Capítulo 36: Kagami vs kanata.
Kagami parpadeó repetidamente, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Finalmente, con una mezcla de incredulidad y cansancio, preguntó: "¿Por qué yo? ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?"
Kanata la miró con una expresión mezcla de tristeza y determinación. "Porque tú eres la única calificada para derrotar a ese hombre... a tu padre."
El corazón de Kagami se detuvo por un instante al escuchar aquellas palabras. Sus ojos se abrieron como platos y su respiración se aceleró. "¿De qué estás hablando?"
Kanata cerró los ojos un momento, intentando ordenar sus pensamientos. "Kagami, lo que te estoy pidiendo no es simple. Quiero que pelees conmigo. Quiero transmitirte mis experiencias, mis habilidades, todo lo que necesitarás para enfrentar lo que está por venir."
Kagami cruzó los brazos, suspirando profundamente mientras trataba de calmar su mente. "Eso todavía no explica nada. ¿Por qué necesitas que peleemos? ¿Y qué es eso de que no hay mucho tiempo?"
Kanata bajó la mirada hacia sus manos, visiblemente desgastadas y temblorosas. "Mi cuerpo... está en un estado crítico. Lo que ves aquí es solo un recipiente. Uno que está al borde de desmoronarse. No me queda mucho tiempo en este mundo. Por eso necesito que lo entiendas, Kagami. Si no peleamos ahora, no podré transferirte lo que necesitas."
Konata dio un paso adelante, su voz temblorosa. "¿Qué quieres decir con que no tienes mucho tiempo? ¡Si por fin estás aquí, mamá! ¡Por fin podemos hablar!"
Kanata levantó la mirada hacia su hija, su expresión llena de pesar. "Lo sé, Konata. Lo sé. Pero este cuerpo ya no puede sostener mi existencia por más tiempo. Lo siento, hija."
La sala quedó en un silencio tenso, roto solo por los suspiros de las personas presentes.
Misao, todavía apoyada contra la pared, frunció el ceño y golpeó el suelo con un pie. "Esto es demasiado. Primero nos lanzas todo esto y luego dices que vas a desaparecer. ¡¿Cómo se supone que debamos procesar todo esto?!"
Ayano colocó una mano en el hombro de Misao, aunque su propia expresión estaba llena de preocupación. "Misao, cálmate. Esto... es difícil para todos."
Minami, siempre tranquila, entrecerró los ojos y preguntó en voz baja: "Kanata, ¿estás segura de que no hay otra forma? ¿Que no hay otra manera de hacer esto?"
Kanata negó con la cabeza lentamente. "No hay otra opción. Esto es algo que solo Kagami puede hacer."
Patricia, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso hacia Kagami y colocó una mano en su hombro. "Kagami, entiendo que todo esto es abrumador. Pero si alguien puede hacer esto, eres tú. Yo confío en ti."
Kagami bajó la cabeza, sintiendo el peso de las expectativas de todos sobre sus hombros. Finalmente, levantó la mirada hacia Kanata. "Está bien. Si esto es lo que quieres, lo haré. Pero quiero respuestas. Quiero saberlo todo."
Kanata sonrió ligeramente, aunque su expresión seguía cargada de melancolía. "Lo sabrás todo a su debido tiempo. Pero primero, enfrentémonos. Prometo que después de esto, tendrás todas las respuestas que buscas."
Konata miró a su madre y a Kagami con ojos vidriosos, apretando los puños con fuerza. Aunque quería intervenir, sabía que no tenía el poder para detener lo que estaba a punto de suceder.
Kosuke, observando desde el fondo de la sala, murmuró: "Esto no se siente bien. Pero supongo que no tenemos otra opción."
Ryoko cruzó los brazos, mirando a Kagami con una mezcla de admiración y preocupación. "Kagami, sea lo que sea esto, no estás sola. Recuerda eso."
Kagami frunció el ceño mientras veía el estado frágil de Kanata. "Pero... ¿cómo vas a pelear en ese estado? Apenas puedes moverte sin que parezca que te vas a desmoronar."
Kanata soltó un largo suspiro, y de repente, con una velocidad que desafiaba toda lógica, apareció justo delante de Kagami, ignorando completamente el entorno en el que kanata se encontraba. La cercanía hizo que Kagami diera un salto hacia atrás por reflejo, levantando los brazos en posición defensiva.
"¡¿Qué...?!", exclamó Kagami, sorprendida.
Kanata sonrió con calma, sus ojos fijos en los de Kagami. "Como lo pensé... Reaccionas rápido. Muy bien."
Kagami apretó los labios, aun sintiendo la presión de la presencia de Kanata. "No subestimes a tus oponentes. Aunque estés en este estado, sigues siendo... de temer."
Kanata inclinó ligeramente la cabeza, una sonrisa ladeada en su rostro. "Gracias por el cumplido. Pero no olvides que aún tengo algo que enseñarte."
Kagami suspiró, relajando un poco los hombros, pero sin bajar la guardia. "Si insistes. Pero no creo que sea justo que peleemos aquí dentro. Hay un campo abierto afuera. Será más fácil moverse sin causar daños innecesarios."
Kanata asintió. "Me parece bien. Guíanos."
El grupo salió del recinto, caminando hacia un claro en el bosque cercano. El espacio abierto era amplio, con terreno llano y algunas rocas grandes alrededor, perfectas para que los espectadores se posaran a observar.
Kosuke, Ryoko y Konata se acomodaron en una gran roca que les daba una buena vista del campo, mientras los demás se dispersaban alrededor, manteniéndose a una distancia segura.
Kanata se posicionó en un extremo del claro, mientras Kagami hacía lo mismo en el lado opuesto. Ambas intercambiaron miradas serias, evaluándose mutuamente.
Kanata levantó una mano hacia Miki. "Miki, pásame mi katana."
Miki frunció el ceño, caminando lentamente hacia Kanata con la espada en manos. "Espero que no intentes nada extraño. Porque si lo haces, te las verás con todos nosotros."
