Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


Lily se detuvo ante Scorpius, que estaba a una distancia prudente de Elizabeth, a la mujer le agradaba que por fin le hubiesen quitado el castigo al rubio, y aunque William era demasiado eficiente en su trabajo, y en ningún momento la dejaba sola desde que había llegado al castillo, le agradaba mucho, que James hubiese decidido poner al hombre al cuidado de su hija, cuando cuidaba de ella, había hecho un buen trabajo, así que suponía que cuidar de la niña, era algo aunque quizás demeritorio para él, sabía que la niña, estaría a salvo a cuidados del guardia.

William —quien no se había quitado el casco en ningún momento desde que había llegado al castillo—, se movió rápidamente, sujetando al hombre del hombro, para que no se acercara más a la princesa, la mujer se giró ante la protesta.

—Eres un salvaje –gruñó el hombre y observó a la princesa, esperando a que ordenara que lo soltaran –me presento, soy Blaise Zabini –informó –consejero de la reina consorte, Druella Potter –sonrió fanfarronamente –ahora, ¿me permites?

—Desde luego que no, puede ser el consejero del rey mismo y no lo dejaré pasar.

—Suéltame, antes de que haga que la reina te eche a los cerdos –bufó –su majestad…

—El rey me ha puesto a cuidar de la princesa, así que lo haré.

—Descuide, ser William –sonrió Lily –es el consejero de la reina, ella responde por él.

El guardia por fin soltó al hombre, que observó con cierta altanería a la mujer pelirroja, sin duda, no le agradaba y Lily pudo notarlo, se acercó a ella y le dio una pequeña nota, pudo distinguir de inmediato la letra de Druella.

—Sí, princesa, la reina responde por mí, por lo tanto, no tengo que temer nada –murmuró, haciendo que la mujer lo observara sin comprender –es usted la hermana del rey, por lo tanto, merece mi respeto, pero no es más que eso, por favor, no demerite a la reina, o se lo haré saber.

—No he demeritado a nadie –murmuró amable Lily –ha sido la manera en la que ser William le dejara pasar sin tener que examinarlo o que se pusiera un poco agresivo –sonrió –usted lo ha dicho, después de mi hermano, ella es la máxima autoridad aquí, ¿no es cierto?

—Así es –aceptó.

—Por lo tanto, ha sido la forma en que bajó la guardia.

—No mucho –murmuró Zabini al ver al guardia sujetando la empuñadura de su espalda, nada convencido de su cercanía.

—Es un poco precavido –admitió –y protector.

—Son unos niños preciosos –murmuró el consejero –han sacado más del lado materno que del paterno, al parecer.

—Es algo que no se puede decidir, ¿no lo cree? Es algo que Dios, ha decidido, no yo.

—Sí, sí, claro, lo supongo, princesa –observó a los niños.

—Diga a la reina, que agradezco mucho su invitación, pero tengo que hacer un par de cosas, para el bautizo de mi hijo.

—Oh, ¿quiénes serán los padrinos? –Sonrió malicioso –supongo que la reina y el rey, ¿o no encontrará afortunado a ese niño? Tomando en cuenta, que podría ser el único heredero al trono.

—No –lo observó –el rey es el padrino de mi hija, Elizabeth –informó –así que mi marido, ha pensado en esta ocasión, que sea su hermano y su esposa, quienes sean los padrinos de Remus –le sonrió –y, señor Zabini, todos rezamos a Dios, porque la reina pueda darnos un hermoso y fuerte heredero, no hay necesidad de pensar que mi hijo pueda ser el heredero.

—¿Es acaso que no quiere que su hijo sea un rey? –Se burló.

—Ninguna madre, que pueda llamarse buena madre, y que, por lo tanto, ame a sus hijos, más que a ella misma, quisiera a su hijo en el trono, señor Zabini –admitió seria –y menos, sabiendo todo lo que ese lugar puede hacerle a una persona.

—Su hermano no es una mala persona, porque eso es lo que insinúa ¿no es así? Después de todo, ama a la reina con locura.

—Mi hermano fue capaz de asesinar a toda nuestra familia, eso no lo hace una buena persona, Zabini –sonrió ella.

—No a todos, al parecer, princesa –le regresó el gesto, acompañado de una suave caricia en la mejilla que pretendía deslizarse por el cuello, pero William lo sujetó de nuevo, jalándolo tan fuerte que cayó sobre su trasero.

—Vuelva a tocar a la princesa, y cortaré su brazo completo, ¿lo entendió? –Gruñó el hombre.

