novo amor
...Y de pronto éramos extraños otra vez..."
... sus ojos ya no brillaban a su recuerdo, pues se había convertido en aquello que guardamos con recelo muy en el fondo del corazón, como una reliquia, un tesoro inmensurable; así lo había decidido cuando eligió dejar de llorar.
allí, en la turbulenta majestuosidad de su tormentoso corazón, entre esas olas abrasadoras es que decidió enterrar en el fondo de ese mar aquel invaluable cofre que tantas heridas había escarbado, había elegido no lidiar con el hecho de que tal vez por siempre lo hubiere perdido, dejo que Dietfried intentará curar la hemorragia que desangraba su sentido corazón.
permitió que su abrazo se convirtiera en vendas, que sus dedicados besos fueran zurciendo las tan enormes heridas, le permitió navegar en su tempestad y naufragar en su orilla, solo para verla una vez mas volver a brillar.
Dejo que sus dedos viajaran por entre sus hombros, paseándose por sus mejillas hasta hacerla florecer como a las rosas, para enredarse en su cintura y anidar allí por siempre.
No era el adiós mas profundo en la historia de su búsqueda de lo que era el amor, era la evasión mas grande en su historia, no saber lidiar con la perdida y la incertidumbre de haber tal vez perdido la esperanza de encontrar las respuestas a sus preguntas, de aquel el hombre que planto la semilla de curiosidad en su corazón por vez primera; y jamás dejaría de ser aquel hombre el primero, Dietfried jamás podría luchar contra aquello.
"... y tal vez por siempre eran palabras hechas para recuerdos y no para personas..."
y otra vez, como todos los días desde aquel, Dietfried la encontraba escribiéndole cartas, escribiéndoles cartas a nadie; sus dedos sobre la maquina de escribir se convertían en gaviotas que surcaban todo el océano buscando sus ojos y encontrándolos en ningún lugar. Al lado de Violet había descubierto que no era rival para su hermano, nunca lo fue y que hoy cuidando el amor que latía por ella se daba cuenta de que el daño que había causado alguna vez se le había devuelto con dicha, una que debía aprender a proteger y atesorar.
El recuerdo incinerante que se propagaba dentro de aquellas cartas carcomía la curiosidad del capitán, su paciencia se acababa a medida que su amor por Violet crecía. Sentía el deseo implacable de detenerla, de poder decirle que porque no le escribía cartas a él, que estaba ahí frente a ella en carne y hueso. Pero eso seria cometer un grandioso y doloroso error, tal cual como cuando intento llevarla al mausoleo de la familia obligándola a despedir a Gilbert en una lapida donde no yacía nada mas que tierra.
en Violet aun ardían esperanzas de volver a encontrarse con el mayor, Y eso era algo que Dietfried no podía evitar por mas que lo deseara, así como tenía la certeza de que podría perderla por completo si su hermano un día apareciera por aquella puerta. Pero hoy solo quería ser feliz, ignorantemente feliz.
Había luchado profundamente en sus sueños con el recuerdo de su hermano, le había pedido perdón por haberse enamorado sin razón, pidió perdón por no haber cuidado sus propios sentimientos de Violet y haberla dejado encariñar su alma.
pero mirarla, ver en sus ojos el universo cada vez que encontraba una foto de gilbert, solo quería estar a su lado, verla como aquellas flores florecer, que sus ojos pudieran pensar en él con la misma fiereza con la que amaba a Gilbert.
y MALDITA SEA! la tenía, al fin podía estrecharla entre sus brazos, ver su reflejo en su pupila, pero muy en el fondo sabía que solo había sembrado una semilla de confusión en ella, sí, ella aun no era completamente suya y podía muy en el fondo de su corazón sentir como aquel doloroso hecho podría de a poco su corazón.
jamás era una palabra demasiado grande como para ser verdad, pero era lo que estaba sintiendo en este apretado mundo donde violet aun podía encontrar a Gilbert en cualquier recuerdo, en cualquier espacio de su voluntad, donde jamás le miraría como le miraba a él, los celos encontraban su espacio incrustándose y viajando como gusanos por todos sus pensamientos, ocupando cualquier pequeño espacio para poner sus huevos de incertidumbre y crecer.
El tecleteo de la maquina de escribir de Violet le despertó de pronto de su letargo; le sonrió tan falsamente que sus ojos no podían sostener la mentira; volteo para desaparecer con su oscuridad en su estudio.
"Tal vez existe algo que temes decir, o alguien a quien temes amar, pero va a doler y dolerá porque importa"
ensimismado y absorto solo en aquellos temidos pensamientos que su corazón hacia remolinos en su mente con la incertidumbre de su tan inimaginable y dolorosa pasión. La quemaba con la mirada cada que sus ojos encontraban los suyos, cuando sus dedos escapaban a toparse con los suyos la electricidad recorría todo sin dejar un espacio libre.
Y todos los días de cada instante recorrido por las manecillas impacientes del reloj colgado en la pared, pasaba sus días en su estudio con el pecho apretado, temiendo que cualquier día aquella puerta se abriera y todos sus miedos infundados se volvieran realidad. Por eso, como un niño encaprichado con un dulce entre sus manos; Dietfried cada que podía le robaba un beso, un abrazo, rodeándola con sus brazos por su cintura, escondiendo su rostro contra su cuello en algún brillante pasillo de la casa. Tirando de sus manos para esconderse entre sus faldas y esperar a que la luna le dejara abrazarla en medio de la oscuridad.
"la amaba ... y aquel era el inicio y el final"
