Capítulo 6
—¿Hermano? —Eggie entro en la habitación de su hermano y quedó desconcertado. Jace estaba sentado sobre la alfombra frente a la chimenea, el resto de la habitación parecía una zona de guerra, habían cosas por todo el suelo como si hubiesen sido lanzadas con rabia, muebles volcados y decoraciones caídas. Jace levanto los ojos del fuego luciendo perdido cuándo miro a Eggie. Eggie pudo ver la vulnerabilidad de Jace, su hermano se veía perdido. El chico rubio corrió hacía él, preocupado. —¡Hermano!, ¿Hermano qué pasa? ¿Quién te hizo algo? — pregunto protectoramente pasando sus brazos más delgados y pequeños alrededor de Jace.
Jace quedo quieto por unos segundos, antes de que sus brazos rodearan a Eggie apretándolo contra él y aspirando el olor de los cabellos rubios. Eggie ya no olía a bebé, pero para él seguía siendo un bebé. El mismo niño que había tratado tan duro de salvar luego de haber perdido a Joffrey y a Lucerys.
— Si alguien te a hecho daño dímelo, tomare venganza por ti. —le juro hablando en Alto Valyrio. Las palabras de Eggie solo hicieron que Jace lo abrazara más fuerte. Su madre no estaba, su padre… ninguno de los tres que tuvo tampoco. Lucerys y Joffrey se habían ido hace ya largo tiempo… y aún si siguieran con ellos, no era responsabilidad de ellos cuidarlos, esa siempre fue su responsabilidad, él era el mayor. No importa cuánto asco y odio sintiera, incluso si consumía su propia alma, era su deber cuidar de Eggie y Viserys.
— Te daréun reino fuerte Eggie —le juro en cambio, besando la cabeza de cabello rubio platinado. Eggie lo miro con curiosidad sin entender. —Te daré un dragón.
— Yo tuve un dragón, Stormcloud esta muerto —le dijo con un toque de tristeza, Aegon aún recordaba a su dragón que lo salvó tres años atrás.
—Y él siempre será tu dragón, nunca debes olvidarlo; pero no será tu único dragón. No puedes ser un rey débil sin un dragón como nuestro abuelo Viserys. Debesmontar un dragón, uno que te proteja. ¿Me entiendes? —le preguntó tomando sus brazos con suavidad y haciendo que lo mirará. Castaño contra lila. Eggie asintió obediente.
—Pero los huevos ya no nacen hermano— le recordó.
—Yo haré que nazcan de nuevo… para ti, para Viserys —decidió por el bien de sus hermanos, no podía dejarlos a merced de la fe y los demás borregos. El borracho de Aegon tenía razón, no eran mejor que los simples mortales sin sus dragones. El precio que él mismo pagaría por esto… era algo que podía irse con él a su tumba y la de Aegon. Eggie nunca necesitaba saberlo. Ni Eggie ni nadie más.
Eggie no tenía idea de cómo su hermano podía hacer lo que decía, pero creyó completamente en él. Porque Jace nunca mentía.
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Aegon acababa de despedir a Tyland Lannister (su maestro de la moneda) después de su conversación cuando uno de sus capas blancas entró para anunciarle que Lord Strong quería hablar con él.
— Hágalo pasar. — Dijo preparándose mentalmente para cualquier perreta que el chico Strong fuera a lanzar en su caminó. Para su sorpresa, cuando Jace entro lo hizo serio, no furioso, ni gritando. Sólo serio y tranquilo. — Toma asiento — le invitó Aegon. Jace asintió sentándose. El castaño tardó unos minutos en hablar. Aegon no lo apuró, dejándolo organizar sus ideas.
— Jace…
— Es extraño que me llamen Lord Strong — dijo de pronto.
— Es tu nuevo título, personalmente prefiero el de Príncipe Jacaerys. — Admitió el Rey. Jace negó con la cabeza.
— Ése título ya no es mío. Harrenhal es mi nuevo señorío.
— Rhaenys se casó con Corlys Velaryon y no por eso dejó de ser una princesa hasta su muerte. Tú puedes ser ahora el señor de Harrenhal, pero sigues siendo el Príncipe Jacaerys y lo serás hasta tu muerte. — le recordó. Jace lo miró unos momentos en silencio antes de cambiar el tema.
— Me gustaría hablar con los Dragonkeepers sobre… este ritual.— Dijo finalmente incómodo.
— Se hará. — accedió Aegon de inmediato al verlo dispuesto a hablar del tema y no rechazando la idea de plano.
