«Abrazo/Pesadillas»

...

De nuevo el mismo sueño.

Igneel siendo asesinado por Acnologia, Lucy inconsciente —creyendo que muerta— y medio desnuda durante la guerra, Gray tratando de matarle. Solo puede soñar con la muerte. Persiguiéndolo a él y a su familia hasta el final. Le gustaba pelear pero no las peleas a vida o muerte, quería medir fuerzas con su oponente, no que este tratase de quitarle la vida a él o a sus seres queridos; y siendo sincero, estaba llegando al límite.

Mientras que Gray y Happy dormían en paz en su tienda de campaña Natsu miraba pensativo al techo. Estaba cansado de las luchas a muerte y sentir que perdía años de vida cada vez que sus compañeros peligraban, pero estaba dispuesto a todo con protegerlos. Protegería a sus amigos y aunque suene mal, la protegería sobre todo a ella. Su mejor amiga, primera compañera de equipo y la mujer más importante en su vida.

No podía quedarse tranquilo después de saber qué Ignia irá tras ella al descubrir que era su punto débil. Si bien todos ellos podrían considerarse su punto débil y fortaleza, Lucy había escalado con el paso del tiempo el nivel de importancia en su vida. Odiaba saber que a ella la había puesto en un trono y a sus amigos a parte pero sabía que si los demás perdían la vida podría sobreponerse con el tiempo, pero si ella fuese quien perdía la vida sentiría que iría sin dudar tras ella, abandonando a todo y todos.

Natsu sonrió. Llevaba gran parte de su vida sin ella, pero desde que se conocieron y con las experiencias vividas sentía que una vida sin ella era impensable. Prefería seguir su camino para estar juntos, porque así de importante se había vuelto Lucy Heartfilia en su vida.

Escuchó pasos a fuera y se alarmó, pero después de oler a la persona de a fuera se tranquilizó, porque sí, además de sentir que ella era el mayor pilar de su vida, su presencia y su olor le tranquilizaban en gran manera. Cuando estaba en un batalla solo tenía que sentir su olor para seguir peleando y ganar la pelea.

Decidió salir de la tienda, sabía que no lograría dormir después de esa pesadilla.

Sentada sobre un tronco de madera y mirando la fogata encontró a la rubia, quien no se había percatado de su presencia, pensando en quién sabe qué cosas.

«Como sea de un chico más le vale que no me entere de quién es, por su bien y el de todos»

Ni el sabía cuándo se volvió celoso, solo sabía que sacaba sus celos a relucir más seguido y cada era menos capaz de aguantar cuando los chicos se le quedaban viendo, ya sea su angelical rostro, su gran escote, sus delgadas piernas o... Bueno, mejor debía dejar de pensar en eso o esta vez no lograría dormir pero por motivos diferentes.

—¿Qué haces levantada a esta hora, Lucy?

La mencionada saltó del susto y vio la sonrisa burlona del oji-verde.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? No te cuesta nada tocarme el hombro—Le reprochó la rubia avergonzada.

—Porque es divertido molestarte y asustarte.

La rubia lo ignoró completamente ganando otra risotada del pelirrosa.

—No has contestado a mi pregunta.

—Un mal sueño.

—¿Tú también?

Lucy lo miró sorprendida.

—¿Qué soñaste?

—Yo pregunté primero.

La maga celestial sonrió, o mejor dicho, lo intentó.

Desde que se rompió la llave de Aquarius, Lucy sonreía por obligación. Si él no la conociese tan bien lo habría engañado, justo como a los demás, pero él la conocía mejor que a ella misma. Lleva dos años sin ser capaz de sonreír como lo hacía antes, no sabe si por el dolor de despedirse de su mejor amiga o por culpabilidad de haberla sacrificado para salvar a todos. Ella no se arrepentía de salvarlos, se arrepentía de su falta de fuerza y de poder hacerlo por sí misma.

—Sabes, hace unos meses empecé a entrenar con Erza.

Aquello dejó sorprendido al pelirrosa. Bueno, ahora le veía sentido a las heridas de Lucy cuando llegaba con la pelirroja y su constante cansancio.

