El veintiséis de marzo de 1978, un grupo de salvadores del mundo mágico se reunieron en la bodega de Dervish and Banges y dos de ellos se pelearon por una taza con los colores de Gryffindor y un dibujo de la espada de Godric hasta que Sirius soltó un "ya tuve la espada real en la mano" y le cedió la taza a James.

—¿La de Godric Gryffindor? —James se sorprendió.

Veinte minutos más tarde, el gran grupo de salvadores del mundo mágico discutía porque Sirius había perdido un tesoro milenario en una cueva.

—¡Era Regulus o la espada! —decía Sirius—. ¡No tenía nada que pensar! ¡Adiós espada!

—¡Pero pudiste haber avisado! —le contestaba James en tono incrédulo—. ¡Profesor Grindelwald, no podemos dejar la espada allí! No podemos, ¿verdad?

Él vio hacia una esquina de la sala. Grindelwald tenía las piernas cruzadas y leía el periódico mientras bebía de una taza con el mismo dibujo de Albus Dumbledore que salía en los cromos coleccionables.

El profesor ni siquiera lo miró y le respondió sin alterarse.

—Eso se puede resolver en el transcurso de los próximos días, señor Potter.

Sirius se burló de su mejor amigo porque el profesor le había dado la razón y quiso tomar un trago de chocolate caliente de victoria, pero sintió el dolor en el brazo de nuevo y ahogó un quejido.

—¿Cuánto te falta ahí, Snivellus? —Sirius dejó que un agotado Remus lo ayudase a sostener la taza y cambiarla de mano a la que no había sido lastimada por la espada y el fuego.

Severus sacó una poción de su capa y se la lanzó a Sirius sin prestarle mucha atención. Estaba sentado en el sillón del fondo cubriendo las quemaduras del rostro de Regulus con ungüento.

Regulus ya tenía las dos manos y parte de los antebrazos vendados y le dirigió una mirada de disculpa a su hermano.

—Falta —masculló Severus, muy ceñudo—, así que si no te estás muriendo, sigue tomando las pociones para el dolor que están en tu comida y espera que termine aquí.

Las pociones estaban en todo. El chocolate caliente, la mermelada, la mantequilla, poción solidificada en pedazos de pan, el café, el jugo de calabaza, las salchichas. Era lo que lograba que no se hubiesen lanzado en las camillas de la enfermería para no volver a salir durante al menos un par de días, pero incluso así, había momentos en que las lesiones que sólo recibieron el tratamiento de emergencia molestaban, como Sirius enojado consigo mismo por no poder sostener algo con su mano afectada o James que casi se cayó porque aunque no sintiese el dolor su pierna había recibido una maldición y no soportaba su propio peso.

Sirius contestó algo en francés y se metió una tostada entera a la boca sin esperar que Severus se quejase de eso también.

—Sé lo que significa "amoureux", Sirius Black, y me parece una forma muy inmadura de intentar molestar a alguien.

Sirius miró con horror a su hermano y este pareció avergonzado porque hablar tanto francés cuando se frustraba significaba que Severus ya reconocía todavía más palabras. Él cambió al alemán para protestar, Regulus le respondió en el mismo idioma, y un poco más allá, Grindelwald soltó una risita porque entendía lo que se decían.

—Déjalos —Remus apoyó la cabeza en el hombro de Sirius. Apenas tenía un hilo de voz y esto hizo que tuviese su atención de inmediato.

Sirius lo envolvió con el brazo y le acercó la taza para que también tomase algo de poción. Las heridas de Remus no eran nada que no hubiese tenido durante las transformaciones ya que la piel de un licántropo en el estado "animal" era tan resistente como una superficie encantada para ser inmune a la magia. Pero eso también significaba que estaba igual de adolorido y cansado que después de una noche de luna llena en la que no durmió y Sirius haría lo que pudiese para ayudarlo incluso si él tampoco estaba muy bien.

Florence levitó alrededor de la sala durante unos segundos para comprobar que todo estaba bien y volvió a sentarse en el reposabrazos de la silla del profesor. O más bien, a flotar un poco por encima del reposabrazos.