— Además de lo que me dijiste ayer… deduzco que este lugar, y el pozo del dragón no es lo mas sano para nuestros dragones, sobre todo por que la fe tiene mucho poder aquí. Sí voy a hacer esto… sí voy a ser un tipo de… madre de dragones… no será aquí. Pensé que sería mejor en Dragonstone… pero mi señorío es Harrenhal, creó que debemos hacerlo en Harrenhal.
— No. — se negó de inmediato Aegon — Ése sitio está tan maldito como este. Conoces la historia de Harrenhal, será tu señorío y tu derecho… pero no te quiero en ése lugar — dijo rotundamente. — Dragonstone, lo haremos en Dragonstone. — Fue rotundo.
— Esas son solo historias. Harrenhal no esta maldito.
— Su historia dice otra cosa.
— Solo un conjunto de mala suerte y desafortunados eventos no ninguna maldición.
— No correré riesgos — dijo terminante.
— ¿Cómo debo ser un señor si no se me permite ir a mi propio señorío?
— Tu abuelo y tu padre fueron muy buenos señores de Harrenhal desde aquí — aseguro. — Y cuando volvieron allá murieron — le recordó. Jace levanto las manos para callarlo y darse paciencia así mismo.
— No tendré esta pelea ahora. Muy bien entonces Dragonstone. — Aegon asintió aliviado de que Jace dejara ir la idea de Harrenhal. — Lo haré y me quedaré en Dragonstone… no tendré ningún dragón en este lugar maldito.
— Puede hacerse.
— Y… mi primer dragón será para Eggie.
— Sabes que no funciona así Jace. Los dragones se enlazan con quién ellos quieren no con quién nosotros queremos. — le recordó. Jace odiaba admitirlo pero eso era cierto.
— Bien… pero entonces la primera oportunidad de reclamarlo y ver si lo acepta será de Eggie.
— Se puede hacer — volvió a asentir de acuerdo con su posición. — Pero también deberás prometerme que no te enfadaras si el dragón se enlaza con alguien… no tan de tu agrado.
— Es decir Daeron o tú — dijo Jace directamente. Ahora mismo jinetes de dragones capaces no eran muchos los que quedaban, quitando a él mismo y sus hermanos (Eggie y Viserys), solo quedaban Baela y Rhaena (y Rhaena ya tenia dragón propio). También estaban Aemond, Daeron y Aegon; Aemond ya tenia a la vieja vaca de Vhagar, eso solo dejaba a Daeron y Aegon. Con un deje de tristeza momentáneo se dio cuenta de cuán pocos Targaryen quedaban ahora. — Bien, tienes mi palabra, si uno de ellos te elige a ti o a Daeron… es el destino y no me negare a eso — asintió recuente pero serio finalmente.
— Bien y ¿nuestra.. asociación en esto? — pregunto con tasto no queriendo llevarlo a otro episodio de rabia pero era algo que se tenia que tratar.
— Haremos lo que tenemos que hacer como Targaryen y luego me dejarás en paz. No eres mi amante, no eres mi compañero de cama. Ni te quiero ni te necesito de forma personal. Lo que hacemos es una obligación nada más, al menos para mi no es otra cosa que una obligación. Haremos lo que tenemos que hacer y luego saldrás de mi lecho o de dónde quiera que hagamos este asqueroso ritual y no mencionaras para nada lo que me harás luego de que este hecho, lo que me quitaras es el precio que tengo que pagar… para el futuro de Eggie — le dijo con una mirada dura e inflexible. — Es algo que se pudrirá en tu estómago y en el mío, ni siquiera contigo mismo hablaras del tema.
— Somos Targaryen haremos lo que tengamos que hacer por nuestra línea — asintió Aegon de acuerdo con lo dicho por el mas joven. Jace asintió.
— Quiero vivir en Dragonstone mientras dure esto. Dado que no me dejas ir a Harrenhal y yo no quiero a los Dragones aquí. — agrego Jace cambiando una vez mas el foco del tema, no quería pensar en el ritual, ni en Aegon en su cama. Aegon se lo pensó, tomaba dos días y medio llegar en barco de Desembarcadero del Rey a Dragonstone. O solo una hora si convivencia a Aemond de que le hiciera el paro y lo llevara con Vhagar.
— Bien, eso también se puede hacer.
— Eggie y Viserys… Dragonstone siempre ha sido el asiento del heredero, y si es tu heredero… debe vivir en Dragonstone.