—Espera, no era necesario ser tan…

—Descuide, la reina sabrá de esto –murmuró fastidiado –hasta luego, princesa.

William no perdió de vista al hombre que avanzaba a grandes zancadas para alejarse lo más rápido que podía de ellos, una sonrisa involuntaria apareció en el rostro pecoso de la princesa, dándole un semblante bastante dulce y tierno, quiso imitar al recién humillado Zabini, y acariciar suavemente la mejilla de la mujer, haciéndole saber lo bonita y dulce que se veía, pero simplemente se limitó; no quería que sus acciones se malentendieran y llegaran a oídos de James; que sin duda, intentaría cortarlo en pedazos, y tenía una joven hermosa y dulce en casa; esperando por él, quien no tenía a nadie más que la protegiera.

—Fuiste bastante rudo con él, no hizo nada malo –murmuró Lily.

—La tocó inapropiadamente, princesa –contestó en un tono enfadado –fue muy poco lo que hice con él, y eso, porque noté que no quiere meterse en problemas con la esposa del rey.

—Bueno –hizo un mohín, un poco insegura –realmente no quiero problemas con ella.

—Usted tiene todo el favor del rey, ambos sabemos, princesa, que él lo hubiese decapitado en cuanto su mano tocó su mejilla, sin dudarlo un solo instante.

—Su alteza, es un poco exagerado, respecto a eso –sonrió dulce.

—Ni una gota de exageración, hubiese hecho lo mismo, sino estuviese presente la joven princesa Elizabeth –informó William.

Lily se giró hasta su hija, que jugaba tranquilamente en el jardín, completamente feliz de ver toda la variedad que su tío, había mandado plantar para ellas; sonrió encantada al ver a la niña, y a su guardia, que no había perdido detalle de lo que había pasado con Zabini, él mejor que nadie lo conocía, pues había pasado casi todo su tiempo cuidando de Druella.

—Hola, ser Malfoy –saludó Lily en un tono amable.

—Princesa –hizo una reverencia.

—Es un gusto volver a verlo, espero que mi hija no le dé muchos dolores de cabeza.

—Descuide, mi deber es cuidar de ella, sin importar lo traviesa que sea.

—Sin duda, perderlo a usted le será bastante imposible, yo nunca pude –sonrió.

—Es mi deber cuidar de ustedes, así que no se preocupe por nada, princesa.

—Sé, que puedo confiarte la vida de mi hija, así que agradezco todo lo que hace y hará por ella en el futuro, aún es muy pequeña para dar mucho dolor de cabeza.

—Sobre todo, si es un poco parecida a su padre –sonrió Scorpius.

—Se parece más de lo que podríamos querer ambos –aceptó la princesa, observando a Elizabeth, Remus, ha mostrado más mi carácter que el de él –admitió.

—Es una princesa aguerrida, es bueno, contrario a lo que la mayoría creería.

—Se lo agradezco.

Lily se alejó de ellos, y fue hasta su hija, que corrió alegre hasta su madre, para abrazarla y contarle como había sido parte de su día, y es que James le había dejado un par de meses, para que la pequeña Elizabeth, se adaptara al ritmo del castillo y la corte sin preocupaciones, pero después, Scorpius tenía instrucciones de que la niña comenzaría con clases de etiqueta, y todo lo que conllevaba ser una princesa, aunque era mujer, y primogénita, no tenía derecho alguno de ocupar el trono, aun así, tenía que ser tan culta como cualquier hombre, según lo dispuesto, por su tío, el rey.

—Su alteza no ha venido a jugar conmigo en todo este tiempo –musitó la niña.

—Cariño, su alteza real, tiene cosas que hacer, es normal que no tenga tiempo para jugar contigo, tiene un reino que gobernar, no es que no quiera.

—Cuando mi hermano crezca, tendré con quien jugar, ¿verdad?

—Su alteza y tu padre, han decidido que en cuanto te adaptes un poco, será momento en que comiences a aprender cosas, obligaciones de una princesa.

—Pero tú no tienes cosas que hacer –replicó la niña.

—La reina Druella, es quien se encarga de hacer las cosas, es su deber, como la esposa de su majestad.

—Vaya, tiene que ser muy inteligente –dijo sorprendida Elizabeth.

—Sí, sí, lo es, lo es, muy inteligente –sonrió emocionada la mujer al ver el entusiasmo de su hija porque la reina fuese muy inteligente.