—¿Tienes otra para moony? —le preguntó Sirius a Severus.

Severus frunció el ceño de nuevo al oír su voz, pero cuando oyó lo que pedía, buscó otra poción para el dolor entre sus cosas y se la arrojó.

—Dosis pequeñas. La dosis completa de repente lo hará quedar inconsciente y uno de sus ingredientes en grandes cantidades es una contraindicación para las demás pociones que…

—La tuya por si acaso —le dijo Sirius, vertiendo sólo algunas gotas de poción en el chocolate de Remus.

Severus apretó los párpados e inhaló profundo.

—No pagues tu mal humor con él sólo porque no has podido comer por curarme —Regulus le habló en tono suave—, Sirius también está lasti-

—No estoy de mal humor por no haber comido todavía —Severus hizo lo mejor que podía por mantener su tono tranquilo mientras retiraba el vendaje en las manos de Regulus para ver si el ungüento había funcionado en el tiempo en que se supone que debía hacerlo—. Estoy de muy mal humor porque estas pociones no están haciendo lo que deberían hacer y hace media hora deberías estar sin quemaduras y cicatrizando.

—No duelen —Regulus mantuvo la voz baja y suave—, podemos probar con algo que reaccione a lo que fuese que él le puso al agua de la cueva, no hay prisa. Y si se curan y dejan cicatrices tampoco pasa nada, muchas lesiones hacen eso- sólo le diré adiós a la gran belleza Black-

Él había intentado bromear y se llevó una mirada enojada y frustrada a partes iguales.

—No es divertido, Regulus, si te queda alguna cicatriz será porque yo no- agh. Olvídalo. Te dejaré con esto y puedes comer mientras tengas las vendas puestas, revisaré de nuevo cuando termines…

Sirius celebró de forma exagerada cuando su hermano menor al fin se acercó a la mesa improvisada que Pandora había montado con algunas cajas. Enseguida comenzó a servirle chocolate caliente con pociones sin sabor para el dolor y cualquier malestar.

Severus suspiró, revisó las pociones que le quedaban y se acercó al otro lado de la mesa, donde estaban James, Lily y Pandora.

—¿Cómo siguen tus heridas, Lil…?

Lily tenía las piernas extendidas sobre el sofá y la parte superior del cuerpo apoyada en James mientras se repartían todo lo que recogieron en un plato enorme, pero al verlo acercarse, flexionó las rodillas y gesticuló hacia el espacio ahora libre hasta que Severus resopló y se sentó.

—Salvamos al mundo mágico, Sev, ¿puedes respirar tranquilo durante dos segundos? —Lily recogió un trozo de salchicha y se lo ofreció con el tenedor—. ¿Por mí? ¿Sí?

Severus abrió la boca, recibió el bocado y rodó los ojos, pero asintió.

—Puedo intentar.

Un poco más allá, James había hecho un sonidito ahogado que sonaba a queja, por lo que Lily recogió otro bocado con el tenedor y lo movió hacia James sin dejar de hablar con su amigo. Él emitió otro sonidito, ahora feliz como un tarareo, y se comió el bocado.

—¿Y tú qué? —Severus se inclinó hacia adelante para ver a James más allá de Lily—. ¿Hay un rastro oscuro alrededor de las heridas o no?

James sacudió la cabeza.

—Parecen heridas normales de un duelo.

Severus asintió y buscó otro frasco en su capa. Esa vez Lily se lo quitó y fue ella la que vertió unas gotas en el jugo de calabaza de James porque esta poción no se podía mezclar con la que estaba en el chocolate caliente.

—Yo también sé de pociones —le recordó a Severus— y se supone que tú estás desayunando.

—Ya pasaron los dos segundos —excusó Severus, muy serio.

Ella lo ignoró y volvió a darle un bocado en la boca.

—¿Qué hay de ti? —Severus se dirigió a Pandora, que le mostró una sonrisita.

