Una semana había pasado desde que comenzaron las clases en la U.A., y la dinámica del grupo había comenzado a tomar forma. Todos estaban más cómodos con sus compañeros, pero las tensiones aún podían sentirse cuando se trataba de competencias o comparaciones entre ellos. Era un grupo de individuos poderosos, después de todo, cada uno con sus propias ambiciones y deseos de sobresalir.
Aizawa entró al aula sin perder tiempo, envuelto en su usual aire de desinterés, con su saco de dormir arrastrando detrás de él. Dejó caer algunos papeles sobre su escritorio y observó al grupo con sus ojos entrecerrados.
—Muy bien, chicos, antes de comenzar con la clase de hoy, tenemos algo que deben resolver—anunció, interrumpiendo el bullicio matutino.
Los estudiantes en sus respectivos asientos lo miraron expectantes. Aizawa continuó, su voz plana pero directa:
—Deben elegir a su representante de clase. No me importa cómo lo hagan, pero deben decidirlo entre ustedes. Eso es todo, los dejo con esa tarea—.
Con esas palabras, Aizawa se deslizó dentro de su saco de dormir y se acomodó para observar cómo los estudiantes reaccionaban y comenzaban a debatir entre sí.
Izuku, desde su asiento, frunció el ceño pensativamente. Sabía que ser representante de clase no solo significaba un puesto de liderazgo, sino una gran responsabilidad. Mientras observaba cómo algunos de sus compañeros, especialmente Bakugo, parecían mostrar interés o al menos no oponerse a la idea de competir por el puesto, Iida levantó la mano casi de inmediato.
—¡Este puesto es crucial para mantener el orden y la disciplina en la clase!—exclamó Iida, con su usual tono enérgico—Debemos elegir a alguien que pueda ser un símbolo de liderazgo, alguien que inspire a todos a ser mejores y que se asegure de que el grupo funcione correctamente—.
Bakugo soltó un resoplido desde su lugar, con los pies sobre el escritorio.
—Como si eso importara. Yo seré el número uno en la U.A. de cualquier manera, no necesito ser el maldito representante de clase—dijo, aunque había una chispa de interés en sus ojos.
Ochako, sentada cerca de Izuku, se inclinó hacia él.
—¿Vas a postularte, Midoriya?—preguntó suavemente, mientras miraba a otros compañeros que también comenzaban a debatir.
Izuku sonrió tímidamente, rascándose la nuca.
—No lo sé, ser representante parece una gran responsabilidad. Pero... si puedo ayudar de alguna forma, tal vez...—respondió con duda en su voz, claramente no tan seguro de sí mismo como otros.
Momo, siempre meticulosa y con una actitud de natural liderazgo, observaba el grupo en silencio, analizando quién podría ser el mejor candidato. Sabía que Izuku era una opción fuerte, pero ella también tenía confianza en su capacidad para guiar a los demás.
—Deberíamos votar—propuso Momo con un tono firme pero calmado —Es lo más justo. Así, el grupo decidirá quién debe ser nuestro representante—.
El ambiente en el aula se volvió más enfocado. Varios estudiantes asintieron a la sugerencia de Momo.
Iida ajustó sus gafas y estuvo de acuerdo de inmediato —¡Es la mejor forma de proceder! Sugiero que todos escribamos nuestros votos de manera anónima, para asegurarnos de que sea un proceso democrático y justo—.
Izuku, mientras tanto, sentía el peso de la decisión. Aunque le interesaba la idea, no estaba seguro si debía presentarse o dejar que otros tomaran el mando.
Los estudiantes escribieron sus votos en pedazos de papel, dejándolos en una caja que Iida había traído a toda prisa para que el proceso se sintiera formal y organizado. Todos parecían ansiosos por conocer el resultado, aunque algunos, como Bakugo, solo estaban deseando que terminara rápido.
Aizawa, quien había estado observando desde su saco de dormir, se incorporó con desgano, recogió la caja y comenzó a sacar y contar los votos en voz baja, aunque era evidente que tenía interés en los resultados.
—Bien—dijo finalmente, después de unos minutos de recuento— El presidente de clase será... Izuku Midoriya, con una cantidad de 10 votos.
Un murmullo recorrió el aula, seguido de aplausos, especialmente de Ochako y Iida, quienes parecían genuinamente contentos. Izukusonrió, tratando de parecer sorprendido y nervioso.
—¡Oh, gracias! Prometo dar lo mejor de mí—dijo Izuku, inclinando la cabeza con respeto.
Aizawa continuó —La subrepresentante será Momo Yaoyorozu, con 9 votos—.
Momo asintió con una sonrisa confiada, agradeciendo con una pequeña inclinación de cabeza mientras sus compañeros también la aplaudían. Era claro que tanto Izuku como Momo habían sido elegidos no solo por sus habilidades, sino por la confianza que el grupo ya depositaba en ellos como líderes.
Bakugo, quien había votado por sí mismo y no ocultaba su desdén hacia el proceso, rodó los ojos y cruzó los brazos, murmurando para sí con frustración.
—Tsk, no entiendo qué les ven a esos dos...—.
Aizawa miró a todos y continuó —Esos son los resultados. A partir de hoy, Midoriya y Yaoyorozu serán responsables de organizar y mantener el orden en el grupo. No abusen de esa responsabilidad, especialmente tú, Midoriya—añadió, aunque no podía ocultar una ligera sonrisa de aprobación.
Iida se acercó a Izuku y Momo después de la votación, con una expresión de respeto.
—Estoy seguro de que harán un excelente trabajo. Ser presidente y subrepresentante de clase son papeles importantes, ¡y ambos han demostrado tener lo necesario!—.
Izuku asintió, agradecido y nervioso a la vez, mientras Momo le sonreía con confianza.
—Gracias a todos por confiar en nosotros—dijo Momo, mirando a Izuku—Izuku, trabajaremos juntos para asegurarnos de que la clase esté en el mejor ambiente posible—.
La elección estaba hecha, y tanto Izuku como Momo se prepararon mentalmente para la responsabilidad que acababan de asumir. Aunque Izuku no se lo esperaba, estaba decidido a dar lo mejor de sí, y Momo, por su parte, estaba lista para apoyarlo en cada paso del camino.
La jornada continuó con las clases habituales de la UA. A medida que avanzaban las horas, los estudiantes iban adaptándose al ritmo intensivo y estructurado que caracterizaba a la academia de héroes más prestigiosa de Japón.
Primero fue Historia del Heroísmo, impartida por Cementoss, quien, a pesar de su apariencia seria y pesada, capturaba la atención de la clase con su profundo conocimiento sobre el desarrollo de los héroes a lo largo de los años. El maestro utilizaba proyectores y gráficos de casos reales, y los estudiantes tomaban apuntes y reflexionaban sobre la importancia de cada era heroica.
Izuku se mantenía atento, fascinado por el tema y tomando notas rápidamente. Su mirada reflejaba tanto interés como determinación; comprendía que entender el pasado era fundamental para construir su futuro como héroe.
Kirishima murmuró emocionado a Mina, que estaba a su lado —¡Es tan varonil conocer cómo los héroes construyeron nuestra sociedad! Quiero llegar a ser tan fuerte como esos héroes de antaño—.
Mina asintió, aunque con un tono más relajado —Sí, sí, Kirishima, aunque preferiría ser recordada por mi estilo—.
Después de historia, la clase se trasladó a Ciencias del Quirk con Power Loader, quien los introdujo en el conocimiento de la naturaleza de sus quirks. Explicó cómo los quirks interactúan con el cuerpo humano y las posibles formas en las que estos podrían mejorarse y mantenerse. Esta materia parecía especialmente útil para aquellos estudiantes interesados en optimizar sus habilidades y entender sus limitaciones.
Power Loader recorrió el aula, observando a cada alumno, y al llegar a Tokoyami, le dirigió una mirada intrigante —Tu quirk, Dark Shadow, es un gran ejemplo de una habilidad que depende en gran medida de factores externos como la luz. Estudiaremos métodos para ayudarte a optimizar su control—.
Tokoyami asintió, agradecido por la consideración del profesor.
Izuku tomó nota de inmediato, registrando los comentarios sobre Tokoyami y pensando en cómo podía aplicar esa misma lógica a su propio quirk.
Finalmente, llegó la última clase antes del almuerzo, Educación Física con el mismo Aizawa. A pesar de ser una clase teórica en esta ocasión, el maestro de ojos cansados abordó el concepto de resistencia mental y emocional para los héroes en momentos críticos. Explicó cómo un héroe no solo necesita habilidades físicas, sino también la capacidad de tomar decisiones rápidas y mantenerse tranquilo bajo presión.
—Un héroe que pierde la calma en una crisis—dijo Aizawa, mientras recorría la clase con la mirada—También pierde la oportunidad de salvar vidas. Quiero que cada uno de ustedes reflexione sobre cómo manejarían una situación en la que estuvieran al límite—.
La clase quedó en silencio, asimilando las palabras de Aizawa. Izuku reflexionó, recordando experiencias de entrenamiento intensivo y situaciones extremas en su tiempo con Monarch Inc. Sabía que este aspecto era igual de importante que su fuerza física, algo que había aprendido en los últimos años.
Finalmente, sonó el timbre que indicaba la hora del almuerzo, rompiendo la tensión y dando un momento de alivio a la clase.
Iida se levantó, dando instrucciones a los alumnos para que se dirigieran ordenadamente al comedor, recordando que el liderazgo debía ser ejercido en todos los aspectos de la vida en la UA. Izuku y Momo sonrieron mientras lo escuchaban, conscientes de la seriedad con la que su compañero se tomaba su rol.
El grupo de Izuku, Momo, Iida, Ashido, Uraraka, Jiro, Kirishima, Tsuyu, y Hagakure estaban disfrutando de una charla animada mientras almorzaban en la cafetería de la UA. La conversación se llenaba de risas y anécdotas sobre las clases y el riguroso entrenamiento, especialmente después de la sesión intensiva de Aizawa en la clase de Educación Física.
—¡No puedo creer lo serio que se pone Aizawa-sensei con la resistencia mental!—comentó Kirishima, llevándose un gran bocado de su comida—Aunque tiene razón... ¡un héroe tiene que ser fuerte de mente!—.
Momo asintió con una sonrisa —Sí, tiene mucho sentido. En el campo, mantener la calma puede hacer toda la diferencia—.
Iida, siempre meticuloso, estaba a punto de intervenir para añadir su opinión sobre la importancia de la disciplina cuando, de repente, un sonido ensordecedor inundó la cafetería. Era la alarma de emergencia, que resonaba por todos los pasillos de la escuela.
La alerta interrumpió la tranquilidad del almuerzo, y la expresión en los rostros de todos los presentes se transformó rápidamente de despreocupación a tensión. Los estudiantes se miraron unos a otros, buscando respuestas, y algunos comenzaron a levantarse de sus asientos, preguntándose qué estaba sucediendo.
Uraraka miró alrededor con preocupación, sus ojos llenos de confusión.
—¿Qué significa esto? ¿Hay algún tipo de simulacro que olvidamos?—.
Iida se puso de pie de inmediato, con una expresión solemne —¡Esta es una alarma de emergencia! Lo leí en el manual de laUA. Esto indica que se ha producido una posible intrusión en la escuela o un evento crítico—.
Ashido se acercó a Izuku y Momo, claramente preocupada —Izuku, ¿tienes alguna idea de qué está pasando?—.
Izuku negó con la cabeza, pero su expresión era grave —No estoy seguro, pero por la seriedad de la alarma, debe ser algo importante. Lo mejor es que todos mantengamos la calma y sigamos las instrucciones—.
En ese momento, la multitud de estudiantes se empezó a mover en todas direcciones, muchos en pánico, intentando salir de la cafetería o encontrar alguna salida segura. Algunos estudiantes de años superiores gritaban para organizar la evacuación, pero sus voces se perdían en medio del caos.
El sonido de la alarma y la creciente confusión comenzaron a desatar una verdadera estampida en la cafetería. Los estudiantes, presas del pánico, empujaban y se atropellaban en un intento desesperado por salir. El caos hizo que el grupo de Izuku y Momo se separara, con Iida, Uraraka, Ashido, Jiro, Kirishima, Tsuyu, y Hagakure dispersándose en medio de la multitud.
Izuku y Momo lograron encontrar una esquina más segura mientras observaban la confusión desatada a su alrededor. Con determinación, Izuku se dirigió a Momo.
—No podemos dejarlos así, Momo—dijo con firmeza—Si todos empiezan a empujarse, alguien puede salir herido—.
Momo asintió, comprendiendo al instante la gravedad de la situación. Ella y Izuku compartían la misma idea: debían calmar a los estudiantes antes de que alguien resultara lastimado.
Con rapidez, Izuku tomó aire y gritó por encima del bullicio —¡Todos, escuchen! ¡Mantengan la calma, no hay necesidad de correr!—sus palabras apenas lograban destacar entre el griterío de la multitud, pero no se rindió—¡La UA tiene procedimientos de emergencia! ¡Si todos cooperan, nadie saldrá herido!—.
Momo, utilizando su presencia y porte natural, se subió a una de las mesas cercanas para hacerse notar.
—¡Por favor, deténganse!—exclamó, alzando las manos en un intento de captar la atención de los estudiantes que la rodeaban—Si cooperamos, podremos evacuar en orden y sin ningún riesgo. ¡La UA está preparada para estas situaciones!—.
Sus palabras comenzaron a hacer eco en la multitud. Algunos estudiantes se detuvieron, y al ver la serenidad de Izuku y Momo, más y más personas comenzaron a calmarse y a reordenarse. Poco a poco, la estampida se ralentizó, y una sensación de calma empezó a reemplazar el caos.
Izuku miró a su alrededor, asegurándose de que sus compañeros estuvieran a salvo. Con satisfacción, observó cómo algunos estudiantes comenzaban a organizar filas, siguiendo su ejemplo.
Momo le sonrió, sus ojos llenos de alivio y admiración —Hiciste un excelente trabajo, Izuku—.
Él le devolvió la sonrisa, aunque sus pensamientos todavía estaban enfocados en asegurarse de que todos estuvieran a salvo.