—Y también es muy bonita, entiendo por qué su alteza se casó con ella, sus hijos serán hermosos e inteligentes ¿verdad?

—Sí, sin duda lo serán –sonrió triste Lily.

—Bueno, iré a jugar, en lo que tengo que ponerme a hacer cosas aburridas.

—Ve, corre y diviértete, pero no le des problemas a ser Malfoy, ¿quieres?

—Me portaré tan bien como pueda, lo prometo, madre –sonrió y se alejó corriendo.

La mirada triste permaneció en los ojos de la mujer ante las palabras de su hija, era normal que hablara con total honestidad, siempre había sido así, no se guardaba ningún pensamiento, igual que James, así que el hecho de que mejor Elizabeth estuviera pensando en los hijos de los reyes que ella, sin duda la dejó puesta sobre el suelo, había estado viviendo sobre un castillo en las nubes todos esos años, y todo porque sus celos no le permitían si quiera pensar en que James tendría que darle un hijo a Druella.

—X—

Zabini entró enfadado al salón donde la reina estaba, bastante tranquila, tomando una taza de humeante té, no dijo nada, esperaba que la reina se diera cuenta de su mal humor, y lo hizo, solo que realmente no le interesó en absoluto el enojo de su consejero, lo miró sin intención alguna de preguntar qué era lo que había pasado, al final, ella no era distinta a nadie dentro de los nobles.

—He entregado su nota, majestad –informó.

—Bien –dijo como si nada.

—La princesa se ha negado, dijo que tenía cosas más importantes que hacer –murmuró.

Aquello, sin duda por fin ocasionó algo en la mujer, que entrecerró los ojos ante la información recibida, estaba perdiendo cada vez más, la paciencia con su cuñada, se creía mejor que ella sin importar cuanto tiempo pasara, sin importar que ahora en la jerarquía, ella estaba más abajo, sin duda tendría que encontrar la manera de hacerle saber, cuál era su lugar, y lo mala que había sido su idea de seguir al imbécil de su marido de vuelta al castillo.

—Maldita zorra –gruñó.

—Sumando a las cosas –murmuró –su guardia me impidió acercarme a ella, y ha dicho, que, si algo le llega a pasar estando yo cerca, usted tendrá que responder por mí.

—Oh, es que cree que puede intimidar a mi sirviente diciendo algo así.

El hecho de que la reina, lo llamara simple sirviente y no consejero, sin duda enfadó más a Zabini, quien también se había engrandecido demasiado a lo largo de esos años, pretendiendo tener el favor de la reina consorte, cuando realmente veía, que nada de eso era cierto, fingió una sonrisa, pero estaba claro, que había depositado mal, su lealtad con los años, eso podría cambiar pronto.

—Descuida, creo que esta vez, haré algo al respecto, para que le quede claro, que con mi servidumbre no puede meterse.

—Gracias, majestad –fingió una sonrisa e hizo una reverencia forzada.

—Si no tienes más que hacer, puedes retirarte, Zabini, en unos minutos tengo una visita, así que quiero estar a solas.

—Está bien, majestad.

Volvió a inclinarse y avanzó hasta la puerta, abrió la puerta y antes de marcharse, echó una rápida mirada sobre su hombro, la reina dio un trago más a su té, así que salió del lugar, con un claro rencor creciendo en su pecho de forma irreversible.

—X—

James levantó la mirada cuando la puerta se abrió, había estado leyendo un par de pergaminos mientras caminaba por su despacho, ya se había cansado de estar sentado la mayor parte de la mañana, necesitaba estirar las piernas, y no podía ir a practicar un poco con la espada o cabalgar; lo que fuera, porque tenía pendientes.

—Majestad –murmuró Lily –perdón que lo interrumpa, me dijeron que está un poco ocupado, no…

—Descuida, ocupo distracción de esto –arrojó los pergaminos y le sonrió.

Avanzó hasta ella cuando la puerta se cerró, la sujetó de la cintura y la acercó contra él, mientras besaba su cuello, sonrió encantado al notar lo bien que olía, sin duda había estado paseando por el jardín que ordenó que arreglaran para ella.

—Majestad –lo alejó un poco de ella.

El castaño frunció el cejo, que no estuviera de ánimo para ello, sin duda era bastante confuso, después de todo, había regresado al reino, para poder estar más cerca, y poder tener esa clase de encuentros más seguido.

—Que no estés de humor para estar conmigo, me intriga ¿pasó algo malo?