Kanata soltó una breve carcajada mientras tomaba la katana con cuidado. "No tengo intención de dañar a nadie. Esto es solo entre Kagami y yo."
Miki retrocedió lentamente, aún vigilante, mientras Kanata desenvainaba la katana. La hoja brillaba incluso bajo la luz tenue del bosque, como si tuviera un aura propia.
Kagami, mientras tanto, comenzó a estirarse. Flexionó las piernas, rotó los hombros y movió los brazos en círculos amplios para relajarse. "Supongo que no tiene sentido preocuparme por formalidades... Estoy lista cuando quieras."
Kanata levantó la katana con una gracia sorprendente, considerando su estado físico. Su postura era firme y fluida, como si sus movimientos fueran parte de un baile cuidadosamente coreografiado. "Muy bien, Kagami. Mostremos a todos lo que eres capaz de hacer."
El aire en el claro se volvió denso. Todos los espectadores sintieron la tensión aumentar. Konata apretó los puños, mordiéndose el labio mientras veía a su madre y a Kagami enfrentarse.
Ryoko murmuró, mirando fijamente. "Esto no es un simple entrenamiento. Kanata va en serio."
Kosuke cruzó los brazos, asintiendo con gravedad. "Kagami tendrá que darlo todo si quiere estar a la altura."
Kanata adoptó una posición baja, lista para atacar, mientras Kagami ajustaba su postura, los ojos fijos en su oponente.
"¡Empecemos!", exclamó Kanata, y en un abrir y cerrar de ojos, se lanzó hacia Kagami, su katana brillando mientras cortaba el aire. Kagami reaccionó con precisión, esquivando hacia un lado justo a tiempo. La batalla había comenzado, el viento se detuvo, y todo parecía quedar en silencio mientras ambas combatientes se enfrentaban con la mirada. Kagami respiró profundamente, sus músculos relajados pero listos para reaccionar. Kanata, con su katana desenvainada, emanaba una presencia imponente, como si su debilitado cuerpo no tuviera importancia frente a su habilidad.
Kanata dio el primer paso. En un movimiento tan rápido como un rayo, se lanzó hacia Kagami, la katana trazando un arco mortal que parecía dividir el aire en dos. Kagami apenas tuvo tiempo de esquivar, lanzándose hacia un lado con una voltereta. La hoja pasó a centímetros de ella, dejando un corte limpio en una roca cercana, que se partió en dos como si fuera de papel.
"Eres rápida," comentó Kanata, su voz calmada, pero con un tinte de aprobación. "Pero no será suficiente si no encuentras una manera de contraatacar."
Kagami aterrizó con gracia, sus ojos fijos en su oponente. "No subestimes mi velocidad," respondió, y se lanzó hacia Kanata, cerrando la distancia en un instante.
Kanata giró sobre sus talones, blandiendo la katana en un corte horizontal. Kagami se agachó justo a tiempo, deslizando su cuerpo por debajo de la trayectoria de la hoja y aprovechando para lanzar un golpe directo al costado de Kanata.
Kanata bloqueó el ataque con el mango de su katana, desviando el puño de Kagami con una facilidad impresionante. "Buen intento, pero tu fuerza bruta no será suficiente contra experiencia."
Kagami retrocedió rápidamente, evitando un contrataque vertical que Kanata lanzó con fuerza. La katana se hundió en el suelo, levantando una nube de polvo y dejando una grieta profunda en la tierra.
"No se trata de fuerza bruta," dijo Kagami mientras se movía ágilmente alrededor de Kanata, buscando un punto débil. "Es cuestión de técnica... y oportunidad."
Kagami dio un salto hacia atrás, ganando distancia, y luego corrió hacia una roca cercana. Usó el impulso para saltar y lanzarse hacia Kanata desde arriba. Kanata reaccionó rápidamente, levantando su katana en posición defensiva. Kagami, en el aire, cambió de dirección a última hora, aterrizando detrás de Kanata y lanzando una patada a su espalda.
Kanata giró justo a tiempo para bloquear con el lado plano de su katana, pero la fuerza del impacto la obligó a retroceder un paso. "Impresionante," dijo Kanata, con una sonrisa en los labios. "Tienes buena estrategia, pero no bajaré la guardia."
Kanata dio un paso adelante, su katana trazando cortes en diagonal que parecían imposibles de esquivar. Kagami los evitó uno tras otro, usando su agilidad para esquivar hacia los lados, saltar hacia atrás e incluso deslizarse por el suelo. Uno de los cortes golpeó otra roca, partiéndola en fragmentos.
"¿Siempre has sido tan destructiva?" preguntó Kagami con una mezcla de nervios y admiración, mientras esquivaba otro golpe que pasó peligrosamente cerca de su rostro.
Kanata se detuvo por un momento, su katana en posición baja, y la miró con una sonrisa casi nostálgica. "Cuando peleas por proteger algo importante, no hay espacio para contenerse."
Kagami aprovechó ese momento de pausa y corrió hacia Kanata, lanzando un puño hacia su rostro. Kanata lo bloqueó con el mango de su katana, pero Kagami no se detuvo. Giró sobre su eje y lanzó una patada lateral que impactó el hombro de Kanata, haciéndola retroceder unos pasos.
"¿Y qué es lo que estás protegiendo ahora?" preguntó Kagami, respirando agitadamente.
Kanata se mantuvo en silencio por un momento, luego levantó su katana de nuevo, sus ojos brillando con determinación. "A mi hija... a mi familia... y a ti."
Kagami quedó momentáneamente atónita, pero no tuvo tiempo de procesarlo. Kanata se lanzó hacia ella con una rapidez renovada, su katana trazando cortes en formas impredecibles. Kagami apenas podía mantener el ritmo, esquivando por milímetros mientras buscaba una oportunidad para contraatacar.
Finalmente, Kanata hizo un corte en diagonal con tanta fuerza que Kagami tuvo que saltar hacia atrás para evitarlo. La hoja impactó el suelo, creando una explosión de polvo y fragmentos de roca.