—Esto fue trabajo en equipo, Momo. Tu voz fue la que hizo que todos se detuvieran—.
La alarma resonó de nuevo, retumbando por todo el edificio con un estruendo que acentuó el caos. La gente comenzó a empujar con más fuerza, mientras todos trataban de salir de la cafetería a toda velocidad. El sonido atronador parecía llevar a cada estudiante al límite de sus nervios, y el pánico en sus ojos dejaba claro que muchos ya habían perdido cualquier sentido de control.
En medio de la estampida, Izuku y Momo observaron con horror cómo sus compañeros eran arrastrados por la multitud, separados unos de otros sin posibilidad de detenerse. Iida y Uraraka, quienes habían estado charlando junto a ellos, fueron empujados hacia lados opuestos. Ashido tropezó, tratando de esquivar un empujón, y desapareció entre el mar de estudiantes que empujaban sin ver hacia dónde iban. Jiro y Kirishima intentaban mantenerse cerca, pero un grupo los rodeó y, pese a sus esfuerzos, ambos fueron apartados en direcciones contrarias.
Izuku apenas alcanzó a vislumbrar a Tsuyu intentando saltar para salir de la muchedumbre, mientras Hagakure gritaba desde algún lugar a su derecha. Sin embargo, todo lo que Izuku pudo ver fue una confusión de rostros asustados y cuerpos apretujados.
—¡Maldición!—murmuró Izuku, sintiendo la impotencia al ver cómo sus amigos desaparecían en la masa. Momo, a su lado, luchaba por mantener el equilibrio y trataba de llegar a donde estaba Ashido para ayudarla a levantarse, pero un estudiante pasó de largo, empujándola sin detenerse.
La tensión crecía con cada segundo que pasaba, y los gritos de desesperación aumentaban en volumen. Varios estudiantes habían comenzado a empujarse con brutalidad, y algunos caían al suelo, incapaces de levantarse entre los pies de los demás. Izuku observó con horror cómo una chica de primer año era derribada y no podía reincorporarse debido al torrente de cuerpos que la rodeaban, arriesgándose a ser pisoteada.
—¡Esto está fuera de control!—gritó Momo, la preocupación evidente en su voz. Intentaba ayudar a la estudiante, pero otro empujón la hizo retroceder.
Izuku frunció el ceño, sintiendo cómo la urgencia de la situación lo atravesaba como un rayo. Con el corazón latiendo con fuerza, decidió que no podía quedarse quieto. Se dirigió hacia una de las mesas cercanas y, subiendo de un salto, levantó la voz.
—¡Todos, escúchenme! ¡Esto no va a ayudar a nadie, necesitamos mantener la calma!—gritó, tratando de captar la atención de la multitud. Sin embargo, sus palabras fueron tragadas por el bullicio. Izuku intentó gritar de nuevo, pero se dio cuenta de que necesitaba hacer algo más llamativo.
Momo, quien había logrado ponerse a su lado, asintió con determinación y tomó una bocanada de aire.
—¡Silencio! ¡Alguien puede salir herido si seguimos de esta manera!—exclamó, su voz fuerte y clara resonando en la sala.
Finalmente, algunos de los estudiantes empezaron a detenerse, volteando hacia Izuku y Momo. Izuku notó que una pequeña cantidad de calma comenzaba a imponerse. Aprovechando la oportunidad, continuó.
—Si continuamos empujándonos y corriendo sin orden, alguien podría resultar gravemente herido. Mantengamos la calma y sigamos las salidas de emergencia de forma ordenada—Izuku intentaba proyectar una serenidad que ojalá se transmitiera a los demás. Señaló una salida visible en el otro extremo—¡Diríjanse hacia allá en fila! ¡No hay razón para correr!—.
Poco a poco, los estudiantes alrededor de ellos comenzaron a seguir las instrucciones. Algunos se limpiaban las lágrimas de pánico, mientras otros intentaban levantar a los heridos y ayudar a los que habían caído. Momo ayudó a varios estudiantes a ponerse en pie, y Izuku guió a otros hacia el lado seguro de la cafetería.
Mientras la situación se estabilizaba, Momo y Izuku intercambiaron una mirada llena de alivio y cansancio. Aunque el peligro inmediato parecía haber pasado, ambos sabían que este tipo de situaciones podían desatarse nuevamente. Pero por ahora, habían logrado calmar a los estudiantes, y eso era suficiente.
Con la situación finalmente bajo control, Izuku se plantó frente a la multitud que había causado el caos, con una expresión seria y firme.
—¿Qué estaban pensando?—exclamó, su voz fuerte y clara resonando en el pasillo aún lleno de estudiantes—¿De qué sirve querer ser héroes si perdemos la cabeza y no pensamos en los demás cuando estamos en peligro? Esa actitud podría haber dejado a alguien gravemente herido, o peor. Como futuros héroes, debemos mantener la calma y protegernos los unos a los otros, no convertirnos en amenazas para quienes nos rodean—.
La multitud cayó en un silencio incómodo, y varios estudiantes miraron al suelo, avergonzados, comprendiendo el impacto de sus acciones en medio del pánico. Izuku continuó hablando, señalando a algunos que estaban claramente heridos y a otros que miraban a su alrededor sin saber qué hacer.
—Lleven a los que se lastimaron a la enfermería—ordenó con firmeza—Y asegúrense de revisar que nadie más necesite ayuda. No tiene sentido enorgullecernos de ser estudiantes de la U.A. si no somos capaces de ayudarnos entre nosotros—.
A su alrededor, algunos de los estudiantes se movieron rápidamente, tomando a sus compañeros heridos para llevarlos a la enfermería, mientras otros trataban de consolar a quienes aún estaban nerviosos. Los ojos de Izuku se encontraron con los de algunos estudiantes mayores que habían estado observando la situación, incluyendo a los Tres Grandes: Mirio Togata, Tamaki Amajiki y Nejire Hado, quienes habían presenciado desde el final del pasillo cómo había manejado la situación.
Mirio cruzó los brazos, sonriendo con aprobación mientras observaba a Izuku.
—Ese chico tiene madera de líder—comentó en voz baja, impresionado por el control y la firmeza con los que había abordado el caos.
Tamaki, menos expresivo, murmuró entre dientes pero sin quitar la vista de Izuku.
—Es raro ver a alguien de primer año manejando algo así... No todos los estudiantes pueden reaccionar de esa manera en medio del pánico—.
Nejire observó a Izuku con una mezcla de curiosidad y entusiasmo, admirando cómo había logrado mantener la calma y poner orden en medio de tanta confusión.
—¡Es increíble!—susurró, sus ojos brillando con asombro—¿No es genial que haya estudiantes de primer año con esa madurez?—.
Mientras los estudiantes de los primeros años terminaban de reorganizarse y llevar a los heridos a la enfermería, Izuku notó la presencia de los Tres Grandes y los miró de reojo. Aunque estaba un poco avergonzado por haberse impuesto de esa manera, sintió que había hecho lo correcto y continuó con lo que tenía que hacer.
Los estudiantes más mayores compartieron una mirada, comprendiendo que ese primer año con la actitud de héroe y el liderazgo en su voz tenía el potencial para llegar lejos.
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Antes de que el caos se desatara dentro de los pasillos de la U.A., una figura encapuchada se movía entre la multitud de reporteros en las afueras. Tomura Shigaraki observaba la escuela, su expresión fija en la puerta principal, con una mirada cargada de odio y desprecio hacia todo lo que representaba el prestigioso instituto de héroes.
Aprovechando el momento en que los reporteros empujaban sus micrófonos y cámaras hacia los guardias de la U.A., demandando explicaciones, Shigaraki deslizó su mano derecha bajo su capucha, sus dedos cubiertos por el característico polvo de descomposición de su quirk, Decay.
—Tch... Heroes... Son todos unos farsantes...—murmuró, su voz baja y llena de resentimiento.
Con un movimiento calculado, tocó uno de los marcos de metal de la puerta principal, y el efecto de su quirk se activó de inmediato. El metal comenzó a corroerse y desintegrarse, extendiéndose rápidamente a lo largo de la estructura de la puerta como si una peste invisible la estuviera devorando. La entrada de la escuela, sólida y resistente, ahora se desmoronaba ante sus ojos, dejando un espacio abierto en la barrera de seguridad de la U.A.
El caos en la entrada estalló en cuestión de segundos. Los guardias y reporteros que habían estado cerca de la puerta retrocedieron alarmados, y algunos estudiantes dentro del edificio empezaron a notar el ruido, lo que aumentaba aún más la confusión en el interior. Nadie había visto el momento exacto en el que Shigaraki había activado su quirk; la destrucción parecía inexplicable y accidental.
Shigaraki se deslizó rápidamente entre el gentío, adentrándose en los pasillos. La confusión generalizada era su mejor aliado; la estampida y los gritos de los estudiantes y el personal proporcionaban la distracción perfecta para avanzar sin ser detectado.
Mientras se internaba cada vez más en el edificio, sus ojos vagaban por los corredores, analizando los pasillos y las áreas principales de la escuela. Cada rincón parecía estar lleno de carteles que promovían los ideales heroicos y figuras decorativas de héroes en diversas poses de inspiración.
—Basura—gruñó, sus dedos temblando levemente, una mezcla de emoción y aversión.
Su objetivo en esta incursión no era pelear; no era el momento. En su lugar, Shigaraki se dedicó a observar y recopilar detalles sobre la estructura interna de la U.A., memorizando cada rincón que pudiera resultar útil en un ataque futuro.
Shigaraki avanzó con pasos sigilosos hasta llegar a una puerta marcada como Sala de Profesores. Al asomarse, verificó que la habitación estaba vacía, y, con una mueca de satisfacción, entró sin hacer ruido, cerrando la puerta detrás de él. La sala estaba decorada con estantes llenos de documentos, libros, y carpetas, además de varios escritorios que pertenecían a los héroes docentes.
Aproximándose a uno de los estantes, comenzó a pasar las carpetas una por una. Su objetivo era claro: encontrar información sobre los planes de estudio y entrenamiento de la U.A.. No necesitaba detalles minuciosos, pero cualquier esquema de los ejercicios o evaluaciones que estos futuros héroes enfrentaban le sería útil. Deslizaba sus dedos, en la medida de lo posible, evitando tocar los papeles de forma innecesaria para no activar su quirk y dejar pistas de su paso.
Después de unos minutos de búsqueda, dio con una carpeta etiquetada como "Evaluaciones de Primer Año". Al abrirla, una serie de documentos detallaban las pruebas y simulaciones a las que los estudiantes de primer año serían sometidos, así como los valores que se les daban en combate, rescate y liderazgo.
Shigaraki esbozó una sonrisa torcida al revisar cada hoja.
—Esto es... interesante. Así que estos "héroes" también tienen pruebas y límites... Esto puede funcionar...—murmuró para sí, sus ojos destellando con un interés enfermizo mientras absorbía cada palabra impresa.
Sin embargo, no encontró solo los ejercicios. Había también descripciones de quirks de algunos estudiantes destacados, comoKatsuki Bakugoy su explosivo poder, oMomo Yaoyorozuy su capacidad para crear objetos. Un nombre llamó su atención:Izuku Midoriya, cuyo desempeño en el examen de ingreso había sido extraordinario.
—¿Midoriya...?—Shigaraki frunció el ceño al leer la descripción de su puntaje —Así que, hay uno que sobresale tanto... ¿Qué clase de quirk tiene este chico?—.
Con un último vistazo a la información, volvió a acomodar los papeles en su lugar.
Mientras Shigaraki exploraba los documentos que había logrado encontrar en el aula vacía, sus ojos se detuvieron en un informe que detallaba el próximo entrenamiento práctico en la U.A., el cual se llevaría a cabo en un lugar llamado USJ. Al leer las siglas, una sonrisa maliciosa comenzó a formarse en su rostro. No solo había encontrado los planes de estudio y algunos registros de los héroes que enseñaban en la U.A., sino también una oportunidad perfecta para atacar y enfrentar a los futuros héroes en formación.
Guardando la información en su memoria, Shigaraki observó las instalaciones en silencio, saboreando el caos que pronto podría sembrar en un lugar que la sociedad había elevado como cuna de la paz y la esperanza. Pero él tenía otros planes, y la mera idea de subvertir ese símbolo lo llenaba de una satisfacción retorcida.
De repente, el aire de la sala comenzó a ondular, y una bruma oscura emergió en medio del aula. El portal giratorio de Kurogiri se abrió, expandiéndose lentamente en una nebulosa oscura que dejaba ver apenas la silueta del portador. Con su característico tono formal y su calma inquebrantable, Kurogiri dio un paso desde el vórtice y se dirigió a Shigaraki.
—Es hora de irnos, Shigaraki Tomura. La entrada está siendo reforzada y es cuestión de minutos para que refuercen toda la seguridad—dijo Kurogiri, su tono lleno de profesionalismo y precisión.
Shigaraki asintió, pero antes de marcharse, dio un último vistazo al aula, recorriendo cada esquina y los carteles de héroes en las paredes, símbolos de esperanza que él quería destruir. La idea de sumir a todos en la desesperación lo llenaba de una emoción oscura que lo hizo tensar las manos con entusiasmo. Observó las palabras "Plus Ultra" en una de las paredes y una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. En su mente, este lugar ya no era un símbolo de paz, sino un campo de juego donde pronto desataría el caos.
Satisfecho con su incursión y el caos que había provocado en la U.A., Shigaraki finalmente cruzó el portal, dejándose envolver por la neblina oscura de Kurogiri. En un parpadeo, ambos desaparecieron, dejando el aula vacía y una inquietante sensación en el aire.
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En la entrada de la U.A., varios maestros se reunieron alrededor de lo que antes era la gran puerta principal, ahora desaparecida y reducida a unos pocos fragmentos. La estructura metálica había sido pulverizada desde la base, y la puerta, un símbolo de la fortaleza y seguridad de la academia, yacía ahora como un montón de escombros. Nezu, el director, observaba la escena con una mezcla de preocupación y análisis frío.
Aizawa fue el primero en hablar, su rostro marcado por una seriedad aún mayor que de costumbre.