—Un par de maldiciones me dañaron la capa, nada más. Tengo rasguños, pero creo que son de wormtail cuando pensó que lo íbamos a dejar…

Peter, un asiento más allá, enterró el rostro entre las manos y se disculpó varias veces.

—¿Si te muerde wormtail te puede dar rabia o eso es sólo si te muerde padfoot? —les preguntó James a Lily y Severus antes de recibir el bocado que ella le estaba dando.

—¡Estoy escuchando y yo no doy rabia! —Sirius se quejó desde su asiento—. Moony, diles que mis mordidas no dan rabia y que a ti no te ha pasado absolutamente nada por-

—Sirius, intento comer —Regulus lo interrumpió sin levantar la vista de su plato—, habla de lo que le haces a tu novio cuando no tenga comida en la boca, gracias.

La sala se llenó de risitas y Sirius boqueó indignado antes de acusar a su propio hermano de tenerle envidia.

—Todo esto es porque yo sí-

—Sirius, deja de discutir con él —Remus le habló al oído—, los ruidos fuertes me dan dolor de cabeza.

—Sí, Remus —Sirius bajó la voz de inmediato y volvió a acercarle la taza de chocolate caliente.

—¿Cuándo le pones la correa? —le preguntó Regulus a Remus, señalando a Sirius de forma nada disimulada.

Remus contuvo la risa y negó mientras Sirius protestaba en francés y Regulus lo ignoraba con una expresión muy divertida.

Una vez terminaron su merecido desayuno, el profesor Grindelwald comprobó las lesiones que tenían, dio algunas indicaciones y sugerencias y luego les observó durante un momento en silencio.

—Estoy…gratamente impresionado —Grindelwald realizó una reverencia de duelista despacio y volvió a verles con una sonrisita— y ha sido un verdadero placer ser su profesor mientras desafiaban al destino.

—Nos va a hacer llorar —soltó Sirius en tono dramático porque la habitación se había quedado en silencio por mucho tiempo después de lo que dijo.

—Gracias, profesor —Lily fue la segunda en reaccionar.

Le siguieron varios "gracias, profesor" y sus variantes. Él pareció divertido.

—¿Estará en problemas con Dumbledore por lo que hicimos? —le preguntó Pandora en cuanto volvieron al silencio.

Grindelwald se dio cuenta de que esta pregunta hizo que todas las miradas volviesen a él y se pasó una mano por la barbilla.

—Bueno, hemos tenido un pequeño problema cada década desde que nos conocemos y no habíamos tenido uno estos años así que…es sólo para no perder la costumbre —bromeó, pero al notar que no dejaban de verlo, soltó un resoplido de risa—. No es algo por lo que mis estudiantes adolescentes deban preocuparse, ¿de acuerdo?

—Si necesita consejos, pídalos, profe —le dijo Sirius—, ya yo soy un experto en esto de tener novio.

—¿Quién dijo que lo eras? —Remus fingió una expresión pensativa.

Cuando Sirius hizo un sonido indignado, de nuevo hubo risitas cansadas en la sala.

—Ahora —El profesor Grindelwald llamó su atención y simuló no haberse reído también para no oír más quejas de Sirius—, vamos a…


Según El Profeta, Dumbledore había acabado con Lord Voldemort, y aunque esto bastó para limpiar su imagen, la Asociación de Padres votó en contra de restituir su cargo de director. Se llegó a un acuerdo con el Ministerio de que recibiría otra Orden de Merlín y se retiraría. Luego fue como si se hubiese desvanecido en el aire y lo más probable es que sólo el profesor Grindelwald supiese dónde estaba o qué hacía ahora que no era uno de los líderes del mundo mágico.

La enfermería estuvo llena durante dos días. Sirius necesitó dos días y medio para recuperarse del todo y huir a la Casa de los Gritos para acompañar a Remus, y al tercer día, sólo estaban Regulus en una camilla y Severus siguiendo de un lado al otro a la enfermera mientras hablaban de cómo eliminar ese rastro de contaminación mágica en sus heridas.