Aprovechando la cortina de polvo, Kagami corrió hacia Kanata, apareciendo de repente a su lado y lanzando un codazo a sus costillas. Kanata giró y bloqueó con el mango de su katana, pero Kagami usó el impulso para lanzar otro ataque con su pierna, que esta vez impactó en el antebrazo de Kanata, haciéndola soltar la katana.
Kanata retrocedió, respirando pesadamente, pero con una sonrisa. "Eso fue... excelente."
Kagami, con gotas de sudor en su frente, se inclinó ligeramente, jadeando. "Eres increíble... pero ya estás al límite."
Yuki, sentada majestuosa sobre Fenrir, llegando junto a koji detrás observaban la pelea con interés, mientras Koji, con los brazos cruzados, decía con una sonrisa despreocupada: "¿Ya empezó?"
Kosuke, desde una roca cercana, les lanzó una mirada seria. "Sí, y cállense. Esto está a otro nivel."
Kagami, con gotas de sudor recorriendo su rostro, mientras Kanata, aparentemente agotada, se apoyaba en su katana clavada en el suelo. Pero entonces, algo cambió. El aire se volvió denso, casi opresivo. Una energía palpable emanaba de Kanata, haciendo que incluso los más experimentados combatientes entre los observadores sintieran un escalofrío.
Kanata se enderezó lentamente, y frente a los ojos atónitos de todos, su cuerpo comenzó a rejuvenecer. Su piel recuperó su brillo, sus movimientos se hicieron fluidos y llenos de vigor, y sus ojos ahora brillaban con una intensidad sobrenatural.
"¿Qué demonios…?" murmuró Kenji, ajustándose sus gafas.
"Está rejuveneciendo," dijo Miki, apretando los puños. "¡que demonios es esto!"
Kagami, con los ojos muy abiertos, dio un paso atrás. "¿Qué significa esto?"
Kanata sonrió, levantando su katana con facilidad, como si su cuerpo nunca hubiera sufrido. "Aún no es suficiente, Kagami. Ahora sí, muéstrame de qué estás hecha."
Sin previo aviso, Kanata desapareció de su posición, apareciendo frente a Kagami en un parpadeo. Antes de que Kagami pudiera reaccionar, la hoja de Kanata trazó un corte en diagonal que apenas esquivó, pero no completamente: un corte superficial apareció en su brazo.
"¡Maldición!" exclamó Kagami, retrocediendo mientras sujetaba su brazo.
"Vamos, no te detengas ahora," dijo Kanata con una sonrisa feroz. "Entretenme. Sígueme el ritmo."
Kanata atacaba con una velocidad y precisión increíbles. Sus cortes eran fluidos, encadenando ataques en diferentes direcciones sin descanso. Kagami hacía todo lo posible por esquivar, pero ahora cada movimiento era más difícil. Uno de los cortes pasó peligrosamente cerca de su rostro, dejando una pequeña herida en su mejilla.
Kagami intentó contraatacar. Corrió hacia Kanata, lanzando un combo de golpes y patadas. Pero Kanata bloqueaba con su katana o esquivaba con una agilidad impresionante, moviéndose como una sombra.
"Eres rápida, pero te falta algo," dijo Kanata, mientras giraba sobre su eje, lanzando un corte horizontal que Kagami apenas logró evitar, rodando por el suelo.
"¿Qué me falta?" gritó Kagami, levantándose rápidamente.
"Convicción," respondió Kanata, acercándose con un ataque vertical que Kagami desvió con una patada, aunque el impacto la hizo tambalearse.
Kagami jadeaba, su cuerpo comenzando a resentir el esfuerzo. Pero no se rindió. Dio un paso adelante y lanzó una patada giratoria, apuntando al rostro de Kanata. Kanata se inclinó hacia atrás para esquivar, pero Kagami giró su cuerpo rápidamente, lanzando un codazo hacia su torso.
Kanata retrocedió ligeramente, pero en lugar de molestarse, sonrió. "Eso es. No dejes de intentarlo."
Kanata contraatacó con una serie de cortes en ráfaga. Kagami logró esquivar los primeros, pero uno de ellos la alcanzó en el costado, rasgando su ropa y dejando una herida superficial.
"¡Ah!" Kagami retrocedió, llevándose una mano al costado.
Konata, desde la distancia, apretó los puños. "Esto es demasiado. ¿Por qué tiene que pelear de esta manera?"
Yuki, con los brazos cruzados, observaba con interés. "Kanata la está poniendo a prueba. Quiere asegurarse de que Ma… Kagami pueda manejar lo que viene."
Fenrir, sentado junto a ella, gruñó suavemente, como si también estuviera ansioso por intervenir.
Kagami, ignorando el dolor, volvió a lanzarse hacia Kanata. Usó su velocidad para moverse en círculos, buscando un punto débil. Finalmente, encontró una apertura y lanzó un golpe directo hacia el brazo de Kanata, obligándola a soltar su katana momentáneamente.
Kanata no perdió la compostura. Dio un paso atrás, recuperando la katana con un movimiento fluido, y luego usó el mango para golpear a Kagami en el estómago, haciéndola retroceder.
"Muy bien, Kagami," dijo Kanata, respirando ligeramente agitada. "Estás mejorando. Pero aún no es suficiente."
"¿Aún no…?" murmuró Kagami, con una mezcla de frustración y determinación en su rostro.
Kanata levantó su katana, apuntando hacia Kagami. "Muéstrame tu verdadero poder. Si no lo haces, nunca tendrás una oportunidad contra él."
Kagami, con el sudor cayendo por su rostro y el cuerpo lleno de pequeñas heridas, apretó los puños. "Si eso es lo que necesitas… entonces te lo daré."
Kagami cerró los ojos y respiró profundamente, dejando que una extraña calma se apoderara de ella. Su postura cambió: su cuerpo parecía más firme, como si todo su ser estuviera enfocado en lo que estaba por venir.
Kanata arqueó una ceja, intrigada. "Hmmm... Ahora sí creo que vas a entretenerme," dijo con una sonrisa llena de expectativa.