—Esto no fue un simple accidente o un intento de intrusión casual. La precisión de este ataque indica que fue alguien con conocimiento de cómo pasar desapercibido y atacar justo en el momento adecuado. Quien haya hecho esto, sabía dónde y cuándo golpear—.
Present Mic, cruzando los brazos, frunció el ceño mientras observaba los restos.
—Pero... ¿qué podría haber querido aquí? ¿Por qué iría directamente a la puerta? ¿Intentaba enviar un mensaje o solo quería sembrar pánico?—murmuró, su voz en un tono bajo, lejos de su entusiasmo habitual.
Nezu asintió, pensativo.
—Debemos considerar que, aunque esta sea una entrada simbólica, la seguridad debería haber alertado a todo el sistema. Esto fue claramente orquestado con conocimiento de nuestros procedimientos de emergencia. Y a juzgar por el tipo de daño... probablemente estamos hablando de alguien con un quirk extremadamente destructivo—comentó, entrelazando sus dedos en un gesto de concentración.
Midnight, quien había estado revisando la escena en silencio, se giró hacia el grupo.
—Pero no hay señales de entrada en el resto de la escuela, ni se activaron los sistemas de seguridad más profundos. Eso significa que sabían exactamente dónde entrar y cómo irse sin ser detectados—dijo, con la voz baja y cautelosa—Es posible que quien lo hizo tenga un quirk de tipo teleportación—.
La expresión de All Might estaba llena de preocupación mientras escuchaba las deducciones de sus colegas, y se dirigió al director.
—¿Crees que esto tenga que ver con el plan de estudios o los futuros exámenes? Quizás buscaban información específica sobre nosotros o sobre los estudiantes—.
Nezu asintió levemente —Es una posibilidad que no podemos descartar. Quien haya entrado pudo haber accedido a áreas donde almacenamos nuestros planes, incluyendo cualquier entrenamiento futuro. Si eso es lo que buscan, tenemos que asumir que podrían estar interesados en nuestros estudiantes. Debemos reforzar no solo las instalaciones, sino la protección sobre cada uno de ellos—.
Snipe, con una mirada dura, observó el área de escombros.
—Sea quien sea, ahora saben algo más sobre nosotros. Esto ya no es solo sobre proteger la escuela... es personal—dijo, cerrando sus manos en un gesto de determinación.
Nezu asintió, con un brillo calculador en sus ojos —Tendremos que estar un paso adelante. Ajustaremos los sistemas de seguridad y seremos mucho más cautelosos con cualquier evento o actividad que involucre a los estudiantes. Nos prepararemos para lo peor, pero también estaremos listos para lo que venga—.
Los maestros asintieron, y aunque la preocupación estaba en sus rostros, también se veía una determinación de proteger a sus estudiantes a cualquier costo. Conscientes de que lo que había ocurrido no era un simple acto vandálico, sabían que la amenaza que enfrentaban era seria y posiblemente mucho mayor de lo que habían anticipado.
Después de la conmoción en la entrada de la U.A., todos los estudiantes de la Clase 1-A volvieron a sus asientos, intercambiando miradas curiosas y algo tensas mientras aguardaban las palabras de su maestro. Aizawa entró al salón con su expresión característica, aunque sus ojos parecían transmitir una pizca de aprobación mientras observaba a cada uno de sus estudiantes.
—Sé que todos están al tanto del incidente en la entrada principal—comenzó Aizawa, con un tono calmado, pero firme—Hubo una situación complicada, pero gracias a cómo actuaron ustedes, en especial manteniendo el orden cuando se desató el pánico, la situación no escaló más allá de lo necesario—.
Varios estudiantes respiraron aliviados, y algunos como Iida y Momo intercambiaron miradas de satisfacción. Aizawa continuó hablando, dirigiendo su mirada especialmente a Izuku.
—Midoriya—dijo, en un tono que capturó la atención de todos—El director Nezu quiere verte. Al parecer, tu ayuda para controlar la situación fue crucial—.
Izuku asintió, algo sorprendido, pero manteniendo la calma. Aún recordaba cómo había logrado organizar a algunos de sus compañeros para ayudar a otros estudiantes heridos y evitar que el pánico se desbordara aún más. Pero escuchar que el propio Nezu quería hablar con él era un reconocimiento que no se había esperado tan pronto.
—Claro, profesor Aizawa—respondió, asintiendo con respeto.
Aizawa miró a todos antes de que Izuku saliera.
—Como sus maestros, esperamos que esto les sirva de experiencia—continuó, recorriendo con la mirada a cada uno de los estudiantes—La preparación para ser héroes no solo se trata de enfrentar villanos. Se trata también de cómo manejan las situaciones de caos y protegen a los demás, incluso si la amenaza no está clara. Lo hicieron bien, pero no se confíen. Cada situación como esta es una prueba de su compromiso y preparación—.
Todos asintieron, y aunque sabían que aún tenían mucho por aprender, se sintieron satisfechos de haber dado su mejor esfuerzo. Izuku, con una leve sonrisa de agradecimiento hacia Aizawa, se puso de pie, se despidió con una inclinación de cabeza y se dirigió a la oficina de Nezu, listo para descubrir qué más tendría que enfrentar en su camino para convertirse en un héroe.
Izuku caminó por los pasillos de la U.A. hasta llegar a la oficina del director. La curiosidad y la emoción latían en su pecho mientras se detenía frente a la gran puerta y tocaba suavemente.
—Adelante—resonó la voz aguda y curiosa del director Nezu desde el interior.
Izuku abrió la puerta y, al entrar, se encontró con el pequeño pero imponente director detrás de su escritorio, una mirada astuta en sus ojos mientras observaba al joven. La oficina de Nezu era amplia, llena de libros, mapas y una enorme pizarra con diagramas y anotaciones que sólo él entendía del todo. Pero lo que capturaba la atención de Izuku era la sonrisa de Nezu, tan expresiva como calculadora.
—Ah, Midoriya—saludó Nezu, con su típica voz llena de entusiasmo—Me alegra verte. Quiero felicitarte personalmente por tu rápida reacción en el incidente de hoy. Has demostrado no solo valentía, sino también una habilidad notable para mantener el control en situaciones de caos. Es un talento raro, y muy valioso en un héroe—.
—Gracias, Director Nezu—respondió Izuku, sonrojándose un poco ante el cumplido—Solo hice lo que pensé que debía hacer en ese momento—.
Nezu entrecerró los ojos y asintió, como si evaluara cada palabra que decía Izuku.
—Precisamente, esa modestia y tu sentido de responsabilidad son atributos que me hacen confiar en tu potencial— dijo Nezu, entrelazando sus pequeñas patas frente a él—Midoriya, me pregunto si alguna vez has pensado en tener un mentor en la U.A., alguien que no solo te guíe en el entrenamiento físico y técnico, sino también en la toma de decisiones estratégicas, tácticas y en comprender los desafíos detrás de las grandes decisiones heroicas—.
Izuku se sorprendió, pues no esperaba este tipo de conversación. Con una sonrisa, Nezu se inclinó hacia él.
—En pocas palabras, me pregunto si aceptarías la oportunidad de ser mi pupilo—propuso Nezu, con un brillo inteligente en los ojos—Contarías con acceso a investigaciones avanzadas, clases especiales en análisis y estrategia heroica, y podríamos, juntos, explorar la dirección que podrían tomar tus habilidades en beneficio de la sociedad—.
Izuku se quedó sin palabras por un momento, asimilando lo que le ofrecían. Nezu no solo era el director de la U.A., sino también una mente maestra en planificación y estrategia, conocido por anticiparse a cualquier situación, incluso antes de que los demás vieran el problema. Ser su pupilo no solo sería una oportunidad única de aprendizaje, sino que lo impulsaría hacia su objetivo de ser un héroe que inspire a otros.
—Sería un honor, director Nezu—respondió Izuku, sin dudarlo—He visto el valor de ser fuerte en combate, pero también sé lo importante que es entender lo que significa proteger realmente a otros. Si puedo aprender eso con usted... acepto su oferta—.
Nezu mostró una sonrisa aún más amplia, y asintió, satisfecho.
—Excelente, Midoriya. Te prometo que este será un viaje interesante y lleno de desafíos—concluyó, con un brillo de emoción en sus ojos—Prepárate para aprender que, en este trabajo, la mente y el corazón son tan importantes como el cuerpo—.
Izuku asintió, con una mezcla de orgullo y emoción.
—Pero esto significa que quiere robarle su pupilo a Aguilar, ¿no?— Comentó Izuku con una sonrisa sarcastica.
Nezu soltó una pequeña risa al escuchar el comentario de Izuku.
—Ah, Aguilar... un hombre astuto, eso no se puede negar—respondió Nezu, con un toque de diversión en su voz—Digamos que, en términos técnicos, esto es una cooperación estratégica. Aguilar y yo ya hemos tenido nuestras... conversaciones. Ambos compartimos un interés genuino en ayudarte a alcanzar tu máximo potencial, aunque nuestras filosofías a veces diverja—.
Izuku esbozó una sonrisa divertida, sin poder evitar imaginarse el tipo de "conversación" que habrían tenido el director y su maestro. Aguilar era conocido por su tenacidad, y la imagen de Nezu negociando astutamente con él parecía sacada de una película de espías.
—Entonces, ¿esto será una especie de "doble mentoría"?—preguntó Izuku con tono curioso, levantando una ceja.
Nezu asintió, sus ojos brillando con satisfacción.
—Exactamente, Midoriya. La ventaja de tener dos mentores tan distintos es que ambos te proporcionaremos perspectivas únicas: la visión estratégica y analítica que te ofrezco, y la fuerza práctica y el enfoque directo de Aguilar. Juntos, no hay duda de que serás un héroe completo en todos los sentidos—.
Izuku asintió, más decidido que nunca. Tener a dos mentores tan capaces y con estilos de enseñanza tan diferentes era un privilegio inmenso. Además, no podía negar que le gustaba la idea de contar con Nezu y Aguilar guiándolo.
—Entonces, estoy listo para esta "doble mentoría"—dijo Izuku, con una sonrisa decidida—Prometo dar lo mejor de mí para aprender todo lo que pueda enseñarme—.
—Esa es la actitud, Midoriya— dijo Nezu, con una mirada aprobatoria —Ahora, vamos a establecer un plan de entrenamiento que complemente lo que ya haces con Aguilar. Será un camino interesante, tanto para ti como para nosotros—.
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Al final del día, Izuku regresó al aula para asistir a las últimas clases. Las conversaciones en el salón estaban llenas de energía y emoción, aún influenciadas por los recientes eventos. Al verlo entrar, algunos de sus compañeros se acercaron a él con curiosidad, especialmente luego de la forma en que había manejado el caos de la estampida.
—Oye, Izuku, ¿es cierto que vives cerca de la playa de Dagobah?—preguntó Kirishima con una sonrisa, dando un ligero golpe en el hombro de Izuku—Escuché que es un lugar increíble, ¡y quiero ver qué tan "plus ultra" es tu casa!—.
Izuku, algo sorprendido, se rascó la nuca mientras sonreía, incómodo pero divertido.
—Sí, vivo cerca de la playa...—contestó—Aunque no sé si es tan impresionante como dicen. Es una casa tranquila, perfecta para descansar y entrenar—.
—¡Descansar y entrenar suena como el paraíso para nosotros, Midoriya!—exclamó Mina con entusiasmo—Y lo mejor de todo, ¡una playa al lado! ¡Vamos, tienes que llevarnos!—.
Momo, quien había escuchado la conversación, sonrió y agregó:
—La verdad, a mí también me gustaría conocerla. Seguro tiene algunos detalles interesantes, ¿verdad?—Momo le lanzó una mirada significativa, recordándole a Izuku las instalaciones y el equipo especial que tenía en casa para entrenar.
Izuku se sonrojó un poco, algo que no pasó desapercibido para el grupo, pero intentó mantenerse relajado.
—Si les interesa tanto... podríamos hacer una reunión un fin de semana, o tal vez después de clases un día. Eso sí, no esperen algo muy sofisticado, ¿eh?—dijo Izuku con humildad.
—¡Perfecto, entonces nos estás invitando!—dijo Uraraka, animada, mientras el resto de sus compañeros asentían y se unían al entusiasmo.
Izuku no pudo evitar reírse ante la insistencia del grupo, especialmente al ver sus rostros emocionados y ansiosos. Había llegado a verlos como amigos y compañeros de confianza, y la idea de mostrarles un lugar tan importante para él le generaba una mezcla de alegría y nervios.
—¿Qué les parece hoy?—preguntó, con una mezcla de alegroa y diversión, observando los rostros brillantes y sorprendidos de sus amigos—Bueno... sí, creo que podría ser. Pero no se imaginan lo tranquila que es Dagobah. No es nada especial, no es una gran base de héroe—.
—¡Oh, vamos, no te hagas!—exclamó Kirishima, golpeando suavemente su hombro con un entusiasmo inquebrantable—¡Seguro que tienes un montón de cosas impresionantes! Entrenamiento avanzado, o algún lugar épico donde practicas tus movimientos, ¿verdad?—.
—¡Es cierto!—añadió Mina, con los ojos brillando de emoción—Además, ¡quién sabe qué tipo de equipo secreto podrías tener ahí!—.
—Me encantaría conocer más sobre el lugar donde vives, Izuku. Estoy segura de que es una experiencia diferente a la de todos nosotros—intervino Momo, mostrando una sonrisa cálida y sincera. La tranquilidad de Dagobah y lo que Izuku había mencionado anteriormente sobre su rutina personal la intrigaban, y sentía una mezcla de curiosidad y respeto hacia su amigo.
Izuku se encontró rodeado de ojos ansiosos, cada uno de sus amigos lanzándole miradas expectantes que le hicieron sonreír y sacudir la cabeza. No era que no le gustara la idea, solo que no se había preparado para llevar a un grupo completo a su refugio personal.
—Está bien, está bien, no me miren así—dijo finalmente, cruzándose de brazos con una sonrisa de rendición —Pero prometan no emocionarse demasiado, es solo una casa normal. Nada especial, ni laboratorios ni bases secretas... y no piensen que va a haber un montón de equipo de héroe por todas partes—.