«Ese demonio pelirrojo en armadura con piel humana no sabe contenerse, me sorprende que siga de una pieza»

—¿El motivo?

—La llave de Aquarius está aquí, en Giltena.

–Lo sé.

—Brandish la está buscando también.

—Eso también lo sé.

—Creo que cuando encuentre la llave de Aquarius tendré que pelear contra ella, así que me estoy preparando. No sé si con mi poder actual podré derrotarla, no puedo quejarme de absolutamente nada y seguir fortaleciéndome; por Aquarius, quien le prometí recuperar su llave, nuestros compañeros de gremio, que han hecho todo por mi y no he sabido devolverles el amor y cariño que me han dado excepto decepcionándolos, y por mi misma, quiero sentirme más fuerte que hoy. Y lo estoy logrando, soy más fuerte que ayer y mañana seré más fuerte que hoy. Usaré mi poder para proteger al gremio y a los espíritus.

Natsu agarró una de sus manos, para ser exactos, la que tenía la marca del gremio.

—Ya eres una orgullosa maga de Fairy Tail, la maga celestial más fuerte de todas —porque nada iba a convencer a Natsu de que de los pocos magos celestiales que quedan ella era la más fuerte— y por encima de todo, nuestra querida amiga.

Apretó su mano levemente.

—Vuelve a decir algo así de ti y no te lo perdonaré.

Lucy debió percibir su enojo, porque aunque no estaba usando un tono brusco ni una mirada amenazadora podía saberlo, porque él siempre la protegía y la valoraba.

—No prometo nada —Contestó con una sonrisa.

No era una verdadera, cómo la de antes, pero estaba cerca de serlo. Y eran esas cosas lo que le daban esperanza a Natsu. Porque con nadie podía volver a sonreír como entonces pero con él era diferente, incluso la tristeza de la que hablaba Eclair "ojos de alguien que conoce la verdadera tristeza" desaparecían levemente con él.

Igual es que tampoco tuviese miedo al rechazo, si llegase a ser escaso haría lo que pudiese para enamorarla de la misma manera que él lo estaba, aunque eso si ella se lo permitía, si ponía un límite lo respetaría y seguiría a su lado como ahora.

—Entonces soñaste con que no pudiste recuperar la llave de Aquarius.

—¡¿Cómo lo sabes?!

—¿Por qué otro motivo me darías esta charla? Empezando con tu entrenamiento con Erza y sobre recuperar la llave de Aquarius.

—Si incluso tú te diste cuenta entonces debí ser muy obvia.

—Lucy...

El tono de advertencia de Natsu hizo que se le erizara la piel.

—¿Me tomáis por tonto o qué?

—A veces.

Natsu apretó los nudillos sobre las sienes de Lucy y esta comenzó a gimotear.

—Lo siento, lo siento. No volveré a molestarte —Suplicó la rubia.

El mago apartó sus manos de sus sienes y volvió a agarrar la mano con la marca del gremio.

—No sientas que estás en deuda con nosotros, formas parte de Fairy Tail y haríamos lo mismo por ti una y mil veces. Y para que lo sepas, yo me siento muy orgulloso de la persona en la que te has convertido. Ya eras fuerte antes, pero la Lucy que conocí en Hargeon no tiene nada que ver con la Lucy que tengo en frente de mi. A quien tengo delante mío no dudaría en salvar a sus compañeros aunque salga herida o corra peligro, tiene el mismo corazón que un veterano de Fairy Tail, y aunque lo niegues, tienes la misma fuerza destructiva que los demás. No creas que no sé que a veces haces pasar algún que otro edificio destruido por uno de nosotros.

Lucy no sabía si sonreír por lo dicho o esconderse.

—Y aunque fueses débil, no me importaría seguir a tu lado.

Vale, eso había sido muy directo. Pero no se arrepentía de lanzar indirectas, sobre todo porque podía ver la cara sonrojada de la oji-marrón.

—¿Y tú? ¿Qué soñaste?

El nerviosismo de la indirecta le hizo desviar el tema.