En un instante, Kanata desapareció de su posición, apareciendo detrás de Kagami con una velocidad vertiginosa. Lanzó un corte directo, rápido y certero. Pero para su sorpresa, Kagami no esquivó. Golpeó el filo de la katana con su mano desnuda.
El impacto resonó en el aire como un trueno. Kanata retrocedió ligeramente, su mirada llena de asombro. "¿Qué…? ¿Cómo hiciste eso?"
Kagami bajó la mano lentamente, y Kanata notó que la piel donde golpeó la espada parecía haberse endurecido. "¿Por qué tu piel se volvió tan dura de repente?" preguntó Kanata, casi incrédula.
Pero antes de que Kanata pudiera procesar completamente lo ocurrido, el lugar donde Kagami recibió el corte comenzó a sangrar. Una línea roja se deslizó por su brazo, demostrando que el golpe había dejado su marca, aunque no tan profundamente como debería.
Kagami miró la herida y habló con serenidad. "No puedo mantener esto mucho tiempo. Pero con esto... debería ser suficiente."
Kanata observó la sangre y sonrió ampliamente, emocionada. "Esto será interesante," dijo con un tono alegre, casi infantil.
Konata, que había estado mirando preocupada, dio un paso adelante involuntariamente. "¿Qué está haciendo Kagami? ¡Eso es una locura!"
Kosuke frunció el ceño, su mirada fija en el combate. "Eso no es algo que se aprenda fácilmente. Parece que está usando un tipo de técnica de endurecimiento corporal... pero es demasiado peligrosa si no la domina, además lo que acaba de hacer fue improvisado."
Ryoko, sentada en una roca cercana, apretó los labios con fuerza. "Ella está empujando sus límites. Si falla, podría terminar seriamente herida."
Yuki, desde la espalda de Fenrir, miraba con una sonrisa tranquila pero evaluadora. "Interesante... Kagami está evolucionando en medio de la batalla".
Fenrir gruñó suavemente, inquieto.
Miyuki se llevó las manos a la boca, su rostro lleno de preocupación. "¿Por qué Kagami está arriesgándose tanto? ¿Qué está intentando probar kanata?"
Patricia apretó los puños, con una mezcla de miedo y admiración. "Porque sabe que no tiene otra opción. Kanata no la dejará ganar fácilmente. Pero... esto no es justo. ¡Está peleando con alguien que claramente tiene ventaja!"
Minami suspiró, manteniendo su mirada fija en la escena. "Esto no se trata de justicia. Kagami está demostrando que está dispuesta a hacer lo que sea necesario... incluso si eso significa dañarse a sí misma."
Kanata, aún con su sonrisa, levantó su katana nuevamente, apuntando directamente hacia Kagami. "Muy bien, pequeña. Si esto es lo que tienes, entonces muéstramelo. ¡Vamos a jugar un poco más!"
Kagami apretó los puños, sus ojos encendidos con una mezcla de determinación y adrenalina. "No me subestimes," respondió, asumiendo una postura defensiva.
La pelea al pasar el tiempo, alcanzó un nuevo nivel de intensidad. Kanata rejuvenecía visiblemente con cada movimiento, su velocidad y precisión haciéndose casi imposibles de prever. A pesar de los intentos de Kagami por mantenerse al día, cada vez se sentía más superada.
Kagami lanzó un golpe directo, pero Kanata, como si su cuerpo fuera un espectro, lo esquivó con una gracia inquietante. Antes de que Kagami pudiera reaccionar, su cuerpo se llenó de cortes superficiales, rápidos y certeros, como si una tormenta de cuchillas hubiera pasado a su lado.
El impacto acumulativo casi hizo que Kagami cayera de rodillas. Su respiración era pesada, y gotas de sangre caían de sus heridas al suelo. Kanata la miró con una sonrisa satisfecha.
"Sabía que con esos cortes no serían suficientes para matarte," dijo mientras giraba la katana juguetonamente. "Pero te están ralentizando, y eso es suficiente por ahora."
Desde la distancia, Miki frunció el ceño y dio un paso adelante, dispuesta a intervenir. Sin embargo, antes de que pudiera moverse, Kagami golpeó el suelo con fuerza.
El terreno tembló, y grietas se extendieron rápidamente, desestabilizando a Kanata. Por primera vez, Kanata perdió el equilibrio, retrocediendo ligeramente. Sus ojos se abrieron con sorpresa y fascinación.
"¿Qué es esto?" murmuró. "Está incrementando su fuerza... ¿y obligándome a retroceder?"
Kanata se detuvo por un momento, observando cómo Kagami parecía comenzar a anticipar sus movimientos. Su sonrisa se amplió.
"Interesante. Estás empezando a comprender mis patrones. Esto será aún más divertido."
Kagami no desperdició el momento. Se abalanzó hacia adelante, sus ojos llenos de determinación mientras lanzaban otro golpe directo, más poderoso que antes. Pero Kanata, con movimientos calculados, utilizó el mango de su katana, invirtiéndolo rápidamente para golpear con fuerza el estómago de Kagami.
La fuerza del impacto tomó por sorpresa a Kagami. El golpe no solo anuló su ataque, sino que usó su propio ímpetu en su contra, enviándola volando varios metros. Kagami impactó contra el suelo con fuerza, cerca de Miyuki y Patricia, quienes corrieron hacia ella de inmediato.
Kagami se giró lentamente, tosiendo, y pequeñas gotas de sangre mancharon el suelo. Miyuki y Patricia se detuvieron en seco al ver su estado, el miedo y la preocupación reflejados en sus ojos.
"Kagami, ¿estás bien?" preguntó Patricia, temblando ligeramente.
Miyuki se inclinó hacia ella, sus manos extendidas para ayudar. "Por favor, no te esfuerces más. Déjalo aquí..."
Kagami, a pesar del dolor evidente, levantó una mano, indicándoles que no se acercaran.