Los chicos rieron, claramente escépticos sobre la humildad de Izuku. Estaban seguros de que la casa de su compañero, al ser uno de los mejores de la clase y con un entrenamiento tan particular, les ofrecería una pequeña dosis de aventura.
—Además—añadió Izuku, en un tono más bajo —Solo asegúrense de no decirle a Aguilar que me convertí en una especie de guía turístico—.
—¡Hecho!—exclamaron al unísono, provocando risas en el grupo.
Poco después, todos comenzaron a recoger sus cosas, ajustando sus mochilas y discutiendo enérgicamente sobre lo que podrían ver. Kirishima insistía en que seguro había un espacio de entrenamiento de alta tecnología, mientras que Mina se mostraba encantada ante la posibilidad de encontrar alguna especie de simulador de combate. Ochako sonreía, divertida por las ideas descabelladas de todos, y Momo miraba a Izuku con una mezcla de curiosidad y entusiasmo, feliz de que hubiera aceptado compartir con ellos algo tan especial.
—Bueno, chicos, más les vale no llegar con ideas extrañas. Mi casa no es un museo de entrenamiento ni nada por el estilo, pero sí tiene vistas al mar que son geniales al atardecer—advirtió Izuku con una sonrisa.
—¡Perfecto!—exclamó Ochako, sumándose a la emoción—¡Ya quiero ver la playa también!—.
—Yo quiero ver tu zona de entrenamiento—murmuró Iida con un brillo de interés genuino en sus ojos—Apuesto a que es algo organizado y efectivo—.
Izuku, con una leve sonrisa, sacó su teléfono y envió un mensaje a Tanaka-san, pidiéndole que los recogiera en la entrada principal de la UA. Sabía que su asistente se tomaría su pedido en serio, pero lo que no esperaba era que minutos después apareciera una elegante limusina negra frente a ellos, causando una conmoción entre sus compañeros de clase.
—¿Esa es... una limusina?—preguntó Kirishima, boquiabierto y sin creer lo que veía.
—Vaya, Izuku, esto sí que es recibirnos con estilo—bromeó Mina, dándole un suave codazo mientras se acercaban al vehículo.
Tanaka-san, impecable como siempre, bajó de la limusina y abrió la puerta con una leve reverencia —Es un honor transportar a los compañeros del joven Izuku—dijo con un tono formal, que añadía un toque especial al momento.
Izuku se rascó la nuca, claramente un poco avergonzado por la atención inesperada, pero al ver la emoción en el rostro de sus compañeros, no pudo evitar sonreír.
—Bueno, supongo que si vamos a hacer una salida grupal, lo haremos con estilo—dijo, tratando de parecer despreocupado mientras subía a la limusina.
Justo cuando todos se preparaban para entrar, Momo se detuvo y, con una sonrisa amistosa, les dijo: —Los veré en un rato. Iré primero a casa a cambiarme, pero no se preocupen, llegaré a tiempo.
Izuku asintió, entendiendo que Momo probablemente quería prepararse con tranquilidad. —Perfecto, Momo. Tómate tu tiempo, y cuando llegues te enseñaré el lugar.
—¡Nos vemos pronto, Yaoyorozu!—dijo Kirishima, saludando a Momo con una sonrisa mientras ella se despedía del grupo.
Ya dentro de la limusina, el ambiente se llenó de risas y charlas animadas. A medida que Tanaka-san arrancaba el vehículo, Izuku se relajó un poco, disfrutando de la emoción y la camaradería que se sentía en el aire. Sabía que esta tarde sería especial y, aunque la atención lo hiciera sentirse un poco extraño, no podía negar lo bien que se sentía compartir ese momento con sus compañeros.
En cuanto la limusina comenzó a moverse, la conversación rápidamente giró hacia un tema que no dejaba de intrigar a algunos de sus compañeros: la forma en que Izuku había llamado a Momo por su nombre de pila. Al principio, era un comentario tímido de Kirishima, pero antes de que Izuku pudiera darse cuenta, casi todos en la limusina tenían preguntas en mente.
—Oye, Midoriya—comenzó Kirishima con una sonrisa traviesa —Es imposible no notar que le dices a Yaoyorozu por su nombre... ¿Acaso ustedes son más cercanos de lo que pensábamos?—.
Izuku parpadeó, sorprendido, mientras las miradas de los demás se posaban sobre él, esperando con interés su respuesta.
—Sí, sí, justo eso estaba pensando—agregó Mina con una sonrisa astuta, mirándolo con los brazos cruzados y una ceja levantada —No es algo común en Japón, ya sabes. Llamar a alguien por su nombre propio y todo eso...—
—¿Es así, Midoriya?—preguntó Iida, en su típico tono serio, pero con una chispa de curiosidad en sus ojos —¿Tienen alguna historia juntos que debamos conocer?—.
Izuku miró alrededor del vehículo, viendo que todos esperaban expectantes, y soltó una risa nerviosa. No era exactamente el tipo de situación que había imaginado al subir a la limusina.
—Bueno... sí, digamos que Momo y yo nos conocemos desde hace tiempo. Nos hicimos amigos antes de que me mudara a los Estados Unidos y siempre mantuvimos el contacto—.
—¿¡Amigos desde hace tanto!?—exclamó Ochako, llevándose las manos a la boca—¡Qué lindo! Me imagino que mantuvieron contacto a pesar de todo, ¿no?—.
Izuku asintió, recordando esos años en los que los mensajes y las videollamadas con Momo se convirtieron en un pilar de su vida. Habían compartido historias, sueños y hasta algunas preocupaciones en el camino.
—Así es, mantuvimos el contacto. Creo que ella fue una de las pocas personas que creyó en mí desde el principio y... bueno, es una gran amiga— explicó Izuku con una sonrisa sincera, aunque sus mejillas enrojecieron levemente al recordar aquellos momentos de apoyo mutuo.
—¡Es genial tener una amiga así!—dijo Mina, emocionada, mientras daba unos suaves golpes de ánimo en el hombro de Izuku —Entonces, ¿eso quiere decir que ustedes han estado hablando todo este tiempo? ¡Eso es dedicación!—.
—Sí, Izuku—añadió Tsuyu, inclinándose hacia él con sus grandes ojos curiosos—¿Por qué nunca nos contaste que tenías una amiga tan cercana?—.
—Ah... bueno, nunca pensé que era tan importante. Además, creo que me acostumbré a estar más reservado en temas personales—admitió Izuku, encogiéndose de hombros, pero con una sonrisa al ver cómo todos lo miraban con interés —Pero sí, hemos hablado de muchas cosas y nos apoyamos mutuamente... hasta en cosas que nadie más sabe—.
—Ahora eso me dio más curiosidad—murmuró Jirou, cruzándose de brazos y observándolo con interés—Entonces, ¿también sabes lo que le gusta a Momo, o es algo más superficial?—.
Izuku se rió, recordando algunos detalles curiosos y entrañables de su amiga que había acumulado a lo largo de los años.
—Sí, sé bastante. Sé, por ejemplo, que le encanta leer en sus ratos libres, aunque prefiere los libros de estrategia y psicología... siempre está buscando formas de mejorar, no importa qué tan lejos llegue. También que le gusta el té verde y, aunque no lo admita, que disfruta mucho de los postres dulces— dijo, dejando escapar una pequeña risa mientras sus compañeros lo miraban boquiabiertos.
Kirishima chasqueó la lengua con admiración —Vaya, Izuku. Suenas como un gran amigo, pero eso de que la llames por su nombre... algo me dice que son más que amigos, ¿verdad?—.
Las palabras de Kirishima causaron un pequeño revuelo en la limusina. Izuku se aclaró la garganta, sintiéndose un poco expuesto por la intensidad de sus miradas, pero trató de desviar un poco la atención.
—No, nada de eso. Solo que, con el tiempo, se volvió natural llamarla Momo. No creo que haya un significado especial detrás de eso—respondió con una risa nerviosa.
—Entonces, te gusta llamarla Momo, eh—murmuró Mina con una sonrisa traviesa—Vamos, no tienes que avergonzarte. Es bonito, se ve que se tienen mucho respeto y cariño—.
La limusina se llenó de risas y bromas amistosas, y mientras el viaje continuaba, Izuku se relajó un poco más, compartiendo algunos recuerdos y momentos que había tenido con Momo, aunque sin entrar en demasiados detalles. Al final, su amistad se volvió un tema de interés entre todos, especialmente porque sus compañeros nunca habían visto a Izuku tan cercano con alguien fuera del círculo escolar.
Izuku se sorprendió a sí mismo disfrutando de la conversación, y por primera vez, sintió que su vida en Japón comenzaba a encajar de una manera inesperada, con un grupo de amigos que le recordaba por qué tanto deseaba proteger a quienes le rodeaban.
Cuando uno de ellos, sin contener la curiosidad, preguntó directamente cómo se conocieron, Izuku se llevó una mano a la nuca y sonrió, desviando un poco la mirada.
—Bueno...—dijo, intentando ganar tiempo para organizar sus pensamientos—Esa es una historia un poco complicada, y creo que debería contarla solo si Momo quiere. Después de todo, es algo que nos involucra a los dos, y quizá ella quiera decidir qué tanto compartir—.
—¡Vamos, Izuku! Ahora me dejaste más intrigada—se quejó Mina con una mezcla de frustración y emoción, mientras los demás asintieron, también con curiosidad.
—Sí, Izuku, ¡tienes que decirnos algo!—añadió Ochako—Aunque sea un pequeño adelanto... solo para hacernos una idea—.
Izuku se rió, sin poder evitar la sonrisa ante la insistencia de sus amigos. Se dio cuenta de que, al guardar aquel misterio, la emoción y el interés de todos parecían crecer aún más.
—Está bien, pero les prometo que cuando Momo llegue, si ella decide contarles, yo estaré encantado de hacerlo junto con ella. Solo les diré que fue... algo inesperado—dijo finalmente, y sus palabras hicieron que sus compañeros intercambiaran miradas curiosas y un tanto emocionadas.
—Esto suena cada vez más como una historia de película—comentó Kirishima, riendo—Bueno, entonces será un buen tema de conversación cuando Momo llegue—.
A medida que la limusina se acercaba a la playa, los chicos miraban por las ventanas con asombro, notando lo diferente que se veía el lugar. Las olas rompían suavemente en la orilla, reflejando el sol del atardecer, y la arena estaba impecable, extendiéndose sin rastro de la basura que alguna vez había cubierto el área. La playa lucía casi prístina, y la gran casa de Izuku se erguía imponente en la distancia, con su elegante diseño destacando sobre el paisaje.
—¡Wow! No sabía que Dagobah Beach podía verse así de limpia—comentó Kirishima, impresionado.
—Es cierto—añadió Tsuyu —Hace unos años esta playa estaba llena de desechos y basura por todos lados. Ahora parece un lugar completamente diferente—.
—Escuché que Monarch Inc. estuvo detrás de la limpieza, o al menos eso leí en alguna parte—dijo Iida con admiración —Me alegra saber que hay quienes se preocupan por estos lugares—.
Izuku escuchaba los comentarios de sus amigos, recordando lo mucho que se había invertido en transformar esa playa en un sitio no solo de entrenamiento, sino también de descanso y relajación para él. Pero lo que lo hacía más especial era el esfuerzo que él mismo había puesto en ayudar a mantenerla de esa forma, un trabajo que le recordaba a cada instante lo importante que era cuidar del entorno.
—Bueno, no todo fue solo cosa de la empresa—comentó finalmente—Ayudé con la limpieza en varios turnos, sobre todo al principio. Fue algo que quise hacer por mí mismo—.
Mina sonrió y asintió con un brillo de admiración en sus ojos.
—Eso es muy de tu estilo, Izuku. Es como si la playa fuera parte de tu hogar, ¿no?—.
Izuku asintió, observando la playa que ahora se extendía en calma frente a ellos. Era cierto, Dagobah Beach se sentía como una parte importante de su historia.
La limusina llegó finalmente a la entrada de la casa de Izuku, y apenas el grupo bajó, los chicos se esparcieron por el lugar, asombrados de cada detalle. Kirishima corrió hacia la arena, respirando profundamente el aire salado del mar, mientras que Tsuyu y Mina se quitaban los zapatos para sentir la arena entre los dedos.
—¡No puedo creer que esta sea tu casa, Izuku!—exclamó Ochako, recorriendo con la mirada la moderna estructura de la casa, con ventanales amplios que dejaban ver el interior acogedor y el horizonte detrás — Es como un pequeño paraíso aquí —.
—¿Y tú entrenas aquí todos los días?—preguntó Iida, analizando el espacio con su típica precisión—Definitivamente es el ambiente perfecto para un héroe en formación—.
Izuku sonrió y asintió, observando cómo sus amigos se adaptaban rápidamente al lugar, aprovechando cada rincón. Algunos bajaron al borde de la playa, otros exploraban el patio trasero, y Kaminari incluso encontró una hamaca en la que se dejó caer con una risa.
—Bueno, entreno aquí cuando puedo, aunque no siempre es tan... relajado—admitió Izuku—Me alegra que les guste, al final de cuentas, fue pensado para que me sintiera en casa—.
La atmósfera era cálida y relajada, cada uno disfrutando el ambiente junto a la playa, cuando vieron llegar un elegante automóvil que se detenía suavemente frente a la entrada. De inmediato reconocieron a Momo, quien bajó del auto con una sonrisa tranquila y un gesto de saludo.
—¡Ya llegó Momo!—anunció Mina, agitando la mano con emoción mientras Momo se acercaba.
Izuku fue a recibirla, devolviéndole la sonrisa mientras Momo se unía al grupo. Al verla, el ambiente cambió, y todos se acomodaron para escuchar la historia que les había prometido sobre cómo se conocieron.
—Bueno, creo que esta es una buena oportunidad para contarles—dijo Izuku, mirando a Momo para asegurarse de que estuviera de acuerdo.
Momo asintió con un gesto de aprobación, y juntos comenzaron a relatar la historia de su primer encuentro, un evento que había sido tan significativo para ambos y que, hasta ahora, solo ellos comprendían completamente. Sus amigos escuchaban atentamente, impresionados y, algunos, emocionados por la forma en que Izuku y Momo parecían haber estado destinados a conocerse.
