ella deseaba arrojarlo sobre el escritorio y montar su polla hasta que quitara esa cara de satisfacción, o la tuviera aún más grande.
Los dedos en su interior, quietos hasta entonces, encontraron un nuevo punto que frotar. Uno que la hizo ver fuego artificiales debajo de sus párpados cerrados. Su cadera se lanzó hacia adelante, presionándose contra la silla mientras el clímax se apoderaba de ella. El temblor la recorrió desde las punta de los dedos de sus pies hasta la raíz del cabello y añadió todavía más color a sus mejillas. Respiraba agitadamente, con los labios entreabiertos intentando jalar. más aire a sus pulmones, pero era inútil; cada ola de placer la recorría haciendo que sus piernas se volvieran gelatina y sus dedos rompieran la frágil pluma en su mano.
El crujido, apenas audible del implemento de escritura, resonó en el cerebro de Draco tan intensamente como un bombarda máxima. La maldita sangre sucia estaba teniendo un orgasmo, uno bastante intenso según el rubio podía ver. En plena clase de pociones.
Le pareció tan absolutamente imposible que nadie se diera cuenta de que Granger estuviera derritiéndose en medio de la clase que se cuestionó su propio estado mental. Probablemente estuviera en plena alucinación después de absorver los vapores de la mazmorra demasiado tiempo. Pero no, la voz de Pansy seguía dictando la manera correcta de machacar las bayas de la nictorifondia para agregar a la segunda etapa de la poción.
Su cuerpo se estremeció también, al ver el prolongado temblor que sacudía el cuerpo de la castaña y se encontró con una molesta y dolorosa erección bajo su pupitre. Se visualizaba a si mismo levantando a la sabelotodo de su asiento para inclinarla sobre el pupitre y penetrándola de una sola y satisfactoria estocada. Ella gemiría entonces, pero lo haría de manera audible, proclamando su nombre en medio de sus orgasmos ante toda la mazmorra, sin dejar lugar a dudas de quien era el dueño de su placer. Su amo.
Esa idea, ser el amo de una sumisa y desgreñada castaña que cumpliera todas sus fantasías quemó sus pensamientos coherentes mientras, su pálida piel, en consonancia con la piel impura de ella, se llenaba de perlas de sudor. La imaginó entonces bajo su escritorio, siguiendo sus deseos, sacando su serpiente de sus pantalones para llevársela a los labios. Esos labios que ahora entreabiertos no dejaban de inhalar aire con fuerza, inhalando su endurecido miembro hasta correrse, mientras usaba sus delicados dedos o lo que estuviera usando en este momento, para estimular sus propios pliegues y acompañarlo corriéndose con él.
El timbre entre clases paració ser la señal que esperaban esos fantasmales dedos para incursionar en otro punto. Hermione pudo sentir como un dedo que parecía completamente lubricado, entraba en el apretado aro de músculos que se encontraba vacío hasta ese momento.
El sonido de 22 alumnos levantándose y estirándose disfrazó muy bien el gemido que no logró reprimir mientras la recorría de nuevo una ola tras otra de placer. Apretó fuertemente su esfínter y su húmedo canal mientras sentía como ríos de placer la abandonaban empapando su ropa y el pupitre.
-Malfoy y Granger, se quedan, el resto retírense antes de que empiece a quitar puntos.
La voz oscura del pocionista, logró que todos abandonaran la mazmorra en tiempo record, Harry Potter incluido. Una vez vacío el salón, con excepción de ellos tres. Lanzó hechizps no verbales a la puerta y se giró hacía la castaña.
-Granger, al parecer tu espectáculo ha hecho que el señor Malfoy tenga un par de interesantes ideas.
Sacó la fruta de su bolsillo, y la castaña pudo ver como en medio de una fuerte neblina, que el profesor tenía clavados tres dedos en el artefacto. Mirándola a los ojos con una ceja elevada, subió su mano a la altura de su rostro y sacó los dedos con un fuerte plop, que sacudió a la castaña y la hizo desplomarse.
-Profesor, ahh, por favor...
-Por favor qué, Granger- le respondió al parecer indolente
-Por favor, hágalo, déjeme en paz... fólleme... ya haga algo por favor.
-Sus deseos son órdenes, pequeña
La levantó del asiento sujetando sus hombros y se lanzó a su boca con un apasionado beso que ella correspondió con una hambre tremenda, llevando sus manos a los largos cabellos del profesor.
La magia fluyó leve entre ambos y luego el profesor la sentó sobre el pupitre y separando sus piernas, se colocó en medio de ellas y la penetró. Hermione emitió un grito, mientras sacudía las caderas como enloquecida y se derramaba fuertemente alrededor de la polla de su profesor, mojando la ropa de ambos, el pupitre y el suelo.
Tres embestidas más y el profesor mismo gimió, interrumpiendo el movimiento.
-Oh, pero no era esto lo que el señor Malfoy aquí presente tenía en mente ¿no es así?
Le dio un beso mas a la castaña antes de girarla frente a un Malfoy que parecía estar hiperventilando. Le abrió la blusa con un tirón que hizo saltar todos los botones y bajó las copas de tela que cubría sus pechos, para pellizcar impúdicamente los pezones de la castaña hasta que esta gimoteó con un lloriqueo. Presionó entonces una mano en la espalda femenina, para inclinarla sobre el pupitre y llenarla nuevamente, ahora desde atrás.
-Sii, así profesor! -empezó ella con un nuevo corro de gemidos que ya parecían gritos de gata en celo.
-¿Era así Malfoy? - dijo el profesor, usando una voz en la que se traslucía el esfuerzo mientras seguía empujándose dentro de Hermione. - O era en este otro lado - dijo mientras metía los dedos índice y medio en el esfínter de la castaña.
Ella empezó a gritar ahora con cada movimiento del hombre, con las piernas temblando de tal manera que podría confundirse con una convulsión.
-No resistiré mucho más Granger, ¿lo quiere ahora? - Le preguntó el profesor resoplando gravemente.
-Sii, profesor, hágalo, ¡rompa mi culo con su enorme polla!
El pocionista lo hizo, sacó enorme miembro completamente sólo para introducirlo en ese apretado orificio que lo estaba volviendo loco.
Hermione gritó, sacudida de nuevo por otra mojada explosión de éxtasis y fue seguida rápidamente por Severus, que cayó sobre su espalda después de emitir un peligroso rugido.
Malfoy por su parte, sólo pudo abrir los ojos desmesuradamente mientras se corría dentro de sus pantalones.
Hola a todas, gracias por recordar esta historia todavía y agregarla a favoritos.
Ojalá y este capítulo sea de su agrado. Con esto concluimos esta historía.
Besos
Pandora