"No... No se acerquen," dijo con voz ronca, pero firme. Luego levantó la mirada hacia Kanata, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y resolución. "Estoy a punto de descubrir algo. Así que sigamos peleando."
Kanata, que había estado observando, dejó escapar una carcajada.
"¡Eso es lo que quiero escuchar!" exclamó, levantando su katana y poniéndose en posición. "Vamos, Kagami. Muéstrame lo que has descubierto."
Kosuke murmuró para sí mismo. "Esta chica... Está aprendiendo mientras pelea.
Ryoko apretó los dientes, sus manos firmemente sujetas a las rocas cercanas. "No sé si esto es valentía o locura... pero tiene agallas."
Konata observaba con los puños cerrados, una mezcla de orgullo y miedo en su rostro. "Kagami... Por favor, no te rompas."
Incluso Fenrir, normalmente impasible, dejó escapar un gruñido bajo, mientras Yuki acariciaba su cabeza con calma. "Creo que esto está por terminar," comentó Yuki, observando cada movimiento con atención.
La pelea alcanzó un punto crítico cuando Kanata, aún con su rejuvenecido estado, se dio cuenta de algo desconcertante: sus cortes, tan precisos y letales, ya no tocaban a Kagami. Con cada movimiento ágil de Kagami, parecía como si estuviera anticipando cada ataque, moviéndose justo lo suficiente para evitarlos.
Kanata frunció el ceño, acelerando sus movimientos y cambiando el ritmo de sus cortes, pero fue inútil. En un instante, Kagami apareció detrás de ella.
"¿Cómo es posible?" murmuró Kanata, girándose rápidamente para lanzar un corte con su katana.
Antes de que la hoja pudiera alcanzar a Kagami, esta reaccionó con una precisión asombrosa, usando su muñeca para golpear hacia abajo el filo de la katana. El sonido del metal partiéndose resonó en el campo, y la hoja se rompió en dos, cayendo al suelo en pedazos.
Los ojos de Kanata se abrieron con asombro y una pizca de respeto. "¿Rompiste mi katana...desde abajo?"
Sin perder un segundo, Kanata adaptó su postura, empuñando la mitad restante de la katana como un arma improvisada. Con una rapidez impresionante, lanzó un golpe directo al rostro de Kagami. El impacto fue devastador, enterrando la cabeza de Kagami en el suelo y dejando un cráter que vibró con la fuerza del golpe.
Kanata retrocedió, respirando con dificultad. Su cuerpo comenzaba a mostrar signos de agotamiento extremo. Cada movimiento que hacía ahora se sentía más pesado, más forzado.
"Esta chica..." pensó para sí misma, "Está rompiendo sus propios límites frente a mis ojos."
Antes de que pudiera analizar más, un sonido de movimiento llamó su atención. Para su asombro, Kagami comenzó a levantarse lentamente del cráter, su rostro cubierto de polvo, pero con una mirada decidida que parecía atravesar el alma.
Kanata intentó prepararse para otro intercambio, pero en cuanto dio un paso hacia adelante, su cuerpo finalmente cedió. Cayó de rodillas al suelo, soltando la mitad rota de su katana mientras su respiración se volvía irregular.
"Se me acabó el tiempo..." murmuró con una sonrisa cansada.
Kagami, al ver a Kanata desplomarse, corrió hacia ella con preocupación genuina. La sostuvo con cuidado antes de que pudiera caer completamente al suelo.
"¡Kanata!" exclamó Kagami, apoyándola contra su cuerpo.
Kanata entrecerró los ojos, observando a Kagami con una expresión burlona pero afectuosa. "Eso duele, tonta... ¿No podías contenerte un poco más?"
Kagami dejó escapar una risa suave, a pesar de estar al borde de su propio límite.
"Gracias... por todo," dijo con sinceridad.
Kanata esbozó una sonrisa, aunque su cuerpo comenzaba a debilitarse aún más.
"No me des las gracias todavía. Todavía queda mucho por hacer... Pero debo decir que me has sorprendido, Kagami. Sigue así. Nunca dejes de superar tus límites."
Mientras Kagami sostenía cuidadosamente a Kanata, notó cómo su cuerpo comenzaba a cambiar rápidamente. La piel de Kanata, antes rejuvenecida y vital, ahora parecía arrugada y frágil, como si toda su energía se hubiera consumido en la batalla.
"Kanata... tu cuerpo..." murmuró Kagami, con una mezcla de preocupación y asombro en su voz.
Kanata dejó escapar una risa suave, aunque claramente agotada. "¿Lamentable, no? Debo verme como una abuela vieja y cansada."
Kagami negó con la cabeza, intentando encontrar las palabras correctas, pero Kanata levantó una mano débil para detenerla. "No importa. Esto no tiene remedio. Pero... antes de que este cuerpo termine por ceder, quiero hablar con mi hija."
Kagami asintió y se puso de pie lentamente, dejando a Kanata apoyada contra una roca. "Entendido. Espera aquí." Pero antes de que pudiera llamar a Konata, esta ya estaba a su lado.
La velocidad con la que Konata llegó tomó a todos por sorpresa, especialmente a Kotaro, quien arqueó una ceja y murmuró para sí mismo, "Esa velocidad... No está mal, pero no es algo que deba impresionar tanto."
Konata, agachándose junto a su madre, tomó su mano con delicadeza. El rostro de Kanata se suavizó al ver a su hija tan cerca.
"Konata," comenzó Kanata, su voz suave pero firme, "quiero que me cuentes todo lo que pasó mientras yo no estaba... Qué fue de ti, de tu padre... y de todo lo que vivieron sin mí."
Konata apretó la mano de su madre, respirando hondo antes de responder. "Papá... papá hizo todo lo posible para cuidarme. Fue difícil, mamá. Había días en los que apenas podíamos comer, pero nunca se rindió. Siempre buscaba una manera de salir adelante."
Sus ojos comenzaron a humedecerse mientras continuaba. "Nunca dejó de hablar de ti, de cómo algún día regresarías. Me enseñó a pelear, a sobrevivir, y a no perder la esperanza. Incluso en los momentos más oscuros, siempre me decía que tú estabas ahí, en algún lugar, luchando por nosotros."