Izuku y Momo se encontraban sentados en la terraza, rodeados de sus compañeros de la U.A., quienes los miraban con curiosidad y expectativa. Después de varias preguntas y de bromas entre risas, la conversación había tomado un giro más serio cuando alguien preguntó cómo se conocieron realmente. Izuku y Momo intercambiaron una mirada, y él asintió antes de comenzar a relatar lo que había sido un momento inolvidable para ambos.
—No fue algo muy común—dijo Izuku, riendo de manera nerviosa y rascándose la nuca—Cuando nos conocimos, Momo estaba en una situación bastante complicada... y yo también, de alguna manera—.
Mina, Kirishima y los demás miraron a ambos, con los ojos bien abiertos y la atención fija en cada palabra.
—Yo estaba caminando por la ciudad—continuó Izuku, con los ojos perdiéndose un poco en los recuerdos—Tenía unos diez años, y estaba pasando por un mal momento en la relación con mis padres. Así que ahí estaba, deambulando por la ciudad, en una calle abarrotada de personas—.
—Eso fue en la época en que mis padres y yo íbamos a la ciudad con frecuencia—añadió Momo, con una pequeña sonrisa nostálgica—Mis padres estaban allí por negocios, y yo... solo estaba acompañándolos, un poco aburrida—.
Izuku continuó, asentando lentamente con la cabeza — De repente, mientras caminaba, escuché unos gritos. Eran de una mujer, pidiendo que alguien soltara a su hija. Me giré y vi a un hombre que sujetaba a una niña de cabello oscuro, de mi edad, supongo... y esa niña era Momo—.
—¿Qué?—preguntó Kirishima, asombrado—¿Fuiste tomada como rehén, Momo?—.
—Sí...— respondió ella, con una risa nerviosa—En ese momento no entendía mucho de lo que pasaba, solo sabía que alguien me estaba reteniendo y que mis padres estaban delante de mí, rogándole al hombre que me dejara ir. Mis padres tenían un par de guardaespaldas cerca, pero... el villano parecía ser más de lo que podían manejar. Así que ahí estaba, atrapada y rodeada de personas que solo observaban—.
—No lo podía creer —dijo Izuku, apretando un poco los puños al recordar la impotencia que sintió en ese momento—. El lugar estaba lleno de personas, pero nadie se movía, nadie hacía nada. Ni siquiera los héroes cercanos... Todos miraban impotentes.
Momo suspiró.
—Recuerdo lo que el villano decía, como si fuera ayer. Estaba diciéndole a mi padre que no le interesaba el dinero ni ninguna otra oferta... lo que quería era llevarme a mí—.
Ochaco puso una mano sobre su boca, sorprendida, mientras Tsuyu solo murmuraba un "Ribbit" de incredulidad.
—Fue algo realmente repugnante...— dijo Izuku, bajando la voz —No podía soportarlo. Sin pensarlo, agarré una tapa de metal que encontré en el suelo y corrí hacia el villano—.
—¿Corriste hacia él?— preguntó Iida, alarmado y al mismo tiempo admirado —A esa edad... sin quirk... Es increíble—.
Izuku sonrió de forma tímida.
—No sé cómo lo hice. En ese momento, creo que mi cuerpo se movió solo. Solo sabía que tenía que ayudarla. Tal vez era una locura, pero no podía quedarme ahí sin hacer nada. Así que, sí... corrí con la tapa de metal en la mano y, antes de que el villano pudiera reaccionar, le pegué en la cabeza con toda la fuerza que pude—.
—Y el villano se enfureció, claro—añadió Momo, recordando el momento con más claridad—Se giró para mirarte y luego intentó usar su quirk contra mí, al parecer como represalia. Su puño se volvió negro y sólido como una roca. Recuerdo que estaba a punto de cerrar los ojos, esperando recibir el golpe, pero... eso nunca pasó—.
—En el último segundo, la envolví con mis brazos y traté de protegerla de alguna forma— explicó Izuku, con una leve sonrisa mientras sus compañeros lo escuchaban, asombrados—No sabía qué más hacer, solo pensé que tal vez, si me ponía en el medio, no la alcanzaría tan fuerte—.
Momo asintió, mirando a Izuku con una mezcla de gratitud y admiración en los ojos.
—Ese fue el momento en el que pensé que iba a morir. No podía entender por qué alguien que no conocía me estaba protegiendo así. Era un niño, tan pequeño como yo, pero estaba dispuesto a recibir un golpe que podría haber sido mortal—.
—¿Y qué pasó luego?—preguntó Ochaco, con las manos entrelazadas, completamente inmersa en la historia.
—Fue entonces cuando el señor Aguilar intervino y redujo al villano— dijo Momo —Pero en cuanto me giré, vi que Izuku estaba en el suelo, inconsciente, tosiendo sangre. El golpe que recibió no fue nada pequeño... pero él todavía sonreía, como si no le importara el dolor—.
Izuku rió con nerviosismo.
—Estaba feliz de que no hubieras resultado herida. Fue lo único que pensé antes de perder el conocimiento—.
—Wow...—dijo Kirishima, con una mirada llena de respeto —Eso es tener espíritu de héroe de verdad, hombre—.
Izuku se encogió de hombros, sin saber cómo responder, mientras Momo continuaba el relato.
—Esa fue la última vez que lo vi en mucho tiempo—dijo ella, con una expresión melancólica—Pero lo que hizo dejó una marca en mí. Siempre lo recordé como el niño que me salvó, el que no tuvo miedo de enfrentarse a alguien más fuerte solo para protegerme—.
—Y así fue cómo terminamos manteniendo contacto por videollamadas y mensajes con el tiempo—agregó Izuku, mirando a Momo con una sonrisa de complicidad—No sabíamos mucho el uno del otro, pero siempre fue como si estuviéramos conectados de alguna forma—.
Después de pasar un buen rato en la terraza compartiendo anécdotas y riendo, Izuku sugirió con una sonrisa:
—¿Qué les parece si les muestro el gimnasio?—.
Los chicos respondieron con entusiasmo, emocionados de ver las instalaciones de entrenamiento de las que tanto habían oído hablar.
—¡Claro! Nos has tenido con la curiosidad todo el día—comentó Kirishima, frotándose las manos—¡A ver si podemos echar unos ejercicios serios ahí!—.
Izuku los guió hacia el gimnasio, que estaba ubicado al otro lado de la casa, en una zona más privada. Desde afuera, la estructura de cristal y metal daba un aspecto futurista, elegante y al mismo tiempo imponente.
—Aquí es—dijo Izuku, abriendo las puertas automáticas mientras todos lo seguían. La primera impresión dejó a todos sin palabras: dentro del gimnasio se alzaban distintas áreas especializadas de entrenamiento, desde pesas, estaciones de cardio, hasta un área con distintos tipos de dummies y maniquíes de combate, y un espacio de simulación para prácticas de quirk.
—Esto es... alucinante—murmuró Iida, ajustando sus lentes, fascinado por la tecnología de última generación que adornaba el lugar.
—Izuku, ¿esto es todo tuyo? —preguntó Mina, mirando cada rincón del lugar.
—Sí, Monarch construyó estas instalaciones para que pudiera entrenar en un entorno seguro—respondió Izuku—Cada equipo y área está diseñado para soportar habilidades de quirk avanzadas, así que pueden probar casi cualquier cosa sin miedo a romper nada... o al menos intentarlo—.
—Esto es mil veces mejor que cualquier gimnasio público o el que tenemos en la escuela—dijo Kirishima, impresionado—¿Podemos usarlo?—.
—Por supuesto—sonrió Izuku—Aquí tenemos equipo para todos los niveles, así que lo que necesiten, podemos encontrarlo—.
Los chicos empezaron a explorar y a familiarizarse con los distintos equipos. Momo se acercó a la sección de pesas, mientras Ochaco y Mina se dirigían a las cintas de correr. Kirishima y Sero observaron el área de combate, entusiasmados por probar sus habilidades.
—¿Y qué más tienes aquí?—preguntó Jirou, mirando alrededor.
Izuku le mostró el área de entrenamiento con quirk, un espacio amplio con paredes reforzadas y techos altos, ideal para cualquier práctica.
—Aquí es donde hago mis entrenamientos de resistencia y control de quirk—explicó Izuku— Tanaka-San me ayuda de vez en cuando, y algunos miembros de Monarch también pasan por aquí cuando quiero probar técnicas avanzadas—.
—¿Algún voluntario para ser mi compañero de entrenamiento?—preguntó Kirishima, con una sonrisa de reto mientras miraba a sus compañeros.
—¡Cuenta conmigo! —respondió Sero.
La pequeña multitud se dispersó, cada uno probando un equipo diferente y explorando a su ritmo. Izuku los miraba con satisfacción, feliz de compartir un lugar tan importante para él.
—Así que... ¿quién quiere un poco de entrenamiento serio?—preguntó, extendiendo su mano para activar el sistema de simulación avanzada.
—¡Yo!—dijo Kirishima, levantando la mano con entusiasmo—¡No me digas que tienes un simulador de combate!—.
—Te dije que este gimnasio lo tiene todo—dijo Izuku con una sonrisa.
Activó el sistema, y todos miraron maravillados cómo el área de simulación se transformaba para crear un entorno de entrenamiento avanzado. Los chicos comenzaron a moverse con energía, probando sus quirks y capacidades.
Al final, entre risas y sudor, se habían adentrado en un día de entrenamiento que los motivaría aún más en su objetivo de ser héroes.
El sol apenas empezaba a descender cuando Izuku, Momo, Kirishima, Mina, Iida, Ochaco, y Tsuyu decidieron dedicar la tarde a una sesión intensa de entrenamiento en el gimnasio de Izuku. Los estudiantes, emocionados por aprovechar las instalaciones, se reunieron en el área de simulación avanzada, donde Izuku se dispuso a dividirlos en parejas para maximizar sus habilidades en combate, resistencia, y control de quirks.
—Bueno, chicos, hoy haremos una sesión de entrenamiento variada—anunció Izuku mientras todos formaban un semicírculo a su alrededor—Primero trabajaremos con ejercicios de resistencia, luego practicaremos control de quirks en escenarios simulados. Finalmente, haremos un circuito de combate en parejas—.
La primera parte comenzó con una serie de ejercicios de calentamiento: estiramientos, saltos, y series de abdominales y flexiones para preparar los músculos y las articulaciones. Una vez que todos estuvieron listos, Izuku los dirigió a la zona de resistencia, donde había pesas, estaciones de cardio, y equipos especializados para quirks.
Izuku dividió al grupo en tres equipos. Mina e Iida se concentrarían en la sección de pesas y cardio, Ochaco y Tsuyu practicarían con sus habilidades de manipulación gravitacional y agilidad en una pista de obstáculos, mientras que Momo y Kirishima entrenarían fuerza pura en las plataformas de levantamiento de pesas y resistencia muscular.
Mina y Iida comenzaron en las máquinas de cardio, donde cada uno aplicaba su quirk de manera innovadora. Mina, controlando la secreción de su ácido, lo usaba en niveles mínimos para evitar resbalar mientras aumentaba la velocidad en la caminadora. Iida, por otro lado, usaba su quirk en modo de "velocidad moderada", sincronizando la resistencia de la caminadora con el esfuerzo de sus motores para maximizar su resistencia.
—¡Mina, cuidado con ese ácido!— le advirtió Iida, sorprendido al ver que Mina controlaba su habilidad incluso en velocidad —Es impresionante que puedas manejarlo con tanta precisión—.
—¡Gracias! Es cuestión de encontrar el equilibrio adecuado—respondió Mina, sonriendo mientras aumentaba el ritmo.
Mientras tanto, en la pista de obstáculos, Ochaco y Tsuyu avanzaban rápidamente. Ochaco aplicaba su quirk de gravedad en los bloques de obstáculos, elevándolos ligeramente para despejar el camino a Tsuyu, quien usaba su lengua para impulsarse y mantener el equilibrio en las plataformas elevadas.
—¡Es como un juego de coordinación!—dijo Ochaco, divertida, mientras ajustaba el peso de los obstáculos para desafiar aún más a Tsuyu.
—¡Ribbit! ¡Estás haciendo que esto sea muy fácil!—respondió Tsuyu, con una sonrisa—¡Pero vamos a hacerlo más interesante!—.
Ambas chicas aumentaron la dificultad, probando nuevas combinaciones entre sus quirks y moviéndose con una coordinación impecable.
En otra parte del gimnasio, Kirishima y Momo se enfocaban en levantamiento de pesas y resistencia muscular. Kirishima empujaba su límite en las barras de levantamiento mientras Momo, usando su quirk de creación, materializaba pesas con diferentes niveles de densidad.
—¡Kirishima, intenta levantar estas!—dijo Momo, entregándole una pesa que parecía ligera, pero que tenía una densidad inusualmente alta.
—¡Genial! ¡Eso es lo que llamo un verdadero reto!—exclamó Kirishima, concentrándose para activar su quirk y aumentar la resistencia de sus músculos.
Tras el entrenamiento de resistencia, Izuku guio a todos al área de simulación. Activó el sistema, que transformó el espacio en un campo de entrenamiento similar a una zona urbana, con estructuras, muros, y obstáculos móviles.
—Aquí entrenaremos control de quirks en situaciones reales. Usen su entorno y trabajen en equipo para manejar los desafíos. Yo los guiaré desde aquí—anunció Izuku, mientras los observaba desde un panel de control.
La simulación comenzó con un escenario en el que debían esquivar objetos lanzados y protegerse detrás de las estructuras. Tsuyu, usando su lengua, ayudaba a sus compañeros a esquivar, mientras Ochaco disminuía la gravedad de algunos objetos para que no los golpearan tan fuerte. Momo y Kirishima, ubicados estratégicamente detrás de las estructuras, interceptaban objetos para crear escudos protectores.
Izuku observaba con satisfacción cómo sus compañeros coordinaban sus habilidades y reaccionaban rápidamente a cada cambio en la simulación.
—¡Muy bien, chicos! Mantengan esa coordinación y sigan ajustando sus quirks según el entorno—les indicó a través del altavoz.