Al cuarto día, le dijeron a Regulus que se podía ir por la mañana. La enfermera por fin podía descansar tranquila sin un estudiante de último año siguiéndola incluso a la hora del desayuno y Severus se quedó dormido en una de las camillas casi tan pronto como supo que Regulus estaba bien y sólo le quedarían algunas marcas que se verían frente a cierto tipos de magia y no todo el tiempo.

Regulus soltó una risita al notarlo, se cambió a su camilla para sentarse a un lado de él y lo cubrió con una manta. Decidió disfrutar ese rato de silencio porque lo que tenía que hacer como Slytherin todavía no terminaba.

La Orden del Fénix fue reconocida por el Ministerio por el supuesto mérito que tenían en la derrota de Voldemort y parecía que la última misión que Dumbledore les encargó antes de desaparecer fue rastrear a cualquier Mortífago que hubiese escapado.

El problema es que su único referente era la Marca Tenebrosa que estaba incluso en los brazos de adolescentes que no querían que su familia corriese riesgo si se negaban a hacer algo y no tenían ningún tipo de medidor moral o de justicia que separase a alguien como Bellatrix de una estudiante de sexto que se estaba escondiendo con su madre para que no las mataran por "traidoras" en el momento en que se declaró la guerra. Después, al notar que era difícil descubrir quiénes tenían la marca, empezaron a dirigirse a las casas de las familias sangrepuras, sobre todo de las que tenían muchos miembros que fueron a Slytherin.

Había Slytherins con menos de quince años que lloraban en la Sala Común creyendo que la Orden se llevaría a sus familiares que querían ocultarse precisamente para no hacer aquello de lo que les acusaban. Familias enteras ni siquiera se atrevían a regresar a Hogwarts a quienes estaban en edad escolar o a dormir en sus casas.

La comunidad mágica lo veía bien. En Slytherin, se rumoreaba que la Orden necesitaba culpables si querían conservar el mérito que recibieron y tener algo de poder sin Dumbledore presente.

El día en que fueron a Hogwarts a buscar a un estudiante de tercer año y se lo llevaron porque querían encontrar a su hermano que había tomado la Marca Tenebrosa a los dieciséis, la Sala Común pareció a punto de estallar y había tantas personas hablando al mismo tiempo que Severus no podía separar las voces y entender qué decía quién.

—¡Ya cállense, llorones! —Barty les gritó desde la baranda de la escalera, donde estaba sentado—. ¡Quejándose no hacen nada!

—¡Barty! —Regulus lo reprendió con un siseo.

Barty resopló, se bajó de la barandilla y se metió a su cuarto. Regulus titubeó al pie de las escaleras.

—Ustedes saben lo que le pasó a Caspar —les dijo en voz baja al resto de Slytherins—. Barty no está…bien. No se lo tomen personal…

Severus asintió cuando él lo vio de reojo para indicarle que podía encargarse y Regulus corrió hacia su dormitorio para hablar con él.

Esto dejó a Severus solo frente a un grupo de Slytherins que querían saber si tenían que dejar el colegio por temor a que les tomaran como rehenes para atraer a sus familias.

Él quería decirles que usar la palabra "rehenes" era exagerado, pero la Orden realmente le escribió una carta a la familia del estudiante que sacaron del colegio y la situación no se veía bien si el otro lado podía tratar como "malvado" a cualquiera que entrase en lo que buscaban, hubiese hecho algo o no.

Severus respiró profundo e intentó calmarles.

—Hablaré con Lucius y Narcissa Malfoy hoy mismo. Saben que se puede contar con quienes vinieron a Slytherin antes, vamos a…pensar en algo.

Narcissa volvió a entrar al Ministerio al día siguiente, ahora llevando una capa con los colores Black y Malfoy y un conjunto de cartas envueltas en una cinta verde. Lucius la seguía de cerca y le daba miradas desagradables a cualquiera que viese a su esposa por mucho tiempo.