Kanata asintió lentamente, con una pequeña sonrisa en sus labios. "Tadao siempre fue así... fuerte y terco. Me alegra saber que te cuidó bien."
Konata tragó saliva y continuó, "Yo también intenté mantenerme fuerte, pero... hubo muchas veces en las que sentí que no podía más. Siempre pensaba en ti, mamá. En cómo quería que estuvieras orgullosa de mí, de la hija que dejaste atrás."
Kanata levantó su mano y la colocó suavemente en la mejilla de Konata. "Estoy orgullosa de ti, Konata. Siempre lo estuve, incluso cuando no podía estar a tu lado."
De repente, el tono de Kanata cambió, adoptando una expresión más ligera y traviesa. "Ahora, dime... ¿ya tienes a alguien? ¿O estás enamorada de alguien?"
Konata abrió los ojos con sorpresa. "¿Qué?"
"Vamos, hija," insistió Kanata con una sonrisa, "Quiero saber si alguien ha capturado tu corazón."
Konata, visiblemente nerviosa, desvió la mirada. Sus ojos se dirigieron a Kagami por un breve momento antes de volver a su madre. Finalmente, suspiró y dijo con voz tímida, "Hay alguien... pero aún no se lo he dicho."
Kanata esbozó una gran sonrisa, mostrando una alegría genuina. "¡Eso me alegra tanto, Konata! Saber que tienes a alguien especial en tu vida me da mucha paz."
Kagami, que había estado escuchando desde cerca, parpadeó sorprendida por la declaración de Konata. "¿Eh? ¿Konata? ¿De verdad? Eso... es raro viniendo de ti, pero me alegra que haya alguien que te guste tanto."
Konata soltó una pequeña risa, rascándose la nuca. "Bueno, todos tienen su lado sensible, ¿no?"
Cuando Kagami y Konata voltearon hacia Kanata, se dieron cuenta de que ella ya había muerto. Sin embargo, su rostro mantenía una expresión serena, con una sonrisa tranquila que parecía transmitir paz.
Konata no pudo contenerse y comenzó a llorar. Las lágrimas caían sin control mientras intentaba procesar la pérdida. Kagami, aunque también sintió el peso de la situación, apenas dejó caer un par de lágrimas mientras contenía su emoción. Respiró hondo, se levantó y con cuidado tomó el cuerpo de Kanata en sus brazos.
"Kagami..." murmuró Konata entre sollozos.
Kagami miró a Konata con determinación y le dijo, "Vamos."
Konata asintió, limpiándose las lágrimas con las mangas, aunque no lograba detenerlas. Caminó al lado de Kagami mientras sus hombros temblaban de tristeza.
Mientras avanzaban, Kagami reflexionaba en silencio, sus pensamientos resonando en su mente. "No pienso desperdiciar lo que me enseñaste, Kanata. Usaré todo esto para derrotar a la amenaza de una vez por todas. No permitiré que tu sacrificio sea en vano."
El resto de las personas que habían presenciado el enfrentamiento comenzaron a ponerse de pie. Primero, en un solemne silencio, y luego, como si fuera un gesto espontáneo y colectivo, comenzaron a aplaudir. Un homenaje a Kanata y a Kagami, a su valentía y fortaleza.
El aplauso resonaba a través del campo, pero Kagami, que cargaba el cuerpo de Kanata, no pudo evitar sentir una punzada de incomodidad. En su mente, murmuró con cierto fastidio: "¿En serio? ¿Ahora mismo? ¿No pueden leer el ambiente, por favor?"
Konata, aunque todavía lloraba, miró a las personas que aplaudían. Su dolor no disminuía, pero en cierto modo, parecía reconfortante que su madre fuese reconocida por quienes estaban presentes. A pesar de todo, siguió caminando junto a Kagami, mientras las lágrimas seguían cayendo. Mientras Kagami caminaba, sosteniendo el cuerpo sin vida de Kanata, se detuvo abruptamente, algo en el aire cambió. En ese instante, Sojiro, el padre de Konata, apareció frente a ellas. En un movimiento casi imperceptible, desenvainó su katana, que apuntaba directamente al rostro de Kagami.
El filo se acercó peligrosamente, pero Kagami reaccionó con calma. Sin inmutarse, atrapó la hoja entre dos dedos, deteniéndola a milímetros de su cara.
"Lo sé, estás molesto," dijo Kagami con un tono neutral, aunque sus ojos reflejaban cansancio.
Konata, boquiabierta, retrocedió un paso. "¡Papá! ¿Qué estás haciendo?"
Sojiro apretó la empuñadura de la katana y, con una voz cargada de frustración, respondió: "Sí, lo estoy. Estoy molesto."
Kagami asintió y, con un suspiro, respondió: "Lo siento."
Pero Sojiro continuó, su voz se quebró ligeramente. "Estoy molesto porque no pude decirle nada. Llegué tarde." Pisó fuerte el suelo, dejando una grieta bajo su pie, y bajó la cabeza.
Kagami parpadeó confundida. "¿Eh? ¿Por eso estás molesto?"
Sojiro asintió y soltó un profundo suspiro antes de devolver la katana a su funda. "Sí… Perdóname. Atacarte de repente fue un error. Estoy frustrado conmigo mismo."
"Está bien," respondió Kagami, aunque aún lucía desconcertada.
Sojiro miró el cuerpo de Kanata en los brazos de Kagami y, con un tono más suave, dijo: "¿Puedo cargar a mi esposa?"
Kagami lo observó por un momento antes de asentir. "Claro." Con cuidado, le entregó el cuerpo de Kanata a Sojiro.
Mientras él la cargaba, Kagami añadió con un ligero tono de curiosidad: "Aunque debo decir que me sorprende que me atacaras con tanta precisión… considerando que estás ciego."
La sorpresa de Sojiro fue evidente, aunque intentó ocultarla. "¿Cómo lo supiste?"