Finalmente, la sesión concluyó con combates en parejas para mejorar las habilidades en combate de cada estudiante. Los enfrentamientos se planificaron estratégicamente: Izuku y Iida formarían un equipo, mientras que Ochaco y Kirishima se enfrentarían a Mina y Momo.
El primer combate fue entre el equipo de Izuku e Iida. Ambos utilizaron sus quirks para cerrar el espacio y acorralar a los oponentes. Iida usaba su velocidad para rodear a su contrincante y despistarlo, mientras que Izuku manejaba sus sombras para crear distracciones visuales, bloqueando los ataques dirigidos hacia ellos.
—¡Increíble, Izuku! ¡Estamos acorralándolos!—gritó Iida, mientras se movía ágilmente.
—¡No bajemos la guardia!—le recordó Izuku, mientras coordinaba cada movimiento para maximizar su ventaja.
En el siguiente combate, Ochaco y Kirishima enfrentaron a Mina y Momo. Mina, con su ácido, y Momo, creando barreras defensivas, trabajaban como una máquina perfectamente sincronizada. Sin embargo, Kirishima bloqueaba los ataques con su resistencia, permitiendo a Ochaco usar su quirk para desestabilizar a sus oponentes al reducir la gravedad a su alrededor.
Al finalizar, todos se reunieron nuevamente, exhaustos pero satisfechos.
—¡Hoy fue una sesión increíble! —comentó Kirishima, dándole una palmada en la espalda a Izuku—Gracias por dejarnos entrenar aquí. No sé si podríamos haber logrado algo similar en otro lugar—.
—¡Es cierto!—agregó Ochaco—Y todos hemos aprendido mucho trabajando juntos—.
Izuku sonrió y asintió —Siempre es un placer entrenar con ustedes. Aprendemos tanto trabajando en equipo. Este es solo el comienzo, así que esperen que suba el nivel en las próximas sesiones—.
A medida que la tarde se desvanecía y el sol comenzaba a esconderse, el grupo de amigos de Izuku decidió regresar a sus casas. Despidieron a su anfitrión con bromas y agradecimientos por la intensa sesión de entrenamiento y el rato de camaradería. Kirishima y Ochaco fueron los primeros en partir, seguidos de Iida, Tsuyu, Mina, y el resto, todos prometiendo regresar pronto.
Sin embargo, cuando el último de sus compañeros cruzó la puerta, Momo se quedó en la entrada, observando cómo se alejaban. Izuku se dio cuenta de que ella no había seguido a los demás y se le acercó, algo sorprendido.
—¿No te vas con ellos, Momo?—preguntó Izuku, curioso.
Momo sonrió y negó con la cabeza.
—Quería quedarme un poco más. Si no te molesta, claro—respondió con una sonrisa suave.
Izuku, algo sorprendido, asintió de inmediato.
—Por supuesto, Momo, eres bienvenida todo el tiempo que quieras. ¿Te gustaría quedarte en la terraza? La vista es genial a esta hora del día—sugirió, señalando el camino hacia la terraza con vista al mar.
Los dos se dirigieron allí, y pronto estuvieron de pie junto a la barandilla, observando cómo las olas rompían suavemente contra la orilla. La brisa del mar, fresca y apacible, envolvía el ambiente, y el silencio entre ellos era reconfortante, casi natural.
—Hoy fue divertido—dijo Momo finalmente, mirando hacia el horizonte—Me alegra ver cómo nos hemos integrado todos, y... bueno, no sé, pero me siento diferente, como si todo lo que habíamos soñado empezara a hacerse realidad—.
Izuku asintió, sin apartar la vista del mar —Tienes razón. Todo esto me hace sentir que lo que hemos hecho hasta ahora ha valido la pena. Entrenar con todos ustedes, saber que nos apoyamos... Es algo increíble—respondió, con una sonrisa sincera.
Hubo un momento de silencio, y Momo aprovechó la pausa para volverse hacia él.
—Izuku, hay algo que he querido decirte desde hace tiempo. Desde aquel primer día en que nos conocimos... Desde entonces, he sentido que... bueno, que tú has sido una gran influencia para mí—.
Izuku se quedó en silencio, sorprendido, y Momo se acercó un poco más, dejando que sus palabras transmitieran lo que no se atrevía a decir del todo.
—Siempre has sido alguien en quien puedo confiar. A veces siento que... no sé, que a pesar de todo lo que hemos vivido, nada ha cambiado realmente entre nosotros—.
Izuku la miró, algo asombrado, y notó una calidez en su mirada que rara vez había visto antes. Con suavidad, entrelazó su mano con la de Momo, correspondiendo al gesto.
—Momo, para mí tú también eres especial. Todo este tiempo, siempre has sido alguien en quien puedo apoyarme. Gracias... por quedarte un rato más—dijo, sin apartar la mirada de ella.
Ambos se quedaron allí, en la terraza, con el sol poniéndose sobre el océano, dejando que el momento hablara por ellos.
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Mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y teñía el cielo de tonos cálidos anaranjados y violetas, Himiko Toga caminaba sola por una calle poco transitada. Su semblante, normalmente despreocupado y alegre, reflejaba cierta tensión mientras repasaba mentalmente el encuentro que tuvo con Izuku apenas hacía unos días. Recordaba su calma, la amabilidad en sus palabras, la disposición para entenderla en lugar de juzgarla... un sentimiento de extraña tranquilidad la invadió, uno que no había experimentado con nadie más.
De repente, el sonido de su celular la sacó de sus pensamientos. La pantalla mostraba el nombre de Giran, el informante con el que trabajaba ocasionalmente. Himiko contestó, curiosa, llevándose el teléfono al oído.
—¿Sí?— dijo con voz ligera, aunque su tono reflejaba cierta impaciencia.
—Toga, necesito que nos veamos. Hay un tema importante que discutir— respondió la voz rasposa de Giran al otro lado de la línea, sin preámbulos.
—¿Y qué es eso tan importante?—preguntó Himiko, arqueando una ceja. Aunque Giran era alguien confiable y normalmente reservado, nunca la contactaba a menos que tuviera algo serio que comunicar.
—Confía en mí, esto es algo que querrás escuchar. Puedo darte una ubicación para que nos encontremos—Giran sonaba insistentemente serio, algo que hizo que Toga prestara aún más atención.
—Muy bien, dime dónde—aceptó finalmente, sin ocultar su interés.
Giran le indicó un lugar alejado del centro de la ciudad, en un edificio abandonado cerca del puerto, donde la actividad de las personas era escasa a esa hora del día. Sin decir nada más, Himiko colgó y comenzó a dirigirse hacia la dirección que le había dado, mientras sus pensamientos giraban en torno a la posible razón de la reunión.
Caminó varias calles, evitando las avenidas principales y manteniéndose entre las sombras de los edificios. A pesar de su habitual aire despreocupado, estaba atenta a cualquier movimiento o ruido inusual. La adrenalina comenzaba a burbujear dentro de ella, aunque intentaba mantenerse tranquila, queriendo proyectar seguridad al llegar.
Finalmente, después de unos minutos, llegó al lugar indicado. El edificio abandonado era un sitio lúgubre y en descomposición, con ventanas rotas y paredes cubiertas de grafitis. La atmósfera de decadencia le resultaba extrañamente acogedora; el olor a metal oxidado y el eco de sus pasos al entrar le recordaban su lugar en los rincones oscuros de la sociedad, y eso la hacía sentirse en casa.
Caminó por un pasillo largo y oscuro hasta llegar a una habitación con apenas un par de lámparas pequeñas. Giran estaba allí, esperando, sentado en un viejo sillón que parecía que podría romperse en cualquier momento. Al verla, esbozó una sonrisa ligera, aunque su expresión mantenía una seriedad que Toga notó de inmediato.
—No pierdes el tiempo, ¿verdad?—dijo Toga, lanzándose en una silla frente a él.
—No es tiempo de rodeos, Toga. Hay movimientos que debes conocer—Giran encendió un cigarrillo y exhaló el humo lentamente, antes de mirarla fijamente—Lo que voy a decirte puede cambiar muchas cosas para ti, pero debo saber si estás lista para escucharlo—.
—La razón por la que te cité hoy es que hay algo grande en marcha—comenzó Giran, encendiendo un cigarrillo con calma mientras observaba su reacción—Es posible que hayas oído rumores de un grupo nuevo que quiere causar un cambio... radical en el mundo de los héroes. Se llaman la Liga de Villanos—.
Los ojos de Himiko brillaron con curiosidad mientras Giran continuaba.
—La Liga no es cualquier grupo de delincuentes— prosiguió él, con una mirada seria —Su objetivo es hacer una declaración pública, una demostración de fuerza que nadie podrá ignorar. Están planeando un ataque directo contra la U.A., el principal centro de entrenamiento de héroes de Japón. Si logran el impacto que esperan, no solo se convertirán en el enemigo número uno de los héroes, sino que sacudirán los cimientos de la sociedad—.
La información golpeó a Himiko como un relámpago. Conocía la U.A. solo por su reputación, una institución intocable en la que se formaban los futuros héroes. La idea de atacar un lugar así parecía arriesgada y completamente alocada, lo que hizo que sus labios esbozaran una sonrisa.
—¿Un ataque a la U.A., eh? Suena divertido—comentó, aunque no ocultaba la cautela en sus palabras —¿Y qué quiere la Liga de mí?—.
Giran asintió, como si esperara esa respuesta.
—Necesitan a personas dispuestas a luchar sin miedo y a causar el caos necesario para lograr el objetivo. Creen que tú podrías ser una de las líderes en este ataque. Tu quirk es... singular, y podrías desestabilizar a cualquiera de esos futuros héroes en combate—.
—¿Y yo dirigiría este ataque?—preguntó Toga, entrecerrando los ojos, evaluando la propuesta con más detenimiento del que Giran había anticipado.
—Así es. La Liga quiere a personas con iniciativa, alguien que no tenga miedo de hacerse notar. Tu estilo peculiar y tu disposición a hacer lo que otros no harían te hacen una candidata perfecta—respondió Giran, sus ojos chispeando de satisfacción al ver la chispa de interés en Toga—El ataque está diseñado para que los estudiantes de héroes sean puestos a prueba, y un caos sin precedentes puede ser una oportunidad para el que esta al mando—.
Himiko se quedó en silencio, sus pensamientos navegando entre la emoción que sentía ante la idea de la destrucción y la fama que podría ganar, y la seriedad del acto mismo. Era una oportunidad de obtener reconocimiento, de enfrentarse directamente contra quienes la habían juzgado desde que era pequeña. La Liga le ofrecía más que un simple objetivo; le daba la oportunidad de ser parte de algo mucho más grande.
—¿Qué ganaría yo al unirme?—preguntó, aunque la pregunta era más una formalidad que un interés real.
Giran sonrió, dejando que una bocanada de humo escapara de sus labios antes de responder.
—Ganarías poder, fama, y, sobre todo, una plataforma para demostrarle al mundo lo que realmente eres. En la Liga no tendrás que esconder tus habilidades ni tu... estilo de vida—dijo, observándola con una mezcla de seriedad y complicidad—Serías libre de ser tú misma, sin que nadie te juzgue o intente detenerte—.
A Himiko le costaba contener la emoción en su expresión. En la Liga de Villanos, nadie la vería como alguien extraño o peligroso, sino como un igual, alguien capaz de desatar el caos junto a ellos.
—Déjame pensarlo, Giran. No es una decisión que tome a la ligera—dijo, aunque ya estaba considerando aceptar la oferta.
Giran asintió, apagando su cigarrillo en una lata oxidada a su lado.
—Tómate el tiempo que necesites, pero no tardes demasiado. La Liga necesita saber si cuenta contigo para esta misión pronto—.
Con esas palabras, Giran se levantó y se encaminó hacia la puerta, dándole una última mirada a Himiko antes de salir. La puerta se cerró con un rechinido, dejándola sola en el edificio oscuro. Ella se quedó de pie por unos minutos, con los pensamientos enredados en su mente, entremezclando la emoción con la seriedad de lo que implicaría su decisión.
Finalmente, con una sonrisa traviesa en el rostro, Toga susurró para sí misma.
—Un ataque a la U.A... Esto podría ser muy, muy interesante—.
Himiko Toga sonrió, sus pensamientos girando rápidamente mientras consideraba todas las implicaciones de la oferta de la Liga de Villanos. La idea de causar caos en la U.A. la emocionaba, pero también, en una esquina de su mente, surgía la imagen de alguien a quien había llegado a considerar un aliado... Izuku.
Desde aquel incidente en el callejón, cuando Izuku le ofreció ayuda en lugar de juzgarla o rechazarla, había empezado a verlo como alguien distinto de los demás. En más de una ocasión, Izuku le había mostrado algo que nadie más había intentado darle: comprensión. Y ahora, tenía la oportunidad de devolverle el favor.
—"Si le doy esta información... podría prevenir algo grande"—pensó, mientras mordía ligeramente su labio, atrapada entre sus deseos de caos y la lealtad que empezaba a desarrollarse hacia Izuku.
La sonrisa en su rostro se desvaneció por un instante. Aunque la oferta de la Liga de Villanos era tentadora, la idea de verlo decepcionado o de que lo atraparan en medio de su destrucción no le agradaba en lo más mínimo. Para Toga, era un dilema complicado. Ella quería divertirse y seguir siendo la persona libre y caótica que siempre había sido, pero con Izuku, todo empezaba a verse diferente.
—"Si me meto en esto, ¿qué diría él al saberlo?"— pensó, sintiendo una chispa de duda.
Finalmente, tomó una decisión. Mirando al cielo enrojecido del atardecer, Toga decidió que, antes de comprometerse completamente con la Liga de Villanos, hablaría con Izuku. No sabía exactamente cómo lo haría, pero estaba decidida a averiguar cómo reaccionaría él ante la idea de este ataque. Con esa resolución, Toga esbozó una sonrisa suave, sintiendo cómo la emoción y la curiosidad la envolvían.
—"Esto... podría ser interesante después de todo"— murmuró para sí misma, antes de desaparecer entre las sombras, lista para buscar una forma de acercarse a Izuku sin despertar sospechas.