—No, no –se apresuró a negar la mujer –es solo que Elizabeth…

—¿Malfoy no fue capaz de cuidar de ella?

Se hizo a un lado para pasarla e ir directo a la puerta, en búsqueda de Malfoy, para solo el rey sabría qué, así que ella lo sujetó de la mano, para detenerlo, aquello fue suficiente para hacer que se quedara y volviera su atención a ella.

—Me confundes, Lily, ¿qué está pasando con Elizabeth?

—Tiene cierto gusto, por tu esposa –informó.

—Rayos, no pensé que fuese a tener un mal gusto en personas –gruñó enfadado.

—Así que dijo algo, que sin duda no había pensado, o sí, es solo que no quiero admitirlo abiertamente ante ti.

—Pero lo harás, supongo –elevó una ceja.

—Es sobre ti, y Druella –suspiró –y en el hecho, de que realmente, es momento de que le des un hijo.

—Oh, creí que el hecho de ser hombre, y más que nada, el maldito rey, haría que jamás alguien, tuviese esa conversación conmigo –admitió enfurruñado –dime, y después de esto, vendrá un ¿y yo tengo que darle por fin un hijo a Edward Lupin? ¿Es tu forma de pedirme que te deje acostarte por fin con tu marido? –Elevó una ceja.

—Yo jamás voy a compartir el lecho con él –informó ofendida –soy tuya y eso será así hasta mi muerte ¿lo comprendes?

—Yo no estoy obligado a darle un hijo a Druella –informó –ella lo tenía claro, desde antes de casarnos, que no me interesa de esa manera, así que…

—Han pasado doce años, James, ¿crees que es justo para ella que todos crean que es incapaz de quedar preñada? –Sentenció dolida.

—No me interesa que es justo para ella, todos creen que tengo problemas para preñarla, pero si eso fuese un problema realmente, no tendríamos dos hijos, ¿cierto?

—James, por favor, no quiero que Remus II, sea rey, aun no arreglas nada sobre la sucesión.

—No planeó morirme pronto, así que no vería por qué –se burló.

—Porque la gente está suponiendo que será mi hijo, tu sucesor.

—La gente es inteligente, es lógico, Scorpius Malfoy es un hermano juramentado, no puede tener hijos, y, además, la línea de sucesión está de mi lado, así que, aunque él renunciara, y no lo ejecutaran por desertor, sus hijos no podrían heredar el trono, no legítimamente, solo quedaría Remus II –sonrió.

—Te lo suplico, solo un hijo –pidió Lily.

—Lily –se acercó a ella, en un tono bajo, con un movimiento sensual y una sonrisa seductora –dime ¿recuerdas cuantos intentos nos costó engendrar a nuestros hijos?

—Porque yo tomaba el té, cada que yacía contigo –le recordó –y no funcionó todas esas veces –musitó sonrojada.

—Sí, lo sé, pero… ¿solo quieres que le dé un hijo? –Cuestionó.

—¿A qué te refieres? –Preguntó confundida.

—Bueno –levantó tres dedos –tres hijos, y solo el más reciente, ha sido varón –sonrió –si quieres que le dé solo un hijo, da igual que nazca mujer o que nazca varón, pero si quieres que le dé un heredero, porque estás aferrada a que no pariste ninguno digno de ocupar mi lugar, ten en cuenta que tendré que yacer con ella por años, quizás, en lo que tengo la suerte de que esa mujer insípida y desagradable, pueda darme un varón.

—Yo… bueno…

—Dime, ¿podrías con el hecho de que yazco en su lecho y no en el tuyo cada noche?

El cuestionamiento era válido, si por doce años, había erradicado la sola idea de su cabeza, el hecho de tener que plantearle algo así, era tan desagradable que le provocaba el vómito, un desagrado completo, no quería, se negaba a pensar en que tenía que compartirlo con alguien más, por años, él solo había sido de ella, sin importar con cuantos más había estado antes, ahora solo era de ella.

—Solo dale un hijo –musitó al borde de las lágrimas –dale uno, como yo le he dado dos a mi marido –suplicó.

Cariño –la sujetó de la mejilla –tienes que sacrificar algo en tu vida, no todo puede ser tan maravilloso para ti –sonrió –no pienso poner a un bastardo Malfoy, en mi trono –informó –si quieres darle a Druella la dicha de dar a luz a un hijo, aunque no sea mío, tendrás que sentar a tu hijo varón en el trono –informó –o no hay manera, de que algo así pase.