Konata dio un paso al frente, atónita. "¿¡Ciego!? ¿Qué significa eso?"
Sojiro suspiró y, con un tono calmado, explicó: "Perdí la vista hace tiempo, Konata. Por eso estuve ausente. Me enfoqué en entrenar para compensarlo."
Kagami cruzó los brazos, analizando la situación. "Eso explica por qué tu ataque fue tan directo. Debes haber perfeccionado mucho tus otros sentidos."
Sojiro asintió. "Sí, pero aun así…" Hizo una pausa antes de mirar a su hija. "Vamos, Konata."
Konata lo siguió, aún confundida por lo que acababa de presenciar. Mientras se alejaban, Kagami quedó inmóvil, observándolos con una expresión pensativa.
Después de unos segundos, Kagami dejó escapar un largo suspiro y, repentinamente, su cuerpo se dejó caer hacia atrás, impactando el suelo.
"Estoy agotada," murmuró con voz débil. "Y estos cortes me están doliendo."
De inmediato, Ryoko fue la primera en correr hacia ella, seguida de Misao, Ayano, Minami, Miyuki y Patricia. Todas lucían preocupadas al verla en ese estado.
"Lo siento," dijo Kagami mientras cerraba los ojos, "solo… necesito dormir un poco."
Miyuki se inclinó, acariciando suavemente la frente de Kagami. "Descansa, hiciste un gran trabajo."
Desde la distancia, Miki observó todo. Aunque no se acercó, una sonrisa tranquila apareció en su rostro al ver que Kagami no estaba sola.
Inori, que estaba parada junto a Matsuri, miró de reojo a su amiga. "¿No vas a acercarte a verla?"
Matsuri cruzó los brazos y miró hacia otro lado, ligeramente sonrojada. "No digas tonterías. Y ya vámonos."
Inori sonrió con picardía. "Como digas," respondió, conteniendo una risa antes de seguir caminando.
Las horas pasaron, y el manto de la noche cubrió el cielo. En la habitación silenciosa, Kagami despertó sobresaltada. Su cuerpo se tensó por un instante antes de que un agudo dolor la recorriera, obligándola a retorcerse.
Miró alrededor y notó que su cuerpo estaba envuelto en vendas casi por completo. Soltó un suspiro, su voz rasposa apenas audible. "Ah, es verdad... estoy viva…"
Al girar la cabeza, su mirada se posó en Konata, que estaba sentada al lado de la cama, apoyada en el colchón y profundamente dormida. Kagami no pudo evitar sonreír ante la escena.
"Quédate así," murmuró para sí misma. Pero antes de poder relajarse del todo, sintió algo extraño bajo las sábanas. Algo se movía. Frunciendo el ceño, levantó con cuidado la tela y lo que encontró la dejó atónita: allí, acurrucada como si fuera su cama, estaba Misao.
"¿¡Qué haces ahí!?" exclamó Kagami, su tono a medio camino entre la sorpresa y el reproche.
Misao abrió los ojos lentamente y, al reconocer a Kagami despierta, su expresión se iluminó. Sin decir palabra, se abalanzó sobre ella, abrazándola con fuerza.
"¡Me alegra tanto que estés bien!" dijo Misao entre lágrimas de alegría.
"¡Bájate, Misao! ¡Aún me duele el cuerpo!" gritó Kagami, intentando zafarse del abrazo, pero con movimientos limitados por las vendas.
Misao retrocedió un poco, aunque sin dejar de sonreír emocionada. "Lo siento, lo siento… Pero de verdad me alegra que estés bien."
De repente, una mano firme agarró a Misao por la parte trasera de su camisa y la levantó con facilidad. Matsuri estaba ahí, mirándola con un gesto molesto.
"¿No ves que Kagami está en reposo?" le dijo Matsuri con un tono severo.
Misao levantó las manos en señal de rendición mientras Matsuri la soltaba con brusquedad. Pero antes de irse, Matsuri giró la mirada hacia Kagami. Durante un segundo, sus ojos reflejaron una mezcla de alivio y algo de resentimiento.
"Descansa," dijo finalmente antes de darse la vuelta y salir de la habitación, dejando a Kagami algo desconcertada.
"¿Qué le pasa ahora?" murmuró Kagami, observando la puerta por donde Matsuri se había ido.
Antes de que pudiera pensar mucho en ello, Inori entró en la habitación con una bandeja de comida ligera. Al escuchar el comentario de Kagami, esbozó una sonrisa tranquila.
"Déjala. Ya conoces a Matsuri. Siempre es así," respondió mientras dejaba la bandeja en una pequeña mesa junto a la cama.
Kagami negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro. "Sí, pero sigue siendo un misterio…"
En ese momento, un leve movimiento al lado de la cama llamó su atención. Konata, que seguía dormida, empezó a despertarse. Se estiró lentamente mientras parpadeaba varias veces, tratando de enfocar la vista.
"¿Eh? ¿Kagami?" murmuró con voz soñolienta al darse cuenta de que su hermana estaba despierta. Sus ojos se llenaron de alivio, y una sonrisa cálida apareció en su rostro.
Kagami la miró, tratando de no mostrar su incomodidad por el dolor, y dijo suavemente: "Sí, ya desperté."
Konata no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. "Me alegra tanto…"
Lentamente, con cuidado, se subió a la cama. Kagami la miró con confusión, sintiendo el peso de su cuerpo acercándose más y más. Antes de que pudiera reaccionar, Konata envolvió sus brazos alrededor de su nuca, atrayéndola hacia ella.
"¿Konata, ¿qué pasa…?" Kagami intentó preguntar, pero su voz quedó atrapada en su garganta cuando los labios de Konata se encontraron con los suyos.
Sus ojos se abrieron de par en par, el calor del contacto la dejó paralizada. La calidez de los labios de Konata contrastaba con el dolor en su cuerpo, pero por alguna razón, no quiso apartarse. Su equilibrio tambaleó, y para no caer, apoyó una mano temblorosa en la cama, sintiendo el latido acelerado de su propio corazón.