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Esa noche, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de rojo y naranja. En la playa de Dagobah, la brisa del mar se sentía refrescante, y en la terraza de su casa, Izuku y Momo charlaban, disfrutando de la compañía mutua después de una tarde llena de anécdotas y recuerdos.
Izuku miraba el océano, aún disfrutando del tiempo juntos cuando, de repente, un movimiento en la sombra le hizo fruncir el ceño. Momo también se percató de la presencia de alguien. Ambos se miraron, y en un instante, Izuku adoptó una postura defensiva.
—¿Quién anda ahí?—preguntó, avanzando hacia la sombra con cautela.
De la penumbra, una figura se acercó. Su silueta delgada y su cabello rubio en mechones desordenados pronto se hicieron visibles bajo la luz de la terraza. Era Himiko Toga. Izuku sintió una mezcla de sorpresa y alerta al verla; él había dejado claro que siempre podía buscarlo si necesitaba ayuda, pero la inesperada visita era una sorpresa para él y Momo.
—¿Toga?—preguntó, entrecerrando los ojos. Notó que parecía cansada, sus ojos más oscuros de lo habitual y su expresión inquieta.
—¡Izuku!—exclamó ella con su tono habitual, aunque con un toque de seriedad inusual—Sé que no esperabas verme aquí, pero... necesitaba hablar contigo. Es importante—.
Momo, al escuchar el tono serio de Toga, la miró con cierta cautela. Aún no sabía quién era esta chica y por qué parecía tener tanta confianza con Izuku. Sin embargo, la expresión de preocupación en el rostro de Izuku hizo que decidiera esperar y escuchar. Izuku intercambió una mirada rápida con Momo antes de asentirle a Toga, invitándola a sentarse.
—Dime qué pasa, Toga, ¿por qué has venido?—preguntó Izuku, su voz cargada de curiosidad y un poco de preocupación.
Toga se acomodó, mirándolos a ambos mientras intentaba organizar sus pensamientos. A pesar de la confianza que Izuku le había mostrado, sabía que Momo desconocía su historia, así que respiró hondo antes de comenzar.
—La verdad es que he estado metida en un lío... más grande de lo que pensaba—admitió Toga, frotándose las manos en nerviosismo—Me contactaron personas... Un informante me dijo que hay un grupo llamado la Liga de Villanos—.
Izuku y Momo intercambiaron una mirada de sorpresa. Ambos habían oído hablar de la Liga de Villanos en conversaciones, pero no había estado en su radar de preocupaciones, al menos no hasta ahora.
—La Liga de Villanos...—repitió Izuku, procesando lo que había dicho Toga.
—Sí. Ellos quieren atac... bueno, están planeando un ataque a la U.A.—soltó Toga, mirando a Izuku directamente a los ojos. Sabía que esta noticia sería un golpe, pero sentía que debía ser sincera—Por eso estoy aquí. Tú... tú fuiste amable conmigo, me ayudaste, y ahora siento que es mi turno de ayudarte a ti—.
Momo asimiló la información, aún sin comprender del todo la relación entre Izuku y Toga, pero entendiendo la gravedad de lo que Toga había revelado.
—Izuku—dijo Momo, con voz contenida—¿puedo saber cómo conoces a esta chica?—.
Izuku suspiró. Sabía que tenía que contarle a Momo lo ocurrido. Decidió que, dado el peligro que se cernía sobre la U.A., lo mejor era ser honesto.
—Nos conocimos en una situación bastante... peculiar—comenzó, su tono de voz sereno pero firme—Hace un tiempo, encontré a Toga en un callejón. Estaba... bueno, pasando un momento difícil, y decidí ayudarla—.
Izuku explicó cómo había descubierto el extraño Quirk de Toga y sus necesidades únicas, y cómo eso la había puesto en una situación difícil con su entorno. Contó cómo había tratado de apoyarla y ayudarla a canalizar sus deseos de una forma menos destructiva.
—Izuku fue el único que no me juzgó...—murmuró Toga, mirando sus propias manos—Nadie antes me había mirado con tanta comprensión. Es por eso que vine aquí, porque quiero devolverle el favor. No tengo a nadie más en quien pueda confiar para esto—.
Momo escuchó con atención. No le fue fácil comprender cómo alguien como Toga, con esa fama, podría estar relacionada con Izuku, pero viendo la intensidad en los ojos de ambos, decidió confiar.
—Gracias por decírnoslo, Toga—dijo Momo con suavidad—Esto es más serio de lo que pensábamos. Un ataque a la U.A. podría tener consecuencias terribles para todos, y no podemos permitir que ocurra—.
Izuku asintió, su mente ya trabajando en posibles soluciones. Sin embargo, algo en sus palabras le recordó lo ocurrido en la entrada de la U.A., cuando habían encontrado la puerta principal destruida. Izuku y Momo intercambiaron una mirada llena de significado. Todo empezaba a tener sentido.
—Lo de la puerta... en la U.A.—murmuró Izuku, su voz apenas un susurro—Ahora tiene sentido. Quizás esa fue su manera de analizar la seguridad de la escuela—.
—¿La puerta?—preguntó Toga, sin entender.
—Hace poco, alguien destruyó la puerta principal de la U.A. Pensamos que era una mera vandalización, pero parece que podría ser parte de un plan más grande para atacar la escuela —explicó Momo, recordando el caos que esa entrada rota había causado.
Izuku se inclinó hacia adelante, mirando a Toga con una intensidad que hizo que ella se mantuviera completamente inmóvil.
—Toga, ¿tienes alguna idea de cómo o cuándo piensan atacar?—preguntó.
—No tengo todos los detalles, pero... escuché algo sobre un próximo entrenamiento. Decían que sería en un lugar especial, una instalación de entrenamiento fuera de la escuela—.
Izuku y Momo compartieron una mirada alarmada. Sabían que había entrenamientos planeados en lugares externos, y esto confirmaba sus temores.
—Eso debe ser el USJ—dijo Momo, sus ojos reflejando la preocupación que ambos sentían—Es el centro de simulación de desastres de la U.A. Si atacan ahí, pondrían en peligro a todos los estudiantes—.
—Toga—dijo Izuku, su tono serio—Necesito que me digas cualquier cosa que escuches o descubras de la Liga de Villanos. Sé que esto es pedirte mucho, pero si estamos preparados, podremos detenerlos y proteger a todos en la U.A.—.
Toga asintió, su mirada fija en la de Izuku. Había llegado hasta allí con la intención de advertirles, pero ahora sentía que tenía un papel más importante en todo esto.
—Izuku... si hago esto, si los ayudo... ¿crees que podría tener una vida normal algún día?—preguntó Toga, su voz llena de una esperanza temerosa.
Izuku le sonrió, una sonrisa genuina que ella había llegado a valorar.
—Siempre hay esperanza, Toga. Si haces esto, estarás protegiendo a personas inocentes, estarás ayudando a que el caos no se desate. Y eso... bueno, eso ya te convierte en alguien extraordinario—.
Toga le devolvió la sonrisa, aunque más tímida. Sentía un calor en su pecho que no reconocía, una mezcla de gratitud y algo más que aún no lograba descifrar.
—Lo haré, entonces. Cualquier cosa que sepa, tú serás el primero en enterarte—prometió.
Izuku asintió, aliviado de tener esta ventaja. Momo lo miró, impresionada por cómo Izuku lograba ver la bondad incluso en una persona como Toga.
Pasaron un rato en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre lo que significaba esta nueva amenaza. Aunque Toga se mantendría vigilante y trataría de obtener información sobre la Liga, Izuku y Momo sabían que tenían que prepararse. El ataque en el USJ ya no era una posibilidad; era una certeza.
Después de un rato, Toga se despidió, dejando a Izuku y a Momo en la terraza, mirando la playa con la preocupación dibujada en sus rostros. Mientras el sonido de las olas llenaba el ambiente, ambos comprendieron que la U.A. y sus vidas estaban a punto de enfrentar una amenaza que nunca imaginaron.
Izuku suspiró profundamente, sacando su teléfono con lentitud y mirando a Momo, quien lo observaba con una expresión de preocupación y determinación. Ambos sabían que la situación se estaba volviendo más peligrosa de lo que cualquiera de ellos había anticipado.
—Momo...—comenzó Izuku, con un tono más suave—Si quieres irte a casa, de verdad no te juzgaría. Esto... es demasiado complicado, y aunque valoro mucho tu apoyo, entiendo si prefieres no involucrarte en esto—.
Momo lo miró, y durante un segundo, Izuku pensó que quizás lo consideraría. Pero, en lugar de eso, Momo entrelazó las manos, frunció el ceño y respondió con firmeza:
—Izuku, estoy aquí porque quiero estarlo. Ya tomé una decisión y la mantendré, sin importar lo difícil que sea. Si estamos enfrentando algo peligroso, prefiero enfrentarlo contigo a quedarme en la seguridad de mi casa, ignorante de lo que sucede. Esto no solo te afecta a ti, sino a todos nosotros. Si se trata de la U.A., entonces estamos todos en esto juntos—.
Izuku le sostuvo la mirada y asintió con gratitud. Saber que Momo estaba a su lado le daba fuerzas y una certeza que pocas veces había experimentado. Ella era una de las personas en quienes más confiaba, y esa convicción le recordó que no estaba solo. Respirando profundamente, Izuku comenzó a marcar el número de Nezu, quien, a pesar de ser el director de la U.A., también estaba conectado a las autoridades de la ciudad.
El teléfono sonó un par de veces antes de que Nezu contestara con su acostumbrado tono amistoso:
—¡Izuku Midoriya! Buenas noches, ¿qué tal va todo? ¿Qué puedo hacer por ti?— dijo Nezu, su tono amigable, aunque curioso por recibir una llamada del alumno a esas horas.
Izuku mantuvo su voz serena, aunque sus pensamientos iban a toda velocidad. Necesitaba transmitir la seriedad de la situación sin alarmar demasiado.
—Señor Nezu— comenzó —Lamento llamarlo a esta hora, pero creo que es urgente. Acabo de recibir información sobre una posible amenaza a la U.A., específicamente sobre un ataque planificado en nuestras instalaciones, y me temo que no se trata de algo menor—.
El tono de Nezu cambió sutilmente, notando la urgencia en la voz de Izuku.
—Entiendo, Izuku—respondió, con una calma que solo un director experimentado como él podía mantener —Esto es algo que necesita una conversación más privada y segura. Vamos a hacer una cosa: vamos a reunirnos, pero no en la U.A. Será en una comisaría, donde la policía pueda también estar al tanto. Déjame organizarlo y te avisaré en unos minutos dónde nos veremos—.
Izuku asintió, a pesar de que Nezu no podía verlo, agradecido por la rapidez con la que el director tomaba acción. A pesar de su apariencia amigable, Nezu era alguien que nunca subestimaba los peligros y quien siempre estaba listo para actuar.
—Gracias, señor Nezu. Estaré atento al lugar—dijo Izuku, manteniendo su tono serio y firme.
Colgó el teléfono y se volvió hacia Momo, quien lo miraba con una mezcla de preocupación y apoyo.
—Nezu ya está organizando una reunión con la policía—explicó Izuku—Será en una comisaría, así que también estarán ellos al tanto. Ahora solo debemos esperar que nos dé la ubicación—.
Momo asintió, y durante unos segundos ambos se quedaron en silencio, el ambiente cargado con la tensión de lo que acababan de descubrir. Izuku estaba acostumbrado a la presión, pero saber que algo tan peligroso estaba en juego lo hacía sentir un peso diferente en el pecho. Sentía la responsabilidad no solo de proteger a sus amigos y compañeros, sino también de asegurar la integridad de la U.A., el lugar que le estaba permitiendo convertirse en el héroe que siempre había soñado ser.
Mientras esperaban la respuesta de Nezu, Momo se acercó y le dio una palmada suave en el hombro.
—Sea lo que sea, Izuku, enfrentaremos esto juntos. No estás solo en esto, ¿de acuerdo?—le dijo con un tono suave pero firme.
Izuku le dedicó una sonrisa agradecida. Justo entonces, su teléfono vibró, indicando un mensaje de Nezu. Leyó rápidamente las instrucciones: el encuentro sería en la Comisaría Central de Musutafu en menos de media hora.
—Es en la Comisaría Central—informó Izuku, mostrándole el mensaje a Momo—Parece que Nezu también vendrá personalmente. No esperaba menos de él—.
Ambos tomaron sus cosas y se dirigieron a la comisaría. El ambiente en el auto estaba cargado de silencio, pero de un tipo de silencio que traía consigo determinación y fortaleza. Ambos sabían que esta noche iba a ser crucial en lo que estaba por venir.
Cuando llegaron a la comisaría, notaron un grupo de agentes esperando, junto con el propio Nezu, quien los recibió con una sonrisa tranquilizadora pero con los ojos llenos de seriedad.
—Izuku, Momo—saludó Nezu—Gracias por venir. Entiendo que esto es algo delicado. Vamos, pasemos adentro—.
La reunión estaba a punto de comenzar. Izuku sentía que las piezas del rompecabezas comenzaban a alinearse, y, aunque el futuro parecía incierto, estaba decidido a hacer todo lo que estuviera a su alcance para enfrentar lo que fuera necesario.
Al ingresar a la sala de reuniones, Izuku y Momo se encontraron frente a un grupo selecto de figuras. Allí estaban los héroes Vlad King, Eraser-Head, y All Might, además del inspector de policía Tsukauchi. En una pantalla al fondo, en conexión segura desde una línea protegida, también se veía a Kenji Tsugaramae, el Jefe de la Comisión de Seguridad Pública de Héroes. Todos miraban a Izuku y Momo con expresiones de expectativa y seriedad.
Nezu se situó en el centro de la sala, y su pequeño tamaño contrastaba con la autoridad que proyectaba. Al levantar la mirada hacia Izuku y Momo, los invitó a sentarse, indicando que la reunión estaba a punto de comenzar.
—Gracias a todos por estar aquí, y lamento la premura de esta reunión—comenzó Nezu, dirigiéndose a cada uno de los presentes—Sin embargo, dada la gravedad de la situación, era necesario que actuáramos con rapidez—Nezu respiró profundamente, adoptando un tono sobrio—Esta noche, gracias a la intervención de Izuku y de su compañera Momo, hemos recibido una alerta de una potencial amenaza dirigida contra la U.A. Los detalles de esta amenaza aún no están claros, pero quiero que todos entiendan que no podemos tomar nada de esto a la ligera—.
