Capítulo 29
* * * P.V.S * * *
Llamo al timbre de Airi varias veces antes de sacar del bolsillo del pantalón la llave que me ha dejado la casera.
Me dispongo a abrir la puerta con una intranquilidad interna seria, que no he podido calmar en estos días en los que no he sabido nada de ella, a pesar de haberlo intentado por todos los medios habidos.
Con miedo de que le haya ocurrido algo, entro en la casa tragando saliva. El salón está vacío, y sólo encuentro como hecho anormal que hay muchas colillas en el cenicero de la mesa, tantas que desbordan, y para como es mi hermana, demasiado polvo acumulado en los pocos muebles de la estancia.
La nombro mientras me encamino por el pasillo que lleva a su cuarto, y aunque no me responde, en cuanto entro en la habitación veo que está tumbada en la cama de espaldas a mí, prácticamente sin moverse salvo por el leve movimiento que su respiración crea.
Me acerco despacio y vuelvo a decir su nombre al no saber si duerme o no, pero me doy cuenta de que no cuando veo que mueve un brazo y se lleva una mano a la cara.
-¿Airi, estás despierta? –Murmuro mientras me siento a su lado y la agarro con suavidad para hacer que se gire.
-Déjame, Tamao.
El tono oscuro y apagado de su voz me hace arrugar el entrecejo y soltarla, pero no callarme.
-¿Qué te pasa? Llevo días intentando localizarte. No abres la puerta, el teléfono está apagado... sé que no has ido al trabajo ni a la universidad.
-Estoy enferma. Me han dado unos días.
-Airi, sé que no es eso. Hablé con Genji antes de ayer para saber si te había visto o algo, y me dijo que no sabía nada de ti, ni iba a saberlo. No me quiso dar detalles cuando le pregunté qué coño ha pasado entre vosotros dos, sólo me dijo que hablara contigo.
Ella guarda silencio, pero noto que su respiración se entrecorta, con lo que posiblemente esté llorando, así que vuelvo a hablar sabiendo que esto es serio.
-Venga, Airi. Dime qué pasa. ¿Te has peleado con Genji?
Se lo piensa un segundo en que se queda muy quieta, y después se incorpora y se sienta para poder mirarme. Está muy blanca, incluso la veo algo más flaca. Sus ojos se ven vacíos, hinchados y rojos como si no hubiera hecho otra cosa que llorar, además tiene con grandes ojeras. Tiene un aspecto horrible, y eso no hace más que corroborar mi teoría de que algo chungo ha ocurrido.
Me sorprende que me mire fijamente y hable sin tapujos, sin ninguna expresión en el rostro y sin derramar lágrimas.
-Genji me ha dejado. El martes.
-¿Qué dices? ¿Por qué? –Pregunto, totalmente asombrado y sin entender una mierda. Estaban genial.
-Bueno, según la versión oficial y lo que él dice porque no me quiere ya, está cansado de mí y se ha liado con Theia. Pero la verdad es que lo ha hecho para alejarme de él para que no me acerque al peligro más, y pueda actuar contra la mafia como le dé la gana, sin preocuparse de mí y nuestra relación –cuando ve mi cara añade el detalle que me falta-. El sábado cuando os fuisteis del bar volvieron esos tíos, muchos con bates, y se pusieron a destrozarlo todo. Genji se peleó contra ellos y el jefe le sacó una pistola. Casi lo mata.
Me quedo en silencio asimilando todo, aún flipando. ¿Cómo ha llegado todo a desmadrarse así? ¿Y qué cojones es eso de que se ha liado con esa tía? Como eso sea verdad pienso partirle la cara sin miramientos, aunque lo de dejar a Airi haya sido por protegerla.
-Oye –hablo por fin, tratando de buscar palabras para consolarla, aunque sea inútil-, es un calentón del momento porque se debió acojonar, pero él te quiere de verdad. Volverá todo a su sitio, ya lo verás. ¿Crees que lo de Theia es verdad?
-Espero que no, pero ya no sé qué creer, Tamao. –Solloza levemente, limpiando las lágrimas que empiezan a brotar de sus ojos. –No va a volver, Tamao. Esta vez se acabo, y encima van a acabar matándolo.
-No, claro que no. –Susurro mientras la abrazo al ver que se derrumba y comienza a llorar con ganas, pero lo cierto es que da igual lo que le diga, porque continúa llorando y aferrándose a mí con fuerza, volviendo a hablar con dificultad por el llanto.
-No sé que voy a hacer sin él. Lo quiero tanto que no sé vivir sin él, Tamao.
La abrazo más fuerte al sentir su inmensa pena, y maldigo interiormente al verla así, sufriendo tanto, y sabiendo encima que le queda mucho por pasar.
-Airi, tranquila. Todo saldrá bien. Estoy contigo.
Ella no dice nada, su llanto convulso no se lo permite, y yo no puedo más que continuar abrazándola con fuerza como para tratar de calmar su dolor, sintiendo una enorme impotencia al saber que es inútil.