Lo que se sabía en Slytherin de la reunión con el Wizengamot es que fue un desastre, sangrepuras contra sangrepuras. De un lado estaban representantes de las familias antiguas que apoyaban a Dumbledore y del otro lado estaba Narcissa usando términos como "hostigamiento" y "cacería de brujas dentro de la misma comunidad mágica", diciendo que podía traer a representantes de más familias y más pruebas si hacía falta.

A pesar de sus esfuerzos, Slytherin no volvería a llenarse durante ese año escolar ni el siguiente. Un número importante de estudiantes abandonó Hogwarts por temor a la persecución teniendo a McGonagall como directora y la familia Zabini ayudó a reubicar a las familias en otras casas y a sus descendientes en edad estudiantil en otros colegios mágicos.

Quienes volvieron lo hicieron poco a poco y vacilantes. Sólo se movían en grupos y querían permanecer cerca de gente de confianza, lo que resultaba en que Regulus iba a una práctica de Quidditch seguido por tres Slytherin de primero o Severus tenía a dos niñas de segundo sosteniendo su capa mientras caminaban por el pasillo porque tenían clases en la misma zona del castillo. Los de tercero se encariñaron especialmente con Rosier, que comenzó a comprarles dulces para animarles, pero los de quinto solían vagar cerca de Mulciber intentando no hacer ruido para no molestarlo.

McGonagall reunió a todo Slytherin a principios de abril en el comedor y les aseguró que ella no pretendía ser parcial estando en el puesto de directora y que Hogwarts era tan seguro para alguien de Slytherin como para cualquier otra persona.

—El hostigamiento de cualquier tipo hacia una Casa no será aceptado, independientemente de qué tipo de mago haya salido de esa Casa —les dijo, muy seria—. A su edad, nadie tiene que pagar por las acciones de un adulto. Ni siquiera de sus propios familiares adultos.

La intención era buena y parecía sincera, pero eso no evitó que Severus y Regulus regresaran a la Sala Común seguidos por estudiantes de primero y segundo que sujetaban sus capas del uniforme.

—Me preocupa que Barty…—Regulus se detuvo al escuchar a Barty pelearse con un niño de tercero y suspiró—. Eso. Exactamente eso me preocupa. Está un poco…explosivo.

—Nunca ha sido la persona más tranquila del colegio —le recordó Severus en voz baja, a pesar de que tenían un hechizo sobre ellos porque no creían que debiesen preocupar a esas serpientitas que tenían detrás.

—Nunca ha estado sin Caspar tampoco —Regulus pareció decaído—. Era como su Sirius. No sé qué hacer para animarlo…

Por lo que oían, el niño le había ganado a Barty en una pelea de insultos, así que este corrió hacia Evan y se escondió detrás de él, incitándolo a regañar al niño.

—Tiene más pesadillas —siguió Regulus—, duerme menos y a veces habla y se ríe de forma un poco…frenética.

—Yo lo veo como siempre, pero más triste y sin su primo para controlarlo —aclaró Severus, ceñudo. Sabía que Regulus se quejaría de esa respuesta, así que agregó:—. Si tanto te preocupa…sólo acompáñalo. Como su amigo. Y sin intentar controlar su estado de ánimo.

Ahora Rosier fingía pelearse con el niño y las serpientitas detrás de ellos se separaban en dos grupos para alentar a cada uno. Barty comenzó a reírse, pegado a la espalda de Evan.

Severus los abarcó con un gesto y se encogió de hombros.

—Un poco como lo que pasó con Sirius cuando perdió a Florence, ¿recuerdas?

—Un proceso lento —Regulus se cruzó de brazos—. Demasiado lento.

Severus se encogió de hombros y decidió decirle al grupo de primero que si no se movían les dejaría por fuera de la Sala Común.

Ahora que McGonagall vigilaría que el colegio fuese seguro, se comprobó que no quedaba rastro de Voldemort y Slytherin volvía a ser un poco menos lúgubre, sólo quedaba un gran problema:

Seis Merodeadores tenían que presentar sus EXTASIS en junio. Grindelwald no podía resolver eso ni por mucho que se hubiese encariñado con ese grupo.

Ese era el único destino que no podían cambiar.