Eraser-Head cruzó los brazos y se inclinó hacia adelante, su expresión, más seria que de costumbre, indicaba que no tomaría nada de lo que escuchara a la ligera. Vlad King miró a los estudiantes con una mezcla de admiración y preocupación, mientras All Might se mantenía en su forma de héroe, pero con una mirada que demostraba que cada palabra de Nezu resonaba en él.
Nezu continuó con la presentación.
—Lo que sabemos hasta ahora es que la amenaza proviene de una organización conocida como la Liga de Villanos. Este grupo parece estar buscando infiltrarse en la U.A. para, al menos según nuestras primeras conjeturas, atacar durante una actividad de entrenamiento, en específico, el próximo ejercicio en la USJ—.
All Might asintió lentamente, su mandíbula apretada mientras escuchaba la información. Desde el otro lado de la pantalla, Tsugaramae, el jefe de la Comisión, añadió:
—La Liga de Villanos es un grupo del cual hemos oído rumores durante meses, pero su estructura, su poder y sus intenciones específicas han sido difíciles de rastrear. Hemos escuchado que buscan reclutar personas de todo tipo para reforzar sus filas, y si tienen la intención de atacar un instituto como la U.A., debemos suponer que han logrado organizarse. Este no es el tipo de amenaza que debemos ignorar—.
Tsukauchi, siempre detallista en su análisis, miró a Izuku y Momo con respeto y curiosidad antes de preguntar.
—Midoriya, Yaoyorozu... sé que han pasado por una situación complicada, y ambos han demostrado ser capaces de mantenerse firmes en momentos de presión. Si pueden, nos gustaría escuchar de sus propias palabras cómo obtuvieron esta información—.
Izuku asintió y miró brevemente a Momo, buscando un breve momento de aprobación y apoyo antes de comenzar a hablar. Se aclaró la garganta y comenzó a relatar lo sucedido:
—Esta noche, alguien de confianza se acercó a mí con información sobre la Liga de Villanos. Al principio, pensé que podía tratarse de un rumor o de algo que podía no ser importante. Sin embargo, pronto comprendí que la amenaza era real—Izuku tomó aire, recordando cómo la información lo había golpeado la noche anterior—Según lo que me dijeron, la Liga de Villanos tiene intenciones de atacar la U.A., y específicamente de causar daño en uno de nuestros entrenamientos—.
Mientras hablaba, Momo asintió con la cabeza, acompañando sus palabras con un gesto de apoyo.
—Momo y yo discutimos las posibilidades y, con su ayuda, decidimos que lo mejor sería informar directamente a Nezu y a la policía, ya que claramente este no es un asunto que podamos manejar solos—añadió Izuku.
Kenji Tsugaramae observó atentamente, con los ojos entrecerrados. Su experiencia lo hacía particularmente agudo para detectar detalles en los testimonios.
—¿Quién fue exactamente la persona que te dio esta información, Midoriya?—preguntó, su tono sin ser acusador, pero con un dejo de escepticismo profesional.
Izuku dudó un momento, sin querer mencionar a Toga directamente.
—Es alguien que está en el borde entre los dos mundos—respondió finalmente—No quiero revelar su identidad, por razones de seguridad. Esta persona es alguien que... está en una situación complicada y prefirió mantenerse en el anonimato, pero fue lo suficientemente valiente como para alertarnos—.
Vlad King asintió con la cabeza, mostrando su comprensión hacia la decisión de Izuku de proteger a su informante. Eraser-Head mantuvo una expresión impasible, pero su mirada estaba completamente fija en Izuku, evaluando cada palabra.
All Might rompió el silencio, su tono lleno de preocupación.
—Si están planeando atacar la U.A., esto significa que están dispuestos a enfrentarse no solo a los estudiantes, sino a los héroes y a la infraestructura que la protege. Midoriya, Yaoyorozu, entiendo que esta situación podría haberlos puesto bajo mucha presión, pero su rapidez al actuar ha sido invaluable—.
Nezu dio un paso al frente para concluir su introducción:
—Esencialmente, lo que tenemos ante nosotros es una amenaza directa a la U.A., y como tal, no podemos permitir que esto quede sin respuesta. Quiero que todos aquí estemos preparados para un posible ataque. A partir de ahora, debemos reforzar la seguridad, y me aseguraré de coordinar personalmente con la policía y la Comisión de Seguridad Pública para garantizar que nuestras defensas sean impenetrables —.
Kenji Tsugaramae, desde la pantalla, asintió con la cabeza, y agregó:
—Dado que la Liga de Villanos es un grupo que busca dañar instituciones clave como la U.A., apoyaré en todo lo necesario. Enviaremos un equipo de vigilancia de inmediato para asegurar la seguridad en las áreas cercanas a los lugares de entrenamiento, y mantendremos líneas de comunicación abiertas con ustedes—.
Tsukauchi asintió, mirando a Nezu y luego a los demás:
—A partir de ahora, la vigilancia en el campus de la U.A. y sus alrededores será una prioridad—Después, miró a Izuku y Momo—Midoriya, Yaoyorozu, lo que han hecho ha sido muy valiente. El hecho de que informaran a tiempo de esta amenaza nos permitirá tomar las medidas necesarias—.
Nezu miró a ambos estudiantes con un aire de aprecio y seriedad.
—A partir de este momento, ambos deben mantener esto en secreto. No deben compartir esta información con otros compañeros, ya que podría crear una situación de pánico o llevar a que alguien haga algo imprudente. Confío en que actuarán con prudencia y continuarán con su educación sin que esto los afecte de manera negativa—.
Izuku y Momo asintieron, entendiendo la responsabilidad de mantener la confidencialidad. Sabían que sus compañeros estarían en peligro si esto se salía de control, y tenían que confiar en que los héroes y las autoridades de la U.A. manejarían la situación.
Finalmente, Nezu levantó la mano, concluyendo la reunión:
—A partir de hoy, todos aquí estarán atentos a cualquier cambio o señal que indique actividad hostil. La U.A. es un símbolo de esperanza y no permitiremos que se convierta en un blanco fácil. Nos prepararemos para cualquier contingencia y responderemos como corresponde—.
La reunión se disolvió en silencio, con cada uno de los héroes y agentes tomando sus posiciones y preparándose mentalmente para lo que estaba por venir. Mientras Izuku y Momo se dirigían a la salida, sintieron el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, sabiendo que estaban a punto de enfrentarse a un desafío que cambiaría el destino de la U.A.
Al salir de la reunión en la comisaría, la noche se sentía particularmente silenciosa, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento tras las revelaciones que acababan de escuchar. Las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia, y el aire fresco del anochecer comenzaba a envolver las calles. Izuku se detuvo por un momento, mirando a Momo antes de hablar.
—Fue una noche pesada...—dijo, su tono suave mientras buscaba sus palabras—Momo, si quieres, puedo llevarte a casa. Es tarde, y... después de todo lo que acabamos de escuchar, me sentiría mejor si sé que llegas bien—.
Momo sonrió, agradecida por el gesto. La preocupación de Izuku siempre la conmovía, y después de la tensión de la reunión, la idea de tener su compañía un poco más de tiempo la reconfortaba.
—Gracias, Izuku. Aprecio mucho que quieras acompañarme—respondió con una voz calmada, mirándolo a los ojos antes de caminar juntos hacia la salida.
Al salir, encontraron a Tanaka-san, quien había estado esperando pacientemente afuera. Con un ligero asentimiento de cabeza, Izuku le explicó su intención de llevar a Momo a su casa. Tanaka-san asintió y preparó el auto, abriéndoles la puerta con una leve inclinación respetuosa.
Durante el trayecto, el ambiente en el vehículo era tranquilo, casi solemne. Izuku y Momo iban en silencio, pero no era una incomodidad; en cambio, era un momento para procesar todo lo que habían escuchado y hablar sin necesidad de palabras. Las luces de la ciudad pasaban a su alrededor mientras se dirigían a la casa de Momo, y cada tanto, Izuku miraba de reojo a su compañera, notando cómo la seriedad en su rostro mostraba lo mucho que ella también estaba reflexionando.
Finalmente, cuando estaban a solo unas cuadras de su destino, Izuku rompió el silencio.
—Momo... ¿tú cómo te sientes con todo esto? Sé que es mucha responsabilidad y...—se detuvo, tratando de encontrar las palabras adecuadas—Solo quiero asegurarme de que estés bien—.
Momo suspiró y lo miró con una sonrisa leve, aunque la preocupación era evidente en sus ojos.
—Honestamente, estoy... un poco abrumada—admitió, cruzando las manos sobre su regazo—.Es una gran carga de información y, además, saber que todos mis compañeros estarán en peligro y que no puedo contarles... Pero, al mismo tiempo, confío en que estamos haciendo lo correcto. Y creo que estar contigo en esto... me ayuda mucho, Izuku. No sé si podría llevar esta carga sin alguien como tú a mi lado—.
Izuku asintió, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios. Las palabras de Momo le daban una extraña sensación de calma, un recordatorio de que no estaba solo en esta tarea y de que había personas en quienes podía confiar.
—Yo también siento lo mismo, Momo. Saber que estás aquí hace que esto sea... menos difícil. Gracias por confiar en mí—.
El auto finalmente se detuvo frente a la residencia de los Yaoyorozu, y Tanaka-san salió a abrir la puerta para ellos. Momo se despidió de él con una inclinación agradecida y luego se giró para mirar a Izuku una última vez antes de entrar.
—Gracias, Izuku. Por todo. Descansa, ¿sí?—dijo suavemente, colocándole una mano en el hombro y sonriendo con cariño antes de dirigirse hacia la entrada.
Izuku la observó hasta que la puerta se cerró detrás de ella, y solo entonces dejó escapar el suspiro que había estado conteniendo. Había mucho en juego y muchas decisiones importantes que tomar, pero esa noche, saber que no estaba solo le daba fuerzas para lo que fuera que viniera después.
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El callejón oscuro de Musutafu era un lugar familiar para Aizawa, pero no por gusto. Caminaba con pasos firmes, su mirada fría y calculadora fija en su objetivo: un punto de encuentro clandestino donde solían reunirse villanos de bajo nivel. La información proporcionada por Izuku y Momo sobre el ataque en la USJ lo inquietaba profundamente. Si era cierta, las consecuencias serían devastadoras, y Aizawa no era de los que dejaban cabos sueltos.
Llegó a una puerta metálica corroída por el óxido. Con un golpe seco, la empujó y entró en una sala tenue, iluminada por luces parpadeantes. La música suave de un radio apenas audible se detuvo cuando las figuras en la habitación lo vieron entrar. El silencio cayó como una pesada manta.
Los villanos se miraron entre ellos, algunos retrocediendo hacia las sombras instintivamente. Pero Aizawa no les dio oportunidad de escapar. Activó su quirk, su mirada fija paralizándolos.
—No quiero rodeos—declaró con voz baja pero cargada de amenaza—Hablen. ¿Qué saben de los movimientos recientes de la Liga de Villanos?—.
El grupo permaneció en silencio, pero un hombre de aspecto nervioso, conocido en el bajo mundo como Rogue, levantó lentamente las manos. Su cuerpo temblaba al captar la intensidad de los ojos de Aizawa.
—E-Eraser Head... no quiero problemas. Pero... sí, he oído algo— balbuceó, tratando de mantener la calma.
Aizawa dio un paso hacia él, lo suficiente para que la tensión en la habitación aumentara.
—Habla. Todo lo que sepas—ordenó, su tono sin margen para objeciones.
Rogue tragó saliva. Su mirada se desvió a los demás, pero nadie parecía dispuesto a intervenir.
—Shigaraki... he escuchado ese nombre... está organizando algo grande—empezó, su voz apenas un susurro—Está reclutando a villanos desesperados, ofreciendo poder y protección. Quieren atacar algo relacionado con héroes, algo importante—.
Aizawa levantó una ceja.
—¿Quién es ese tal Shigaraki?—.
El silencio cayó nuevamente en la habitación. Rogue miró a los otros villanos, esperando alguna respuesta, pero finalmente negó con la cabeza.
—No lo sé. Nadie parece conocerlo directamente. Solo es un nombre que flota por ahí, pero parece ser alguien importante... alguien que da miedo—dijo finalmente.
Aizawa apretó los labios, procesando la información. La mención de un nombre desconocido solo complicaba las cosas.
—Sigue hablando—exigió.
—Escuché que están planeando atacar una instalación de la U.A., un lugar de entrenamiento. No sé el nombre exacto, pero están preparando algo grande. Quieren hacer que los héroes se tambaleen... demostrar que no son invencibles—.
—Y... escuché que tienen algo nuevo, algo que han estado preparando. Lo llaman "Nomu"—.
Aizawa entrecerró los ojos, conectando las piezas con lo que ya sabía.
—¿Y qué es eso de los "Nomus"?—.
Rogue tembló al escuchar la pregunta.
—No sé mucho... solo que son armas vivas, algo... algo peligroso. Dicen que están hechos para destruir—.
El héroe dio un paso atrás, su mirada recorriendo la habitación.
—Si los llegó a ver ahí o descubro que me ocultaron algo, me aseguraré de que tarden meses en volver a las calles—amenazó, su voz gélida.
Los villanos se quedaron en completo silencio, asintiendo rápidamente ante la amenaza. Satisfecho por el miedo que había provocado, Aizawa giró sobre sus talones y salió del lugar.
Mientras caminaba por las calles desiertas de Musutafu, la información obtenida resonaba en su mente. El nombre Shigaraki era desconocido, pero estaba claro que se trataba de alguien peligroso y con recursos. Las menciones de los "Nomus" y un ataque a la U.A. confirmaban los temores iniciales, y su prioridad ahora era informar a Nezu.
Aizawa sabía que no podía ignorar esta amenaza. Si algo ponía en peligro a sus estudiantes, él estaría listo para enfrentarlo, pero también entendía que el enemigo estaba mejor preparado de lo que habían anticipado.