* * * P.V.G * * *
Sin pensar vuelvo a vaciar el contenido de mi copa de un trago antes, de ir atender a un tipo que acaba de hacerse un hueco en la barra y agita unos billetes para que lo vea. Con desgana me aproximo a servirle lo que me pide.
El bar esta lleno, ya que es fin de año y todo el mundo sale de fiesta, pero a mí no me apetece una mierda estar de celebración ni trabajar, porque sigo sintiéndome como un cabrón después de lo de Airi, y el paso de los días no mejora la sensación.
En cuanto termino vuelvo a coger la botella de whisky para servirme otro, notando que empiezo a tener un ligero mareo, lo que me anima a continuar para intentar desconectar el cerebro y dejar de pensar en Airi, y en lo que la echo de menos.
Agarro el vaso y la botella, y al ver que nadie se acerca a la barra y están todos aglomerados frente al escenario por el concierto que se da, salgo de allí y me dirijo a la zona de arriba, cerrada al público hoy, y me siento en uno de los altos taburetes para seguir bebiendo sin que nadie me moleste.
Vuelvo a beberme de un trago la copa que me he puesto, y cuando dejo el vaso y me dispongo a coger la botella, Theia aparece frente a mí.
-Ya has bebido mucho, jefe. ¿Qué te pasa?
-Déjame en paz. –Espeto sin interés, bebiendo cuando vuelvo a llenar el vaso, pero ella no se rinde.
-Te has peleado con tu novia, ¿verdad? Hace mucho que no la veo por aquí.
Como sé que no va a callarse, me levanto en silencio cogiendo el vaso y la botella, pero ella me sigue hasta llegar a la barra, hablando mientras dejo la botella en su sitio.
-Mi tío me ha dicho que no estáis juntos. Todo pasa por algo, Genji.
-Cállate y deja de seguirme. –Le digo cuando empiezo a perder la paciencia, pero ella sigue mirándome sin achantarse ante mi actitud fría.
-Es normal que estés jodido, pero se te pasará, y si dejas que te ayude irá mucho más rápido. –Dice acercándose demasiado, tanto que incluso llega a rozar mis labios.
Antes de que pueda alejarme de ella y reaccionar, se adelanta a mí y pasa sus brazos en torno a mi cuello para besarme con su característico descaro, separándose después de uno segundos para mirarme pícaramente.
-¿Genji, podemos hablar?
Me giro en cuanto escucho la voz seria y fría de Ken. Viendo la cara que pone, no debe haberle molado nada lo que acaba de ver, y menos cuando no sabe nada sobre que Airi y yo no estamos juntos. No obstante, no dice nada y yo asiento a su pregunta, y le digo que me siga tras la barra para bajar a la zona del almacén de abajo.
Enciendo un cigarro despacio para no mirarle a la cara, pero pronto habla con un tono duro, lleno de incomprensión.
-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué has dejado a Airi? ¿En serio crees que es lo mejor para ambos?
-¿Cómo lo sabes? –Pregunto ignorando sus palabras, para tratar de evadir la culpa.
-Ella me lo ha contado. No la veía por ningún lado últimamente, su teléfono siempre está apagado, así que fui a su casa. Estás cometiendo un error, Genji.
-Ken, eso no es asunto tuyo. No te metas.
-¡Claro que me meto! –alza la voz exasperado antes de que pueda girarme y darle la espalda-. Sois mis amigos y estoy viendo como a cada paso os equivocáis y avanzáis hacia todo lo malo. Sin ti está más desprotegida, aunque la mafia te persiga.
-No quiero estar con ella. Me la pela la mafia. –Respondo con toda la indiferencia que puedo fingir, pero él continúa aumentando su enfado a cada palabra.
-¡Deja de decir eso! Claro que la quieres, y seguirás queriéndola por mucho que dejes que Theia te besuqueé. Sólo estás haciéndote daño, y a Airi, y también se lo harás a Theia, Genji.
-¡Déjame en paz! –Le grito con saña, clavando mis ojos en los suyos, pero aunque se calla, vuelve a intervenir con esa solemnidad en la voz y serenidad cortante en la mirada.
-Sabes que tengo razón, sabes que lo estás haciendo mal, pero el miedo te impide actuar de otro modo. Somos amigos, Genji. Deja que te ayude antes de que sea tarde.
Aprieto la mandíbula y no digo nada, volviendo a girarme para dirigirme a las escaleras antes de que la furia me pueda, pero Ken alza la voz con enfado y va hacia mí, agarrándome de la camisa para pararme.
-¡Genji tienes que escucharme y enfrentar los problemas o...!
No dejo que acabe de hablar cuando me giro y le pego un puñetazo, haciendo que se tambaleé y choque contra una de las estanterías.
Siento como la rabia de mi interior empieza a sofocarse tras el golpe, contemplando como Ken se yergue de nuevo llevándose la mano a la boca sangrante, y sintiéndome de nuevo terriblemente mal, antes de que él pueda mirarme de nuevo, me largo rápido escaleras arriba.