— Eso es peligroso. Algunos podrían creer que pueden seguir alimentando la división entre nosotros. Es mejor que se quedé a mi lado, que vean que somos una sola familia. — le recordó pero al ver la mirada de decepción de Jace, se sintió incomodo — Eso no quita que nuestros príncipes pueda pasar largos periodos de tiempo en Dragonstone con su hermano mayor — dijo, y odio admitir que se sintió mejor al ver a Jace relajarse y asentir. El castaño no sonrió, pero la forma en que su rostro se relajo y suavizo… bueno, Aegon tomaría lo que pudiera de donde pudiera. Las pequeñas victorias también eran victorias.
-o-o-o-
— Jace.
El castaño no se volvió hacia la reina viuda al escuchar su voz, solo siguió haciendo su oración frente al Arciano del pequeño bosque de los dioses de la fortaleza.
— Es Lord Strong para usted su gracia. No deseo ser llamado por mi "pequeño nombre" por usted — hablo sin molestarse en abrir los ojos al sentir el largo vestido de la mujer rozar suavemente el suelo a su lado.
Alicent no mordió el anzuelo tirado hacia ella, recordándose no comenzar una pelea.
— No sabia que seguías la fe pagana de los dioses antiguos. — cambió de tema la reina viuda.
— Encuentro los Dioses de mi amigo Cregan Stark más reconfortantes que tus hipócritas dioses. Jamás seguiré la fe que nos quitó a nuestros dragones con tu ayuda y la de tu asqueroso padre, Lady Hightower. — Dijo abriendo sus ojos, viendo al fin de reojo la larga falda verde (esto dado que la reina viuda permanencia de pie), mientras él estaba arrodillado frente al Arciano. — Aunque tampoco es que sea un gran devoto, Lady Hightower, también le rezo de vez en cuándo a los dioses de mi propia línea, los antiguos dioses Valyrio. Todos son mejores que tus patéticos dioses — sonrío sabiendo que la fanática religiosa que era la reina, y que había convertido la orgullosa fortaleza de su familia en un Septon no le gustaría sus palabras. Ésa mujer y su hipócrita fe le había costado sus dragones, su familia, todo. Ella y Aemond eran los peores con su fe de mierda, casi dos fanáticos religiosos como un Septon y una Septa.
— Jac… Lord Strong — Alicent apretó los dientes, pero respiro hondo calmándose, antes de que dijera algo más la risa de Jacaerys la interrumpió.
— Apuesto que te morías por llamarme así a mi y a mis hermanos durante toda tu vida, — se burlo de ella — estoy seguro de que lo único que te duele, — dijo levantándose y volteándose a ver a la hermosa reina viuda a la cara — es que mi madre no este aquí para ver tu triunfo. Incluso si otra mano llevo acabo la orden… tú la mataste Alicent Hightower. Por tu culpa los Targaryen nos hemos visto reducido a esto. Apuesto a que tu asquerosa familia Hightower allá en su torre alta en Oldtown planearon todo esto desde el principio y celebran el éxito de tu misión. Los Targaryen éramos un peligro para tu vieja y antigua familia y su poder detrás de escena. Por eso te introdujeron entre nosotros para envenenarnos desde adentró, porqué no tenían el poder de hacerlo de otra forma.
— ¡Yo no la mate! — le grito Alicent perdiendo la compostura. No había ido a pelear, realmente quería suavizar las cosas con el bastardo; pero escucharlo decir eso… ese mocoso jamás entendería lo que había sido Rhaenyra para ella, jamás entendería cuanto la había amado. — Yo no la quería muerta, yo la defendí… me la robaron y me la arrebataron. No fue por mi orden. Si tu madre… si solo hubiese cedido…
— Mi madre era un dragón puro, los dragones no cedemos Alicent Hightower. Incluso si tú no diste la orden… sabes quién dio la orden de matar a mi madre embarazada… y esa persona aún vive. En lo que a mi respecta Alicent, tú la mataste. Y espero que cada noche veas el rostro de mi madre, Lady Hightower. Espero que nunca conozcas la paz, ni siquiera en tu muerte. — le dijo dándose la vuelta, dando por terminada la conversación.
Alicent lo vio alejarse y no fue hasta que estuvo sola que se dejo caer de rodillas.
— Lo hago, la veo cada noche niño, la veo cuándo aún era mi Rhaenyra, cuándo ambas éramos dos niñas y nos teníamos la una a la otra — susurro a nadie. Aún podía ver a la princesa de 14 años de la cuál había sido su dama, su amiga, la veía cada noche. Y en sus momentos más oscuros (esos que no le gustaba admitir ante nadie), maldecía la terquedad de Rhaenyra. Sí hubiese cedido ante Aegon… podrían haber vuelto a ser lo que fueron una vez.