El beso se prolongó solo unos segundos, pero cuando Konata se separó lentamente, un delgado puente de saliva quedó entre ambas.
Konata sonrió con picardía, sus ojos reflejando una mezcla de travesura y sinceridad. "La persona que me gusta eres tú, mi linda tsundere."
El rostro de Kagami estalló en un rojo intenso. Su respiración se volvió entrecortada, su mente luchando por procesar lo que acababa de ocurrir.
"Ko-ko-ko…" Apenas pudo pronunciar el nombre de Konata. Su boca se abrió y cerró varias veces, sin encontrar palabras.
Konata soltó una pequeña risa al ver su reacción. "Me voy por ahora. Si quieres hablar, ya sabes dónde encontrarme." Se levantó con naturalidad, como si lo que acababa de hacer fuera lo más normal del mundo y salió de la habitación con un aire despreocupado.
Apenas un par de segundos después de ver lo que ocurrió, Inori cruzó los brazos, mirando a Kagami con una expresión divertida.
"Vaya sorpresa, Kagami. Pero… me da cierta pena alguien en especial."
Sin embargo, Kagami estaba demasiado perdida en sus propios pensamientos, su mente aún repitiendo la escena una y otra vez. No escuchó ni una palabra.
Inori la miró por un instante y suspiró. "Definitivamente no me escuchó," murmuró antes de darse la vuelta y salir de la habitación. Apenas había pasado un momento desde que Inori salió cuando la puerta volvió a abrirse. Kagami aún tenía el rostro encendido por lo ocurrido con Konata, pero la entrada repentina de Inori la sacó de su ensimismamiento.
"Ahora que recuerdo…" comenzó Inori, cruzando los brazos. "Antes de tu pelea con Kanata, ella dejó una carta y nos dijo que no te la diéramos hasta que todo terminara."
Kagami parpadeó, sorprendida. "¿Una carta?"
"Sí. Aquí está." Inori sacó un sobre ligeramente arrugado de su bolsillo y se lo entregó.
Kagami tomó la carta, pero antes de abrirla, se frotó ambos cachetes con las palmas de las manos, tratando de despejar su mente.
Inori arqueó una ceja. "¿Te golpeaste muy fuerte o qué?"
Kagami suspiró. "Necesito concentrarme para leer esto…"
Sin más demora, abrió el sobre y comenzó a leer.
"Querida Kagami (ese es tu nombre, ¿no? Espero no equivocarme).
No me queda mucho tiempo, y hubiera querido enseñarte algunas cosas más en persona, pero dudo que pueda. Por eso, te reté a un duelo, aunque ya sabía que ibas a ganar. No porque sea débil, sino porque sé cómo eres.
Tengo recuerdos borrosos de antiguas peleas contigo… y vi en ti un potencial increíble. Así que voy a ir directo al grano.
Ve a los barrios bajos. He escuchado rumores sobre personas que fueron usadas en experimentos con algo llamado 'la droga del diablo' o algo así. Ellos podrían ayudarte si quieres enfrentarte a lo que viene, no será fácil.
Pero sé que si alguien puede lograrlo, eres tú.
Ah, y por cierto… cuida bien de Konata por mí. Guiño, guiño."*
Kagami terminó de leer y frunció el ceño al llegar a la última línea.
"'Guiño, guiño'… ¿Qué significa eso?" murmuró en voz baja.
Pero tras un instante, su expresión se suavizó y susurró con determinación: "Eso haré. Cuidaré de tu hija…"
"¿Terminaste?"
Kagami se sobresaltó, dándose cuenta de que Inori aún estaba ahí.
"¡¿Sigues aquí?!" exclamó, sorprendida.
Inori la miró con calma. "Obvio. ¿Qué creías? Bueno, ¿qué vas a hacer?"
Kagami respiró hondo y se enderezó un poco en la cama. "En dos días actuamos. ¿Está bien?"
Inori asintió. "Me parece bien. Y más considerando que tú necesitas descansar."
"Sí… necesito reposo."
Inori sonrió levemente. "Bien, iré a avisarle a los demás."
Kagami la vio salir y, en cuanto la puerta se cerró, se dejó caer lentamente sobre la cama. Sus ojos se quedaron fijos en el techo por unos segundos antes de cerrar los párpados.
"Cuida de ella…" murmuró con una leve sonrisa. Luego, susurró un "gracias" antes de que el sueño la venciera.
En otro lado:
De regreso a casa, Tsukasa se encontraba en la cocina, lavando los platos mientras tarareaba suavemente una melodía. El agua corría, y el sonido de la loza chocando entre sí llenaba el pequeño espacio con una sensación de tranquilidad.
Sin embargo, en medio de su tarea, un ruido sordo resonó desde el pasillo. Tsukasa dejó de tararear y levantó la cabeza, parpadeando con curiosidad.
"¿Onee-chan…?" pensó de inmediato, asumiendo que su hermana había regresado. Secándose las manos en el delantal, salió de la cocina y caminó con pasos ligeros hacia la entrada.
Pero al asomarse al pasillo… no había nadie.
El aire nocturno se colaba por una ventana entreabierta, moviendo ligeramente las cortinas. Un escalofrío recorrió su espalda.
"Juraría que escuché algo..." murmuró para sí misma, tratando de convencerse de que solo había sido su imaginación.
Dio un paso atrás para regresar a la cocina, pero apenas se giró. Su cuerpo se tensó de golpe.
Un grupo de hombres estaba parado en la sala, mirándola fijamente con una mirada intimidante.
Los ojos de Tsukasa se abrieron de par en par, su respiración se cortó por un instante y antes de poder pensar en otra cosa, soltó un grito agudo, lleno de pánico.
Capitulo 37: Lazos y un objetivo.
..
…
….
Espero que este bien este capítulo ya que tuve que reiniciar la historia, no todo claro porque se me ocurrió esta idea de tsukasa en ultimo momento y lo cambie, espero les guste, les estaré leyendo sus comentarios.