—Nada importante.

Lucy puso cara de fastidio, ¿le hacía sonsacar todo y ahora él se callaba? Juraba por su marca del gremio que lo haría hablar.

—No me salgas con esas, desembucha.

—Tengo sueño, creo que me voy a dormir.

—Ni se te ocurra, no te dejaré dormir.

«Eso suena peor de lo que creí»

Aprovechó que Natsu no había soltado su mano para que con su mano libre agarrarlo del brazo y no dejarle escapar. Sabía que si hacía fuerza podría soltarse pero Natsu era más consciente de lo que creía de que era una mujer y la trataba con delicadeza.

—¿Entonces? ¿Me obligarás a estar así toda la noche?

El Dragon Slayer suspiró rindiéndose.

—La muerte me persigue constantemente, no puedo ya ni dormir tranquilo porque sueño todo el rato con la muerte de alguien o intentos de asesinatos.

Lucy se hacía a una idea de lo llegaba a soñar. La muerte de Igneel se había quedado grabada en su memoria. En varias ocasiones, antes de partir a la misión de los 100 años, cuando Natsu iba a dormir a su casa —sin permiso, obviamente— escuchaba que decía su nombre repetidamente además de verlo derramar lágrimas, lágrimas que ella se aseguró de secar. Esas eran una de las pocas veces en las que dejaba que durmiese con ella. Además de que tenerlo a su lado le servía de consuelo cuando ella también tenía pesadillas.

No vio mucho de Natsu como END, pero lo que llegó a ver antes de que Erza interfiriera le había aterrado. No podía reconocer al mago sonriente, hecho una furia, buscando no solo la muerte de Zeref sino también la de Gray, uno de sus mejores amigos. Podía sentir la ira, el odio y la tristeza estando a metros, nunca supo que lo provocó pero esa fue una de las pocas veces que llegó a temer de él, no quería verlo de nuevo como END y tampoco verlo vuelto loco como cuando se comió las llamas de Ignia.

—Igneel ya no está pero estoy segura de que sigue cuidándote. Somos afortunados de tener a alguien que nos cuida desde donde estén, hay personas que viven en completa soledad sin tener a nadir que los cuida ni en la tierra ni en el cielo. Igneel siempre te protegerá, a pesar de lo ocurrido, Zeref también lo hace al igual que la Primera. Tenemos a gente maravillosa cuidándonos en todas partes y yo me siento bendecida por ello, Natsu.

Lucy soltó el brazo de Natsu y acarició la cabeza de Natsu, acto que él hacía seguido con ella cuando la sentía deprimida.

—Puede que no sea tan confiable como Erza, Gray o Wendy, pero estaré a tu lado cuidándote y haciendo mi mayor esfuerzo por protegerte.

Los latidos del mago estaban disparados, ¿qué se suponía que debía hacer con ella cuando le decía esas cosas?

Sentía que se estaba sonrojando así que para que no viese su rostro la abrazó, bueno, también se moría de ganas por hacerlo.

—Te dije que no volvieras a decir esas cosas de ti.

—Y yo no prometí nada.

Ella no podía ver su cara pero él también la suya, y también estaba con un sonrojo que iba desde la punta de sus orejas hasta el cuello.

—Cuando pueda deshacerme de mis propias pesadillas te ayudaré con las tuyas. Te lo prometo—Aseguró la rubia .

—¿Y eso cuando será?

—Cuando recupere la llave de Aquarius. Sé que desde que la perdí no he sido la misma de entonces, así que en mi situación no podré hacer mucho por ti. Pero cuando la recupere te ayudaré tanto como pueda y —apretó la camisa del pelirrosa y escondió su cabeza entre sus brazos— te diré algo que llevo queriéndote decir desde hace tiempo.

El corazón del mago se agitó. La alejó levemente y tocó la frente de la rubia, que estaba fuertemente ruborizada, con la suya.

Cerró los ojos y sonrió.

—Lo esperaré con ansias.

Y si él hubiese tenido los ojos abiertos habría visto la verdadera sonrisa de Lucy que llevaba dos años sin ver.