Otras veces culpaba a Aemond por comenzar la guerra, estaba segura que con un poco más de tiempo habría convencido a Rhaenyra de doblar la rodilla. Y otras veces… otras veces odiaba a su padre con todas sus fuerzas por haber ordenado la muerte de Rhaenyra. Pero al final siempre recordaba que era su padre, que él había hecho lo que había hecho para protegerlos. Aún si eso la llevo a perder a su Rhaenyra.
— Mi señora…
— Retírate. — le dijo al guardia real sin mirarlo — Quiero estar sola, has guardia a fuera — dijo aún debajo del árbol, nunca creyó en la fe pagana de los primeros hombres; pero recordó cuando era joven, ella y Rhaenyra se habían escondido muchas veces en este bosque, casi parecía otra vida, otro tiempo cuando todo era más fácil.
— Si ustedes no hubiesen nacido malditos bastardos esto no hubiese pasado — dijo sintiendo el liquido caliente caer por sus ojos. Pero Alicent sabia que no era así en el fondo. Rhaneyra había estado condenada desde que Viserys la hizo casarse con Leanor Velaryon. Leanor nunca hubiese podido darle a Rhaenyra hijos, y en un mundo que pensaba que una mujer solo valía por los hijos que podía pujar fuera de su cuerpo, no haber tenido hijos tal vez incluso hubiese sido peor que los tres bastardos que tuvo, por algo Viserys se hacía el ciego a la bastardía de sus nietos.
— ¿Por qué? ¿Por que no pudimos quedar para siempre como las niñas de 13 años jugando en este bosque? — sollozo la reina viuda llevando sus manos a su collar de estrella de siete puntas para aferrarse a algo. — Nunca volé contigo, nunca acepte volar contigo... — sollozo la reina viuda suavemente — hubiese volado contigo Nyra.
No, Jacaerys Strong nunca entendería que sus deseos para el tormento de Alicent Hightower ni siquiera se comparaban a la tormenta real con la que la reina viuda vivía cada día desde esa fatídica mañana cuando se enteró que las ordenes de su padre habían sido cumplidas. Rhaenyra Targaryen había muerto con el bebé que llevaba en su vientre. Su amiga había muerto, no solo embarazada si no con el dolor de la muerte de Lucerys, probablemente pensando que todos sus hijos siguieron el mismo destino. Rhaenyra siempre amo demasiado a sus bastardos, Alicent lo sabía y tal vez por eso odiaba a esos niños, por tener lo que a ella misma se le negó el día que cumplió sus obligaciones como la hija de su padre.
— ¿Jace?
Jace suspiro al escuchar la voz de Daeron en su puerta mientras dejaba sobre la cama la túnica que estaba doblando para empacar.
— Sabes, ustedes los verdes son muy mal educados. Solo se llama por nombres cariñosos a aquéllos quiénes nos dan su confianza para hacerlo. Mi nombre es Jacaerys, no Jace, no para ninguno de ustedes.
Daeron no se dejo amedrentar por Jace, en cambió le sonrió.
— Soy tu hermano de leche — le recordó. Ambos nacieron con poca diferencia de días y los amamanto la misma nodriza. — Incluso si no te gusta — le sonrió con ese toque pícaro y juvenil que siempre tuvo.
Jace lo miro con ojos duros y fríos, pero Daeron creyó verlos derretirse por un segundo, antes de que Jace desviara su mirada y tomara otra capa negra y la comenzara a enrollar.
— Fue un tiempo corto, cuando nos comenzamos a volver cercanos tu madre te envío a Oldtown para que no te encariñaras demasiado con un bastardo — le recordó.
Daeron suspiro prefiriendo no entrar por ese camino.
— Pero yo aún lo recuerdo, eso es lo que cuenta. Siempre me caíste mejor que mis hermanos y eras mi primo favorito.
— Ser tu primo favorito no era difícil, soy el único primo al que pudiste conocer mínimamente, Luce era más chiquito que ambos y ni siquiera estabas aquí para cuando nació Joffrey.
— Pero conocí a mis primos de Oldtown y aún así te prefiero a ti — bromeo sentándose en la orilla de la cama de Jace. Jacaerys no lo digno con una respuesta. — Realmente lo siento Jace.
— Tus disculpa no me pueden devolver lo que me robaron Daeron, así que ahórratelas, ni siquiera de ti las puedo aceptar. — le dijo mirándolo directamente dejando la ropa en sus manos — Te odio menos que a tus hermanos, pero igual te odio por la sangre que corre en tus venas. Mientras yo perdí a mi madre, a mis padres, a Luce, a Joffrey que eran solo niños, Visenya a la que ni le permitieron nacer, a Vermax, Arrax, Sirax, Caraxes, Tyraxes… ¿Qué perdieron ustedes? Dime Daeron, ¿Qué perdieron ustedes? La puta de tu madre que inicio todo sigue viva, el cabron de tu abuelo que ordeno MATAR A TU HERMANA MAYOR, MI MADRE, no solo sigue vivo, sigue siendo la puta mano del rey premiándolo por el asesinato de los míos — dijo acercándose al príncipe más joven y agarrándolo de las solapas de la camisa sacudiéndolo sin que el otro se resistiera — Tú, Aemond y Aegon siguen vivos y saludables, incluso ahora a expensas mía tendrán de nuevo dragones — lo empujo lejos de él antes de golpearlo — Mientras yo voy a tener que soportar que me viole el asqueroso usurpador que le robó a mi madre, yo tuve que soportar la ignominia de ser llamado bastardo y ser legitimado por el asesino de mis padres, yo tengo que escuchar los susurros con gustos de todos aquellos que vilipendian a mi madre por ser una "puta" cuando en realidad no tenia otra opción… que te jodan Daeron, tus disculpas no me sirven ni para limpiarme el culo. — le dijo agotado soltandolo — Por favor vete.
— Jaehaerys, Maelor, Jaehaera, Helaena… — susurro Daeron. — Tessarion, Sunfyre, y Dreamfire...
— ¿Se supone que me importe? Esas muertes fueron vuestra culpa, no nuestra. Cuándo los mocosos murieron ya mis padres estaban muertos, fue la justa venganza por la forma ruin en que hicieron matar a mis padres. Si quieres un culpable ve por tu propio hermano Aemond que derribó y asesinó a Lucerys durante una misión pacífica, cuando aún se trataba de llegar a algún acuerdo pacífico. Después de lo que Aemond hizo era obvio que mis padres iban a responder, el cobarde de tu abuelo lo sabía así que los hizo matar. Luego los amigos de mi padre Daemon mataron a los mocosos de tu hermana… ¿Y te atreves a culparnos? Según tú ¿Qué debían hacer? ¿Los leales de mis padres debían quedarse con la afrenta y no hacer nada? Si Helaena fue tan débil para suicidarse no es mi problema. Yo he perdido mas que ella, a mi me van a arrebatar más que a ella; me tendré que poner de espaldas y abrir las piernas para el asesino de mis padres, y lo haré a las buenas tratando de sacar algunas ventajas para mis hermanos o lo haré a las malas contra mi voluntad como el buen rey me dijo… y sigo aquí, no ando tirandome de una torre como la débil Helaena. La muerte de tus dragones… eso es culpa de ustedes. Ustedes que permitieron que los maestres y la Fe conspiraran para matar los dragones de nuestro lado fueran traicionados y los de ustedes también fueran sacrificados. Fue justicia poética.
Daeron miró a Jace con tristeza. Había tanta rabia dentro de lo que una vez fue un dulce y valiente príncipe, que el corazón de Daeron dolió por Jace.
— Aún si no sirve de nada, realmente lo siento Jace. Realmente desearía que hubiese sido diferente.
— Los deseos no son mas que pedos al viento — le dijo Jace con unos ojos tan llenos de tristeza que Daeron sintió que se quería romper en pedazos y su corazón dolió.
— No puedo cambiar nada para ti, no puedo devolverte lo que has perdido, ni mejorar lo que vas a pasar… pero puedo hacerte una promesa aún si no la crees… los protegeré, protegeré a Eggie y a Viserys con mi vida… te lo juro.
— ¿Incluso de los tuyos? — se burlo sin creerle.
— Incluso de los míos, incluso de mi abuelo, de mi madre, y de mis propios hermanos.
Jace lo miro fijamente durante un largo minuto en silencio y termino por asentir.
— Te ató a tu promesa entonces Daeron.
Cuando Daeron se levanto para irse Jace lo acompaño para cerrar la puerta sin querer más invitados indeseados, pero antes de cerrar la puerta habló.
— Daeron, — cuando el joven príncipe se volteo a mirarlo, Jace lo miro con un deje de suavidad. — Tal vez en otra vida, hubiésemos sido como hermanos, hubiésemos sido inseparables. — le dijo antes de cerrar la puerta.
Daeron se quedo un largo minuto ante la puerta cerrada con tristeza, sintiendo sus ojos calientes pero negándose a llorar.
— Tal vez en nuestra próxima vida aún podamos serlo.
Continuará…
